Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de Stephenie Meyer y la autora es iambeagle, yo sólo traduzco sus maravillosas palabras.
Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of Stephenie Meyer and the author is iambeagle, I'm just translating her amazing words.
Thank you Meg for giving me the chance to share your story in another language!
Gracias a Yani por ser mi beta en esta historia.
Capítulo 26
POV Bella
El viernes después del trabajo asisto a una cena grupal para celebrar el cumpleaños de una compañera.
Reviso con frecuencia mi teléfono. Solo un vistazo rápido a la pantalla. Lo suficientemente rápido para ver que no hay mensajes, y que ya casi son las ocho de la noche.
Poco después me disculpo para levantarme de la mesa, cruzo el bar y entro al tocador. Aunque no necesito usar el baño. Es solo una excusa para tener un momento sin interrupciones y así poder mensajear a Edward.
Bella: ¿Viste el nuevo documental en Netflilx?
Responde de inmediato.
Edward: ¿Cuál documental?
En realidad no tenía ninguno en mente. Solo quería una excusa para mensajearle. Me siento indecisa por un segundo, no se me ocurre ningún título así de momento. Le doy una respuesta vaga, con la esperanza de que eso sea suficiente.
Bella: El del asesino.
Edward: Eso no limita las opciones.
Bella: Ja, ja. Sí, supongo que no. ¿Cómo estás?
Esta vez tarda un minuto en contestar. Estoy a punto de salir del baño cuando me responde.
Edward: Estoy bien. Emmett está aquí. De jodido niñero.
Ya lo sabía. Rose me contó que los padres de Edward seguían con su viaje a Italia y que Emmett se quedaría con él mientras ellos no estaban. Me enfurecía que sus padres siguieran adelante con su viaje después de todo lo que había pasado hace un mes. Pero supongo que no soy nadie para juzgar. Según Rose, Emmett también les reclamó. Pero ya que Edward parece estar mejor, y hasta donde saben se ha mantenido limpio, supusieron que estaría bien.
Espero desesperadamente que tengan razón.
Bella: No seas muy duro con él. Se preocupa por ti.
Edward: Sí. Lo sé.
La vibra se siente un poco rara comparada con las otras noches que nos hemos mensajeado. Me pregunto si estaba siendo honesto cuando dijo que estaba bien.
Bella: ¿Qué están haciendo?
Edward: No estamos viendo documentales sobre asesinos, ja, ja.
Le sonrío a mi teléfono al responder.
Bella: Qué gracioso.
Por muy deprimente que haya sido el último mes, sigue existiendo una comodidad entre nosotros que ninguno se puede quitar de encima. No hablamos sobre sentimientos ni del pasado. Ciertamente no hablamos del futuro. Lo mantenemos todo lo casual que puede ser para dos personas que todavía tienen profundos sentimientos, pero que no saben a dónde ir desde este punto.
De pronto se abre la puerta del baño y me sobresalto cuando entra Leah.
—¿Por qué demonios tardas tanto? —pregunta con una carcajada, tiene las mejillas rosas a causa de las margaritas de mango. Ve el teléfono en mi mano y esboza una sonrisa pícara—. ¿Intentas llamar a tu chico para un revolcón?
Me río.
—No.
—¿Y dónde está Ben? Creí que lo invitarías a salir con nosotros.
—No sé dónde está —le digo con honestidad—. Terminamos.
—Oh, no. —Leah frunce el ceño, su actitud juguetona se ve aplastada por mi drama—. ¿Qué pasó?
Mantengo la respuesta sencilla al decirle que queríamos cosas diferentes. Lo cual no es del todo mentira. Ben quería que cortara todo contacto con Edward, y yo no quería hacer eso.
Luego de regresar a casa del hospital esa primera noche, Ben fue a verme y hablamos. Me preguntó si seguía enamorada de Edward y no pude responderle. La verdad es que no sé qué siento por Edward. Definitivamente no es lo mismo que antes. Para nada. Pero todavía me importa y ahora sé que siempre sentiré más por él de lo que alguna vez podré sentir por Ben.
