Capítulo 13

Después de las dos horas de que estuvieron que estar con antelación en el aeropuerto, las doce horas de vuelo en un avión comercial en ejecutivo, otra hora de espera y dos horas de vuelo más en un avión privado, sin contar los cuarenta y cinco minutos de traslado hasta el hotel ni el tiempo que tardaron en buscar las maletas, de más está decir que Valentine estaba agotado.

Atrás había quedado el entusiasmo de horas antes, la emoción de la aventura por venir y el lugar exótico que iban a conocer, y presente se habían hecho el aburrimiento y la fatiga luego de tantas horas de confinamiento y espera. Y eso que Ross consideraba a su hijo ser de muy buen temple y naturaleza afectuosa, pero cuando algo lo irritaba podía ser el niño más fastidioso… no que ocurriera con frecuencia. Dios, quizás él estaba irritado también luego de tantas horas. Valentine había sido así desde pequeño. Un niño tranquilo, que se acomodó rápidamente a los horarios que Elizabeth imponía incluso a un bebé, Ross había estado muy impresionado. Pero claro, todo no podía ser color de rosas. Pronto descubrieron que cuando Valentine no se salía con la suya, podía hacer un gran escándalo y no dejar dormir a todo el vecindario. Al principio, como todos padres primerizos, no sabían cómo consolarlo. Hasta alguna vecina se había aparecido en su puerta a darles consejos, después de quejarse, claro. Ross solía decir que lo había heredado de Elizabeth. Lo decía en broma, pero su exesposa le había echado en cara el comentario tiempo después cuando comenzaron los problemas. De todas formas, Valentine ya no chillaba como cuando era un bebé, pero cuando estaba cansado o encaprichado con algo se seguía poniendo molesto, no importa cuantas veces hablara con él. Hacía un rato que estaba callado y se rehusaba a caminar, por lo que él tenía que cargarlo en brazos, y arrastrar las dos valijas y el bolso, además. Por suerte, al llegar al hotel, un empleado se acercó a ayudarlo cuando bajaron del auto.

Era más un resort que un hotel, escondido en medio de la selva. No estaba nada mal, y el aire salado que golpeó en su cara cuando bajó del auto sirvió para despejarlo un poco. Ojalá hiciera lo mismo con Val.

"Val, mira. ¡Ya llegamos!" - Ross bajó a su hijo hacia el suelo, que protestó porque aún no quería caminar. – "¿Sientes eso? Respira profundo. Ahhh… ¿sabes qué es?"

Su hijo negó con la cabeza mientras se frotaba los ojos con sus manitos. Caería rendido esa noche.

"¡Es el mar! Está muy cerca, ¿puedes sentirlo?"

"Está a sólo unos metros si van por ese sendero." – Les dijo el joven, señalando un camino que parecía adentrarse a la selva. – "¿Vienen con los de la película?"

"Ehrm, sí. ¿Ya hay alguien más aquí?"

"Ya están todos, creo que solo faltan los protagonistas. Escuché que Superman hace el personaje principal. No Superman, Henry Cavill. Ojalá pueda verlo." – agregó entusiasmado.

"No, mi papá es…"

"Ya creo que debemos ir adentro, Valentine, a que nos den nuestra habitación." – dijo Ross, porque ¿quién era él para arruinar la ilusión del joven?

Para ser un hotel en medio de una isla prácticamente inhabitada parecía espectacular. Valentine se despertó cuando entraron a rastras al gran lobby. De baldosas relucientes, techos altos, grandes alfombras, sillones que los llamaban a sentarse luego de tan largo viaje, columnas que permitían ver hacia afuera y ese aire típico de playa y de sol. Casi que tuvo que recordarse que estaba allí para trabajar. Su hijo abrió los ojos entusiasmado y tiró de su mano cuando por uno de los ventanales vio una enorme pileta.

"Papá, papá ¿Podemos ir? Por favor, por favor." – preguntó, inquieto de la emoción, el cansancio olvidado. Ahora se había despertado el Valentine impaciente e hiperactivo. Uno venía a continuación del otro, Ross lo sabía bien. Necesitaba de una buena siesta para calmarlo.

"Espera, Val. Tenemos que hacer el check-in para que nos den la habitación. Luego comeremos algo y descansaremos un poco y más tarde recorreremos el lugar."

"Yo no quiero descansar. No estoy cansado ¿Ves?" – dijo saltando en el lugar, como si eso fuera prueba de algo. La recepcionista, que había escuchado todo, lo observó con una sonrisa.

"Bienvenidos al Hotel Del Sol ¿Tiene una reserva?"

"Hola. Sí, en realidad vengo con el equipo de la película. Mi nombre es Ross Poldark."

"Oh, sí. Me permite su pasaporte y el del niño. ¿Es su hijo?"

