Las Crónicas del Campamento Mestizo, fue escrito por Rick Riordan.
La Última Hija del Mar
Malcolm, uno de los hijos de Atenea. —Capítulo 34: Conversación con lady Artemisa.
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Piper McLean, tomó el libro sonriente, y comenzó a leer.
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— ¡So! —dijo Bianca di Anghelo—. Momentito. Tiempo muerto. —Todo el mundo se la quedó mirando. Ella nos fue señalando, uno a uno, como si estuviera repasando las piezas de un rompecabezas. — ¿Quién... quiénes son todos ustedes?
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Los que sabían de quienes eran hijos los Di Anghelo y Piper, no pudieron evitar reírse.
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—Dijo que es la diosa Artemisa, hermana —dijo Nico, mirándonos a todos, con una sonrisa. El chico no nos miraba con... lujuria, pero, de todos modos, me daba algo de miedo su mirada. Como si viera a los actores de... qué sé yo, los Power Rangers, o algo así.
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— "Perdón" —susurró Nico, sonrojado. Los que lo escucharon, negaron con la cabeza y le restaron importancia.
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—Si es la diosa Artemisa, entonces no creo que le guste que hables de tu juego, Nico —le gruñeron Bianca y Hazel, deteniéndolo en ese instante. Él se sonrojó.
— ¿Qué juego? —preguntó Clarisse sonriente.
Nico, todavía sonrojado, extrajo de sus bolsillos, varias figuras. Casi como si fueran de ajedrez, pero de criaturas mitológicas y muy bien hechas, además de un mazo de cartas. —Se llama... Mitomagia, cada deidad y monstruo, tiene cierta cantidad de puntos de ataque y defensa. —Volvió a guardar sus cosas de juego de mesa, y siguió sonrojado. Quería mirar a Artemisa, pero no se atrevía, entonces, se me acercó. — "¿Puedes preguntarle qué hace aquí? Lo recibirá mejor, de una chica que de un..."
—Habla con libertad, muchacho —dijo Artemisa, interrumpiéndolo. —Eres un semidiós. De todas formas, tengo una gran capacidad auditiva.
Todavía sonrojado, solo pudo mirar al piso. — ¿Qué hace aquí, lady Artemisa?
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Las risas por Nico, aumentaron.
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Artemisa le miró con una sonrisa. —Mis Cazadoras, son un grupo de damas inmortales (aunque pueden morir en batalla) y vírgenes, que luchan a mi lado, cazando a las criaturas mitológicas, más problemáticas y peligrosas de todas. Seguimos el rastro de una criatura, hasta aquí: Westover Hall.
Me encogí de hombros. —La Mantícora está muerta, mi señora. —Hice una reverencia. —Le agradecemos por los refuerzos.
Ella negó con la cabeza. —No es a la Mantícora, a quienes estamos persiguiendo. —Acarició el suelo, como buscando rastros. —Es una criatura... inocente. Inocente, que, si es capturada por mi abuelo, podría acabar con el Olimpo. —Cuando ella dijo eso, recordé a Bessie, recordé al Ofiotauro, y terminé desmayándome, mientras que cientos de recuerdos o bueno: precognición.
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—Desde el primer libro, se vienen dando indicios de esto —dijo Apolo. Penny asintió.
—Indicios de que fui un chico, llamado Perseo "Percy" Jackson, sí —afirmó Penny.
—Alto, tiempo fuera —dijo Zeus, quien se quedó con una información importante. — ¿Sabes dónde está el Ofiotauro, muchacha?
—El libro seguramente, nos dirá lo que necesitamos —dijo Penny. —Adelante, Piper.
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—Lo cual explica... —comenzó Bianca, quien miró a su hermano, e ignoró a Hazel. — ¿Te acuerdas, Nico, de los tipos que intentaron atacarnos el verano pasado en un callejón de Washington?
—Y aquel conductor de autobús —recordó Nico —. El de los cuernos de carnero. Te lo dije. Era real.
—Por eso, los ha estado vigilando Grover —les expliqué—. Para mantenerlos a salvo, si resultabais ser mestizos. Los mestizos, vienen a un campamento de verano especial, llamado Campamento Mestizo, donde se nos entrena, para que podamos enfrentarnos a criaturas, como el Dr. Espino.
