El tiempo podía trastocarse en milésimas de segundo. La meteorología en Alakitasia siempre había sido de lo más predecible, pero como si de una desgracia se tratara, las oscuras nubes que se arremolinaron de repente sobre el centro de la ciudad del Imperio dejaron como resultado una lluvia intensa y descontrolada.

Los ciudadanos comenzaron a recoger todos los pertrechos de la multitud de tenderetes que se alineaban por las calles, pues el mercado en esa gran ciudad era diario y formaba parte de la evolución de la economía, no solo de la ciudad sinó también del continente. Pero en esos instantes los vendedores estaban apartando toda la mercancía para que no se echara a perder el trabajo de recolecta y producción de los últimos meses. Los niños volvían a sus casas a toda prisa, aterrados por la fuerte lluvia, y corrían abrazados a sus madres y padres buscando la protección que deseaban tener en esos momentos.

El poderoso ejército permitió la entrada en manada en el castillo al grupo de gente que no le dio tiempo a resguardarse de la tormenta, pero los más sabios sentían que aquel huracán no era obra de la madre naturaleza.

—¡Proteged a todos los que podáis, sus vidas están en nuestras manos!—se oyó la imperante pero desesperada voz de Ajeel mientras surcaba el cielo a toda velocidad en su nube de arena comprobando con su mirada avizora que todos los ciudadanos estuvieran a salvo.

Las afiladas gotas de agua chocaban contra su tez morena, empapando sus ropajes y su oscura melena. Echó un vistazo a lo que tenía alrededor y, por mucho que quisiera negarlo, Alakitasia estaba sufriendo un ataque. Porque en efecto aquello era obra de un mago.

—¡Ajeel, entra en el castillo!¡Debemos trazar un plan!—Invel vociferó a todo pulmón desde uno de los grandes ventanales del torreón más alto del castillo. No le gustaba actuar sin cautela.

—¡Invel, ahora no es el momento!¡No estamos todos los spriggans, debemos actuar ya si no queremos que esto quede destrozado!—respondió siguiendo con su vuelo, y alejándose hacia donde su corazón le presentía el brote de magia.

Y si en ese momento hubiera hecho caso a Invel, todo hubiera ido mejor. Si hubiera escuchado la sugerencia de su ayudante real, el Rey del Imperio no estaría cayendo de su nube de arena hacia el vacío. Sus ojos vieron pasar todos los acontecimientos a cámara lenta, aún sabiendo que aquella caída era tan veloz que apenas le dio tiempo a pensar en nada.

—¡Ajeel!—los ojos desorbitados de Invel presenciaron el desplome de su compañero, y ni tan siquiera con su magia iba a poder adelantarse a los acontecimientos.

Pero la ola de poder lo sacó de sus pensamientos pesimistas. La supervivencia con la que actuó su cuerpo no fue suficiente para detener el próximo ataque del enemigo. Y en efecto, no tuvo apenas segundos para poder defenderse de la persona que tenía enfrente de sus narices. Solo notó su último aliento salir de su boca, antes de volverse todo a su mirada negro como la pena.

...

Era apabullante la fuerza con la que Erza hizo chocar la hoja de su espada contra la nada. Y aún más sorprendente fue la ola de magia que dejó a su paso. Lucy se preguntaba cómo su gremio era capaz de tener a una maga tan fuerte, pero entonces se acordó inmediatamente que Fairy Tail contaba con los magos más poderosos del continente de Fiore.

Laxus estaba aprendiendo las dotes para convertirse en el nuevo maestro del gremio, Mira seguía tras la barra haciéndose la mosquita muerta mientras su Satan Soul dormía en su interior, Erza entrenaba duramente contra la nada intentando despertar más poder del que ya tenía, y Natsu y Gray...bueno, la Heartfilia se llevó una mano a la cabeza al presenciar las constantes discusiones de aquellos dos jóvenes magos.

—Lo de esos dos ya es un chiste—rió entre dientes Levy tomando asiento en la mullida hierba, cerca de donde estaba la chica de pelo rubio.

—No tienen remedio, yo ya estoy cansada de decirles que dejen de hacer el tonto—habló la maga celestial resignada con sus dos compañeros de equipo.