"Sí." – Ross buscó en el bolso de mano y le entregó los documentos a la chica. Valentine no dejaba de mirar para todos lados, brincando sin poder dejar de moverse.

"Valentine, ¿Vienes a acompañar a tu papá?" – preguntó la recepcionista leyendo su nombre del pasaporte.

"Soy su asistente." – respondió el niño.

"¡Oh! Pues, si tienes un momento libre en tu agenda hay una sala de juegos que quizás te pueda gustar." – Val la miró emocionado.

"¿Puedo ir? Papá, ¿puedo?"

"Ya veremos más tarde. Nos gustaría comer algo primero." – agregó dirigiéndose a la chica que miraba con los labios fruncidos el monitor.

"Mmm… creo que hubo una confusión. Hay dos habitaciones reservadas a su nombre, pero están en distintos pisos. Supongo que pensaron que venía con su asistente de verdad… Pero no se preocupe, déjeme ver…" – agregó antes de que él pudiera decir algo. – "Humm… sí. Tenemos una habitación doble disponible, pero se acaba de desocupar. ¿No le molesta esperar unos minutos mientras la preparamos...?"

"Si no hay otro remedio…" – el cansancio estaba haciendo mecha en él también, de verdad quería dormir una siesta.

"Mientras tanto pueden ir a comer algo al restaurante. Es libre y está abierto las veinticuatro horas. Sólo tienen que llevar esto…" – la chica les dio unos pases con una cinta que Valentine se colgó inmediatamente del cuello. – "Es buffet, pero si quieren algo especial pueden pedirlo y lo prepararán."

"¿Tienen hamburguesas y papas fritas?" – preguntó Valentine.

"Sí, por supuesto. Sobre la playa hay otro restaurante también, está incluido para el equipo de filmación, ese solo abre para la cena. Y hay un puesto en la playa. Allí también hay comidas y tragos, y todo lo que necesiten para divertirse en la playa. Oh, y la sala de juegos tiene guardería también. Por si Valentine no puede ir con usted…" – agregó la recepcionista. Pues era bueno saberlo, aunque no le gustaba la idea de dejar a Val con extraños. Había pensado llevarlo con él y que esperara en el tráiler mientras él filmaba, pero esto definitivamente lo ayudaría. La chica terminó de explicarles cómo funcionaba el hotel, más que nada a Valentine, quien asumió sería quien pasaría más tiempo allí. Luego les señaló el camino hacia el comedor, no debían preocuparse por sus valijas, irían directo a su habitación.

Valentine comió su hamburguesa con queso y él una ensalada con pollo asado, se había comenzado a cuidar y las grabaciones comenzarían tan pronto como al día siguiente según el cronograma que le habían enviado, no desperdiciarían ni un día. Había transcurrido casi una hora hasta que le avisaron que la habitación estaba lista, y Valentine no dejaba de correr de un lado para el otro. Ya habían ido a ver las piletas, había dos, una de niños y otra más profunda y mucho más grande a la que quería zambullirse de inmediato. Juegos a los que quiso treparse apenas los vio, la playa, aunque no bajaron hasta la arena, sólo la vieron desde la terraza del hotel que tenía una vista impresionante. Y el enorme lobby, por el que corrió rumbo a las escaleras aun cuando él quiso tomarlo de la mano y llamándolo con un fuerte "¡Valentine!"

Demelza fue la última el llegar. Estaba entrando al hotel con Jeremy en brazos, cuando lo vio a Ross corriendo hacia el pie de las escaleras y a un niño que subía de prisa y que tropezaba en uno de los escalones.

"¡Val!" – otro grito, esta vez más desesperado que retumbó en la entrada cuando el niño, en su apuro, erró al escalón y cayó. Primero de rodillas, llegó a apoyar las manos para no golpearse la cara, pero esto lo impulsó hacia atrás y rodó un par de escalones hacia abajo.

"¡Judas!" – Demelza puso a su hijo en brazos de Rosina que iba junto a ella y se apresuró a acercarse a Ross y al niño. Ross lo había levantado en brazos en su primer instinto, sus oídos palpitando del susto. No se dio cuenta de que Demelza y la recepcionista se habían acercado corriendo.

"¡¿Val?! ¿Te golpeaste? Dime adonde te duele."

"¿Está bien?" – "Por Dios, pobrecito." – dijeron ella y la joven al llegar junto a ellos.

Ross reconoció la voz de Demelza, pero sus ojos estaban fijos en su hijo, que en ese momento se miraba las manos y las rodillas con una expresión de dolor.

"Mi pierna." – se quejó.

Efectivamente, tenía un gran raspón en la rodilla con la que había golpeado el borde del escalón. La piel pelada y que ahora comenzaba a sangrar, y las manos raspadas también, pero sin sangre. El niño hizo una mueca, sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no las derramó.

