Disclaimer: Los personajes son de Stephenie Meyer, la historia es de Violet Bliss, yo solo me adjudico la traducción con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from Violet Bliss, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic
Octubre: Continuación
—Es bueno que haya regresado —le dijo Bella a Esme cuando se despidieron poco después de la una de la mañana, Carlisle hablando con Edward y Emmett en la sala de estar, fuera del alcance del oído. El resto de los invitados, excepto por Alice y Jasper, que se quedaron a pasar la noche para ayudar a limpiar a la mañana siguiente, se habían ido—. No creo que Edward se diera cuenta de cuánto lo extrañaba hasta esta noche.
—¿Te alegras de que haya vuelto? —preguntó Esme, su mirada amable.
—Lo extrañaba, fue mi mejor amigo durante años, pero no así. No por mucho tiempo —musitó honestamente—. No como es con Edward.
Esme le sonrió entonces, estirándose para abrazarla antes de apartarse para mirarla.
—Nunca les dije nada a ninguno de ellos, pero la primera vez que Emmett te trajo a casa, Carlisle y yo sabíamos que estabas destinada a nuestro Edward. Los dos siempre parecieron encajar tan bien, aunque ninguno de ustedes se dio cuenta.
—¿No te molesta que haya salido con Emmett? Quiero decir, ni siquiera sé si sucederá algo con…
—Cariño, Emmett va a encontrar una chica adecuada para él eventualmente. Y no te preocupes por Edward, nunca me equivoco en estas cosas —prometió, guiñándole un ojo.
Bella solo le sonrió, con el corazón acelerado ante la idea de decirle a Edward cómo se sentía.
—¿Lista para irnos, mi amor? —preguntó Carlisle, entrando en la habitación, Emmett pisándole los talones y Edward siguiéndolo. Afuera sonó la bocina de un taxi.
—Claro que sí —respondió Esme, dándole a Bella un último abrazo antes de moverse para darle uno a Edward, poniéndose de puntillas para susurrarle algo al oído antes de besar su mejilla y soltarlo.
Emmett se movió para despedirse de ella, dándole un breve abrazo antes de alejarse y sonreírle.
—¿Amigos? —inquirió, dándole una pequeña sonrisa culpable.
—Eso sería genial, Em —indicó ella honestamente, mostrándole una sonrisa.
Una mirada de alivio cruzó su rostro antes de que él le devolviera la sonrisa, genuinamente feliz esta vez.
Se alejó, y Carlisle abrazó a Bella, quien le sonrió antes de dejarle un beso en la frente.
—Revancha, la próxima vez. Tal vez uno de nosotros haga un tiro a propósito la próxima vez.
Bella se rio en respuesta y se despidió cuando los tres partieron, subiendo al taxi.
—Bueno, no puedo decir que esperaba nada de esto esta noche —confesó Edward con una sonrisa irónica en la boca mientras cerraba la puerta principal y se giraba para mirarla.
—No, no creo que ninguno de nosotros esperara eso —aceptó—. Él realmente no dijo nada cuando llegó a mi apartamento. Creo que pensó que yo era la más agraviada, por lo que necesitaba comenzar conmigo.
Edward frunció el ceño.
—Fuiste la más agraviada, Bella.
—Eres su hermano, Edward. Yo solo era la novia. Tú eras a quien más iba a tener que mirar a los ojos después de todo.
Se acercó a ella, acunando sus mejillas en sus cálidas manos.
—No eres solo cualquier cosa.
—Edward, yo…
Alice y Jasper la interrumpieron al entrar en la habitación con bolsas de basura en las manos.
—Sé que dijimos que nos quedaríamos y ayudaríamos mañana, pero nos iremos ahora y regresaremos mañana por la mañana, haremos un gran desayuno o algo así.
—¿Por qué no quieren quedarse? —les preguntó Bella.
Jasper parecía un poco disgustado, pero Alice habló con voz divertida.
—Alguien definitivamente tuvo sexo en esa cama esta noche. Es bueno que hayas cerrado con llave la puerta de tu habitación, Edward, porque tuvimos que quitar las sábanas de la cama de invitados, alguien se lo pasó muy bien.
