Sueños al rojo vivo.
1. El detective de Hokkaido.

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"Otro caso para el detective de Hokkaido" la noticia aparecía en todos los periódicos de la ciudad de Tokyo, mientras la fotografía de un joven vivaracho y bastante bien parecido encabezaba la noticia.

Cada semana se podía ver uno así, y contando lo peligrosa que era la ciudad en esos tiempos, cada día se podría encontrar un articulo de este tipo.

Las andadas del peliazul como policia-detective apenas comenzaban. Quizá estuviera a punto de cumplir un año, quien sabe, lo que si se sabia es que era el detective más destacado de todo Tokyo.

Su primer caso fue uno de los que más llenaron de caos a la población:

Durante 9 meses, se decía que una hermosa mujer entraba a las discoteques, donde seducía y emborrachaba hombres (de cualquier clase social) y después retiraba sus órganos vitales y los castraba, dejándolos abandonados en uno de los tantos callejones de Tokyo muriendo desangrado.

Todo sin una sola huella.

Sin embargo, para el detective Horohoro, no fue un caso difícil. Algunos decían que era su facilidad para resolver crímenes, otros que era un mujeriego sin remedio, pero realmente eso no importaba; ahora el crimen estaba resuelto, y el detective Horohoro se había vuelto una estrella dentro de su categoría.

"¿Cómo es capaz de resolver todos estos crímenes detective?" se escuchaba en las noticias una hermosa mujer de cabello rosado mientras entrevistaba al peliazul.

"Pues... simplemente es usar un poco el sentido común" respondía de forma vivaracha "No creo que haya ladrón alguno que pueda vencerme"

Las carcajadas estallaron entre los presentes, a excepción de un extraño sujeto que vestía con una gabardina color beige, lentes y un sombrero negro que miraban con asco la escena.

Aquel sujeto camino lenta y pacíficamente, sin buscar la forma de llamar la atención.

Subió a un auto color rojo, antiguo, pero bastante bien cuidado. Se retiro de la escena sin previo aviso, simplemente era una persona más... ¿Quién se daría cuenta de el?

"¿Has llegado?" se escucho una voz masculina, fría y seca, mientras la puerta de un departamento en mal estado rechinaba.

"No, soy un fantasma imbécil" al parecer estaban acostumbrados a hablar así, porque el hombre no hizo expresión alguna de enojo. Se limito a mirar al cuerpo que recién había entrado a través de sus penetrantes ojos dorados.

"Nada fuera de lo normal..." respondió una chica de largos cabellos, quien ya había retirado el saco y el sombrero de encima de ella.

Entrego una minúscula grabadora al sujeto, mientras se sentaba en uno de los sillones que conformaban la sala del departamento.

Si es que así se le podía llamar.

Los vidrios de las ventanas estaban completamente rotos, pocos con grietas que mostraban que estaban a punto de romperse. Dos sillones, uno color azulado y otro verde con parches grises (completamente rotos) conformaban la sala, que rodeaba una pequeña mesa repleta de envases de comida china y latas de cerveza.

Una grabadora de antena rota y un colchón con un zarape pequeño encima era el ambiente que se percibía en el lugar.

"Pues... simplemente es usar un poco el sentido común" se escuchó después de que el joven presionara un botón "No creo que haya ladrón alguno que pueda vencerme"

El hombre miro con enojo la grabadora, después de mirarla fijamente y tratar de destruirla con su mirada (que podría jurar, estuvo a punto de hacerlo) el hombre de ojos dorados arrojo la pequeña grabadora con toda su ira contra la pared.

"Esto no cuesta nada barato, Ren..." dijo la mujer, mientras mostraba con una mano los tan buenos reflejos que poseía. ¿O solo será que conocía bien al chico?

"Es un pedante, lo odio" se decía Ren mientras miraba con ira hacia la rota ventana, sin prestar atención a la mujer.

"Aja, entonces para que demonios me pides que grabe esto?" dijo la mujer, sacando el cassette y arrojándolo a una pila de varios... que digo... una colección de cassettes que se encontraba al rededor del colchón "Me pides que consiga uno de estos diarios y sigo sin entender para que demonios los quieres"

"Necesito encontrar su punto débil para cometer el crimen perfecto" decía el chico, mientras se levantaba y miraba amenazadoramente a la mujer "Además, para eso te pago, no?"

Su nombre era Ren Tao, una persona mas para la sociedad de Tokyo. Solo allí.

En otros lugares como Osaka, Oita e Ibaraki, el chino era sumamente popular por la forma en que cometía sus robos y la forma en que mataba a todo aquel que se atrevía a ponérsele enfrente. A Sangre Fría, con cualquier objeto que pudiese atravesar piel lo hacia... se supo una vez que a un policía le había paralizado el corazón con uno de los diamantes que había robado, incluso muchos decían que el chico podría matar con sus propias manos.

