Capítulo 7
Buscando a la persona indicada
-¡No, no y no! ¡Sólo sabes decir que no! Elisa, no puedes ser así. No puedes compararlos a todos con Sirius.
Katrina no dejaba de dar vueltas por el corredor muy irritada. Elisa estaba apoyada contra la pared observando el ir y venir de Katrina. Acababa de presentarle ak sexto amigo de su novio. Y había vuelto a decir que no. A juzgar por Elisa, era demasiado bajo, según Katrina era muy majo. Aquella negativa por parte de Elisa ponía a Katrina de los nervios. Habían pasado tres meses des del baile de navidad, y la falta de entusiasmo por parte de Elisa era agotador.
-Ya te dije al tercero que lo dejaras estar –contestó Elisa tranquilamente.
-¡La idea fue tuya! ¡Tú eres mi mejor amiga! Y quiero hacer lo posible para que seas feliz.
-Sinceramente, Katrina, no creo que tener novio me haga más feliz. Tengo otras preocupaciones en mi vida. Déjalo estar, por favor. Ya tengo superado lo de Sirius. Hace tres meses que no hablamos y estoy ni más bien. Por favor, Katrina. Déjame a mí y tú pásatelo bien con Robin.
Katrina se mordio el labio inferior indecisa. Se sentí culpable viendo a Elisa sola. Últimamente la dejaba algo de lado, ya que Robin la tenía acaparada. Creía que si a Elisa le hiciese gracia algún chico, dejaría de sentirse culpable.
-Elisa.
-Ve, que te está esperando.
-¡Gracias! –le agradeció Katrina sulpicándole a Elisa con los ojos que no se enfadara.
Katrina salió corriendo al encuentro de su querido. Elisa se quedó sola enmedio del pasillo pensando qué hacer.
Decidió ir al Gran Comedor, a ver si algún profersor se había dejado el Diario del Profeta olvidado. En aquel momento, salía el direcotr con el periódico en la mano.
-¡Profesor Dumbledore! –dijo Elisa sorprendida.
-Ah, hola, Elisa –dijo Dumbledore con su habitual tono amable-. ¿Qué la trae por aquí?
-Quería... –empezó a decir dirigiendo los ojos hacía el diario que sotenía en la mano- leer el periódico.
-Oh. Casualmente lo llevo yo aquí –dijo el profesor enseñándoselo-. Toma, te lo puedes quedar.
-Gracias, profesor –murmuró Elisa tímidamente cogiéndolo.
Elisa iba a entrar al comedor leyendo distraídamente el periódico, pero Dumbledore la llamó.
-Elisa, ¿puedes venir un momento? –dijo Dumbledore pasándose la mano por la barba pensativo.
-¿Sí? –preguntó Elisa comprendiendo que si empezaba a tutearla era porqué quería hablar en confianza.
-Eres amiga de Black, ¿no?
-Mmm... podría decirse que sí.
-Y al baile fuiste con Snape, ¿no?
Elisa notó como se le subían los colores a la cara.
-Sois muy observador, profesor.
-Bien, creo que eso podría ayudar a hacer que dejasen de odiarse.
-No lo creo, preofesor. A quien odia Snape es a James, Sirius sólo va de remolque. Además, no creo que yo fuese capaz de hacer tal milagro.
-No son buenos tiempos, Elisa. El año que viene es vuestro último año aquí, en Hogwarts. No es aconsejable estar enfrentados entre nosotros.
-Haré todo lo que esté en mi mano, profesor Dumbledore.
-Muy bien. Pero ve con cuidado que la cosa no se vuelva en contra tuya.
Elisa iba a preguntarle a qué se refería con aquello, pero Dumbledore se fue dando por terminada la conversación.
Elisa entró al Gran Comedor y miró por encima el periódico. En la primera página se veía de nuevo la Marca Tenebrosa. Dos muggles y un mago. Elisa susprió sintiéndose impotente. Aquél era el pan de cada día. Siempre se encontraba con alguna desgracia. Desearía hacer algo, pero ¿qué? Después de todo, lo que le había dicho Dumbledore lo había descartado porqué no quería volver a relacionarse con ninguno de aquellos dos personajes.
Elisa estaba leyendo un artículo muy interesante, cuando el ruido de una pequeña explosión la interrumpió. Elisa miró hacia la puerta y vio a los culpables del ruido. Como no. Slytherin-Gryffindor. Por lo que parecía, James le había tirado una bomba fétida a Snape. ¿La razón...?
-No vuelvas a insultar a Lily nunca más, ¿entendido?
Si tocaban a su novia ninguna condición de prefecto le podía hacer refexionar mínimamente.
-Tranquilo, Potter, tengo cosas mejor que hacer –siseó Snape entrando al Gran Comedor.
La súbita entrada de Snape sorprendió a Elisa mirando la escena de pleno. Los ojos de Snape se encontraron.
-Sí, eso, ¡huye! –dijo Sirius despectivamente.
Elisa apartó rápidamente la mirada y volvió a centrarse en su lectura.
Oyó como los Gryffindor se marchaban refunfuñand y como el Slytherin se acercaba a ella. Snape se sentó a su lado. Elisa no apartó los ojos del artículo que fingía leer.