Levy no pudo por más que reír. En verdad se sentía feliz con la tranquilidad que reinó en las últimas semanas sobre su gremio. La guerra contra Alvarez cesó hacía unos meses, y de echo la relación que mantenían con los líderes del Imperio era más que cordial. Ajeel se había convertido en un buen Rey y la comunicación que mantenía con el reino de Fiore era constante.

Gajeel formaba parte de la guardia real del Consejo Mágico, y era el enviado por excelencia junto con un par de magos más a intercambiar mensajes propios del reino de Fiore. Aunque esta vez Levy se sentía más que contenta al saber que la reina Hisui le había proporcionado a Gajeel una sede en Magnolia, por lo que tenía la suerte de poder verle cada día.

—¡Gray, eso ha sido injusto! No se vale golpear en la cabeza—se quejó el mago de fuego sobándose adolorido la parte trasera de la nuca.

—Tus reflejos están disminuyendo, Natsu—contestó el chico de hielo guiñándole uno de sus ojos, sabiendo que aquello fastidiaba en exceso al Dragon Slayer.

—¡No te creas que eso es del todo verdad!—exclamó decidido a contraatacar.

El aire soplaba con dulzura, y la brisa se colaba por cada una de las hebras azuladas de la melena que poseía la joven Dragon Slayer del cielo. Wendy estaba tan ensimismada con las hijas del libro que tenía entre manos, que apenas prestaba atención a su alrededor. Esta vez se apartó de la multitud y se encontraba sentada en lo alto del prado con su espalda apoyada en el grueso tronco de uno de los árboles que conformaba la espesura del bosque.

Su atenta mirada bailaba sobre las oraciones de las hojas del viejo libro, y su atención era admirada por la pequeña gatita que se encontraba a su lado.

—Nunca te había visto tan concentrada, Wendy—comentó Carla sonriendo a su mejor amiga.

—Este capítulo del libro no es nada sencillo, pero sé que debo entenderlo para poder contestar a las preguntas del examen que Anna-san nos hará la semana que viene.

Wendy era alumna en las clases que impartía Anna Heartfilia cada martes y cada viernes, y a la niña de magia celeste le apasionaba cada una de las lecciones que se daban en el aula. La Marvell sabía que debía atender para poder aprender más magia de la que ya sabía. Y hubiera seguido estudiando de no ser por la pequeña pero veloz ave que surcó a escasos centímetros de su cabeza. Vaya, aquello la había asustado, se dijo.

Pero sin dejar de seguir con su mirada a la paloma, pudo observar cómo entró por uno de los ventanales del gremio, justamente el que daba al despacho del Maestro.

Y entonces no tardó en salir Laxus por el gran portón de madera. Y el rostro que llevaba dibujado era señal de que nada bueno estaba pasado.

—¡Todos los magos, reunión ahora mismo en el vestíbulo!¡No lo diré dos veces!

Tales fueron los decibelios que tomó su voz, que a nadie le pasó desapercibido. Y en menos que canta un gallo, los magos del gremio que se encontraban en el lugar se arrejuntaron en grupo esperando a que el Maestro, que se mantenía sentado con las piernas en indio, hablara.

—Qué demonios está pasando—Cana no se aguantó las ganas de hablar. Odiaba el secretismo.

—No nos reunimos así cuando en teoría todo está en orden—Elfman siguió con el diálogo impaciente por saber más.

—Tú lo has dicho, en teoría—añadió Romeo con el semblante serio.

El carraspeo de Makarov dio por sentado que deseaba que todos estuvieran en silencio. Y así fue.

—Alvarez está en problemas. Me acaba de llegar una carta de Gajeel diciendo que desde Crocus informan que ha habido un huracán repentino sobre la capital de Alakitasia—habló el Maestro enrollando los últimos pelos blanquecinos de su bigote.

—¿¡Cómo!?—Natsu y Gray cuestionaron enseguida al unísono.

—¿Tan fuerte ha sido esa tormenta como para que llegue la información hasta Fiore?—inquirió Levy curiosa por conocer los detalles.

—Eso no es todo. Lo cierto es que...bueno...tampoco sé exactamente cómo transmitir e interpretar la información, pero según la carta...—Makarov volvió a tomar entre sus manos el papel y releyó para sus adentros cada una de las palabras que había escritas en aquella hoja.

Mientras los magos del gremio esperaban ansiosos por saber el final del relato, todos tragaron saliva rápidamente sintiendo el movimiento de la tráquea subir y bajar.

—¿Y bien...?—Evergreen notó la gota de sudor recorrer por su cuello. Aquella espera se estaba haciendo eterna a pesar de que solo habían transcurrido unos segundos.

Makarov observó de nuevo a cada uno de los integrantes de su gremio.

—No se sabe aún los detalles, pero la mayor parte de Spriggans que estaban en la ciudad de Alvarez están petrificados.

—¿¡Qué!?—todos los magos exclamaron asombrados al unísono. Aquello no podía ser verdad. Por todos los dioses, estaban hablando de magos extremadamente poderosos.

—¿Se sabe quienes son?—quiso reprimir las ganas, pero la voz de Erza se alzó entre la de los demás.

Makarov entendió el porqué de aquella pregunta. Y por eso le contestó sin más dilación a una de sus magas predilectas.

—Ajeel, Invel, Bloodman, Neinhart y Jacob—al finalizar con el último nombre, Makarov volvió a dirigir una mirada esperanzadora hacia la Scarlet.

—¿Y Brandish? ¿DiMaria?—preguntó Lucy con sus manos cruzadas sobre su pecho suplicando que estuvieran sanos y salvos.

—En esos momentos en el reino no se encontraban ni Brandish, ni DiMaria, ni Larcade, ni...

El Maestro realizó una breve pausa. Pues aquel nombre aún se le quedaba atrancado cada vez que debía pronunciarlo, pues el mero echo de acordarse de su presencia aún hacía que se le pusiera el bello de punta.

—...ni Eileen Belserion.

Y volvió a recordar lo mucho que se parecía a Erza. O más bien, Erza a la Desesperación.

Un ligero suspiro apenas audible escapó de los labios de la Titania. Muy en el fondo agradeció que ella no hubiera estado allí.

—Bueno, al fin y al cabo ella nunca está allí.

Y todos los presentes voltearon de inmediato para poder cruzarse con el origen de la voz que acababa de hablar.

—¡Gajeel!—Levy fue a recibirle. Y él le correspondió el abrazo.

—Ya sabemos que desde que acabó la guerra, esa mujer vaga por el mundo sin un rumbo fijo. Y cambiando de tema...sí que has llegado pronto

—Hace unos minutos que he enviado la carta, para que cuando yo ya llegara estuvierais puestos en la noticia. Y a cerca de Eileen Belserion, te equivocas, Laxus—dijo el Dragon Slayer de metal—Porque ahora sí tiene un rumbo—le rectificó con una media sonrisa.

—¿Qué quieres decir con eso?—Levy le preguntó sin apartarse de su lado.

Gajeel suspiró y dejó su mochila sobre una de las mesas de madera del vestíbulo. El viaje se le había hecho largo. Se rascó la cabeza meditando sus palabras, aunque en verdad había poco que meditar, se dijo.

—Ella ya está viniendo hacia aquí—informó esclareciendo cualquier duda que pudiera haber en la mente de sus compañeros.

"Erza...", Lucy observó por el rabillo del ojo a la chica de cabello escarlata, que se mantuvo quieta y con el semblante serio.

—Ella ya está aquí—y la sonrisa que se dibujó en el rostro de la Scarlet hizo que Mira se alegrara para sus adentros.

Nadie se sorprendió que fuera la Scarlet la que puntualizara la ubicación de la que en su día fue enemigo de Fiore. Absolutamente nadie cuestionó la percepción que tenía Erza de la magia de la que era su progenitora. Y si Erza decía que ella ya estaba ahí, estaba en lo cierto. Porque efectivamente fue escaso el tiempo el que transcurrió entre la llegada de Gajeel y la tremenda ola de poder que aterrizó a una distancia prudencial del edificio del gremio.

—Hablando de Spriggans...—dejó caer Gajeel sonriendo.

—Tenemos invitados—concluyó Makarov devolviéndole la sonrisa cargada de valentía.

