Como ya saben nada de esto nos pertenece, la dueña de estos personajes es Stephenie Meyer y la historia es de la increíble Drotuno. AlePattz tiene su permiso para la traducción al español, pero debido a su situación de salud, un grupo de personas estamos colaborando para aligerar la carga que esto le pueda causar ;)
[Traducido por FungysCullen13 en apoyo a AlePattz]
Capítulo 33
BELLA
Sacudí la cabeza mirando hacia el patio frontal en casa de la tía Kate. Por muy arraigado que tuviera en mí el reunir información para un arresto legal, simplemente no se había podido hacer en esta ocasión. Cho y su familia podrían salirse de esta mierda. Regresarían a Seúl, a sus vidas, y ninguno de nosotros confiaba en que no fuera a hacer otra artimaña como esta en el futuro.
Eso, y el hecho de que había traicionado a Carlisle al intentar matarnos a todos, estaban a punto de hacerme arder en llamas.
No se podía conectar nada de lo que había en la USB de Kim Min-Jun con Cho. El dinero era imposible de rastrear, las cuentas estaban bajo nombres que solo existían en papel, y todas las transacciones se encontraban regadas por todo el mundo. Alice y yo habíamos rastreado cada nombre y cuentas falsas, pero los alias habían terminado ser anónimos callejones sin salida.
Lo único que conectaba a Cho con Kim, aparte de la confesión obtenida a base de violencia de Kim, eran los vídeos de seguridad del edificio de oficinas de Cho en Seúl. Mientras los hombres de Kim saqueaban y destruían la recepción de Cho hace aproximadamente dos años, los dos hombres se encontraban en el piso de arriba platicando como dos putos amigos.
—¿Cariño? —me llamó Carlisle a mis espaldas.
Me giré para verlo, y mi rostro debió reflejar todo el enojo y frustración que sentía.
Arrugó un poco la nariz.
—Oh, cielos. No encontraste una conexión.
Negué con la cabeza, cojeé un poco hacia los escalones de enfrente y me senté. El sonido de los martillos, taladros y las risas de los niños me llegaron a los oídos justo cuando Carlisle se sentaba a mi lado. La reparación de la propiedad de Kate iba avanzando muy bien; había empezado hace unos días con el viaje que tomó Edward hacia Anchorage. Y mientras las chicas y yo rastreábamos cada centavo, cada mensaje y cada cuenta, Edward había empezado a reparar la pobre propiedad de la tía Kate.
Actualmente se encontraban reinstalando las ventanas frontales junto con un nuevo columpio para el porche. Tuvimos mucha suerte ya que la granada que había explotado en el patio de enfrente no había incendiado toda la casa, en vez de eso solo había quebrado unas ventanas y ocasionado la pérdida del columpio. Honestamente, pudo haber pasado muchísimo más durante la pelea, pero agradecía lo que teníamos ahora.
Sin embargo, el granero era el que estaba lleno de más actividad.
Mi esposo estaba haciendo su mejor esfuerzo para al menos limpiar los cimientos de toda la basura quemada para poder empezar con la estructura para un granero nuevo. Todos los que no estaban lastimados o trabajando en la computadora estaban apoyando. También los niños, a su manera.
Me reí entre dientes al ver las manos llenas de hollín de Sammy persiguiendo a Bethy, que lo amenazaba con una escoba. La cara de Edward se mostraba llena de diversión mientras que Emmett simplemente animaba a mi hijo. Ned y Harry, sin mencionar a sus hijos Junior y Austin, también estaban ayudando a echar la basura en los remolques de los todoterrenos y a descargar el contenedor con la basura de la construcción.
Carlisle dijo mi nombre para llamar mi atención.
Apoyándome en él, volví a negar con la cabeza.
—Nop. No puedo demostrar ni una maldita cosa. Quien quiera que lo haya arreglado todo fue muy cuidadoso. El nombre de Cho no aparece en ninguna hoja, estado de cuenta bancario o transferencia electrónica. Los nombres que sí aparecen son prácticamente nadie – básicamente igual a tus casas de seguridad.
—¿Y todavía quieres hablar con él? —me preguntó, pero se parecía tanto a su hijo que podía leerle el rostro como si se tratara de un libro.
Me reí entre dientes y me encogí de hombros.
—¿Haría alguna diferencia? Quiero decir, tu hijo parece pensar que viajaremos a Seúl en el futuro si Cho se marcha.
—Mi hijo está en lo correcto.
Ni siquiera reacciono ante la finalidad de esa declaración, pero lo miro.
—Bien, entonces creo que deberías dejar que Cho piense que nos engañó. Le dará el valor para continuar con su vida como si fuera más inteligente que nosotros. Culpa a Kim Min-Jun de todo para darle a las masas una cara del enemigo. Eleazar se verá como un héroe por detener a un terrorista y nosotros seguiremos a Cho de regreso a Seúl. ¿Es así?
Carlisle sonrió.
—Sí, sabelotodo.
