Los personajes de Pokémon no me pertenecen, son propiedad de Satoshi Tajiri y Game Freak.
Nota: Universo Canon.
Paul rio burlón.
—¿Cuál es el chiste? —gritó Ash.
—¿Qué, acaso quieres que te vea perder?
—¡¿Qué?!
—¡Oigan, ya basta! —Dawn se interpuso entre ellos con bastante rapidez—. ¿Ya has peleado con Ash, no? ¿Por qué no te quedas a ver?
—Hn.
—¿Qué? ¿Qué pasa?
—Dime tú, ¿quién eres?
Dawn estalló.
—¡Disculpa groserote, pero ya nos conocíamos, me llamo Dawn!
—No lo recuerdo —dijo con sus ojos oscuros posados fijamente en la chica, su voz era aterciopelada.
—¡Ahh! ¡¿Te crees muy chistoso, no?! ¡Escucha payaso, engreído, tonto, enano, mentiroso y vanidoso!
Brock se apresuró a retener a Dawn antes de que arremetiera físicamente contra Paul.
—Te invito a que te quedes —esta vez intervino Roark.
—Con ese entusiasmo cómo podría negarme —se encogió de hombros.
—Como quieras Paul y te voy a enseñar un nuevo estilo de pelar. Cuando estés listo Roark porque yo ya.
—Ash, ¿te molestaría mucho si lo dejamos para mañana? —Ash lo miró confundido—. Mis Pokémon y yo tuvimos una dura batalla y a decir verdad estamos exhaustos.
—Te entiendo Roark, mañana estaría perfecto.
—Bien, gracias Ash.
Ash volvió una dura mirada hacia Paul, quien torció los labios en una sonrisa engreída.
Ya estaba anocheciendo. Paul había terminado una larga sesión de entrenamiento después de su victoria en el Gimnasio Oreburgh. Dejó sus Pokémon heridos con la enfermera Joy, antes de conseguir algo para cenar y rápidamente dirigirse a la habitación que había alquilado en el Centro Pokémon.
El chico de cabello lavanda ya se había duchado, cepillado los dientes, y ahora leía un libro antes de dormir.
O trataba de hacerlo, ya que esa noche estaba experimentando por primera vez dificultades para retener las palabras y constantemente olvidaba diálogos, teniendo que releer en consecuencia.
¿Qué diablos le estaba atormentando?
Oh sí, no podía sacar de su mente el desagradable momento en que había aceptado quedarse a ver la batalla de ese niño patético.
No sería tan frustrante si la batalla no fuese hasta mañana.
Tarde se dio cuenta de que aquel inconveniente solo lo retrasaba en su horario. En ese instante mismo podría estar a medio camino de llegar a otra ciudad, y cada vez más cerca de conseguir otra de las ocho medallas.
Para empezar, ¿por qué había accedido a dejar que otros presenciaran su batalla contra Roark?
«—¡Ay ya quiero ver una batalla!
—¿Nunca has visto una?
—No en un gimnasio, y quiero aprenderlo todo.
—Me parece bien, ¿tú qué opinas Paul?
—Como sea, eso no me afecta en nada.»
Frunció el ceño ante el recuerdo, ¿por qué no dijo que no y se evitaba toda esa ridiculez? La emoción infantil desprendida lo fastidió, pudo haberse negado como era su costumbre, ¿por qué no lo hizo?
¿O por qué simplemente no asistía y ya?
Entonces, de alguna forma se sintió comprometido luego de que esa chica lo acusara escandalosamente —y con insultos bastante graciosos—, de olvidarla a ella y su nombre, cuando la realidad era que ellos dos jamás se habían presentado con anterioridad. De eso estaba seguro, de la culpabilidad no. Sin embargo, la forma de cómo ella había reaccionado a su indiferencia le provocó un breve atisbo de diversión, lo que lo llevó a su posición actual.
Dawn. La chica de cabello azul que viajaba con Ash y ese otro entrenador que siempre le pedía ser el árbitro.
Bueno, Dawn casi le da una patada en la cara, Paul no sería capaz de olvidarse de ella de ahora en adelante.
«Ni a su ropa interior». Paul hizo una mueca incómoda mientras un pequeño rubor se arrastraba por sus mejillas calientes. «¿Por qué tuve que pensar en eso?»
Así es, Paul había visto las pantaletas rosas de Dawn.
Por poco y no contiene un rubor al momento.
Lo cierto, es que Dawn se había exaltado tanto que sus extremidades habían volado por todas direcciones, al punto de ser incapaz de controlar la altura de sus patadas, llegando a mostrarle a él más de lo debido.
Por supuesto, no fue su intención "espiar" debajo de su falda, no era un pervertido, simplemente se encontraba conmocionado por esta chica descarada que no pudo apartar sus ojos de ella. Algo en su actitud desafiante marcó un parteaguas, despertando interés él. Un interés que solo surgía cuando se encontraba con un Pokémon poderoso y salvaje, y que él estaba dispuesto a atrapar a como dé lugar.
Esa chiquilla lo estaba enfrentando, ella no dudó en defenderse, ella no le temía y él tampoco retrocedió. Siguió adelante, Paul nunca rechazaría un desafío así y fue por eso que acabó teniendo una vista que no quería tener.
Razón por la cual ahora se sentía lamentable y patético, porque no podía sacarse esa imagen de la cabeza.
Todo era culpa de ella, no, era culpa de su falda por ser tan corta. «Chica escandalosa, con su estúpida falda corta.»
La odiaba.
«¿Por qué tiene que usar una falda, de todos modos?» Paul apretó sus manos en puños, molestándose de repente por alguna razón. «Está en un viaje por la región, no en un desfile de modas». No entendía por qué no usar ropa más cómoda cuando ese tipo de accidentes podrían ocurrir, o mínimo llevar mallones debajo o unos pantaloncillos. Pero claro, ella era una coordinadora, y los coordinadores tenían que lucir siempre espectaculares y hermosos.
No es como si él creyera que ella lucía espectacular. O hermosa.
Los músculos de Paul se tensaron ante este pensamiento ridículo.
Él no sabía tratar con las niñas, Paul las evitaba para no tener que soportarlas. Las niñas eran tontas y femeninas. La prueba era Dawn usando esa ropa problemática que no lo dejaba en paz. ¿Eran sus hormonas acaso? Solo tenía 12 años, todavía era joven como para preocuparse por esos temas.
Ni al caso.
Paul se replanteó que odiaba esa estúpida falda corta.
Diez años después.
Chasquidos de besos calientes y apasionados era lo único audible en aquella enorme habitación.
Dentro, un hombre joven no podía quitarle las manos de encima a una chica de cabello azul. Prácticamente, le chupaba los labios sensualmente disfrutando de su suavidad y sabor, mientras con sus grandes manos acariciaba su pequeña cintura. Los delgados brazos de ella envolvían su cuello, pasando sus dedos entre los sedosos cabellos lavanda.
Pronto sus manos descendieron, enganchándose fuertemente en las caderas femeninas. Demonios, si ya disfrutaba de cada forma de su cuerpo pegado al suyo, tocarla ahí lo estaba volviendo loco. Lo excitaba sentir sus caderas anchas y hermosas, e imaginar la forma gloriosa que se extendía hasta la redondez de sus posaderas no ayudaba mermar las ansias de fundirse en ella.
Pero no podían, su madre volvería pronto.
Sin embargo, él quería seguir tocándola, y por supuesto que quería seguir jugando con el dobladillo de su corta falda.
Arceus, no podía creerse a sí mismo que alguna vez haya odiado esa ridícula vestimenta, cuando actualmente Paul consideraba como una bendición que Dawn usara faldas o vestidos casi todos los días.
Literalmente las amaba, sobretodo cuando salían al cine.
Claro que, eso aplicaba exclusivamente para él. Solo sus ojos podían deleitarse con la tentadora vista de la belleza de cabello azul. Si otro hombre se atrevía a mirarla inapropiadamente o a intentar propasarse, se las vería con él y con Torterra o Electivire. Ursaring también era una buena opción para alejar a los patéticos perdedores que se creían dignos de ella.
Una risa burbujeante gorjeó con gracia cuando finalmente traspasó la molesta tela y accedió a su piel, apretando la suave carne entre sus manos.
Se había vuelto sucio y pervertido, pero solo con Dawn. Por fuera mantenía la apariencia de un bastardo engreído con esa cara de amargado y frío. Su fachada externa aburrida que mostraba al mundo no había cambiado con el paso de los años, en consecuencia muchos lo respetaban, o más bien, le temían. Aunado al hecho de que estaba a punto de convertirse en Campeón.
