Capítulo 5:

Serena y Jedite se miraron durante un rato, hasta k la chica rompió el silencio. "¿Cómo me has encontrado?"

"Ha sido fácil, ya sabía tu nombre, fue lo primero que hice cuando regresé. Sabes, ha sido una sorpresa, no pensaba que llegarías a cambiar tanto en cuatro años Serena, o debería decir guerrero Luna."

Serena no apartó la mirada de Jedite, no le sorprendía que el general la hubiera encontrado. Al fin y al cabo, había visto como ella, guerrero Mercurio y guerrero Marte se transformaban en la última batalla contra él. "La lástima en todo esto es que tu no has cambiado un ápice Jedite. Lo que me pregunto es como puede ser que sigas vivo, si no recuerdo mal, la última vez que nos vimos estabas debajo de un avión, no creo que Beryl te perdonara tu fracaso."

Jedite se enfadó ante esas palabras y tiró una bola de energía negra que Serena paró fácilmente con ayuda del Cristal de Plata. "Así que tu tienes el Cristal, ¿no deberías entregárselo a la reina Serenity? Si no me equivoco esta tarde estaba en el Templo."

"Yo soy la guardiana del Cristal, no pienso entregárselo a nadie."

"¿Ni siquiera a tu madre?"

"No, ella no sabe nada de lo que pasó, y yo ahora he recuperado todos mis recuerdos."

"Oh, claro, la Princesa ha alcanzado su mayoría de edad. Ve con cuidado Princesa, Metalia reinará sobre la Tierra y nadie podrá evitarlo."

Serena sonríe burlonamente. "¿En serio? La última vez la maté, y ahora pienso hacer lo mismo."

Jedite la mira con interés. "¿A qué precio?"

"Al que sea, sabes tan bien como yo que estoy dispuesta a sacrificar mi vida por la Tierra, no sería la primera vez que lo hago."

"Lo sé, ¿pero los demás guerreros están dispuestos a hacer lo mismo?"

Serena vaciló un momento antes de contestar. "No lo sé, espero que lo estén."

Jedite y Serena se quedaron mirándose intensamente a los ojos. "¿Por qué has venido Jedite?"

"Quiero que me ayudes." Serena levantó una ceja con incredulidad. "Si has recuperado todos tus recuerdos sabrás que yo era uno de los protectores de Endymión."

Serena asintió lentamente. "Lo sé."

"Quiero que me vuelvas a ese estado, es la tercera vez que estoy obligado a estar bajo la influencia de Metalia y sé que si sigo un poco más, ya nadie podrá volver a cambiarme. Por favor Princesa, ayúdame."

Serena bajó la cabeza. "¿Sabes que Endymión está muerto?"

Jedite la imitó y asintió.

"Lo sé, pero si vos me lo permitís os juraré fidelidad."

Serena levantó su mirada hacia la cabeza inclinada de su enemigo y asintió ligeramente. Con una mano sacó el Cristal de Plata de su broche y este empezó a brillar con una intensa luz plateada. La energía del Cristal rodeó a Jedite en unos instantes y empezó a purgar toda la energía maligna que su cuerpo había ido acumulando a través de los años. Cuando acabó, Serena se dejó caer sobre su cama agotada, el general plantado ante ella se fue recuperando lentamente. Cuando por fin levantó los ojos, la chica vio que ahora contenían amabilidad y que la estaban mirando con preocupación.

"¿Estáis bien alteza?"

Serena sonrió cansadamente. "Por favor Jedite, no me llames así. Estoy bien."

El general volvió a bajar la cabeza. "Majestad, sería un honor para mi, que aceptarais mi juramento de fidelidad para con vos y vuestro reino."

Serena se levantó y en un haz de luz se convirtió en Princesa Serenity mientras el general se arrodillaba ante ella. "¿Jedite, prometes protegerme a mí, a mi familia y a mi reino, usando todas tus habilidades y toda tu fuerza para el bien de este planeta y de la gente que aquí habita?"

"Lo prometo."

"En ese caso acepto tu juramento."

Serenity levantó la mano ligeramente y unas cuantas espurnas salieron de su mano en dirección al general, estas cambiaron su uniforme volviéndolo de un blanco rosado, a su lado apareció una espada y la capa blanca que colgaba de sus hombros tenía una línea plateada por los bordes. Finalmente, el cuello del uniforme era aguantado por una aguja con el símbolo de la media Luna. "Levántate general Jedite."