Riéndome, encogí un hombro.
—Tal vez Edward tiene razón. Tal vez sí eres mala influencia.
—Tal vez. —Sonrió ante mi risa—. Lo dejaremos ir. Terminaremos aquí y en Twi Tower, y luego planearemos para ir a Seúl.
—Bien —dije a través de un profundo suspiro, y asentí.
—Bella, los necesitaré en Seattle —admitió Carlisle con suavidad, encontrándose con mi mirada—. A todo el equipo. Necesitaré inteligencia y seguridad.
—¿Quieres a mi equipo de información dentro de Twi Tower? ¿O en línea y accesibles desde aquí? —le pregunté.
—No estoy seguro de que sea importante, pero en cuanto todos estén recuperados, descansados y puedan viajar, preferiría tener a mi equipo de siempre —respondió suavemente—. Twi Tech estará cerrada durante las investigaciones y reconstrucción, así que tenemos tiempo.
Asentí, entendía exactamente a qué se refería. Él quería a Edward, Emmett y Jasper, sin mencionar a Alec, Mickey y a mí. Quería al equipo en el que podía confiar sin siquiera pensarlo. Querría a Alice, Mack y Rose en línea y en nuestros oídos.
—¿Y cuándo vas a anunciar tu retiro? —bromeé, apoyándome en el beso que dejó con una risita sobre mi cabeza.
—No me retiraré. Al menos, no todavía. —Cuando volteé a verlo, noté humor en su expresión—. Todavía no puedo retirarme, cariño. Mi posición en Twi Tech me da acceso a este tipo de mierdas. Tu padre y yo tenemos más mierdas allá en el exterior que podrían afectarnos, Bella. ¿Puedes imaginar lo que habría pasado de no haber estado involucrados desde el inicio? El nivel de destrucción que pudo haber llegado a Seattle me mantiene despierto en las noches.
Arrugando la nariz, añadí:
—Sin mencionar que habrían tenido acceso a las armas por las que vinieron, ¿cierto?
—Exacto. No puedo entregar Twi Tech con una consciencia tranquila a la junta directiva para que lo arruinen. No ahora —declaró firmemente—. Y no estoy seguro de que Charlie hubiera querido que lo hiciera.
A pesar del tiempo que había pasado desde la muerte de mi padre, la declaración de Carlisle me provocó un nudo en la garganta y me llenó los ojos de lágrimas. Recordaba con perfecta claridad el día en que el hombre junto a mí recibió una bala por intentar salvar a Charlie. Habían pasado muchas cosas desde entonces, y luego algunos días miraba a mi alrededor y me preguntaba qué habría pensado mi papá de todo esto – mi esposo, mis hijos, mi trabajo, mi vida.
Edward y yo hablábamos seguido de nuestras madres porque Elizabeth y Renee habían querido que nos conociéramos, y ahora que estábamos juntos, significaba algo para nosotros que ella fueran buenas amigas. Pero Charlie no siempre era el tema de la conversación. Desafortunadamente, él y yo habíamos tenido una relación difícil al final, y sabía que Carlisle cargaba con un toque de culpa por la pérdida de mi padre – su mejor amigo – junto con la culpa de todo lo que yo había vivido como resultado de las acciones de mi padre – mi secuestro, la tortura, y ahora el estrés postraumático.
Acercándome, besé a mi suegro y padrino en la mejilla, diciendo:
—Puede que tengas razón en eso. Aunque no puedo imaginarme que él quiera que sigas haciéndolo hasta que seas demasiado viejo para disfrutar de tu retiro.
Carlisle sonrió.
—Cierto. Pero no por ahora.
—Entonces tienes todo mi apoyo junto al del resto de estos locos.
Se rio, echando la cabeza hacia atrás. Era tan parecido a su hijo que me reí con él. Cuando empecé a ponerme de pie, alzó una mano para ayudarme.
—Bien, diles a Edward y Eleazar que tenemos que dejar escapar a Cho. Yo iré con las chicas y Alec para prepararnos para Twi Tower —le dije—. Nos iremos cuando nos lo indiques.
~o~H&E~o~
Necesitaba respirar aire fresco, así que decidí dar un paseo. Contemplé las tres tumbas que estaban en la esquina de la propiedad de tía Kate. No había conocido a Garret, pero los otros dos… los otros dos eran héroes en lo que a mí concernía. Boris había recibido una bala dirigida a mí la noche en que Kim atacó este sitio. Se había movido mucho más rápido de lo que debería poder un caballero mayor con padecimiento del corazón cuando me jaló hacia atrás y se puso enfrente. Todos decidimos que Boris habría querido quedarse aquí, estar cerca de la gente a la que había llegado a querer y respetar.
Y luego estaba Sam enterrado a su lado. Las lágrimas se acumularon al pensar en el gentil gigante al que había querido y que había convertido en su misión exclusiva el asegurarse de que Edward regresara a casa conmigo. El hombre cuyas cicatrices me hicieron sentir menos sola en una época donde me sentía como un fenómeno, como si me estuviera cayendo a pedazos.
