Marzo 30, Lunes. Año 201X

9:20 am

—¡Ajajajajaja! ¡Sí!—Extremadamente feliz del resultado, Joey Wheeler, alzando los brazos muy alto, llevando en su mano derecha una lección escrita, grita después de verla—¡Aprobé!

—Felicidades, Joey. Buen trabajo.

—Sí.

—Bien hecho—Cerca suyo, Yugi, Tristán y Tea lo felicitan, poco animados, casi como no queriéndolo felicitar realmente.

—…—Por su parte, Fuutarou permanece en silencio, mirándolo serio, no felicitarlo de ninguna manera.

Después de una ardua lección que les tocó a la clase 1-3 en la materia de historia, el grupo de Fuutarou, Yugi y amigos, reunidos alrededor del puesto de Joey, comparten sus resultados. La maestra encargada de la asignatura, después de tomar las lecciones, las calificó en el mismo rato y después se las devolvió a cada estudiante para que revisen su puntuación.

Entre los miembros del grupo, Joey es el que está más feliz, ya que aprobó… a duras penas.

—Sabía que lo conseguiría. Díganme, ¿No soy genial?—Pregunta a sus amigos, bajando los brazos para revisar otra vez su nota de examen, muy orgulloso de ella.

—¿Estás hablando en serio?—Cansado de verlo orgulloso, Fuutarou lo reprende, arrebatándole el examen—Joey, mira bien: obtuviste 42 puntos de 100, apenas pasaste. Discúlpame que te diga esto, amigo, pero no deberías sentirte orgulloso de esta calificación—Comenta con seriedad, mostrando un poco de preocupación por su amigo.

—Bueno, bueno. Tampoco hay que tomar en cuenta los pequeños detalles—Alega, retomando su examen—Sí, es una baja nota, pero aprobé.

—¿Me estás escuchando?—Reclama—¿Sí sabes que, para entrar a una universidad, debes tener como mínimo un promedio de 80 puntos en tus calificaciones de secundaria y preparatoria? Con 42 puntos no llegas ni a postularte.

—Fuutarou, amigo, sé razonable. No todos pueden ser igual de aplicados que tú, ni siquiera nuestros amigos. No creo que alguien más de nosotros haya sacado 80 puntos o más. ¿Verdad, muchachos?—Pregunta al resto—¿Cuánto sacaron?

—Veamos. En mi caso saqué los 80 puntos—Tristán enseña su lección calificada con la nota que dijo.

—Yo saqué 82 puntos.

—Y yo 84—Tea y Yugi también comparten sus resultados.

—… Ah—Joey queda como torpe cuando ve que es el único con baja calificación, pero no se angustia—Bueno, no es algo de lo que deba preocuparme. De todos modos, no planeo ir a la universidad—Explica con sencillez, cerrando los ojos, colocando ambas manos detrás de su cabeza e inclinándose hacia atrás de su asiento, bastante relajado.

—¿Ah, no? ¿Entonces cómo piensas vivir?—Fuutarou vuelve a cuestionarlo.

—Seré un duelista profesional—Expone—Me convertiré en el mejor duelista de Japón, enfrentando a muchos oponentes en el camino. Obtendré muchos premios y dinero, ganando campeonatos de Duelo de Monstruos de todo tipo.

—Eres un tonto, e iluso—Mueve a la cabeza en negación, no creyendo lo que está escuchando—¿De verdad piensas que puedes convertirte en duelista profesional? Ni siquiera puedes vencerme.

—Eso fue en el pasado, ahora es diferente. Con las enseñanzas del abuelo de Yugi, mis habilidades en Duelo de Monstruos mejoraron mucho. Ahora soy más hábil que antes. Te lo puedo demostrar si quieres.

—No, gracias. No quiero perder mi tiempo derrotándote por séptima vez consecutiva.

—Pareces muy confiado que ganarás—Cuestiona—Dime, ¿A quién le vas a pedir prestada la baraja esta vez?

—A nadie. Jugaré con mis propias cartas—Explana, situando su mano izquierda en su pantalón, donde en el mismo lado está un pequeño estuche púrpura oscuro acoplado en el cinturón del pantalón.

—¿Qué…? ¿Eh? ¿Ya tienes tu propia baraja?—Le pregunta, sorprendido de ver el estuche, y en él una baraja de cartas de Duelo de Monstruos. Deja de estar relajado para mirar el estuche fijamente y luego mirar al dueño. Cerca, Tristán y Tea también están impresionados.

—Es correcto—Fuutarou afirma para todos, cruzando los brazos—Y déjame informarte que con esta baraja le gané a Yugi en un duelo el fin de semana pasado.

—¿¡Qué!?—Se impresiona más, casi no creyéndolo, y justamente para corroborar, regresa a ver al mencionado—Yugi, amigo, ¿Eso es cierto?

—Así es—Afirma con un asentir, sin duda alguna—Él y Raiha jugaron juntos con la baraja y me ganaron.

—¿Raiha? ¿Ella también jugó?—Duda—Ah, entonces no fue un duelo justo—Joey refuta, regresando a ver a Fuutarou con credulidad—Si los dos jugaron, Yugi estaba en desventaja, por eso le ganaste. Tu victoria no cuenta.

—Aún así, no serías capaz de derrotarme—Asegura, volviendo al tema.

—¿Tan seguro estás? Entonces enfrentémonos a un duelo y terminemos con esta discusión de una vez.

—Créeme que si no estuviese tan ocupado con mis estudios y mi trabajo, aceptaría. Pero tendrás que esperar hasta que me desocupe.

—Tú solo di el lugar, la fecha y la hora, y yo estaré ahí, incluso más pronto que tú—Asegura, dejando la credulidad para comportarse asertivo. No está enojado, sino desafiante.

—De acuerdo, si eso quieres—También acepta, con sensatez—Terminemos primero los exámenes de grado y luego hablamos de nuestro duelo.

—Me parece bien, lo esperaré ansioso—Acepta, bastante entusiasmado—Hasta eso seguiré aprendiendo más estrategias de Duelo de Monstruos para derrotarte.

—Mejor aprende los temas de los exámenes, de lo contrario, reprobarás antes de que te enfrentes a mí.

Ambos se miran con desafío y decisión. Pareciera que, contemplándose fijamente, crean un rayo que conectan sus miradas, en señal de rivalidad. Todos quienes están cerca de ellos pueden sentir cómo el ambiente se vuelve pesado y electrizante. No es malo, pero sí inquietante en el buen sentido.

—Vamos, tranquilos—Tea trata de tranquilizarlos, colocándose entre ellos y hablándoles con una sonrisa nerviosa al sentir que otros estudiantes cerca de ellos los miran al sentir aquel ambiente eléctrico que emanan—Ya habrá tiempo para enfrentarse, pero ahora no es buen momento—Tranquiliza.

—¡Apuesto 500 yenes a Fuutarou!—Tristán por su parte, incita a la pelea, apostando por un favorito.

—¡Tristán!—Tea le reclama.

Pasando un momento amigable con sus amigos, Yugi no evita reírse un poco, sintiendo intriga de aquel duelo. En el caso de que se enfrenten por séptima vez, ¿Quién ganaría: Joey o Fuutarou? El resultado ya no será el mismo, ya sea que el uno o el otro gane. Ambos tienen detalles clave: Joey en serio entrenó muy duro en el juego, su habilidad ahora es otra, jugando mejor que antes. Y Fuutarou posee una baraja propia, con un estilo de juego semi-definido y sólido, con cartas fuertes si las usan bien, y como él es muy inteligente, lo hará. Sin duda será un encuentro emocionante que también esperará con ansias, donde les deseará suerte a ambos, sin preferencias.

Sus pensamientos felices se desvanecen de su mente, pero, cuando mira por casualidad a una persona bastante atrás de ellos. Verla no fue una coincidencia por completo, porque, además de ser llamativa por su cabello rojo, su expresión es inquietante en el mal sentido. A lo lejos está Itsuki Nakano, revisando su lección escrita, mirando sus resultados… en shock, y estupefacta, ruborizándose muy ligeramente también de la vergüenza. Su expresión es llamativa, Yugi no la regresaba a ver si no era por eso.

Si no fuera lo bastante listo, este era el momento para preguntarse: "¿Qué sucedió? ¿Por qué Itsuki se ve chocada emocionalmente?", pero después de convivir con ella y sus hermanas, tiene una ligera idea: la lección. No hay que darle vueltas al asunto: Itsuki se ve así por la calificación que obtuvo: una calificación baja. Era bastante evidente viéndole la cara, demasiado incluso. Ella tiene la expresión de alguien quien se esforzó mucho estudiando y al final no obtuvo la calificación que esperaba, y en vez reprobó, ni siquiera acercándose a la nota mínima.

En realidad ya lo veía venir, tanto él como Fuutarou sabían que Itsuki no lograría aprobar la lección por cuenta propia, de antemano preparando sus mentes para ese resultado en el caso de que se enterasen. Yugi sin embargo, ni así evita sentirse mal por ella. Ahora que son amigos, al menos por su parte, se siente mal de verla decepcionada de reprobar cuando, aparentemente por su gesto, se esforzó mucho, y le genera preocupación por la problemática del estudio ineficiente que ella padece. Fuera de eso, también está preocupado por Fuutarou, ya que la falla de Itsuki se vuelve también en su falla. Otro tachón más a sus calificaciones, reduciendo las probabilidades de aprobar el parcial. ¿Cómo reaccionaría después de enterarse? Sin duda que nada bien.

Con todo el planteamiento, Yugi ha de pensar la forma de convencer a Itsuki de que estudie con ellos. Mientras las clases transcurren, ya que el profesor de literatura llegó:

—Vuelvan a sus asientos—Ordena al entrar al aula.

*Opening*

https

: / / n 9 . c l /

ygognhop1

(Unen todo eso en un solo enlace)

Yu-Gi-Oh!: The Quintessential Quintuplets

Arco 1: Las quintillizas por excelencia

Capítulo 5: Mentiras que no son un ejemplo a seguir

3:00 pm

*Timbre de la escuela*

Las clases terminan por hoy, por lo que los estudiantes ya pueden retirarse a sus casas, o a donde necesiten ir.

—[Suspiro profundo]—Luego de que se reuniese con Yugi y éste le contara la reacción que vio en Itsuki, Fuutarou, decaído, desanimado, malhumorado y frustrado, suspira con la mirada baja. Lo hace tanto para calmarse como para desahogarse.

—¿Te encuentras bien?—Preocupado por él, su mejor amigo le pregunta.

—Sí, sí. No te preocupes—Responde, alzando la mirada, ahora sólo desanimado—De manera que Itsuki volvió a reprobar—Entiende—¿Cuánto crees que sacó esta vez?

—No lo sé, no sabría teorizar. Pero, por su reacción, su calificación no debió estar cerca de llegar a la nota mínima.

—Seguramente—Comparte la opinión—Ayer sólo hizo la tarea, no estudio. Era evidente que iba a reprobar.

—¿Qué piensas hacer?

—… Siendo honesto, aún no lo sé—Analiza, poco conforme—Si intentamos hablarle, se enojará con nosotros otra vez. Nos odia. A este paso, no conseguiremos nada—Deja de hablar un momento para suspirar, decepcionado—Me siento tan inútil.

—No te desanimes—Alienta—No te rindas tan rápido, no así. Piensa.

—¿Qué puedo pensar? Si nos odia, ni siquiera nos prestará atención. Es todo.

—Hm… bueno, ya, es cierto. Pero no significa que todo esté perdido. Hemos de encontrar la forma—Piensa, tratando de encontrar algo que les sirva para convencer a Itsuki de que quiera aprender con ellos. Analizando, parece tener una ligera idea—Tratemos de… demostrarle que estudiar con nosotros es práctico.

—¿? ¿Práctico? ¿Cómo?—Pregunta, atento a lo que dirá.

—Sigamos con las tutorías habituales—Formula—Tenemos a Miku, nuestro mejor ejemplo. Ahora también se nos unirá Ichika, que por el momento terminó con su audición y ahora puede dedicarse a sus estudios. Y además, como ya pasó una semana, quizá contemos con la asistencia de Yotsuba, que debió terminar de ayudar al club. Entonces, con Miku, Ichika y Yotsuba en las tutorías, al momento de enseñarles, le demostraremos a Itsuki indirectamente que estudiar con nuestra guía es muy eficaz, a lo que querrá estudiar con nosotros también.

