Disclaimer: Twilight pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de DaniDarlingxx, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from DaniDarlingxx, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic


Ciento dieciséis

BPOV

No soy fan de los hospitales. ¿Quién lo es, realmente? A menos que sea el nacimiento de un bebé, las cosas buenas realmente no suceden aquí.

Es estéril y moderno y se siente como si estuvieran esforzándose demasiado para ser un espacio abierto y luminoso cuando tantas personas en este edificio están pasando por los peores momentos de sus vidas.

Pero no es mi madre muriendo de cáncer. No estoy aquí por mí, así que dejo que mis pies me empujen hacia adelante porque hay algo en mí que hace que sea imperativo que me presente ante los Cullen.

Puede que no terminen siendo mis futuros suegros, pero en el poco tiempo que los conocí, se abrieron paso en mi corazón.

Cuando llego a la habitación, la puerta está abierta, pero la cortina está corrida, así que golpeo la puerta de todos modos.

―Adelante ―oigo decir a Rose.

Esme se ve tan pequeña en la cama, durmiendo, pero conectada a vías intravenosas con un tubo de oxígeno en la nariz. El monitor emite un pitido para informarnos que su corazón sigue latiendo, pero se siente mal. Ella tiene una presencia tan grande; no está bien que se reduzca a esta... cosita frágil.

Carlisle es el primero en acercarse a mí, su cálida mano en mi hombro.

―Hola, Bella. Gracias por venir.

Mirarlo me rompe el corazón porque está roto. La mujer que ama se está muriendo y no hay nada que pueda hacer al respecto. No puedo imaginar el dolor. Cuando lo abrazo, puede ser un poco más fuerte de lo que lo haría normalmente, pero quiero intentarlo y ver si puedo prestarle algo de mi fuerza.

Solo un poco.

Camino por la habitación, abrazando a Rose y a Emmett y hablando en susurros sobre lo que le está pasando a su madre, dejando de lado el hecho de que vi a Edward al entrar.

O lo bien que se veía... o cómo mi corazón se lanzó hacia él tan ferozmente, que era jodidamente difícil no ir con él y estrellarme contra sus brazos, al diablo las consecuencias.

―¿Bella? ―La voz de Esme es débil, temblorosa, y cuando me giro para mirarla, sus ojos se abren parpadeando, los labios agrietados se extienden en una sonrisa.

—Hola, preciosa —saludo en voz baja, acercándome a su lado para apretarle la mano. Hay una taza en la bandeja junto a su cama con una pajita, así que la ayudo a tomar un trago para humedecer su boca, mi pecho se contrae mientras la veo temblar por el pequeño esfuerzo que requiere.

―No puedo creer que estés aquí ―susurra, con una leve sonrisa en los labios.

Emmett acerca una silla para que pueda sentarme, y comparto una sonrisa con él mientras mueve la cabeza para decirme que nos dejarán tener un momento.

―Por supuesto que estoy aquí ―aseguro, deslizándome lo más cerca que puedo―. ¿Cómo te sientes?

―En general, estoy bien. He estado mejor, pero… podría ser mucho peor.

―Esme, no tienes que hacerte la valiente por mí.

Su mano sube a mi mejilla, fría pero suave, y no puedo evitar apoyarme en ella. Algo sobre el toque de una madre, ¿sabes?

―Oh, dulce niña ―canturrea, con tristeza en su voz.

―¿Ellos lo saben? —pregunto, refiriéndome a nuestra conversación en la cocina.

―Carl sí ―asiente temblorosamente―, los chicos no. Rose estaría enojada, y Edward... bueno, es más suave de lo que parece, ¿sabes? Y ha estado pasando por un momento difícil últimamente.

Sus palabras son lentas y silenciosas, clavando cuchillos de culpa en mi pecho.

—Debes odiarme —murmuro.

―No, en absoluto, cariño. ―Cambia su mano de mi cara para agarrar la mía―. Si alguien entiende los factores estresantes que el trabajo puede generar en una relación, soy yo. Carl y yo ya estábamos juntos cuando aceptó el trabajo, por lo que pudo ser honesto desde el principio. Edward no tenía ese lujo y… bueno, conozco a mi hijo. Dudo que lo haya manejado apropiadamente. No es tan bueno con las emociones y esas cosas.

―No ―exhalo una risa―, no lo es. Pero, Esme, ni siquiera era el trabajo lo que me molestaba. Él me estaba vigilando. ¿Lo sabías? Yo era una de sus... misiones, o lo que sea.

―Lo supe, después del hecho, y eso ciertamente cambia las cosas. La vida apesta a veces, ¿eh?

―Sí. ―Asiento con la cabeza―. Lo hace.

―¿Puedo preguntarte algo?

―Sí, cualquier cosa ―la animo, y lo digo en serio. Responderé cualquier cosa por esta mujer. Haré todo lo que ella me pida.

―¿Eres feliz?

―¿Qué? ―Su pregunta me toma con la guardia baja porque... bueno, mi felicidad no importa exactamente en este momento.

―Me escuchaste. Sé honesta. ¿Eres feliz de no tener a mi hijo en tu vida? ¿Puedes verte siendo feliz?

No tengo que pensar en la respuesta. Lo que sí tengo que pensar es si debo o no ser honesta con ella. Es su madre; es un poco parcial. Pero también es un alma tan cariñosa y genuina...

―No. Estoy segura de que, en algún momento, podría encontrar la manera de ser feliz de nuevo, pero me siento miserable sin él —admito finalmente.

Ella sonríe, pero no de una manera que muestre felicidad por mi respuesta. Más como comprensión.

―¿Qué te impide perdonarlo, cariño?

No quiero admitir que perdonar no es algo que hago. Que una vez que lo termino, me encierro tan fuerte que no hay forma de que nadie pueda volver a entrar.

―No sé cómo. ―Es la respuesta más honesta que puedo darle.

Ella aprieta mi mano, sus ojos color avellana tan jodidamente serios cuando me mira.

―Aprende de mí. La vida es demasiado corta para dejar que la felicidad se escape entre tus dedos. No viene fácilmente. Incluso Carl y yo hemos tenido problemas que me han devastado. Pero tienes que trabajar para ello. Si él es quien te hace feliz, debes intentarlo. No digo esto por él, aunque, por supuesto, quiero verlo feliz, pero se trata de ti. Tienes que luchar por lo que llena tu vida.

―Tengo miedo de hacerlo. Me lastimó tanto... ¿y si lo vuelve a hacer?

―Es humano, cariño. También lo lastimarás. Es un efecto secundario de una relación de por vida. Pero te prometo que lo bueno superará diez veces lo malo.

No sé qué decir, así que no digo nada.

»Solo piénsalo, ¿de acuerdo? Háblale.

―Sí, lo haré.