Al salir, Kenshin se fue caminando hasta perderse de vista, caminaba lento, como si sus pies no quisieran irse. Caminó y caminó hasta que le dolieron los pies. Pero no se detuvo. Cada ves que estaba a punto de caer por el dolor, se decía "este es el justo castigo por todo lo que hecho" y continuaba la marcha.

A los seis días de no parar de caminar llegó a Hamamatsu. Ahí tomó un barco hasta Kyoto. En el barco tuvo que trabajar para pagar su pasaje.

En el barco Kenshin, después de un día de trabajo, reposó en la borda del barco, su cara daba hacia el mar, veía el atardecer, la refrescante brisa le alborotaba el cabello. Pensaba y pensaba, pero no lograba aclararse la mente,

"Kaoru….Tomoe….les he hecho tanto mal a las dos, podrán perdonarme, lo dudo. Porque esto me pasa a mi, ¿Por qué mi vida no puede ser normal? Este asesino seguirá matando ¿en verdad? ¿en verdad no podré vivir tranquilamente?

"Kaoru…Tomoe… ¿podrán perdonarme las dos? ¿A quien debo elegir? Mejor dicho, ¿Cuál de las dos me elegirá? Me gustaría jamás haber tocado una espada en mi vida. O haber muerto cuando era niño, cualquier cosa es mejor que esta vida…hasta la muerte…"

Su atención se fijo en una joven pareja también posada sobre la borda, traían consigo una niña pequeña que jugueteaba por el barco. Después de un rato, la pareja pareció percatarse de que Kenshin los observaba, así que él posó su mirada en otro objeto disimuladamente.

-¡Himura, Himura! ¿Eres tu?- dijo la mujer de la pareja.

-¿Shura?- dijo Kenshin sorprendido.

La apariencia de Shura había cambiado, de vestirse como hombre, había pasado a vestirse de manera normal.

-¿a que vienes por aquí?- preguntó Kenshin.

-Vengo de viaje, con mi esposo. – Shura dirigió un saludo a un hombre que estaba en la proa del barco- Tu todavía sigues con aquella chica… ¿Cómo se llamaba? ¿Nauru?

-Kaoru…no quiero hablar de ella.

-¿Por qué, te dejó?- dijo Shura en tono bromista.

-Es en serio- dijo Kenshin fríamente.

-De acuerdo, bueno, te dejo, Taro me espera, gusto en verte. Espero que soluciones las cosas con ella, de verdad, se ve que esa chica te quiere, por lo menos cuando yo la secuestré ¿te acuerdas? mis viejos días de pirata… en fin, cuando eso pasó, la pobre no dejaba de sollozar diciendo tu nombre…

-Ya te dije, no quiero hablar de ella.

-De acuerdo, cuídate, adiós. Por cierto, ¿nos acompañarías en el almuerzo?

-Si, está bien.

Shura se retiró y Kenshin la siguió con la mirada, vio entonces a un hombre alto que recibía a Shura con un abrazo y un beso.

"¿Por qué mi vida no puede ser así?" se preguntó.

A la hora de comer, Kenshin, Shura y su esposo se reunieron en el comedor.

-Y… ¿Qué ha sido de tu vida, Kenshin?- preguntó Shura.

-Nada bueno… ¿Qué me dices tú?

-Bueno, justo después de… tu sabes, la piratería, después de eso, hubo algo que me hizo reflexionar de mi vida como pirata, que me hizo renunciar…

-¿Y que fue eso, Shura?

-Tu… yo estaba enamorada de ti, ¿recuerdas?

Kenshin se quedó callado, no supo que decir, si reírse o enojarse. Era una de esas incómodas situaciones en las que uno no sabe que hay que hacer. Afortunadamente el esposo de Shura pareció darse cuenta de eso y sacó a Kenshin del apuro.

-¿Te acuerdas de mí?

-A decir verdad, no.- dijo Kenshin- aunque tu cara me es familiar.

-Yo era uno de los tripulantes de Shura. Tu peleaste conmigo una vez ¿recuerdas?

-Es verdad, ahora lo recuerdo. Tu eras uno de los que se llevaron a Kaoru.

-¿Era ese el nombre de ella? Lo lamento, pero ya sabes, uno hace lo que puede para llevarse algo al estómago.

-Dímelo a mí.

-Como sea—interrumpió Shura- ¿Qué pasó con ella?

-Con Kaoru, si, ¿Qué ha pasado con ella? ¿Siguen juntos ustedes dos?-inquirió Taro.

Kenshin supo entonces que era inútil es tratar de ocultar mas lo que había pasado con Kaoru, por doloroso que fuera, así que decidió contar la historia, o por lo menos una parte.

