Capítulo 39: Muérdago

Estaban tan emocionados con la fiesta de fin de año que ni siquiera hubo que despertar a nadie. Temprano por la mañana ya estaban todos despiertos y listos para el desayuno. Tomaron turnos para la ducha mientras el resto ayudaba a cargar todas las compras de nuevo en la camioneta, y a eso del medio día se pusieron en marcha hacia la mansión de los Blitzkrieg Boys en las afueras de Moscú. Emily ayudaba con las direcciones vía telefónica hasta que les dieron alcance, y luego siguieron en caravana hasta el destino. A pesar de que sabían que era una mansión, nadie esperaba que fuera tan grande: una imponente casona blanca de dos plantas con ventana tras ventana, casi del suelo al techo, de gruesos marcos que se volvían circulares en la parte superior. Parecía haber un corredor a todo el rededor del primer piso, como si todas las ventanas tuvieran balcones interconectados. La entrada estaba enmarcada por dos enormes columnas cuadradas y sobresalientes del resto de la construcción, con adornos garigoleados del mismo material, que ocupaban no sólo la planta baja sino toda la estructura, y el techo era a cuatro aguas con una especie de tejas verdes de algún material brilloso, con un doble techo que coronaba las columnas y cubría el porche, aunque no la escalinata que había que subir para entrar. En el exterior había una fuente.

Nadie disimuló la mandíbula en el suelo al descender de los vehículos.

—Si me hubieran preguntado dónde vivían esos chicos, esto no es en absoluto lo que habría imaginado
—Gángsters
—¿Eh?
—Es la única explicación
—Oh, vamos Daichí
—Sé lo que te digo, seguro están metidos en algo

Hilary sacudió la cabeza rodando los ojos. —Nada más que te escuchen, harás que nos echen a todos.

Se apresuraron a subir las escaleras y tocaron la enorme aldaba de color oro que adornaba la igualmente enorme entrada de dos puertas, seguramente de madera fina. Sergey les abrió casi de inmediato.

—¡Ah! Pasen, pasen.

Aunque no se detuvo de dedicarle una mirada poco amigable a Kai, quién no pareció inmutarse, el rubio alto se quitó del camino para dejar ver un enorme salón de techo alto, con mosaicos blancos en el piso excepto por un adorno color caoba mezclado con algo de negro en el centro del salón. A la izquierda había una salita, y bajando unas escaleras, el comedor, además de otra pequeña salita con alfombra y una chimenea del tamaño justo que debía necesitarse para calentar tamaña habitación. A la derecha, y al fondo, no había más que enormes puertas de madera y la escalera, con un barandal de madera también. El lugar estaba decorado con muebles antiguos también de madera, e iluminado por pares de pequeñas lámparas con pantalla, empotradas en las paredes. Había un enorme candil justo al centro del salón, de aspecto antiguo.

La Dinastía F y el batallón Barthez, que claramente habían tomado la invitación a quedarse allí, ya se encargaban de las decoraciones. Saludaron a todos alegremente y acordaron poner manos a la obra. Los recién llegados pidieron instrucciones sobre dónde tendrían que poner las compras y luego salieron nuevamente para descargar todo.

La propiedad tenía una entrada para autos enmarcada con columnas pequeñas y estaba cercada por una barda baja también de color blanco que claramente era decorativa y no tenía propósitos de seguridad, ya que sería demasiado fácil burlarla. Una vez afuera, en lugar de dirigirse a la camioneta, Kai se dirigió a la entrada. Chío se dio cuenta cuando él estaba a medio camino entre la fuente y la salida, así que corrió un poco en su dirección para poder hablar con él sin tener que gritarle.

— ¿Kai? ¿A dónde vas?

Se detuvo justo detrás del vehículo de los All Starz y esperó a que ella le diera alcance, recargándose casualmente en la defensa de la vagoneta negra.

—A donde tengo que ir
—Kai…

Convirtió su nombre en una súplica tristona, pero él no se inmutó, y en su lugar le cambió el tema de conversación.

—Por cierto, no me disculpé. No merecías algunas cosas que dije.
—Estabas herido, lo entiendo.
—Tú te disculpaste, aunque no lo sentías realmente
Ella sonrió, sintiéndose atrapada, pero tratando de disimular — ¿Quién dice que no lo sentía?
—Sé que no es así, pero lo intentas
—¿Quieres decir que soy un fraude?
Ella misma pareció pensarlo por un segundo y después hizo un puchero, cruzando los brazos sobre su pecho y recargándose también en el vehículo —Bueno, no contestes eso
Él sonrió levemente.
—No eres un fraude, creíste que estabas protegiendo a alguien
Que por fin lo reconociera la hizo sonreír —Entonces sólo soy una ingenua ¿Uh?
Kai levantó la ceja dándole la razón y ella resopló con una carcajada —Ah, pues gracias.
—Pero no del todo idiota
—Oh, detente ya o me desmayaré
Ella rio levemente, empujándolo con el hombro, bromeando como solían hacerlo. Era bueno sentir que podía volver a hacer eso. Los dos sonrieron cuando sus ojos se encontraron, uno más levemente que el otro, pero entonces Max le gritó a Chío y le hizo señas de que necesitaban ayuda, a lo que ella fingió un suspiro.
—Bueno, el deber llama. ¿Volverás para la cena?

Kai asintió, ella repitió el gesto lentamente, aceptando que no iba a hacerlo cambiar de opinión, y ambos retomaron sus caminos.

Kai caminó a la avenida y tomó un taxi. Conocía un atajo tomando una vía rápida, así que estuvo en el centro de Moscú en apenas un par de minutos y recuperó su vehículo de la pensión. Llegó a Avesley justo antes del atardecer. No se molestó en pasar por flores porque casi todo estaba cerrado ese día, en especial allí que era más provincial. Tal como supuso, en lugar de permitirle la entrada como normalmente, Thomas y la señora Meyers trató de impedirlo.

— ¿Qué estás haciendo aquí? Creí que teníamos un…
Kai fingió no escucharlo y contestó con otra pregunta— ¿Ya se lo dijiste?
—Aún no, pero...
—Quiero hablar con ella, es todo, no me voy a desaparecer, así como así
Tom se cruzó de brazos sopesándolo con los labios fruncidos durante un momento
—Está bien, pero sólo unos minutos. Y tendrá que ser en mi oficina.

Kai aceptó los términos y esperó allí a que la llevaran. Ella se le echó en los brazos apenas verlo.

—Hola, bonita.
—Kai, no creí que vinieras a pasar año nuevo conmigo, es fabuloso.

Él no parecía tan alegre y eso la desanimó de inmediato.

—¿No te piensas quedar? ¿A qué viniste entonces?
—Quería asegurarme de que estuvieras bien después de lo de ayer
—Estaré bien si te quedas
El bicolor agitó la cabeza. —Tengo cosas que hacer
—Más importantes que yo, claro está
Kai fingió no escucharla, así que la rubia tuvo que continuar. — ¿Volverás?
A él pareció costarle más de lo normal contestar a su pregunta, pero finalmente tragó saliva y respondió —Lo siento Morgan, esta vez no
La expresión serena de la chica se descompuso de inmediato
—¿Por qué no quieres volver?
—Necesitas ayuda y nos dejaste sin opción…
Ella lo interrumpió de tajo —Es por esa chica, ¿No es así?
—¿Qué?
—He visto como la miras. Vi que estabas herido hablando de lo que te hizo en Francia. Lo supe desde el momento en que la trajiste aquí y me la presentaste.
La rubia comenzó a sollozar y Kai no supo que responder así que permaneció en silencio. No creyó haber sido tan irresponsable.
—Tú eres mío
—No soy un juguete Morgan, no soy propiedad de nadie
Su mirada se tornó sombría. —Ojalá ella también sufra un "accidente".

Él río entre dientes. ¿Cómo podía haber sido tan ciego? Allí estaba esa extraña otra vez y por supuesto que necesitaba ayuda urgentemente. Comenzaba a sentirse mal de estar manteniendo una conversación con la Morgan que él conoció, pero se había ido una vez más, y nunca había estado tan feliz por eso, aunque para su mala suerte volvió a ser ella misma después de algunos segundos en silencio.

