FIC

Historias de Albert y Candy

El Beso del Highlander

Por Mayra Exitosa

- No sabes lo que dices, cuando te cases tendrás que trágate todas tus palabras, una debe soportar esos menesteres, Candy. - No creo que un hombre pueda amar y abusar así de la misma persona, Annie. Los golpes no representan la forma de amar. - La mujer se los ha de haber ganado, no somos quien se pueda meter en un matrimonio, lo sabes, mamá te ha dicho que no debes opinar tu punto de vista, la mujer debe soportar cualquier cosa, mientras su marido lo necesite. - que te tome como un costal de arroz para amortiguar sus golpes no es de soportarse, es de salir huyendo. - Candy, si tu marido por accidente te da un golpe ¿saldrás huyendo? - Sabré que es por accidente. - Pues bien, esa mujer solo trae un golpe, pudo ser un accidente, tu opinión de que debía alejarse de quien se lo dio, no fue correcta. Me dio tal pena cuándo dijo con un miedo atroz en su rostro ¡fue mi marido! ¡por Dios! ¡Candy! En un matrimonio no debes opinar. - Como iba a saber que su marido le dio un golpe y que si fue por accidente como tu crees, porque no lo dijo. Solo salió despavorida como si le dijera que se fuera al infierno. - Porque no te va a contar sus motivos para que traiga ese golpe en el ojo. - Por la circunferencia y la forma, bien pudo ser el puño, y Annie, no creo que soportes un golpe de tu marido.

Candy dejo su paraguas en un costado y un hombre que la había escuchado sonrió ajustando su boca, al estar escuchando su conversación mientras caminaban confiadamente, el caballero tomo su silla en la mesa del café del lugar al que asistían en esos momentos las hermanas y el deseaba conocerlas antes de ser presentado, si tenía que elegir a una como esposa, deseaba conocer algo más de ellas, y no estaba muy de acuerdo que su tía se empeñara en casarlo con una de las hijas del coronel Stanford, más las dos eran tan diferentes físicamente como de manera de pensar. La dama de compañía que las acompañaba llegaba agotada por haberse quedado atrás, mientras las dos jóvenes se iban caminando con su conversación sin notar todos los malabares que había hecho la dama, para llegar hasta ellas, eran muy mimadas y por lo que había escuchado, la rubia era de armas tomar por lo que se quedaría con la de cabello obscuro.

En el salón de la mansión, salían dos jóvenes muy tranquilas, su madre les había mandado llamar para presentar a un hombre que debían conocer, más por petición del caballero se les dijo que no les comentaran nada sobre el compromiso obligado que tenían, deseaba estar frente a ellas para conocerlas, más mentía pues este ya las había seguido por todo el rodeo que hicieron para ir de compras y salir a tomar el té en un salón de Madame Burguete - Hijas mías, el joven es… Cornwall, Archivald Cornwell y ha venido a conocerlas por mi insistencia de presentar a mis hermosas hijas. - Un placer, Señor Cornwall. - El placer es mío. La joven de cabello negro había sido la primera, mientras que la otra no le había dirigido la más mínima palabra. Por lo que este agregaba, -Parece que no le agrado a su otra hija, coronel Stanford. - Ella es Candice Stanford, mi hija pequeña, y no le responderá que es un placer conocerlo, hasta que lo sea. Las risas entre el padre y la hija fueron suficientes para enamorar a cualquiera, más el joven Cornwall, había tomado la decisión de elegir a la mayor y al finalizar la charla, la seña del joven al padre hizo que ambas hermanas se quedaran asombradas al saber el objetivo de la merienda, pues ahora estaba anunciando que había venido a conocerlas para elegir esposa y formalmente declaraba haber elegido a la joven Annie Stanford, la cual podía ser de gran interés para su familia conocerla y se harían los trámites en el menor tiempo posible. Candy se puso muy triste, eso ruborizó al joven, fue entonces que por atención respondió una explicación, - Una sincera disculpa, tu hermana es quien me ha conquistado por su manera de ser, no te entristezcas, para mi serás una hermana también. - No me entristece que la haya elegido, sino que ya no esté conmigo, la amo, es mi única hermana. Candy corrió y abrazo a su hermana con un sincero llanto, ella la protegió entre sus brazos y le aseguró que también para ella era una sorpresa que el Sr. Cornwall no haya declarado sus intenciones desde que había llegado, pero que pasara lo que pasara, buscaría no estar lejos de ella. Candy giro sin dejar de abrazar a su hermana para dirigir unas palabras a su futuro cuñado. - Por favor, jamás le des un golpe, que no llore por su causa, porque le prometo que ella lo perdonará, pero yo no. Su hermana se asustó ante la amenaza explicita que había hecho alzando la voz - ¡Candy! Mientras que el joven delgado, alto y bastante atractivo confirmo. - Ni con el roce de un pétalo, azotaría jamás ni accidental mucho menos intencional a mi futura esposa. No tiene de que preocuparse.