—Y una bastante especial—siguió Mira sintiendo el tsunami de magia que bañaba el prado.

La llama de fuego de las antorchas que siempre iluminaba el vestíbulo bailó inmediatamente con brusquedad dando a entender que la tranquilidad se había terminado.

Wendy tomó carrera de inmediato y con el corazón en la boca por la emoción, abrió con fuerza el gran portón de madera. Y lo primero con lo que se toparon sus brillantes orbes fue con una pequeña mancha rojiza a lo lejos. Pero sonrió de oreja a oreja inmediatamente al saber a quién pertenecían aquellas trenzas de tonalidad escarlata que bailaban al son de la brisa que corría por el prado.

El resto de magos se encaminó hacia donde se encontraba Wendy, y pudieron toparse con la misma imagen con la que se encontró la pequeña Dragon Slayer.

Entonces allí estaba acercándose la maga más poderosa que existía hasta el momento a paso tranquilo. La oscura capa de terciopelo que tapaba su espalda ondeaba al son del viento, al igual que los tubos que decoraban su gran sombrero. Su bastón con toques animales se mantenía recio sobre su mano enguantada, y la presencia espectacular de toda ella se alzaba sobre todas las cosas. La majestuosidad de su andar daba a entender que aquello de reinar lo llevaba en la sangre.

—Vaya, si no fuera porque sois de un gremio extremadamente débil, diría que me alegra veros de nuevo—ironizó la Belserion sonriendo bajo su sombrero, alzando esta vez su chispeante mirada.

—Y si no fuera porque nunca avisas de que vienes, también diría que nos alegramos de verte—Erza sintió la necesidad de ser la primera en hablar.

Y fue la primera en saludarla, y fue la primera en acercarse y abrazar con gran cariño a su madre.

Jamás nadie hubiera dicho que alguno de los progenitores de Erza Scarlet seguían con vida, y jamás nadie hubiera pensado que compartiría sangre con la que en su día fue su enemigo. Suerte que en Fairy Tail reinaba la esencia familiar, y Erza y Eileen consiguieron hablar, entenderse, y lo que en su día fue un lazo del vínculo maternofilial desatado, ahora era una gruesa cuerda roja con un nudo inquebrantable.

—Bienvenida a Fairy Tail, Eileen Belserion—de fondo se oyó al Maestro.

La mujer de largas trenzas aún se avergonzaba de ir al gremio que en su día casi aplasta con su magia, y al lugar al que casi acaba con la vida de su líder. Pero no había día en que ella quisiera redimir sus pecados intentando obrar de la mejor manera que podía, y se juraba que seguiría haciéndolo hasta el fin de sus días. Porque eran demasiadas faltas las que cargaba a sus espaldas como para poder abandonar sin más la purificación de su camino como maga. Además debía vivir para poder mantenerse al lado de su hija.

—Me encantaría que esto fuera un visita sin más, pero debemos tratar un asunto extremadamente serio—habló la Belserion entrando en el vestíbulo del edificio y tomando asiento en uno de los bancos de madera después de hacer desaparecer su preciado bastón y su gran sombrero.

—Te han estado buscando, Eileen—Gajeel mantuvo su abrazo con Levy, pero prestó atención a la figura de la poderosa maga. Que Alvarez tuviera una explendida relación con el reino de Fiore no significaba que todos los que en su día fueron sus enemigos hubieran sido perdonados de sus macabros actos. Y Eileen Belserion era una de ellas.

—La guardia del Consejo Mágico está perdiendo el tiempo conmigo. Con la de delincuentes que hay por ahí afuera, y van tras una pobre mujer que solo quiere ganarse la vida de manera muy humilde—de nuevo la ironía empapó su tono de voz, aunque ella bien sabía que Gajeel, aún perteneciendo a ese grupo de guardianes, le permitía viajar a su libre albedrío.

—Algún día te encontrarán—Erza cruzó sus brazos sobre su pecho, mientras en su rostro se dibujaba una expresión de desentendimiento. Qué remedio, se dijo.

—Puede ser que sí, o puede ser que no. Sólo el destino lo sabe—comentó la maga de largas trenzas chasqueando sus dedos haciendo desaparecer su bastón y su gran sombrero. Entonces el color escarlata de las hebras de su cabello se acentuó aún más.

