¿Que es esto? ¿Yo publicando antes del mes? Hubiera publicado antes pero la vida se interpone con una y se pone complicado. Pero saben, habra esperas mas cortas en los siguientes episodios ;) Gracias por su paciencia y amor a este fic que ya cumplio dos años. Va avanzando bien, pero algo lento . Gracias a Lu-Sun por sus bellos comentarios y fuente de inspiración. Ya publique aca primero jajaja. Que lo disfruten.

Capítulo 13: Inusual.

Empujó con su hombro la puerta abatible del baño de mujeres para dirigirse a la sección de lavabos. Apoyó sus manos contra la porcelana de uno de estos, dejó caer su cabeza entre sus hombros y exhaló su sentir. Su último encuentro con su sombra la había dejado un tanto asqueada. Se habían vuelto incontables las veces donde se sentía segura y su acosador la tomaba desprevenida. Los límites de lo que podía y no podía hacer el Nara se estaban volviendo ambiguos ante ella. Se reincorporó en su lugar, fue por un poco de papel y lo usó para "limpiarse" bruscamente del cuello el recorrido que hizo con su nariz aquel demonio. No toleraba que la tocara, mucho menos que la siguiera arrinconando en situaciones incómodas y la hiciera sentir tan impotente. Con sus manos, convirtió el papel en una enmarañada bola, la arrojó con rabia al bote de basura y volvió a mirarse hacia el espejo. Tenía que conservar la calma. Cerró los ojos y suspiró. Reconoció que su juicio estaba perjudicado al sentir algo de alivio ante la idea de que ese era el último día de su periodo. Solo era cuestión de horas para ganarse la paz que tanto anhelaba. De pronto, la puerta abatible se abrió provocando un chirrido que hizo que la rubia usara el reflejo del espejo para identificar quien había entrado. Era una chica de cabellera larga y rubia, cuyo flequillo cubría la mitad de su rostro, se estaba tallando un ojo con una mano, portaba un suéter holgado morado y una falda de mezclilla. La Sabaku pudo bajar la guardia al identificarla, bajó la mirada y empezó a lavarse las manos. En cambio, la Yamanaka cambió su expresión al verla, dibujó una sonrisa y fue a reunirse con su amiga para usar el espejo también.

— Pensé que estabas con las demás. —Dijo la chica del flequillo aproximándose a la plateada superficie. Usó sus dedos para estirar parte de su ojera y párpado para ver mejor el interior de su ojo.

— Tome mucha agua —mintió sacudiendo sus manos la chica de las cuatro coletas, fue por más papel y se las secó—, así que mejor vine antes de que empezara todo —aventó otra bola de papel con más calma al bote de basura, terminó recargando su espalda baja en el mueble y se cruzó de brazos—. Dicen que durara cuatro horas.

— Dios —tomó distancia del espejo y parpadeo constantemente—. Que martirio. Oye creo que tengo una pestaña en el ojo —se paró de frente a ella señalándole con su dedo índice su ojo izquierdo—. No sé si sigue ahí, pero aun siento que me molesta. ¿Puedes ver?

Temari asintió acercándose al rostro de su amiga y observó detenidamente su pupila. Tal como dijo no parecía ver alguna obstrucción, pero si se notaba que en vez de tener blanco alrededor de su pupila estaba un tanto rojizo. Torció la boca con preocupación. Quizás se lo provocó por el modo que se estaba tallando y realmente era una fortuna que no se había maquillado los ojos ese día de otro modo estaría viéndose como un panda. La de orbes aguamarina tomó distancia y apoyó una de sus manos sobre su cadera.

— Creo que ya la sacaste, pero deberías dejarte el ojo. Te estas lastimando.

Ino asintió bajando la cabeza, buscó algo dentro de su bolso de mano y volvió a ponerse de frente al espejo. De esta sacó un bote de gotas para los ojos de manzanilla, hizo su cabeza hacia atrás y se echó en ambos ojos. Parpadeó constantemente haciendo que el exceso del líquido se resbalara por sus mejillas.