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—Muy buena explicación, Penny —le celebró Quirón. Ella asintió.
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— ¿Grover? —Bianca se quedó mirándolo. — ¿Tú eres un semidiós?
—Un sátiro, en realidad. —Se quitó los zapatos y le mostró sus pezuñas de cabra. Creí que Bianca se desmayaría allí mismo.
—Grover, ponte los zapatos —ordenó Thalía—. Estás asustándola.
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Todos se comenzaron a reír de que Grover, acabara de ser regañado por Thalía, provocándole un sonrojo al Sátiro.
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— ¡Qué bien! ¡Vamos! —exclamaron Nico y Hazel, sonrientes y emocionados ante la perspectiva. Bianca iba a decir algo, pero sus ojos se iluminaron, como si acabara de recordar algo, y solo asintió.
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Todos miraron a la hija de Hades, pero ella no dijo ni una palabra.
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—Ya hemos abrumado bastante a estos niños —zanjó Artemisa, mirando a una chica—. Zoë, descansaremos aquí unas horas. Levanten las tiendas. Curen a los heridos. Recojan en la escuela las pertenencias de nuestros invitados.
Zoë me miró y me dirigió una mirada y sonrisa extrañas. Como de cariño y aliento. Volvió su mirada a Artemisa e hizo una reverencia. —Sí, mi señora. —A eso, se sumó el que yo comenzaba a sentirme mareada, comenzaba a perder el equilibrio, a temblar y a sudar en frio.
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—Me gustaría examinarte más tarde, Penny —pidió Apolo, algo preocupado. Ella asintió, pero se encogió de hombros. Eso ya había pasado.
—Actualmente, sé exactamente lo que me está ocurriendo —dijo ella. —Para este momento de la... historia, ya no lo sufro, Apolo.
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Lady Artemisa me atrapó, cuando perdí el equilibrio, comencé a ver borroso y ya no supe más de mí, sino hasta las horas.
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Al despertar, estaba en la parte de atrás de un autobús, cuando mi visión de aclaró, me encontraba con la cabeza sobre las piernas de lady Artemisa, quien me dio una mirada de dulzura, causándome un sonrojo. —Todo está bien, Penélope Jackson —me dijo ella. — ¿O quizás, prefieres ser llamada Penny? —escuché tres pares de pies, acercarse a nosotras. Eran Zoë, Clarisse y Thalía, las tres sonriéndome. —O... ¿Perseo "Percy" Jackson, sería más adecuado?
—Ese nombre... pertenece al pasado, Lady Artemisa —gruñí. Intenté levantarme, pero la fuerza superior de lady Artemisa, me lo impidió. —Ahora, todo era más claro: en una vida pasada, fui un chico que respondía a ese nombre. Era hijo de Poseidón, pero era pelinegro y de ojos verde mar. Actuaba, más de lo que pensaba (y cuando pensaba, lo hacía con el corazón), solía empuñar una espada, que ahora guardaba en mi bolsillo, en forma de lapicero; pero ahora solo usaba mi tridente/guadaña. Al ver a Zoë, pero sabiendo que Lady Artemisa, me impediría levantarme, extraje el lapicero de mi bolsillo y se lo tendí a Zoë, quien abrió los ojos sorprendida, algo incrédula, y las lágrimas comenzaron a bajar por su rostro. —Zoë Nightshade... te devuelvo la conexión con tu arma. —Un aura blanca, rodeó al lapicero, y ella extendió su mano, yo solté el arma, y este se convirtió en un pasador de cabello.
Zoë miró a Artemisa, como pidiéndole permiso para algo. Y entonces, la miró desafiante, se inclinó hacia mí y me besó en los labios. Hasta que Artemisa gruñó, y le agarró del cabello, obligándola a separarse de mí. —Lo siento —por su tono de voz, no lo lamentaba en lo más mínimo. —Pero se lo debo. Le debo mucho más que un beso, y usted también, mi lady.
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— ¿Problemas en el harén, Penny? —bromeó Nico, con una sonrisa depredadora. Que lastima, que no tengas solo una pareja, ¿verdad? —Y abrazó a Will, quien se acurrucó, contra él.