—¿Ya no me amas?
Lo miró entre las lágrimas y sus pestañas. Kai se acercó y le limpió las lágrimas de las mejillas con el pulgar
— ¿De qué estás hablando? Por supuesto que te quiero
Ella sonrió triste luego de un momento—… pero no así.
Él asintió, suspirando lentamente —No Morgan, no así.
— ¿Qué es lo que tiene ella?
Kai pareció pensarlo un momento. —No lo sé. No es algo que tenga que tú no, solo es... diferente a los demás. —desvió la mirada — ¿Podemos dejar de hacer esto? —la tomó de la barbilla con ternura y miró dentro de sus orbes violeta —Regresaré, te prometo que regresaré apenas me digan que estás mejor, no importa en qué parte del mundo esté, volveré. Sólo necesito que intentes ponerte bien ¿Sí? ¿Puedes hacer eso por mí?

Morgan no parecía muy convencida pero finalmente asintió justo en el momento en que tocaban a la puerta de la oficina para apresurarlos. Kai le dedicó una última mirada y le besó la frente antes de salir de la oficina. Agradeció al doctor con un asentimiento de cabeza y salió sin más del edificio. Subió de inmediato a la camioneta y deshizo el camino hacia Moscú.

No podía creer que estuvieran obligándolo a volver a dejarla sola, y se hundió nuevamente en culpa al recordar lo que habría sufrido ella todos esos años en que él se permitió ser lo suficientemente egoísta y estúpido como para tener amnesia mientras ella sufría sola en un psiquiátrico estatal. No era igual, claro, pero no podía dejar de sentir que estaba faltando a su promesa. Recordó su conversación con Chío la noche anterior, y trató de consolarse pensando que la castaña tuviera razón y Morgan estaba siendo atendida y podría recuperar su vida.

Pero esperar, y a la distancia, iba a ser una tortura para él.


En la mansión todo progresó rápidamente. Las decoraciones fueron colocadas con especial esmero, sobre todo los muérdagos que fueron estratégicamente colocados para poner en aprietos a más de uno durante la noche. La mesa del comedor se llenó rápidamente de bentos de gran variedad que Chío desconocía siquiera que pudieran conseguirse en Rusia, por mucho que Japón fuera país vecino, aunque quizá alguien los había tenido que preparar por cuenta propia. También hubo un gran despliegue de platillos más tradicionales como zakuski, guisados y vinagreta, a cargo del papá de Max y el abuelo Granger, con Rei y Hilary ayudando a cortar y pelar verduras. Judy supervisaba el acomodo de la elegante vajilla y el resto de los chicos se encargó de limpiar, decorar, y quitar del salón cualquier obstáculo para la gran comitiva. También había champaña para beber a la media noche, así como sendas cajas de refresco y cartones de cerveza para acompañar la cena.

El bicolor regresó a la mansión justo cuando Judy comenzaba a convocarlos a la mesa. Algunos no esperaron dos veces para hacerlo, pero otros estaban entretenidos platicando, por lo que la rubia tuvo que recorrer casi toda la mansión conminándolos a unirse a los demás. Chío estaba llevando platillos de la cocina a la mesa. Al verlo lo interrogó con la mirada, y él encogió un hombro con desgana, dando a entender que no había pasado gran cosa, por lo que no hubo necesidad de ponerse al tanto hasta después de la cena, que ocurrió con normalidad entre anécdotas y risotadas. Cerca de la media noche alguien sintonizó en la enorme televisión de pantalla plana —completamente contrastante con todo lo demás en aquella mansión, pero vamos, sólo había hombres viviendo allí, así que su existencia no sorprendía a nadie— para escuchar, aunque sea de fondo, el discurso del presidente y dar el brindis después con la champaña que Tala y Bryan estuvieron sirviendo diligentemente minutos antes.

Finalmente, cuando todos estaban tan distraídos que su conversación no causaba ninguna sospecha, Kai y Chío se alejaron del bullicio de la cena para sentarse en dos de los enormes sillones que decoraban la sala de estar, donde podían platicar casi frente a frente, sólo separados por la enorme ventana entre ambos sillones.

— ¿Y bien? ¿Me perdí de algo?