— Tienes razón —dijo quitándose el trazo del líquido con sus dedos y guardó el pequeño bote en su bolso—. Regresemos antes de que empiece. Si nos apagan las luces será un problema encontrar a las demás.

Las dos salieron del baño y se dirigieron a la puerta que las llevaría al evento. El cual era un umbral rectangular, donde había alumnos haciendo fila para entrar y eran atendidos por unos organizadores que usaban la misma camiseta blanca. Uno por uno iba pidiéndoles datos para registrarlos apoyandose de una tableta electrónica. Al entrar a la sala de conferencias se podía notar como esta tenía una ligera inclinación hacia abajo en el área de las butacas, las paredes eran de color rojo vino y su material parecía ser algo acolchonado, las luces eran cálidas y en el fondo del lugar destacaba lo que parecía ser una pantalla gigante que tenía el mismo tamaño que una pared. La universitaria analizó su entorno tratando de encontrar a su grupo de amigas. Algo que no fue tan difícil, pues su mirada coincidió con cierta castaña que estaba parada en su lugar y meneaba su brazo para llamar su atención.

Las dos rubias usaron uno de los pasillos que estaba pegado al extremo derecho del lugar. Cuando llegaron encontraron que les habían guardado un par de lugares cerca del pasillo. Ino amablemente le ofreció el otro asiento a la de orbes aqua, pues le advirtió que quizás seguiría yendo al baño a revisarse ya que el malestar no la había dejado del todo. Temari aceptó y se sentó junto a Tenten. En lo que se acomodaba, sintió que su móvil le vibró en el bolsillo. Lo sacó encendiendo la pantalla de bloqueo para ver de qué se trataba. Encontró una notificación de su chat en línea sobre un número desconocido que le envió un mensaje con solamente un emoji de un diablo morado sonriendo. Arrugó la nariz extrañada. Luego suavizó su expresión al pensar que tal vez se habían equivocado de número. Le echó el modo silencio a su teléfono y lo guardó en su mochila.

Las luces se apagaron y la conferencia dio inicio. Entró el primer expositor, el cual era seguido por las luces de los reflectores y atrás de él se iluminó una gigante pantalla con su fotografía y su nombre. Mientras que la universitaria estaba sentada como a medias del lugar, su sombra prefirió sentarse en los lugares del fondo. Donde nadie lo molestaría y podría recargar su pie contra el respaldo de uno de los asientos vacíos que tenía delante de él. Escuchó parte de lo que el expositor decía, luego divagó su atención hacia las personas que lo rodeaban. Había estudiantes aplicados, otros que cuchicheaban entre ellos en voz baja, otros que elegían dormir y una que otra pareja que aprovechaba la oscuridad para hacer de las suyas.

Tenía décadas enteras de no pasar tiempo en medio de una multitud, pero recordó porque ya no lo hacía. Detestaba a los humanos que eran tan superficiales con deseos banales. Muchos de ellos jugaban a ser dioses, juzgándose entre ellos y creyéndose la encarnación misma de la verdad absoluta. Hasta que en sus últimos segundos de vida brillaban por su hipocresía al rogar ser amparados de sus pecados. Berreando y agonizando por el pavor que les causaba el enigma del más allá. Sobre todo, imploraban por no acabar en el bando de la infinita tortura. Terminó la primera exposición y les dieron a los estudiantes media hora de receso para que fueran al baño o se hidrataran en lo que preparaban el siguiente escenario.

