Disclaimer: Esta es la primera historia que pongo en ff.net, espero que les guste. Los personajes son del maestro J.R.R. Tolkien, salvo uno que otro que invente para la ocasión. No gano nada con esto, todo es solo con fines de divertirlos a ustedes y entretenerme yo. Es un fanfic slash/yaoi, o sea, relación chico-chico. No quisiera herir susceptibilidades, así que si no te gustan este tipo de relatos, baja el menú que esta arriba y ve al rating correcto a tus necesidades. Si les gusta lo que leen, déjenme reviews, por favor! ¡Disfrútenlo!
Nota: En este capítulo, los párrafos que están escritos en cursivas son los pensamientos de cada personaje. Al principio del párrafo esta el nombre de quien lo piensa :)
Lanthir
-Aquí estoy Aragorn- le dijo Legolas mientras le acariciaba la mano y le quitaba los mechones de cabello pegados a la húmeda frente.
-¿Estas bien?- pregunto el mortal con la voz un poco ronca. Legolas no pudo evitar una sonrisa.
-¿Te preocupas por que yo este bien? Aragorn, mírate- le respondió, poniéndole la mano en el pecho.
Aragorn sonrió, y cerro lo ojos. Se sentía débil, pero el ver a Legolas con vida y junto a él, le trajo una paz extraordinaria. Se abandonó a las suaves caricias de esas manos élficas que peinaban sus cabellos y estrechaban su mano. Se quedó dormido después de un rato.
Pasaron los días, y milagrosamente Aragorn se recuperó. No sabía si era por la medicina elfica o por la presencia de Legolas junto a él, pero cada día se sentía mejor. El saneamiento del Bosque también avanzaba rápidamente. Las heridas de la guerra no se olvidarían, pero las cosas tenían que seguir adelante.
Se le había enviado un aviso a Elrond respecto a la condición de Aragorn, tranquilizándolo por su rápida mejoría. Elrond se sintió aliviado, pero le dijo al humano que no volviera con los demás a Rivendel. Le pidió que se quedara algún tiempo mas en casa de Thranduil, hasta que estuviera totalmente recuperado, para después mandar una escolta a buscarlo.
Legolas quedo encantado con la idea, y Thranduil estuvo orgulloso de poder recibir en su hogar a aquel que había salvado la vida de su hijo.
Legolas y Aragorn pasaban muchas horas juntos, y una vez que tuvo la fuerza suficiente, el elfo lo llevo a conocer las maravillas del Bosque Negro. Aún era oscuro, pero misterioso y hermoso.
Unas semanas después de la batalla, el día de su cumpleaños, Legolas lo llevó a través de tortuosos caminos, hasta una pequeña laguna en medio de los árboles, para festejar. Era un lugar bellísimo, donde la luz del sol apenas se filtraba entre las ramas que formaban una cúpula sobre ellos. Algunos pájaros piaban, y solo el rumor del agua y el viento entre los árboles eran los sonidos constantes. El aire era fragante y una brisa se levantaba del lago.
Se sentaron en un prado de suave hierba, contemplando el paisaje. No hablaron durante un buen rato, hasta que Legolas dijo en voz baja:
-Lo siento-
-¿Qué cosa?- dijo Aragorn, volteando a ver al elfo. Tenía una exquisita expresión de tristeza en el rostro, con la suave boca entreabierta y los ojos mirando al suelo. Su pestañas era como finas pinceladas de oro, y Aragorn quedo tan embelesado con esto que casi se olvida de lo demás. Legolas no contestó.
-¿Qué cosa es lo que sientes?- insistió con delicadeza.
-Que casi hayas muerto por mi culpa- dijo Legolas –No podría perdonarme si algo te pasara.-
Aragorn se acerco al elfo, con una ternura por él que nadie antes le había provocado. Le pasó el brazo por los hombros como aquella primera vez, y le dijo:
-Se que no fue tu intención que pasara todo esto; tu padre ya te dijo que no se habría podido evitar, y si algo me paso fue por una desdichada casualidad y por venir aquí- Al ver que los ojos de Legolas se oscurecían por sus palabras, lo apretó mas contra su pecho y le susurro- Pero no me arrepiento de nada, por que gracias a esto fue que te conocí.
*Aragorn:
Teniéndote aquí entre mis brazos, siento que el hielo se derrite de mi corazón. Sensaciones que no conocía me embargan en este momento: amor, ternura... deseo.*
*Legolas:
Ni en mis mas dulces fantasías soñé con encontrar a alguien que me hiciera sentir así. Después de toda una vida sin experimentar esto, empecé a pensar que el amor era un mito. Entonces llegaste tu, y mis horizontes cambiaron.*
Aragorn besó los rubios cabellos de Legolas. El elfo levantó la vista, perdiéndose en los ojos grises de Aragorn, del color de una tormenta en la lejanía. El corazón del mortal estaba desbordado, y entre los pensamientos que se arremolinaban en su cabeza, se preguntó si Legolas podría escuchar su pulso acelerado.