Este obedeció de inmediato mientras continuaba mirando asombrado su nueva ropa. Serenity volvió a ser Serena y se sentó de nuevo sobre la cama. Como el hombre no salía de su asombro, la chica optó por romper el silencio. "¿Estás bien Justin?"

El general levantó rápidamente la cabeza al oír su viejo nombre, su cara se iluminó con una sonrisa y asintió. "Sí, alteza, estoy bien."

"Por favor, llámame Serena."

El general asintió y miró a la muchacha sentada ante él. "¿Estás bien Serena? Estás pálida."

"No es nada, hacía tiempo que no utilizaba el Cristal de esta manera. ¿Te parece bien si hablamos mañana?"

"No hay problema Serena. Vendré a buscarte mañana por la mañana y te acompañaré a la escuela."

"Está bien. ¿Supongo que tienes un sitio para quedarte?"

"No te preocupes. Hasta mañana Princesa."

El general salió por la ventana de la habitación y Serena se tumbó totalmente sobre la cama, sin molestarse a cambiarse de ropa, la chica se durmió.



Por la mañana, Serena bajó temprano a desayunar con su familia, cuando estaban a punto de acabar sonó el timbre de la puerta. Antes de que nadie tuviera la ocasión de moverse, Serena se levantó y, besando a su familia, dijo que iba al colegio. Cuando salió, vio a Justin vestido en unos tejanos y una camisa blanca, sobre su nariz descansaban unas gafas de sol y en su mano llevaba un maletín y las llaves del deportivo amarillo aparcado ante la casa.

"Buenos días Justin."

"Buenos días Serena."

Galantemente el hombre aguantó la puerta abierta para que su acompañante subiera. Ninguno de los dos vio a la sombra que les estaba observando desde una esquina, brillando con energía maligna. La sombra desapareció y el coche arrancó y desapareció entre el tráfico de Tokio. Los dos ocupantes guardaron silencio durante unos minutos. Justin fue el primero en hablar.

"Serena."

La chica lo miró de reojo. "¿Qué?"

"¿Qué es lo que saben los nuevos guerreros?"

Serena apretó los labios. "Que yo sepa, no saben nada, lo único que les ha contado Serenity es que deben encontrar el Cristal de Plata y proteger la Tierra."

Jedite frunció el cejo. "Es decir, que no conocen tu existencia."

"Si te refieres a mi forma como Princesa, no creo que lo sepan. Tampoco saben que yo soy guerrero Luna."

"¿Por qué no se lo dices? Podrías saber lo que saben y hasta que punto están dispuestos a luchar por este planeta."

Serena sacudió la cabeza. "No puedo unirme a ellos Justin, no estoy preparada para volver a ser líder de las guerreros y supongo que mientras mi madre esté allí, ella lo será. Además, no creo que por ahora sean realmente conscientes del peligro en el que estamos, ellos no saben nada de Beryl ni de Metalia."

Justin aparcó el coche en un callejón y Serena y él continuaron a pie hasta la escuela, allí Justin se despidió de su compañera y volvió al coche.

Serena entró en la clase justo antes de que lo hiciera su profesora. Esta, en lugar de empezar con la clase normal, presentó a dos chicas nuevas. Cuando entraron en la clase, Serena las reconoció como Sissi y Lili. Por lo que dijo la profesora, eran hermanas gemelas y venían de un pueblo al sur de Japón. Sissi se sentó al lado de Serena mientras Lili ocupaba un sitio al lado de Molly.

A la hora de comer, las cuatro chicas se juntaron bajo el árbol donde solían comer las guerreros cuando aún estaban vivas.

"Así que venís de Ashan, ¿por qué estáis aquí?"

Sissi paró de comer y respondió a la pregunta de Molly. "Nuestro padre ha conseguido un trabajo aquí, en Tokio y ahora estamos viviendo aquí."

La comida continuó tranquilamente hasta que un hombre se acercó a ellas. Serena fue la primera en verlo y frunció el cejo preocupada. El hombre tapó los ojos de Molly y susurró en su oído:

"¿Qué bonita señorita quiere venir a comer un pastel de chocolate conmigo?"

Continuará.