Por un ángel

La quietud reinaba en el comedor. Nadie sabia lo que había pasado, nadie sabia que hacer.

Todos los alumnos rodeaban al Slytherin que se encontraba de rodillas en medio del salón.

Fueron Harry y Ron quienes reaccionaron y se acercaron al rubio.

Se arrodillaron, parecía en estado de shock, en su rostro aun caían efímeras lagrimas, al igual que en los rostros de los gryffindors.

- se ha ido....y no pude hacer nada – decía Draco con voz ausente mientras apretaba sus puños con fuerza – nada...

- no es tu culpa – dijo Ron, para asombro de todos, pues nunca, es decir, nunca, el Gryffindor pelirrojo apoyaba al Slytherin.

De repente una cegadora y radiante luz se introdujo por la ventana e hizo que todos se taparan los ojos. Cuando la brillante luz cesó todos se dirigieron hacia los jardines, encabezados por los Gryffindors y el Slytherin que ya corrían hacia el lugar.

Entonces se detuvieron, la reacción de los jóvenes ante la visión que tenían enfrente fue muy diversa.

Unos colocaban una mano sobre su boca para contener el asombro, otros simplemente se quedaron mirando, con los ojos abiertos de temor.

Ante ellos, se encontraba su compañera Hermione Granger, recostada sobre un frío y rústico altar de piedra, con las manos sobre su pecho. Parecía estar en paz, durmiendo placidamente, pero con la cruel realidad de que había dejado de respirar.

Tras ella, flotando envuelta en un aura celestial, se encontraba la diosa Lórien.

Muchos la miraron con asombro, otros, con temor, pero hubo algunos que la miraron con profundo odio, pues fue su aparición la que les había arrebatado a la persona que más querían.

Lórien miraba a su alrededor, con profunda tristeza. Cierto era que ella no tenia la culpa de todo aquello, pero se sentía responsable de la desesperación y la tristeza que anidaba en los corazón de aquellos jóvenes, en especial de uno.

Miró fijamente a los ojos grises de Draco, como intentando pedirle perdón, pero no funcionaba, pues el corazón de Draco bullía de odio hacia ella, y lo entendía, oh si, entendía muy bien lo que aquel chico sentía.

El profesor Dumbledore y la profesora Hunt tuvieron que utilizar todas sus fuerzas para retener a Harry y a Ron, pues estaban dispuestos a ir junto a su querida amiga.

Mientras tanto, el profesor Snape luchaba, literalmente, contra su alumno predilecto, pues este luchaba con garras y dientes para acudir junto a Hermione.

- ¡suélteme!!déjeme ir!

- Draco, ¡vale ya! – pero ni siquiera los gritos del profesor Snape, de esos que bastaban para helarte la sangre, parecían reprimir al Slytherin.

- ¡nooo!!suélteme!!HERMIONE!

Todos miraban aquella escena, con el corazón encogido, viendo la desesperación en los ojos de su compañero.

Las chicas lloraban al ver como, un amor que había retado a todo, se disolvía por los oscuros designios celestiales.

De repente, todos gritaron al ver como Draco escapaba del agarre de Snape y corría hacia el altar.

Cuando estaba cerca, Lórien abrió los ojos y un campo de energía invisible mandó a Draco veinte metros por el aire, haciendo que aterrizara estrepitosamente contra el suelo.

- lo siento muchacho, pero ya no hay nada que puedas hacer.

Draco, se levantó lentamente y encaró con altivez a la diosa.

- usted me mintió, dijo que si la amaba ella viviría, ¡Y YO LA AMO!!¿por qué no esta aquí conmigo?! ¡¿por qué?!

Todos le miraban, los profesores no sabían que hacer, tan solo intentar que el dolor que sufrirían los alumnos de Hogwarts fuera el menor posible.

- mi querido muchacho, lo siento, en verdad lo siento mucho, pero eso no basta

- me da igual lo que me diga, no pienso abandonarla.

Y de nuevo comenzó a correr, Snape y Dumbledore le gritaron que se detuviera pues ya sabían las consecuencias.

Y como la primera vez, el chico fue despedido hacia el suelo.

Pesadamente volvió a incorporarse, sus manos sangraba al igual que muchas partes de su cuerpo, pero le daba igual.

La frustración se hizo dueño de el, y lagrimas comenzaron a caer por su rostro.

Todos se asombraron, pues jamás había visto llorar a Draco, e incluso, muchos dudaban que pudiera hacerlo.

