NOTA: La imagen de portada no es mía.
Capítulo 4
Para cuando cumplieron los 10 años, Naruto había entablado también relación con el Kurama yang, había logrado reproducir las runas ya hechas él solo y también sabía fabricar alguna que otra poción médica. Seina, que había estado estudiando por su cuenta los pergaminos de la, ahora totalmente copiada, biblioteca aprendió no solo los jutsus de rango D sino también algún que otro de tipo C y protocolos médicos que insistió que Naruto aprendiera con ella.
Por suerte para Naruto, sus barreras de oclumancia en las que trabajaba cada noche, le habían ayudado a controlar exponencialmente su chakra y ahora era capaz de realizar técnicas que antes no podía con mucha más rapidez. En cuanto al dinero, habían logrado ahorrar unos 100.000 ryo para su hucha conjunta y, por separado, Seina había ahorrado 48.000 ryo mientras que Naruto había tardado en aprender a organizar su consumo y solo había ahorrado unos 15.000 ryo.
—Si pudiéramos ahorrar 50.000 más en un par de años podríamos comprar una de las casas de las afueras —le había dicho Seina a su hermano—. He estado mirando las inmobiliarias de la periferia y por 180.000 ryo podríamos comprar una casa de una sola planta con un par de habitaciones y un pequeño jardín, lista para entrar a vivir.
Naruto asintió.
—Igualmente, hasta que no seamos genin no podremos comprar ninguna propiedad. ¿Crees que ahorraremos ese dinero?
—Si hacemos misiones 3 veces por semana podríamos tenemos al mes unos 18.000 ryo brutos. En un par de meses podríamos ahorrar lo que nos quedase y recuperarnos un poco.
—¿Realmente crees que el viejo chocho nos echará de aquí? —pensó con tristeza Naruto y miró alrededor.
—Naruto, ¿en serio quieres compartir habitación conmigo toda la vida? —rodó los ojos ella—. Cada uno necesitamos nuestro espacio y no estaría mal poder tener un jardín para plantar lo necesario para nuestras pociones o para entrenar. Además, si compramos una casa para nosotros dos, podré protegerla como es debido y nadie lograría descubrir nuestra dirección, ni para atacarnos ni para espiarnos. Si hiciera lo mismo con un piso, la gente se preguntaría por qué no existe cierto apartamento.
—Usarías ese hechizo que me dijiste…el fidelus.
—Así es. Si lo hago, nunca tendríamos que preocuparnos por la seguridad. Solo yo puedo ser la guardadora del secreto y no pienso decirle a nadie dónde vivimos. Además, una vez seamos genin, seguramente el Hokage dejará de enviar a sus anbu para protegernos. Cada vez recibimos menos visitas, ¿lo sabías? Antes era una vigilancia diaria y ahora apenas tenemos una visita una vez al mes.
—Ya… y con los otros anbu raritos espiándonos quizás es lo mejor.
—Además, no necesitamos una casa enorme —le dijo con una sonrisa—. Lo único que necesito es la base de la casa y un trozo de jardín. Luego puedo agrandar la casa y el jardín a nuestro gusto y podríamos añadir habitaciones o incluso una planta encima.
—¡No estaría mal tener una piscina! —exclamó Naruto, olvidando ya su melancolía, cuando se dio cuenta de las posibilidades.
Seina cogió su libreta muggle, transformada de una piedra, e hizo una lista.
—Necesitaremos 2 dormitorios, 2 estudios, 3 baños, una cocina-comedor, un salón, una despensa-trastero, una biblioteca, una piscina, el jardín, quizás un invernadero y un huerto.
—Podríamos tener una habitación de invitados —le pidió Naruto y ella levantó los ojos—. Sé que será secreta, pero… seremos parte de un equipo. Quizás podríamos invitar a gente de confianza.
—Está bien. Entonces pongamos 3 habitaciones de invitados y otro baño más. Mmm… Está claro que llamaremos menos la atención ante los invitados si añadimos como mínimo un piso además de agrandar la casa entera.
