DESPERTARES DE OLVIDO

CAPÍTULO 2

¿Dónde están las sailors?

Cuando Minako Aino se despertó aquella mañana, le sorprendió verse en una habitación que no reconocía. ¿Cómo había llegado ahí? Lo último que recordaba era que la noche anterior había ido a un Pub que admitía a menores de edad con sus amigos Armand y Katherine, pero ¿Qué había pasado después?

Rápidamente comenzó a imaginar las muchas maneras en que había llegado a aquel lugar, y de pronto, en su mente todo apuntó a que quizá camino a casa alguna banda criminal la había secuestrado y que la tenían encerrada en una habitación para posteriormente venderla con fines de trata sexual.

Trató de pensar rápidamente en cómo salir de ahí, pero entonces miró que alguien movía la perilla de la puerta desde afuera y se abrazó a la cobija temiendo ser ultrajada por el pervertido que la tenía encerrada en aquel lugar, sin embargo, se sorprendió cuando al abrirse la puerta miró a su madre, quien parecía estar furiosa.

—Pasa del medio día y tú sigues durmiendo Minako. ¿Qué diablos pasa contigo? ¿Acaso no fuiste a la preparatoria?

—¿Qué hago aquí? ¿Por qué no estoy en mi habitación?— Cuestionó antes de que su mamá hablara.

—¿Cómo qué no estás en tu habitación? ¿Acaso estás borracha?

—¿Cómo podría comprar una cerveza si soy menor de edad?

—¿Qué carajos hiciste anoche que despertaste tan tarde, Minako?

—¡Pues salí a un Pub con Armand! ¡Tú me diste permiso!

—¿De qué Armand me estás hablando, Minako Aino?

—Armand Smith, el chico que me gusta y…

—¡Minako, deja de quererme ver la cara de estúpida!— Refunfuñó su madre— ¿De verdad crees que te voy a creer que Armand Smith vino desde Londres a Tokio para llevarte a un pub?

—¿Tokio? ¿Cómo que Tokio? ¡Tenemos tres años desde que nos fuimos de Tokio y no hemos vuelto a ir!

La madre de Minako se acercó a la cama y finalmente se sentó frente a ella.

—¡Soplame en la cara!

—¿Qué? ¿Pero por qué ?

—¡Qué me soples en la cara, Minako Aino!— Gritó su madre

A Minako, ante la furia de su madre no le quedó de otra que obedecerla.

—Borracha no estás — Comentó la señora Aino— ¿Me vas a decir por qué carajos no fuiste a la preparatoria?

—¿Preparatoria? Mamá, pero si ni siquiera he terminado la secundaria y sólo tengo trece años ¿Cómo voy a ingresar a la preparatoria?

La madre de Minako Aino salió furiosa de la recámara de su hija amenazando con recortarle su mesada y no dejarla salir durante el próximo mes si seguía fingiendo amnesia. Minako, que no entendía nada de lo que estaba sucediendo, abrió su guardarropa, y se sorprendió cuando dentro de este miró ropa que no reconocía y… ¿Por qué tenía colgado en su guardarropa un uniforme con cuello de marinero como los que solían usar las estudiantes en Japón? De pronto, miró un maletín escolar que era distinto al que tenía, y al abrirlo se sorprendió al ver libros escolares con su nombre que en vez de estar escrito en Inglés estaban escritos en Japonés.

Aquello le desconcertó, así que rápidamente salió de su habitación y se sorprendió cuando se dio cuenta de que la casa tenía el estilo arquitectónico que se solía utilizar en Japón, y al abrir la puerta para salir, miró que todas las casas eran de estilo similar.

¿Acaso estaban en algún barrio Japonés en Londres? Y si era así, ¿Por qué no lo recordaba?

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—¡Hija, despierta!

Al escuchar la voz de su madre llamándola, Ami de inmediato abrió los ojos. ¿Cómo había llegado su madre ahí? Lo último que recordaba era que por la temporada vacacional de la Golden Week había ido a Okinawa a visitar a su padre, y dado que él y su madre no se llevaban bien, le sorprendió verla ahí .

—Mamá ¿A qué horas llegaste a Okinawa?

—Hija ¿Te sientes bien?— Preguntó su madre preocupada.

—Sí, ¿Por qué no habría de estarlo?

—Nunca faltas a clases y hoy al llegar del hospital, Kasumi me comentó que no te levantaste en todo el día de la cama. Eso no es normal en ti.

—¿Clases? ¡Pero si son vacaciones y…

Ami se sorprendió al percatarse de que no se encontraba en su habitación en la casa de su padre en Okinawa, sino en su recamara en la casa de su madre en Tokio.

—¿Cuándo llegué de Okinawa?

—Ami, la última vez que fuiste a Okinawa fue hace casi dos años— Le respondió su madre preocupada— ¿Qué sucede contigo?

—¿Qué?— Cuestionó Ami desconcertada mientras se levantaba asustada de la cama— ¿Cómo que no fui a la secundaria hoy?

—¿Secundaria? ¡Ami! Estás en la preparatoria

—Madre, sólo tengo catorce años. ¿Cómo voy a estar en la preparatoria?

La doctora Chicako Mizuno se asustó al escuchar la respuesta de su hija. Si bien sabía que muchos adolescentes faltaban a clases a escondidas de sus padres, confiaba ciegamente en que su hija no era ese tipo de jovencita, pues Ami disfrutaba de estudiar sobre temas avanzados que aún no veía estando en su segundo año de preparatoria, e incluso hasta tomaba cursos extracurriculares.

—Creo que te llevaré al hospital

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Cuando Rei Hino despertó, miró que el reloj de pared frente a ella marcaba que ya eran las catorce horas, así que de inmediato se puso de pie mientras se preguntaba porque había dormido tanto. Quería regresar a Hikawa, que era el lugar que consideraba su verdadero hogar, así que comenzó a buscar el vestido negro que usó la noche anterior, sin embargo, al no encontrarlo supuso que quizá alguna de las empleadas de Villa Hino había entrado en la habitación y lo había tomado sin su permiso para lavarlo y bufó fastidiada, pues odiaba que tomaran sus cosas sin avisar tanto como verse obligada a ir a un evento con la familia Hino.

Dispuesta a regresar pronto al templo, salió de su habitación en pijama, y le sorprendió encontrarse con su padre en el pasillo.

—¿Se puede saber que son estas horas de levantarse, señorita? — Le preguntó molesta su padre

—Tal vez si no me hubieras obligado a mantenerme despierta anoche en la aburrida reunión con los Hino me habría regresado a casa temprano.

—¿A casa?— Le respondió el senador Hino desconcertado— ¿Pues en dónde crees que estás si no es en casa?

—Hikawa es mi hogar, no Villa Hino

—¡Oh, no, Rei Hino! Si faltaste a clases no tienes permiso de ir al templo hoy.

—Pues allá es mi casa, además el abuelo debe estarme esperando y…

—Rei, ya deberías dejar a tu abuelo descansar en paz

—¿Descansar en paz?— Le preguntó Rei con desconcierto— No, creeme que a diferencia de ti, a mi abuelo si le agrada mi compañía.

El senador Hino inhaló y exhaló. Quizá podría no haber sido un buen padre durante los primeros dieciséis años de vida de Rei y nunca podría suplir el lugar que ocupaba su difunto suegro en el corazón de su hija; sin embargo, hacía un año cuando había muerto el padre de su difunta esposa, se había llevado a Rei consigo, y se estaba esforzando por ser el padre que siempre debió ser.

—Hija, sé que no fui un buen padre durante tus primeros dieciséis años de vida y que nunca voy a poder ocupar el lugar de tu abuelo— Le respondió su padre— Pero donde quiera que él esté ¿Crees que a él le hace feliz ver que no lo dejas ir?

Rei lo miró con desconcierto, pues, nunca solía hablarle de manera cariñosa.

—¿Y ahora a ti qué te pasa, Takahashi?

—Hija, te voy a concertar cita con un amigo tanatólogo porque a un año de la muerte de tu abuelo ya es tiempo de que…

—¿Muerte? ¿Cómo que el abuelo murió?— Preguntó Rei asustada.

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Makoto Kino no era una persona que necesitara que una alarma a determinada hora la despertara, pues al haberse quedado huérfana a temprana edad había tenido que hacerse cargo de sí misma y no permitirse "cinco minutitos más" bajo la cama; sin embargo, aquel día cuando despertó estaba tan cansada que se dijo ¿Por qué no?; pero al girarse sobre la cama hacia el lado de la ventana y ver que los rayos de sol se filtraban a través de la cortina blanca se sobresaltó, pues supuso que quizá era un poco más tarde de lo que imaginaba y que perdería la primera clase, así que salió rápidamente de la cama; sin embargo, cuando miró el reloj en forma de rosa que colgaba de su pared, se espantó al ver que eran las catorce horas. ¡Más de medio día!

De inmediato se puso de pie, y al abrir su guardarropa se desconcertó al ver prendas de ropa un poco más femeninas de como solía vestir además de un uniforme escolar con falda y cuello de marinero en color azul. Supuso que quizá el uniforme era de Akane Kitagawa, una de las amigas de su amiga Tomoko que estudiaba en otra secundaria y a la que su amiga había llevado hace dos semanas cuando hicieron pijamada; sin embargo, no se detuvo a indagar, ya habría tiempo para eso, así que tomó un short de mezclilla y un top verde, y tras vestirse, salió de su departamento para dirigirse a casa de su amiga.

Media horas después de haber salido de su departamento, Makoto ya se encontraba afuera de la casa de la familia Takate, y un par de segundos después de haber tocado el timbre, se asombró al ver que quien le abría la puerta era una mujer de cuarenta y tantos años que definitivamente no era la madre de Tomoko, aunque supuso que quizá era algún familiar que se encontraba de visita.

—Buenas tardes, señora. ¿Se encuentra Tomoko?— Preguntó

—Buenas tardes señorita— Le respondió la mujer mirándola con desconcierto— Disculpe, pero creo que se equivocó de casa. Aquí no vive ninguna Tomoko.

—¿Cómo no?— Cuestionó Makoto que volteó a ver el número de la casa para asegurarse que no se había equivocado de casa— Tomoko, la hija mayor de los Takate

La mujer frente a ella esbozó una sonrisa.

—¡Oh, la hija de los Takate!— Exclamó la mujer— Sí, es verdad. Más de una vez han venido a buscar al señor o a la señora Takate. No sabía cómo se llamaban sus hijos. Pues mire, señorita, esta casa la compré hace un año. Me la vendieron los Takate

—¿Qué ? Eso no puede ser cierto— Respondió Makoto— Ayer estuve aquí un rato e incluso cené con su familia

—Disculpe, señorita, creo que su broma es de mal gusto— Respondió la mujer cerrándole la puerta en la cara.

Makoto siguió insistiendo; sin embargo. La mujer no abrió.

Desconcertada, decidió pasar a casa de su amado sempai que vivía cerca de ahí. Era medio día, así que debía estar solo pues sus padres llegaban más tarde del trabajo, y en efecto, cuando tocó el timbre fue él mismo quien le abrió la puerta; sin embargo, notó algo extraño en él, pues lucia mas alto de lo que lo recordaba, su melena castaña estaba más larga y las facciones un poco más marcadas; y ni hablar de su mirada, en la que notó un dejo de sorpresa y lujuria.

—¡Hola, Keitaro!— Exclamó Makoto

—¡Qué sorpresa verte, Mako-chan! ¿Quieres pasar?

—¡Claro!

—¿Y cómo has estado?

—Mucha tarea. Lo de siempre

—¿Quieres ver una película como en los viejos tiempos?

Aquello de "los viejos tiempos" le extrañó a Makoto; sin embargo, jugar juegos de rol era algo que a ambos les gustaba, así que le siguió el juego.

—Por supuesto.

Su amado Keitaro fue a la cocina por un par de cervezas. Después subieron a su habitación que lucía un poco diferente de cómo la recordaba Makoto.

—¿Remodelaste la habitación?— Preguntó Makoto recorriendo con su mirada las paredes blancas

—¿Te gusta?— Preguntó él mirándola con picardía

—Me encanta

Keitaro la arrinconó contra el escritorio, y pegó su cuerpo junto al de ella.

—¿Y sabes a mí qué me encanta?

—¿Qué? — Cuestionó Makoto con picardía

Keitaro no le respondió con palabras, pero el arrebatador beso en los labios y sus manos acariciando su cuerpo bajo la ropa, lo decían todo.

Una de las manos del joven se dirigió a la alta coleta de Makoto, quitándole la liga que dejó que la larga cabellera cobriza cayera suelta. Después la tomó en vilo, la tumbó sobre la cama y se acomodó entre sus piernas.

