capítulo: Dos

- Hoy prepararemos una poción tranquilizante. Las parejas estarán compuestas de un Slytherin con un Gryffindor.

Miré rápidamente los ingredientes pedidos, las instrucciones, y me puse a trabajar, ignorando totalmente la presencia del chico dorado que me observaba con impaciencia del otro lado de la mesa. Al cabo de un rato, me preguntó, un poco exasperado:

- ¿Me vas a dejar ayudarte, o vas a hacer la poción tú

solo?

- Si quieres hacer algo, hazlo; si no, entonces cállate y déjame hacer mi trabajo. - respondí.

Lupin decidió ayudarme, así que agarró unas cuantas arañas y se puso a quitarles las patas. Eché una mirada furtiva al profesor escondido atrás del escritorio, y me di cuenta que seguía viéndome. No podría decir que me molestaba, sin embargo preferí concentrarme en mi trabajo. El chico de al lado ya no estaba haciendo nada, estaba perdido en los ojos del idiota de pelo negro.

- Remus, deja de babear! - Exclamé.

El chico se sonrojó, y yo también, no era mi costumbre llamar a las personas por su nombre de pila. Terminamos la poción quince minutos antes que los demás. Mientras esperábamos a que terminaran, no sabíamos muy bien que hacer. Lupin había decidido no volver a mirar al idiota, y terminó por sacar un libro y fingir que lo leía. Mientras tanto, decidí quedarme viéndolo, sin saber bien porqué, simplemente era divertido ver cómo sus manos temblaban ligeramente. Terminó por desistir, cerró su libro, y me correspondió la mirada. Nos quedamos así algún tiempo, una simple lucha de "haber-quien-aguanta-más". No pude evitar darme cuenta de que tenía unos ojos muy bonitos, color miel. Luego vino la voz del profesor. Se había acercado a nosotros, aunque ninguno de los dos lo había notado, y, por más que habló en un susurro, ambos nos sobresaltamos.

- Siento mucho tener que interrumpir su romance, pero necesito que me entreguen su poción. Espero que no sea un desastre, aunque hay grandes posibilidades de ello si tomamos en cuenta el poco tiempo que se tomaron en hacerla.

No seré gran conocedor del arte de interpretar las miradas, pero puedo afirmar que la que me lanzó el profesor fue de reproche.

* * * * * * *

La frase "Remus, deja de babear" es propiedad de Mina Moon.