ADIOS A RIVENDEL

Aquella noche Arwen se despertó sobresaltada. Había tenido un sueño horrible en el que Aragorn se iba y se echaba la culpa a sí mismo por no haber luchado por su amor. Por suerte sólo había sido un sueño, pero tenía una sensación que no le gustaba nada. Aún llevaba puesto su vestido pues se había quedado dormida en brazos de su hermano y no se había cambiado. Se levantó de la cama y se dispuso a ir a la habitación del heredero de Isildur. Necesitaba verlo, hablar con él sobre lo ocurrido. Si hacía falta se escaparía con él y se iría de Rivendel, hasta que su padre aceptara sus sentimientos.

Sigilosamente abandonó su habitación y se deslizó por los pasillos hacia la habitación de su amado. Por el camino no dejaba de darle vueltas a la cabeza. Sí, estaba decidida, se iría con él a pesar de la negativa de su padre. Juntos viviría felices. A pesar de sus pensamientos optimistas, una sombra de tristeza comenzaba a cubrirlos. Algo en su interior le decía que el sueño era algo más que eso, que era real. Comenzaba a desesperarse, parecía que aquel pasillo no tenía fin y la angustia crecía por momentos.

Desesperada llegóa a la habitación y llamó a la puerta.

- Aragorn, ¿estás ahí?

No obtuvo respuesta y abrió la puerta.

La palidez se apoderó de su rostro. Estel no estaba. Su esperanza se había ido.

Por unos momentos se quedó paralizada allí, en la puerta, con los ojos fijos en la cama de su amado. Estaba intacta, él no había dormido allí. Se había ido sin ni siquiera despedirse de ella.

Poco a poco comenzó a reaccionar. Aragorn nunca se iría sin despedirse, nunca haría una cosa así. No su Aragorn. Sospechaba que su padre tenía algo que ver en ello. Cerró la puerta y decididamente se dirigió a la habitación de su hermano Elrohir, él debía saber algo, pues su habitación era la más cercana a la del mortal y ambos eran muy amigos.

Entró en la habitación de su hermano sin llamar y lo encontró dormido. Sin pensárselo dos veces comenzó a zarandearlo para despertarlo.

- Mmm... ¿qué pasa?- preguntó Elrohir con voz soñolienta.

- Elrohir, ¿dónde está?

- ¿Arwen? ¿Dónde está qué?

- Estel. ¿Dónde está Estel? Su cuarto está vacío.

Elrohir miró a su hermana fijamente. No sabía qué hacer. Ella tenía la preocupación pintada en el rostro y no soportaba eso. Pero decirle la verdad podía causarle un dolor mayor, y él no quería que su hermana sufriera.

- Arwen... yo no...

- Elrohir, si sabes algo dímelo. Por favor... hermano.

Ella comenzó a sollozar y Elrohir no pudo soportarlo más. Su hermana estaba sufriendo mucho y él debía aliviarle ese dolor. La abrazó fuertemente, consolándola.

- Arwen, cariño, tu amado Estel ya no está aquí. Se ha ido por un tiempo. Está de viaje.

- ¿Y por qué no me ha dicho nada? Eso no es típico de él.

- Ada le pidió que se marchara lo más pronto posible, sin despedirse.

- ¿Y por qué no me avisaste?- Se separó de su hermano.

- Arwen yo...- Elrohir bajó los ojos, se sentía culpable del dolor de su hermana- yo no sabía el motivo de esa marcha tan repentina y no me atreví a preguntar. Ada estaba muy enfadado.

- Debiste habérmelo dicho- Arwen estaba enojada. Sus hermanos nunca le habían ocultado nada.

- Pero fui a decírtelo, lo que pasa es que estabas dormida...

- ¡Pues haberme despertado!

- Elladan me dijo que habías estado llorando toda la tarde y te habías quedado dormida. No queríamos despertarte y aumentar tu tristeza.

Al ver la cara de su hermano, Arwen controló su enfado. Sabía lo mucho que sus hermanos la querían y entendía que no hubiesen querido preocuparla. Además ellos no tenían la culpa. Se acercó a Elrohir y le abrazó.

- Siento haberme enfadado. Sé que no tienes la culpa, pero entiéndeme, le quiero mucho.

- Lo sé- Elrohir respondió al abrazo.

Arwen se separó de los brazos de su hermano y se dirigió hacia la puerta. Al llegar allí se volvió.

- Dime, Elrohir, ¿hay algún caballo listo para partir?