—Podríamos poner el huerto en la azotea —sugirió Naruto—. Así siempre tocaría el sol y no podríamos destruirlo accidentalmente si entrenamos en el jardín.
Seina asintió. Dibujó una casa con 3 pisos. En la planta baja dibujó una entrada pequeña, el salón-comedor, la cocina con acceso a la despensa-trastero, la biblioteca y un baño de invitados. En la segunda planta dibujó sus dormitorios con baño propio y ambos estudios. En la última planta, esbozó las 3 habitaciones de invitados y un baño completo de buen tamaño. En el jardín, dibujó una piscina rectangular a mano derecha separada por una hilera de árboles del resto del jardín, y rodeada de suelo de piedra.
Naruto, sonriente, fue haciendo ruiditos inconscientes de satisfacción al verlo.
—Ahorraré todo lo que pueda este año —le aseguró y ella prometió lo mismo.
—Tendremos que ir recogiendo rocas y material para que pueda transformarlo todo rápidamente cuando compremos la casa.
Acordaron ir recogiendo rocas y depositándolas en un cofre agrandado y sin fondo especial que iba a hechizar en cuanto lo comprara. Con un poco de suerte, tendrían suficiente material para amueblar ambas plantas y construir los distintos pisos. Con las runas fijarían los materiales, y el espacio, para evitar que volvieran a su estado original y, además, podrían desconectarse del sistema de agua y de la electricidad. No necesitarían tampoco calefacción ni limpiar la casa, ni otras muchas cosas que podía construir con runas para que Naruto usara, como una lavadora sin agua o una alacena refrigeradora con luz auto limpiable con multitud de compartimentos que evitarían que la comida se estropeara.
De solo pensar todo lo que podía hacer vibraba de la emoción. Quería una casa porque, una vez fuera suya, podría hacer que desapareciera y podría practicar toda la magia que quisiera sin poner en peligro a su hermano. Si algún día tenían familia lo único que tendrían que hacer sería construir otra casa idéntica al lado y, aunque compartieran jardín y piscina, no tendrían que pagar más dinero por algo que ya era de su propiedad.
Ese año, además de planear comprar una casa, llegó otro profesor a la academia. Su nombre era Mizuki y cada vez que lo veía sentía un escalofrío recorrer su cuerpo. Ese tipo fue el primer ninja en tener el placer de ser leído por su legeremancia. Cuando vio el odio que les profesaba y la avaricia, su plan de usarlos como chivo expiatorio para robar el pergamino con técnicas secretas de la aldea… Casi le dieron ganas de estrangularlo allí mismo, pero se conformó con dejarlo calvo, como había hecho con aquellos niños que acusaron a Naruto de hacer trampa, y luego planeó cómo usarlo a su favor.
El caso es que no podía reportarlo ya que no tenía pruebas y tampoco quería descubrir sus poderes mágicos así que solo le quedaba usar a Mizuki y hacer que le pillaran in fraganti. De hecho, fue Naruto quien le dio la idea.
—¿Por qué no robamos el pergamino y le echamos la culpa? —preguntó su hermano y ella le miró algo estupefacta—. Si lo hacemos bien, podemos hacer que confiese sin darse cuenta delante de otros profesores. Es más, debería robarlo yo solo. Nadie se tragaría que tú dejarías que te engañara alguien tan simple.
—Mmm… No está mal, Naru. Podríamos hacer que confesara delante de Iruka. Sí, nada mal. Además, me interesa saber qué técnicas hay en ese pergamino que desconocía.
Naruto bufó una risa. —Querrás decir, copiar el pergamino.
—Cómo me conoces. Está bien. Esto es lo que haremos.
Planearon robar el pergamino antes de la graduación, diciendo que Mizuki les había dicho que era una prueba más del examen. Para Seina no fue difícil implantarle esa idea y poco a poco le fue manipulando para que pensara que el plan que estaba trazando era cosa suya, y no una invención de sus alumnos a los que quería engatusar. El día antes de la graduación, Mizuki se les acercó con su genial "plan".
—Menudo idiota —rodó los ojos Naruto, con los brazos tras la cabeza mientras caminaban a robar el pergamino—. Nos vemos luego.