—Travieso —la escuchó murmurar terminando el beso con un pop húmedo.
Paul no dijo nada, ni la soltó.
—¿Qué? ¿Qué pasa? —podía sentir el calor irradiar de las manos masculinas y quemando su piel, así que cuando este las apartó, sintió frío de inmediato. Dawn hizo un puchero, ya extrañando el íntimo contacto—. ¿En qué piensas, Paul?
—Nada —este la miró con sus ojos oscuros por el deseo, pero no procedió a nada más. Ella esbozó una sonrisa dulce.
—Si tú lo dices —miró su muñeca—. Mi mamá no tarda en regresar y me daría pena que nos escuchara, continuemos esto mañana en casa ¿sí?
Guiñó un ojo al hombre, quien solo gruñó y fue a recostarse en la cama. Dawn entonces se dirigió a su closet para seguir rebuscando en su ropa vieja para tirar a la basura o donar, y también escogiendo la que se llevaría para su nuevo hogar en Veilstone que compartía con Paul.
Transcurridos unos minutos, chillidos emergieron de dentro del closet.
Paul abrió un ojo curioso, sin abandonar la pose relajada con sus manos detrás de la cabeza.
—¡No puede ser! ¿Será que me queda? —se oyó, aunque algo amortiguado por la puerta de por medio, más un ruido de cosas arrojadas, y al parecer Dawn tropezando dentro—. ¡Ahhh! Sí, sí, sí. Por supuesto que me queda, casi soy de la misma talla excepto por mi busto y trasero.
Posteriormente, la chica salió como un torbellino hasta estar parada frente a su espejo de cuerpo completo.
Paul alzó una ceja al verla, y sus ojos se abrieron como dos platillos.
Era ese vestido.
—¿Cómo te quedó el ojo, Paul? El vestido que usaba cuando viajaba con Ash y Brock, ¡me queda como un guante!
Ella parecía feliz y orgullosa.
— Hn.
Paul jadeó, recordando los acontecimientos de aquel extraño día relacionados a esa ropa. Luego la examinó detenidamente, la maldita prenda encajaba en su esbelto cuerpo, Dawn era pequeña y tenía razón en eso. Pero, había un marcado contraste en sus curvas de mujer. Resaltaba su escote mostrando la mitad de sus pechos, y si antes ese vestido ya le llegaba solo a mitad de sus muslos en sus menudas piernas de niña, actualmente poseyendo unas piernas tonificadas y mucho más desarrolladas… le quedaba más bien al ras. Muy, muy pegado, al borde de su parte delantera y trasera.
—Qué mentirosa.
Paul torció la boca en un rictus malvado.
—¿Qué se supone que significa? —parecía a punto de estallar, cosa que lo divirtió. A veces era sencillo enfurecerla, y más que contagiarse con el humor le causaba gracia sus rabietas infantiles, lo que daba paso a más guerra entre los dos.
No obstante, Dawn tropezó con un zapato antes de siquiera intentar atacar a Paul, cayendo de bruces al suelo y espaldas a él, y por supuesto, otorgándole al hombre un muy buen y excelente panorama de sus bragas de encaje color lavanda.
No hizo nada para evitar ver, y por el contrario, se inclinó al frente para disfrutar cómodamente del espectáculo.
Sin duda, Paul ahora amaba los vestidos y las beldades que podían traer consigo.
Nota de Cer: creo que debería parar de hacer notas de autor tan largas jsjs. holis, solo paso a publicar este pequeño one-shot, que por cierto, ya cumplí con las tres primeras ideas mencionadas en el número 1 :D (soy taan feliz, he estado escribiendo mucho en estos días) Sin embargo, no hay necesidad de preocuparse, que ya he estado pensando y repensando en otras historias más nuevas, y de continuar otras (cofcofreecuentroinesperadocof). En fin, llámenlo como quieran xD.
OH y cabe aclarar que esa primera escena mostrada es la misma del anime, donde Dawn se enfadó porque Paul no la recuerda y explota un volcán xD solamente que creí necesario escribirla, para explayarme desde ahí.
Bien, dicho sea de paso, y antes de que se me olvide, agradezco a CaludiaDaro y Nutellagirl por sus comentarios, ¡En serio amigalletas, se les agradece con todo el corazón!
En fin,
Gracias por leer,
Saludos.
