Disclaimer: Esta es la primera historia que pongo en ff.net, espero que les guste.  Los personajes son del maestro J.R.R. Tolkien, salvo uno que otro que invente para la ocasión. No gano nada con esto, todo es solo con fines de divertirlos a ustedes y entretenerme yo. Es un fanfic slash/yaoi, o sea, relación chico-chico. No quisiera herir susceptibilidades, así que si no te gustan este tipo de relatos, baja el menú que esta arriba y ve al rating correcto a tus necesidades. Si les gusta lo que leen, déjenme reviews, por favor! ¡Disfrútenlo!

Lanthir

*El orgullo es veneno, tanto para mortales como para inmortales*

Ninguno habló claro. Ninguno pidió perdón. Ninguno dijo lo que sentía en realidad.

Aragorn vagó largo tiempo por la Tierra Media después de su despedida de Legolas. No quería volver a Rivendel, aún no. Los hechos recientes estaban demasiado frescos como para regresar con esa pena a su hogar.

Viajo lejos, conociendo gente y lugares extraños, y pudo vislumbrar lo que sería su vida futura. Volvió a Rivendel un año después, donde su antigua familia lo esperaba con los brazos abiertos. Aragorn, por fuera, seguía siendo el mismo joven atractivo y firme, tal vez un poco mas curtido por los elementos, pero se mostró cariñoso con su familia y amigos. Después de un tiempo, Elrond y su madre lo notaron cambiado, mas duro y desconfiado, pero lo atribuyeron al viaje.

En realidad, Aragorn no podía dejar de pensar en Legolas. Una y otra vez su mente volaba a el momento en que el elfo le robo ese tierno beso. Había experimentado la sensación mas maravillosa que conociera, como si el simple contacto de esos dulces labios fueran un bálsamo para cualquier herida. Pero tomo la decisión de rechazarlo, y las verdaderas intenciones del elfo habían salido a la superficie. Como un año atrás, aún estaba confundido entre el amor y el odio, y para alejar de su mente todo eso, se había enfocado en prepararse para ser un buen soberano. Aprendió  a manejar toda clase de armas, y los idiomas y costumbres de los lugares que visitaba. Se convirtió en un incansable viajero y guerrero, y cuando conoció a Arwen Undomiel, la hija de Elrond, sintió un gran afecto por ella. Con el paso de los años, se comprometió pensando en su futuro como rey, ya que necesitaría a una reina. La elfa le profesaba un amor incuestionable, y lo espero a pesar de las largas ausencias del mortal. Era una dama dulce y buena, que no tenía idea de lo que pasaba por la mente de su amado. Pero Aragorn, a pesar de que trato con todas sus fuerzas de amar a Arwen, no pudo. El recuerdo de Legolas no decreció a pesar del tiempo. Volvía a sus sueños constantemente, ese cabello dorado y esa mirada inescrutable. Se empezó a preguntar si su decisión fue la correcta. ¿Pero acaso era mejor dejar que lo utilizaran a pasar una vida añorando a aquel que le había roto el corazón?. No lo sabía. En verdad no lo sabía.

Legolas, por su parte, se volvió un poco mas retraído después de que Aragorn se marcho. Hacía muchísimos años que había tomado el papel de guerrero en su tierra, y ahora se concentro en ello mas que nunca. Muchas damas elfas buscaron sus atenciones, como era de esperarse, pero el hijo de Thranduil rechazo gentilmente toda insinuación amorosa. Y todo eso se debía al recuerdo de cierto humano de cabellos azabache y ojos de tormenta.  El tiempo pasaba, y no podía sacárselo de la cabeza. La espina de la humillación ante los ojos del mortal le calaba hondo aún, pero el recuerdo de su amor era mas fuerte que cualquier otra cosa. Poco a poco cayo en cuenta de que nunca, antes ni después, había amado a alguien de forma tan pura y llana. Su mente le decía que era una estupidez, pero su corazón no mentía. Y al no tener junto a él al objeto de sus afecciones, se hizo un poco mas duro y un poco mas cruel a la hora de defender a su gente de las amenazas de las bestias. Su dolor se diluía un poco durante la batalla, pero invariablemente, regresaba a anidar en su alma durante las largas horas de la noche.