Tal como advirtió Ino se levantó en varias ocasiones durante las exposiciones o en los descansos para seguir revisándose los ojos. El día les resultó algo largo porque vieron tres exposiciones más y cada una duraba una hora. Cuando estas terminaron, todos estaban cansados y se dirigieron a sus respectivas casas pues estaba oscuro. Así la universitaria llegó a su departamento sintiéndose bastante agotada, pero algo la detuvo justo en la entrada. Al encender la luz encontró al demonio en la sala muy entretenido con un celular. Un tanto embrollada, la rubia torció la cabeza verificando con su conciencia que si lo que veían sus ojos era verdad. Rápidamente buscó en su bolsillo si lo que tenía ahí era suyo, pero no fue así. Su celular seguía guardado donde siempre lo ponía. Retornó su confundida mirada hacia el muchacho de la coleta. Observándolo congelada en su lugar como si estuviera resolviendo un misterio. Hasta que recordó aquel mensaje aleatorio con un emoji de diablo sonriente. Buscó el número desconocido en su lista de contactos de su teléfono, seleccionó la opción de llamarlo y esto provocó que el teléfono que tenía el Nara entre sus manos comenzará a vibrar.

— ¿Por qué me estas llamando si estás aquí? —Frunció el ceño mostrándole su pantalla donde reflejaba claramente el número de la Sabaku.

Colgó la llamada dejando caer su quijada con sorpresa, luego fue directamente con el Nara y le arrebató el celular de sus manos.

— ¡¿De dónde sacaste eso?! —Lo examinó entre sus manos dandose cuenta que se trataba de un celular muy costoso—. ¡¿A quién se lo robaste?! —Entró a la configuración del celular buscando los datos del verdadero dueño.

— A nadie —se encogió de hombros—. Puedes ver que está completamente nuevo.

— ¡¿Cómo conseguiste mi número?! —Meneó el artefacto en el aire.

— Lo escuché cuando lo dictaste en el evento.

La chica de las cuatro coletas puso a trabajar su memoria. Luego se llevó una mano al rostro. ¡Por su puesto! En el momento que la estaban registrando tuvo que dar su número de teléfono. Ni cuenta se había dado que el maldito andaba ahí también. Gruñó con desespero y caminó hacia la puerta principal.

— Voy a devolverlo.

— ¿A dónde si no sabes de donde lo tome? —Su pregunta la detuvo en seco, lo que hizo que fuera fácil alcanzarla y quitarle "su" nuevo teléfono—. Creo que esto es mío. Gracias

— ¿Para qué lo quieres? —Masculló girando sobre sus pies para volver a intentar quitárselo.

— Si voy a estar más tiempo aquí de lo que planeaba, tengo que entretenerme con algo —levantó su celular en el aire apartándoselo del alcance de la rubia—. Ya que si lo hago contigo, soy castigado de un modo u otro.

— ¡Pero aun así vas a molestarme con él!

La Sabaku logró sostener el teléfono hurtado, pero Shikamaru no lo soltaba. El demonio trazó una sonrisa ladeada y asintió.

— Ya entiendo. Prefieres tener toda mi atención como antes. —Se acercó un poco más a ella y sutilmente la tocó con el hueso de su pulgar en el mentón.

— "Tarado" —pensó ella soltando el celular y haciéndose hacia atrás un par de pasos—. Gracias por recordarme porque no debo de conversar contigo —se retiró dirigiéndose a su habitación—. Tan pronto sepa de donde lo robaste, lo voy a devolver.

— Buena suerte con eso. —Respondió el chico de la coleta regresando al sillón.

Por fin los días donde el demonio se le lanzaba encima habían tomado una pausa. Devolviendo a la rubia a su pacifica coexistencia con su personificado dolor de cabeza. Por supuesto mientras estuviera prevenida a los espontáneos intentos de homicidio fallidos de su verdugo y que ella evitara retornar a su mal hábito de lastimarse los labios podría estar tranquila. Durante su receso, comía de un sándwich mientras pensaba para que quería un teléfono su atormentador. Incluso se había puesto a buscar ubicaciones de tiendas donde vendían celulares para deducir de donde lo había sacado, pero por su departamento no había ningún lugar de esos. ¿Quizás cerca de la universidad?

— ¡Ino! —La voz de la pelirrosa la sacó de sus pensamientos. Instintivamente volteó a ver a la dueña, quien también estaba un poco perdida en su mente—. Te estoy hablando.

— Perdón me fui, —parpadeó un par de veces la Yamanaka fingiendo una sonrisa— ¿qué?

Hinata, Tenten y Sakura rieron un poco entre ellas.

— Vaya así te ha de traer ese muchacho —bromeó la chica de los ojos esmeraldas—. Te preguntaba que si recordabas a la maestra de inglés de la preparatoria.

— Ah claro. ¿Qué con ella?

— Creo que es la nueva amante del director de la preparatoria. —Respondió la castaña.

— ¡¿Qué?! — Incluso la de orbes aqua se interesó en la conversación y frunció el ceño— Pero ¿qué no está jurado con la iglesia para convertirse en padre?

— Mis fuentes dicen lo contrario. De día es uno y en las noches —alzó ambas cejas la Haruno.

— Se veía venir. En verdad es muy guapo. —Añadió la Hyuga desviando la mirada y le dio un largo tragó a su té helado.

— ¡Hinata! —Chilló Tenten empujándola del hombro— ¡No me digas que estabas enamorada de él!

Una ligera risa salió de los labios de la Yamanaka, mientras que sus otras dos amigas molestaban a la de cabello azulado.

— Ya admítanlo a ustedes también les gustaba. —Sentencio la Sabaku.

— ¡Por supuesto que no! —Protestó la de orbes esmeraldas—. Quizás hables por ti.

— No. No era mi tipo. Pero acabamos de descubrir que Hinata tiene un gusto culposo por los "hombres buenos."

— ¡Temari basta! — Rió la de orbes aperlados.

Los días seguían avanzando. Estaban a solo un mes de los exámenes finales de ese semestre. Si ignoraba la existencia del demonio en su departamento o rondando por su universidad, la Sabaku podría honestamente admitir que se sentía bien consigo misma. Sin embargo la fuente de su felicidad fue muy breve al recordar que se encontraba sola. Obligando a su mente regresar al recuerdo de Sasori, cuestionándose que si debía pedirle disculpas por aquello que fue testigo. Torciendo la boca, admitió para si misma que primero tenía que ponerle límites a su potencial homicida antes de solucionar cualquier cosa con el Akasuna. Aunque frenó todos sus pensamientos al levantar la mirada. Justo iba a reunirse con sus amigas de la preparatoria, pero otra vez ahí estaba entrometiéndose su sombra. Shikamaru si que pasaba desapercibido de lo que era realmente, pues sabia muy bien como vestir, actuar y hablar como los otros muchachos de su "edad". Sin detener sus pasos rodó la mirada con fastidio. Justo a eso se refería con ponerle límites, pues sus amigas ya lo aceptaban a su alrededor sin cuestionarle nada. Llegó a sentarse a un lado de la Haruno, dejando caer su mochila y se acomodó en su lugar.

— ¿De qué estaban hablando? —Preguntó la chica de las cuatro coletas.

— Shikamaru nos estaba contando que iba hacer estas vacaciones. ¿Ya sabes que harás en las tuyas? —Le preguntó la de orbes chocolates.

— Mis padres no han dicho mucho —dijo sacando una botella de agua de su mochila—. Creo que esta vez pasare la navidad acá. ¿Ustedes?

— Mi familia y yo iremos a la playa para fin de año —comentó la pelirosa—. Queremos huir del frio lo más rápido posible.

— Nosotros iremos a unas cabañas que están junto a unas montañas —siguió la de orbes aperlados—. Lo único malo es que allá no hay mucha señal, así que quizás no me lleguen sus mensajes.

— ¿Tu Ino? —Cuestionó el Nara que estaba sentado delante de ella.

La rubia estaba picando su ensalada con su tenedor e inclinó su cabeza ligeramente.

— Supongo que también me quedare en casa.

Sus amigas continuaron platicando. Temari enfocó su atención hacia al Nara preguntándose que mentiras les había dicho sobre ese tema. Entonces notó que el chico de la coleta tenía su mirada fija hacia un punto en específico. Le siguió la mirada y esta terminaba en la Yamanaka que seguía picando su ensalada con su tenedor. Ante su perspectiva no podía verle el rostro pues su fleco largo lo obstruía. Retornó sus pupilas hacia el demonio, quien apartaba su vista y la regresaba a la de orbes zafiro. Eso definitivamente levantó una severa alarma a su presente y debía cuidar que era lo que tramaba su verdugo con su amiga.

Su clase había terminado, por lo que las dos pelirrojas y Temari tomaron rumbo hacia su café favorito en lo que esperaban su siguiente clase.

— Karui ¿me podrías pasar los apuntes de la clase pasada? —Le preguntó la Uzumaki en lo que iba escribiendo en su celular.

— ¿Eh? ¿Por qué debería de hacerlo? —Apoyó sus manos sobre su cadera—. Estabas ahí.

— Estaba entretenida con un chisme. No logre anotar todo.

— Pues mis apuntes tienen un precio. —Se cruzó de brazos la morena.

— ¡¿Qué?! —Bajó el celular e hizo una cara de niña mimada y volteó a ver a la rubia—. Temari.

— Mis apuntes también tienen precio. —Respondió ella desviando la mirada.

— ¡No puedo creer lo par de traidoras que son! —Se plantó en su lugar dando un pisotón.

Las otras dos se detuvieron para ver la rabieta que estaba haciendo la Uzumaki. Alzando una ceja y con aires de grandeza Karui pronunció:

— Ni siquiera nos has preguntado el precio.

— ¿Cuál es?

Karui y Temari se miraron entre sí y dijeron en unisonó:

— Una ronda de tragos para cada una.

— ¡Están locas!

— Bueno, reprueba el semestre —siguió con su camino y levantó su mano como si se estuviera despidiendo—. Me da igual.

— ¡Uy! —Gruñó— ¡Está bien! —Fue alcanzar a la morena— Pero ya no les voy a contar de lo que se trataba.

— Disculpa —la voz ajena de una mujer les llamó la atención a las tres y voltearon a sus espaldas—. ¿Eres Temari?

La mujer que le llamaba era una de las maestras de la universidad, bastante reconocida en la carrera de medicina. Tanto Hinata, Sakura e Ino tenían clases con ella en uno de los edificios del campus, pero solo Hinata y Sakura coincidían en la misma clase de anatomía. Su cabello era rubio, largo, su piel era clara y tenía unos hermosos ojos de color miel. A pesar de saber que su edad rondaba entre los cuarenta o cincuenta, su rostro conservaba un aire juvenil y era fácil reconocerla pues siempre andaba en una bata de laboratorio por todos lados, sin mencionar su busto que era notoriamente grande.

— Maestra Tsunade —con la mirada la rubia les indicó a sus compañeras que siguieran adelante—. Si, ¿en qué puedo ayudarle? —Fue a reunirse con ella.

— No te quitare mucho tiempo. De casualidad, ¿conoces a Ino Yamanaka?

— Si, ¿por qué?

El semblante de la mujer mostró una ligera preocupación.

— ¿Sabes si le ocurrió algo? Van dos días seguidos que no asiste a clases. Normalmente avisa cuando va a llegar tarde, pero jamás había perdido una clase —la de orbes aqua abrió ligeramente los labios y buscó en su mente algún motivo de porque su amiga estaría haciendo eso. Tsunade pudo leer su expresión y bajo la mirada—. Ya veo. Sé que es una excelente alumna y que debe de haber una explicación lógica sobre esto. Siempre las veo juntas, por lo que creí prudente preguntarte.

— Realmente no, pero si se dé algo le avisaré.

— Muchas gracias. Solo dile que cuide su asistencia, de otra manera la darán de baja de la carrera.

— Por supuesto. Yo le dire.

Tsunade la dejo por su cuenta y se perdió entre los pasillos del campus. Su plan original era ir por un café con Karui y Karin, pero esa noticia realmente la había sacudido. Abrió el chat que tenía con sus amigas de preparatoria:

"Hey ¿dónde están?" Enviado.

"En la jardinera de siempre," respondió rápidamente Sakura.

"Las acompaño." Enviado.

Temari se apresuró en ir hacia allá bajando las escaleras de la explanada principal de la universidad que estaba junto a la cafetería. Definitivamente estaban junto a la jardinera de siempre, pero solo estaban Hinata, Tenten y Sakura.

— Hola. —La de orbes aqua tomó asiento con ellas.

— ¿Y ese milagro que nos acompañas hoy? —Preguntó con entusiasmo la castaña.

La rubia hizo una mueca de desinterés y alzó un hombro.

— Mis compañeras fueron a otro lado y falta una hora para mi siguiente clase —Miró a su alrededor—. ¿E Ino?

— Quien sabe —respondió la pelirrosa, recostada sobre el muro de la jardinera, mientras sostenía un libro abierto en el aire por encima de ella—. Quizás esta con uno de los chicos con los que está saliendo.

— ¿Cuál chico? —Indagó más la rubia.

— ¿Cómo dijo que se llamaba? —Entornó la mirada la de orbes aperlados.

— Nos ha dicho como diez nombres diferentes —se mofó la Haruno—. Saber con cual, si es un verdadero enigma, pero si. Estos días usualmente anda noviando.

— Con razón.

La Sabaku guardó silencio en lo que ellas platicaban. No quería alarmarlas todavía. Por lo que se dispusó a investigar por su cuenta. Abrió sus redes sociales y la buscó en cada una de ellas. Donde normalmente publicaba mil videos de lo que hacía o lo que escuchaba estaba vacío, los chats que tenían en común carecían de sus mensajes o reacciones de los mensajes. Parecía que tenía semanas de estar inactiva. Entonces le envió un mensaje directo.

"¿Quieres un café?" Enviado.

Los segundos se hicieron minutos, los minutos en una hora. En su conversación se veía en línea, pero no contestaba. Ahora ella no estaba poniendo atención en clase por estar pendiente de cada vez que su teléfono vibraba. Desafortunadamente ninguna de esas notificaciones eran respuesta de la Yamanaka. Mientras conducía de regreso a su departamento, su mente continuaba buscando una respuesta a su repentina desaparición. Hasta que recordó esa extraña interacción entre su sombra y su amiga. Una mecha de furia se encendió dentro de ella. Abrió la puerta, como siempre el Nara estaba recostado sobre uno de los sillones, con un brazo detrás de su cabeza y con su otra mano indagaba que cosas podría hacer con su nueva adquisición, aprendiendo rápidamente sobre todas sus funciones. Temari azotó la puerta detrás de ella y sin perder el tiempo fue hacia él.

— ¡Me vas a decir de una buena vez que hiciste con Ino!

El inusual humor de su víctima le interesó muy poco. Seguía concentrado en entender que era una aplicación y para que servían, pero su molesta mirada empezó a fastidiarle, así que suspiró ruidosamente.

— Uno: No le hice nada, dos: no me interesan tus mortales acompañantes y tres: no puedo lastimar a nadie que te interese —levantó su brazo donde constantemente aparecía su marca—. Tenemos un pacto, ¿recuerdas?

— ¡No te creo ni una palabra! ¡¿Qué le hiciste?!

Sus acusaciones hicieron que dejara su teléfono de lado y se sentara apropiadamente en el sillón.

