Aquel día amaneció claro y despejado. El día perfecto para salir a caminar. El sol brillaba intensamente, pero a pesar de eso, una brisa fresca soplaba y refrescaba el ambiente. Los pájaros cantaban, y los árboles de cerezo dejaban caer sus hermosos pétalos al viento. Se podría pensar que todo era perfecto, el paisaje ideal.

Kaoru despertó, se sentía en extremo bien, quizás ese día fuera... Bueno todos saben lo que esperaba Kaoru que Kenshin hiciera cierto día ¿no?

En fin, se cambio, se puso un kimono azul, su favorito y cargo con su canasta y el dinero, porque precisamente, iba a salir a caminar a comprar víveres. Fue a la habitación de Kenshin, como siempre para darle los buenos días, pero, también como siempre, Kenshin ya había partido ¿a dónde? Sinceramente Kaoru no lo sabía. Solo había una pequeña y breve nota dejada por él, a la que casi ni se le entendía, donde con mucho esfuerza podía deducirse que decía "regreso para comer". Sinceramente por aquellos días Kenshin actuaba de manera diferente, se mostraba triste y melancólico, cuando alguien le preguntaba algo solo contestaba con un si o con un no, o sencillamente no contestaba, no sonreía, ni siquiera con Kaoru se animaba, pero Kenshin tenia una buena razón para eso.

Al salir, Kaoru vio a Sano sentado en el escalón del porche, a Ayame y Suzume corriendo por ahí y por supuesto al doctor Gensai sentado unto a Sano viendo jugar a las niñas.

-Hola Kaoru, ¿a donde vas?-dijo Sano. Pensó que quizá ella fuera al Akabeko, y no quiso desaprovechar una buena oportunidad de obtener un poco de comida gratis.

-Al mercado a comprar tofu, ¿quieres venir?

-Ahh, no gracias.- agregó Sano de manera visiblemente desilusionado.

-Nosotros si queremos-dijo Ayame.

-No, voy a ir yo sola, ¿Sabes donde está Kenshin, Sanosuke?

-Si, ¿donde está?-Dijeron Ayame y Suzume al mismo Tiempo.

-Creo que se fue a los muelles. Ha estado comportándose extraño últimamente, al salir no dejaba de tocarse la cicatriz con la mano, parecía muy preocupado por algo, le hablé y no me contestó nada.

-Si, es cierto.- dijo el doctor- salió y ni siquiera nos dirigió la palabra, para mi opinión, ni siquiera supo que estábamos aquí. A propósito, Kaoru, podrías ver si Megumi no está en la clínica…. Por favor. Hace un buen tiempo que no la veo.

Para ese entonces las niñas se aburrieron de la conversación y empezaron a correr y jugar de nuevo.

-Si claro, aunque lo dudo, creo que se fue a Aizu o algo asi, unos enfermos, no se. En fin, Sano, ¿Cómo sabes que Kenshin está en los muelles?, yo nunca supe que le gustara ir ahí, o que le gustara el mar.

-No lo se, lo supongo, hace unos días lo encontré ahí.

-¿Y qué hacía? ¿Con quién estaba? ¿Cómo lo encontraste?

-Mm…Estaba yo buscando….-Sano iba a decir "algo de comer" pero pensó que sonaría muy mal-…..a un amigo….y pues lo vi allí, estaban desembarcando una mercancía de Alemania o algo, y pensé que si ayudaba un poco, con el salario podría comprar algo…. en fin, cuando me dirigí al barco, vi que allí estaba Kenshin, sentado en un barril, tenía la espada desenfundada, miraba al mar con mucha nostalgia y con una mano acariciaba la espada y con otra tocaba su mejilla izquierda. Le hablé, claro, y le pregunté que era lo que estaba haciendo ahí, pero el solo se levantó, se quedó viéndome muy extraño y después me saludó como si no me viera desde hace años. Extraño.

-Pobre Kenshin, bueno, enseguida vuelvo- dijo Kaoru alejándose.

Mientras Kaoru se alejaba le llegó el rumor de la voz de Sano.

-¡Trae algo del Akabeko si pasas por ahí!

-¡Cállate!

Todo esto, las ausencias de Kenshin, su melancolía; pasaba por la cabeza de Kaoru mientras que caminaba al mercado, veía madres que regañaban a sus hijos, con frases como "no, no te compraré ese juguete"; gente que se quejaba de los precios de las cosas "Quinientos yenes por una sombrilla,¿Están locos?"; vendedores tratando de convencer a la gente de comprar sus productos"Si, es el salmón mas fresco de todo Tokio, no encontrará otro así"; gente riendo y hablando y ella pensaba.

-Kenshin….se muestra tan melancólico…que podré hacer yo para ayudarle. Todo es por esa Tomoe, murió, mm, quizá se enfermó o algo *, Kenshin no tiene la culpa, pero siempre parece atormentado por el remordimiento, bueno… la gente muere todo el tiempo, es comprensible que Kenshin esté triste, pero por que no la puede olvidar, ¿todavía la amará? yo…nada puedo hacer. Que desdichada soy, que desdichado es él. Si pudiera hacer algo…pero de nada vale que yo haga algo por él si el no siente lo mismo que yo, si tuviera el valor para decirlo, si yo se lo dijera….terminarían mis sufrimientos pero si el no me corresponde….debo arriesgarme, o nunca podré…ser feliz,-caminaba automáticamente, parecía que sus pies ya sabían el camino, veía sin observar lo que había en el camino, y mientras caminaba, se pasaba la mano por sus negros cabellos.- Me gustaría tener el valor para hablar. ¿Pensará él en mí como ahora pienso yo en él, lo hará? Por que no se olvida de ella… aunque… ¿en realidad estará triste por eso? Tantas peleas

y enemigos… me ha salvado muchas veces… ¿lo hará por que soy importante para él, o solo como una obligación? ¿Cómo saber lo que siente él por mí? ¿Cómo…? Me gustaría decirte tanto, Kenshin, ¿A dónde te vas todos los días? ¿Qué es lo que callas? ¿Qué es lo que no me quieres decir? ¿Qué es…? Dímelo Kenshin, te necesito hoy más que nunca, necesito una mano de quien guiarme, te necesito a ti,-de pronto algo interrumpió sus cavilaciones. Había gente gritando, todos en grupo, en bola, hacían una aglomeración, gracias a su estatura, Kaoru logró inmiscuirse dentro de aquel apretado grupo.

Un horrible hombre, de unos cuarenta años vestido con un desgastado gi rojo oscuro, cabello negro, horrible, parecía no haber tomado un baño en mucho tiempo, y por el olor que despedía, podría decirse que no. Nuestro robusto y oloroso personaje gritaba, parecía en extremo enfadado. Con un palo astillado y grande apuntaba a una mujer a sus pies, era bonita, pero su kimono estaba muy manchado de tierra, su cabello estaba por todas partes, con dificultad se reconocía el peinado que traía. Lloraba.

-¡Por favor, lo siento,….devolveré todo! -la mujer supuestamente se había robado algo, no tenia dinero para pagarlo, rogaba por un poco de compasión, todos le insultaban, la maldecían y la miraban como a un perro muerto, incluso hubo un par de tipos que decían "Vendámosla, a ver cuánto nos dan…"; el hombre que le gritaba estaba histérico, estaba a punto de golpear a esa mujer cuando...

-¡¡¡Esto es lo que mereces!!! –gritó el hombre, y cuando hizo esto, pequeñas gotas de saliva salieron de su boca y aterrizaron todas en la cara de la chica, dicho esto se dispuso a pegarle.

-¡Detente! ¡No! ¡Por favor! - dijo Kaoru.

-Ohhh mira nada mas -dijo aquel hombre volviéndose hacia Kaoru- tu también quieres uno ¿verdad? No te preocupes, tengo suficiente para las dos...-estaba alzando el palo hacia Kaoru, y asía su arma con gran convicción, lanzó su ataque... Kaoru lo esquivó, el hombre quedó impresionado.

-No, yo... lo pagaré,......pagare lo que ella haya hurtado, no le haga daño-dijo Kaoru con la respiración agitada.-Usted no debería pegarle a nadie, mucho menos a una mujer… yo pagaré lo que ella robó.

-Déjame ver tu dinero- dijo aquel hombre, al tiempo los ojos le brillaron de codicia- muy bien…. pero si esa mujer vuelve por aquí me va a conocer.

El hombre cobró mucho mas de lo que aquella mujer se había robado, se llevo todo el dinero de Kaoru. Kaoru volteo a ver a la chica mientras el hombre se cobraba, ésta le murmuró un "gracias" a Kaoru con esfuerzo, sus ojos llenos de lágrimas indicaban un gran alivio, pero también una gran vergüenza.