Un peligro para la humanidad, actualmente perdido en el mundo, aunque no olvidado por nadie.

En la estación de policía se sentía un ambiente un tanto extraño, o por lo menos solo lo percibían los recién entrados ahí.

El olor a café inundaba el área junto con los comentarios de policías que intentaban sobresalir en su área, siempre y cuando obedecieran al jefe.

Ese hombre, Hao Asakura, si hablamos de gente que aun utilizaba la tiranía para su beneficio era un claro ejemplo.

Siempre buscándole el lado negativo a las cosas las pocas veces que salía de su oficina, después de estar pasando un buen rato de placer con las hermosas policías que se dejaban.

Sus ojos negros eran realmente penetrantes y la simple vibra que desprendía podria poner los pelos de punta a cualquiera... a excepción de uno.

"¡Horohoro!" decía con su sonrisa característica "¡Otro caso resuelto por nuestro detective predilecto"

¿Hipocresía mas clara? Piden demasiado.

"Gracias señor" dijo Horohoro, mientras hacia una ligera reverencia con un enorme nudo en su estomago "Es obvio que gracias a usted puedo realizar mi trabajo como se debe"

Ya lo dice el sabio dicho, Ojo por Ojo, Diente por Diente... Palabra por palabra.

Si hay algo que se sabia en la comisaría era el odio mutuo que sentían esos dos, el peliazul siempre se quejaba de la forma de mandar del jefe, mientras que el ojinegro siempre intentaba sabotear los planes del peliazul... ¡Aunque le costara a la comisaría! Con tal de deshacerse de el, haría cualquier cosa...

Nótese que el sentimiento era mutuo.

Continuaron conversando un rato, sin prestar mucha atención a lo que el otro decía, pensando en una cosa y hablando por otra. Las miradas impresionadas de sus compañeros eran sofocantes, de por si la estación de policías estaba repleta de gente, como para que cada uno estuviese viendo como platicaban el jefe y un detective, que se odiaban, platicar como viejos amigos.

Pensándolo bien... quizá tenia un poco de sentido.

Horohoro estaciono su fino auto negro frente a un edificio de buena fachada, pero alejado de la sociedad. Como a el le gustaba.

Saludo amablemente al velador que cuidaba el edificio, un hombre moreno no muy alto y con un muy extraño sentido del humor... que siempre terminaba haciendo sonreír al peliazul.

Subió al quinto piso mientras cargaba su saco al hombro, no tardo mucho en abrir la puerta del pequeño, pero bien acomodado, apartamento mientras azotaba el saco y las llaves en uno de los sillones.

Abrió la puerta de su habitación, donde una suave y cómoda cama lo aguardaba... completamente vacia.

Se limito a tumbarse en ella como era su costumbre, mientras intentaba alcanzar la lámpara de una de las mesas de noche que se encontraban a su lado.

Un segundo...

Un extraño papel se sintió al lado de la lámpara, acompañado por una extraña sustancia sobresaliente fue lo que pudo percibir su mano.

La sangre del joven se helo al leer el mensaje, completamente en la sustancia roja que con tanta usualidad veía... pero jamás de esa manera.

"Ojo por ojo, diente por diente... y tu hermana donde está?"

Los ojos de Horohoro se abrieron como platos al leer y releer la nota... la sangre impregnada en la nota aún estaba fresca (notorio en las manos temblorosas del peliazul), mientras sentia como pequeños trozos de hielo se le atoraban en la garganta ocasionandole un frío y espantoso nudo en esta.

La imagen de una hermosa chica de azules cabellos llego a la mirada del chico mientras este se ponía la chaqueta y corría a toda velocidad a través de las escaleras.

Su hermana Pirika estaba en peligro...

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Notas de Juri-chan.
Hola a todos!! ^0^ Pues heme aqui con un nuevo fic... Si, otro mas a la colección ^^UU. Esta vez ubicandome más en el misterio y el... yaôi!!!! *^______^* Lo siento por las fans de Ren o de Horo-sama (me incluyo! T.T) Pero desde hacia taaanto tiempo que queria escribir un yaôi... y el RenxHoro fue mi victima esta vez... quiza al principio no lo paresca, pero van a ver como va a tener bastante de este ^^U.

Ahmmm... si quieren continuar leyendo, pues ya saben, reviews o nada! Necesito mucha motivación personal para poder continuar con esta historia... así que ya sabran si la continuo o no! ^^U

Si u leita

Juri-chan
mashi@otakumail.com