—¿Mamá? —escuché detrás de mí.
Me giré para ver a mi hijo corriendo hacia mí.
—Hola, Sammy —dije, me agaché y enterré la nariz en su cabello.
Mi hijo se portó muy gentil y dulce al estirar sus manos para limpiarme las lágrimas. Y de verdad era su padre vuelto a nacer. Edward solía pensar que él no era así, pero sí lo era. Sammy me recordaba a su padre cuando Edward tenía trece años – ese niño tímido, tartamudo y callado con el que había tenido un enamoramiento al terminar una tarde.
—Lamento mucho lo del señor Boris —susurró Sammy, dedicándole una mirada rápida a la tumba.
—Yo también.
—¿Quiénes son los otros?
—Garret está en la orilla. Es el esposo de tía Kate. Y Sam está en medio —le dije, analizando su reacción.
—Ese fue el que salvo a papá. Por él me pusieron ese nombre, ¿eh? —Se apartó un poco, frotándose la cabeza con una mano.
—Síp —dije, peinándole el cabello con los dedos—. Era un tipo enorme, grandioso que tenía cicatrices y asustaba un poco a la gente, pero nunca vi eso en Sam. Era un buen amigo, y cada día los veo a ti y a tu papá… y me siento muy agradecida con él.
Acuné la cara de mi niño y dejé un beso largo y pesado en su frente.
—Bethy dice que ustedes se irán pronto —murmuró suavemente, arrugando la nariz.
—¿Volvió a escuchar a hurtadillas? —pregunté, tomé su mano y nos llevé de regreso a la casa.
—No, creo que no —dijo entre risas—. Dijo que vio a papá y al tío Alec preparando cosas.
—Seguimos intentando atrapar a los chicos malos. La mayoría estaban aquí y ya se los llevaron. Pero hay unos cuantos más y no son tan fáciles de atrapar. Sin mencionar que Poppy tiene que regresar a trabajar en Seattle.
—Y tú irás como parte de su seguridad. —Frunció el ceño cuando asentí—. No quiero que vayas. ¡No quiero que vaya ninguno de ustedes!
Se le llenaron los ojos de lágrimas y lo cargué, pasando sus brazos y piernas a mi alrededor. Lo cargué hacia los escalones del porche y entramos en la casa. Edward estaba saliendo de la sala de computadoras cuando me encontré con su mirada.
—¿Qué pasó? —preguntó, poniendo una mano en la cabeza de su hijo.
—Creo que necesitamos una reunión familiar, cielo. Ve por Bethy y ven a nuestra habitación —le dije.
Alzó las cejas, pero asintió y nos besó a ambos.
—Diez-cuatro, dulzura.
Avancé por el largo pasillo hacia la suite que originalmente se había añadido para Elizabeth, Carlisle y Edward. Ahora era de Edward y mía. Tenía una sala y dos habitaciones, pero los niños preferían la habitación grande que estaba junto a la sala principal y que tía Kate había construido especialmente para todos los niños Gravity.
Me senté en el sofá, manteniendo a Sammy en mi regazo. Bethy entró con Edward justo tras de ella, y mi esposo era muchas cosas, pero estúpido no era una de ellas. Se sentó en la orilla de la silla, apoyó los codos en las rodillas y esperó pacientemente para escuchar lo que fuera que hubiera molestado a Sammy.
Bethy se dejó caer a mi lado.
—¿Qué pasó? —preguntó, igual que lo había hecho Edward.
Sonreí y le besé la frente, pero aparté a Sammy de mi hombro, limpiándole las lágrimas.
—Necesito que me escuchen, vamos a hablar de unas cuantas cosas también, ¿de acuerdo? —les pregunté, asegurándome de que ambos asintieran antes de seguir—. Su papá y yo todavía tenemos trabajo que hacer —empecé a decir, alzando la mano antes de que Bethy pudiera replicar—. Y sé que estamos en vacaciones de verano. Y sé que es muy inconveniente en muchos sentidos. También sé que les prometimos tiempo. Créanos, por favor, cuando decimos que preferiríamos estar aquí con ustedes, pero a veces hacer lo correcto significa dejar un poco de lado las cosas que quieres hacer.
—No quiero que se vayan —repitió Sammy, esta vez mirando a su papá.
—Ven aquí, compañero —lo llamó Edward, abriéndole los brazos. Luego de tener a Sammy sentado de lado en su regazo, Edward dejó un beso su cabeza—. Habla con nosotros, Sam. Dinos lo que estás pensando.
—Podrían lastimarse… o… o… —se quedó callado, sacudiendo la cabeza.
—Es verdad —concordó Edward con honestidad, no estaba apaciguando a nuestro hijo—. Pero voy a ser honesto con los dos. ¿La peor parte? Ya terminó. Tuvimos algunos percances, y ni siquiera saben de algunos de esos percances. Pero atrapamos a un tipo malo.
