Disclaimer: Esta es la primera historia que pongo en ff.net, espero que les guste. Los personajes son del maestro J.R.R. Tolkien, salvo uno que otro que invente para la ocasión. No gano nada con esto, todo es solo con fines de divertirlos a ustedes y entretenerme yo. Es un fanfic slash/yaoi, o sea, relación chico-chico. No quisiera herir susceptibilidades, así que si no te gustan este tipo de relatos, baja el menú que esta arriba y ve al rating correcto a tus necesidades. Si les gusta lo que leen, déjenme reviews, por favor! ¡Disfrútenlo!
LanthirA la mañana siguiente todos se despertaron temprano, a la expectativa del Concilio. La tensión se podía sentir en el ambiente, y no solo por la presencia de Aragorn y Legolas en el castillo, sino por que todos sabían, de una forma u otra, que el Señor Oscuro se había levantado de nuevo.
Legolas y Aragorn bajaron al comedor juntos, para disgusto de Elrond. Pero decidieron mantenerse firmes y considerando que Arwen había terminado por aceptarlos, se sintieron menos presionados. Obviamente, no se presentaron tomados de la mano o dando muestras demasiado efusivas de afecto, pero al menos ya podían pasar como amigos sin complejos.
El desayuno fue grandioso, y pasaron la tarde caminando por los jardines de Rivendel. Aragorn llevó a Legolas a conocer a los hobbits; Frodo se encontraba mucho mejor y estaba muy contento por que Bilbo se alojaba en esa casa también. Legolas se sintió maravillado por los simpáticos hobbits, y no podía creer que Bilbo fue el que ayudó a los enanos a escapar del palacio de su padre hacía tantos años. Al elfo aún no se le olvidaban los gritos furiosos de Thranduil cuando se enteró; fue lo más cómico que hubiera pasado en el Bosque Negro en años.
Al atardecer, unas hermosas campanas empezaron a sonar, anunciando el Concilio. Los representantes de las diversas razas y regiones se dirigieron a la terraza destinada al evento. Legolas y Aragorn llegaron y se sentaron, ambos muy nerviosos por lo que pasaría. Elrond llegó al último, y mirando fugazmente al par de amantes, empezó a hablar.
Les comunicó las cosas raras que venían sucediendo desde hacía un tiempo en Rivendel y sus alrededores. Tanto los elfos, enanos y un hombre venido del sur coincidieron en que algo estaba pasando, contando anécdotas de encuentros con orcos, trolls y otras criaturas perversas que parecían sentirse más confiados que nunca. Elrond les reveló entonces que el legendario Anillo Único había sido encontrado, y que era imperativo destruirlo. El hombre, llamado Boromir, hijo del Senescal de Gondor, se opuso de inmediato; parecía no haber comprendido el grave peligro en el que todos se encontraban. Pidió que el anillo fuera entregado a su gente para poder defenderse de Mordor, tan próximo a sus tierras. Aragorn pacientemente le explicó a lo que se enfrentaban, y que el Anillo Único tenía voluntad propia. Nunca obedecería a otro amo que no fuera Sauron.
-¿Y que demonios sabe un montaraz de estos asuntos?- dijo ásperamente Boromir.
Legolas se sintió irritado por el despectivo comentario, y sin pensarlo se puso de pie y exclamó:
-¡No es un simple montaraz! El es Aragorn, hijo de Arathorn, heredero de Isildur-
Boromir volteó a ver al otro mortal con incredulidad.
-¿Este es el heredero de Isildur?-
-Y futuro Rey de Gondor- dijo Legolas, con una nota de triunfo y orgullo en la voz.
-Legolas, siéntate- murmuro el mortal en elfico, haciéndole una seña, aunque agradeció internamente que su elfo haya demostrado su fe en él de esa forma. Le dieron ganas de besarlo.
Elrond tenía el rostro crispado por la furia. Sin embargo, se contuvo de decir algo, y siguió hablando de los hechos oscuros que se avecinaban y de la necesidad de proteger a Frodo, el nuevo portador. Fue entonces cuando Legolas, que casi había olvidado el por que de su ida a Rivendel, dio la noticia de la huida de Gollum. Esto preocupó a todos más de lo que hubiera esperado, y se sintió el centro de todas las reprobatorias miradas, como si todos pensaran que los habitantes del Bosque Negro eran unos inútiles que dejaban escapar a cualquier prisionero. Era bien conocida la historia de la fuga de los enanos bajo las narices de Thranduil. Un enano pelirrojo murmuró un improperio contra los elfos, que sin embargo fue perfectamente audible debido al repentino silencio. Legolas entornó sus ojos claros y vio al enano barbudo. "Recordaré tu cara" pensó, enojado.
Gandalf puso fin a este duelo de miradas, explicando la necesidad de que alguien llevara el Anillo a Mordor para que fuera destruido. Esto trajo una nueva ola de disgustos, pues nadie confiaba en nadie para llevar a cabo semejante tarea. La cosa se estaba saliendo de control; todos peleaban contra todos, hasta que una vocecita, pequeña pero decidida, dijo "Yo lo haré". Era Frodo, y con esta acción selló su destino.
Aragorn, que se había encariñado con el pequeño y valiente hobbit, se ofreció a acompañarlo. Legolas estuvo a punto de decirle que no lo hiciera; temía enormemente por el mortal. Pero lo vio tan decidido que no pudo articular palabra. En cambio, se adelantó y también se ofreció a ir. Aragorn le lanzó una mirada agradecida. Pasara lo que pasara, seguirían juntos. Para disgusto del elfo, el enano pelirrojo, llamado Gimli, se unió a la compañía, más por desconfianza que por otra cosa. Boromir, el humano de Gondor, también iría con ellos. Un extraño presentimiento invadió a Legolas, pero calló. No quería enemistarse con aquel hombre del futuro reino de su amado. Los hobbits y Gandalf completarían lo que llamaron La Comunidad del Anillo. Se prepararon a salir a la noche siguiente, todos con temor por llevar a cuestas el destino de la Tierra Media, pero con el corazón puesto en la misión.
La noche cayó sobre Rivendel, y todos se retiraron a sus habitaciones. Aragorn se dirigió al cuarto de Legolas, y encontró al elfo empacando sus cosas.
-¿Por qué estás empacando desde ahora? Salimos hasta mañana por la noche- preguntó el mortal.
-Quiero estar prevenido- dijo Legolas, abriendo los cajones de un mueble –No quisiera olvidar nada-.
Aragorn le acercó al distraído elfo, y tomando su fino rostro en sus manos, lo hizo verlo a los ojos.
-Legolas, ¿estas conciente de lo que vamos a enfrentar en Mordor, si es que llegamos allí?-
El elfo frunció el ceño.
-Siempre has tenido la impresión de que soy un jovencito indefenso; el que parezca mas joven que tu no quiere decir que te tengas que preocupar por mi como si lo fuera. Recuerda que soy un elfo y que las apariencias engañan, te llevo mas de 1,500 años y he peleado en batallas de las que tu ni siquiera has oído hablar-.
El mortal se sintió ligeramente ofendido por el comentario, pero sacudiendo la cabeza, insistió:
-Tu sabes que no menosprecio tus habilidades como guerrero, Legolas, es solo que no soportaría que nada malo te pase. No tienes necesidad de involucrarte en todo esto...-
El elfo suspiró y abrazó al mortal, pasándole los brazos por el cuello y dándole un suave beso en los labios.
-Aragorn, la única forma en que no me involucraría en esto es si me fuera hacia las Tierras Imperecederas, y eso querría decir que nos separaríamos... para siempre. Y prefiero luchar en esta guerra llena de incertidumbre que marcharme sabiendo que nunca más te vería-.
Aragorn estrechó al elfo entre sus brazos, sintiendo un amor casi doloroso por él, enterrando el rostro en el cabello dorado que tanto amaba.
Y por primera vez, expresó lo que era obvio desde que empezaron su relación, y que ninguno de los dos había dicho.
-Legolas... soy humano, y sabes que algún día moriré- Aragorn sintió al elfo estremecerse en sus brazos, pero siguió adelante –Lo que para mi es toda una vida, no es más que un instante para ti, y no quiero que por mi causa tengas que abandonar a tu gente cuando todos vayan al otro lado del mar. Prométeme que pase lo que pase, iras a las Tierras Imperecederas cuando yo ya no este aquí. No quiero que te quedes solo. Prométemelo-
El mortal tomo el delicado rostro rubio de Legolas entre sus manos, que ahora estaba cubierto por las lagrimas. El elfo murmuró un "lo prometo" lleno de dolor.
Se acostaron en la cama, abrazándose, y se quedaron dormidos, disfrutando de la tal vez ultima noche de paz que tendrían en mucho, mucho tiempo.
El día siguiente estuvo lleno de preparativos y tristes despedidas. Los hobbits, y principalmente Frodo, estaban muy afligidos por tener que dejar al viejo Bilbo, pero era imposible que los acompañara. Sin el poder del Anillo, la edad lo había alcanzado por fin, y Frodo sabía que no le quedaba mucho tiempo. Se despidió de todos con el corazón roto, no solo por su querido tío, sino por que estaba conciente de que aquel era un viaje sin retorno, al menos para él. Sin embargo, la voluntad de destruir el Anillo no menguaba en él; llegaría hasta el fin con tal de proteger a todas las personas y lugares que amaba. Y Sam, Merry y Pippin estaban con él, lo cual le hacía el dolor mas llevadero.
Por su parte, Aragorn y Legolas se despidieron de Arwen, casi a escondidas de Elrond. Sabían que el elfo se enfurecería si supiera, y no querían acarrearle problemas a la ya de por si melancólica elfa. Era triste ver como en verdad se preocupaba por lo que les pasara a los dos, no solo a Aragorn. Se encargó de proveerles de los víveres y mantas necesarios para el viaje, y los llenó de bendiciones antes de romper a llorar desconsoladamente. Legolas pensó que, después de todo, seguía amando al dunedain. Su corazón se sintió profundamente conmovido, y cuando el mortal se dio la vuelta, le prometió que no dejaría que nada malo le pasara. La elfa asintió, con un dejo de sonrisa derrotada en el rostro. Después desapareció entre la casa.
Cayó la tarde, dando paso rápidamente a la noche estrellada, el momento indicado para salir. Ya todos estaban en la puerta, arreglando los últimos detalles, y Aragorn fue a las caballerizas para traer a Bill el poney, a quien usarían para cargar los paquetes extras. Estaba revisando la silla del caballo, cuando sintió a alguien detrás de él. Se volteó rápidamente, y vio a Elrond, que lo miraba con gesto preocupado.
-¿Elrond? ¿Qué... que deseas?- dijo Aragorn.
-El tiempo se acerca, Estel.- dijo en voz baja el elfo. -Lo que suceda a partir de este momento te llevará a la perdición, o te elevará a la gloria de los antiguos reyes de tu raza. El camino que escojas será el que cambie tu destino hacia un lado u otro. En verdad deseo que elijas de manera correcta, pues sobre ti recae el hundimiento o la proliferación de la raza de los hombres. No olvides tus responsabilidades hacia tu gente... tal vez cuando veas la magnitud de tu reino y los rostros de aquellos que dependerán de ti, reconsideres tus prioridades y hagas las cosas de manera diferente de cómo las has hecho hasta ahora. Y allí estará la casa de Rivendel para apoyarte. En caso contrario, nos marcharemos a las Tierras Imperecederas en cuanto acabe esto, y nunca nos volveremos a ver. Hago esto por Arwen, por que no quiero imponerle una unión contigo, sabiendo ella que no es amada de primera instancia. *Solo* lo hago por ella. Yo... cuídate, Elessar-.
Parecía querer decir algo más, pero Elrond se dio la vuelta y salió tan silencioso como entró. Un escalofrío recorrió a Aragorn, y se quedó pensando un largo rato, hasta que Sam fue por él, avisándole que ya era hora de partir.
Aragorn y los demás salieron por las puertas, y lo último que vio antes de internarse en la noche, fue a Elrond, con el semblante más preocupado que alguna vez tuviera.
¡Hola a todas! :D ¿Qué tal? Bueno, este es el penúltimo capitulo de este fanfic. No puedo creer que casi acaba... esta ha sido la primera historia larga que he escrito, y estoy muy contenta de haberla hecho. Mil gracias por los reviews, son geniales chicas!!! :)
Y como en todos los otros fics slash de A/L, Arwen siempre es una bruja, aquí la pinto mas buena, ya tirándole a tonta, je, je. Pobre, que más le queda... Creo que soy la única por aquí a quien le cae bien, ja, ja, ja :P Y Elrond, a pesar del coraje que le tiene a Aragorn, no puede evitar preocuparse por él; después de todo, es como un hijo para el elfo, ¿no? Por más "mula" que pueda ser, lo quiere, que no lo niegue! ;)
Nos leemos en el siguiente!!
Lanthir