Wendy tomó asiento cerca de la poderosa maga, y ella aceptó sin quejas la compañía de la joven niña. Es más, seguía pensando que la Dragon Slayer del cielo tenía un potencial extremo en cuanto a magia se trataba. Esa niña iba a tener un futuro brillante.

—Intuyo que tu visita no trae buenas noticias—Laxus se acercó a la mesa donde estaba sentada la spriggan y apoyó uno de sus hombros sobre una de las columnas que sostenían el edificio.

—Intuyes bien. Es más, ni yo tengo toda la información sobre lo que ha ocurrido puesto que durante el acontecimiento no me encontraba en Alvarez—aclaró la Belserion con el semblante serio.

—Hemos recibido noticias de que un fuerte huracán ha atentado contra la ciudad, y hay alguien que ha dejado petrificados a los demás spriggans—habló Gajeel siendo uno de los informadores.

—No podemos saber aún si se trata de un solo responsable o de un grupo de magos—añadió Mira aclarando que no podían dar nada por supuesto.

—Exactamente. Ahora mismo nadie sabe la verdad, pero coincidimos todos en que esto ha sido provocado por magos—habló Gray cruzando sus brazos e intentando despejar el puzzle de su mente.

—Malditos bastardos, ¿es que nadie puede dejar la vida de la gente en paz?—habló Natsu molesto ante la falta de paz en el mundo.

—Natsu...—Lucy se mantuvo preocupada ante el serio semblante del pelirosa sabiendo que tenía razón en cada palabra que dijo.

El silencio reinó durante unos instantes, pero tardó poco en oírse de nuevo una conversación.

—¿Qué sabes tú, madre?—Erza se interesó por la posible información que poseía la Belserion.

—Es cierto que hace mucho tiempo que no me pasaba por Alvarez, pero llevo un tiempo tras de algo que me tiene con la mosca detrás de la oreja.

—¿A qué te refieres, Eileen-san?—la dulce e inocente voz de Wendy ablandó el corazón de Cana, que sonrió con ternura al pensar cómo había madurado aquella niña.

—Veréis, cuando acabó la guerra y yo pude recuperarme de mis heridas, empecé a vagar por el mundo en busca de algo que creo que debería desaparecer de la faz de la Tierra—empezó a explicar la mujer de largas trenzas posando su seria mirada sobre cada uno de los magos que rodeaban la mesa donde ella se encontraba sentada.

—¿Y eso es...?—la curiosidad estaba matando a Laxus. Mira rió por lo bajo al ver lo impaciente que podía ser ese hombre.

—El libro de E.N.D

El silencio volvió a reinar.

—¿¡Qué!?—los decibelios ascendieron a límites insospechados, haciendo que la Desesperación se tapara los oídos con sus manos queriendo que sus tímpanos quedaran resguardados.

Wendy rió ante la escena. A veces aquella mujer podía ser bastante cómica.

—Agradecería que no echarais a perder mi sentido del oído—comentó Eileen quejándose.

—¿Cómo que el libro de E.N.D?—incluso Makarov quiso saber más.

Eileen suspiró recobrando así el aire, y reanudó su diálogo.

—Intuyo que todos sabéis qué es el libro de E.N.D, así que cuando acabó la guerra pensé que habría desaparecido junto con la presencia de nuestro General. Pero mi sorpresa apareció cuando me di cuenta que aún hay gremios oscuros que veneran la magia negra, y no solo realizan dichos rituales, sino que realmente hay una fuente de ese tipo de energía oscura—explicó la poderosa maga.

—¿Estás diciendo que el libro de los demonios de Zeref aún está por ahí?—se interesó Gray, siendo Deliora el primer demonio que le vino a la mente. Y con eso el recuerdo de su fallecido padre. Cerró los puños debido a la rabia que aún afloraba de su interior al recordar las desgracias que hubo en su vida por culpa de Zeref.

—Eso digo. Ese libro no se ha esfumado con la muerte de Zeref, y si cae en las manos equivocadas puede ser un verdadero problema—añadió Eileen buscando la mirada de su hija.