—Gente de mierda —gimió Edward mientras Bella se reía, preguntándose quién habría hecho eso. No era como si fuera una fiesta universitaria, conocían bastante bien a todos los que habían sido invitados.
—Asqueroso —musitó, moviéndose para recibir las bolsas de la pareja para que pudieran tomar sus abrigos. Jasper no era un gran bebedor, así que estaba bien para manejar a casa.
—Los acompañaré afuera, tú quédate aquí, hace frío afuera —sugirió Edward, y ella sonrió y asintió, dando a sus amigos un abrazo a cada uno al despedirse antes de moverse para llevar las bolsas de basura a la cocina.
Estaba limpiando la isla de su cocina cuando lo escuchó entrar en la habitación, levantando la vista para sonreírle.
—Probablemente debería llamar a un taxi también —comentó.
—Quédate aquí esta noche —pidió. Dejó de mover las manos, se mordió el labio y captó su cálida mirada.
—La habitación de invitados está fuera de servicio, si mal no recuerdo —bromeó, sin saber cómo responder.
—No me refiero a la habitación de invitados, Bella —agregó, su voz áspera y sus ojos líquidos.
—Tu sofá es genial, pero… —la interrumpió.
—El sofá tampoco.
Tomó aire, su corazón se aceleró mientras bajaba la bolsa de basura al suelo, sus ojos en la encimera mientras hablaba.
—Edward, tienes que saber que siento algo por ti. Y que me pidas que duerma en tu cama, no es platónico para mí.
—Bella. —Dijo su nombre tan suavemente que su cuerpo casi se derritió, pero no levantó la vista. Estaba demasiado asustada para ver su reacción. Demasiado temerosa de su rechazo. Nunca había estado tan interesada en nadie antes, nunca había corrido el riesgo de que le rompieran el corazón.
Lo escuchó acercarse, empujando la basura con el pie antes de sentir sus manos en su cintura, levantándola hacia la isla despejada.
—Nena —susurró él, su dedo en su barbilla, levantando su mirada hacia la suya. Todo lo que vio allí fue calidez y alegría—. Nada de esto es platónico, Bella —confesó, su pulgar deslizándose por su pómulo.
—Edward —susurró su nombre, sus mejillas ardiendo con el rubor cuando él movió su pulgar para acariciar su boca.
—Pasé casi cada momento de los últimos meses pensando en besarte, Bella. Me despertaba enojado porque estaba soñando con eso. Creo que ha sido lo más difícil que he tenido que hacer, no ceder a este impulso. —Su voz era ronca, sus ojos brillaban mientras hablaba, sus palabras iban directamente entre sus piernas, despertando su cuerpo como nunca antes.
—Déjate llevar, entonces —musitó ella contra su pulgar, empujando sus labios contra su dedo y luego, muy suavemente, movió su lengua contra él.
Respiró hondo y un momento después, reemplazó su pulgar con su boca.
Este, pensó mientras él la besaba, su boca moviéndose en perfecta sincronización con la de ella, su lengua deslizándose por su labio inferior, era el tipo de beso con el que siempre había soñado.
Sus manos se encontraron corriendo a través de su cabello mientras su lengua acariciaba la suya, lentamente, como si tuvieran todo el tiempo del mundo, como si no estuviera prendiéndole fuego a su cuerpo. Sabía a whisky y menta y ella quería ahogarse en él.
—Edward —gimió cuando su boca se movió de la de ella para presionarla contra su mandíbula, su cuello, mordisqueando, chasqueando la lengua. Se le escapó un gemido y tiró de su cabello, acercando su boca a la de ella, mordiéndole el labio inferior con los dientes.
—Bella —gruñó en el momento antes de que sus labios se encontraran una vez más.
Sus manos se movieron, una en su espalda, atrayéndola más hacia su duro cuerpo y la otra enredándose en su cabello, envolviéndolo en un puño. Era apasionado y erótico, y nadie jamás la había hecho perder la cabeza como lo hacía Edward Cullen.
Ella abrió las piernas y él cayó entre ellas, gimiendo cuando el dolor palpitante entre sus piernas encontró su dureza, inconscientemente frotándose contra él, la delgada tela de su traje hizo que fuera más fácil presionarlo exactamente donde lo quería.