- Mi caballo y el de Elladan siempre están listos por si hay algún problema y tenemos que salir... ¿por qué lo preguntas?

Arwen sonrió desde la puerta.

- Arwen... ¿no pensarás...? ¡No! Arwen, no puedes irte, Ada se enfadará. ¡Arwen!

- Elrohir, compréndelo, no puedo quedarme aquí parada mientras el amor de mi vida se va.

Elrohir comprendía a su hermana, de veras la entendía pero no quería que se fuera, que se expusiera al peligro sola.

- Te acompaño.

- No, Elrohir- los ojos de la princesa elfa eran suplicantes- esto es algo que debo hacer yo sola.

El elfo se sorprendió ante la valentía de su hermana. La imagen ante sus ojos le convencieron de que sería una gran reina. Tanta decisión, orgullo y valentía. Sí, sería una gran reina... para los hombres.

- Está bien. Mi caballo está listo, en los establos encontrarás una bolsa con provisiones. Aragorn ha partido hacia el Sur. Si mis cálculos no fallan, si sales ahora y te das prisa podrás alcanzarle a la hora de comer. No llevaba prisa y supongo que habrá parado a dormir.

- Gracias hermano- Arwen se dispuso a salir.

- Espera.

Elrohir se dirigió hacia su armario. Abrió una de las grandes puertas de madera y sacó algo. Era una capa de seda verde con motivos plateados exquisitamente bordados. Cerró el armario y con una sonrisa se dirigió hacia la puerta.

- Toma. Llévate esto- puso la capa sobre los hombros de su hermana.-Lo necesitarás. Si no ahora, cuando te vayas con Estel.

- Elrohir, yo... no puedo aceptarla ¡es tu capa favorita!

- Y yo quiero que la tengas tú- sonrió tiernamente a su hermana.

- Gracias- era el agradecimiento más sincero que había hecho en su vida.

Abrazó al elfo de cabellos oscuros con todas sus fuerzas y le besó la mejilla. Le habría gustado quedarse y estar con sus hermanos, pero necesitaba irse con el mortal. Elrohir retuvo a su hermana entre sus brazos. Quería congelar ese momento. Era su hermana pequeña. Parecía que había sido el día anterior cuando correteaba por los pasillos buscándole a él y a Elladan para jugar, cuando llamaba por la noche a la puerta y se metía en su cama porque tenía miedo de los orcos del armario. Sonrió al recordarlo. Y ahora, de repente, su hermana era toda una mujer, una gran dama, que iba en busca del amor de su vida. Respondió a su beso en la mejilla y se separaron lentamente, queriendo retener el tiempo.

- Cuídate, hermana mía- las lágrimas amenazaban con desbordar sus ojos, pero debía controlarse. No quería que su hermana le viera llorar.

- Lo haré, descuida.

Y con estas palabras la elfa abandonó la habitación de su hermano.

Elrohir volvió a su cama y se tumbó boca arriba, mirando al techo. Ya no contenía las lágrimas, que resbalaban por sus blancas y suaves mejillas. No volvió a dormirse, se quedó recordando bonitos momentos al lado de su hermana. Por la mañana iría a despertar a Elladan y a contarle todo lo ocurrido. No quería estar solo cuando su padre se enterara de lo que había pasado.

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Menos mal que conocía cada rincón de la casa como la palma de su mano porque no veía nada. Nada más salir de la habitación de su hermano fue corriendo sigilosamente, algo que los elfos saben hacer perfectamente, a los establos sin poder contener las lágrimas que ahora nublaban su vista y bañaban sus mejillas. Le dolía separarse de los suyos, pero debía hacerlo, si no sería infeliz toda su vida. Cogió la bolsa que le había dicho su hermano y su caballo, negro azabache, al igual que su pelo. Salió de los establos y montó a caballo. Antes de echar a andar se dio la vuelta y miró la que era su casa, donde tan buenos momentos había pasado.

- Adios Rivendel, te llevaré siempre en mi corazón.

Y tras estas palabras salió al galope en dirección al Sur.

- Aragorn, voy hacia ti, amor mío.

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¡¡¡Por fin!!! Lo terminé.

Siento el retraso, pero es que tuve una crisis de creatividad ¬¬ y ahora empecé la universidad... Pero terminé el capítulo. Y terminaré la historia. Ya la tengo toda pensada, solo tengo que plasmarla en un papel y pasarla a ordenador.

¡¡¡Muchas gracias por los reviews!!! Espero que os siga gustando.

Besotes.