Seina asintió y se fue al lugar acordado. Naruto, con su brazalete de invisibilidad y silenciador, podría robar ese pergamino con los ojos cerrados. En menos de media hora ya lo tenía en su poder.
—Mira esto. ¡Es enorme! —exclamó Naruto al entregarle el pergamino que era tan alto como su torso y tenía un diámetro más grande que incluso su cabeza.
—Dámelo.
Lo copió y se metió el duplicado en su riñonera negra sin fondo. Luego, se volvió invisible y siguió a Naruto hasta el lugar de encuentro con Mizuki. Iruka, a quién le habían estado dejando pistas para que desconfiara de Mizuki, vio como su compañero profesor salía de la academia en dirección al bosque. Seina, quien se encontraba espiándolos, lo empujó mentalmente para que lo siguiera. Fue detrás de ambos, en silencio, y escuchó como Mizuki intentaba herir a su hermano contándole la verdad sobre el zorro de nueve colas. Observó cómo Iruka apretaba los puños, enfurecido, y salía al rescate de Naruto.
La situación no pasó a mayores. Lo único sorprendente fueron las decenas de clones de Naruto que, aburrido, había creado gracias a un jutsu que había aprendido al abrir el pergamino, para su exasperación.
—¿Dónde está tu hermana? —le preguntó Iruka, cuando Mizuki fue reducido y dejado inconsciente.
—Seina debe estar paseando por la aldea o comprando algún libro —se encogió de hombros Naruto, como si nada—. No sabe que estoy aquí. Piensa que estoy en el apartamento.
Iruka suspiró. Cuando vio que no le iba a pasar nada a su hermano, Seina se fue despacio y se dirigió a la librería y a pasear por la aldea, tal y como había dicho Naruto. Sonriente, se fue a casa y empezó a preparar la cena. Cuando regresó Naruto lo hizo acompañado de Iruka pero, como su hermano le advirtió mediante su vínculo mental, no se sorprendió.
—Seina… Te devuelvo a tu hermano —suspiró con exasperación Iruka.
—¿Qué ha pasado?
—Dejaré que te lo cuente Naruto con todo lujo de detalles. Por suerte, no ha sido para tanto.
—¡Mizuki-teme ha intentado usarme para hacerse con un pergamino secreto! —le comunicó Naruto, haciéndose el enfadado—. ¡Pero le dimos una paliza!
—Sí, algo así —rio Iruka—. Os dejo cenar tranquilos. Recordad, mañana tenéis vuestro examen de graduación a las 10 en punto. ¡No lleguéis tarde! ¡Hasta mañana!
—¡Adiós sensei!
En cuanto se cerró la puerta y las protecciones se reactivaron, Seina miró a su hermano.
—¿En serio has abierto el pergamino?
—¡Solo quería ver qué contenía! ¡No te lo vas a creer! ¡Mira esto! ¡Kage bunshin no jutsu!
Aparecieron 3 Narutos más idénticos a su hermano y Naruto le pidió que le dijera un número a la oreja a cada uno de ellos. Cuando desaparecieron en una pequeña nube de humo, Naruto sonrió.
—El número 10, 546 y 1001.
—¿Cómo es posible? —preguntó ella, asombrada.
—Todo lo que hagan mis clones puedo recodarlo. Además, solo desaparecen si les dan un golpe mortal o si los desactivo.
—¿Sabes lo que eso quiere decir? —susurró Seina conteniendo su emoción al darse cuenta del regalo que habían recibido casi sin quererlo gracias al idiota de Mizuki.
—¡Sí! ¡Piensa en cuántas bromas podremos gastar! ¡Podría tener coartadas perfectas, nee-chan!
—¡No, Naruto! Quiero decir que, si tu clon te traspasa todo su conocimiento, podemos usarlos para entrenar y estarás entrenando el doble con un solo clon.
Naruto la miró con la boca abierta al darse cuenta de que tenía razón. Esa noche se fueron a dormir pronto, después de que ella probara el jutsu, a pesar de que ambos estaban demasiados excitados con el descubrimiento irse a la cama.
Por suerte o por desgracia, al día siguiente finalmente había llegado el momento de su graduación. Iruka los llamó por orden alfabético.
—Shino Aburame.
—Hinata Hyuuga.
—…Shikamaru Nara…
—…Sasuke Uchiha.
Seina paró la pierna nerviosa de su hermano y le envió un mensaje mentalmente.
—Estate quieto.
—Naruto Uzumaki.
Seina se mordió el labio al ver bajar a su hermano, pero a los pocos minutos sintió la gran felicidad de Naruto a través de su vínculo y evitó suspirar de alivio.
—Seina Uzumaki.
Bajó algo nerviosa y se presentó frente a Iruka y a dos ninjas más que desconocía. Iruka le sonrió y le hizo un ademán con la mano.
—Bienvenida Seina. Nos gustaría que realizaras para empezar un henge.
Asintió y se transformó en su hermano sin problema alguno. Llevaba usando esa técnica y hechizos desde hacía años para comprar comida sin ser estafada. Vio como la examinaban y le daban el visto bueno para desactivar el jutsu, apuntando algo en sus notas.
—A continuación, queremos que realices un reemplazamiento de cuerpo.
—¿Con qué objeto? —preguntó ella.
—Con lo que quieras.
Miró alrededor y se centró en una papelera en la esquina. En menos de un instante se reemplazó con ella y apareció en el otro lado del aula. Volvió a reemplazarse con la papelera por segunda vez y sonrió al ver las miradas divertidas de los examinadores.
—Para finalizar, la técnica de clonación.
Usó la técnica de la academia y aparecieron un par de copias idénticas a ella. Los examinadores volvieron a fijarse en todos los detalles antes de pedirle que la deshiciera. Se quedó de pie, mucho más tranquila, al darse cuenta de que había sido extremadamente fácil.
—Bueno, Seina —sonrió Iruka—. Debo felicitarte. Has recibido un excelente en todas las técnicas demostradas, así como en taijutsu, los exámenes teóricos y el shurikenjutsu. Eres la primera kunoichi de la clase. ¡Felicidades! ¡Ya eres un genin!
—Muchas gracias, Iruka-sensei —agradeció, haciendo una reverencia y eligiendo la banda negra.
—Puedes irte. Mañana a las 10 horas tendréis que volver a la clase A1 para saber cuál es vuestro equipo.
Seina asintió y se fue con la banda ninja en su mano. Sonrió al darse cuenta de que ahora podrían mudarse del piso y comprarse una casa propia. Cuando salió al patio, donde la esperaban todos, sonrió a su hermano primero y luego a sus amigos.
—¡YATTA! —gritó Naruto y se abalanzó sobre ella.
—¿Cómo iba a suspender, Naruto? —preguntó con exasperación Ino—. Es la mejor de la clase.
Seina vio como Naruto había cogido la banda negra, igual que ella, y la llevaba ya atada a la frente, al igual que Shino, Kiba y Chouji. Ino la tenía atada a la cintura, Shikamaru en su brazo derecho e Hinata alrededor del cuello.
—¿Y bien? ¿Dónde vas a ponértela? —preguntó Naruto, sintiendo sus pensamientos.
—En el cuello, obviamente —sonrió, poniéndosela como Hinata—. Así tengo la garganta menos descubierta. Incluso podría salvarme la vida al ser de metal.
Ino se miró la banda en su cintura y se la quitó. —Ni lo había pensado. ¡Bien visto chicas!
Hinata se sonrojó levemente, pero sonrió. Se fueron todos al restaurante de la familia de Chouji, donde fueron invitados como celebración. Estuvieron un par de horas comiendo y luego se fueron cada uno a sus respectivas casas para celebrar con sus familias. Naruto y ella se fueron a su piso donde Seina había preparado un regalo para su hermano, idéntico a lo que ella se había comprado para sí misma.
—Ten Naru, esto es para ti —le dijo, ofreciéndole la caja de cartón donde lo había guardado todo—. Yo tengo uno igual. Espero que te guste y te sea útil.
—¡Yo también tengo algo para ti!
Seina cogió el pequeño paquete que le entregaba Naruto y lo abrió excitada. Vio, para su estupefacción, un relicario plateado en una cadena a juego. Tenía forma redondeada, con un trébol verde de 4 hojas grabado. Cuando lo abrió, vio que había un espejo en lugar de una fotografía y frunció el ceño.
—¿Un espejo?
—¿Te acuerdas de los espejos que mencionaste que tenías en el otro mundo? —le dijo Naruto, sonriendo de oreja a oreja—. Pues he logrado replicar las runas en este espejo. Así podremos comunicaros siempre que queramos o en caso de una emergencia.
Seina se quedó atónita. Nunca se había planteado hacer algo así porque vivía con su hermano, la única persona que conocía sus habilidades, y no tenía sentido. Además, podía hablar con él mediante su mente así que un espejo comunicador no sería extremadamente útil. Aun así, el hecho de que Naruto quisiera que lo tuviera significaba que, a pesar de su vínculo mental, quería hablar con ella. Debía haberle costado varios intentos ya que sabía que no era una secuencia fácil.
—Gracias Naruto. Me encanta.
—Los he probado así que sé que funcionan —se sonrojó su hermano ante sus palabras—. Bueno, voy a abrir tu regalo.
Seina vio como sacaba la riñonera, la funda de kunais hecha para el muslo, un pequeño maletín lleno de pociones, pomadas y antídotos que había ido fabricando y guardando bajo hechizos para que se conservaran intactos, la ropa nueva, las armas y una cajita de joyería que contenía varías cosas.
—Sugoi… ¡Me has puesto instrucciones! —rio Naruto al ver las instrucciones pegadas en la tapa del maletín de pociones.
—Así es. Si no las usas no pasa nada, hasta que no abras el precinto de cada vial no se romperá el hechizo que las conserva.
Le explicó los hechizos y runas que había cosido y puesto en la ropa, como sería prácticamente imposible que se destruyera y cómo estaban encantados para tener la temperatura adecuada según las condiciones meteorológicas. Las armas, a pesar de ser transformadas a partir de rocas, habían sido encantadas para que nunca se rompieran ni tuvieran que ser afiladas.
—Además, están conectadas a tu funda. Solo tienes que presionar el botón durante 3 segundos y aparecerán en sus compartimentos, listas para usarse. La riñonera por otro lado, no tiene fondo. Ahora mismo está vacía, pero le puedes meter todo lo que quieras. Para sacar alguna cosa solo tienes que meter la mano adentro y pensar en el objeto. Al igual que la ropa y las armas, es indestructible y nadie puede robártela sin ser electrocutado.
—Y supongo que, aunque me la roben, nadie podrá sacar nada sin mi sangre.
—Exacto.
—¿Podrías hacerme una copia de todos los pergaminos que has copiado? —preguntó Naruto—. Quizás los necesite alguna vez y me gustaría tenerlos en la mochila.
Ella asintió y sacó la caja de joyas.
—Esto de aquí te va a gustar.
—¿Son pendientes? —preguntó Naruto, mirando las pequeñas joyas plateadas acabada en bola.
—Así es. Uno de ellos te permitirá escuchar a unos 20 metros de distancia siempre que lo actives. Tendrás que practicar ya que es algo extraño. Otro de ellos es un detector de venenos, pero debes tener en cuenta las limitaciones: solo puede detectar el veneno a una distancia semejante al diámetro de tu cabeza, con el origen siendo el pendiente claro.
—Ya veo. Así que si me llevo algo envenenado a la boca o el aire está envenenado lo detectará, pero si alguien intenta envenenarme con una herida en la pierna, no lo sabré.
—¡Correcto! Cuando detecte algo lo notarás frío y vibrará un poco.
—¿Y la pulsera?
—No es una pulsera. Es una tobillera. Está hechizada para que nadie, salvo tu y yo, la veamos. Es un traslador, o lo será. Quiero anclarlo a la casa que compremos. Necesitaremos pensar una frase de activación.
Naruto tenía los ojos como platos.
—Ahora que lo pienso, creo que haré servir nuestro relicario como traslador también. El tuyo te llevará a mí, y al revés.
—¿Y podría llevar a personas conmigo? —preguntó Naruto saltando en su asiento.
—Mientras te estén tocando sí así que ten cuidado.
Seina le puso los pendientes a Naruto y dejó que investigara sus nuevas pertenencias.
También había comprado ropa para ella, visto que sería más eficaz pasar desapercibido con ropas oscuras que con una chaqueta celeste. Se compró varios pantalones y mallas negras, unas botas cerradas en negro y varias camisetas de mangas y tirantes en colores oscuros. Compró también varios sujetadores ninja de color negro, gris y azul marino y una chaqueta de invierno reversible blanca por un lado y negra por el otro con relleno por dentro, así como gorros reversibles para clima helado y más de lo mismo con guantes y una braga de cuello. Para los climas más cálidos compró una chaqueta blanca de algodón por si la necesitaba para el desierto, y otra chaqueta con cremallera de color gris oscuro, casi negro, para el día a día que, además, tenía un par de bolsillos diagonales externos y un bolsillo interno, todos con cremalleras.
Por supuesto, no podía faltar las camisetas cota de malla que iban debajo de la ropa, las runas cosidas ni las decenas de encantamientos que había puesto en la ropa para que le duraran bastante tiempo y no se le quedaran pequeñas. Estaba segura que, con el paso del tiempo, se le irían ocurriendo más cosas que ponerles.
—Felicidades mocosa —le dijo Kurama, cuando se lo contó esa misma noche—. Estaba seguro de que lo lograrías.
—Gracias Kurama.
—¿Qué vais a hacer ahora con vuestro piso? ¿Os mudaréis pronto? —preguntó el bijuu, que estaba al tanto de todo lo que planeaban.
—Mañana sabremos nuestro equipo, quizás estemos todo el día afuera así que hemos decidido que pasado mañana iremos a ver casas a la periferia. Hemos ahorrado casi 190.000 ryo en todo este tiempo así que podremos comprar algo —se encogió de hombros—. Hasta final de mes, dentro de 2 semanas, no tenemos que pensar si renovar el contrato de este piso o si nos mudamos.
—Humanos, siempre lo hacéis todo con prisas.
—¡Hey! No es culpa mía. ¡Me voy a dormir que aquí no me quieren!
Al día siguiente, Naruto la despertó a las 7 de la mañana.
—¡Narutoooo! —gimió ella al ver la hora—. Pero, ¿qué haces? ¡Faltan 3 horas para la reunión!
—¡No podía dormir, nee-chan!
—Ugh…
Se levantó y se fue a duchar. Cuando salió vio que Naruto ni siquiera atinaba a preparar el desayuno de la excitación así que lo envió a ducharse y ella preparó el desayuno y un bento, por si acaso. Desayunaron en silencio y descansaron en el sofá un rato hasta que se dio la hora de marcharse.
—¿Puedes creerte que haya llegado este día? —le preguntó su hermano, vestido con las ropas nuevas.
—Sí. Era solo cuestión de tiempo.
Naruto rodó los ojos ante su exasperación. —¡No seas así, Seina! ¿No te da ni una pizca de curiosidad saber cuál va a ser tu equipo de los próximos años?
—Claro que sí, pero estamos a punto de averiguarlo. Puedo controlarme. Al contrario que tú.
Naruto sonrió, pero no le llevó la contraria. Entraron en la academia y vio que Naruto no era el único excitado. A pesar de faltar todavía 20 minutos para el tiempo acordado, la mayoría estaban presentes esperando mientras charlaban con sus amigos y compañeros. Se sentaron en los mismos asientos de siempre y Naruto no perdió un segundo en ponerse a hablar con Kiba, a su lado izquierdo.
—No sé qué hacemos aquí —bostezó Shikamaru, secándose una lágrima—. Si ya sé que me va a tocar con Chouji y con Ino.
—Podrían darnos una sorpresa —dijo Chouji, comiendo unas patatas fritas.
Ino suspiró y le dio la razón a Shikamaru. —No lo creo. La sorpresa será saber quién es nuestro sensei.
Esperaron el tiempo restante y luego aparecieron un par de jounins acompañando a Iruka, quien llevaba un pergamino en mano. Uno de ellos parecía estar enfermo y no paraba de toser, el otro era el hijo del Hokage. Iruka les llamó la atención para que se callaran y todos le obedecieron en tiempo récord.
—Bienvenidos a todos, chicos y chicas. Primero quería felicitaros por haber aprobado el examen y haberos convertido en verdaderos ninjas. Como sé que estáis deseando saber vuestro equipo, empezaré a leer vuestros nombres —carraspeó y abrió el pergamino—. Equipo 1: Hakuto Nohara, Sakura Haruno y Mamoru Ikebana. Vuestro jonin sensei es Hayate Gekko.
—¿¡QUÉ!? —gritó Sakura. Todos se giraron a verla, salvo quien deseaba que la mirara—. ¡NO ES POSIBLE!
—¡Sakura! ¡Deja de gritar como una niña pequeña! —le recriminó Iruka—. ¡Ahora eres una genin! ¡Compórtate como tal!
—Equipo 1. Venid conmigo —tosió el chico enfermo y todos le siguieron, a pesar de que Sakura parecía apunto de llorar.
Seina y sus amigos intercambiaron miradas una mezcla divertidas y exasperadas. Shikamaru parecía incluso irritado ante la actuación de Sakura, a pesar de que había sido predecible. Continuaron escuchando los grupos y vieron como aparecieron unos cuantos jonin sensei más. Hasta que llegó el equipo 7.
—Equipo 7: Sasuke Uchiha, Seina Uzumaki y Naruto Uzumaki. Vuestro jonin sensei es Kakashi Hatake.
Naruto y Seina se giraron de golpe a mirarse, sorprendidos, pero luego Naruto empezó a sonreír. Seina, mientras tanto, pensó en lo extraño que era que estuvieran juntos. Normalmente, los familiares no formaban equipo ya que era una debilidad. Si Naruto se viera en la situación extrema entre salvarla a ella, que era su hermana, o salvar a Sasuke, un desconocido pero necesario para la misión, ¿qué haría? Para Seina estaba claro. Salvaría a Naruto.
—Está claro que algo tiene que ver conmigo —le comentó Kurama, hablándole mentalmente—. Quizás crean que vuestro sensei es capaz de controlar un posible "episodio" si me porto mal e intento salir… O, quizás, es más fácil controlar a un solo equipo con 2 jinchuriki que a 2 equipos distintos.
—¿Y por eso estamos los dos juntos?
—Podría ser. ¿Quién es ese Kakashi Hatake?
—Me parece haber escuchado algo de él. Escuché rumores sobre que decían que tiene un sharingan en uno de sus ojos.
—Entonces creo tener razón. El sharingan bien usado podría ser capaz de controlar a un bijuu. La única otra persona con semejante habilidad es el mocoso rabioso, Sasuke, y todavía no lo ha despertado, aunque, curiosamente, también está en tu equipo. Da qué pensar…
Seina se dio cuenta de que tenía razón. Frunció el ceño. ¿Estaban Naruto y ella en el mismo equipo con 2 personas que tenían el sharingan por si Kurama se alborotaba más de lo normal? A la vez, su sensei sería capaz de ayudar a Sasuke con su sharingan. Mataban 2 pájaros de un tiro. Algo muy común de la mentalidad ninja. Fuera como fuera, se dijo que daba igual. Por un lado, se alegraba de poder cuidar de su hermano y estar con él en su equipo.
—Equipo 10: Shikamaru Nara, Ino Yamanaka, Chouji Akimichi. Vuestro sensei es Asuma Sarutobi.
Volvió en sí y vio que todos sus amigos, salvo Naruto y ella, habían desaparecido con sus senseis. Vio como Sasuke todavía estaba presente en el aula y comprendió que su nuevo profesor no había aparecido. Miró el reloj y vio que pasaban casi 25 minutos de la hora acordada. Perfecto. Kakashi Hatake debía ser el único ninja impuntual de la aldea.
