Disclaimer: Esta es la primera historia que pongo en ff.net, espero que les guste. Los personajes son del maestro J.R.R. Tolkien, salvo uno que otro que invente para la ocasión. No gano nada con esto, todo es solo con fines de divertirlos a ustedes y entretenerme yo. Es un fanfic slash/yaoi, o sea, relación chico-chico. No quisiera herir susceptibilidades, así que si no te gustan este tipo de relatos, baja el menú que esta arriba y ve al rating correcto a tus necesidades. Si les gusta lo que leen, déjenme reviews, por favor! ¡Disfrútenlo!
Nota: Este capitulo contiene escenas de sexo homosexual explicito, favor de leerlo con discreción y open-mind.
Lanthir
Caminando varios metros detrás del mago, iban Legolas y Aragorn; el brazo de mortal alrededor de la cintura del elfo, la cabeza de este apoyada en el hombro de su compañero. Hablaban en susurros de todo lo que habían pasado en esos largos años, sorprendiéndose por la forma en que se dieron las cosas minutos antes. Fue como una marea contenida demasiado tiempo, que se desbordó al contacto de sus manos.
Aragorn besó la rubia cabeza de Legolas, antes de liberarlo de su abrazo. Habían llegado a las puertas del castillo, y ambos sabían que no era conveniente que la gente los viera juntos. No aún.
El rey Thranduil se mostró muy contento de ver a Aragorn y a Gandalf de nuevo. Después de que los viajeros tomaron un baño y algo de comer, hablaron largo rato sobre la situación con el Señor Oscuro, y el por que Gollum, a quien ya habían llevado a un cuarto custodiado, estaba vagando libremente después de haber sido preso en Mordor. Esto no les gustaba nada.
Legolas estaba escuchándolos, sentado a un lado de la mesa donde hablaban. Bueno, en realidad no los oía; los veía hablar, pues toda su atención se enfocaba en el mortal que estaba casi frente a él. Los años no habían hecho mas que acentuar sus rasgos; el cabello oscuro, apenas veteado por unas hebras de plata, le caía suavemente sobre los hombros erguidos y firmes. Los ojos grises seguían siendo los mismos, que tan bien armonizaban con los pómulos definidos y la suave boca dispuesta a la risa y al beso. Y la expresión de nobleza en su rostro, que nunca se iba pasara lo que pasara.
"Es un hombre muy atractivo" pensó Legolas. Y era cierto; Aragorn podía competir con cualquier elfo.
Legolas se encontró de pronto deseoso de que aquella charla terminara, para poder sacar a Aragorn de allí y llevarlo a un lugar privado donde poder expresarle su amor no solo con palabras. De golpe recordó que no se habían besado en su reencuentro, y viendo las cosas literalmente, en realidad nunca lo habían hecho (recordad que la primera vez Aragorn lo rechazó). Un rastro de dolor lo atacó al recordar esto, pero lo alejó de su mente tan pronto apareció. Bien, iba a mostrarle a aquel mortal de lo que se había perdido en esos años. Una risita maliciosa escapó de sus labios, y fue la voz de su padre lo que lo sacó de sus fantasías.
-Legolas, ¿Qué hay de gracioso en el hecho de que el Señor Oscuro haya retornado?- pregunto Thranduil, irritado.
-¡Ah!... mmm.... nada, nada padre... lo siento- dijo el elfo, sobresaltado. "¡Imbecil!" se recriminó a si mismo.
No se había sentido tan humillado desde la vez que se cayó del caballo en un charco de lodo, y tuvo que volver al castillo cubierto de fango, ante las risas disimuladas de los demás.
Aragorn tuvo que reprimir la risa al ver a Legolas regañado como si fuera un niño pequeño; no se imaginaba que le causó gracia en ese momento tan inoportuno, pero al ver el rubor que apareció en sus mejillas y sus ojos azules clavados en el piso, su corazón dio un vuelco. El elfo estaba encantador. Aragorn tuvo el impulso de tomar a Legolas allí mismo en la mesa, no importando quien los viera. Se dio cuenta de que nunca habían tenido intimidad física, mas allá de los suaves abrazos y aquel viejo beso. Se descubrió preguntándose como se sentiría la blanca piel de Legolas junto a la suya, y que reacción tendría el elfo al sentir sus manos masajeando sus músculos...
"Quítate esos pensamientos de la cabeza, no es el momento adecuado" se dijo Aragorn. Su mirada se cruzó con la de Legolas por un momento, y de repente cayó en cuenta del por que del desliz del elfo. Esto le provoco un nuevo ataque de risa reprimida al ver que no era el único con esos pensamientos inoportunos; pero al mismo tiempo lo invadió una excitación que hizo que el vello de su nuca se pusiera de punta.
Tratando de acelerar su encuentro con Legolas, Aragorn le dijo a Thranduil:
-Mi señor, no quisiera ser descortés, pero en realidad quisiera retirarme a descansar un momento. Temo que en mis condiciones no estoy poniendo suficiente atención a estos importantes asuntos-. Después de todo, no estaba mintiendo.
-No te preocupes Aragorn- dijo el rey- Entiendo que largo ha sido tu viaje, y puede ser agotador para un joven como tu. Gandalf y yo seguiremos con esto. Legolas, ¿podrías escoltar a nuestro invitado a la habitación de huéspedes?-
Legolas tuvo que evitar levantarse de un salto, y todo lo que dijo fue:
-Con gusto, padre-
Mientras salían de la habitación, Gandalf les dirigió una mirada de complicidad "Ya tendré que hablar con estos dos" pensó.
De camino a la habitación, Aragorn y Legolas iban hablando de cosas comunes, como dos viejos amigos. Pero sus ojos revelaban lo que en verdad estaban sintiendo. Cada movimiento del elfo hacía a Aragorn querer llegar mas rápido al cuarto. Legolas, por su parte, hacía inconmensurables esfuerzos por parecer ecuánime. Aún no le había dicho a Aragorn nada que le indicara sus deseos, y aunque podía ver cierta chispa extraña en sus ojos, no estaba seguro de que el sentimiento fuera mutuo. Decidió ir con calma.
Llegaron por fin a la habitación. Legolas abrió la puerta y permitió a Aragorn que pasara. El mortal quedo asombrado por la belleza de la estancia; a pesar de estar dentro del castillo, el mobiliario daba la impresión de ser parte del bosque; las blancas paredes estaban recubiertas de finas enredaderas; y la ventana tenía plantas colgantes en vez de cortinas, con pequeñas campanillas azules aquí y allá. Los muebles eran de madera toscamente tallada; encima del tocador un espejo de belleza prístina reflejaba los rayos del sol.
En medio de la habitación había una cama con dosel, cubierta de suaves sabanas blancas. Aragorn respiro el fragante aire, y dándose la vuelta, tomo a Legolas por la cintura. El elfo había estado viendo el cuarto también, con ojos soñadores y perdido en quien sabe que recuerdos de bosques y praderas. Se sorprendió al sentir los fuertes brazos del hombre a su alrededor. Su respiración se entrecortó, y sentía su corazón latir aceleradamente.
Vio a los ojos al mortal tan próximo a él; acercó sus labios lentamente a aquellos tan largamente añorados, y cuando por fin los alcanzó, regresó a él aquella sensación de abandono a todo, menos al dueño de su amor. El mundo desapareció en aquel embriagador contacto, multiplicado por el hecho de que ahora era correspondido.
Los labios de Aragorn se movían suavemente, pasando las manos por la espalda de Legolas con una dulzura infinita. El elfo era tan delicado que le pareció hecho de cristal y luz. Nunca había tenido a criatura mas hermosa entre sus brazos; ni siquiera Arwen era tan sublime como lo era Legolas en ese momento. Acarició sus largos cabellos, y después los apartó para poder tocar su esbelto cuello.
Interrumpió un poco el beso; sentía que iba a desfallecer de tanta felicidad. El rostro de Legolas estaba sonriente, y le dijo mientras besaba su mejilla:
-No sabes cuanto tiempo espere esto-
-Yo también- contesto Aragorn en un susurro- Discúlpame... yo...- La culpabilidad de lo que había hecho lo atenazó de nuevo.
El elfo lo interrumpió antes de que siguiera.
-Olvídalo, olvídalo...-
Los labios de Legolas se unieron de nuevo a Aragorn, mientras sus manos acariciaban su pecho. La respiración de los dos se agitó poco a poco, y los besos se volvieron mas apasionados; las manos del hombre estrechaban fuertemente a su compañero, como si no quisiera separarse nunca de él.
Legolas se apretó contra el humano; en su apasionado abrazo trastabillaron un poco, chocando contra la pared. Unas risitas nerviosas los atacaron, pero encontrando el soporte que necesitaba, Aragorn apoyó al elfo contra la pared y empezó a besar su oído, bajando por su cuello. Metió las manos por debajo de la camisa, acariciando los firmes y esbeltos músculos.
Legolas suspiraba, emitiendo suaves gemidos. Nunca había estado tan excitado; el amor y el deseo se llevaban bien. Dejó que Aragorn recorriera su cuerpo con esas varoniles manos; el mortal lo volteó y empezó a quitarle la camisa lentamente, cubriendo de besos su espalda.
Una vez sin la prenda, el elfo se dio la vuelta y besó fuertemente a Aragorn, guiándolo hacia la cama. Se desplomaron entre las sabanas, y Legolas le quitó rápidamente la camisa, mientras se subía a horcajadas sobre él. Desde ese ángulo era sumamente hermoso, con los oscuros cabellos sobre la almohada, contrastando con los ojos grises, que a la luz que se filtraba se veían mas claros.
Aragorn le sonrió a Legolas, acariciando sus sonrosados pezones que sobresalían en la blanca e inmaculada piel. El elfo, a su vez, empezó a masajear sus muslos, para después pasar a la sensible zona de en medio. Aragorn dio un profundo gemido al sentir la ágil mano de su compañero sobre su miembro, que crecía con cada nueva caricia. Deseó que la tela del pantalón desapareciera, y pareció que Legolas leyó sus pensamientos, pues empezó a bajar la ultima prenda que lo cubría mientras lo besaba. Cuando Aragorn quedó desnudo, el elfo se quitó el resto de la ropa también, para deleite de su amante. Después se tendió sobre él, disfrutando cada centímetro de suave piel. El mortal lo acarició con pasión, y en un momento cambió los papeles, colocándose sobre Legolas. Cubrió aquel suave y perfumado cuerpo de besos, cada vez mas abajo, hasta que llegó al firme y sensual miembro, en medio de un suave prado dorado. Lo cubrió de húmedos besos, ante los gemidos de Legolas que aumentaban de intensidad a cada movimiento; el elfo lo tomaba por el cabello, acariciándolo y marcando el ritmo de la desenfrenada danza. Su espalda se arqueaba ante las exquisitas sensaciones, y su cuerpo se empezaba a cubrir de un fino sudor, cosa rara en los elfos, salvo en momentos de gran agitación.
Aragorn estaba sumamente excitado con el poder que tenía sobre su delicado compañero; quería hacerlo feliz para siempre.
De repente, una voz se escuchó afuera, mientras tocaban a la puerta.
-Majestad, ¿Se encuentra ahí? ¿Lord Aragorn?- dijo Silätan.
La pareja se quedó congelada, viendo hacia la puerta. "¡Que no entre!" fue el primer pensamiento de los dos.
-El rey me ha mandado a buscarlos-siguió el guardia de Mirkwood- Es urgente príncipe, parece que una comitiva sale rumbo a Rivendel-
-Maldición- susurro Legolas mientras se levantaba de prisa y comenzaba a vestirse. Por su parte, Aragorn dio muestra de su florido lenguaje entre una retahíla de murmullos enojados. Encima de todo, no encontraba su bota por ninguna parte.
Sobreponiéndose al coraje y a la obvia frustración, besó rápidamente a Legolas, quien arreglaba la cama.
-Lo siento, pero te prometo que esto no se va a quedar así- le dijo, mientras le guiñaba un ojo. El elfo sonrió, sonrojándose un poco, y le dijo a Silätan que pasara. Un segundo antes de que se abriera la puerta, Aragorn se dio cuenta de que aún estaba sin su bota, y rápidamente metió el pie bajo la cama, junto a la cual estaba parado. Legolas se había apoyado en la ventana.
-Que bueno que lo encuentro, Alteza- dijo Silätan en cuanto entró- El rey requiere de su presencia. ¡Lord Aragorn! No había tenido oportunidad de saludarlo. Mucho se le estima en este lugar por haber salvado la vida de nuestro príncipe hace tantos años-
Aragorn estrechó la mano del sonriente elfo. Por lo visto, estaba tan contento de verlo que no sospechó nada. El humano se sintió aliviado.
-Gusto en verte de nuevo, amigo. Estoy terminando de desempacar, avisa al rey que en un momento estamos con él, por favor-
Silätan salió de la habitación, y un instante después apareció Gandalf, ocultando algo bajo la capa.
-Creo que esto es tuyo- le dijo a Aragorn con una sonrisa, mientras le daba su bota- Me cayo en la cabeza hace un rato mientras iba a las caballerizas. Lo lamento señores, pero hay asuntos importantes que atender. En marcha.-
¡Hola! :D Ojalá y les haya gustado este capitulo. Aquí no me porté mal con Aragorn y Legolas, ¿Verdad? Je, je... bueno, no tan mal ;) Pero ya tendrán su tiempo a solas (realmente a solas), no se preocupen.
Lamento haberme tardado con este capitulo, pero me quede sin internet hace unos días y no he podido conectarme de nuevo. Espero reestablecer mi línea en un par de semanas, pero por lo mientras me tardare mas de lo normal en actualizar, pues no puedo venir del diario al cibercafe. Pero al menos una vez por semana habrá capitulo nuevo, y en cuanto este online de nuevo, esto seguirá normalmenteJ. Agradezco sus reviews!!! :D
Lanthir