"¿Quiere que llame a un médico?" – preguntó la recepcionista.

"¡No, un médico no!" – exclamó el niño, a quien no le gustaban para nada los médicos.

"Tienen que revisarte para asegurarnos de que estás bien, curar esa herida."

"¡No, papá! ¡No quiero un médico!" – chilló, más fuerte que cuando se había caído.

"Ven, ¿porque no lo sientas en el sillón? Creo que no se golpeó la cabeza, no creo que un médico sea necesario." – solo entonces Ross levantó la mirada hacia Demelza. No se había dado cuenta cuando había llegado.

Hizo lo que le sugirió, cargó a Valentine y lo sentó con cuidado en uno de los sillones del lobby, una gota de sangre caía por su pierna.

"Creo que puedo curarlo. ¿Rosina? Busca el botiquín en la valija pequeña, por favor."

Rosina sentó a Jeremy en el sillón junto a Valentine y fue en busca del botiquín de primeros auxilios que siempre llevaba con ella. Nunca sabía en qué lío se podía meter su hijo ahora que caminaba con seguridad y quería explorarlo todo.

"Veamos… ¿Cómo te llamas?" – Demelza le preguntó al niño, agachándose frente a él.

"Valentine." – respondió el niño, secándose los ojos con el dorso de las manos. Las lágrimas no habían caído, pero estaban allí.

"Ese es un nombre muy bonito. Dime, Valentine, ¿Adónde te duele?" – el niño se señaló la rodilla y luego le mostró las palmas de las manos. – "¿Y la cabeza? ¿Te golpeaste la cabeza al caer?"

Valentine sacudió la cabeza de un lado al otro, mirándola intrigado.

"Solo la pierna y las manos."

"Bien, no es nada entonces. No es necesario llamar a un médico por eso, yo puedo curarte, ¿está bien?"

Valentine asintió.

Demelza, arrodillada frente al niño, miró a su padre que estaba de pie con los brazos cruzados sobre el pecho con el rostro que delataba su preocupación.

"Está bien." – Le aseguró. Porque sabía lo angustiado que debía estar. Cualquier padre lo estaría al ver a su hijo caer por las escaleras. Y si se hubiera lastimado seriamente, el niño se estaría quejando mucho más de lo que lo estaba haciendo.

Ross respiró profundo, el corazón le volvió al cuerpo cuando Demelza le aseguró que Valentine estaba bien. Lo estaba, lo había visto caer, y su cabeza no había tocado el piso. Pero aun así, se podría haber quebrado, golpeado con fuerza. Pero al parecer solo era una herida superficial.

Rosina le alcanzó un pequeño bolso a Demelza, ella lo abrió y comenzó a sacar algodón, gasas y botellitas que fue apoyando sobre una mesa ratona que estaba frente al sillón.

"¿No hace falta médico entonces?" – preguntó la recepcionista.

"No, gracias. Creo que Valentine ya aprendió la lección de que no debe correr por las escaleras, ¿No es así, Val?"

"Sí, papá." – respondió el niño que miraba concentrado lo que Demelza hacía.

"¿Tienes nana?" – Preguntó Jeremy a su vez, que observaba seriamente la rodilla sangrante del niño sentado junto a él.

"No, Jeremy. No toques." – lo detuvo Demelza cuando su hijo estiró un dedo hacia la herida de la rodilla.

"No, Val." – Ross exclamó también, cuando su hijo quiso hacer lo mismo.

Los dos niños se miraron y se sonrieron cómplices de que a los dos los habían regañado.

Demelza preparó una gasa con alcohol y comenzó a limpiar la sangre de la pierna, luego con otra gasa limpia fue a limpiar la herida.

"¿Va a doler?" – preguntó con preocupación Valentine antes de que tocara el raspón.

"Va a arder solo un poquito. Pero tú eres un niño valiente ¿no es así?"

Valentine asintió dubitativo y miró a su padre, que se fue a sentar junto a él. El niño cerró los ojos cuando la gasa con alcohol tocó su herida. Demelza intentó darse prisa, sacó la gasa y sopló para aliviar el ardor. Ross se acercó con la misma idea, sus cabezas casi se chocaron.

"Oh… eso es. No dolió mucho, ¿verdad?"

Valentine abrió un ojo y luego el otro.

"¿Te dolió?" – le preguntó Jeremy también, que miraba toda la situación con mucha intriga.

"Solo un poquito, pero no mucho. Puedo soportarlo." – aseguró ahora que lo peor había pasado. Ross acarició su cabeza y lo besó en la frente. – "Lo siento, papá."

"Lo sé. Estás cansado, tienes que ir a dormir. Pero no más correr por las escaleras."

Demelza aprovechó que hablaban para rociar con un spray la herida. Era para niños, así que no ardía.