Y el tiempo pasaba y pasaba...

Casi veinte años después, la amenaza de La Sombra retornó con mas fuerza aún. En un lugar alejado de la Tierra Media, el Anillo Único comenzó a despertar ante el llamado de su amo, y a partir de ese momento la rueda del destino comenzó a girar. Una serie de acontecimientos se sucedieron, llevando a Aragorn de nuevo a aquel Bosque Negro que no había vuelto a pisar.

Sucedió una tarde, en que acompañado por Gandalf, entro en los limites de Mirkwood. Llevaban a la criatura Gollum para dejarlo en custodia de los elfos después de que lo interrogaron sobre su viaje a Mordor.  Aragorn había estado renuente a ir, pero a instancias del mago aceptó; no sabía como iba a reaccionar cuando viera a Legolas de nuevo, después de tanto tiempo. Decidió que iba a comportarse normalmente. Seguramente el elfo hacia años que se había olvidado de él; ahora era un hombre adulto y las cosas de su juventud no lo iban a afectar. Todo quedaría en el pasado, y se concentraría en solucionar los problemas actuales.

Pues bien, todos los propósitos que se hizo Aragorn se desvanecieron en el aire cuando contemplo a Legolas una vez mas. Iban lentamente por el camino hacia el castillo, a pie, pues Gollum se negaba a subir a los caballos. Entre los lloriqueos de Smeagol y el calor del ambiente, se sentía aletargado. Hacia mucho que le había perdido el hilo a la platica de Gandalf, y caminaba con la cabeza gacha, con la esperanza de que el sol no le quemara tanto los ojos. Entonces escucho los cascos de un caballo que venia detrás de ellos, alcanzándolos rápidamente. Volteó hacia el jinete, pero no lo vio bien hasta que se detuvo junto a él; la luz pegaba en su espalda, y Aragorn no lo podía enfocar por el resplandor. Solo veía el cabello del elfo centelleando al sol, desde arriba del caballo; el humano se paso la mano por la húmeda frente, para alejar los cabellos que le tapaban los ojos. Estaba en verdad fatigado y no tenía ganas de discutir con uno de los guardias; estaba a punto de decirle quien era y las razones de su viaje para que se largara de una vez, cuando escucho a Gandalf decir el nombre de Legolas.

Legolas. Pareció que una cubeta de agua fría le había caído encima. Toda la somnolencia y cansancio que traía encima se evaporaron y su corazón dio un vuelco. Cuando el elfo bajó del caballo, por fin lo pudo ver bien. Parecía que el tiempo no había pasado por él; seguía tan lozano y fresco y hermoso como la ultima vez que lo vio, y en sus brillantes ojos azules había una mirada de asombro que no pudo evitar. Parecía sumamente pálido a pesar del calor y del sol. Ni siquiera contestó el saludo de Gandalf; se quedó frente al mortal sin decir palabra, con la misma expresión entre aturdida y asombrada que tenía Aragorn. El mago los vio con extrañeza, y fue su voz la que los sacó de su inmovilidad.

-Legolas, ¿Me oíste?- dijo el viejo mago, sacudiendo un poco al elfo –Soy Gandalf, venimos a ver a tu padre. El es Aragorn, no se si lo recuerdes; lo conociste hace unos años en casa de Elrond-

-Ahhh... si, si, perdona- contesto el elfo, recobrando la compostura, aunque fuera exteriormente.- Claro que me acuerdo de Aragorn, es solo que no lo reconocí de inmediato- "Mentiroso" pensó para si mismo.

Este ultimo comentario mandó una punzada de furia a Aragorn. Así que en verdad no lo recordaba...

-Gusto en verte de nuevo, Legolas- dijo, estrechando firmemente su mano, y volviendo a su resolución de no permitir que el elfo lo viera en la incertidumbre- A pasado mucho tiempo-

-Igualmente Aragorn, eres bienvenido en Mirkwood cuando gustes- Legolas sintió la mano del mortal apretando con demasiada fuerza, tal vez.

Entonces, sucedió.

