Como me he tardado bastante en publicar, os dejo otro capitulo, espero leer vuestros comentarios y que os guste como avanza la historia, advierto que no estoy acostumbrada a realizar este tipo de capitulos y temia mucho elaborarlos.


Capítulo 49


Carne fresca


La vida contiene diferentes plagas, una de ellas es la perspectiva, que es una enfermedad que nos atañe en cualquier tiempo y época, como si no pasara de moda, como una ambigüedad eterna que sobrevive al paso de los años, no envejece ni pierde fuerza, es eterna en el tiempo.

Regina podía escuchar el sonido de la muerte mientras seguía avanzando hacia donde estaba el reino helado, parecía una sucesión de caídas que bañaban aquel terreno iluminado por la luz del sol, el sol no entendía que no era momento de alegría, parecía inconsciente ante la desgracia ajena, una parte de Regina quería llorar. Cada paso que daba era una muerte tras otra seguida de un sollozo, un lamento de un hombre y en muchos casos de un niño que apenas podía cargar con un arma, y que sospechaba era más de lo que habían cargado en su vida.

Sintió verdadera lástima por aquellos jóvenes enviados a una muerte segura las palabras que una vez le dijo Eduard cobraron vida como un recordatorio que había sido activado.

-Existen dos tipos de personas en el campo de batalla Rex- decía Eduard mientras estaban a solas en su entrenamiento, ella tendría 14 años. – Las que sobreviven y las que perecen. - prosiguió. - sin embargo, en la batalla quitaras vidas, vidas de personas que no tuvieron elección realmente, la carne fresca de los reinos, los huérfanos, los olvidados o incluso los que tuvieron mala suerte. - su voz sonaba afligida.

Regina recordaba aquellas palabras "la carne fresca" no era más que jóvenes mandados a la muerte por ideales que ni si quiera conocían o apoyaban, familias rotas por la mano de un monarca vil, entonces entendió el afligimiento de Eduard, el motivo de su muerte cobraba sentido después de tantos años, Eduard esperaba lo mejor de los demás, algo que le indicara que había valido la pena blandir su espada contra infantes, que valía la pena regresar a la vida cotidiana después de ver sus manos llenas de sangre, sangre de inocentes que solo seguían las ordenes de un adulto, un adulto que prometió protegerlos y los convirtió en mártires.

Era demasiado duro después de presenciar como morían niños pensar que todo fuera maldad y mezquindad. Levanto la vista del suelo donde había caído otra carne fresca, vislumbro finalmente a Elsa que reía como si de un entrenamiento se tratase antes de asestar un golpe mortal a un chiquillo que rogaba por su vida.

Iba a llamarla, pero su voz no salió, se quedo atorada en su garganta como si de pronto le hubieran cortado la lengua. David y Leonard aparecieron justo al lado de Elsa, fatigados ante la batalla, después llego el silencio, todos estaban muertos, Regina miro al cielo y nubes empezaron a cubrir el sol, finalmente el cielo mostraría sus lágrimas, por fin fue consciente de la crueldad que ahí se libraba.

- ¡¿esto es todo?!- grito Elsa que ahora miraba hacia los lados buscando más enemigos, luego observo a Rex que estaba estático mirando al cielo.

-no lo creo- murmuro Rex. -El monarca rojo no esta por aquí, he visto pocos generales en el campo de batalla, es posible que esto solo fuera para ganar tiempo.-

-¿ganar tiempo?- cuestionó David que abrió sus ojos con pánico.

-¿Cómo?- se sumó a las preguntas Leonard.

-si yo hubiera perdido la mitad de mi ejercito por una disputa interna, trataría de suplirlo con algo lo suficientemente contundente para poder hacer frente a esas bajas, aunque para ello tuviera que sacrificar activos. - Rex miro hacia su derecha notando como Tomás asentía. -¡Retroceded frente a las murallas!- ordeno a su ejército que parecía más intacto que los del reino blanco y el dorado, el reino helado también estaba casi completo pero parecían salvajes en lugar de hombres.

- ¡El reino helado nunca retrocede! - Afirmo a pleno pulmón Elsa.

La mirada que lanzo Rex no dejaba lugar a dudas, tanto David como Leonard asintieron obedeciéndolo y fueron posicionándose frente a las murallas, Elsa puso los ojos en blanco cediendo ante las ordenes silenciosas del rey oscuro, y seria negar la evidencia si no admitiera que le resultaba muy atrayente el carácter de Rex Black, era incluso morboso verlo luchar y dar órdenes.

La tierra se movió, parecía un terremoto, pero eran pasos que se escuchaban seguido de trompetas, un bullicio acercándose como si aquello fuera el inicio de una celebración, a lo lejos se lograba ver algo que hacia siglos nadie usaba en una batalla, elefantes pero eran mucho más altos que los que Regina hubiera visto nunca, al menos debían medir cuatro metros de alto con unos cuernos que no había visto jamás, probablemente modificados para este tipo de luchas y cubiertos con una armadura especial que recubría sus partes más delicadas a excepción de parte de las patas y los ojos, los cuernos debían mediar al menos un metro y medio, se movían al unísono como una obra preparada al milímetro, eran al menos cinco de aquellos animales que para algunos reinos eran sagrados.

Catapultas empezaron a ser empujadas con un gruñido de aquellos que debían llevarla, seguidos de todo tipo de caballeros, desde lanzas hasta espadas y como si fuera poco lograron ver arpones como los usados para matar ballenas, pero estos tenían una peculiaridad parecían modificados específicamente para incrustarse en la muralla y así lograr la invasión.