"Ahora las banditas. Tengo comunes, de Toy Story o de los Vengadores." – Le dijo, mostrándole las opciones de curitas que tenía disponible en su bolso y que estaban destinadas a Jeremy, claro.

"A mí me gusta Woody." – dijo su hijo, todavía sentado junto a Valentine y observándolo con curiosidad. No estaba acostumbrado a tratar con otros niños.

"A mí me gusta Toy Story también, pero prefiero un Superhéroe." – Le respondió Val.

"¿El increíble Hulk? Es verde." – Ella no pudo evitar sonreír al escuchar su intercambio.

"¡Sí! Es verde y grande y fuerte, como yo."

"Muy bien." – Demelza buscó entre las banditas, por suerte había una con un pequeño dibujo de Ironman y Hulk y se la pegó con cuidado sobre la herida de la rodilla. – "Ahí tienes. La pierna está lista. ¿A ver las manos? Será mejor que queden al aire libre, así se curarán más pronto. Pero le echaremos esto…" – dijo, rociando el spray sobre sus palmas también.

Valentine la miraba fijo con las palmas levantadas. Luego preguntó con tono ensoñador: "¿Eres un ángel?"

"¿Qué?" – Ella rio.

"Su nombre es Demelza, Valentine." – le aclaró su padre.

"Es que los ángeles son hermosos y buenos."

Judas. Demelza se puso colorada. Hacía mucho que un hombre no le decía un piropo tan bonito.

"No, Val. No soy un ángel. Sólo soy una mamá. Jeremy es mi bebé."

"No soy bebé." - Protestó Jeremy.

"Ahhh… cuando me lastimo mi mamá le da un beso para que se cure más rápido."

Demelza se quedó dura un segundo ante la mención de Elizabeth, pero el niño estiró más sus manos hacia ella.

"Muy bien." – rápidamente dio un pequeño beso en cada una de las palmas de sus manos, al costado de la zona raspada. De seguro para el día siguiente ya estarían curadas, lo peor se lo había llevado la rodilla. – "Creo que eso es todo."

Demelza se puso de pie.

"Gracias. Su madre va a matarme." – comentó Ross. Ella se quedó allí un momento algo incómoda, observando a Valentine y a Jeremy que miraban con curiosidad la herida tapada por el increíble Hulk. – "Uhmm… hola."

Ross, pasado el susto, apoyó una mano en el hombro de Demelza. Ella se volvió hacia él. Se saludaron de manera algo torpe. Mitad abrazo, parte beso en la mejilla que ninguno llegó a dar y quedó flotando en el aire.

"Oh, sí. Hola. Vaya recibimiento." - Ross sonrió, aún algo nervioso. – "¿Qué – que tal estuvo el viaje?"

"Largo. Acabamos de llegar de hecho. Estábamos por ir a descansar un poco, ¿no es así, Val?"

"Pero no estoy cansado."

"Debes dejar quieta la pierna por un rato, Val." – dijo ella, intentando ayudarlo. Valentine le pareció un niño muy simpático, pero también algo inquieto.

El niño frunció el ceño, tal como ella recordaba que lo hacía su padre. Ross lo levantó en brazos. Jeremy, al ver que el niño extraño se estaba por ir, se puso de pie en el sillón así que ella lo levantó en brazos también.

Los dos se miraron, ambos cargando a sus hijos, y se sonrieron.

"¿Y quién es este pequeño caballero?"

"Él es Jeremy, mi bebé. ¡Está bien! Mi niño grande." – se corrigió antes que su pequeño protestara.

"Mucho gusto, Jeremy. Yo soy Ross." – dijo él. Pero a Jeremy le dio vergüenza y escondió su rostro detrás de su cuello.

"Le cuesta un poco entrar en confianza." – se disculpó ella. Él asintió con una sonrisa comprensiva.

"Creo que debemos ir a nuestra habitación a desempacar. Gracias de nuevo. ¿No le darás las gracias a Demelza por ayudarte, Val?"

"Gracias, Demelza." – dijo el niño, y luego bostezó.

"De nada, Valentine. Recuerda tomar la mano de tu padre para subir las escaleras de ahora en más, ¿sí?" - El pequeño asintió. – "Creo que deberías llevarlo a dormir." – Le susurró a él.

"Sí. Bueno, nos vemos…"

"Más tarde. Creo que hay una fiesta de bienvenida por la noche." – Judas. Solo entonces Demelza pareció recordar con quien estaba hablando. Y como a él no le gustaban esa clase de reuniones.

"Genial. Nos vemos allí entonces. Adiós, Jeremy."

"Adiós, Jeremy." – Valentine dijo también. Y Jeremy salió de su escondite y los saludó tímidamente moviendo su manito mientras ellos subían las escaleras. - "¿Quieres ir a jugar después?" – Valentine gritó desde los brazos de su padre.

Su bebé asintió con entusiasmo.