—¿Hay más tipos malos? —preguntó Bethy, pero parecía que ella ya lo había deducido sola.
—Sí, pero hay una diferencia entre el que inició todo esto en el edificio de Poppy y el que sigue libre. El segundo es un cobarde. Se esconde detrás del dinero y cosas caras —expliqué lo mejor que podía.
Edward asintió, mirando a Sammy.
—Mamá tiene razón. Chicos, sé que las cosas que pasaron en el edificio de Poppy y aquí los asustaron. Y está bien. Nosotros también estábamos asustados. Pero no hemos terminado.
—¿Qué sigue? —preguntó Bethy.
—Tu Poppy tiene que regresar a trabajar, pero necesita que vayamos con él para ayudarlo con todas las cosas que pasaron en su edificio —le respondí, acomodándole el cabello detrás de la oreja.
—Y luego tiene que hacer un viaje de negocios —declaró Edward, y mantuve la expresión neutral ante el toque de ira que permitió que tiñera sus palabras—. También nos necesita para eso.
—¿Cuándo? —preguntó al fin Sammy, frunciendo las cejas.
—Pronto —le respondió Edward—. Poppy quería esperar hasta que el tío Jasper y el tío Alec se recuperaran un poco antes de regresar a Twi Tower. Ambos ya casi están listos. Hasta entonces, yo seguiré reconstruyendo el granero de tía Kate. Tampoco he olvidado la promesa que te hice, Sammy.
La expresión de curiosidad de Sammy era la cosa más adorable que había visto en la vida, y escondí mi sonrisa en el cabello de Bethy.
—Bueno, ustedes querían esas bolitas de pelo, ¿cierto? —preguntó, asintiendo luego de que los niños le respondieran—. También querían una de esas torres para gatos, pero les dije que tendrían que ayudarme.
Bethy soltó una risita.
—Rayos, ¡sí!
Edward le sonrió, pero luego miró a Sammy.
—Para cuando vayamos a casa, esas bolas de pelo estarán listas para venir con nosotros.
Era una mujer afortunada porque Edward no podría ser un mejor papá. Era paciente y tranquilo, siempre estaba dispuesto a entregarles su tiempo, corazón y oídos. Era firme cuando se necesitaba, y relajado el resto del tiempo. Tampoco temía ser honesto, incluso si era para decirles a los niños que él también había sentido miedo. Se había preocupado en cierto momento porque no quería hacerles a Sammy y Bethy lo que Carlisle le había hecho a Edward cuando tenía esa edad, lo cual era hacerlos sentir que sus sentimientos eran inválidos o innecesarios. Estaba bien sentir miedo, tristeza o confusión. Demonios, los adultos podían sentir esas cosas.
Considerando mi pasado, sabía que estaba bien darles voz a esas cosas ahora. Queríamos que nuestros hijos fueran abiertos y honestos.
—Chicos —dije, suspirando profundamente—. Papá y yo les diremos cuando nos vayamos, y prometemos mantenernos a salvo, pero necesitamos terminar con esto para que el último tipo malo no vuelva a tener la oportunidad de lastimar a nadie más.
—Hmm —musitó Edward, asintiendo—. Y podrán saber de nosotros, vernos en los monitores de Alice.
—¿Puedo tener un comunicador? —preguntó Bethy, esbozando una expresión diabólica que había heredado de su padre.
Riéndome, miré a Edward, que alzó una ceja peligrosa para que no fuera a decir ni una maldita cosa.
—Tal vez —concedió un poco—. Déjame pensarlo, pero si te dejamos tenerlo, quiero inmunidad para el jarro de las maldiciones.
Bethy sonrió ante su trato.
—Tal vez. Déjame pensarlo.
Sammy se rio, mirando entre su hermana y su papá.
—El total del jarro de las maldiciones del tío Alec es muy alto —dijo de la nada.
—Oh, apuesto que sí —canturreó Edward con sarcasmo, riéndose con sus hijos, pero se calmó rápidamente—. Confíen en mí cuando les digo esto… preferiría hacer cualquier otra cosa que lo que tenemos que hacer, pero como dijo mamá, es lo correcto; sin importar qué tan inconveniente sea.
Sammy me miró a mí y luego a su papá.
—Lleven a Lock y Load con ustedes al edificio de Poppy.
—¿Por qué, Sammy? —pregunté, ladeando un poco la cabeza.
—Porque nos mantuvieron a salvo. Mantuvieron a salvo a papá —respondió Bethy antes de que su hermano pudiera hacerlo, y él asintió, señalándola.
—¿Eso los haría sentir un poco mejor? —les preguntó Edward.
—Sí —respondieron los dos.
—Trato hecho —respondió Edward con firmeza—. Lock y Load pueden venir con nosotros al trabajo de Poppy. ¿Algo más? —Cuando ambos niños negaron con la cabeza, él respiró profundo y exhaló lentamente—. Entiendo que estén preocupados, pero lo que sigue es simplemente un trabajo de seguridad. ¿De acuerdo?
