Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, mención de Mpreg, yaoi…
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Sin importar el tiempo
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Capítulo 11
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La primera semana como genin de Menma fue, a decir verdad, bastante aburrida.
Las cosas no eran como antes. Los estudiantes no se graduaban para conocer a sus compañeros de equipo casi inmediatamente, sino que debían esperar hasta el año siguiente para comenzar a ejercer oficialmente como ninjas y ser asignados a un jounin.
¿Por qué?
Bueno, por varias razones.
La primera es que ahora se consideraba necesario que los niños tuvieran tiempo libre y, al final de cada año, siempre había dos meses de vacaciones para que cada quien hiciera lo que quisiera y descansara de la escuela. Al parecer, esto aplicaba también una vez terminada la Academia.
En segundo lugar, siempre se le daba un tiempo a aquellos que reprobaban al primer intento para rescatar el año durante las vacaciones, y así podían armarse los equipos con la cantidad exacta de estudiantes que graduados luego de esto.
Tercero, los tiempos de paz no ameritaban tanto apuro. Antes, el objetivo de la Academia era entrenar a los nuevos shinobi que protegerían a la aldea en tiempos de conflicto. Los niños no tenían oportunidad de ser niños, sino que eran entrenados para ser soldados.
Con la llegada del Sexto Hokage muchas cosas cambiaron en Konoha. La paz en la que se encontraba el mundo le permitió tomarse el tiempo para reconstruir y planear un futuro más brillante para la aldea. Cuando el Séptimo comenzó su legado como Hokage, comenzó a implementar todos los ideales que desde años atrás se había jurado cumplir por el bien de todos en Konoha.
No habría más niños huérfanos solos y descuidados, que no tuvieran a nadie que cuidara de ellos. No habría más personas manipuladas por el gobierno para convertirse en armas. Los niños serían niños y tendrían el derecho a serlo.
Y, por esas múltiples razones, Menma se encontraba estirado en el sofá, moviendo los pies de un lado a otro, pensando en su pequeño lugar en el universo.
Bueno, exageraba, pero le quedaban al menos mes y medio más de vacaciones y no tenía idea de qué hacer. Todos sus amigos estaban ocupados, no estaba interesado en ir a ningún sitio solo, y hasta Minato se había hartado de tenerlo merodeando a su alrededor debido a su aburrimiento.
Tal vez debería buscar un nuevo pasatiempo, pero, ¿qué?
Tenía demasiada flojera como para salir a entrenar, aunque eso más que pasatiempo era una tarea. ¿Quizá aprender algo nuevo? Una vez quiso probar a aprender origami, pero perdió la paciencia demasiado rápido.
Oh, ¿qué tal hornear?
Mmm… Mejor no. Si le pasaba algo a la cocina su abuelo lo asesinaría. Además, prefería comer postres a hacerlos.
¿Qué tal algún juego de mesa?
… Nah, eso se lo dejaría a Shikadai, el genio de la clase. Su amigo era un poco flojo pero demasiado inteligente para su bien.
¿Entonces qué?
Suspiró, estirando los brazos hacia atrás.
Sería otro día aburrido. O al menos eso creyó hasta que su abuelo apareció de repente en la sala, con un rostro tan serio que lo hizo sentarse de sopetón, su cabeza comenzando a maquinar todas las cosas que pudo haber hecho como para que el mayor estuviera molesto.
Casi entró en pánico cuando Iruka se detuvo frente a él, sin cambiar su expresión, y habló:
—Llama a Minato. Tenemos que hablar.
—El Sexto me lo ha contado todo.
— ¡Te juro que yo no tuve nada que ver! ¡Todo fue culpa del gato ese!
— ¿El qué?
Menma se tapó la boca, dándose cuenta de lo que acababa de decir. Minato se llevó la mano a la frente, exasperado.
—Je, je. No era por lo del gato, ¿no? —tuvo que haberlo sabido, Kakashi no tenía idea del incidente y, por lo tanto, no pudo decírselo a Iruka, pero los nervios le ganaron.
—Ya hablaremos de eso más tarde. —advirtió el Umino, señalándolo con su dedo índice. —De lo que en realidad necesitamos hablar es de la última vez que fueron a visitar a sus padres.
Ambos Uchiha se encogieron en su asiento.