- ¡HERMIONEEE! – corrió y cayó, una y otra vez.

Con el corazón sobrecogido, intentaron acercársele algunos profesores, para ayudarle a levantarse, pero rehusó esa ayuda, e inexplicablemente, volvió a erguirse.

Entonces, sus ojos anegados de lagrimas se abrieron al ver como la diosa cerraba sus ojos, y lagrimas de un tono azulado descendían por su blanca cara mientras que un aura rosada rodeaba el cuerpo de Hermione.

- no – susurró Draco, la voz ya no le salía del cuerpo, y solo atinaba a dar pequeños y débiles pasos hacia ella, por aquella que suspiraba, con la mano extendida intentando cogerla – por favor...no....Hermione..

Cayó de rodillas, derrotado, viendo como le arrancaban la vida a la mujer que amaba, sin poder  hacer nada, sin poder defenderla.

- ¡NOOOO! – sus puños cerrados azotaron la tierra, y su grito llegó a las estrellas.

Todos lloraban, abatidos, al ver como la vida de ese chico se rompía en pedazos imposibles de recomponer.

Draco no podía permitirlo, jamás,  ¿pero que hacer?. El no tenia poder suficiente, no podía enfrentarse a los mismísimos dioses, aquellos que gobernaban el mundo, aquellos que vivían en las estrellas, no podía....no podía salvarla....

Nuevamente las lagrimas surcaron su rostro, lagrimas de desesperación, lagrimas de sufrimiento, lagrimas de dolor...

Una a una, las gotas cristalinas fueron cayendo a la humilde tierra, pero no las absorbían, la madre tierra no podía albergar tanto dolor, y fue asi, como, poco a poco, un pequeño charquito quedó bajo la cara de Malfoy.

Se levantó, apesadumbrado, dispuesto a darle, aunque fuera en la distancia, su ultimo adiós a la persona que más quería.

Pero de sus labios no pudo salir palabra alguna, pues una débil luz plateada parecía emerger de la tierra.

Los ojos de todo el colegio recayeron en el diminuto charquito de lagrimas que los ojos de Draco habían vertido. Brillaba  con una luz plateada, irisada, y, ante los ojos asombrados de Draco, una flor, de belleza sublime nacía de la tierra.

- no....no puede ser – murmuró Draco, agachándose para tomar con suma delicadeza aquella exquisita flor.

Nada más tocarla, sintió como sus heridas se cerraban y como su corazón, volvía a latir con fuerza.

- es.... – comenzaba a decir McGonagall

- la rosa de la vida – terminó Dumbledore.

Con fuerzas nuevamente recuperadas, Draco se acercó al altar, sorprendido al comprobar que podía atravesar aquel campo de fuerza.

Se acercó a Hermione, y acarició delicadamente su mejilla, y depositó un dulce beso cargado del amor más puro que pudo encontrar en su corazón.

A continuación colocó la rosa en el pecho de Hermione, y se arrodilló, ocultando su cara.

Un suspiro de asombro recorrió los terrenos de Hogwarts, al ver como el color retornaba a la pálida cara de Hermione, y una bocanada de aire entraba a sus pulmones.

Draco, arrodillado suspiró, inmerso en sus pensamientos, sin darse cuenta que la razón de su vida había despertado.

- dicen que los suspiros son besos reprimidos....¿por quien suspiras?

Alzó su mirada y la vio, incorporada, viva, sonriéndole.

- por un ángel – dijo él a la vez que, con lagrimas en los ojos la abrazaba y le besaba.

Los vivas y los aplausos no tardaron y todos los componentes del colegio de magia y hechicería gritaban de júbilo al ver el magnifico desenlace de esta historia.

Lórien, sonriendo, comenzó a desaparecer, con el corazón henchido de orgullo viendo como el amor, vencía de nuevo.

Porque la mayor fuerza del universo no es valor, ni la libertad, si no el AMOR.

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¡BUAAAAAA! Ya se ha acabado......ay que bonitoooooooo (snif snif), (Alykea saca un pañuelo y se suena sonoramente).

Bueno gente, este fic ya se ha terminado, espero que os haya gustado tanto como a mi el escribirlo (aunque me ha costado sangre, sudor y lagrimas).

Aun no se si escribiré algún epilogo, pero eso os lo dejo a vuestra elección.

Muchas gracias a todos aquellos que han seguido esta historia y que me han apoyado en todo momento. En especial a join@, muchas gracias Karen.

Bueno, ya esta.

Besukis a todos

Alykea