—De acuerdo, papi —dijo Bethy, levantándose para darle un beso a Edward en la mejilla—. Vamos, Sammy. Creo que Nanny estaba preparando galletas. Y si no lo estaba haciendo, tal vez podamos convencerla de empezar. —Dijo la última parte en un suspiro, lo cual hizo que Edward resoplara una carcajada.
Luego de que se cerrara la puerta tras de ellos, me dejé caer en el sofá sintiéndome drenada y cansada. Sonreí cuando se movió el sofá y de repente tenía a Edward cerniéndose y acomodándose sobre mí.
Acuné su cara en mis manos, acercándolo para darle un beso.
—Este asunto de ser adultos es jodidamente difícil.
Se rio, poniendo los ojos en blanco.
—Ni qué lo digas. Siento que mis propias vacaciones de verano me han bloqueado por completo el sexo.
—Edward, te lo juro. —Me reí, dejando caer la cabeza sobre el cojín que tenía atrás.
—Todo el puto tiempo —exhaló sobre la piel de mi garganta—. Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que estuve dentro de ti, dulzura.
Gemí porque eso sonaba simplemente delicioso. Y tenía razón; después de todo lo que había pasado aquí en casa de la tía Kate, desde lo cual ya había transcurrido una semana, no habíamos tenido intimidad. Ambos estábamos cansados, adoloridos y ocupados. Él había estado trabajando en el granero, y yo había estado en la sala de computadoras.
Jalándole la camisa, simplemente cedí. Edward se llevó la mano hacia la espalda para agarrarla en un puño y sacársela por la cabeza. Acuné su cara cuando se volvió a posar entre mis piernas, le sonreí.
—¿Cuál crees que sea nuestro límite de tiempo? —le pregunté, dejando ligeros besos sobre sus labios y mentón y unos cuantos más sobre la tinta en su pecho.
—Oh, son galletas, así que veinte o treinta minutos máximos. —Me sonrió al reírme suavemente.
—Mm, hemos hecho toda clase de cosas retorcidas en menos tiempo —le dije con una sonrisa.
—Amén, amor. Vamos, te quiero en la cama para esto —dijo, se levantó del sofá y me ofreció la mano.
Una vez en la habitación Edward se volteó para ponerle seguro a la puerta. Nos quitamos al mismo tiempo los zapatos, calcetines y jeans. Con cada artículo de ropa que eliminábamos, los ojos de Edward se oscurecían cada vez más y más, y avanzó hacia enfrente mientras yo retrocedía. Mis piernas se encontraron con los pies de la cama y lo jalé hacia mí de la nuca.
—Tranquila, dulzura. Prometo encargarme de ti.
—Lo sé. Lo necesito.
Me sonrió al alzarse sobre mí, metió un brazo debajo de mí para poder arrastrarme hacia en medio de la cama. Sabía que en cuanto nos besáramos de verdad todo habría terminado, que eso haría que ambos perdiéramos toda clase de control. Y parecía que Edward también lo sabía, así que nos ralentizo haciendo eso que siempre había hecho desde el inicio de nuestra relación.
Besó mis cicatrices. Todas.
Empezó con la más reciente, que estaba en mi antebrazo. Una esquirla me había dado cuando explotó el bote en el puerto. Sabía que no fue la cicatriz lo que lo asustó ese día, sino el hecho de que casi me había ahogado.
Bajando por mi cuerpo, adoró cada quemada antigua, cortada y cicatriz dejada por Miller hace ya tanto tiempo. Arrastró su lengua y dientes sobre la cicatriz que le había dado a nuestros hermosos hijos. Y al final, inhaló la longitud de la cicatriz más fea que tenía en la parte superior del muslo.
Esa era la que más significaba para nosotros. Fue la última cicatriz que me dio Miller, porque Edward y Carlisle habían llegado justo a tiempo para salvarme. También fue la cicatriz que Edward tocó la primera vez que me dijo que me amaba. Toda una vida de alejar a la gente, y él me dio su corazón una tarde lluviosa en la cabaña de la montaña en Trinity. Y desde entonces, nunca dejó de decirme "Te amo". Nos lo decía todos los días a los niños y a mí, y nunca lo decía con menos sinceridad que la primera vez. Lo decía de corazón todas las malditas veces.
—Te amo, dulzura —susurró sobre mi muslo, casi como si nuestros recuerdos se estuvieran fusionando.
Antes de que pudiera corresponderle, su boca se posó en la mía y lo sentí en todas partes. Los besos de Edward eran adictivos y profundos. Causaban que dejaran de funcionar por completo todo proceso de pensamiento. Demonios, nuestro primer beso fue precisamente en medio de una carrera por nuestras vidas, y honestamente no pude haberte dicho por qué estábamos huyendo después de que me besara hasta dejarme casi al borde del orgasmo en medio de una escalera.
Sus manos y dedos eran todavía más letales, los cuales se encontraban en mi cabello y entre nosotros. Él provocaba lentamente mi entrada y mi clítoris, como si no estuviera palpitando ya por él.
