Capítulo 14
Exámenes, discusiones y águilas
Elisa se preguntó por qué diablos tenía que ser tan rematadamente guapo... y bueno...y simpático... y guapo... Elisa sacudió la cabeza para dejar de pensar en... él. Elisa se negaba a perdonarle. Pero cada vez que le veía no podía evitar quedarse mirándolo como una boba. Cuando Sirius la cogía in-fraganti –que eso era casi siempre- ella apartaba ka vista corriendo poniéndose como un tomate. Por si fuera poco, Sirius se quedaba observándola muy serio. Elisa ya se conocía el suelo de Hogwarts de memoria de tanto mirarlo. La situación empeoraba cuando aparecía en escena Snape. Que era rematadamente cabezota. Y no le daba la real gana dejar en paz a Elisa. Claro que ella tampoco hacía nada para deshacerse de él. Ya que si estava con él no se sentía tan intimidada por las miradas de Sirius. Lo cual también era un problema porqué Elisa no quería hacer daño a Sirius, dado que había intentado disculparse. Y además de todo aquel lío sentimental, para acabarlo de arreglar, estaban los exámenes. Sentía como si algo la oprimiese y no la dejara respirar. Era demasiada presión. Porqué, no sólo estaba eso. Des de que había descubierto que era la heredera de Ravenclaw, estaba intentando provarse. A ver si realmente tenía sus dotes.
Hacía unos días, después de estar toda la tarde estudiando, ya aburrida, decidió intentar convertirse en águila. Buscó en un par de libros, y al final consiguió que le salieran unas cuantas plumas. Se puso muy contenta, pero luego recordó que no podían verla así. Y tampoco le costó mucho quitárselas. Entonces ya estuvo prácticamente segura de que tenía la capacidad de Ravenclaw. Por eso, des de entonces, había estado practicando. Entre examen y examen, Sirius y Snape, comida y desayuno... lo cual hacía que estuviera doblemente estresada. Ella sabía que se lo estaba buscando sola, pero la curiosidad era más fuerte y no quiso dejar de intentarlo.
Cuando acabó los exámenes, se sintió liberada. Ya sólo quedaban unos días para que les dieran las notas y volvieran a casa. Y, antes de volver a casa, Elisa quería conseguir convertirse en una águila al completo.
Elisa aprovechó al máximo los últimos días estando todo lo posible en la biblioteca. La resta de alumnos la miraban como si estuviera loca. En acabar los exámenes, no había nadie que quisiera poner un pie en la biblioteca.
A pesar de lo que Sirius le dijo, ella no se dio por vencida, para algo era la heredera de Ravenclaw.
Después de muchas prácticas y intentos fallidos, consiguió convertirse en una maravillosa águila. La sensación al transformarse le dio náuseas, pero en los libros decía que con la práctica el malestar se pasaba. Eso esperaba, porqué si no...
Cuando hubo hecho el cambio y se hubo acostumbrado a sus espléndidas alas, salió por la ventana volando, sin que nadie pudiera verla. Se dio una vuelta a vista de pájaro por el colegio y cuando regresó, estaba que no se lo creía. Estaba radiante de alegría por haber conseguido llevar a cabo una magia tan poderosa.
Aquel día, salió de la biblioteca antes. Ya podía darse por satisfecha, había cumplido con su linaje.
Estaba tan feliz que no sabía por donde iba. Caminaba absorta en su felicidad cuando chocó con alguién. Era Snape.
-Ah, ¡hola, Severus! –dijo Elisa mostrándole una enorme sonrisa.
-¿Des de cuando Severus? –masculló Snape enojado porqué con el choque se había hecho daño en el ombro.
Pero a Elisa no había quién le quitara el buen humor, ni siquiera la mala leche de Snape.
-Eres un buen amigo con el que puedo hablar y confiar, ¡por eso!
Snape hizo una mueca impaciente.
-Hasta hace poco no pensabas eso.
-Pues ahora sí –rió Elisa-. ¡Alegra ésa cara, Severus! ¡La vida es bella!
-No sé qué es lo que te han dado, ¡pero no estoy de humor para soportar tus tonterías!
Snape apartó violentamente a Elisa de su camino. Pero aquel día nadie podía deshacer el humor de Elisa.
-¡Severus! –dijo Elisa cogiéndole la manga de la túnica para pararle.
Snape se dio lo vuelta sorprendido. ¿Qué le pasaba a esta?
-Quiero disculparme.
-¿Disculparte? ¿Por qué? –balbueceó Snape desconcertado.
-Por responder a tus provocaciones. Yo no soy así. No tengo la costumbre de ser desagradable con las personas.
Snape hizo una sonrisa desfigurada.
-Y yo hago que seas desagradable, ¿no? Yo hago que despierte la peor parte de tí, ¿no es así?
-Sí... ¡no! –se corrigió Elisa tratando de no perder la compostura.
-Qué dices, ¿sí o no?
-¿Por qué eres así? ¿Por qué caes mal a todo el mundo? ¡Parece que lo hagas adrede!
-Soy así, ¿qué quieres que te diga?
Elisa andó a su alrededor observándolo. Snape la miró extrañado.
-¿Qué estás tramando? –preguntó Snape de malhumor.
-Cuando quieres te comportas bien. ¿Es que tratas de demostrar alguna cosa?
-¿Tratas tú de hacerme un psicoanálisis? No necesito de tus tonterías. No sé porqué hoy estás tan rara, ni me importa. Solo quiero que me dejes en paz.
-¿Hemos acabado, Severus?
-¿A qué te refieres?
-A nuestra no-relación.
-Pues sí. ¿Satisfecha?
-Casi.
-¿Y ahora qué?
-¿Querías besarme aquel día?
-Es posible.
-¿Por qué?
-¿Por qué es posible?
-Sí.
-Puede que me apeteciese.
-¿Te apeteció? –se escandalizó Elisa-. ¡A un persona no puede apatecerle besar a otra así porqué sí!
-¿Por qué no? A tí también te apetecía.
Elisa se notó enrojecer terriblemente la cara. Desvió rápidamente la mirada y intentó improvisar una respuesta.
-No... no sé qué te hace pensar eso.
-Tu cara me lo acaba de confirmar.
-Tu sinceridad me desborda –dijo Elisa fulminándolo con la mirada.
-La próxima vez no preguntes.
Elisa suspiró decepcionada.
-Sólo trataba de tener una conversación civilizada contigo.
-Pues me has cogido en mal momento.
-Tú siempre estás en mal momento.
-Pues ya sabes a qué atenerte.
-No lo dudes.
-No lo haré.
-Pues mira qué bien.
-Me voy.
-Yo también.
Ninguno de los dos se movió. Se miraron desafiantes a ver quién era el guapo que se iba primero.
-¿Has vuelto a hablar con Black? –preguntó finalmente Snape rompiendo el silencio.
-¿Acaso te importa?
-No lo has hecho.
-No, aún no.
Snape sonrió satisfecho.
-No tiene gracia. Lo que hizo él estuvo muy feo. No puedo perdonarle así como así.
-Claro –se rió Snape irónico.
-¿Qué pasa?
-Ahora ya te conozco. Sé que estás deseando perdonarle para volver a ser su amiga.
-¿Y qué?
-¿Por qué te cuesta tanto?
-Es que... tenía asuntos pendientes.
-No me digas. Cualquier excusa es buena para tí, ¿no es cierto?
-¡Pues no! Sirius se ha portado muy mal conmigo. Si no llega a ser por la muerte de mi padre, no se acerca a mí en mil años. Le hice lástima.
-Mírala, pobre –se mofó Snape.
-¡Calla idiota, tú no comprendes nada!
-Más de lo que tú crees, por lo que veo.
Elisa dio un respigno, irritada.
-¿Sí? ¿Quién se te ha muerto a tí?
-Mi padre está en Azckaban por haber prestado servicios al Señor Oscuro. Y mi madre... bueno, ella se interpuso en el camino de mi padre y se libró de ella.
-La... ¿mató?
-Sí -asintió Snape con voz casi imperceptible.
Elisa no supo como reaccionar. Se quedó muda. Finalmente, en un intento de consuelo, le acarició el pelo.
-¡Ei! Mi hechizo aún funciona.
Snape casi sonrió. Elisa hizo una mueca y sonrió.
-Eres increíble, Elisa White -murmuró Snape sosteniéndole la mirada.
-Lo sé -asintió ella con firmeza, aprtándole la mano del pelo.
Snape se quedó un largo rato mirándola a los ojos.
-¿Qué pasa?
-Nada -dijo Snape haciendo una enigmática sonrisa.
Elisa frunció el ceño y, Snape, sin decir más, se marchó.
* * *
-Fue maravilloso... si supieras la sensación de libertad que tuve...
-Entonces, ¿no vas a perdonarle?
-¿De qué me hablas?
-De Sirius.
-¿Pero qué tiene que ver con todo esto? No me estabas escuchando... te importa más lo de Sirius que lo mío.
-Que sí, Elisa, ya me he enterado de que ahora sabes convertirte en una magnífica águila. Pero eso ya lo sabía.
-¿Lo sabías?
-Todo lo que tú propones lo consigues, siempre ha sido así.
-No, siempre no.
-Hoy es el último día de colegio. ¿No vas a dejar las cosas arregladas?
Elisa observó sus compañeros, comiendo alégremente, en la última cena, y ganadores de la copa de interresidencias. Robin, el novio de Katrina, matenía la copa a su lado, ya que él era el capitán del equipo de Quidditch de Ravenclaw. Luego Elisa miró el resto de mesas. En concreto, la de Gryffindor.
-Merece la incertidumbre. Hasta el próximo año no le diré nada.
Katrina se encogió de ombros.
-Tú sabras.
-Yo sé lo que me hago.
Continuará...... en... La magia está en tí.
^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^
N.A. Veréis, seguramente es preguntaréis porqué concluyo así este fic. A parte de que termina un año, en realidad, la idea era hacerlo todo en una única historia. Sin embargo, cuando hice los cálculos, me salían demasiados capítulos. Por eso, si queréis sabes qué es lo que pasa con Elisa, Snape y los merodeadores... la historia concluye en la Magia está en tí.