-¿Qué tal? –preguntó Snape con el tono de voz más natural del mundo.
-De maravilla –contestó sarcástica Elisa sin dejar de leer.
Elisa se llevó la mano a la nariz. Snape olía muy mal.
-¿Quieres algo?
-Pues sí.
-Pues tú dirás.
-¿Tienes algo para hacer desaparecer este maldito edor?
Elisa lo pensó.
-Esta semana Neus ha ido a hacer una visita a sus padres... quizá tenga algo. Acompáñame. Por suerte... –dijo haciendo una sonrisa falsa- hoy es domingo y no hay nadie en la Casa. No me gustaría que me relacionasen demasiado contigo –añadió Elisa pensando el lo que le había dicho Dumbledore.
-Agradezco tu amabilidad –murmuró Snape lacónico.
* * *
-Me debes un favor.
-¿Otra vez estamos enduedados? –dijo Snape pesaroso.
-Pues sí. ¿Y sabes qué? Te haré otro favor –comentó Elisa ojeando el libro de belleza mágica de Neus con el que había ayudado a Snape.
-No, gracias.
Elisa no le escuchó.
-Es un hechizo para que tu pelo deje de ser... asquerosamente grasiento –dijo Elisa sin dar muchos rodeos.
-White, no es necesario.
-Oh, sí que lo es. ¿Si no cómo quieres que una chica se acerque a tí?
Snape la miró irritado.
-Hazme la cara que quieras. Pero es cierto.
-¿Y a tu qué te importa eso?
-Sé que Sirius no podría soportar que tú tuvieses novia antes que él.
-Black ya tiene novia.
Elisa volvió a hacer caso omiso de lo que le decía Snape.
-Oh –dijo Elisa volviendo a a clavar los ojos en el libro-. Aquí está. "Para que el tacto de tu cabello sea suave y sedoso, mas no a la vista, recitad bellus cabellus."
-Espera, ¿qué significa...?
Elisa cogió la varita y la agitó alrededor de su cabeza.
-¡Bellus Cabellus!
Elisa le miró el pelo y luego el libró con el entrecejo fruncido. Seguía siendo igual de feo.
-Te lo dije –musitó Snape tocándose el pelo-. Es sólo al tacto, a la vista sigue igual.
Elisa le pasó la mano por el pelo.
-¡Es verdad! –dijo Elisa sonriendo- ¡Funciona!
-¿Cuál es el precio que tendré que pagar por esto, White? –inquiró Snape apartándole la mano del pelo bruscamente.
-Ya lo pensaré. Te lo haré saber en cuanto lo sepa.
-¿Quieres un filtro amoroso? Soy muy bueno haciendo pociones...
-No, gracias –contestó Elisa secamente.
-Pues ya me lo dirás. Me voy.
-Espero, te acompaño hasta la salida.
-¿Por qué?
-No quiero que nadie te vea. Y menos saliendo de mi dormitorio.
-¡Ja! –se burló Snape.
Elisa le acompaño hasta la salida sin encontrarse con alguién. Cuando ya estuvieron fuera, en el pasillo, Elisa suspiró aliviada.
-¿Dónde vas? –le preguntó Elisa.
-No lo sé. Por ahí.
Elisa le volvió a tocar el pelo. Aquella vez Snape no le apartó la mano.
-Ahora sí que da gusto tocarte.
-¿Durará mucho esto?
-Para siempre.
-¿Estás segura?
-Completamente.
De repente, se oyó caer una cartera al suelo.
-Oh, dios mío –oyeron que decía alguién.
Se giraron los dos a la vez y vieron que era Peter Pettigrew. Elisa apartó rápidamente la mano del pelo de Snape.
-No puedo creer que vosotros dos...
Elisa y Snape le miraron desconcertados. Peter Pettigrew cogió rápidamente la mochila y se marchó corriendo.
-¡Espera...! –intentó llamarle Elisa, pero ya estaba demasiado lejos.
-¿Qué debe haber pensado?
-Depende de cuánto tiempo... ¡oh, dios mío!
Elisa se miró la mano y luego a Snape.
-¿Qué?
-Él cree que tú y yo...
-¿Qué?
-¡Qué tú y yo estamos juntos!
Snape rompió a reír como un poseso.
-¡Yo no le veo la gracia! ¡Ahora la rata le contará todo a Sirius! ¡Maldito sea!
-Pero White... –jadeó Snape secándose la làgrimas de la risa- ¿qué le contará?
-Pues lo que haya querido pensar el muy asqueroso.
-Le das demasiada importancia –dijo Snape dejando de reir-. Y no la tiene.
-¡Para tí no! Incluso, te irá bien.
-White, Black tiene novia. ¿No crees que deberías olvidar todo esto?
-¡Pues no! Es un error.
-Piensa... en la cara que hará Black cuando sepa que su mejor amiga es novia del peor enemigo de su mejor amigo... Suena horrible.
-Exacto. Por eso tenemos que persuadir a Peter que calle la boca.
-La novia de Black es pura apariencia. Seguro que le hacemos la puñeta –repuso Snape tranquilamente.