—Esto no tardará mucho, Edward —exhalé, dejando caer la cabeza sobre las almohadas.
—Bien. —Su voz sonaba ronca y necesitada—. Entonces córrete con fuerza, nena.
La espiral en mi estómago se apretó más y más, y pronto caí por el precipicio. Antes de tener oportunidad de recuperarme de mi euforia, él se deslizó lánguidamente dentro de mí.
—Carajo, carajo, carajo —susurró, cerrando los ojos con fuerza—. Al parecer, esto tampoco tardará mucho.
—Está bien —lo calmé, jalándolo para darle otro ardiente beso.
Esto sería rápido y pesado, pero considerando dónde estábamos y nuestro limitado tiempo, íbamos a tomar todo lo que pudiéramos conseguir.
~o~H&E~o~
EDWARD
Anuncié mi aterrizaje en Twi Tower, Benny me dio la autorización. Mi helicóptero estaba jodidamente lleno. Tenía a los perros, Alec, Jasper, Emmett, Mickey, Bella, mi papá y Mack. La última se conectaría con Alice en Alaska después de establecerse en la oficina de mi papá.
Había sido difícil dejar a los niños, pero lo habían asimilado mejor de lo esperado. Participaron en algunas de nuestras reuniones, para que supieran que solo íbamos a revisar la limpieza del edificio, sin mencionar que estaríamos ahí para el funeral que se realizaría para la gente que habíamos perdido ese día.
Benny estaba en el techo cuando aterricé. Por solicitud de mi papá, nos habíamos vestido otra vez como personal de seguridad, incluyendo a los perros que tenían puestos sus chalecos. Volaron por mi mente vistazos de la mierda que había vivido en este puto edificio, y sacudí la cabeza. Tal vez era algo bueno que Kim Min-Jun estuviera encerrado en una celda militar en la Base de la Fuerza Aérea McChord, porque ver la destrucción a nuestro alrededor solo me hizo rabiar una vez más.
Pero era a Cho a quién no podía esperar para ponerle las jodidas manos encima.
Ese hijo de puta pagaría por todo lo que había causado. Había traicionado su amistad con mi papá, contrató a un terrorista global para intentar matarnos a todos, y no solo involucró a mi gente en eso, sino que también había arrastrado a hombres, mujeres y niños inocentes.
Quería su puta sangre.
Apagué el helicóptero, le asentí una vez a Benny al abrir la puerta, y ayudé a bajar a Bella, Mack y Mickey hacia el techo. Después siguieron los perros, y Emmett ya se encontraba descargando nuestro equipo.
—Benny —lo saludé, tomando su mano—. ¿Cómo está Angela?
—Está bien, y te debo una muy grande, Ed. Ni siquiera estoy bromeando. La mamá y la bebé están bien según el doctor —declaró, sonriendo con orgullo.
Bella se acercó para abrazarlo.
—Necesitas un niño —le dijo con una sonrisa.
—Sí, bueno… en este punto, aceptaría una manada de niñas siempre y cuando estén a salvo y saludables.
—Efectivamente, hermano —concordó Emmett, contándole rápidamente a Benny que él también tenía a un pequeñito en camino.
Benny nos guio por las escaleras hacia la oficina de mi padre. La recepción estaba vacía, pero estaba hecha un jodido desastre. La oficina misma estaba todavía peor.
La alfombra tenía manchas de sangre por todas partes, desde la puerta al escritorio. Una de las sillas estaba tirada, el cristal de la mesa de centro estaba estrellado, y luego estaba la ventana faltante desde donde mi esposa había tirado a uno de los hombres de Kim hacia los escalones del frente con mi navaja encajada en su pecho. Había más sangre detrás del escritorio y la silla tenía un agujero de bala.
No había regresado a este cuarto desde la tarde del ataque de Kim en el edificio. Ahora que la veía, quería destruir algo. Mi padre, mi gente y mi esposa habían estado detenidos aquí por casi doce horas a punta de pistola – sin comida y con las manos atadas. Mis hijos y Esme habían estado al otro lado del librero que estaba al otro lado de la oficina.
Cómo es que Bella no había entrado en histeria era simplemente una prueba de lo jodidamente fuerte que era mi chica.
Respiré profundo y exhalé lentamente. Una mano cálida se apoyó en mi hombro y miré a mi papá.
—Se ve peor de lo que fue en realidad —declaró suavemente, su mirada se movió hacia mi Bella, que estaba abriendo la puerta del apartamento secreto.
—Enterró mi navaja en el pecho de un hombre y lo tiró por setenta pisos —declaré sin mucha emoción.
—Demonios, sí que lo hizo —dijo Mickey con una risita—. El cabrón se lo merecía.
Alec resopló, mirando a mi papá.
—¿Qué hacemos primero, Carlisle?
—Yo —dijo Mack, tomó asiento en el escritorio y encendió la computadora. Cuando estuvo prendida, enunció—: IGOR, conéctame con Alaska por vídeo llamada.