—¿Pero cómo sabes que aún hay núcleos de magia negra?—Levy preguntó interesada por el tema.

Se les veía enamorados, pensó la Belserion al observar la estampa de Gajeel con aquella muchacha de baja estatura. Aunque solo pensar en el amor de pareja hizo que una desagradable acidez le subiera a la garganta, siendo afortunada en lograr disimularlo.

—Se podría decir a grosso modo que soy capaz de detectar las diferentes esencias de magia, pero me es casi imposible saber exactamente dónde se encuentran si la distancia conmigo es larga—se explicó con un deje de frustración.

—¿Y crees que el ataque a Alvarez puede estar relacionado?—inquirió Erza sabiendo que posiblemente no obtuviera una respuesta convincente.

El silencio otorgó.

—El problema es que no tengo ninguna pista por la cual empezar, solo es una vaga idea de lo que pienso que podría ser. Al fin y al cabo su creador fue el Rey de Alvarez—confesó la mujer de largas trenzas tras dar un resoplido. Odiaba empezar sobre una página en blanco.

Pero entonces, como si de un rayo de esperanza se tratara, las llamas del Dragon Slayer de fuego prendieron en sus puños mientras él se subía a una de las mesas de madera con exceso de energía.

—¡No importa si no tenemos ninguna pista, lo importante es empezar!¡Vamos a ir detrás del que ha causado daño a Alvarez!—exclamó con decisión Natsu avivando en gran medida la motivación de sus compañeros.

—No puedo estar más de acuerdo con eso—continuó hablando Gray manteniendo sus brazos cruzados sobre su trabajado pecho.

—Natsu, cálmate. Aún no tenemos apenas información de lo que nos puede estar amenazando—Lucy intervino ya anticipándose a su compañero. Ella bien sabía que Natsu era impulsivo.

Hacía unos meses que la guerra contra el Imperio de Alvarez y Acnologia finalizó, pero después de firmar la paz entre los dos continentes, el gremio de Fairy Tail mantenía una excelente relación con los que en su día fueron los seguidores de Zeref. Y si ellos tenían un problema, como gremio aliado debían ayudarles.

—No quiero que esto suponga una ofensa, pero siendo tú la maga más poderosa que conocemos hasta el momento, ¿cómo es que no te encargas tú de todo?—quiso preguntar Laxus en un tono lo más asertivo posible, aunque tuvo que reconocer que algo de temor sí sintió al preguntárselo ni más ni menos que a la mujer que podía acabar con todos ellos en un abrir y cerrar de ojos.

Eileen se carcajeó de manera súbita, siendo esa la última reacción que se esperaba obtener el nieto del líder del gremio.

—Que el nivel de mi magia sea alto no significa que ahí afuera pueda haber alguien más fuerte que yo. Además, si se trata de alguien que se ha llevado por delante a varios spriggans, no voy a subestimarle por el momento—argumentó la Belserion cruzando sus piernas con elegancia.

—En la carta que recibimos con la explicación de los detalles, se menciona que el cuerpo de los spriggans no ha desaparecido, sino que más bien están...petrificados—habló Makarov sin apartar su seria mirada de Eileen.

El Maestro debía velar por el bien de todos los integrantes del gremio de Fairy Tail, y mentiría si dijera que no se le ponía el bello de punta al sentir la presencia de aquella mujer. Se podía decir que la Desesperación había cambiado en cuanto a actitud, pues se mostraba ligeramente más social y el deje de sus palabras no iban tintadas de amenazas, pero Makarov aún sabía que por la sangre de aquel poderoso ser corría la magia de los dragones, y la mirada que a veces lanzaba la Belserion helaba aún si cabía más que el frío polar.

—Eso parece. Y no conozco a ningún mago capaz de realizar ese tipo de magia, que perfectamente podría ser un humano, pero no debemos olvidar a las criaturas no humanas —puntualizó la mujer de cabello escarlata dirigiendo esta vez su mirada hacia Natsu—Etherias Natsu Dragneel...

El chico de fuego inmediatamente cambió su compostura, y la alegría que impregnó su rostro hacía unos instantes se desdibujó por completo, tornándose más serio al escuchar tal nombre. Aunque no tenía nada que esconder al resto de compañeros sobre su origen y sus familiares, a ratos aún le costaba aceptarlo.