Ella le contó que Raúl y Mathilda se habían dado un tierno beso que no creía que fuera a significar nada, pero había sido altamente divertido obligar al pelirrojo a vencer su vergüenza. Mystel y Bryan se habían dado otro en plan de broma luego de estar discutiendo sobre quién había tenido la culpa de que una pared de guirnaldas terminara en el suelo justo debajo de otro muérdago, cosa que a Kai no le sorprendió en absoluto, ah, y los padres de Maxie parecían estar volviendo a encontrar la chispa, ya que ellos protagonizaron el más romántico de la noche hasta ahora: Ambos se distrajeron bromeando sobre el pobre trabajo en equipo de Tyson y Daichi que terminaron persiguiéndose por el comedor, dios sabrá por qué en esta ocasión, hasta que Hilary y Julia les hicieron notar que estaban debajo del muérdago. Al coro se unieron algunas voces más y para sorpresa y alegría de Maxie, terminaron cumpliendo su penitencia con sonrojo.

Luego de ponerlo al tanto finalmente cambiaron de tema.
—¿Qué tal te fue? Estuvieron preguntando a dónde te habías metido
Kai soltó un bufido inexpresivo
—Tal vez estás listo para decírselos, Kai
La castaña había estado pensando en ello desde que regresaran de Avesley, pero en especial durante la tarde. Si Kai era tan necio como para seguirse torturando, necesitaba el apoyo moral de sus amigos y estaba equivocado si creía que iban a juzgarlo, podía apostar su vida a ello.
—No, no lo sabrán
—Pero…
—No tiene caso ahora que no voy a volver —la interrumpió
—¿Cómo no…? —comenzó a rebatir ella antes de que él terminara de hablar, luego hizo una pausa visiblemente confundida — ¿Qué has dicho?
—Dije que no voy a volver. Hoy sólo fui a despedirme, creo que le debo al menos eso
—Oh… ¿Cómo se lo tomó?

Kai negó con la cabeza. Prefirió no repetir las cosas horribles que había dicho, pero era obvio que iba a tomarle un rato acostumbrarse a la idea de que tenía novia.

Chío intentó no parecer demasiado alegre, sin lograrlo del todo.
— ¿Eso es lo que soy? ¿Tu novia?
Kai la miró abriendo los ojos como plato y palideciendo por un segundo. No se había dado cuenta de que estuviera dando voz al pensamiento. Cuando se encontró con los destellantes ojos chocolate que parecían entender que lo habían pillado, se le subieron los colores, así que se levantó del sillón y se alejó junto a la ventana para tratar de recomponerse y no darle la satisfacción de verlo así.

A ella también le tomó un par de segundos unirse a él junto a la ventana. Kai la miró por un segundo, volvió la vista al cielo por un momento y después volvió a mirarla. Ella se mantenía expectante sin decir nada. Él soltó un pequeño suspiro antes de hablar —Nos hemos besado he ido más allá un par de veces. Sabes más cosas de mí que cualquiera y me estás ayudando con eso así que… sí, supongo que sí... Siempre que tú quieras, claro.

Chío sonrió enternecida pero no llegó a decir nada porque fueron interrumpidos por una súbita comitiva que clamaba por un beso. Habían salido de la nada y aunque Kai se preguntó si los habrían escuchado, la castaña le señaló con la mirada el muérdago que colgaba sobre ellos en el marco de la ventana. Kai suspiró y ella cerró los ojos, elevando el mentón ligeramente, y entonces… nada. Un cosquilleo en la nariz le hizo abrir los ojos, además de que los vítores se transformaron lentamente en un silencio sepulcral. La bufanda de Kai le hizo cosquillas mientras él se retiraba, obligándola a cruzar su mirada con la de los espectadores, incómodos y pasmados sin saber qué decir. La miraron con lástima y entendió por fin a lo que él se refería sobre no querer recibir esas miradas si les contaba lo de Morgan. Chío sonrió ligeramente y trató de no darle importancia