Pasaron a firmar unos documentos, que formalizaban algunos detalles y al salir del estudio escuchaba la conversación de ambas hermanas. - Si mi marido conoce a alguien que pueda complementar todos los detalles de tu asombrosa lista, le diré que te lo presente hermanita. El padre que salía junto al prometido formal, también las escuchaba y preguntaba alarmado - ¿De que lista hablan? - ¡Oh Papá! Es solo un juego entre Candy y yo, no lo tomes en serio. Archivald comentaba - Sé que deseas estar cerca de tu hermana, pero mi hermano ya está casado, el único hombre de la familia jamás sería conquistado, es por parte de la familia de mi madre y a la fecha no ha contraído matrimonio. Es un hombre muy difícil de conquistar, mi tía abuela le ha presentado todas las posibilidades y ninguna ha sido de su agrado. Candy curiosa preguntaba - ¿es muy exigente? A lo que el interés de la rubia lo sorprendió y Archivald con media sonrisa la retó - Si lo conquistaras serias la mujer más amada por toda la familia, te lo puedo asegurar, pero el no esta cerca, sin embargo, puede que venga para nuestras nupcias. Tomo la suave mano de Annie y le dio un beso en el dorso, para colocarle un anillo que ya traía entre sus dedos. - Acepta este anillo como prueba de nuestro compromiso, estoy feliz de que haya aceptado mi mano sin poner ninguna objeción a mi petición. - Estoy muy agradecida de que sin saber que era mayor que Candy me haya elegido, mi hermana es hermosa y estoy segura de que tendrá un caballero amable cuando se case. Candy con una sonrisa luego de que soltó la mano de su prometida, le tomo la misma y declaró, - Acepto la propuesta, buscaré conquistar a su familiar si con ello estaré cerca de mi hermana.

El rostro del padre fue de caricatura, las quijadas se soltaron en señal de asombro, mientras que, Archivald que todavía no le había dicho nada de su familiar, sonrió de lado, al imaginar la sorpresa que se llevaría si supiera su tío que una joven tan alegre quería conquistarlo, por lo que este inmediato aseguró. - coronel Stanford, usted es testigo, mi futura cuñada ha aceptado a mi tío William, para conquistarlo por lo que una dama no puede manchar su reputación de ser rechazada, menos siendo la hermana de mi prometida, así que vaya viendo como cumple las peticiones para que casemos a la señorita Stanford lo antes posible. Había una silla muy elegante a un costado de la puerta del estudio donde aún se encontraban, el padre asustado al saber de quien se trataba, se caía sentado en esa silla en forma de debilidad, al haber quedado sin ninguna hija pues Candy la pequeña sería presentada con el tío más estricto de los Cornwall, Lord William Albert Andrew.


Muchas gracias por leer esta historia, el reto a una imagen de Loren Mont, a un titulo asignado y a subir estas historias antes de finalizar el mes del amor y la amistad, aun sigue y esperemos completar cada una de ellas antes de lo estimado.

Muchas gracias por no tomar mis escritos, ni adaptar ni utilizar de ningún medio o plataforma alterna,

los personajes son solo como inspiración sin fines de lucro y pertenecen a sus creadores,

Con sincero aprecio

Un abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa