Nuevos Guerreros.

Capítulo 13

Toda la habitación se quedó en silencio después de las palabras de guerrero Saturno, y hasta Sissi dejó de trabajar en su ordenador y se quedó mirando hacia la frágil chica que descansaba con los ojos cerrados en brazos del hombre vestido en un esmoquin. La siempre tranquila Plutón fue la primera en romper el silencio.

"Príncipe, sería mejor que llevaras a la Princesa a su habitación, parece que utilizar el Cristal la ha dejado muy cansada, Pequeña Dama, ve con tu madre, Generales, será mejor que os llevéis a Zoisite a vuestra casa, así podrá dormir en paz."

Todos asintieron y empezaron a cumplir las órdenes de la anciana guerrero. Cuando Darién volvió a bajar vio que en la habitación solo quedaban Saturno, que estaba intentando consolar a sus padres y Jedite que le estaba esperando. Haciéndole una señal al general, los dos hombres salieron de la casa mientras oían como Irene se lamentaba por haber ignorado a su hija durante estas últimas semanas.

Durante esa noche, Serena se despertó sobresaltada, en un primer momento no supo que es lo que había pasado, pero poco a poco se dio cuenta que había una figura resplandeciente en una de las esquinas de su habitación. Con cuidado, la Princesa se levantó sin despertar a Chibi-Usa y se acercó. Delante de ella distinguió la figura de la reina Serenity, no había duda que solo era una visión y que no era la Serenity de carne y huesos que las últimas semanas había estado en su vida. Serena sonrió y susurró: "Mamá."

La forma de la reina también sonrió, pero esa sonrisa no llegó a sus ojos. Serena lo notó y vio la expresión triste en la cara de su madre. "¿Qué es lo que pasa madre? ¿Por qué estás triste?"

La reina suspiró y bajó la cabeza. "Serenity, mi preciosa hija, tengo miedo por lo que va a pasar."

Serena la miró detenidamente. "¿Por qué, mamá?"

Levantando la cabeza, la reina miró fijamente a su hija. "Ahora que los guerreros han jurado fidelidad a mi reencarnación, tu estás prácticamente sola. A pesar de eso, ellos no están preparados para asumir los peligros que esta noche traerá consigo, apenas están aprendiendo lo que significa ser un guerrero, por eso estoy asustada. Serenity, si no nos damos prisa Beryl conseguirá despertar a Metalia." Serena aguantó la respiración mientras su madre continuaba. "No sé lo que debo hacer, solo sé que tenemos que hacer algo está noche misma sino la Tierra estará perdida."

Serena se quedó en silencio un largo instante, pero entonces se irguió. "No tengas miedo mamá, yo me ocuparé de vencer a Metalia y tienes razón si dices que los guerreros no están preparados."

La reina la miró tristemente. "Serenity, sé que es la única solución. Por favor, ve con mucho cuidado, una vez vuelva a mi cuerpo ya no recordaré nada y por lo tanto lo dejo todo en tus manos."

Serena vio como la imagen de su madre desaparecía entre las sombras de su habitación y cogió con fuerza el cristal que descansaba sobre su pecho. Una vez mas tendría que luchar contra Beryl y esta vez estaría sola. Secándose las lágrimas que ese último pensamiento había creado, la princesa se giró y sin decir una palabra más se acercó un momento a la cama y miró a la pequeña niña que yacía en ella. Sabiendo que iba a luchar por el futuro de donde su hija venía, Serena sonrió ligeramente. Seguidamente abrió una ventana y saltó hacia fuera, alejándose cada vez más de su casa, corriendo hacia la batalla que le esperaba. Cuando consideró que había ido lo suficientemente lejos, sacó su broche y en un haz de luz se transformó en guerrero Luna. Con un último suspiro, la Princesa desapareció, teletransportándose hacia el Polo Norte, donde sabía que Beryl la estaba esperando. Lo primero que sintió fue el frío que reinaba en ese lugar. A pesar de que estaba todo cubierto por la nieve, un sentido la guió a través de las blancas dunas hacia el sitio donde estaba la base de la Negavers. De repente, notó que había alguien andando a su lado. Bruscamente se giró y sus ojos se abrieron incrédulos, a su derecha estaba andando guerrero Mercurio. La antigua guerrero Mercurio.

