Los rayos de sol se tornaban más abrasadores a cada paso que daban, y Lucy aún maldecía a los dos Dragon Slayers que se encontraban en su equipo por no ser capaces de montarse en un barco. Lo curioso era que la Belserion también se rehusó a montarse en una embarcación. Curioso, puesto que el camino hacia Alakitasia necesitaba de unos cuantos días para completarlo.

Llevaban tres días y medio, y la Desesperación Escarlata aseguró que para la noche llegarían a la gran ciudad.

—¿Falta mucho?—Natsu remugó mientras se secaba el sudor que caía por su frente con una de sus muñequeras.

—Lo necesario—respondió la más mayor de los integrantes sin tan siquiera voltearse.

—Ya estabas tardando en quejarte—esta vez fue Gray quien entonó su voz. Aunque desconocía por qué respondió. Tal vez ya era la costumbre que tenía el Dragneel de sacarlo de quicio. O tal vez era porque él mismo lo buscaba, de echo el pelirosa había estado más callado de lo normal durante el viaje.

-¿Tienes algún problema, cubito de hielo?

Otra vez no. La Heartfilia se lamentó al presenciar la escena de rivalidad típica entre sus dos compañeros. A lo que Wendy sonrió por lo bajo ante la común estampa. De verdad que por mucho que pasara el tiempo, aquellos dos nunca cambiarían. Entonces se recolocó al bulto que cargaba sobre sus brazos.

—Ya no falta mucho, Carla.

—Menos mal que te tengo a ti Wendy. Este calor es abrasador...

La pequeña sonrió a su compañera dándole a entender que a ella no le importaba cargarla hasta llegar. Asumía que Carla lo debería estar pasando fatal con ese tiempo dado que su tamaño era más pequeño. Las veces que Carla había estado para ella no le era indiferente. Siempre estarían juntas.

—Sois muy pesados. Cuántas veces os debo decir que hay que comportarse—esta vez la Scarlet no dudó en estirar de las orejas a los dos magos de ese modo deteniendo la posible pelea que podría haber acontecido.

A pesar de las quejas de Natsu y Gray, la pelirroja volvió a mirar al frente del camino. Y en esas no pudo evitar observar la figura de la mujer que avanzaba unos metros más adelante. La capa ondeaba como de costumbre, y los toques de su gran sombrero seguían el mismo ritmo. Erza la notó extraña, y es que desde que habían salido del campamento apenas se había pronunciado.

—No esperaba que fueras tan callada.

La mirada de Eileen Belserion se desvió de inmediato hacia la responsable de aquellas palabras, encontrándose con su viva imagen cuando ella era joven. Sonrió.

—No quiero desgastarme.

—Te noto pensativa, ¿te ocurre algo, madre?

Era tan extraño para ella escuchar aquello que pensaba que estaba viviendo un sueño. Después de todo el daño que causó al mundo, lo menos que se merecía era recibir el perdón de su hija. No después de haber intentado acabar con su vida.

—No puedo contarte qué me ocurre porque hasta yo misma me encuentro confusa-reconoció la Belserion volviendo a mirar al frente. Solo visualizaba arena, siendo el desierto de Alakitasia el culpable del sudor que recorría el cuerpo de los magos.

—¿Es referente a la misión?—tanteó Erza sin esperanzas de acertar. O más bien, que su madre le intentara explicar sus sensaciones.

Eileen suspiró con hastío. Contempló mil maneras de responder a su hija sin querer ofender, pero era inevitable una posible disputa.

—Presiento que Natsu va a traerme problemas en la misión.

Erza frunció el ceño sin entender las palabras de su madre. Volteó a ver por el rabillo del ojo al pelirosa, que retomó su riña con el Fullbuster mientras Lucy y Wendy trataban de detener aquella discusión. Carla se mantuvo al lado de su fiel compañera añadiéndose también al bando femenino de la mediación.

—No entiendo qué quieres decir con eso, madre.

—No puedo darte más detalles, porque ni yo misma conozco el motivo de mi desconfianza con Natsu.

—Él es de fiar, es uno de mis mejores amigos.

Eileen volvió a observar a su hija intentando esconder su desconfianza. Y tras volver a analizar sus facciones, asintió levemente acompañando el gesto con una sonrisa.

-Está bien. Pero Erza...

La mujer suspiró suavemente queriendo mantener la serenidad en su voz.

—¿Qué pasaría si Natsu se vuelve una amenaza para tu gremio?

Erza la miró desconcertada. No entendía el sentido de aquella conversación. Natsu era imposible que fuera un peligro para el gremio. Simplemente no tenía sentido. Él siempre era el primero en querer proteger a todos y que el gremio se mantenga unido y fuerte. Que sea una familia. Su familia.

—Eso definitivamente no ocurrirá. Yo confío en él.

Tal vez tuviera razón. A Eileen el concepto de tener familia se le tornaba denso. Hacía tanto tiempo que no se sentía unida a nada, y hasta que no supo de la supervivencia de su hija, la soledad había sido su mejor amiga durante los últimos cuatrocientos años.

—Lo que no entiendo es por qué piensas que Natsu puede ser un problema para nosotros.

—Te podré responder cuando llegue el momento.

Erza tomó de la muñeca a la mujer deteniendo durante unos segundos su paso. Wendy desvió la atención de la discusión entre los dos magos para percatarse del gesto que hizo la Scarlet. ¿Acaso andaba algo mal entre ellas?

Durante unos instantes, el recuerdo de la reconciliación entre madre e hija cruzó por la mente de la inocente niña. Después de percatarse de que la Belserion seguía con vida, Wendy supo que Erza no paró hasta que pudo encontrarla y mantener mil conversaciones con la mujer de largas trenzas. Que demostró que su locura se había esfumado, siendo partícipe de nuevo en la vida de la Scarlet.

—Él no tiene nada que ver con lo que está pasando, si eso es lo que se te cruza por la mente. No guarda relación alguna.

—No voy a responder a eso ahora, Erza. Por lo pronto debemos llegar a Alvarez, necesito pistas que me ayuden a descubrir qué diantres ocurrió en Alzarez.

Eileen se zafó del agarre de su hija con suavidad, pero con la suficiente fuerza como para dejarle claro que no volviera a repetir aquel gesto. Erza no dejó de seguirla con su mirada, pidiendo al destino que su madre no actuara apresurada y es que bien sabía ella de lo que sería capaz por mantener el reino de Fiore a salvo.

Tras la guerra con Alvarez, los reinos de Alakitasia y Fiore reanudaron negociaciones y Ajeel y la Reina firmaron el tratado de paz entre ambos territorios. Incluso algunos Spriggans se comprometieron a expiar sus pecados ofreciendo su ayuda en caso de ser útil. Y Eileen fue uno de ellos. Siendo una de las reinas que en su día governó Fiore prometió ofrecerse como guardiana errante para asegurar la paz en todas las tierras del reino. Tampoco no podía ir en contra de sus orígenes, siendo ella una habitante de Fiore, y no de Alakitasia cuando era la governante de Dragnof.

La Scarlet estaba segura que debía haber una explicación para todos los acontecimientos que se estaban dando. Simplemente era imposible que Natsu les hiriera sin más. Erza sacudió su cabeza haciendo que varias hebras de cabello rojizo bailaran violentamente al son del gesto. Debía centrarse en lo más importante en esos momentos, debían llegar a Alvarez cuanto antes, y en eso sí estaba de acuerdo con la mujer de largas trenzas.

Dejando a un lado los últimos rayos del atardecer bañando las finas motas de arena del gran desierto, por fin los orbes de los magos dejaban a su retina el reflejo de las largas torres del imperio de Alvarez, percatándose cómo se alzaban en el cercano horizonte. Y así como la percepción del tiempo que les llevó llegar al imperio fue casi interminable, el camino recorrido hacia el gran portón de la muralla fue ínfimo.

Los magos del gremio se pararon a unos metros de la gran puerta admirando la óptima arquitectura de las murallas que rodeaban la ciudad central de Alvarez. El gran portón parecía ser de hierro forjado dejando en este diversos motivos decorando la oscuridad de su tonalidad, y el brillo de las líneas que remarcaban las decoraciones dejaban que el oro incrustado demostrara que aquel imperio era inmensamente poderoso.

Aunque el ambiente estaba tan tranquilo que asustaba. El aura desprendida por el lugar no agradó nada ni a la Belserion ni a los demás magos. Y fue por eso que mantuvieron las distancias antes de decidir cómo entrar en el interior de las murallas.

—Que nadie avance sin que yo lo ordene—el tono de voz que adoptó la Belserion fue suficiente como para advertir a los jóvenes magos que ella era la que mandaba.

—Qué ocurre, Eileen-san...—Lucy inquirió asustada sin antes replantearse realizar su pregunta. Desde luego la mujer de largas trenzas era tan imponente que no daba la confianza como para hablarle de manera tan directa. Pero Lucy reconoció que no le gustó la reacción de la Belserion en absoluto.

La malignidad que desprendía cada losa de la muralla se podía presentir sin tan siquiera ser un mago de habilidad avanzada. La niebla que se empezaba a levantar no era propio de una zona desértica. Eileen sabía que por las noches en Alvarez se levantaba brisa, y de ser así no debería haber densidad de niebla en el aire.

Y aunque tal vez hubiera necesitado algo más de tiempo para pensar en el origen de aquel cambio climático, el destino no le dio la oportunidad de alargar sus pensamientos, pues todos los magos tuvieron que reaccionar con rapidez ante la explosión que aconteció en el lugar erosionando parte del terreno arenoso y destruyendo las losas suficientes como para que un trozo de muralla se viniera abajo.

—¡Cuidado!—la voz de Erza alertó a todos del desprendimiento de rocas que les iban a enterrar si no retrocedían con rapidez.

Los magos del gremio cubrieron sus ojos con sus antebrazos para evitar que la gran nube de polvo que se levantó les nublara aún más la vista. Pero si aquel ataque gratuito les había pillado de sorpresa, más fue el asombro de los magos al poder vislumbrar a lo lejos las dos figuras que se mantuvieron camufladas en la niebla esperando aterrizar.

—¡Quién demonios sois!—el Fullbuster vociferó harto de tanto misterio y queriendo saber quiénes eran los autores de tal ataque.

Entonces la densa niebla se disipó a la par que la nube de polvo del desprendimiento, dejando a la vista de los magos las figuras de los atacantes.

—¡Pero bueno!¡Cuánto tiempo!—una voz masculina se pronunció antes de que el sujeto saltara con ímpetu y aterrizara sobre el montón de rocas dejando bajo sus pies el hueco que causaron sus botas ante el violento aterrizaje.

—O-os hemos estado esperando—la voz femenina que le siguió dejó claro que las pesadillas no tenían por qué desaparecer a pesar del paso del tiempo.

Los ojos de Natsu se abrieron de manera desorbitada al reconocer por fin al responsable de la explosión.

—T-tú...—la furia que invadió al hijo de Igneel hizo que su mágica aura empezara a emanar pequeñas flamas.

—Yo también me alegro de verte, Natsu Dragneel.

Las orejas que se movieron levemente ante la pronunciación de ese nombre hicieron que las ganas que tenía aquel ser de acabar con la vida del pelirosa aumentaran. La burlesca sonrisa que se dibujó en su felino rostro dejó entrever sus colmillos, y sus puños se cerraron preparándose para atacar en el momento menos esperado. Tenía tantas ganas de destruir a Natsu Dragneel, que había estado soñando cada noche con la llegada de ese preciso momento.

—Jackal...

Los recuerdos azotaron violentamente las mentes de todos los integrantes del gremio de Fairy Tail. Pero Natsu no podía evitar sentir las indómitas ganas de lanzarse a partir el rostro de aquel demonio. Desconocía el por qué, pero había algo en su interior que lo movía a desear luchar contra ese ser del inframundo.

—¿Sabes qué, Natsu? He preparado un juego super divertido para ti. Está hecho con gran arte-Jackal exageró su sonrisa ante su brillante idea.

—Voy a volver a derrotarte, maldito—Natsu iba a despegar sus pies del suelo para lanzarse a atacar, pero tuvo que contenerse ante las palabras del demonio.

—Esta vez creo que no será posible, ¡Hay puesta una bomba al lado de cada ser de este reino y tú no querrás que vuelen por los aires!—Jackal se carcajeó. Desde luego sus juegos explosivos eran los mejores.

Lucy se llevó una mano a la boca imaginando la catástrofe que podía darse si aquellos explosivos detonaban. ¿Acaso no les importaban las vidas humanas? Aunque deshechó la idea de inmediato. Aquellos demonios pertenecían al gremio de Tártaros y ya había luchado contra ellos hace un tiempo atrás. La pregunta era qué hacían vivos.

—Entonces, ¿vendrás a por mi o intentarás evitar que todas las bombas exploten?—Jackal tanteó al Dragneel, para después dirigir una sonrisa a Seilah, que se mantuvo a su lado sin decir nada. Esa demonio era de pocas palabras.

—¡Eres un desgraciado!

Desde luego que no iba a dejar que Jackal se saliera con la suya. Y menos dejarle que lo retara de aquella manera. Pero en el preciso instante en que uno de sus pies se despegaron del suelo, una fuerza mayor lo agarró de su chaleco oscuro y le obligó a retroceder volviendo a colocar el pie en el mismo sitio donde había despegado.

—Nadie se mueve hasta que yo lo diga—la imperante voz de la Belserion bañó los oídos de todos los presentes.

—Jackal-sama...esa mujer es uno de los Spriggans—susurró Seilah con voz pausada sin dejar de observar a la Belserion.

Jackal dirigió su inquieta mirada sobre la mujer de largas trenzas. Y entonces comprendió que las ordenes que el ser superior les había dado eran más importantes que dejar que lo personal interfiriera en su misión.

—Ella es uno de los blancos. Si no detenemos a todos los Spriggan, no podemos campar a nuestras anchas—añadió Seilah cruzando sus manos detrás de su espalda aparentando ser un ser de lo más inocente.

—Qué hacen unas criaturas tan horrendas en Alvarez.

Aquel calificativo enfureció a los dos demonios.

—¡¿H-horrendas!?—Jackal exclamó sin estar conforme.

—Jackal-sama, no se enfurezca más, sabe bien que con ella no deberíamos jugar.-Seilah intentaba traer cordura a los impulsos de su compañero.

—¡Qué estáis haciendo en Alvarez!

El inmenso poder mágico que se desprendió del cuerpo de la Belserion ocasionó que la terrorífica ola de magia alcanzara a los demonios de Tartaros. Tragaron saliva al imaginar cómo seria pelear contra aquella mujer.

Incluso los magos del gremio retrocedieron un paso atrás ante la presión ejercida por la magia de la mujer.

—Lo más importante es que E.N.D ya ha llegado—Seilah tomó el relevo de la conversación esta vez.

Fue escuchar aquel nombre y a todos se les removió el estómago. Gray observó de reojo al Dragneel, que tragó saliva intentando contenerse para no atacar a Jackal, o tal vez para contenerse a él mismo del miedo que aquel nombre ocasionaba en él.

Entonces Erza recordó la conversación que había tenido con la Belserion aquella mañana. ¿Acaso ella sabía algo?

—Jackal, podemos marcharnos—Seilah dio a entender a su compañero que debían actuar de inmediato.

Eileen Belserion dio un paso al frente clavando con dureza su bastón en el suelo. Iban a atacar. Y ante aquel gesto todos los magos del gremio se prepararon para recibir a las dos maldiciones.

—¡Aquí vienen!—Gray inicio los movimientos acertados para que miles de lanzas heladas se crearan a su alrededor y se dirigieran con rapidez hacia los dos demonios, que esquivaron con gran habilidad.

—¡Son rápidos!—Wendy sintió como el poder del Dragon Force fluía dentro de ella proporcionándole más magia para poder ser el apoyo de sus compañeros.

Los rayos rojizos que emanaron del largo bastón de la Belserion impactaron contra la arena, fallando en su intento. "Cómo es posible...", se dijo para sus adentros sin entender el motivo de su fallo.

—¡Jackal!

—¡Natsu!

El impacto de sus respectivos puños dejó a su paso una ola de magia que obligó a múltiples motas de arena a levantarse cual violento remolino a la par que las incandescentes llamas del Dragneel iluminaran la escena.

—¡Star dress: Forma escorpio!

Lucy Heartfilia era un as invocando a los doce espíritus celestiales, pero a medida que pasó el tiempo ella fue capaz de mejorar su magia, siendo incluso capaz de invocar en ella atuendos especiales con ciertas características que la hacían implacable en el campo de batalla. La versatilidad que Lucy desarrolló era digna de admirar.

—¡Cuidado Lucy!—Erza repelió uno de los ataques lanzados por Seilah, que apenas se notaba su presencia. Sabía camuflarse demasiado bien.

—No pararemos hasta obtener lo que tanto deseamos. La oscuridad volverá a reinar en este mundo, y todos vosotros os tendréis que postrar ante nuestro futuro Rey.

—¡Se acabó!

La Desesperación Escarlata se propuso poner fin a aquel despropósito de batalla. Abrió y cerró la palma de su mano y la gran bola de fuego que obligó a los magos del gremio a retroceder fue equivalente a la que los dos demonios esquivaron por los pelos.

—¡Es ágil!—Jackal volvió a repeler uno de los ataques de la mujer, que esta vez se decantó por combate físico.

El bastón de Eileen no dejaba de intentar acertar a la maldición, pero tras salir despedido por un golpe del felino, paró el último golpe con su mano enguantada.

—Ni tú vas a ser capaz de detenernos. Nos vamos con él.

La Belserion solía ser precavida. Más de la cuenta, porque la experiencia en sus últimos cuatrocientos años le había enseñado demasiado. Lo que la mujer de largas trenzas no esperaba era que en el otro puño del demonio hubiera lo que pondría fin a la pelea.

—Que las pesadillas te visiten esta noche, Eileen Belserion.

Tras aquellas palabras, Jackal dio un suave soplido al oscuro polvo que se desprendió de su palma libre, haciendo que las oscuras motas de tonalidad metalizada se introdujeran en la nariz de la mujer aprovechando su repsiración.

Eileen enseguida retrocedió clavando sus tacones con violencia en la arena. Y sin esperarlo, empezó a toser.

—¡Eileen-san!

—¡Madre!

Al ver como la Belserion dejaba caer sus rodillas sobre el suelo, la preocupación de los integrantes fue en aumento. Y fue ese el preciso instante en el que Seilah dejó plasmado un símbolo en la frente de Natsu Dragneel.

—¡Joder!¡Natsu!—Gray vociferó queriendo alcanzar a su compañero, pero le fue imposible ante la explosión que aconteció a manos de Jackal.

—¡Natsu!—la desgarradora voz de Lucy se oyó en todo el lugar. Se lo llevaban. Aquellos demonios se llevaban a su mejor amigo.

—¡Sayonara!

El agujero de gusano que se abrió de la nada fue la vía de escape para los dos integrantes de Tartaros, que sin preámbulo desaparecieron del lugar.

—Natsu...—Lucy intentó calmar sus adentros. Pero era tan difícil que se lamentó por no haber hecho más.

—Eileen-san...

Wendy y Carla se mantuvieron al lado de la Belserion, inconsciente por la emboscada del demonio de orejas felinas. Ya no tosía, pero sintió la dificultad para poder respirar y su vista se estaba empezando a emborronar. Aquello no era bueno.

—W-wen-dy...mis aposentos...

Erza tampoco se despegó de su lado. Se vio impotente por no poder hacer nada por evitar el desmayo de la mujer. No conocía magia sanadora, no era su especialidad. Golpeó fuerte el suelo con su puño frustrada y hundiendo sus dedos en la suave y fina arena, sintiendo como los granos se colaban entre las rendijas de su mano.

Lucy desvió su mirada hacia Gray, que mantuvo su mandíbula cerrada por la ira que corría dentro de él. Cómo había sido eso posible. Qué quería Tártaros de Natsu. Por qué querían hacerle daño a su amigo.

Eileen Belserion estaba desmayada y ninguno de ellos sabían qué hacer. Esa mujer era su mayor protección, y ahora no estaba para ellos. Y Lucy era consciente que no estaba para Natsu.

La chica de hebras rubias dirigió su desesperanzada mirada hacia arriba. Ya habían salido las estrellas, pero presentía que aquella oscura noche iba a ser bastante dura.

Continuará...