— Mira. Me halaga que me creas que soy tan inteligente para seguir encontrando lagunas legales en nuestro contrato. Solo quiero que uses un poco tu cerebro y pienses muy bien esto. En verdad, —sonrió con incredulidad— ¿crees que soy el único demonio caminando por estas tierras? —entornando la mirada, se levantó metiendo sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón—. ¿O tan si quiera has considerado que la maldad humana existe? — Fue aproximándose hacia ella rondándola como lo hacía un tiburón con su presa—. Entiendo que te es fácil culparme de todos tus inconvenientes, pero me duele romper tu burbuja de ignorancia al decirte que no soy responsable de todo lo que ocurre a tu alrededor —se detuvo a sus espaldas—. Te daré una sugerencia, en vez de perder el tiempo asumiendo tonterías, ¿por qué no vas tu misma a preguntarle que le sucede? Ah claro —continuó con su andar hacia el llavero que estaba aún lado de la puerta principal—. Prefieres sumergirte en tu miseria, que ver lo que están pasando los demás. Felicidades te has dado cuenta de que algo está mal, porque incluso yo lo noté. Tu amiga esta emanando la misma aura con la que tu cargabas antes de que modificáramos nuestro pacto —tomó las llaves de su auto y se las arrojó hacia su mano para que las atrapara—. Ya tu sabrás que hacer. Seguir culpándome o hacer algo al respecto.

La de orbes aqua atrapó las llaves en el aire y las contempló unos segundos entre sus dedos. Su sombra seguía parado ahí cerca de la salida. Aunque normalmente ignoraba sus palabras llenas de amenazas, esta vez sí se escuchaba un poco de lógica en ellas. En un punto tenía razón, él no podía lastimar a ninguno de sus seres queridos. Mucho menos a alguien como Ino. A parte su comportamiento extraño se remontaba a semanas antes de que el Nara pusiera sus ojos en ella. Lo único que le importaba en ese instante era de ir con la Yamanaka de inmediato. Pasó junto a su sombra para abrir la puerta y al salir, el demonio hizo evidente el hecho que la estaba siguiendo. Los dos subieron al elevador y la rubia seleccionó el piso del sótano. Una vez que las puertas se cerraron ahí estaban ellos. Uno recargado en el muro opuesto que el otro. A pesar de que quisiera morderse la lengua para negar sus pensamientos, el estar encerrada en una pequeña área con él todavía la ponía de nervios, pero esta vez se estaba comportando. Únicamente la miraba, con sus manos resguardadas en su pantalón negro y tenía una expresión que tendría cualquier sabelotodo. Las puertas se volvieron a abrir y el muchacho de la coleta le indicó con un gesto que "damas primero". La universitaria rodó la mirada y salió del elevador. Se dirigieron al auto de la rubia y ella le quitó el seguro de la puerta del piloto.

— ¿No me vas a abrir? —Preguntó el demonio.

La de orbes aguamarina alzó sus cejas.

— ¿Al fin vas a usar las puertas?

— Bueno, quería ver si tenías algo de educación. —Respondió con una sonrisa recargándose sobre el techo del vehículo.

Moría de ganas por dejarlo ahí, pero sabía que sería inútil. Ese ser aparecía y desaparecía a placer en su entorno, un simple seguro no iba a obligarlo a que dejara de seguirla. De mala gana le quitó el seguro del copiloto. Los dos entraron al auto... sí. Sabía que era bastante grave aceptar coexistir con su potencial homicida en su mismo vehículo, pero por algún motivo el Nara decidió en ese momento estar presente todo el tiempo.

— Vaya si tienes modales. —Pronunció en una falsa sorpresa Shikamaru.

— Escúchame bien —masculló la de orbes aqua—. Si haces la más mínima tontería, si me tiendes la más mínima trampa o me entero de que tuviste que ver con algo de Ino. Pensare en su nombre y espero te erradique en este mismo lugar.

— Tranquila mujer —negó con la cabeza sin borrar la curvatura de sus labios—. Te prometo que vengo en son de paz.

Temari negó con la cabeza, fijando su mirada al frente y encendió el auto.

— Al menos eso me da un poco de tranquilidad —bufó por la nariz—. Hasta el momento no tienes fama de cumplir tus promesas.

El demonio la barrió con la mirada. Su víctima se estaba volviendo más altanera en su presencia. Por un lado, eso le convenia. Esas respuestas la llevarían a que le perdiera el miedo y que se acostumbrara a que estuviera a su alrededor. Lo que le brindaría una mejor oportunidad de tomar cualquier cosa que quisiera con menos planeación y resistencia.

— Todo a su tiempo, princesa.