!Hola¡, soy Haru y es un placer traer éste fic aquí. Será una historia adulta.

/Ésto es un fic futanari18 ¡léanlo bajo su responsabilidad!/

Las luces adornaban aquél lugar, tonos rojizos con morados tomaban el ambiente. Sin tener un brillo molesto, al contrario eran tenues y cálidas. El sonido de la música no era lo bastante fuerte como para ser ruidoso ni tampoco se escuchaba tan bajo. Cosa que podía disfrutarse de las canciones que se reproducían y hacían eco.

Era en sí un ambiente acalorado, personas que buscaban disfrutar la noche ahí. Bebiendo, bailando y conociendo gente. ¿De eso se trataba, no?.

Retumbaba esa pregunta en la cabeza de la joven peliazul; quien había llegado a ese lugar considerado un "bar", con la intención de pasar un buen rato y tal vez... Y sólo tal vez, conocer a alguien.

Bebía tímidamente su copa de vino, primero empezó con un trago y ya iba para la quinta copa. Debió considerar que no era experta con el alcohol ni mucho menos tenía una buena experiencia. Gracias a sus problemas amorosos y cansada de su vida rutinaria se lo pedían cambiar sin importarle en absoluto que pasaría con ella.

-. Dios mío, tengo casi 26 años y sigo pensando como una chica de 16. Que importa...- Dió un último trago al restante de su copa.

Sintió una intensa mirada, volteó de reojo encontrándose con una hermosa chica de ojos miel, cabello cenizo y un envidiable cuerpo que lucía en un hermoso vestido entallado de tirantes negro. Esculpiendo su figura. "Tal como una modelo". Eso pensó la peliazul, bajó cuidadosamente su copa ya vacía. No era la primera vez que chocaba su mirada con esa chica, ni le molestaba seguir haciéndolo.

Por culpa del alcohol olvidó su vergüenza que tanto le caracterizaba. Tomó confianza en sí misma. Dejando salir una sonrisa coqueta dedicada a aquella pelicenizo, acomodando elegantemente su camisa de vestir de botones azul marino y pasando pocos mechones de su cabello largo hacia atrás.

Tenía pocas esperanzas de captar la atención de esa mujer, aún así no se quedaría atrás con lucir atractiva y algo galante. Para sorpresa de la peliazul, la mencionada correspondió la sonrisa juguetonamente dándole un trago a su copa de champagne.

-. ¿Ahora qué debo hacer?. Hace años que no coqueteaba...- Se tensó un poco, susurrando sus dudas.

Para Umi el tiempo de detuvo, considerando el objetivo por el cual se encontraba ahí. Tenía la suerte de que una hermosa diosa le correspondía los coqueteos mutuamente. Casi podía deducir que estaba ansiosa por la cercanía de la otra.

Quería olvidar sus problemas, su vida rutinaria y el cansancio que tenía sólo por seguir de pie. Atragantó, decidida se levantó de la mesa en donde estaba. Caminó en esa dirección hacia la chica, ésta estaba hablando con un hombre que se le había acercado de repente.

Acción que hizo detener a la peliazul, sintiéndose insegura. "¿Qué tal si esa hermosa chica sólo le sonrió amablemente y no le atraen las mujeres?".

A unos metros de llegar dió la vuelta, pero una voz femenina le hizo detenerse repentinamente.

-. No, de verdad no me interesa. Puedes dejarme sola, lo siento.-

-. Vamos corazón. Eres muy linda y quiero pasar el rato con alguien tan preciosa como tú. ¿Qué te detiene?.-

La peliazul sintió la sangre correr por sus venas del enojo. Odiaba con todo su ser los tipos intensos e insistentes como aquél chico.

-. No me agradas. Aléjate porfavor.-

-. ¿Acaso no te parezco atractivo?.- Con tono fuerte y molesto respondió.

-. Acaban de decirte que te alejes, no hagas esto más difícil.-

Utilizando sus reflejos, fue lo más rápida posible para ponerse en medio de ellos dos. Evitando que el chico tocará a la jovén quien ésta ya parecía irritada. La pelicenizo miró con sorpresa a la mujer que frente a ella, con las cejas fruncidas y molesta también por la presencia de ese molesto ser humano.

-. Uh, ¿Quién te crees?. Sal de mi camino antes de que haga algo que no te guste. O acaso quieres mi atención?.- Sarcásticamente el hombre se acercó tratando de intimidarla, cosa que no le funcionó pues la peliazul no apartaba la mirada con una faceta cabreada.

En un momento a otro el tipo trató de tocarla, pero segundos después cayó desmayado al suelo insconciente. Le había dado un golpe lo más rápido posible en el cuello usando sus agudos reflejos. Ocasionando un desmayo por un rato para calmarlo. La gente se acercó hacia esa parte, el gerente abrió el espacio con una mirada molesta acercándose a la peliazul.

-. ¿Qué sucede? ¿Sabes las consecuencias de ésto?.- Regañó y se agachó para checar el pulso del hombre. El cual estaba bien, solo estaba dormido.

La contraria al ver la molestia del tipo y sentirse culpable, no podía hablar. Sintiéndose un poco mareada por el alcohol como para poder defenderse.

-. ¿¿Disculpe??.- La pelicenizo habló confundida, captando la atención de todos.

-. ¿Qué sucede señorita?.- Alarmado la miró.

-. Debe saber que ese idiota llevaba tiempo acosandome, e incluso trató de tocarme. Si esta chica no hubiese aparecido-. Apuntó a la peliazul con una sonrisa, provocándole un leve rubor.-.Ese tipo se hubiera propasado conmigo.

-. Oh, lo siento mucho señorita. Pero la violencia no es la solu-

-. No quiero tener la molestia de reportar éste bar por la poca seguridad que tienen. No me imagino cuántas mujeres más han tenido que lidiar con estas cosas AQUÍ.- Recalcó molesta.

Y como tal regaño, el gerente pidió disculpas disipando ese ambiente tenso, regresando el dinero de las bebidas a las chicas y regalando un mes gratis en aquel lugar. Prometiendo que mejoría la seguridad.

-. G-gracias por defenderme.- Habló la peliazul bebiendo un jugo de manzana para bajar el alcohol de su sangre.

-. Te agradezco a ti, hiciste más que yo quitándome a ese idiota de mi vista.-

Se encontraban afuera del lugar saliendo al estacionamiento.

-. La verdad, solo quería ir contigo a coquetearte torpemente para captar tu atención. No creí que terminaría golpeando a un patán.- Sorbió sin darse cuenta de sus palabras.

-.¿Coquetearme? Que atrevida señorita.- Respondió con un tono juguetón.

La escritora cayó en cuenta de lo que dijo y su rostro subió de color, gesto que se le hizo tierno a la pelicenizo.

-. M-me llamo Sonoda Umi. No sé por qué te digo mi nombre. Tal vez no vuelva a verte.- Su voz se entristeció.

-. Es un placer Sonoda-san. ¿Harás algo después de ésto?. - Preguntó amablemente acercándose al coche de la peliazul.

-. Humm.. Son las 11, no tengo nada en especial de echo.- Contestó en seguida haciendo contacto visual después de lo sucedido.

Se sintió extrañamente atraída por esa chica. Deseaba besarla. El efecto del alcohol la ponía tan torpe pero no tanto como para cometer una estupidez así. Sin embargo no podía evitar comerla con la mirada.

-. ¿Qué tal si me llevas contigo?- Sensualmente y con movimientos delicados se acercó en segundos pegando su cuerpo a la peliazul, casi acercando su rostro para besarla.

-. ¿Quieres venir conmigo?.- Atinó a preguntar con sus mejillas sonrojadas, ya ni si quiera sabía si sentía calor por el alcohol o por tener una hermosa mujer seduciendola.

-. Claro, yo también planeaba coquetear contigo antes de eso. Me pareces muy atractiva, vamos a tomar algo más.- Susurró cerca de su oído. Provocando un tambaleo en la más alta.

-. ¿T-te parece si te llevo a mi apartamento?. Podemos estar ahí y beber algo tranquilamente si te apetece.- Ofreció educadamente sin otra intención.

-. Vaya, aparte de atractiva. Eres muy educada Sonoda-san eso te suma un punto más.- Sonrió alegremente tomando su brazo acercándolo a sus pechos, haciendo presión en ellos. Puso de colores la cara de la peliazul. Sintió arder su rostro por ese acercamiento pero le gustaba. Los notorios coqueteos le encantaban de aquella chica. La cual ni si quiera sabía su nombre. Pero le atraía demasiado.

-. Abriré la puerta de mi coche.- Se alejó delicadamente de ella, abriendo la puerta de su Mercedez Benz negro.

-. Gracias Sonoda-san.- Tomó asiento.

Ya cerrando la puerta, tomó sus llaves para arrancar inmediatamente y tomar rumbo a su departamento lo más rápido posible por que desmayarse lo tenía como primer opción.

Aunque no

tenía idea de lo que sucedería por el efecto de sus 5 copas de vino. No sabía si era un sueño o alucinación pero quería llegar al final ansiosamente.

Salieron del lugar, manejando por unos carriles de la ciudad. Era de noche y la vista era hermosa. Luces de edificios y anuncios iluminaban las calles nocturnas.

Manteniéndose en silencio, la peliazul sentía un calor extraño en ese ambiente. Tampoco existía incomodidad por la poca comunicación, al contrario incluso estar callada se sentía agradable para ella.

En tiempo real ahora estaba llevando a una sensual diosa a su apartamento para seguir tomando. Haciendo notorias sus insinuaciones. Umi ya había perdido la cuenta de cuántas veces se sonrojó en toda la noche. Ya ni si quiera le interesaba si la pelicenizo se daba cuenta de ello.

-. ¿Podrías decirme tu nombre?.- Preguntó amablemente, con su mirada directa en el camino y sus manos firmes en el volante.

-. Oh, cierto. No te dije heheh. Mi nombre es Minami Kotori.- Contestó con una sonrisa.

La pelicenizo se quedó mirandola detenidamente. Un sonrojo adornó sus mejillas y sus ojos tomaron un brillo alucinante. Silenciosamente se acercó sin ser una molestia como para taparle la vista, estando ya lo suficiente cerca. Le llamó por su nombre.

-. Sonoda-san...- Trató de captar su atención.

-. S-si?.- Giró su rostro y su mirada, fue captada por unos labios inmediatamente. Paró su automóvil mientras bajaba su velocidad poco a poco, correspondiendo aquél dulce beso.

La peliazul no lograba tener mucho movimiento ya que llevaba puesto el cinturón de seguridad. Quedándose quieta mientras la pelicenizo intensificaba el beso. La chica que había iniciado un dulce acercamiento, terminó en seguida. Alejando su cuerpo con un sonrojo intenso y su corazón latiendo increíblemente.

-. P-perdóname Sonoda-san. Me estuve resistiendo desde que te vi.- Confesó nerviosa. Dicho aquello provocó una ola de emoción en Umi, una maravillosa atracción comenzó ahí y no quería parar. Seriamente se dispuso a hacer los siguientes movimientos. Subió los vidrios de su auto, apagó el motor y se quitó el cinturón.

Kotori quedó atenta a lo que hacía y no tenía idea del por qué.

-Minami-san, quiero que sepas que provocas una intensa atracción en mi y muero por besarte de nuevo.¿Puedo hacerlo?-Tal y como un caballero. Pidió cortésmente con una mirada seductora.

- Te estás tardando. Quiero que lo hagas.-Terminando sus palabras la peliazul no perdió tiempo, colocando su mano en la mejilla izquierda de la ojiambar, uniendo lentamente sus labios. Comenzó de la misma manera. Un suave beso para después volver a ser intenso. Marcando el ritmo, se escuchaban los ruidos dentro del carro y la temperatura subió.

Tal vez el alcohol se apoderaba de su insconciente. No tenía problema con ello y como había decidido ella misma, quería llegar hasta a el final sin importar qué.

La peliazul escuchó una leve agitación departe de aquella chica, encendiendo todo en su ser por esa respiración. Metiendo su lengua suavemente tomando el ritmo. Bajó la palma de su mano al muslo de la pelicenizo, dándose cuenta intentó quitarla pero fue detenida por la misma chica. Dando a entender que tenía permiso a hacerlo, ya un poco más segura retomó sus movimientos. Apretando ligeramente el suave muslo que parecía casi de porcelana.

Insconcientemente le halagó por la suavidad de su piel. Sintiendo el suave apretón y el beso que se intensificaba, la ojiambar soltó un suspiro suave y acompañado de un...

-Ah..-

Separándose agitada, tratando de controlar su respiración, un sonrojo y un pequeño hilo de saliva poco visible que unía sus bocas.

-¿E-estás bien?- Preguntó preocupada la peliazul.

-Lo estoy. Sólo que eres muy buena besando Sonoda-san.- Respondió terminando de recuperarse.

- Lo más correcto es que vayamos a mi apartamento- Ya con las obvias intenciones de lo que sucedería después, algo avergonzada regresó a manejar recuperando su compostura.

Llegaron al departamento de la peliazul, éste se encontraba en un lujoso edificio en la planta alta. Unas grandes puertas de cristal captaba la atención de aquél que entrara por la puerta principal. Era un balcón con una vista increíble a toda la ciudad, la invitada caminó a esas puertas abriendo con el permiso de la dueña quien esta asintió.

- Wow. Es increíble la vista que tienes aquí.- Miró asombrada recargando sus manos en el balcón.

- De echo, éste apartamento lo busqué con esa intención.-

La pelicenizo prestó atención al apartamento de Umi por dentro. Había grandes estantes de libros, cuadros de pinturas e incluso fotos de reconocimientos que no alcanzaba a leer de qué eran. Si

Pareciera una biblioteca pero bastante elegante. Varios premios se lograban ver en las repisas. Colores grises y azules oscuros adornaban las paredes de ese departamento.

Le extrañaba no ver casi aparatos electrónicos. Sólo había un estéreo en repisa de vidrio e instrumentos de música. Captando total curiosidad en la pelicenizo.

- Sonoda-san, ¿A qué te dedicas?-

- Soy escritora y compositora- Respondió en seguida. Sorprendida la miró de reojo. La peliazul parecía una joven refinada y solitaria.

- Minami-san, ¿quieres beber algo?.- Ofreció amablemente.

-¿Tienes vino?-. Preguntó.

-Claro. Tengo vino tinto-

-Ese está perfecto-. Con una sonrisa.

-Puedes tomar asiento. Vengo en seguida.-.Desapareció para dirigirse a las grandes alacenas de su cocina.

La invitada se sentó en un sofá cerca de una mesita de noche, miró detenidamente de cerca los reconocimientos y las obras que tenía la peliazul en su pared.

- Increíble-.Susurró asombrada al ver tantos premios.

- Aquí tienes, siento hacerte esperar-. Dejó la copa de vino en la mesita, tomando asiento a lado de Kotori.

-Sonoda-san, eres asombrosa. De verdad eres muy talentosa-. Halagó sonriente tomando su copa.

- ¿L-lo soy?-. Enarcó una ceja.

- Claro. Ver todo esto de ti me parece increíble, desearía ver algo de tus obras después.- Bebió un poco del vino.

-No tengo problema con mostrarte algo-. Sonrió tímidamente.

- Será un honor para mí-.Contestó.

- ¿P-puedo saber a lo que te dedicas tú?-. Extrañamente los nervios quieran apoderarse de ella, tomó un gran sorbo de su copa tratando de evitarlo.

- Soy modelo y diseñadora de modas-

- ¿Supongo que tienes un nombre artístico?-

- Sip. Artísticamente soy Minalinsky.- Bajó su copa.

- !¿Eres Minalinsky?¡- Abrió los ojos de la sorpresa.

- ¡Lo soy!- Jugueteó por el reaccionar de la peliazul.

Umi no podía creerlo, tenía a una hermosa modelo y diseñadora que era reconocida internacionalmente en su apartamento compartiendo una copa de vino, quién ésta momentos antes le había seducido. Su rostro era un mar de emociones, había llegado muy lejos.

Ahora entendía el por qué las personas del bar trataban de hablarle y el echo de que el gerente le pidiera disculpas tantas veces.

- Lo siento no te había reconocido, tal vez el alcohol fue el culpable. He oído mucho de ti y me parece fascinante tu trabajo-. Trató de comportarse.

- Muchas gracias Sonoda-san, puedo opinar lo mismo de ti. Eres atractiva, increíblemente hermosa y asombrosa con todo lo que haces-.Hizo contacto visual.

El corazón de Umi estaba echo un desastre, le parecía muy poco imposible que una mujer como la pelicenizo se sintiera atraída hacía a ella.

- Soy yo la que siente que eres un tesoro para mí. No puedo compararme con lo grandiosa que eres.-

- Sonoda-san, no digas esas cosas. Harás que me enamore cruelmente de ti.- Respondió sonrojada y con un brillo tenue en su mirada ámbar.

- Tal vez...Tal vez quiero que lo hagas.- Dejando su copa se acercó al rostro de la pelicenizo, rompiendo toda distancia y dándole comienzo a un suave beso.

La invitada dejó su copa en la mesa rápidamente para corresponder gustosa de aquél beso. Rodeando el cuello de la peliazul con sus brazos para acercarla más, mientras la escritora colocó su brazo en su cintura. Ambas querían subir el ambiente y dejarse llevar por los movimientos, la primera en romper el beso fue la modista. Alejándose suavemente con sus manos en los hombros de la peliazul para tomar aire algo agitada.

Ese gesto le encendía a la peliazul, ver a la modista agitada y con la boca entreabierta agregando un rubor en sus mejillas le ponía así, ni si quiera encontraba la razón de la intensa atracción que sentía.

- Deberíamos continuar esto en tu habitación- Susurró la modista en el oído de la escritora. Regresando de sus pensamientos.

Asintió con la cabeza y tomó la mano de su invitada para dirigirse al pasillo de su departamento. Abriendo la puerta y dejando ver una gran cama, una habitación ordenada y un ventanal igual de fascinante que el principal, adornaba el color azul marino en las paredes. Luces tenues que no era molestas como para ser necesariamente apagadas.

Acercándose lentamente a la cama aún de pie, la pelicenizo jaló la camisa de la escritora para acercarla delicadamente sin lastimarla o algo.

- Sonoda-san, quiero que esta noche me hagas tuya- Dijo cerca de su oído, sin ser ruidosa.

Esas palabras quedaron grabadas en la memoria de la peliazul y sólo ella podría deleitarse con tan hermoso recuerdo.

- ¿Puedo hacerlo?- Pidió permiso para empezar a lo que anhelaba no ponerle fin.

-Si-

Acabando la distancia la pelicenizo empujó a la escritora haciendo que se sentará de un golpe en la orilla de la cama.

Tomando lugar en su regazo y comenzando uno de los tantos besos que tendrían esa noche.

Por la espalda de Kotori se encontraban las manos de la escritora. Acercándole provocativamente y brindando suaves caricias por su cuerpo. Bajó el cierre de su vestido cuidadosamente, despojandola de esa prenda bajandola por su cintura hasta sus muslos.

La modista se puso de pie apenas notó eso, para terminar de bajarse con sus propias manos el vestido y dejarlo tirado en el piso de la habitación.

Umi quedó perpleja por lo que tenía a unos metros de sus ojos. Aquella chica portaba un sostén negro que dejaba ver sus voluptuosos pechos ligeramente rosados por su tersa piel, una figura totalmente envidiable a la vista de la escritora. Terminando de usar unas bragas del mismo color pero de encaje.

La luz de la luna que entraba por el ventanal comenzó a iluminar la habitación. Sus luces se apagaron por que eran automáticas.

No le molestaba ver con la poca luz tenue del momento. Le parecía fascinante el echo de que resaltara tanto el cuerpo de la hermosa mujer que le robó suspiros en esos momentos.

-Sonoda-san, hazte cargo de mi. Me tienes muy mojada- Se acercó a ella sensualmente.

- Uh?- Su mirada se nubló por el inmenso calor, al tener tan cerca y de pie a su invitada. Le miraba desde abajo levantando un poco su vista hacia arriba, conectando sus ojos ámbar y miel.

- Tócame-

Tomó la mano de la escritora atrayendo a sus piernas haciéndole tocar por debajo de sus bragas.

-D-de verdad estás húmeda- Salió sin pensarlo al sentir que sus dedos se mojaban por palpar a causa de ese roce.

-Es tu culpa.- Volviendo casi a la misma posición, sólo que terminó de acostar a la peliazul, colocándose encima de ella.

Una pose bastante comprometedora, la escritora tenía a su invitada en la posición en '4' encima de ella.

Se agachó para besarla, las manos de Umi volvieron a recorrer aquel cuerpo de arriba hacía abajo. Comenzando desde sus hombros y terminando en los muslos de la modista, volviendo a dar ligeros apretones ansiosamente mientras continuaba el caluroso beso.

Tomando iniciativa, la pelicenizo bajó sus labios al cuello de Umi, comenzando con ligeras lamidas desde sus clavículas y acabar con mordiscos suaves en su blanca piel. Escuchó la agitación de la escritora y el como se esforzaba por mantenerse callada.

Se propuso volver a hacerlo para sacarle algún ruido, y retomando sus movimientos desde el inicio.

-A-ah.. M-minami- Sonrojada gimió casi en un susurro.

Victoriosa al haberlo logrado, se sentó de nueva cuenta en su regazo. Tratando de desabotonar los botones de su camisa.

- ¡Kya!- Asustada al sentir algo rozar en sus bragas, miró detenidamente por debajo de sus piernas.

Notando un bulto en la cremallera de la escritora.

- ¡N-no, espera! ¡AH! ¡Lo siento!- Casi con la cara en blanco, sintió el alcohol bajar de su sangre por lo que estaba sucediendo. Dejó de lado a la modista recostada con delicadeza. Tomó una de sus almohadas cubriendo esa notoria parte,miraba con la cara roja a todos lados evitando todo choque visual.

La modista asombrada, fue sentándose poco a poco confundida.

- S-sonoda-san... ¿Todo bien?- Preguntó extrañada.

- De verdad lo siento, no creí que llegaría tan lejos .. El alcohol se apoderó de mi- Dejó salir con total desanimo arrugando aquella almohada.

La modista no entendía para nada la situación, ni mucho menos se sentía incómoda, pero su curiosidad por saber qué escondía y qué había sentido se intensificaba.

- Puedes decirme. Ya estamos aquí.-

Pasaron unos minutos en silencio esperando una respuesta.

- No soy normal a las demás chicas Minami-san,no soy totalmente una mujer ni si quiera soy un hombre tampoco. Soy algo así como una aberración.- Confesó fríamente bajando la mirada.

Se podía ver como una luz imaginaría se encendía en la mente de la ojiambar. Ella ya había escuchado del término 'Hermafrodita', no le desagradaba y nunca había conocido una persona en esa condición.

Se puso de pie acercándose a pocos centímetros de distancia de la escritora. Levantó su rostro con sus manos haciendo el contacto visual que tanto había evitado la peliazul.

- Estamos en otras épocas Sonoda-san, aún no es conocido éste tema pero no es algo extraño ahora. Y sinceramente yo no tengo molestía con ello. Me pareces una persona increíble, interesante y hermosa. No hay algo que quiera cambiar ahora-. Terminó con una dulce sonrisa.

El rostro de la escritora se iluminó sorprendida.

- ¿Quieres hacerlo conmigo aún así?- Preguntó.

- Sólo quiero que me hagas tuya, lo demás no importa. Quiero pasarla bien contigo- Quitó sus manos dándole un pequeño beso en su mejilla.

La escritora sintió un cálido calor en su corazón, el miedo a su rechazo se había retirado y sentía una confianza inmensa.

Tomó la mano de la pelicenizo volviendo a sentarse en la orilla de la cama. Antes que nada, Umi se despojó de su camisa de botones torpemente ayudándole la modista a desabotonar, un top negro deportivo adornaba su torso. Kotori se dió cuenta que la peliazul se mantenía en forma y saludable. Pues tenía un abdomen ligeramente marcado y plano. Y una cintura de la misma manera envidiable.

Acto seguido se retiró el cinturón, bajó lentamente sus pantalones. Su ropa interior consistía en un boxer femenino negro con unas líneas moradas poco visibles. Éstos se encontraban ligeramente húmedos y un notorio bulto que captó sin querer los ojos de la ojiambar con curiosidad. Tímidamente la escritora cubría esa parte con ambas manos aún de pie bajando la mirada.

La modista tomó del brazo con delicadeza a la escritora para terminar de sentarla a lado suyo, retirando sus manos dejando ver el lugar que tanto se esforzaba por ocultar.

- ¿Puedo verlo?.- Se acercó rozando su cuerpo con el de ella a la vez que respiraba aire caliente en su oído.

Consiguiendo una oleada de excitación que recorría todo su pecho y bajaba directo a esa zona. Umi no entendía si el alcohol le hacía sentir con más intensidad ese tipo de roces.

Como respuesta sólo asintió y cerró los ojos avergonzada.

- Si hago algo que no te agrade, puedes decirme Sonoda-san.- Terminó de decir.

Kotori no tenía idea de cómo tocar un pene, sólo tenía experiencia con mujeres y si acaso llegó a tener un novio pero ni si quiera llegaron a ese punto.

Decidida, colocó la palma de su mano en el abdomen plano de la peliazul bajando lentamente hasta terminar encima de la ropa interior,sintiendo el bulto con su propia mano; caliente y duro.

Umi se estremeció por ese toque, dejó salir un suspiro de excitación. Fue una luz verde para la ojiambar de seguir con lo que hacía. Dió caricias de arriba hacía abajo por todo lo grueso de aquel pedazo de carne.

Deslizó su mano por dentro de su ropa interior, rodeando todo lo grueso para empezar a subir y bajarla. Con cierta presión desde la punta hasta la base. Por la textura Kotori podía sentir las venas marcadas que le rozaban en sus dedos. Poco a poco comenzó a sentirse mucho más mojada que antes. Subió su mirada sin dejar de mover la mano para observar a la escritora, quien ésta sólo suspiraba y seguía cerrando los ojos, su pecho bajaba y subía por el aire caliente a su alrededor.

Con la confianza suficiente, Kotori dejó de mover su mano para ponerse de rodillas entre las piernas de Umi, quedando su rostro cerca de su entrepierna.

La escritora al dejar de sentir sus caricias abrió los ojos con una vista nublada tratando de controlar su respiración. Visualizó como su invitada bajaba sus boxer, liberando su querido amigo que tanto la había pedido salir a la vez que se movía como un resorte que apuntaba al rostro de la pelicenizo.

Kotori miraba sorprendida el tamaño de la escritora era algo que no se esperaba. Podía jurar que tal vez le medía 18cm, aunque no tuviera idea de tamaños.

- Sonoda-san sí que es grande.- Sonrió pervertidamente.

- N-no digas eso Minami-san.- Susurró apenada.

- Pero mira ésto.- Volvió a darle caricias de arriba hacía abajo con la misma presión mientras mantenía el contacto visual.

- .. Mgh.. Minami.. - Dió una bocanada de aire.

- ¿Quieres ponerlo dentro de mi?.- No le importaba a la pelicenizo las palabras tan sucias que usaba en esos momentos, sólo sabía que se sentía caliente y no quería parar.

- P-ponlo.. En tu b-boca..-

Con una sonrisa maliciosa y pervertida, asintió para obedecer aquella órden. Abriendo su boca e introduciendo el pedazo de carne que cada vez lo sentía más duro y caliente. Dando succionadas con el mismo ritmo acompañado de lamidas por todo lo largo.

La peliazul suprimió un gemido agudo mordiendo su labio inferior. Sus manos se colocaron en la cabeza de su invitada e insconcientemente movía ligeramente sus caderas para sentir más placer tratando de no lastimarla.

Lo cual a la ojiambar no le molestaba en absoluto.

Envolvió la punta con su lengua, teniendo como respuesta un gemido de la escritora.

- M-más rápido porfavor.- Pidió la peliazul.

Apresurando sus movimientos, le comenzó a dar las anteriores caricias con una de sus manos, ya con la concentración necesaria para seguir dándole lamidas y succionadas.

Sin tardarse, el abdomen de la escritora se tensó con las últimas caricias que recibió, acercándose el momento de terminar.

- M-minami.. Estoy apunto de terminar..- Casi se le hacía imposible formar esas palabras, pero quería avisarle a su invitada antes de correrse.

Dió unas últimas embestidas a la boca de la modista de manera descontrolada. Viniendose dentro de ella, acompañado de un suave gruñido de parte de Umi.

Su miembro duro se desvaneció ya un poco flácido posado en su abdomen,notando que su corrida salía de la boca de su invitada y bajaba por su barbilla, se alarmó poniéndose de pie y acercándose a un cajón sacando una pequeña caja.

- L-lo siento, d-déjame limpiarte.- Con prisa quiso pasarle un pañuelo.

Pero su corazón hizo vuelcos. La modista estaba terminando de lamer con sus dedos lo último de su corrida gustosa.

- Tienes un muy buen sabor Sonoda-san.- Con el tono más sensual posible habló sonriente.

Dejó caer el pañuelo. Toda su sangre se fue a esa zona ocasionando que sintiera ponérselo duro de nuevo ya no podía notar lo sonrojada que estaba.

La modista se puso de pie quitándose su ropa interior, sus bragas cayeron completamente húmedas. Por último retiro su sostén dejándolo caer de espaldas.

Umi sólo miraba de lejos. Comenzó a creer que estaba en un sueño.

La mujer dueña de sus emociones. Caminó a la cama y se recostó con las piernas abiertas. Dándole una vista magnífica de aquél vaivén entre sus piernas.

- Dame atención porfavor.- Pidió dolorosamente con el rostro sonrojado.

Atragantó, se acercó a la cama poniéndose encima de ella. Por fin sintió el roce de sus cuerpos. Esa fricción entre ellas al sentir lo caliente de sus cuerpos terminó por poner a su amiguito listo para hacerlo.

Umi bajó su mano entre las piernas de la modista. Primero introdujo un dedo obteniendo un gemido de parte de la ojiambar. A los segundos fueron dos dedos. Comenzando a moverlos lentamente, los cuales entraban y salían con facilidad por lo húmeda que ya se encontraba.

Su cabeza fue a parar en esa zona. La modista le había echo sentir bien y ahora le tocaba hacer lo mismo por ella. Dió una lamida en esa parte, rozando el clítoris con ligera presión.

- A-ah-

Ganó un gemido sonoro, incrementó la velocidad en que metía y sacaba sus dedos, sintiendo como las piernas de la modista temblaban con cada presión que hacía. Succionó el pequeño botoncito de carne con suavidad, dando lamidas profundas.

Umi dejó su trabajo para subir al rostro de la modista, su mirada caliente pidiendo por más le encantó en absoluto a la peliazul, sacó sus dedos, dirigiendo su mano a su polla, acercándola con el objetivo de rozarla hasta que la modista le pidiera metérsela.

Mientras siguió con su juego de torturarla lo cual le funcionó ya que su respiración se agitaba cada que la punta se presionaba y deslizaba en esa zona.

Se encargó de besar el suave cuello de la pelicenizo, su piel era tersa y eso captaba la atención de Umi, tratando de no dejar marcas notorias aún así dejó unas cuantas por sus clavículas y una al inicio de su cuello con suaves mordiscos y succionadas.

La idea de hacer suya a la modista la mantenía como prioridad, con sólo ver como esa mujer se agitaba y le gemía al oído le hacía aumentar más sus ganas sin dudarlo.

Sintió un jalón en su amiguito, bajó la mirada para encontrarse con que la mano de Kotori la posicionaba en su centro.

- Me haces sufrir Sonoda-san, por favor métela ya.-

Esas palabras eran las únicas que necesitaba Umi para de un empujón comenzar a meterla con delicadeza. Notó que la pelicenizo hizo una mueca de dolor, con temor trató de alejarse pero fue bloqueada por las piernas de ésta misma.

- Estoy bien Sonoda-san, sólo hazlo con gentileza- Dió una sonrisa agitada.

- Dime cuando dejé de doler para moverme- Con toda la delicadeza posible comenzó a deslizarse por lo suave de su entrada, y de un empujoncito terminó de tenerlo completamente dentro.

- mhgh.- Gimió de dolor mordiéndose el labio. La escritora sintió el placer recorrer por todo su cuerpo hasta la punta de sus pies, pues el interior de la modista era suave y resbaladizo, agregando la calidez que le envolvía.

Se quedó sin moverse un par de minutos, era consciente de su tamaño y que por esa razón tal vez era un poco tardado para que la modista se acostumbrara a ella.

- Hazlo Sonoda-san - Pidió.

- Puedes decirme cuando quieras parar.-

Se acomodó entre sus piernas, levantando una de ellas para subirla en su hombro, con más facilidad de entrar y salir a su manera.

Comenzó con ligeros movimientos, sacándolo todo y metiéndolo de un golpe, el ruido de choque en sus pieles tomaba lugar en el cuarto, se dió cuenta como las reacciones de la modista cambiaban de muecas de dolor a gemidos de placer, esto le dió por entender que ya podía moverse a su antojo.

Tomó el control para marcar el ritmo, ella misma miraba con ligera perversión la unión de sus cuerpos como su polla entraba y salía húmeda por los fluidos de la pelicenizo.

Hizo contacto visual con la mencionada, ésta se mantenía aferrada a las sábanas mientras gemía sensualmente, la peliazul dejó su posición bajando la pierna de la modista y acercándose más entre sus piernas.

Haciendo la tan mencionada posición del misionero, pasaron unos minutos más en que la escritora se concentraba en dar movimientos controlados a unos que tenían bastante rudeza y chocaba fuertemente en la entrada de la modista.

Umi recibía rasguños en sus costados, lineas delgadas rojizas se dibujaban en su espalda baja cada que se movía golpeando la zona que la pelicenizo no creyó que llegaría.

- Aa-ah-

Aquél gemido fue provocado por una ola de placer entre sus piernas, sintió llegar tan pronto pues la escritora seguía con sus movimientos descontrolados golpeando una y otra vez ese lugar tan específico.

- M-me vengo Sonoda-san- Dijo agitada.

La escritora estaba tan concentrada en lo suyo que sólo alcanzo a escuchar su nombre en un gemido, y sin darse cuenta ya estaba apunto de terminar de la misma manera.

Acompañó a su invitada terminando agitadas y con descontroladas respiraciones.

Toda su corrida la dejó dentro de la modista, sintió un poco de preocupación al no usar un 'condón', pero recordó que estaba tomando anticonceptivos así que con despreocupación sacó su miembro de esa deliciosa zona que le había echo sentir su máxima calidez.

Cayó rendida a lado de su invitada, recuperando su respiración normal.

- ¿Estás bien Minami-san?- Preguntó con educación girando su rostro.

- Sólo estoy un poco cansada. Gracias.- sonrió con su cabello desordenado y una ligera capa de sudor.

- Perfecto - correspondió la sonrisa en la misma condición, posando su mano en su frente.

- Eres una experta en la cama sonoda-san.- Dijo coquetamente poniéndose de lado para tener más de cerca a la peliazul.

- ¿De verdad lo crees?- Dudó un poco, atragantó nerviosa.

- Claro que sí. ¡Haces unos movimientos increíbles con tus caderas!- Sin sentir pena confesó alegremente la pelicenizo.

Como respuesta la peliazul tomó una almohada cubriendo su rostro de la vergüenza y jaló una sábana para cubrir ambos cuerpos. Ese gesto le causó ternura a la modista, le parecía increíble la dualidad que tenía la escritora.

Por ahora sintió el cansancio caer por la madrugada, rodeó la cintura de la peliazul y con un suspiro descansó su cabeza en el pecho de la escritora para dormir. Umi correspondió el abrazo, acompañando el sueño de la modista. Sus párpados se sintieron pesados y por el ambiente tan relajado terminó por dormir placenteramente.

Haru~

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