Parándose de repente, la chica no pudo evitar el susurro incrédulo que escapó de sus labios. "Ami."

La chica se giró con una sonrisa hacia Serena, pero esta sonrisa cambió en un abrir y cerrar de ojos y la chica tuvo el tiempo justo a apartarse antes de que la guerrero la congelara. Lágrimas de dolor empezaron a resbalar por el rostro de Serena, nublándole la vista. Le era imposible luchar contra un youma que tuviera la misma apariencia que su vieja amiga. Pero de pronto una imagen de Ami entró en su mente y la sacudió. Cuando se paró a comparar al youma con su amiga vio que no tenían nada en común. Ami era pacífica y simpática mientras que el rostro delante suyo mostraba odio y crueldad. De repente Serena no pudo soportar la idea de seguir viendo esa cara. De un movimiento cogió la tiara y la tiró en dirección al youma, este no se lo esperaba y no fue capaz de esquivarlo. Cuando el polvo a que había quedado reducido el youma desapareció, una tenue luz azulada empezó a brillar ante Serena. La chica secó sus lágrimas y se dirigió hacia la luz. Allí, entre la nieve, vio un pequeño cristal con el símbolo de Mercurio en él. Cuando lo tocó, el cristal salió volando y se unió a su broche. Sorprendida, Serena notó una gran calidez en su corazón, y, reconfortada decidió seguir su camino sabiendo que su amiga estaba ahora con ella.

No había andado unos pocos metros cuando ante ella apareció el siguiente enemigo. Serena no estuvo demasiado sorprendida al reconocer la silueta de Raye que la estaba esperando con los brazos cruzados sobre su pecho. Como Serena ya sabía que debía esperar no perdió el tiempo acercándose más. Con su tiara bien dirigida hizo polvo al youma. Ahora la piedra que salió de él emitía una luz roja y tenía el símbolo de Marte. Mientras tocaba la piedra y esperara a que esta se uniera a su broche, Serena no pudo evitar pensar lo sorprendida que debía estar Beryl, puesto que hacía cuatro años no habría tenido la sangre fría suficiente para matar a sus amigas sin vacilar. Fácilmente Serena consiguió vencer a Lita y a Mina recogiendo las piedras al acabar. De pronto Serena notó que estaba rodeada. De detrás de unas dunas aparecieron los youmas de Urano, Neptuno, Plutón y Saturno. Serena se puso en guardia y no pudo evitar pensar que Beryl se había vuelto más prudente. Por el rabillo del ojo vio que Urano preparaba su ataque, de un movimiento Serena empezó a correr justo cuando la bola de energía salía de las manos del youma. La bola empezó a perseguirla y Serena sonrió divertida, de pronto, sin que nadie lo hubiera podido predecir, Serena se plantó delante de Saturno y cuando la bola estaba a punto de impactar contra ella, saltó.

La bola destruyó el youma de Saturno en un periquete y Serena vio que se formaba su respectiva piedra. El momento de tranquilidad había pasado, antes de que Serena pudiera coger la piedra Plutón salió a su encuentro. La chica lo vio por el rabillo del ojo pero decidió quedarse quieta hasta que la guerrero estuvo más cerca. El youma, pensando que no lo había visto, sonrió cruelmente y se tiró triunfante encima de Serena, pero esta estaba preparada y antes de que el youma pudiera tocarla su diadema lo redujo a polvo. Sin poder alegrarse por su victoria, guerrero Luna se vio obligada a saltar con tal de esquivar la bola de energía de Neptuno, que sin ninguna intención por parte de las dos chocó contra Urano y la destruyó. Serena saca su cetro y antes de volver a tocar el suelo destruyó al youma de Neptuno.

Con un suspiro de alivio Serena recogió todas las piedras que se unieron de inmediato a su broche. Otra vez sola, la Princesa se dirigió a la gran estructura de piedra que en estos momentos se elevaba ante ella. Era el momento de retar a Beryl. Rogándole a la Luna para que le diera fuerzas, la guerrero caminó hasta llegar a la gran arcada que escondía la entrada al reino de las tinieblas.

Continuará...