Habían transcurrido unos días muy tristes, desde la fiesta de cumpleaños del director, para los gemelos, que eran casi duendes. El haber perdido la oportunidad de organizar una buena trastada en un día con tanta gente les había causado una gran desilusión. Desde entonces apenas habían provocado dos estruendos nocturnos y media docena de trampas explosivas en pupitres y armarios. Peeves el Polstergeist, su mejor aliado, se avergonzaba de ellos.

Claro que toda aquella tristeza desapareció cuando vieron, al colarse en la cocina por comida, en una esquina a los bonitos zapatos rojos con hebillas doradas. Claramente abandonados y descuidados, ¿por qué sería?. Los propios zapatos le dieron la respuesta, que en el fondo ya sabían, al recogerlos del suelo los sintieron vibrar y vieron a los clavos de Salazar centellear.

Los gemelos, tan traviesos como duendes, estaban felices y alegres. Su gran broma no había fallado como pensaban, tan solo fue aplazada. Si allí habían tirado a los zapatos es porque la trastada había funcionado. 'Oh, que divertido habría sido ver a nuestro director dar saltos y saltos sin parar' pensaron. Tan solo de eso se lamentaron.

No todo estaba perdido para ellos, aún tenían los zapatos, y si se habían perdido ver bailar como un poseso al director aún podrían encontrar a otro primo al que hacer bailar. Y desde luego tenían ya a alguien en mente, oh si, claro que lo tenían.

Percy Weasley bostezó. Apenas estaba amaneciendo y estaba cansado, muy cansado. Gran parte de la noche la había dedicado a vigilar corredores y pasillos. Era parte de su deber de prefecto que el no pensaba descuidar. No un deber habitual, pero deber al fin y al cabo. Los profesores estaban preocupados, un prófugo de Azkaban (el malvado Sirius Black) podía estar merodeando la región. Los prefectos ayudaban a Filch y los profesores en unas rondas nocturnas.

Percy Weasley tenía hermanos pequeños en ese colegio, uno de ellos compañero de cuarto del alumno al que todos temían que Black quisiera atacar. Si el podía evitarlo ese cruel asesino no se les iba a acercar. Pero el estar decidido y preocupado no te evita el que la falta de horas de sueño te pase factura, así que Percy bosteza y bosteza por lo cansado que estaba.

Uno de esos bostezos se cortó en seco al ver delante de él...., ¿adivinan que?. Unos bonitos zapatos rojos con hebillas doradas. Percy Weasley no sabía de donde podían haber podido salir. Nadie tiraría unos zapatos tan nuevos y bonitos y si los habían robado no tenía sentido que en el pasillo los hubiera dejado. El joven pensó en lo elegante que parecería con aquellos zapatos puestos. Nunca se podría permitir unos zapatos así, y jamás se atrevería a pedirles un gasto semejante a sus padres con tantos hermanos que tenía. Aunque se vería taaaan elegantes con ellos puestos.

Por una vez se quiso permitir un capricho, si estaban allí tirados es que no los querían y no hacía nada malo al quedárselos. Poniéndoselos fue dando saltitos de regreso a la sala común de Gryffindor. Ocultos tras un tapiz los gemelos se reían bajito y siguieron a su hermano a través de túneles ocultos.

Tras tres o cuatro cambios de pasillo, justo delante de la puerta de la biblioteca, Percy sintió como sus pies comenzaban a crisparse y como los dedos de sus pies empezaban a dar golpecitos de forma rítmica. Como siguiendo una tonadilla. El joven parpadeo extrañado e iba a parar a examinar sus pies mas de cerca cuando de repente comenzó a bailar y bailar entrando con estruendo en la biblioteca.

Madam Pince se le acercó indignada y le gritó ordenándole que saliera, pero Percy continuó bailando. Si no hubiera sido tan temprano, y la biblioteca no estuviera desierta, todos se le habrían quedado mirando extrañados. ¿Percy Weasley bailando en la biblioteca y desobedeciendo a un profesor? Pensando que estaba simplemente haciendo el tonto Madam Pince se enojó muchísimo, y le prometió a gritos que harían que le castigarán, cuando finalmente Percy dejó la biblioteca bailando.

Muchos pasillos lejos de allí, tras tropezar bailando en una escalera, Percy consiguió quitarse los zapatos rojos de hebillas doradas. Que se quedaron inocentemente inmóviles. Sus hermanos, escondidos cerca de allí, se retorcían de la risa. Furioso con ellos, y sin pensar en que había hecho a los zapatos bailar así, los arrojó con fuerza por una de las ventanas.

Desafiando las leyes de la física, aunque admitámoslo : en Hogwarts nunca se les ha hecho mucho caso, los zapatos fueron botando y botando entre muros y tejados hasta colarse de nuevo por una ventana. Por una de las ventanas de la torre donde se impartía adivinación para ser exactos. Ambos zapatos terminaron sobre un gran cojín de seda verde tras un suave 'plof'.

Sybill Trelawney levantó la vista de su taza de té. Normalmente no recibía visitas en su torre, y desde luego aquella era la primera vez que la visitaban unos zapatos. Unos bonitos zapatos rojos de hebillas doradas. ¿Qué podía significar todo aquello?. Estaba claro que tenía que significar algo, nunca nada sucedía por azar y todo estaba determinado por el destino. En eso estaba muy segura, el destino era parte crucial de su trabajo, la otra era vislumbrarlo con antelación. Lo raro es que no había vislumbrado nada de unos zapatos entrando por una ventana.