Penélope chasqueó sus dedos, y una ola salió de la nada, mojando a Nico. Solo a Nico. —Tengo más, de donde escoger... —solo entonces, se dio cuenta de sus palabras, y sintió un cosquilleo en su columna vertebral. No necesitaba girarse, para saber que Artemisa, Zoë, Bianca, Hazel y Clarisse, estaban deseosas de matarla, por ese comentario —eso sonó más misógino, de lo que me esperaba. Solo espero, ser algo más digno, que un Jackalope... delfín —intentó escapar de la furia de sus esposas, solo para que una flecha que llevaba una cuerda, se atara alrededor de sus piernas, y la hiciera tropezar, antes de jalarla, hacía las cinco chicas enfadadas. — ¡Nico, te dejo mi colección de...! —el hijo de Hades, no supo qué le diría su prima, pues fue molida a golpes.
Unos minutos después, estaba metida en una piscina de agua salada, recuperándose y sus novias la miraban apenadas, y trataban de mimarla.
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Artemisa me sonrió, y yo sentí un escalofrió, la diosa de la luna me agarró de la quijada, me hizo mirarla y me plantó un beso. No te esperas que la diosa de la virginidad, sepa besar tan bien. Ella se rio de mi cara de sorpresa. —Aunque las Cazadoras deben de ser doncellas, vírgenes y castas, no son santas, cariño. —Me dijo sonriente.
Zoë asintió, mientras apretaba la barbilla y los puños. —Sabía que nos espiaba. —Dijo entre dientes, enfadada.
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— ¿Entonces, sí tienen sexo? —preguntó una descolocada Atenea. Afrodita estaba emocionada. Como si se hubiera ganado la lotería.
—Orgias de sexo lésbico —dijo Artemisa, algo enfadada. —Ya sabes: más o menos, como las malditas Amazonas de mamá.
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—Suelen tener... grandes sesiones de orgias de sexo lésbico, a la luz de la luna —dijo Artemisa sonriéndole a Zoë, quien se sonrojó y ya creíamos las reunidas allí, que la diosa de la caza y la luna, la transformaría en una Jackalope. —Ya sabes: más o menos como las malditas Amazonas de mamá.
— ¿Qué pasó con el juramento? —pregunté yo.
—Lo cambié —dijo ella sonriente. —Por desgracia, los recuerdos de este presente, llegaron a nosotros, cuando la II Guerra Mundial finalizó. Cuando los hijos de mi padre y los tíos Poseidón y Hades, casi lo habían destruido todo. ¿Creían ustedes, que Luke Castellan, solo se infiltró en el Salón del Trono y sacó de allí, tan fácilmente el Rayo Maestro de Zeus y el Yelmo de la Oscuridad de Hades? No. No cuando los dioses están constantemente soñando con el futuro. Pero ellos dos fueron muy lejos, y de no haber devuelto los Símbolos de Poder, justo a tiempo, Penny, estos hubieran entrado en una especie de autodestrucción. —Artemisa me miró a mí, y luego a mis... mis novias. — ¿Dónde está el Taurofidio?
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Todos, especialmente Zeus y Hera, prestaron atención a esto.
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—Bessie estará atrapado, bajo un barco encallado, dentro de siete horas —le dije yo. Ellas asintieron.
—Rescátalo, y luego pídele a mi tío Poseidón, que lo ponga a salvo —pidió Artemisa. Yo asentí y así lo prometí. —Estamos llegando al Campamento Mestizo. El plan cambió, desde que nos enteramos de todo esto, y desde que yo estoy a bordo del carro del sol, en lugar de viajar en mi carro lunar. —Asentimos nuevamente. —En dos días, saldré para ser capturada. Mañana en la mañana, hasta el mediodía, entrenaremos a los Di Anghelo y a la señorita Levezque. —Volvimos a asentir. —Atenea se presentará, y les dará su bendición, a Hazel y Bianca, para que estén a la par de los otros campistas, con tres años de entrenamiento o bueno: de experiencia en manejo de armas. —Zoë, Bianca, Hazel, Thalía, Grover y Penny, ustedes seis, vendrán en mi "rescate".
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—No es un mal plan, hermana —dijo Atenea. Artemisa sonrió. — "Con que tendremos la información de los libros, en pocas palabras, ¿eh?" —Malcolm le tendió el libro a su madre. —Capítulo 35: Los Di Anghelo y Hazel, se ponen a prueba.