—Creo que eso es un no —murmuró, antes de alejarse también. Los ojos se le inundaron de lágrimas y tuvo que salir de la mansión en busca de aire fresco.
—Mierda
—Pobre Chío
—Creí que sí lo haría
—¿Creen que deberíamos…?
—Creo que ya hicimos suficiente por ahora, será mejor dejar de meter la nariz donde no nos llaman

La castaña se recargó en la fuente dando la espalda a la mansión, observando como la nieve caía lánguidamente sobre el suelo comenzando a cubrirlo con una fina capa. Se había sentido humillada, pero sabía que ella tenía la culpa por esperar otra cosa. Le había dicho que podía soportar que su relación fuera un secreto, aunque ahora ya no estaba tan segura. Si Kai fuera el que siempre había sido, lo del muérdago era exactamente lo que habría esperado, pero después de todo lo que habían pasado, después de lo que estaban platicando en ese mismo momento, era lo último que habría imaginado. Se prometió a sí misma no decir nada sólo porque siempre habían sido claros con el acuerdo. Si ahora cambiara sus términos Kai se molestaría, así que lo mejor sería tragarse el coraje y callarse el pico. Estuvo allí pensando en eso durante un largo rato, hasta que una voz la sacó de sus cavilaciones.

— ¿Estás loca o algo así?
— ¿Uh?
—¿Qué estás haciendo aquí en el frío?

Levantó la mirada para verlo desde la parte alta de la escalinata y después volvió a su examen exhaustivo del suelo nevado. Una ligera ventisca y nieve habían comenzado a caer durante la cena y ya habían cubierto el piso de una buena capa para ese momento.
—Nada, no tengo frío —mintió
— ¿Puedo hablar contigo? ¿Adentro?
Ella no tenía muchas ganas de estar con él en ese preciso momento, pero ahora que lo decía, se estaba congelando. —Vale, como sea.

Aquello sonó más frío de lo que ella pretendía, pero Kai no se inmutó. La esperó en la entrada y la dejó pasar antes que él. La llevó junto a la chimenea y se sentó junto a ella frente al fuego, cubriéndole los hombros con la parte larga de su bufanda para ayudarla a entrar en calor.

—Escucha. No quería molestarte antes, ya sabes, después de la cena… Sólo no quería que la primera vez que te beso en público fuera por el estúpido muérdago.
Ella parpadeó — ¿Qué quieres decir con "la primera vez que te beso en público"?
— ¿Tú qué crees que quiero decir? — respondió él, con una ligera sonrisa, tomándola de la barbilla y besándola tiernamente por apenas un par de segundos antes de que la voz de Tyson ensordeciera el bullicio de las conversaciones aisladas. — ¡Oh por dios! ¡Son no-vios y se besan en sus bo-cas!
—Tyson, no actúes como un crío —murmuró Rei, temiendo que Kai se acobardara, o peor, quisiera matarlo.
— ¿Tienes algún problema con eso, Tyson? —preguntó el bicolor, sin dejar de mirar a Chío a los ojos con una sonrisa
— ¿Ehh? ¿No? ¡Oh por dios, si es cierto que andan!
—Míranos

Entre aplausos y expresiones de asombro y ternura, Kai la besó otra vez, haciendo este beso aún más romántico. Ella le devolvió el beso en esta ocasión, saliendo del shock… un poco.
—¡Eres un tramposo! —le dijo, fingiéndose enojada.
Él arqueó una ceja — ¿Por qué?
—No es la primera vez que nos besamos en público. La primera vez que nos besamos tuvimos público ¿Ya lo olvidaste?
Kai pareció pensarlo durante un segundo —Ajá, pero esa vez tú me besaste a mí. Ahora te estoy besando yo. Eso la hace diferente.

Chío rodó los ojos riendo entre dientes justo antes de que él volviera a sellar sus labios con un beso, esta vez rodeándole los hombros con un brazo y atrayéndola hacia él, mientras ella acariciaba su mejilla.


F I N


No puedo creer que por fin llegamos a ésto. Éste capítulo es de lo primero que escribí para Kaizen y finalmente pude ponerlo en tinta, estoy muy muy contenta. Si llegaste hasta aquí luego de leer todo, desde el fondo de mi corazón muchas gracias. Ojalá lo hayas disfrutado tanto como yo al escribirlo.

Mixio.