-QUIERES DEJAR DE HABLAR DE LA MALDITA NOVIA! –gritó Elisa fuera de sus cabales.
-Suerte que no te importaba Black.
-Déjame en paz, ¿quieres?
-¿Sabes que esta conversación me recuerda mucho a la última que tuvimos?
-¡Sí, y por tu culpa no pude ir con Sirius al baile y encima, va, y se hace novia!
-Yo no te obligué a ir conmigo.
-¡Me hiciste chantaje!
-Es mi naturaleza, ¿qué quieres que le haga?
-Piensas hacer algo para arreglarlo, ¿o no?
-Muy bien, tú lo has querido. Vamos a buscar a Balck.
Elisa le miró de arriba a abajo con recelo.
-¿Quieres que lo aclaremos, no?
-Vamos –dijo Elisa con voz firmen.
Snape la condució por pasillos por los que Elisa nunca había ido. Seguramente era un atajo que conocía Snape. No tardaron mucho en llegar al lugar. Elisa no tenía ni idea de donde estaban y Sirius no estaba por allí. ¿Qué tramaba Snape?
-¿Y bien? ¿Qué hacemos aquí? ¿Es que no vas a explicárme que hacemos aquí?
-En cuánto te calles. –Elisa se calló dirigiéndole una mirada asesina, Snape prosigió sin intimidarse lo más mínimo-: ¿Tienes idea de dónde estamos?
-Pues no.
-¿Y tú te haces llamar amiga de los Gryffindor?
-¿Piensas explicármelo o no? –replicó Elisa con impaciencia.
-Este es el lugar donde suelen reunirse para planear cómo cometer sus actos vandálicos.
-Debes tener una vida muy aburrida para estar tan pendiente de lo que hacen tus enemigos. ¿No tienes amigos propios de tu casa?
-Psí –asintió con la boca pequeña.
-¡Ja! Ya sé por qué eres tan malvado con las persones, y en especial con el grupo de amigos de James Potter ¡Tienes envidia!
-No digas tonterías –la rechazó Snape con desdén.
-Engáñate tú si quieres.
-Tú tampoco eres perfecta –inquirió Snape enfadado.
-Nadie es perfecto. Pero tú... lo que haces es penoso.
-¿Y tú? Mírate, eres totalmente incapaz de hacer nada por el chico al que quieres.
-No tienes ningún derecho a meterte en eso.
-Ni tú de juzgarme.
-Pero lo que yo digo es cierto, y tú lo sabes.
-Lo que digo yo también.
-Entonces hemos llegado a la conclusión de que ambos tenemos razón.
-¡Snape! –exclamó la voz sorprendida de Sirius-. ¿Qué haces tú aquí? Con... Elisa.
Sirius hizo una mirada acusadora a Elisa. Elisa clavó los ojos en el suelo y retrocedió unos pasos hasta que chocó con la fría pared.
-Qué bien, si tenemos aquí al trío calavera –dijo Snape sarcástico.
Elisa vio que Sirius estaba con Peter Pettigrew y... la chica que había besado a Sirius en el baile, la que, con mucha probabilidad sería la novia de Sirius. A Elisa se le hizo un nudo en el estómago. Pesé al dolor que le producía, Elisa habló.
-Así que es cierto. Tienes novia –dijo Elisa intentando contener su frustración
-S... sí –contestó Sirius vacilante.
Elisa tuvo la sensación de que Sirius se sentía culpable y que iba a añadir algo, pero Peter le estiró de la manga i señaló a Snape.
-Oh, sí. Así que... –Sirius no pudo reprimir hacer cara de asco- estais... ejem... vosotros dos...
-Así que la rata ya ha hablado –bufó Snape haciendo una desagradable sonrisa a Peter, cosa que hizo que se escondiese detrás de Sirius.
-¿Es cierto? -preguntó Sirius mirando a Elisa.
Elisa miró a Sirius indecisa, después a Snape y finalmente a la chica.
-Puede –dijo Elisa secamente, ignorando la cara que sorpresa de Snape.
-¿Puede? –repitió Sirius desconcertado.
-Sí.
-¿Pero qué quiere decir eso? –insistió Sirius con urgencia.
-Quiere decir: ¿a ti qué te importa lo que hago o dejo de hacer con quien quiera que sea?
-Pero Elisa... ¡es Snape!
-Eso es evidente.
-Quiero decir que... quiero decir... sabes lo que quiero decir! –balbuceó Sirius desesperado.
Elisa miró impasible a Sirius, escondiendo si diversión.
-Sé exactamente lo que quieres decir. ¿Pero de qué me serviría decirte la verdad si tú no me creerías?
Sirius captó que se refería al otro día.
-¿Des de cuando sospechas de los amigos?
-¿Des de que no lo somos?
-Ah –asintió Elisa abatida-. Entonces es que Snape es mejor persona de lo que creía que eras tú. Vamos, Severus.
Pero Snape no se movió. Tenía lo ojos clavados en Sirius.
-Creía que los Slytherins eramos crueles. Pero tú nos superas con creces.
Snape cogió del brazo a Elisa y se fueron por donde habían venido.