-Ella… yo la dejé.

-¿De que hablas? Tu la querías y ella a ti, ¿que salió mal?

-Pues fue error mío. Solo eso puedo decir.

-Muy mal.-dio Taro- el que vive sin haber tenido el amor de una mujer, no vive.

-Deberías pedirle perdón.-dijo Shura-Lo mas seguro es que acepte. No destruyas dos vidas por un simple error.

-La verdad es que… hay otra persona.

-¿Quién?- dijo Taro.

-M-mi esposa, Tomoe.

-K-Kenshin ¿en verdad? Tienes esposa…-dijo Taro.

-Tenía- replicó Kenshin- ella murió hace mucho.

-¿Entonces cuál es el problema?-dijo Shura.

Kenshin se resignó y empezó a contar toda la historia de principio a fin.

-Verán, yo era Battousai el destajador al principio de la era Meiji, pertenecía a cierto grupo, mi trabajo era matar gente. Los jefes me decían a quien matar y yo lo hacía; una vez tuve que matar al sustituto del gobernador de Kyoto, en fin… Yo nunca soltaba mi espada, era como mi hija para mí. Pero una noche, llegó la única persona que pudo hacer que yo me olvidara de mi espada: Tomoe. Era la mujer más preciosa que había para mí en aquellos años. Me enamoré de ella. En nuestro grupo había un traidor y nadie sabía quien era, que planeaba matarme, pero no encontraba una forma de hacerlo sin arriesgar el pellejo, así que convenció a Tomoe de acercarse a mi y matarme, ella accedió, pues quería vengarse de mi por que yo había matado al sustituto del gobernador de Kyoto, su prometido. Por supuesto que yo no tenía idea de eso, así que pensé que también ella estaba enamorada de mí.- a Kenshin le dolía más y más cada vez que su boca pronunciaba el nombre de Tomoe- En fin, después de muchos sucesos, el traidor arregló que Tomoe y yo viviéramos en una casa los dos solos, con el fin de pasar de incógnitos como esposos, pues la policía me buscaba. Cada día me enamoraba mas de Tomoe, y ella comenzó a sentir lo mismo que yo. En vez de vengarse de mi, me amó, me entendió, me quiso. Pero las personas que querían que ella me matara estaban impacientes y la llamaron, ella tuvo que reportarse y tuvo que dejarme. Lo único que me quedó de ella fue su toquilla- a Kenshin comenzó a temblarle la voz- luego el traidor apareció a mi puerta, me dijo que los jefes querían que yo matara a Tomoe, decían que ella quería matarme, yo no lo creí. Pero leí su diario, en él eso decía, solo leí lo primero que ella escribió, al final del diario decía cuanto me amaba. Así que fui, no a matarla, a protegerla, sabia que ella me quería, peleé con un sujeto, pero yo estaba muy débil ,y el sujeto era muy fuerte, yo llevaba la toquilla de Tomoe en la mano, era ahora o nunca, el sujeto estaba a punto de matarme, yo lancé el último ataque, la toquilla me impe

día ver, Tomoe se interpuso entre el sujeto y yo, tratando de defenderme, ignorante del ataque que ya había lanzado y yo… yo la maté. La cicatriz de mi mejilla fue hecha por ella y por su prometido antes de morir, una línea cada uno.

Están a punto de cumplirse los diez años de su muerte, y yo, pienso que… de algún modo… ella ha vuelto a mí por medio de otra persona.

-¿De quién?- dijo Shura.

-Hay una mujer, Linlin. Es idéntica a Tomoe, habla como ella, se ve como ella, piensa igual. Es demasiada casualidad, aparece alguien como Tomoe justo en el aniversario de su muerte, y que se llama igual a ella.

Cuando Kenshin terminó, Taro y Shura parecían realmente impresionados.

-Kenshin- dijo Taro- la mejor manera de solucionar todo, a mi manera, sería darle un beso.

-¿A quién?

-A cualquiera de las dos que creas que es la más digna de tu amor. ¿Le has dado un beso a Kaoru o a Linlin?

-No.

-Pues entonces dale un beso a Linlin, por ejemplo, o a Kaoru. A cualquiera de las dos que beses, si sientes algo, es que ella es la indicada, si no sientes nada, lo que debes hacer el alejarte y escoger a la opuesta. Pero no puedes besar a las dos. ¿Entiendes?

-Si. ¿Crees que funcione?

-A decir verdad, así fue como yo supe que Shura era la indicada para mí.

-Gracias, Taro. Eso es lo que haré.

En ese momento se oyó el anuncio de que el barco ya había llegado a Kyoto, por lo cual, Kenshin se despidió y bajó.