Una luz...

Unos gritos se hicieron oír por todo el castillo.

- AYUDA!!!!

- Hermione!! ¡¡ ¿qué te pasa?!!

Hermione, inmóvil, se encontraba en los brazos de Draco. No sabia lo que le pasaba, solo que sentía mucho dolor, como si alguien le hubiera atravesado en corazón, pensó que el dolor se iría, pero no, seguía allí, arrancándole gritos de dolor y llanto.

Draco estaba asustado, no, estaba aterrorizado, Hermione, su Hermione, se hallaba en sus brazos, pálida como la cera, las lagrimas recorrían sus antes sonrojadas mejillas. Sufría, y el no sabía el por que.

La quería, y ahora notaba como se le escapaba, como el agua que se escapa de entre los dedos, sin poder hacer nada.

La luz se iba, las sombras se difuminaban, y los ojos de Draco desaparecieron de su vista.

Sentía como el dolor menguaba paulatinamente dando paso a una inmensa paz.

Cerró los ojos, quería dormir.

Draco veía, desesperado, como los ojos de Hermione, sus preciosos ojos dorados se cerraban, y entonces cayó.

Draco la sostuvo, y, poco a poco, fue agachándose hasta quedar sentado, con Hermione en sus brazos.

No se movía.

- ¿Hermione?

Nada.

- No Hermione, no me hagas esto...¡¡HERMIONE!!

Un grito desgarrador que llegó a las estrellas..

La abrazó, no , no se rendiría, jamás, lucharía por ella.

Con determinación la cogió en brazos, se levantó y corriendo con los ojos abnegados por las lagrimas, corrió.

- ¡¡AYUDA!!

De una patada, abrió de par en par la puerta de la enfermería.

-¡¡SEÑORA POMFREY!!

La enfermera salió apresurada de su habitación, asustada.

Nada, en todos sus años de experiencia, nada le habría preparado para ver semejante escena.

Allí se encontraba un joven, con el rostro lloroso, que sostenía a una chica en brazos, Hermione Granger.

Con toda la firmeza y el aplomo que pudo encontrar hizo que el chico la posara en una de las camas.

Draco ahogó un grito.

- no me hagas esto Hermione, no, no te atrevas a dejarme solo, no te rindas....yo estoy contigo.

Apresurada, la señora Pomfrey procedió a examinarla.

Hizo que Draco avisara a algún profesor, no podía trabajar teniendo a un joven histérico revoloteando a su alrededor.

Draco corrió, directo al despacho del profesor Snape, el único al que tenia confianza.

- ¡¡PROFESOR SNAPE!! – gritaba Draco, dando golpes a la puerta, desesperado, quizás él sabría que hacer.

- ¡¡PROFESOR SNAPE!!

- ¡¿QUÉ DIABLOS PASA?!

Abrió la puerta, Draco Malfoy, envuelto en lagrimas la estaba aporreando.

- ¡Malfoy!

- Profesor, es Hermione....esta...no sé que le ha pasado

- ¿Granger?¿qué le pasa? – Snape se asustó, jamás había visto a Draco en ese estado. Él, que había presenciado el horror y la muerte impávido, se hallaba al borde del colapso.

- La enfermería...

Snape corrió, junto a Draco, rumbo a la enfermería.

Tenia miedo, podría haber sido un ataque, Granger era una sang...mitad muggle.

Mil cosas le pasaban por la cabeza. La sacudió, ahora necesita tener la mente despejada.

Dejó a Draco fuera, haciendo caso omiso de los gritos del joven exigiendo entrar.

La señora Pomfrey acudió a él.

- Ay profesor, menos mal que esta usted aquí.

- ¿qué ha pasado?

- No lo sé, este chico entró cargando a la señorita Granger..

- ¿Qué le pasa?

- Ni idea, le he hecho miles de pruebas, y ninguna da resultado.

- Pero esta...¿muerta?

La enfermera suspiró.

Draco estaba fuera, gritaba, aporreaba la puerta , pero no le abrían.

Si Hermione moría no sabría que hacer, por fin había encontrado algo por lo que valía la pena luchar, y no estaba decidido a perderla.

Intentó mantener la calma, era un Malfoy, debía comportarse como tal, pero le era imposible, la sangre parecía hervirle en las venas, y un sollozo luchaba por escapar de su garganta.

Jamás pensó que esto podría sucederle a él, había sido educado para no perder el control ante cualquier situación, inclusive la muerte, pero no lo podía evitar.

Allí estaba él, muriéndose por la espera, por una sangre sucia, por una chica que era una sabelotodo, que era una impertinente y ....y que era preciosa, que tenia la sonrisa más dulce que sus ojos habían podido contemplar, y es que el corazón es un maldito traidor que no hace caso a la razón, ya no podía evitar lo que sentía, era demasiado fuerte para él, y por eso no podía estar tranquilo, no mientras la cosa más bonita del mundo luchaba contra la vida y la muerte.

Se sentó en el frió suelo, apoyando su espalda contra la pared, con los ojos fijos en la puerta, esa puerta que le separaba de ella.