Iruka suspiró, frotándose el rostro con la mano y dejándose caer derrotado en una de las sillas del comedor. Parecía estar en un debate mental, sin saber qué decirles a los chicos frente a él.
—Perdón por ocultártelo, abuelo. —murmuró Menma, apenado. —No sabíamos si decírtelo o no, y el tío Kakashi nos dijo que era un asunto ultra secreto y todo eso.
—Sí, la verdad es que no preguntamos con quién podíamos hablar de eso.
Si, ahora que lo pensaban, tal ve debieron considerar hablar con Iruka desde el principio. Él siempre fue muy cercano a sus padres, estaría interesado de saber y de apoyar. Pero lo hecho hecho estaba y ya no había nada que hacer.
—No estoy molesto con ustedes, es solo que…—suspiró otra vez, apoyando la barbilla en su mano, su mirada taladrando un hoyo en una pared. —No lo sé, creo que me está costando digerirlo.
Se quedaron en silencio durante un rato, dejando que lo delicado de la situación comenzara a hacer pesado el ambiente.
¿Qué más decir sobre el asunto?
Kakashi probablemente ya le había explicado todo a Iruka, no tendría sentido que lo hicieran otra vez. Además, ellos mismos no tenían demasiada información. Los que sabían bien todo lo que estaba pasando eran el Sexto, Sakura, Ino y Shikamaru. O, al menos, eso suponían.
—Si no estás molesto… ¿Entonces no te alegra? —inquirió Minato con cierta timidez.
Iruka lo miró con ojos cansados pero afectuosos.
—Es más complicado que eso. Hace mucho tiempo habíamos perdido la esperanza de…—exhaló nuevamente, interrumpiéndose. —No estoy muy seguro de qué sentir. No quiero que se ilusionen por nada.
— ¡Pero nosotros lo vimos! Todavía están ahí.—se apresuró a contestar Minato, su mirada desviándose hacia Menma para verlo asentir en confirmación. — ¡Podemos salvarlos!
—La técnica que los tiene aprisionados es poderosa, tanto que luego de años de intentar nadie se dio cuenta de que todavía estaban ahí. No estarían vivos si no fuera por el Nueve Colas. —se frotó la frente, como si le comenzara un nuevo dolor de cabeza. —Además, el jutsu que el Sexto está planeando utilizar es una técnica prohibida que…
— ¿El jutsu que está planeando utilizar? —lo interrumpió Menma. — ¿Ya encontró una forma de liberarlos?
Iruka alzó ambas manos en un intento de calmarlos al ver que ambos se ponían rígidos y comenzaban a alterarse.
—Tranquilos. —carraspeó un poco antes de continuar. —No sé los detalles, pero sí sé que Kakashi-sama ya tiene un jutsu en mente. Es un jutsu que acelera el tiempo.
— ¿Un jutsu que acelera el tiempo? —preguntó el mayor, sin comprender.
—Así es. O un jutsu que hace envejecer, tal vez. —el Umino se rascó la cabeza mientras trataba de hallar la mejor manera de explicarlo. —En resumen, lo que hace es acelerar el estado natural de las cosas. Por ejemplo, utilizándolo en una planta, podría hacer crecer un brote hasta el punto en que las frutas están listas para ser consumidas. Era muy común en otros tiempos para acelerar las cosechas y fomentar la agricultura.
—… ¿Pero? —lo instó Minato al ver que se quedaba en silencio otra vez.
—Pero, en personas, podría hacer que un bebé se convirtiera en un adulto en cuestión de minutos. Claro que seguiría siendo un bebé mentalmente, porque el desarrollo no es solo físico. Pero el punto es que este jutsu fue utilizado antes como un método para eliminar enemigos sin dejar mayor rastro.
— ¿Haciendo que una persona envejeciera hasta morir? —cuestionó el menor con algo de duda.
—Sí, pero también acelerando el proceso de descomposición del cuerpo hasta que no quedaran ni los huesos. Por eso está prohibido y no hay personas actualmente que puedan ejecutar esa técnica.
—Kurama dijo que la técnica que los convirtió en piedra iría desvaneciéndose con el tiempo, pero que tomaría muchos años antes de que desaparezca por su cuenta. —recordó Minato en voz alta, sus ojos negros fijos en la mesa y su ceño levemente fruncido. — ¿Kakashi quiere acelerar el tiempo para que la técnica se deshaga sola?