Durante horas estuvo pensando y sopesando todo los significados ocultos de aquel suceso. Se le ocurrieron muchos y variados, lamentablemente ninguno incluía a un joven furioso arrojando a los zapatos por una ventana. Que era justo lo que significaba. Tanto pensó y repensó que le terminó doliendo horrores la cabeza. Necesitaba una taza de té, y mucho mejor si era del medicinal que preparaba la profesora Sprout en la sala de profesores. No solía bajar y reunirse con sus compañeros, pero por una vez..., además, quizás así vería a ese joven y misterioso nuevo profesor de defensa. Había algo en el fondo de sus ojos castaños, casi ámbar, que la tenía extremadamente intrigada.

Buscó su mejor chal y sus gafas con la montura mas nueva. Pero no encontró aceptables a ninguna de sus babuchas. Estaban bien para su cómoda aula de adivinación, pero eran poco adecuadas en el resto de Hogwarts. Su vista se posó sobre los zapatos rojos sobre el cojín de seda verde. '¿Por qué no?' se dijo a si misma. Se calzó los zapatos rojos de hebillas doradas y se dirigió hacia la sala de profesores.

Cuando atravesaba el gran hall del castillo sus pies comenzaron a crisparse. Dio un pequeño brinco, luego otro y los zapatos comenzaron a bailar. Los alumnos que estaban cerca se quedaron muy sorprendidos al ver a la profesora Trelawney taconeando en el aire y bailando por el hall. La pobre Sybill intentaba pedir ayuda pero iba tan rápido que nadie podía entenderla.

Tanto revuelo llamó la atención del maestro de pociones que entraba en el hall desde las mazmorras. Al ver a Sybill bailando y brincando, y tras quedar momentáneamente atónito, intervino. Busco la varita entre los pliegues de su túnica y gritó, 'Finite incatatem', con fuerza. Al fin los zapatos cesaron de bailar y la profesora Trelawney se derrumbó extenuada.

Severus Snape le quitó los zapatos y ordenó a unos alumnos que llevaran a la profesora a la enfermería. Había algo en esos zapatos rojos de hebillas doradas, un aura de maldad, de artes oscuras. Y si Severus Snape sabía de algo mas además de pociones era de artes oscuras. Desde que era muchacho siempre había tenido un gran interés por el lado oscuro de la magia.

Inmediatamente se dio cuenta de donde estaba la fuente del problema. Clavos, clavos malditos. Una clara aura de maldad surgía de ellos. Filius había estado muy emocionado para darse cuenta, Albus muy enfadado, Filch como squib no tenía la capacidad, Percy era solo un alumno que estaba muy cansado y Sybill Trelawney .... bueno, era Sybill.

Colocó los zapatos en el suelo y con la varita en mano dijo ' Id y encontrad a la persona que comenzó todo este asunto'. No sentía un especial afecto por la profesora de adivinación, pero si un alumno había maldecido a alguien de su claustro lo iba a pagar.

Los zapatos rojos de hebillas doradas dieron un pequeño brinco, por si solos, y se dirigieron bailando hacia un lugar detrás de la pared, tras un gran tapiz morado, donde se encontraban los gemelos recuperándose de un ataque de risa. Los zapatos se calzaron en sus pies, el derecho en George y el izquierdo en Fred. Y sin que pudieran evitarlo se los llevaron a rastras a donde esperaba el maestro de pociones rodeado de alumnos.

Los gemelos, traviesos como duendes, ya no se reían. 'Debería haberme dado cuenta de que erais el causante de esta travesura', le dijo Severus Snape enojado. Ambos se encogieron de hombros y pusieron su mejor cara de adorables e inocentes que a veces funcionaba con su madre, pero que para su desgracia no funciono con su oscuro profesor.

'Bien, bien, bien. Ahora veamos que tal bailáis vosotros' Y con un giro de su varita los zapatos empezaron a moverse. Los gemelos notaron como su pies se crispaban y comenzaron a bailar incapaces de detenerse. Bailaron y bailaron por salas y pasillos. Con el maestro de pociones tras ellos para impedir que algún otro profesor rompiera el encantamiento al verlos. Bailaron alrededor del castillo y junto al lago, el resto de alumnos les aplaudían y vitoreaban mientras se reían divertidos. Y hubieran seguido bailando, si tras una discusión con McGonagall y el resto de profesores,Severus Snape no hubiera detenido finalmente el encantamiento.

Los gemelos Weasley siguen siendo traviesos, pero ya no tanto como duendecillos. Su madre ya no peina tantas canas a base de disgustos y es feliz de que sus hijos al fin sentaran la cabeza. Realmente los gemelos Weasleys no han superado sus ansias de organizar trastadas, pero ahora se limitan a pequeñas bromas. Se murmura, entre los estudiantes, que la razón de que sus travesuras no vayan a mas tiene mucho que ver con el maestro de pociones. Con el maestro de pociones y con unos bonitos zapatos rojos de hebillas doradas que de tarde en tarde les enseña con un sonrisa.

--------------------

aaaaasias por los reviews, los dos! reviews ^0^

wil : ya puse profile, contenta? y no, mira, no se los puso snape, el fue el q los quito XD

Pinky: ni snape los encuentra ni termina bailando con ello, querais verle bailando las dos? XDDD Eso se podria arreglar si alguien escribe la venganza de los gemelos ô_Ô Y no, no sere yo, nunca le haria eso a snapy :D~~~~~~~~

fic continuado y no demasiados meses despues

yo tb quiero seguir el año de la serpiente palabra ^^;;;;