Intentaba luchar contra su angustia, pero no pudo, y sin más, se levantó decidido a echar la puerta abajo si era necesario, pero no hizo falta, la puerta se abrió mostrando aun Snape fatigado y preocupado.

        - Puede entrar señor Malfoy.

Draco entró por fin a la enfermería, y se postró junto a la cama de Hermione.

Esta lucía demacrada, pálida y frágil.

Cogió su mano, un sentimiento de furia comenzó a surgir dentro de él, debía haberla protegido, ella estaba con él y no hizo nada por evitar que sufriera, todo era culpa suya.

Frunció el ceño y apretó los labios, su garganta le abrasaba por intentar reprimir sus lagrimas.

Snape miraba estupefacto el comportamiento del rubio Slytherin con Granger.

Draco no despegaba la vista de Hermione, temía que si apartaba la vista ella se iría para siempre, una lagrima rodó por su mejilla, agachó la cabeza para intentar ocultarla, pero fue en vano, tanto Snape como la enfermera había visto el fruto de su angustia.

Fue la señora Pomfrey quien se acercó al joven, comprendiendo que el profesor de pociones no tenia muy buena mano para estos casos.

Se acercó hasta Draco y colocó una mano en su hombro, éste se sobresaltó, tan sumido estaba en sus pensamientos que había olvidad la presencia de los dos adultos.

- ¿Ella va a....?

- No lo sé señor Malfoy, esta muy débil, ni siquiera sé lo que es lo que le pasa, pero sepa que haré cuanto este en mi mano para descubrirlo y pondré todo mi empeño en solucionarlo- dijo en un intento de consolar al joven.

Viendo que Malfoy estaba más calmado, Snape procedió, sin escuchar sus reproches, a llevarlo a su despacho para interrogarle por lo sucedido, no sin antes mantener una breve conversación con Dumbledore y McGonagall que se dirigieron inmediatamente a la enfermería.

Tras repetir unas cien veces que no sabia que es lo que había pasado le pidió al profesor Snape que antes de irse a su habitación (por orden expresa del director) si podía acudir a la enfermería.

- Solo unos minutos señor Malfoy, le acompañare – dijo Snape, pues sabia que si no estaba con Malfoy el no regresaría al dormitorio.

En la enfermería se hallaban Dumbledore, la profesora McGonagall, la señora Pomfrey, y además había acudido la nueva profesora de Defensas contra las Artes Oscuras, recién llegada al colegio hacia unos días, la señorita Alyson Hunt, para comprobar si lo acaecido esa noche era o no obra de magos oscuros.

La profesora Hunt era un tanto alocada, había encajado bien en el colegio y los alumnos la apreciaban porque era moderna y de un carácter fresco, aunque podría decirse que era un poco "vulgar" en su lenguaje.

Las tres mujeres discutían (siempre en voz baja) y sopesaban los hechos y las posibles soluciones pero no parecían llegar a ninguna parte.

Dumbledore se mantenía al margen.

Cuando Snape y Draco entraron en la enfermería se hizo el silencio, las mujeres miraron a Draco enternecidas, pues la enfermera ya les había hecho participes de la conmovedora escena de hacia unas horas.

Éste se dirigió a ver a Hermione mientras que Snape se unió con sus colegas.

- Minerva – dijo Dumbledore – el señor Potter y el señor Weasley...y si, también la señorita Weasley deberían saber lo que le ha sucedido a su compañera.

- Por supuesto – dijo ella saliendo hacia la torre de Gryffindor.

Snape apremió a Draco para que dejara a Hermione y se dirigiera a su dormitorio alegando que por esta noche él no podría hacer nada más por ella.

Cuando Draco se levantó para marcharse una luz cegó a todos los presentes.

Draco se cubrió los ojos "¿qué coño esta pasando?"

Cuando cesó la luz ya abrieron los ojos se quedaron estupefactos, pues ante ellos se hallaba la imagen de una mujer de una sublime y delicada belleza, de una palidez espectral que en contraste con su largo y lacio pelo de un color azul oscuro le hacían la mujer más asombrosa y hermosa que nadie había visto jamás.

Una luz blanca, como una especie de aura rodeaba su cuerpo, que levitaba en el aire, haciendo que el blanco e impoluto vestido se ondeara, al igual que sucedía con sus cabellos.

- Buenas noches – su voz sonaba como la miel que se derrama de un cántaro- perdonen la intrusión, debo presentarme, mi nombre es Lórien, soy la diosa de la puerta, guardiana del mundo de los dioses y protectores de los elegidos.

///////////////////////////////////////////////

holaaa!!!!

Por fin he vuelto, he tardado un poquito en continuar el fic porque me he ido de vacaciones jejjee.

Bueno, este capítulo ha sido un poquito más largo, y he puesto mucho empeño en que todo saliera como yo esperaba.

Este capítulo es muy conmovedor, sobretodo las reacciones de Draco (es taaaaan tierno), quería que parecía un poco menos frió, aunque eso no implica que vaya a cambiar en absoluto su carácter, no me gusta un Draco cursi, seria como una falta de respeto hacia el personaje que la maravillosa Rowling ha creado.

Bueno, sin nada más que decir....espero vuestros Reviews y agradecer a todos aquellos que han enviado...gracias

Besukis

Alykea