Preferiría ser la amiga de Edward que la novia de Ben.
Es por eso que cuando Ben dijo que quería terminar la relación, no lo detuve. Simplemente se me adelantó.
—Espera —exclama Leah, sonriendo otra vez—. ¿A quién mensajeas que te tienes que esconder en el baño?
—No me estoy escondiendo —miento y me dedica una mirada—. Bien. Estoy mensajeando a Edward.
—Edward, o sea, ¿tu exnovio extremadamente atractivo que está en esa banda?
Supongo que en realidad no sé si sigue en Shiver. Siento que es muy sensible de mi parte preguntarle, y él no lo ha mencionado por voluntad.
Solo digo "sí" aunque no estoy segura.
—Entonces, ¿van a regresar? —me cuestiona, alzando una ceja con microblading.
—No, no vamos a regresar. —No sé qué estamos haciendo, pero no es eso—. Él está pasando por algunas cosas y yo solo… lo estoy apoyando como amiga.
—Amiga. —Leah se ve sorprendida—. ¿En serio?
—En serio. —No entraré en el tema de su adicción con ella. Leah no se merece saber eso.
Le quito importancia a su mirada de incredulidad y regresamos hacia donde están sentados nuestros amigos. Ella les anuncia de inmediato a todos que Ben y yo terminamos, ante lo cual gritan y vitorean, alzando sus vasos como si fuera algo bueno. Me obligo a sonreír y beber, me duele un poco el corazón por una relación fallida que nunca debí haber reavivado.
Intento estar presente por el resto de la noche. Intento mantener a Edward fuera de mi mente. Cuando Leah me cuenta sobre su primo al que quiere presentarme, rechazo de inmediato la idea. Necesito tiempo y espacio y la mente despejada. No un hombre nuevo durmiendo a mi lado.
Me doy cuenta de la fecha que es cuando nos entregan una ronda de tragos de cumpleaños y se escuchan quejas sobre ser un año más grande. Saco mi teléfono y le envío un mensaje a Edward por debajo de la mesa.
Bella: ¿Em y tú harán algo por tu cumpleaños mañana?
Él no responde a esto. No debería preocuparme, pero por alguna razón sí me preocupa. Después de eso ya no puedo enfocarme en disfrutar de la noche. Rechazo el caballito de tequila y sustituyo mi cerveza sin terminar por agua. Cuando Leah me cuestiona, le digo que estoy cansada. Estoy cansada y preocupada, pero la mayor parte de esa energía es causada por el silencio de Edward.
Él me llama una hora después. La foto que acompaña su número aparece en la pantalla y se me atora el corazón en la garganta porque ha pasado muchísimo tiempo desde la última vez que la vi. Es una foto íntima, una de mis favoritas que yo le tomé. Despeinado a causa de la almohada. Una sonrisa adormilada y sin camisa. Ojos verdes acristalados mirando más allá de la cámara del teléfono, su enfoque está directamente en mí.
Me levanto de la mesa de inmediato sin decirle nada a nadie y salgo para responder.
—Hola —digo, una leve lluvia cae del cielo nocturno—. ¿Qué sucede? —La línea se queda extrañamente en silencio, así que lo vuelvo a intentar—. ¿Edward? ¿Estás ahí?
—Bella… —Su voz suena baja y tensa.
Me pongo en alerta de inmediato, me tartamudea el pulso.
—¿Pasó algo?
Solloza.
—Es muy difícil. No puedo hacerlo, carajo.
—¿No puedes hacer qué? —pregunto, pero creo que tengo una buena idea—. ¿Dónde estás?
—Sigo en casa de mis padres. Emmett se fue hace rato.
—¿Estás bien?
Su voz me mata cuando responde:
—No.
—Habla conmigo —lo persuado gentilmente—. ¿Qué sucede?
—Emmett y yo peleamos.
Se me hunde el estómago y detesto que mi mente vaya a ese sitio, pero pregunto:
—¿Ustedes pelearon… físicamente?