*Aragorn:
A pesar de todo, una voz en mi interior me dice que es peligroso, que todo esto tiene tintes de tragedia. ¿Qué se supone que pasará? ¿a dónde llegará esto? Mi alma esta confundida.*
*Legolas:
Dolor. Dicen que el amor y el dolor van de la mano. Y pensando en las consecuencias de nuestros actos, presiento que tiempos llenos de dolor llegaran si nos abandonamos a nuestros sentimientos. La incertidumbre del futuro me agobia.*
Legolas levanto unos dedos temblorosos hacia el rostro de Aragorn, rozando apenas sus mejillas. Sintió la piel cálida del hombre y el estremecimiento que lo recorrió con su contacto.
Se levantó un poco, y posó sus labios suavemente sobre los del mortal.
Pareció como si se hubiera sumergido en el agua; todos los sonidos a su alrededor se acallaron, y los pensamientos que lo atormentaban desaparecieron, y todo fue sentir, y abandonarse y amar.
Pero el hechizo desapareció pronto. Aragorn se había separado de él, poniéndose de pie y bajando la mirada al suelo, con los brazos cruzados.
Legolas sintió que el corazón se le partía por el rechazo. ¿Cómo pudo estar tan equivocado al pensar que Aragorn le correspondería? ¿Por qué se dejó llevar por sus impulsos? Aragorn se había visto interesado también, ¿Por qué actuaba así ahora? La pena pasó velozmente a ser coraje. Confundido y herido, lo único que atino a decidir fue que le mortal no lo vería sufrir o suplicar.
Se puso de pie, alisando su capa y acomodando los hombros de su camisa. Se quitó las briznas de pasto de las manos, y cuando finalmente levantó la vista, su cara era una perfecta mascara de inexpresividad.
*Aragorn:
Lo siento, Legolas. No puedo hacerlo. Aunque estar contigo y rendirme a lo que siento es lo que mas deseo, no puedo empezar algo que no podré terminar. Muchas cosas nos separan, el tiempo, la distancia y las circunstancias están en nuestra contra. Prefiero no seguir adelante a que suframos tu y yo en tiempos venideros. Te amo mas que a nadie hasta ahora... perdóname.*
*Legolas:
En un instante de exquisito dolor, mis ilusiones se vinieron abajo. ¿Por qué haces esto? ¿Por qué lo hago yo? No tengo 100 años para actuar como un niño. No permitiré que me veas sufrir... Me siento mal, pero no quiero que lleves la carga en la conciencia de mi irreflexivo dolor. Te amo a pesar de todo, y no quiero hacerte daño.*
-Legolas, yo...- comenzó a decir Aragorn, pero el elfo lo interrumpió.
-No te preocupes, no pasa nada. Yo solo quería ver que sucedía... tal vez pasar un buen rato. Pero no es para tanto, Aragorn. Solo olvídalo- dijo Legolas en su tono de voz mas casual, aunque sentía su corazón adolorido. Ni una nota de amargura o reproche nubló su voz. Su expresión era imperturbable; nunca había ocultado sus sentimientos antes, y le pareció terrible que tuviera que hacerlo justo ahora, con la persona que mas quería.
Aragorn se quedó lívido. Así que en realidad no significaba nada para aquel que le había robado el corazón... él pensaba que Legolas no podría esconder nada, pero ahora veía que estaba equivocado. Sus manos se crisparon hasta que lo nudillos se le pusieron blancos, pero su cara y su cuerpo parecían estar calmados. "Era obvio" pensó "No había razón para que un inmortal quisiera algo conmigo. Soy un estúpido. Tengo suerte de no haberlo aceptado".
-No hay problema- murmuro Aragorn –Quisiera irme, tengo hambre.-
Y así, sin hablar mucho y al parecer tranquilos, regresaron al palacio.
Sin embargo, un enorme abismo se había abierto entre ellos, y la cercanía y las palabras que alguna vez compartieron desaparecieron.
A pesar de los consejos de Elrond, Aragorn se marcho de Mirkwood dos días después de aquel trágico beso. No habló demasiado con Legolas en esos días, confundido entre el desprecio que le provocaba por haber querido aprovecharse de él, y el amor que a pesar de todo sentía por el elfo.
El día que se marcho, se despidió de todos cariñosamente; cuando le llego el turno a Legolas, lo abrazó, y muy a su pesar, sintió aquella conocida sensación de amor por él. El abrazo duró lo que pareció ser una eternidad, no resignándose a dejarse uno al otro. Por fin se alejaron, y Aragorn se fue antes de que las lagrimas afloraran.
Por su parte, Legolas se quedó abrumado cuando supo que el mortal se marchaba. Inmediatamente pensó que se iba para alejarse de él. Seguro se sentía acosado por lo que intentó hacer, y ahora se iba sin esperar a estar recuperado y solo, pues la escolta de Elrond llegaría hasta 4 semanas después. Aún así, Aragorn no quiso escuchar razones y partió.
Legolas vio desde la torre del castillo como Aragorn se perdía entre las sombras del bosque, y fue la ultima vez que lo vio por largos años.
¡Hola! Gracias por seguir las aventuras de la mejor pareja de la Tierra Media (en slash, je, je). ¿Pensaron que las cosas iban a ser tan fáciles? Pues no!!! Ja, ja, ja. El amor cuesta, y para Aragorn y Legolas no será la excepción. En un par de capítulos sabrán que pasara con ellos.
*Vania: Pobre Lego, sigue sufriendo :( Que bueno que te gusto el capitulo, espero que este sea de tu agrado también. ¡Gracias por el review! :D
Lanthir