Sí, señorita Makenna.
—Funeraria de Ali. Usted los apuñala, nosotros los enterramos —sonó la respuesta por los altavoces.
Sonriendo ante el sonido de las voces de Caleb y Bethy, rodeé el escritorio para pararme detrás de Mack.
—Hola papi —añadió Bethy con una risita – un sonido por el que vivía.
—De acuerdo, pequeña dulzura. Agarra tu comunicador y guarda el jarro de las maldiciones —le dije.
—Aw, sí —canturreó con un bailecito tonto.
Me giré hacia mi papá, murmurando:
—Te juro que tendré que meterlos a ambos en la maldita nómina antes de que termine el verano.
Alec se carcajeó igual que mi papá.
Jasper añadió:
—Conociéndolos, crearán un sindicato bajo nuestras narices.
Emmett se rio.
—Te creo.
Mi papá sonrió, sacudiendo la cabeza.
—La verdad, hijo… mira a sus padres. ¿Esperabas ballet y béisbol?
La risa de Bella nos hizo sonreír a todos.
—No, esperaba peleas en la escuela y lecciones de vuelo. Ya hemos lidiado con lo primero, pero tenemos tiempo para lo segundo.
—Esos seis años pasarán volando, cariño —le dijo papá.
—¡Shh! No te escucho —espetó, haciéndolo callar—. Empecemos con esto. No tienes a Angela para asistirte, pero Rose lo hará de manera remota. Dile lo que necesitas.
—Necesito a todos en alerta y en sus posiciones. Establezcan un horario para una rutina tipo de una casa de seguridad —declaró papá en un tono que significa que estaba esperando que iniciarán los problemas en cuanto se sentara en su escritorio.
~o~H&E~o~
Para el segundo día, ya habíamos empezado a patrullar todo el edificio, pusimos a trabajar al equipo de seguridad de Twi Tech y las chicas estaban monitoreando todo, desde la gente de construcción hasta Cho y su familia volando de regreso a Seúl. Mi papá contactó a sus empleados para avisarles que todavía tenían trabajos, la fecha cuándo podrían regresar al edificio y dónde se llevaría acabo el funeral, que sería en el auditorio junto a la recepción.
Se había limpiado y asegurado la destrucción de la primera planta, los quince pisos de estacionamiento, sin mencionar los pisos cuarenta y cinco, cuarenta y seis, y cuarenta y siete, pero la reconstrucción podría realizarse con gente dentro del edificio.
Luego de que Alice tuviera acceso a las cámaras de seguridad y los servidores de las computadoras en Twi Tower, dejó que IGOR escaneara todo. No solo estaba buscando hombres de Kim rezagados, sino que estaba vigilando a la compañía que se suponía que se mudaría a esos tres pisos.
Bella y yo estábamos en el parque al otro lado de la calle donde estaba el edificio con Lock y Load cuando Alice nos llamó a mi celular, no a través de los comunicadores.
—Hola Alice —respondí en altavoz.
—Sé que Bells está contigo. Necesito que me escuchen, pero que mantengan la jodida calma.
—Ah, demonios —gemí, mirando a mi esposa.
—Adelante, duende —dijo ella, acercando a Lock.
—Oh dios, oh dios, oh dios —cantó Alice como era costumbre—. He estado revisando los servidores, filtrando en busca de comunicaciones hacia Cho sobre ese negocio que se supone que se va a instalar ahí. Resultó ser una división de la compañía de Cho, pero ¿adivinen quién iba a administrarlo aquí?
Mis ojos se clavaron en los de Bella y me encogí de hombros porque, a estas alturas, pudo haber sido el puto Darth Vader, y no me habría sorprendido para nada.
—Alice, ya dinos.
—Jacob Black.
El nombre cayó como un globo de plomo y ensanché la nariz con rabia al explotar:
—Me estás jodiendo.
—De verdad, de verdad, de verdad desearía que fuera así, pero no lo es. Encontré varios correos recibidos en la cuenta de Twi Tech de Jake… y en su cuenta personal, sin mencionar su celular —declaró Alice, prácticamente murmurando la última parte porque Alice acaba de hacer esa mierda; al carajo con las consecuencias.
Sonreí porque básicamente acababa de romper toda clase de leyes para exhibir la traición de ese hijo de puta.
—Ah, eres hermosa, Alice. ¿Te lo he dicho últimamente? —le pregunté.
—No, se me empezaba a romper el corazón —respondió Alice con una suave risita.
Su risa hizo resoplar a Bella y sacudió la cabeza, pero su pregunta fue en serio.
—Ali, ¿dónde está Jake ahora? —preguntó.
—Se está quedando en casa de su padre con JW. —Alice pausó por un momento—. Todavía no se lo he dicho a Carlisle. Quería que lo supieran ustedes primero porque si él planeaba renunciar a Twi Tech, eso significa que sabía que Cho no era exactamente leal a Carlisle.
—Esta puede ser la clave para matar al fin a ese cabrón —declaré, rechiné los dientes y sacudí la cabeza.
—Hmm, tal vez —dijo Bella, mirando a nuestro alrededor—. Alice, ¿podrías mandarme por correo electrónico lo que tienes, por favor?
—Ya lo hice. Avísame si tengo que vigilar la casa de Billy Black.
—Hazlo de todas formas —le dije, mirando a mi esposa—. Dulzura, tenemos que decirle.
—Lo sé. Vamos. Gracias, Ali.
Colgamos la llamada, dejamos que los perros terminaran su paseo y subimos hacia la oficina de papá. Al entrar lo vimos al teléfono con Angela.
—Carlisle, trabajé hasta una semana antes de que naciera Hannah. Puedo hacerlo otra vez —declaró, sonaba como que estaba sonriendo a través del teléfono—. Estoy bien. ya me revisaron. ¡Y no te atrevas a meterte con mi archivo!
Bella se carcajeó.
—Te atraparon —canturreó, sonriéndole a mi papá—. Si le dices que es frágil, espero que ella te arruiné el pedido de comida todos los días por un mes.
Angela se rio.
—Gracias, Bella. Iré mañana, Carlisle. Te ayudaré a organizar el funeral.
Papá se rio, alzando las manos.
—Bien. No puedo ir contra ustedes, damas. Nos vemos mañana, Ange. —Sonrió cuando ella terminó la llamada, y después nos miró—. ¿Qué sucede?
—Oh, vas a querer inhalar profundamente para esta mierda —le dije con ironía, sentándome en la silla frente a su escritorio. señalé a Bella—. Dejaré que ella te cuente.
Bella ya estaba en su laptop, poniéndola frente a él. Ella no tuvo que decir ni una palabra, simplemente lo dejó leer la información que Alice le había enviado.
—Sabes —empezó al fin, cerró los ojos y sacudió la cabeza—, todas las jodidas veces que le salvamos el puto cuello, ¿y hace esta mierda?
—¿Ya puedo matarlo? —pregunté, sonaba un poco como mis propios hijos cuando ellos querían algo.
—Edward —dijo Bella con una carcajada sin humor—. Tal vez debí haberle disparado hace tantos años en la casa de seguridad de la playa.
—Oh, maldición, dulzura, esa es la cosa más sexy que has dicho en la vida —canturreé, ignorando el bufido de mi papá.
—No, no lo es. Cierra la boca, Edward —me regañó, alzándome una ceja.
Le sonreí a mi papá y esperé a que dijera algo.
Se frotó la cara y se paró del escritorio. Empezó a caminar de un lado a otro, finalmente se detuvo frente a la ventana. Mirando hacia la ciudad, se quedó en silencio durante un momento.
—Diría que sí, pero Billy es demasiado mayor para cuidar solo a JW —dijo suavemente, sin girarse todavía—. Y ese pequeñito perdió a su madre bajo nuestro cuidado. Eso es… —Se quedó callado, pero se giró para vernos—. Es un hecho de mierda.
Mi temperamento estalló un poco.
—Todo eso es jodidamente noble, papá, pero él ha sido una molestia toda su maldita vida. Empecemos con el hecho de que engañó a Bella y a todas las otras mujeres con las que ha salido, manipuló a Charlie, casi hizo que los mataran a ustedes en esta misma oficina, y ahora descubrimos que ha estado trabajando contra ti desde antes de que la familia Cho abordara el jodido avión hacia Seúl.
—Déjame hablar con él —declaró Bella con tranquilidad, clavando su mirada en la de mi papá—. Claramente a ti no te respeta, Carlisle, y está aterrado de Edward… como debería estarlo.
—Tú también lo asustas, dulzura.
—Sí, estoy consciente de eso. Así que, si llego a él con toda esta información, conociendo mi relación con los hombres a los que ha traicionado, entonces se irá a ocupar en otro sitio. Y me refiero a otro sitio como otro estado o país para lo que me importa —dijo, encogiendo un hombro—. A estas alturas, le pagaré para que mude a su papá e hijo al séptimo nivel del infierno si eso lo aleja de nosotros.
—Sería más divertido matarlo —repliqué.
—No, no lo sería porque ese cabrón no sabe pelear —argumentó—. Créeme, fue muy fácil mandarlo al hospital después de que me engañó.
—Dios —dije con melancolía, mirando a papá—. ¿No desearías que esa mierda estuviera en vídeo en alguna puta parte?
—¿Puedes concentrarte, hijo? —dijo papá con una carcajada.
Sonriendo ante la risita de Bella, asentí.
—Bien, de acuerdo. Entonces esta es mi sugerencia… hagan el funeral, traigan aquí a Black para una charla con Bella, y luego planeamos lo de Seúl.
Papá nos miró, luego finalmente asintió una vez.
—Me agrada, pero planearemos lo de Seúl en casa de tía Kate.
Con un asentimiento, dije:
—Entendido.
¡Gracias, Noemí!