-Vamos, levántate, no le hagas caso, es solo otro engreído mas en esta ciudad- le dijo a la chica- levántate, soy Kaoru, Kaoru Kamiya. ¿No te he visto antes en alguna parte?

-No lo creo. Lo siento señorita, lo siento mucho, por favor acepte mis disculpas por lo que paso, no era necesario que usted hiciera eso, perdóneme.- la chica realmente parecía arrepentida, se limpio sus lagrimas con una manga del kimono, sucio por estar sentada en la tierra, aunque se veía que era bella, la expresión de tristeza que tenia en el rostro disminuía en gran parte su belleza. Kaoru pensó que aquella expresión tan triste se debía a lo que acababa de pasar, pero después de algún tiempo se dio cuenta de que aquella sombría expresión no desaparecía, así que Kaoru pensó que esa debía ser su expresión usual. La chica era menuda y delgada, de la misma estatura de Kaoru. Su cabello era negro y lo llevaba recogido hacia atrás en un moño, sostenido por agujas chinas; y su piel era tan blanca que rayaba en la palidez. Las facciones de la chica eran muy bonitas, sus ojos y sus labios eran muy hermosos, sin embargo su semblante era muy triste, siempre parecía estar a punto de llorar, o estar muriendo de dolor

cada segundo. Sus vestimentas en otro tiempo fueron bellas, el kimono era bonito, pero muy gastado, digo gastado pero no feo, era de color morado claro, el obi era rosa, y la vestimenta se completaba con una toquilla azul cobalto. Kaoru de repente sintió celos, no sabía porque. Tenía la impresión de haber visto a aquella chica en otra parte, pero donde no lo sabía.

-Por favor perdone. - continuó la chica- No era necesario que hiciera eso. Lo lamento mucho. Me llamo Linlin, Linlin Yung. Estoy en deuda con usted, ¿como podré pagarle?

-Por la deuda no te preocupes, no fue nada, fue un favor. Por tu nombre podría decir que eres china, ¿lo eres?

-Si, lo soy, mis padres son chinos, pero vivían en Otsu...

-¿por qué robaste esas cosas, no tienes dinero?- Kaoru parecía mas interesada en Linlin a cada momento.

-Eso y...bueno, mis padres murieron el hace mucho, soy sola en el mundo, no tengo manera de sobrevivir.

-Si quieres puedes venir conmigo, tengo un dojo un poco mas lejos de aquí, puedes vivir ahí por un tiempo si los deseas.

-No podría, tengo que...no puedo, acepta mis más sinceras disculpas- Linlin se volteó y empezó a caminar en sentido opuesto, quería irse.

Kaoru la alcanzó y la tomó por el brazo, Kaoru enseguida se asustó, pues el brazo de Linlin estaba tan frío como el hielo, también se fijó que Linlin caminaba con dificultad, y a pasos muy pequeños y muy lentamente.

-Vamos, sin remordimientos, ven,

-No puedo, usted ya me salvo de aquel hombre, no podría aceptarlo, seria como abusar de usted- Linlin empezó a forcejear- Suélteme, se lo ruego, no puedo aceptar su ofrecimiento Señorita.

-Llámame Kaoru, no te preocupes, ven conmigo.

-Pero no quiero causar molestias, en serio, no pudría aunque quisiera- Linlin se disculpaba siempre, así la habían enseñado, ante cualquier cosa ofrecía disculpas, y Kaoru no lo podía entender.

-Bueno-dijo Kaoru-al menos supongo que podrás pagarme el favor que te hice...

-Claro, pero.... no tengo dinero...dame algunos días para juntarlo, o.... quizás te pueda pagar con trabajo.....,- Linlin de pronto pareció sumamente avergonzada, la expresión que tenía, de por sí, triste y sombría, se acentuó mas cuando oyó las palabras e Kaoru bajo la cabeza y se quedo mirando al suelo- No se preocupe, le voy a pagar...de alguna manera, puedo trabajar en su dojo, limpiando o algo, quizá haciendo la comida para los alumnos….dígame que hago….

-Yo se la forma en que me puedes pagar Linlin, quédate en mi dojo, no tendrás que pagarme con dinero si te quedas, podrás olvidarte de eso.

-Pe-pero... Yo..., es decir, yo no...

-¡Vamos!

Y sin dejar a Linlin decir algo Kaoru la tomo del brazo y la arrastró al dojo contra su voluntad.