Si bien los besos y las caricias de Keitaro le gustaban a Makoto, ese día lo notaba distinto, pues a diferencia de otras ocasiones en que sólo le tocaba el cuerpo bajo la ropa, en esta ocasión fue un poco más lejos y le sacó la blusa

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—¡No lo puedo creer, Minako!— Exclamó entre lágrimas la señora Aino— Tu padre y yo nos matamos trabajando para que estos años nos hayas estado engañando haciéndonos creer que estabas inscrita en la preparatoria— Comentó la señora Aino

—¡Mamá, te juró que…

—¡No jures nada, Minako!— La interrumpió enojado su padre— Sé que estás muy lejos de ser una estudiante brillante y te comprendería si fueras extraordinarios. ¿Pero habernos engañado durante dos años para estarnos sacando dinero? ¡Hasta para ser idol se necesita un poquito de inteligencia!

Los ojos de Minako Aino se llenaron de lágrimas. Era cierto que no era una estudiante brillante, que un par de veces se había escapado de clases e incluso la habían mandado a extraordinarios. ¿Pero darse de baja y hacerles creer a sus padres que seguía inscrita para sacarles dinero? Ella definitivamente no sería capaz de tanta bajeza.

—Les juro que de verdad no entiendo que está pasando. Me desperté creyendo que era 1992 y que seguíamos viviendo en Londres.

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—¡Tranquilízate, hija! Mañana repetiremos esos estudios y te llevaremos con un Neurólogo más competente— Dijo la doctora Mizuno abrazando a su hija.

Dado que tenía influencias en el hospital y muchos conocidos en el gremio médico, había podido conseguir que esa misma tarde le hicieran estudios a sus hijos y que la vieran distintos especialistas; sin embargo, todos habían concordado en que no había ningún indicio de que padeciera alzheimer juvenil además del síntoma de la pérdida de memoria.

De pronto, el timbre de la puerta sonó. La asistente doméstica fue a abrir, y vio entrar a su secretaria.

—¿Hubo algún problema con que no llevara yo misma el justificante médico a clases, Nabiki?— Cuestionó la doctora.

La asistente de la doctora sonrió nerviosa, y después le dio la respuesta que menos hubiera esperado.

—Doctora Mizuno, en la preparatoria me dijeron que no existe ninguna estudiante de nombre Mizuno Ami

—¿Qué?— Cuestionó desconcertada la doctora— Eso no puede ser. Seguro debe haber algún error en su base de datos. ¿No se les cayó el sistema de casualidad?

—No, doctora— Respondió la secretaria— De hecho les mencioné que era la chica del cuadro de honor, pregunté a varios profesores y estudiantes grupo por grupo y nadie la conoce.

Chicako entonces recordó que hacía una semana su hija le había comentado que en ocasiones le aburría ir a la preparatoria porque todos los temas que se veían en clases ya los dominaba y no le era suficiente para saciar su hambre de conocimiento, a lo que ella le había respondido que por desgracia eran trámites burocráticos que no podía evadir; pero su hija no sería capaz. ¿O sí?

—Ami, hija, sé que eres un prodigio a nivel académico y que lo que estás viendo en clases excede a tus conocimientos, pero, no serias capaz de dejar de ir a clases por eso. ¿Verdad?

—¡Claro que no, mamá ! Sé que son pasos que tengo que seguir para llegar a ser doctora.

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—¡Hija, por favor, háblame!— Suplicó con voz quebrada el Senador Takahashi Hino, quien por primera vez se mostró vulnerable al no soportar ver a su hija en algo que el Neurólogo y la psicóloga habían llamado "Estado Catatonico"

Al enterarse esa mañana de que su hija no había ido a clases, se había molestado; sin embargo, trataba de ser paciente con ella al saber que no había sido el mejor de los padres y el gran dolor que había implicado para Rei perder a su abuelo materno; sin embargo, cuando miró a su hija llorar desconsolada ante la noticia del abuelo sin poderla consolar, y luego quedarse ida sin decir ni una sola palabra y con la mirada perdida se preocupó, e inmediatamente la llevó con una psicóloga y un psiquiatra que no encontraron la manera de obligarla a hablar.

—Mi querida Fenix— Susurró el Senador Hino mientras acariciaba su cabello— Sé que no he sido el mejor de los padres y que cuando murió tu madre hice mal en cerrarme en mi dolor y dejarte de lado, pero aunque no lo parezca, eres lo que mas quiero y deseo tu bienestar. Por favor, dime algo.

El estoico hombre rompió en llanto, y para su sorpresa, su hija que siempre lo rechazaba, lo abrazó y comenzó a llorar en silencio.

—Mi niña— Susurró dándole el abrazo paternal que en muchos años no le dio— Sé que el dinero no compensa haber sido un padre ausente, pero si me dices aunque sea una sola palabra te prometo que voy a trabajar menos tiempo para pasarlo contigo, y que puedes confiarme cualquier cosa.

—Tengo miedo.

Takahashi Hino aún dudaba si lo que su única hija decía era cierto o si sólo quería llamar su atención ; pero de cualquier manera, lo que había ocurrido ese día fue el detonante para que dejara sus prejuicios y aceptara la sugerencia de la psicóloga de tomar terapia familiar junto con su hija.

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La blusa y el sostén de Makoto habían ido a parar al piso; y ella no había tenido la fuerza de voluntad para resistirse a las ardientes caricias de su senpai y apartarlo de su lado; sin embargo, cuando las grandes manos de él desabotonaron su short de mezclilla y notó la intención que tenía de desnudarla por completo, Makoto le apartó las manos.

—¡No estoy preparada para eso! — Exclamó.

—¡Mako-chan, por favor!— Pidió el hombre susurrandole al oído — Te juro que sólo meteré la puntita.

—¡Me da miedo quedar embarazada!— Respondió Makoto obligándolo a tumbarse del otro lado de la cama, y entonces ella se puso de pie para ir a tomar una de las cervezas que se encontraban sobre la mesa y darle un gran sorbo.

—¿Cómo haces para conseguir estas cervezas siendo menor de edad?

El hombre soltó una risa socarrona ante la respuesta de Makoto.

—Con veintiún años ya no soy menor de edad, Mako-chan. Ya las puedo conseguir legalmente.

Makoto se dio media vuelta.

—Hablo en serio, no estoy jugando.

—Yo tampoco estoy jugando— Respondió él— ¿Acaso ya olvidaste que en enero fue mi cumpleaños?

—No. Y cumpliste dieciocho

La expresión de Keitaro se tornó seria, y en sus ojos chocolate, Makoto descubrió que en verdad ya no estaba jugando.

—¿Sabes? Hace dos semanas cuando me dejaste plantado en nuestra cita de reencuentro creí que era tu forma de vengarte de lo que te hice. No creí que vendrías a buscarme, pero fue lindo.

—¿De qué tendría que vengarme?— Preguntó Makoto

—Pues te expulsaron de la secundaria por mi culpa

—¿Me expulsaron?— Preguntó Makoto desconcertada

—Pues sí. Aposté con Hiroto que podía enamorar a la chica ruda y llevármela a la cama. Después compartí ese vídeo donde te estabas masturbandote para mi y…

—¿Saliste conmigo por una apuesta y compartiste el video que era solo para ti?— Preguntó Makoto con voz temblorosa.

El hombre se puso de pie irguiéndose en toda su altura.

—Sí, fui yo, pero…

Keitaro no terminó de hablar, pues Makoto lo noqueó con fuerza en el rostro

—¡Infeliz!— Exclamó

—¡Ya pasaron tres años de eso!— Exclamó el chico mientras se retorcía de dolor en el piso.

Cuando Makoto salió de casa de Keitaro, estaba tan triste como nerviosa, y nada más llegar a la soledad de su departamento, rompió a llorar.

Dado que no quería perder a Keitaro por no ser capaz de darle la "gran prueba de amor", había accedido en más de una ocasión a desnudarse, masturbarse para él y permitir que la grabará con su cámara, sin embargo, nunca le pasó por la mente que él siendo tan celoso hubiera compartido aquel video íntimo con otros hombres.

Pasadas un par de horas, un gruñido de hambre hizo rugir su estómago, así que se dirigió al banco para retirar algo del dinero del fideicomiso de sus padres y comprar algo de comer; sin embargo, cuando llegó a ventanilla y presentó su tarjeta de estudiante de secundaria, esta le fue rechazada.

—Señorita Kino, su carnet está vencido.

—¿Qué? ¿Por qué?— Preguntó desconcertada

—Expiró en 1994

—Y estamos en 1993

—Señorita, estamos en 1996.

Por mucho que discutió con la cajera del banco diciéndole que estaban en 1993, al final tuvo que retirarse, y mientras caminaba por las calles de Tokio, se dio cuenta por los calendarios en diversos negocios de que en efecto estaba en Marzo de 1996 y que habían transcurrido tres años de su vida de los que no recordaba nada.

Queriendo buscar apoyo en personas queridas, fue en búsqueda de su amigo Shinozaki, pero se enteró de que se había mudado a Osaka hacía un año, así que al final del día, la noche le llegó sentada en un parque donde de nuevo le dio rienda suelta al llanto; pues, además de saber que posiblemente su reputación estaba arruinada a causa del video donde salía desnuda, sabía que algo andaba mal con su mente y que no tenía a nadie que la apoyara.