Ese contacto los hizo sentir a ambos como si despertaran de un largo sueño. Las conocidas sensaciones, los recuerdos de las antiguas caricias, los viejos y dulces sentimientos que sentían uno por otro salieron a la superficie en un instante, como si nunca se hubieran ido. Y eso era verdad. Pareció que las antiguas rencillas y malentendidos se olvidaban, que los muros de apariencias que habían levantado a su alrededor se derrumbaban y solo quedara ese dulce sentimiento se reconocimiento mutuo.

La mirada de Aragorn se fijó al océano azul que eran los ojos de Legolas, desnudos ahora de toda hostilidad o rencor, la delicada mano temblando imperceptiblemente. Volvió a ser el ente transparente que había amado desde el principio. Y el mortal se dio cuenta de que todo lo que paso en aquella lejana ocasión en el lago había sido un terrible error. El elfo, Su elfo, era sincero cuando hizo lo que hizo; él había sido el que actuó de forma equivocada al rechazarlo por razones que al final de cuentas, no eran validas. Sintió que el piso se abría a sus pies, amenazando con tragárselo. Tantos años, tanto tiempo perdido, por su culpa...

Legolas pareció entender los pensamientos de Aragorn. Muy a su pesar, no pudo ocultar sus sentimientos cuando toco al mortal, y la verdad se vertió por sus ojos como si se tratara de lagrimas. Entonces casi pudo sentir el cambio que experimentó el hombre; la verdad desnuda de lo que había pasado le estaba pegando de lleno, y amenazaba con desplomarlo. Legolas vio a Aragorn palidecer mientras aferraba su mano, como si se fuera a desmayar. El elfo lo abrazo sin pensarlo mucho, ofreciéndole y ofreciéndose a si mismo el apoyo que necesitaba, ante la mirada atónita de Gandalf. Hasta Gollum había callado ante tal escena. Pero no importaba quien estuviera viéndolos; ahora solo existían los dos, juntos y entendiéndolo todo sin palabras, abrazándose como si ese simple acto cerrara todas las heridas que estuvieron abiertas tanto tiempo.  Las manos de Legolas acariciaban el cabello de Aragorn, como diciendo "Si, lo se, lo entiendo". Los años habían pasado por el mortal, como era natural, pero solo le habían dejado una nobleza que se transfiguraba en belleza física. Para el elfo, seguía siendo el mismo muchacho impetuoso de años atrás. Aragorn sintió la humedad de las lagrimas de Legolas en su cabello, y trató de consolarlo con suaves caricias en su fino rostro. Besó las lagrimas que caían por sus mejillas, murmurándole ininteligibles palabras de amor y comprensión, conteniendo su propio dolor líquido. Legolas sonrió, acariciando ese rostro tan cerca de él y perdiéndose en los tormentosos ojos grises que le decían que todo estaba bien ahora.

No mas apariencias, no mas fachadas. Solo la verdad.

Se separaron después de un momento que pareció durar una eternidad, levemente concientes de que Gandalf los veía ahora con una expresión comprensiva en su rostro. El mago era sabio y viejo, mas viejo que Legolas aún, y captó de inmediato lo que pasaba. Sin decir una palabra, se adelantó,  llevando a Gollum (a pesar de sus protestas para quedarse y ver que pasaba) y a los caballos. Después de otro rápido abrazo, ya no cargado de pesar sino de felicidad, fueron detrás del mago, tomados por el talle.

Hola y gracias por sus reviews :D Estoy muy contenta de que les guste esta historia! :)

*Mayu: Que bueno que te gusta! Pues si el hamster de mi cabeza (ese que hace que la rueda gire, ja, ja, ja) trabaja, a lo mejor lo hago mas largo. MMM... necesito pensar en otras situaciones para completarlo entonces :)

*Maggie: Pues pronto no se van a declarar, ya que se separan cuando Aragorn tiene 19 años y se vuelve a ver hasta que tiene alrededor de 40!! :P Pero no te preocupes, cuando se juntan de nuevo es flechazo instantáneo, como pudiste leer hoy, así que le van a dar velocidad al asunto, je, je ;)

*LG: Ja, ja, ja, con que soy mala, he?! Je, je, bueno, para que no digas eso, veras que dentro de poco van a estar mmmmuy contentitos de nuevo ;)

*Vania: Profundos pensamientos, que lindos! :)

*Lanthir*