—El etherias más poderoso...

La Belserion suspiró con suavidad. Estaba cansada.

—Mi nombre es Natsu—replicó el chico sin despegar su molesta mirada de los ojos de la mujer de largas trenzas.

Aquel joven le hacía gracia. Aún sabiendo que era demasiado poderosa para él, le hacía frente. La juventud era una ingenua y a la vez una esperanza de luz para el futuro. Eileen se encaminó hacia el gran portón dando la espalda a todos los presentes.

—Makarov-dono, necesito que me acompañe un equipo de magos a Alakitasia para poder investigar lo ocurrido y, si la situación lo requiere, atrapar al responsable de los ataques al Imperio—con el tono de voz con el que se expresó la mujer, dio a entender claramente que su intención era única y exclusivamente la de pedir ayuda.

El Maestro ni se inmutó.

—Solo puedo proveerte de unos cuantos por el momento. Entenderás que queremos cubrir las espaldas también a Fiore por si el enemigo decidiera tomar acciones contra nosotros—explicó el anciano esperando fervientemente la respuesta de la Belserion.

Sin voltear, se pudo ver cómo asintió levemente. Así que sin decir nada más, se encaminó de nuevo hacia el exterior. Hasta el momento no podía pedirles más.

—Es un alivio tenerla de nuestra parte—Romeo mencionó casi en un susurro sin querer que ella le escuchara, aún habiendo casi desaparecido por el portón.

—En efecto. Pero recuerda que no deja de ser un alma errante, y a saber cuál es su objetivo en esta vida—le contestó Macao, su padre, posando una mano sobre el hombro de Romeo.

—Pero hay que reconocer...¡qué está fantástica!—siguió enseguida Wakaba pasando su brazo por el cuello de Macao esta vez con un semblante de lo más pervertido. A lo que su compañero lo entendió a la perfección. Nadie podía negar que la progenitora de la Scarlet estaba de buen ver.

Max y Warren observaban a los dos hombres.

—Hay que ver esos dos...—habló el mago de arena llevándose una mano a su rostro avergonzado e sus compañeros.

—Tienen suerte que ella ya no está aquí—Warren hizo lo propio.

Entonces todos los magos se reorganizaron. Los que tenían misiones aceptadas iniciaron de inmediato su cometido, siempre como misión principal tener que reportar información en caso de haber encontrado pistas a cerca de la magia oscura que emanaba el libro de E.N.D o relacionada, por petición de Makarov.

—No me gusta tener que lidiar otra vez con esto—se quejó Natsu para sus adentros golpeando con el pie una pequeña piedra que se atrevió a cruzarse en su camino.

El joven mago de fuego recordó todo su pasado con Zeref, o al menos parte de él. Y pensó que con su muerte, nada relacionado con él amenazaría su integridad ni la del resto de población, pero se equivocó de lleno. Volvió a golpear la pequeña piedra. Aquella tarde el camino hacia su hogar se le estaba haciendo extremadamente interminable. Y si al menos tuviera a Happy, podría charlar de manera más amena, pero su pequeño compañero se encontraba en plena misión con Panther Lilly.

Si el libro de E.N.D estaba en poder de alguien con malas ideas, podía resultar excesivamente peligroso. En eso sí estaba de acuerdo con la Belserion, pero si aquel era el caso, él mismo se encargaría de acabar con lo que en su día su hermano empezó. No quería sufrir más por aquello, quería que su gremio estuviera bien. Deseaba que sus amigos pudieran vivir en paz, lejos de la magia oscura que bañaba la tierra y la que aún él llevaba dentro de su cuerpo.

Continuará...

Capítulo finiquitado^^.

Cualquier duda, o cualquier sugerencia no olvidéis escribirlo en los comentarios.

A cerca del libro de E.N.D voy a modificar ligeramente el concepto. Queda como aviso, porque no será fiel a la historia real.

Y sí, vuelvo a incluir a los personajes propios de Alvarez porque me parecen muy buenos. Por no hablar de Eileen Belserion, que eso sí es un MUST ;)

¡Un saludo!