"Si al menos mis padres estuvieran vivos", pensó por un momento; sin embargo, no lo estaban. Tenía presente que habían muerto cuando ella tenía seis años; así que se encontraba sin familia (pues aunque tenía dos tíos no contaba con ellos), sin dinero, quizá con problemas de salud que le estaban haciendo perder la memoria y con hambre.

—¿Vas a ir a ver la pelea clandestina en Kanto?— Escuchó que una chica que pasó por su ladole preguntó a una de las dos amigas que la acompañaban

—¡Sí! Tengo que darle ánimo a mi Daisuke

—¿Cuánto le van a pagar si gana?

Cuando Makoto escuchó la cifra que le darían al ganador de esa pelea, sus ojos brillaron esperanzados. Era suficiente como para poder comer un mes si lo administraba bien.

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—¿Cómo crees que el nieto del dueño de los Hospitales Chiba va a salir contigo?— Comentó el hermano de Serena con el tono burlón que lo caracterizaba.

Serena, que en otro momento se hubiera enojado por el tono burlón con que le hablaba su hermano, por primera vez no se puso a discutir con él; y dado que no estaba de humor para socializar, decidió poner una excusa para retirarse a su recamara.

—Tía Rumiko, padres, ya me voy a dormir.

—Qué pases buenas noches, hija— Comentó Ikuko.

Serena se levantó de la mesa y se fue a su recamara. Decidió que esperaría a que todos se durmieran en casa para salir e ir a buscar a sus amigas, pero entonces escuchó pasos dentro de su habitación, y al girarse tuvo que contener un grito al ver la imagen fantasmagórica de ¿Rini?

—¡Rini!— Exclamó en un susurro— ¿Qué sucede contigo? ¿Por qué no tienes un cuerpo material?

—Mamá, estoy desapareciendo— Exclamó con voz asustada la niña pelirrosa

—¿Por qué?— preguntó Serena asustada.

—El futuro ha sido borrado porque el destino fue alterado

—¿Quién ? ¿Cómo?

—LO que tú crees que fue un sueño, fue real— Respondió Rini— Antes que las senshis hicieran sus votos, hubo una explosion, y…

—¡Tranquila, Rini! Las Sailors y yo resolveremos esto

—¡Ten cuidado con la traidora!

—¿Qué traidora?

—La explosión fue provocada por Sailor…

Antes de que Rini terminara de darle una respuesta, su imagen etérea se esfumó como si nunca hubiera estado ahí. Serena, de inmediato se dirigió al cajón donde guardaba su cristal de plata, sin embargo, cuando invocó a sus poderes para transformarse, no ocurrió nada.

Asustada, levantó su rostro, y se asustó cuando miró que su rostro estaba lleno de espinillas.

Al no poder transformarse, sabía que necesitaba ayuda de sus compañeras, pero también estaba aterrada ante las palabras de Rini, que dijo que entre ellas había una traidora, algo difícil de creer, pero que no debía descartar. De inmediato se puso a analizar quién podría ser la traidora, y de pronto cayó en cuenta de un detalle, de las inner senshi, solamente Rei no había sido olvidada por sus compañeros de clases, pues Unasuki no negó que fuera su compañera, y aunque la senshi del fuego se dijo su mejor amiga durante los últimos tres años, eso aunado a que durante un tiempo fue novia de Darien, que quiso el puesto de líder y era la que tenía más conocimientos sobre cosas sobrenaturales, le hizo sospechar de ella; las outher aunque eran de confianza también vivían bastante lejos, así que de entre las tres opciones que quedaban, decidió que quizá no era buena idea ir a casa de Ami o Minako pues estas vivían con sus padres, así que se decantó por Makoto; sin embargo, tan pronto como puso un pie fuera de casa y cruzó la avenida, tuvo la mala suerte de que un auto que iba a gran velocidad la arrollara.

¡Hola!

Pues bien, aquí les traigo un capítulo más donde ya, salen las sailors.

¿Qué les pareció?

Les comento también, que en este fic habrá dentro de dos capítulos un salto temporal de años en los que ellas se convertirán en adultas, pero los primeros tres son como introducción.

Vientoaguamarina, Marijo San Lucar, Hospitaller Knight, Abel Gregov. Muchísimas gracias por sus reviews.

Kouhelena, Cinthya Lirio. Gracias por sus votos.

Saludos

Edythe