Iruka sonrió ante la perspicacia del chico, pero no contestó de inmediato.
—Entonces ya está, ¿no? —exclamó un animado Menma. —Solo tenemos que convencerlo de que use ese jutsu y, ¡pum! ¡Serán libres!
— ¡Sí! —Minato lo acompañó en su emoción.
Iruka carraspeó para llamar la atención de ambos.
—Las cosas no son tan simples. —Iruka les dijo con calma. —El jutsu es poderoso, pero no tenemos idea del alcance o las repercusiones que podría tener.
— ¿Qué quieres decir, abuelo? —a Menma se le bajaron los ánimos casi instantáneamente.
Era demasiado bueno como para ser tan fácil, ¿no? ¿Por qué las cosas siempre eran así? ¿No podían encontrar una buena solución que no corriera riesgos?
—A como el jutsu podría ser exitoso, también podría no serlo. —apretó los labios un segundo antes de proceder a explicarse. —Podríamos adelantar demasiado el tiempo y causar un desastre. O tal vez lo suficiente, pero los cuerpos de Naruto y Sasuke envejecerían al mismo tiempo que la técnica se debilita y de todos modos el resultado sería el mismo. Hay demasiadas variables y cosas que tener en cuenta. Por eso no podemos solo ir y hacerlo.
Oh.
Bueno, era razonable, ¿cierto?
Una técnica prohibida que, además de eso, no había sido perfeccionada por nadie en probablemente mucho tiempo. No había manera de saber el resultado a menos que lo hicieran. Y, primero, alguien tendría que aprender a ejecutarla. Practicar hasta que fuera seguro su uso.
Todo era tan complicado. Y algo decepcionante, la verdad.
—Kakashi también continúa buscando otras opciones, por si acaso. Decidió hablar conmigo para contarme lo que está ocurriendo y que es probable que ya tengan una opción viable, pero nada es seguro aún. Por eso quiero que mantengan esperanza, pero no que se ilusionen demasiado. —suspiró con cansancio.
Parecía que lo único que podía hacer ese día era eso, suspirar. Y, bueno, no quería que sus chicos sufrieran. Quería protegerlos. Si al final todo terminaba en el desenlace menos deseado… No sabría si podría soportarlo, o si los niños podrían hacerlo. Tantas dudas, tantas incógnitas y, aun así, la esperanza se hacía presente a pesar de su reacia actitud hacia ella.
Tal vez el jutsu que necesitaban era uno para retroceder el tiempo. Habría tantas cosas que se podrían corregir… Pero al mismo tiempo tanto de lo que ahora conocían podría desmoronarse. El mejor camino nunca era el más sencillo.
—Ya…—murmuró Menma con los hombros caídos.
Minato no dijo nada, solo se quedó viendo atentamente su regazo.
Iruka se puso de pie y rodeó la mesa, acercándose lo suficiente para revolverle el cabello a ambos al mismo tiempo.
—Estoy seguro de que sus padres aprecian el esfuerzo que están haciendo, así que no se desanimen así. No están solos.
Sí, no estaban solos. Tenían una familia que no era pequeña, aunque ninguno estuviera conectado por la sangre. Y esa familia estaría ahí hasta el final, sin importar cómo resultaran las cosas.
—¿Cuánto tiempo crees que habrá esperar? —Minato buscó su mirada, sus ojos negros brillantes por las lágrimas que se negaba a derramar.
—Deben tener paciencia, esto no es algo que se puede apresurar. Mientras tanto, continúen haciendo lo que siempre hacen. —el mayor les sonrió. —Y no se metan en más problemas. —le jaló la oreja al Uchiha mayor.
— ¡Auch!
—Ya luego hablaremos del tal gato. —o quizás lo dejaría pasar. Solo por esa vez. Pero Menma no tenía por qué saberlo.
Dándole un par de palmaditas en la cabeza a cada uno, Iruka anunció que iría a tomar un baño y desapareció del lugar.
— ¿De qué gato está hablando? —cuestionó el menor en tono acusatorio.
—Créeme, no quieres saber. —Menma se cruzó de brazos con un puchero. — ¡Pero de todos modos no fue culpa mía!
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N/A: Yo cada vez que digo que esta vez sí voy a actualizar más rápido:
