Capítulo 11

Por la mañana, Serena bajó temprano a desayunar seguida de Chibi-Usa. Al entrar en la cocina las dos chicas notaron el ambiente tenso que descansaba en la habitación, pero ambas decidieron ignorarlo. Cuando acabaron de comer, sonó el timbre de la puerta y Ken fue a abrir. Delante de él había dos chicos guapos y una chica, cogida del brazo de uno de ellos, antes de que pudiera decir palabra, Serena apareció detrás de él y sonrió ampliamente a los recién llegados. "Buenos días Justin, buenos días Nathan, hola Molly, ahora mismo salgo." Serena volvió a entrar en la casa, seguida de su padre que estaba preguntando quien eran esos chicos. Serena lo ignoró, sabiendo muy bien que su padre era demasiado protector. Después de despedirse de sus padres y su hermano, Serena y Chibi-Usa salieron de la casa y subieron al coche de Justin que arrancó nada más cerrada la puerta. Por el camino Serena les contó todo lo que había pasado el día anterior. Cuando terminó, Nathan fue el primero en hablar. "No puedo creer que le juraran fidelidad a la reina en lugar de jurártela a ti." Serena sonrió tristemente. "Es natural Nathan, ahora la reina estará protegida, ¿quien si no iba a hacerlo?" Nathan resopló, un poco frustrado. "Eso ya lo sé, ¿pero quién te protegerá a ti?" Serena desvió la mirada. "Eso no es tan importante." Antes de que Nathan pudiera contestar, Justin se le adelantó. "No digas tonterías Serena, tú eres la futura reina." La chica sacudió la cabeza ligeramente. "Es probable que eso ya no siga así Justin, ahora que mi madre está aquí, ella será la que se convertirá en reina." Ambos hombres fruncieron el cejo. "No estoy de acuerdo." Serena suspiró. "Chicos, las cosas saldrán como tengan que salir. Ahora no empecéis a poneros en contra de la reina, sino aún terminaremos mal. Puede que tarde o temprano debáis jurarle fidelidad." Al unísono, ambos hombres negaron con la cabeza. "Jamás." Y Justin continuó. "Princesa, nuestra fidelidad está en ti, y nadie podrá cambiar eso." Serena levantó las manos ligeramente. "Está bien, tranquilos, al fin y al cabo, Plutón decidió hacer lo mismo." Los dos hombres dejaron a Molly y a Serena en el colegio y después acompañaron a Chibi-Usa hacia su escuela. Las horas pasaron lentamente, por fin Molly y Serena salieron a las cinco, cuando ambas se dirigían hacia el parque donde habían quedado con los chicos y Chibi-Usa, Serena tuvo una sensación que no había tenido en mucho tiempo. Cuando se dio cuenta de que era lo que acababa de notar se quedó quieta por un instante. "¿Qué pasa Serena?" Molly observó como su amiga tenía la vista perdida y se acercó para ponerle una mano sobre el hombro. Antes de que pudiera alcanzarla, su mirada se volvió a enfocar. "¿Serena?" En voz monótona, la chica habló. "Las guerreros acaban de transformarse, debo ir a ayudarlas. Por favor Molly, esperadme en el parque." Antes de que la otra chica tuviera tiempo de replicar, Serena empezó a correr hacia un callejón oscuro donde se transformó en guerrero Luna. Saltando de un tejado a otro, Serena se fue acercando hacia el lugar donde se desarrollaba la lucha. Los guerreros lo estaban haciendo mucho mejor que en la última batalla, todos ellos conocían sus ataques y ahora estaban aprendiendo como combinarlos para que fueran más útiles. Por fin, al cabo de unos minutos los tres youmas que había enviado Zoisite estaban en el suelo, a pesar de eso, ninguno de ellos tenía la capacidad de destruirlos. Mercurio estaba buscando frenéticamente una solución en su ordenador, pero allí solo encontró datos de cómo guerrero Luna mataba a los enemigos en el pasado. Levantando lentamente la cabeza para mirar a sus compañeros, la chica habló. "Chicos, me temo que tenemos un problema." Marte se acercó a ella mientras los otros continuaban manteniendo sus ojos fijos en los youmas caídos. "¿Cuál?" "En todas las luchas en que lucharon las guerreros anteriores, siempre era guerrero Luna la que acababa venciendo al youma, era su habilidad especial." Jonathan maldijo en voz alta. "Maravilloso, ¿y ahora que vamos a hacer?" Una voz suave corto todas las respuestas. "No te pongas nervioso Urano, ya estoy aquí." De un salto, guerrero Luna se colocó por delante de los demás guerreros y con su cetro eliminó a los youmas, convirtiéndolos en polvo. Todos los demás suspiraron de alivio, pero fue guerrero Urano quién rompió el silencio cuando Serena estaba a punto de irse. "Espera." La chica se giró, y lo miró con curiosidad aparente. "¿Qué quieres?" El joven guerrero se adelantó un poco. "¿No deberías jurar fidelidad a la reina como lo hemos hecho nosotros?" De repente, Serena se dio cuenta que los demás no sabían que ella era la Princesa Serenity. Con facciones neutrales, negó ligeramente la cabeza. "No creo que sea necesario, mi fidelidad está en la Princesa, no en la reina. Si ahora me disculpáis." Serena decidió transportarse y llegó al parque justo cuando Justin y Nathan estaban a punto de ir a buscarla. Los dos hombres se abalanzaron sobre ella, rostros llenos de preocupación. "Serena, ¿estás bien?" La chica sonrió, se notaba que estaba un poco cansada. "Sí, no os preocupéis, los guerreros están empezando a cogerle el truco, han sido capaces de tirar al suelo a tres youmas." Todo el mundo rió. "Vaya, eso es toda una proeza." Serena se les unió. "No seas malo Justin, piensa que solo están aprendiendo." El hombre se encogió de hombros. "Sí, ya." Una semana había pasado desde que Serena y sus compañeros fueron a la Luna, casi cada día había habido un ataque y Serena había estado ayudando los guerreros siempre que era necesario. Plutón había venido una vez, solo para comprobar que todo iba bien y por lo demás había estado encerrada en el corredor del tiempo. Chibi-Usa había sido aceptada como un miembro más de la familia y ella y Sammy se habían hecho buenos amigos. Una noche, Serena despertó sobresaltada. En un primer momento no supo que es lo que la había despertado, pero de repente vio que la caja de música que le había regalado Endymión estaba brillando. Con cuidado, soltó a su hija y la arropó entre las sabanas. Seguidamente, la muchacha se levantó, con las manos temblorosas cogió la caja en forma de estrella y la abrió, dejando que por primera vez en todos estos meses sonara la melodía del amor. Con un sobresalto, la chica cerró la cajita. 'Esto solo puede significar una cosa, Endymión ha vuelto.' Esta idea la sorprendió, pero cuando intentó localizarlo mediante su unión, lo encontró enseguida. Por lo que la chica podía ver en su mente, el Príncipe se encontraba en una habitación de hospital y estaba muy confundido. Sin dar crédito a sus ojos Serena dejó que la imagen desapareciera. Durante unos instantes, la chica se quedó inmobil, abrumada por sus sentimientos, entonces, de repente se puso en movimiento y se vistió con las prendas del día anterior. Sin hacer ruido salió de la casa y con la ayuda de su broche se transportó hacia un lugar desconocido, siguiendo la presencia de Darién. Mientras tanto, en el hospital Juuban, uno de los pacientes que estaba en coma acababa de despertar. La enfermera que estaba en la habitación había llamado al médico de guardia y ahora los dos estaban mirando al joven que estaba volviendo en si lentamente. De repente en la habitación entró un policía que había sido avisado por el médico. "Buenas noches." El joven tendido en la cama levantó la cabeza lentamente. Su mirada estaba un poco perdida, pero a pesar de eso intentó hablar. Su garganta estaba muy seca y con un ligero movimiento de la mano le indicó a la enfermera que quería beber algo. Esta asintió y le dio un vaso de agua que él apuró en unos segundos, seguidamente se giró hacia el policía y habló. "Buenas noches." El hombre fue a sentarse en la silla junto a su cama. "¿Cómo te encuentras?" El paciente, se encogió de hombros. "No estoy muy seguro." El policía aceptó la respuesta y pasó a cosas más importantes. "¿Puedes decirme como te llamas?" El hombre se sentó con la ayuda de la enfermera. "Me llamo Endymión." Frunciendo el cejo, el policía expresó sus dudas. "¿Endymión? Que nombre más extraño. Dime, ¿te acuerdas del ataque?" "¿Qué ataque?" Ahora Endymión era el que estaba frunciendo el cejo, no estaba acostumbrado a que le trataran con tanta familiaridad, al fin y al cabo era el Príncipe de la Tierra. Ahora que se fijaba en la habitación, se dio cuenta que habían cosas muy raras, máquinas que no había visto nunca. "¿Dónde estoy?" El medico se apresuró a contestar. "Estás en el hospital Juuban. Hace unos meses te rescataron de un sitio donde había habido un ataque, tu fuiste el único superviviente." El joven estaba extremamente confundido, no recordaba nada de lo que le estaba contando el hombre, pero en estos momentos solo otra idea le venia en la mente. "¿Y Serenity?" Los otros ocupantes de la habitación se miraron entre si. "¿Quién es Serenity?" El joven sentado en la cama los miró contrariado. "¿Cómo puede ser que no sepan el nombre de su alteza real la Princesa Serenity del reino de la Luna?" El oficial miró confundido al doctor que se encogió de hombros. "¿De que estás hablando? ¿Qué reino de la Luna? ¿Estas seguro que te encuentras bien?" Antes de que Endymión pudiera contestar una suave voz intervino. "Ya no existe el reino de la Luna Endymión." Todos se giraron y vieron a una chica que se acercaba. Iba vestida con unos pantalones tejanos y una camisa rosa. Sus ojos y los del joven sentado en la cama se encontraron. "¿Serenity?" La chica asintió con una ligera sonrisa en los labios. "Soy yo Endymión." El joven la miró de arriba abajo. "¿Qué ha pasado? ¿Desde cuando llevas esta ropa?" Serena se rió y se dirigió a la cama, ignorando las miradas sorprendidas de los demás presentes en la habitación. "¿No te acuerdas Endymión? El reino de la Tierra, el del Sol y el Milenio de Plata desaparecieron hace más de mil años." Endymión se puso tenso al instante, obviamente estaba completamente confundido. "Mil años. ¿Cómo puede ser?" Serena lo miró tristemente. "Beryl lo destruyó, la Reina Serenity nos envió al futuro para que renaciéramos y pudiéramos vivir nuestra vida otra vez y vivir en paz." "No lo recuerdo." Endymión puso su cabeza en sus manos e intentó recordar alguna cosa de las que le había contado Serena, ella mientras tanto se plantado a su lado y cogió el broche en su mano. Este empezó a brillar y la media Luna apareció en la frente de la Princesa. "Endymión." El Príncipe levantó la cabeza y sus ojos se encontraron, entonces Serena murmuró: 'Recuerda'. Una luz se dirigió hacia la frente del Príncipe e hizo aparecer el símbolo de la Tierra. De pronto la mente de Endymión se vio inundada por imágenes de la batalla final y de su vida en la Tierra. Cuando las imágenes pararon, el chico se dejó caer en la cama y se durmió sin decir palabra mientras su mente intentaba procesar toda la información que acababa de recibir. Serena volvió a colocar su broche en su bolsillo y entonces se giró hacia el médico y el oficial. "¿Qué era eso?" Serena les miró sin decir palabra, estaba intentando decidir si podía confiar en ellos o no. Antes de que el oficial repitiera la pregunta ella habló. "Si les contara lo que era eso ¿qué harían con la información?" Los dos hombres la miraron sorprendidos y ella decidió continuar. "Miren, puedo irme tal cual y dejarlos en la ignorancia, pero sé que entonces corro el riesgo que no me dejen en paz o lo que sería peor, que lo publiquen. Si se lo cuento, el peligro que la historia salga se reduce, pero si saliera sería desastroso. ¿Qué deciden? ¿Me voy o me prometen que no lo contarán a nadie y les cuento la historia?" El médico fue el primero en responder. "Me gustaría saber de que va todo esto, te prometo que no se lo contaré a nadie." Serena le miró a los ojos y vio que el hombre era sincero. El policía pensó durante un rato más y luego asintió. "Está bien, tampoco contaré nada." Serena se relajó y sonrió. "Bien. Si no me equivoco, usted es el oficial encargado de las extrañas muertes en el parque, ¿verdad?" El policía la miró fijamente, súbitamente interesado. "Así es, ¿sabes algo?" La chica asintió "Sí, las que allí murieron eran mis amigas, pero no eran solo esto, también eran las guerreros que han estado salvando Tokio durante los últimos cuatro años." Ambos hombres la miraron estupefactos. Finalmente el policía consiguió articular palabra. "Eso no puede ser, hemos recibido noticias que dicen que los guerreros han aparecido durante la última semana." Serena asintió de nuevo. "Cierto, pero esos son los nuevos guerreros. Si se fija verá que son diferentes. En primer lugar, no son tan poderosos como las anteriores porque apenas llevan unas semanas en su puesto, después verá que en lugar de ser todo chicas, los guerreros Urano, Saturno, Marte y Júpiter son chicos y su uniforme es diferente." El hombre suspiró. "¿Qué me dices de guerrero Luna?" Serena hizo una mueca. "Como he dicho antes, las guerreros eran mis amigas, de todo nuestro grupo solo hubo dos supervivientes, guerrero Plutón, que no asistió a la lucha porque tiene otras obligaciones y yo, guerrero Luna." El medico apenas se inmutó ante la revelación, puesto que se lo había estado esperando. Mientras dejaba que el otro hombre saliera de su asombro, miró al joven dormido en la cama. "¿Qué relación tiene él con todo esto?" Serena suspiró y también miró a la durmiente forma de Darién. "Él es Tuxedo Mask." Los dos hombres miraron un poco sorprendidos al chico y luego volvieron a girarse hacia Serena. El médico rompió el silencio. "¿Qué le has hecho antes?" Serena le miró un poco sorprendida. "Hace un rato que estoy aquí y he oído la mayor parte de la conversación, de ella se podía deducir fácilmente que Darién..." El policía la interrumpió. "¿Quién es Darién?" La chica se ruborizó ligeramente. "O, perdón. En esta época, el nombre de Endymión es Darién y el mío es Serena, no Serenity. Como estaba diciendo, he visto que la memoria de Darién estaba dañada, no recordaba nada de esta época ni el final de nuestra vida anterior. Con la ayuda de este broche he podido restablecer su memoria y ahora recuerda todo lo que ha pasado." Durante las siguientes horas, Serena les contó todo lo referente al Milenio de Plata y a su vida en ese reino, luego les explicó todo lo que había pasado desde que una gata llamada Luna entró en su vida. Ya era casi completamente de día cuando la Princesa terminó de contarles toda la historia. El oficial, dándose cuenta de la hora que era decidió que era mejor marcharse. "Me temo que debo irme, no te preocupes Serena, guardaré tu secreto. Toma, es mi tarjeta, si alguna vez tienes algún problema llámame." La chica sonrió cansadamente. "Lo haré, gracias Rudolf." El hombre se marchó y el médico y ella se quedaron solos. "También yo debo irme Serena. ¿Puedo hacer algo por ti antes de irme?" La chica asintió. "Sí Matt, puedes quedarte un momento aquí, necesito ir a casa para dejar una nota para mis padres, no deseo que se preocupen." El hombre sonrió amablemente. "Claro Serena." Serena le devolvió la sonrisa y desapareció. Cuando reapareció en su habitación, vio que Chibi-Usa aún estaba durmiendo. Sin hacer ruido se cambió de ropa y bajó a la cocina donde su madre estaba preparando la comida. Allí le dijo que iba a pasar todo el día fuera y salió por la puerta antes de que la mujer tuviera la oportunidad de replicar. Cuando llegó, Matt estaba mirando unos historiales médicos y Darién aún estaba durmiendo. El médico sonrió hacia Serena y se fue. La chica se sentó en la silla que estaba al lado de la cama y decidió llamar a Justin antes de que pensasen que le había pasado algo al no encontrarla en su casa. Al segundo timbre una voz soñolienta contestó. "¿Sí?" "Buenos días Nathan." El hombre gruñó. "Serena, ¿qué haces despierta tan pronto?" "Estoy en el hospital Juuban." Serena sonrió maliciosamente cuando oyó como Nathan aguantaba la respiración bruscamente. "¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? ¿Por qué no nos has llamado antes?" Serena no pudo aguantarse más la risa y se pasó el siguiente minuto riendo mientras Nathan escuchaba confundido desde el otro lado del teléfono. Finalmente, la chica recuperó su voz y se apresuró a calmar al hombre. "Estoy bien Nathan, no me ha pasado nada." La voz de Nathan estaba llena de frustración cuando volvió a hablar. "Pero acabas de decir que estás en el hospital." "Así es, pero no estoy por mí. Sería mejor que vinierais, no os vais a creer lo que he descubierto." "¿No puedes decirlo?" La voz de Serena se tensó un momento. "No, quiero que lo veáis. Otra cosa, id a buscar a Chibi-Usa cuando estéis de camino hacia aquí, la llamaré para que sepa que estáis en camino. Resignado, el hombre asintió para si mismo. "Está bien Serena, ahora vamos."