—Joder —lo escuchó gemir mientras apartaba su boca de ella, descansando su frente contra la de ella.
—Yo no… nunca ha sido así, no para mí —susurró, conmoción y asombro en su voz mientras sus dedos acariciaban el cabello más corto en la parte posterior de su cuello.
Él movió la mano de su cabello a su cara, su mano acunando su mandíbula.
—Ese fue tu último primer beso, espero que lo sepas, cariño. El mío también. —Su voz era baja, ronca y posesiva, y ella lo sintió en todas partes.
—¿Último primer beso? —preguntó, su voz entrecortada de una manera que nunca había escuchado antes.
—Estoy enamorado de ti, Bella —declaró, apartándose para mirarla de verdad. Su rostro estaba serio, sus ojos... la forma en que la miraban.
Esto es todo, pensó mientras su corazón se aceleraba. Este es el comienzo de todo.
—Yo también te amo, Edward —reveló ella, con los ojos llenos de lágrimas, las manos moviéndose para acunar su barbilla barbuda.
Él le sonrió entonces, con los ojos brillantes, y era la cosa más hermosa que jamás había visto.
—¿Sí? —preguntó, acariciando su pulgar a lo largo de su pómulo.
—Tanto —respondió ella, con una lágrima cayendo por el rabillo del ojo.
—Cariño —susurró, limpiándole las lágrimas.
—No pensé que llegaría a tener esto. Este tipo de amor. Es… —se calló, incapaz de encontrar la palabra correcta.
—Es todo —terminó por ella y ella asintió, sonriéndole.
Era lo mismo para él, se dio cuenta entonces. Él también la amaba, realmente la amaba.
Ella movió sus manos de su cara a la parte de atrás de su cuello y atrajo su boca hacia la de ella, besándolo más fuerte que antes, decidida a llenarse, pero sabiendo que nunca lo haría. Una eternidad no sería suficiente para besar a Edward Cullen. Ni siquiera cerca.
—Bella —cantó, separando su boca de la de ella para besar una línea desde su mandíbula hasta la suave piel de su cuello, chupando el punto entre su cuello y su hombro.
—Edward —respondió ella, acercándolo más, buscando fricción para aliviar el dolor entre sus piernas.
Él se apretó contra ella y su cabeza cayó hacia atrás mientras gemía su nombre una vez más, empujando su centro con más firmeza contra él, inclinando sus caderas para que él estuviera presionado directamente contra ese lugar.
—Mierda —gimió cuando él embistió, sonriendo porque se sentía tan bien que apenas podía respirar.
—Cariño, por mucho que quiera esto, no quiero que suceda en la encimera de mi cocina la primera vez —soltó, y ella lo vio y lo sintió apartarse de ella con una expresión renuente, como si le tomara una gran cantidad de esfuerzo para hacerlo. El pensamiento la llenó de satisfacción. Nunca antes había hecho que nadie sufriera por querer estar con ella.
—¿Dormitorio? —inquirió audazmente, bajándose de la encimera para aterrizar frente a él en el suelo, sus piernas solo un poco temblorosas.
—¿Es eso lo que quieres? —cuestionó, con voz suave mientras giraba un rizo alrededor de su dedo, sus ojos en los de ella.
—Te deseo y quiero dejar de perder el tiempo —aseveró honestamente.
—Estoy tan enamorado de ti, Bella —confirmó, su voz ronca.
Ella le sonrió, asombrada por la expresión de su rostro, la devoción en su mirada. Estaba enamorado de ella. Estaba enamorado de ella. Estaba enamorado de ella. No estaba segura de cómo dejar de pensarlo, una y otra vez, como si fuera la respuesta a todas las preguntas que alguna vez había tenido.
—Tú lo eres todo —sentenció ella, y vio lágrimas en los ojos de él, incluso mientras él se reía porque citó a The Office. Sabía que lo decía en serio porque Jim Halpert era su novio/esposo favorito de la televisión y porque ella le había dicho meses y meses antes que creía que era la mayor expresión de amor en cualquier programa de televisión.
Él la besó de nuevo y, por primera vez en su vida, Bella sintió que estaba verdaderamente en casa.
