Al día siguiente Serenity llegó a la misma hora, todos estaban reunidos en el comedor, los padres de Sammy y Serena no estaban nada contentos con la decisión de su hijo, pero sabían que no podían hacer nada al respecto. Serena se encontraba apoyada en la ventana mientras que en una mano mantenía firmemente el Cristal de Plata, la mano estaba en uno de sus bolsillos, pero quería ver si Serenity era capaz de notar la presencia de la preciosa joya. Esta no pareció notar nada cuando entró, se sentó en el mismo sillón que el día anterior y miró fijamente al chico.

"¿Qué has decidido Sammy?"

"Acepto." La tensión desapareció de la cara de la mujer y con una mano alargó el bolígrafo hacia el chico. "¿Qué debo hacer?"

"Debes decir: Saturno dame el poder."

El chico asintió y se levantó. Con un movimiento alzó el bolígrafo al cielo y gritó:

"SATURNO, DAME EL PODER."

Una intensa luz envolvió al muchacho y ante los asombrados ojos de sus padres su forma empezó a cambiar. Serenity y Serena miraron tranquilamente como los relámpagos negros envolvían al muchacho, formando su uniforme, el cual constaba de unos pantalones ajustados blancos y una camisa del mismo color, sus botas le llagaban hasta las rodillas y tenían el color púrpura de Saturno. El cuello de la camisa también tenía una línea del mismo color, en su mano apareció una larga vara terminada con una peligrosa punta afilada. En la frente del chico había aparecido una banda con el símbolo de Saturno en él. Serenity sonrió hacia el asombrado muchacho.

"Bienvenido a nuestro grupo guerrero Saturno."

"Es increíble." Irene y Ken estaban mirando atónitos al guerrero plantado ante ellos.

"Ven conmigo joven Saturno, te presentaré al resto del grupo."

Sammy miró un poco inquieto a su familia y después se giró hacia Serenity. "¿Puede venir Serena?"

La aludida levantó una ceja sorprendida, pero no dijo nada y aguardó la respuesta de la mujer. "Si quiere venir puede hacerlo." La mujer se levantó seguida de Sammy. "Vamos."

Los tres salieron de la casa y empezaron a andar, Serena vio de inmediato que se estaban dirigiendo al Shrine, donde ella y las demás guerrero solían mantener sus reuniones. Cuando llegaron, vieron que había reunidos unos cuantos chicos, para sorpresa de Serena entre ellos estaban Chad y Ken.

"Chicos."

Todos los presentes se giraron para mirar a Serenity y a los dos chicos. "Os presento al joven guerrero Saturno y a su hermana mayor Serena. Sammy, Serena, estos son Chad como guerrero Marte, Ken como guerrero Júpiter, Sissi como guerrero Mercurio, Lili como guerrero Venus, Jonatan como guerrero Urano y Ariana como guerrero Neptuno. Ahora que estamos todos aquí, podemos empezar a discutir como encontrar el Cristal de Plata."

"Serenity, aún no nos has contado por que razón está Serena aquí."

"Sammy lo ha pedido, y no veo ningún inconveniente en que esté. ¿Alguien tiene algo en contra?"

"Yo."

Serenity miró al muchacho que había hablado con curiosidad. "¿Y por qué, Jon?

"Ella no es uno de los nuestros, podría ser un espía de la Negavers."

"Como te atreves!"

Sammy miró con ojos relucientes al otro chico, de un movimiento se plantó en frente de Serena para protegerla, pero ella no se inmutó, para sus adentros pensó que Urano no había cambiado en absoluto, tanto Haruka como Jonatan eran igual de desconfiados.

"¿Y por qué no puede serlo?"

Ahora fue Chad el que sale en defensa de Serena. "Yo conozco a Serena desde hace muchos años, ella jamás haría daño a nadie!"

"¿A no? Entonces como es que ella es la única que continúa viva de su grupo de amigas?"

Ante esto Serena se enfadó, con unos pasos se plantó ante Jonatan y le miró a los ojos, lo que el chico vio en ellos le obligó a dar un paso atrás.

"¿Cómo te atreves a sacar a relucir este tema? No sabes nada de lo que pasó, así que si quieres acusarme de ser un miembro de la Negavers hazlo, pero no te atrevas a mencionar otra vez ese suceso." Suspirando, se volvió a Serenity. "Ahora creo que será mejor que me vaya, no quiero que el grupo se separe por mi culpa, pero tened esto en mente, solo un grupo unido será capaz de sobrevivir a los grandes peligros a los que os enfrentaréis."

Dicho esto Serena se giró y empiezó a andar hacia las escaleras, pero antes de que pudiera llegar, apareció un monstruo ante ella. Todos los demás, que se habían quedado en silencio después de sus palabras, cogieron los bolígrafos y empezaron a transformarse. Serena, mientras tanto, se había apartado del camino del youma y ahora observaba como la lucha se desarrollaba. Lo primero que notó, fue que estos guerreros no eran tan fuertes como las originales. También se notaba que no tenían, ni de mucho, tanta experiencia como sus predecesoras. Con un suspiro Serena corrió hacia uno de los lados del Templo y allí sacó su broche.

"Me temo que tendré que ayudarles. CRISTAL DE PLATA, DAME EL PODER."

La energía tan conocida la envolvió, y donde antes había estado la joven Serena, ahora estaba la poderosa guerrero Luna. De un movimiento saltó hacia el tejado del Shrine y desde allí continuó observando la lucha. Solo pensaba intervenir si era realmente necesario.

En el campo de batalla, todos estaban confundidos, ninguno sabía donde debía colocarse ni como debía atacar, solo Mercurio había conseguido decir las palabras adecuadas para que saliera su ataque, los demás no tenían tiempo a concentrarse y lo único que hacían era esquivar los ataques que les lanzaba el youma. Con un suspiro, Serena se llevó una mano a la cara y se tapó los ojos. No había más remedio que intervenir, o los acabarían matando a todos. Bajando otra vez la mano gritó:

"BASTA."

Todo el mundo se quedó quieto en su sitio. Hasta el youma dejó de atacar. Sin ninguna clase de introducción, Serena saltó al suelo, cogió su tiara que de inmediato se convierte en un disco luminoso y gritó. "DIADEMA ACCIÓN."

El disco voló directamente hacia el youma y lo redució a cenizas, sus compañeros la miraron atónitos. Ella se giró y los miró seriamente, luego media sonrisa apareció en sus labios, sin llegar a sus ojos. "No me miréis así, no en vano he estado luchando durante más de cuatro años." Júpiter fue el primero en recuperar la voz.

"¿Puedo hacerte una pregunta?"

Serena se giró hacia él. "¿Cuál?"

"¿Qué les paso a las otras guerreros?"

Serena suspira. "Murieron."

"¿Cómo?"

"Luchando. Vosotros ahora sois los guerreros y si queréis un consejo será mejor que aprendáis a usar vuestros ataques."

Sin darles la oportunidad de hacer más preguntas, guerrero Luna saltó al tejado del Shrine y desapareció de la vista de sus compañeros.

Serena se apresuró a destransformarse y se asomó por uno de los lados del templo, Mercurio fue la primera de verla.

"Serena, ¿estás bien?"

La chica salió y andó en su dirección.

"Sí, ¿y vosotros?"

"Estamos bien gracias a guerrero Luna."

Serena asintió y apretó el broche contra su cuerpo. Antes de que nadie pudiera decir nada más se oyó una voz.

"Vaya, los guerreros resulta que ahora son unos patosos."

Todo el mundo se giró y empezó a mirar por sus alrededores. Serena, por experiencia, levantó la mirada y vio que en el cielo estaba flotando Jedite. Sus manos se cerraron en puños, pero no dijo nada. El general advirtió que la chica le estaba mirando, ambos se miraron durante un largo momento y entonces él volvió a hablar. "Que coincidencia, la única inteligente del grupo y resulta que no es una guerrero."

Todo el mundo se giró hacia Serena y vieron que esta estaba mirando al cielo, enseguida todos siguieron su ejemplo y allí vieron al propietario de la voz. Un hombre vestido en un uniforme gris claro, con el pelo rubio y los ojos azules.

Ken fruncio el cejo. "¿Quién eres tu?

"Yo soy el general de la Negavers Jedite, ahora no es el momento de continuar luchando, pero tarde o temprano os mataré."

Dicho esto, Jedite se desvaneció y los guerreros se quedaron solos. Serena tenía el cejo fruncido, no le gustaba la idea de que Jedite volviera a estar aquí. Esto podía significar dos cosas, primero, que Beryl no le matara o segundo, definitivamente peor, que todos hubieran regresado. Siendo así, Metalia también estaría viva y la batalla sería muy dura. Con una mirada pensativa, miró a los demás que habían empezado a hablar entre sí. Involuntariamente se preguntó si estarían preparados para luchar, y para morir si fuera necesario.

De repente, oyó una voz que susurraba:

"Lo estarán."

Serena se giró ligeramente y vio a Plutón entre las sombras. Con unos cuantos pasos se acercó.

"¿Han vuelto todos?"

"Me temo que así es Princesa." Mirando a los nuevos guerreros, la anciana mujer preguntó "¿Vas a unirte a ellos?"

Serena denegó con la cabeza. "Por ahora no, quiero que desarrollen su fuerza y sus ataques, estaré allí cuando me necesiten, pero aún no estoy preparada para unirme a ellos."

Plutón asiente con la cabeza. "Tu tienes todo lo de las demás, ¿verdad?"

"Así es, creo que en la próxima batalla les daré los comunicadores, así podré mantenerme al tanto de la situación sin necesidad de estar con ellos constantemente."

"Es una buena idea. Llámame si me necesitas Princesa."

"Lo haré."

Plutón se desvaneció justo cuando los demás se destransforman. Sammy se giró en su dirección.

"Serena, ¿vienes?"

"Sí, ya voy."

Los dos chicos se despidieron de los demás y se fueron acompañados por Ken.

Sus padres les estaban esperando inquietos, ambos suspiraron aliviados cuando vieron a sus hijos ilesos.

"¿Qué ha pasado?"

"¿Por qué habéis tardado tanto?"

"¿Os han hecho daño?"

"Mamá, papá, estamos bien. Ha habido un ataque y hemos matado al primer monstruo. Bien, de hecho lo ha matado guerrero Luna, nosotros solo hemos sido capaces de estar saltando de un lado para otro como conejos asustados."

Mientras Sammy explicaba a sus padres lo que había pasado, Serena subió a su habitación. Estaba sumida en sus pensamientos cuando una voz la interrumpió.

"Sabes, tu hermano hace muy buenas descripciones."

Serena se giró lentamente y vio a Jedite plantado en la puerta.

Continuará.