-de acuerdo parece que si estamos jodidos- murmuro Elsa que ya estaba frente a todos los ejércitos rodeada de los demás monarcas que veían aquella pesadilla con horror.

- ¿qué haremos? - cuestionó Leonard.

-creo que morir suena como un plan decente- murmuro David.

- ¡arqueros! - grito Regina, la muralla ya estaba llena de arqueros preparados para disparar. – ¡Catapultas! - volvió a ordenar. – ¡utilizad el fuego fatuo! - ordeno a los soldados que estaban dentro.

-¿Fuego fatuo? - cuestiono Elsa.

-Parece que va a llover. - respondió Rex con un encogimiento de hombros, aunque empezaba a pensar que tal vez su destino era la muerte.

La preocupación la invadió, Emma estaba demasiado cerca de la muerte, su madre estaba esperando el próximo movimiento de su tío, tal vez si Emma lograse escapar, tal vez si el bebe fuese un varón, tal vez si la noticia de su propia muerte llegaba tarde.

Eran demasiados "tal vez", demasiadas incógnitas, lo bueno de la muerte es que todo acaba, cuando ya no estuviera en este mundo la preocupación se iría, eso era un consuelo, aunque creía que incluso en sus últimos momentos estaría pensando en su familia, que ya no era solo su madre sino también Emma y ese futuro bebe.

Descubrió en ese momento, mientras esperaba que llegase el final de su historia, que deseaba vivir, por una vez en su vida después de haberse visto obligada a travestirse, a renunciar a su nombre y su género, incluso al amor, por una vez deseaba vivir, y no solo para salvar a su madre del destino que lleva siguiéndoles los talones a ambas, sino que deseaba vivir para volver a ver a Emma White una vez más, "besarla media inconsciente como despedida no se podía considerar un beso precisamente épico" se permitió pensar Regina antes de mirar a Tomás que siempre estaba a su lado.

El ejército rojo estaba de nuevo ahí y esta vez debían ser al menos dos mil hombres ya estaban alineándose mientras iban empujan los cadáveres de sus compañeros de una manera poco delicada, abriéndose paso a la fuerza.

Uno de los generales que estaba sobre uno de los elefantes centrales y más cerca del límite de los 100 metros empezó a hablar en alto con tanta confianza que parecía que esta lucha ya había acabado. –¡Yo Lord Marquius Fort Times, primer general de las fuerzas de Luciano Red Alea, el gran emperador del reino rojo, os invito a deponer vuestras armas y dejarnos tomar lo que pertenece al reino rojo! - aquel hombre poseía un cabello negro largo que podía verse a través del casco y ojos rasgados de un color marrón oscuro.

-¡este reino es de los White y jamás lo entregaremos sin luchar!- contesto David con indignación.

El general soltó una carcajada.

-¡esa dinastía está condenada a la muerte, ni si quiera saben cómo defender sus murallas!- siguió mofándose el general.

Aquella frase fue interrumpida por un zumbido, como si el aire fuera cortado en dos, como si algo estuviera atravesando el campo de batalla, y era eso precisamente lo que pasaba, una flecha de al menos dos metros de largo se dirigió hacia el elefante y lo atravesó a pesar de la armadura que llevaba, haciendo caer al general junto al animal, y que el peso del elefante aplastase al jinete bajo su cuerpo.


En una de las torres más altas se estaba debatiendo lo sucedido, mientras abajo, los ejércitos conformados por los diferentes reinos estaban atónitos ante lo que acaba de suceder, un elefante había caído llevándose consigo no solo al general sino a más de veinte hombres que no esperaban aquel peso muerto.

-majestad se ha vuelto loca- murmuro Jack que trataba de apartar a la reina de aquella ballesta enorme que acababa de ser utilizada para acabar con la vida del elefante y su jinete.

-¿nos ha hecho subir sabiendo que aquí estaban estas armas?- pregunto Joan que ya sabía la respuesta.

-debemos sacarla de aquí, si no nos mata el ejercito contrario, nos matara nuestro rey al saber que la hemos arriesgado. - murmuro Carlos con un tono pálido en su rostro.

-¡callaos!, ahora tenemos el factor sorpresa y no permitiré que nadie se burle de mi dinastía y menos aun dejare que mi padre y ese petulante esposo mío mueran por unos elefantes, ¡mientras nosotros nos escapamos!, ¿Qué sois ratas o hombres? -

Lo caballeros guardaron silencio antes de suspirar y encogerse de hombros.

-supongo que hombres- murmuraron todos sin mucha alegría.

-bien entonces, colocad otra de las ballestas, pesa bastante así que os tardareis, siempre había una de más por si los dragones quemaban la principal. - explico Emma mientras acariciaba aquella reliquia que aun funcionaba.

Los planes pueden descontrolarse, el caos se forma muchas veces por esas variables a la que no le hemos dado la importancia correspondiente, y Regina no sabía que estaba pasando, ella que había previsto incluso un nuevo ataque, no pronostico algo de esta magnitud, no sabía si también a ellos les lloverían flechas de lugares desconocidos, eso no estaba en sus planes, una vez más el descontrol estaba presente y no sabía que era peor, si lo predecible o lo impredecible.

Quizás el destino de ambas era ese, el de una era tratar de controlarlo todo y el de la otra descontrolar todo aquello que piense que debe ser removido, una lucha de poder en donde el orden y el caos se enfrentan, sin saber cuál de las dos tiene razón. Y a pesar de los deseos de Regina al final del día para bien o para mal, Emma también era parte de esta guerra.


Continuara…


pd: espero que sirva de regalo extra por hoy.