—No —dice Edward después de un momento, calmando mis miedos—. Tuvimos una discusión.
—¿Sobre qué?
—Sobre lo fracasado que soy. ¿Qué más?
—No eres un fracasado —replico—. Sí, has cometido errores, pero…
Un grupo de gente sale del bar y sus risas ruidosas y charlas hacen eco por la calle mojada que brilla a causa de las luces cercanas.
—Perdón, ¿estás fuera? —La voz de Edward sigue sonando baja, y ahora tentativa—. ¿Es un mal momento?
—Salí a festejar el cumpleaños de una compañera.
—¿Sería mucho pedir…? —empieza a decir, luego se detiene—. Olvídalo.
—¿Qué? Dime.
—Carajo. Yo, uh… sé que es mucho pedir, pero ¿puedes venir aquí? —pregunta con demasiada suavidad—. Por favor.
—Edward… —Miro hacia el bar, ahora mi piel y cabello están húmedos a causa de la ligera lluvia que ya cae con más fuerza.
—Por favor —me suplica—. Te necesito. —Su voz suena ronca al decir—: Casi volví a cagarla.
Se me hunde peligrosamente el corazón.
—¿Qué sucedió?
—Estoy limpio —admite—. Sigo limpio, pero no sé si pueda hacer esto. Quiero decir, sería tan fácil, ¿sabes? Empezar otra vez. Y en serio, en serio quiero hacerlo. Dios, quiero hacerlo.
La agonía y tentación en su voz hace que se me tense el estómago a causa del miedo. No sé cómo es desear algo con tantas fuerzas. Especialmente no algo que tiene el potencial de matarte lentamente. Ahora hay lágrimas cayendo por mis mejillas y mi preocupación se intensifica cuando vuelve a hablar.
—Le envié un mensaje a Sam —confiesa.
—Oh —digo, me seco la mejilla con el dorso de la mano e intento mantener el pánico fuera de mi voz—. Por favor, por favor, no me digas que te reuniste con él.
—No. No me ha respondido todavía.
—Bien. Muy bien. —Es un alivio, pero sé que Edward no está fuera de peligro solo porque Sam no ha contestado.
—No pensé que sería así de difícil, Bell —llora—. ¿Por qué carajos la deseo con tantas fuerzas? ¿Por qué? —Solloza en la línea—. ¿Puedes venir?
Tal vez es una cagada, pero una parte muy hastiada de mí quiere decir que no. No sé en qué le ayudará que yo esté ahí. Si va a consumir, lo hará. El que yo estuviera cerca nunca lo detuvo en el pasado.
Aunque nunca ha sido así. Nunca me ha pedido ayuda directamente. Nunca se ha mostrado tan vulnerable y lleno de pánico. Y justo ahora parece que él está en un lugar muy sombrío, sintiéndose solo. Intentando quitarse la tentación. Quiero estar ahí para él, de verdad que sí, a pesar de que el sitio donde nos encontramos sigue siendo muy turbio.
Estoy a punto de decirle que sí cuando él vuelve a hablar.
»No tengo a nadie más. Por favor —me suplica—. Solo esta vez. Nunca volveré a pedirte nada más.
El potencial de que él vaya a consumir si no voy pesa mucho en mi conciencia. No quiero que su sobriedad dependa de mí, pero en este momento parece que así es, y no quiero fallarle. Me rehúso a fallarle.
—Bien, iré —murmuro con gentileza—. Llegaré ahí. Pero voy a tardar unos veinte minutos. No vuelvas a mensajear a Sam, ¿de acuerdo? Por favor. Si él llega, no lo dejes entrar.
—Bien —murmura, y el alivio desesperado que escucho en su voz me indica que tomé la decisión adecuada—. Gracias.
Sin otra palabra compartida entre nosotros, colgamos y entro de nuevo en busca de mi bolso. Le digo a Leah que tengo una emergencia y me apresuro hacia mi carro, cruzo la ciudad manejando hacia Edward y ruego silenciosamente el poder llegar a tiempo para salvarlo de sí mismo.