—Vaya—Articula, bastante impresionado del plan que formuló—Suena bastante bien. Me agrada.

—Por supuesto que no está garantizado que ella quiera unírsenos, pueda que dude por su resentimiento, pero pienso que si lo hacemos una y otra vez, su interés aumentará y se unirá.

—Sí, es cierto—Le da la razón—Entonces hagamos eso. Vamos a la casa de las Nakano—Propone con entusiasmo, levantándose de su asiento.

—Muy bien—Accede, asintiendo firmemente al ver a Fuutarou de mejor humor—Iré a buscar a Yotsuba para ver si ya está libre.

—Entendido. Lo dejo en tus manos, buena suerte. Mientras, me iré adelantando a enseñarles a las demás.

—Correcto.

Formulando el plan, cada quien va por su lado a realizar su tarea encomendada.

Caminando por los pasillos, Yugi pone en marcha una búsqueda para hallar a la cuarta de las quintillizas Nakano, aquella que lleva un simpático listón verde en su cabeza que le da la apariencia de poseer orejas de conejo. De buen humor, pensando positivo, transcurre por los edificios de la preparatoria, buscando aula por aula, ya que en la clase de Yotsuba, la 1-5, no la encontró.

Mientras camina por un pasillo donde están las aulas del segundo año, alguien lo encuentra.

—Ya-hoo—Saluda al verlo, con buen ánimo.

—¿?—Yugi dirige la vista al frente cuando escucha que alguien le habló, allí observando a alguien con quien ya tuvo un encuentro—Ah, Ichika—Nombra a una de las quintillizas Nakano, a la mayor, arrimada de espaldas en una pared del pasillo de las ventanas—Buenas tardes—La saluda junto con un movimiento de mano, sorprendido y al mismo tiempo contento de verla. Ella también lo saluda, alzando su mano izquierda a la altura de su hombro, y con la otra sostiene un vaso de café desechable blanco con tapa marrón.

—¿Qué tal estás? ¿Alguna novedad, anécdota, misión?—Pregunta cordial, dándole un sorbo a su café.

—Ya que lo mencionas, sí, podría decir que estoy en una misión—Comparte—Estoy buscando a Yotsuba. De casualidad, ¿La has visto?

—¿Yotsuba? Pasó por aquí hace poco, hablé unos minutos con ella. Dijo que iría al club de baloncesto, en el bloque cuatro de la preparatoria.

—¿El bloque cuatro? Muy bien—Comprende, asintiendo, contento de ya tener la ubicación de la pelinaranja—Hm… por cierto, ya que estamos hablando…—Vuelve a dialogar, esta vez para hablar de ella—¿Cómo te fue con tus hermanas? ¿Ya les contaste sobre tu trabajo?

—Así es, les conté todo—Cuenta, feliz—Se lo tomaron mucho mejor de lo que imaginé.

..

Retrospectiva

Admiradas por su vocación, sus demás hermanas están contentas por ella. Ayer en la noche, después de llegar a casa, la llenaron de preguntas y felicitaciones.

¿Actriz?

¿En serio? ¡Es fantástico!

¿Me das tu autógrafo?

¿Cuándo será el estreno de tu película?

Comentarios así recibió de Itsuki, de Yotsuba, de Miku y de Nino, la penúltima teniendo lista una hoja de papel y una pluma de tinta negra para que le regale su firma de actriz, y la última preparaba su celular para agendar la fecha de la película donde saldrá para ir a verla a como dé lugar.

..

—No lo podían creer—Termina de contar.

—Me alegro por ti—Da sus felicitaciones, verdaderamente feliz de que se haya reconformado con sus hermanas, y que ellas la apoyen.

—Agradezco nuevamente que me ayudaras—Gratifica de nuevo.

—No es nada, la verdad. Yo también te agradezco—Retribuye, sonriendo—Gracias a ti, finalmente logré decidirme en considerarlas a todas ustedes como mis amigas. Era algo que quise bastante, pero mis dudas me lo impidieron, hasta que, después de lo que me dijiste, pude hacerlo. Entonces también agradezco tu ayuda, por tus palabras, por tu compañía, y por cuidar de mí cuando me quedé dormido—Menciona, de verdad agradecido con la mayor por todo lo que hizo por él: todo y cada detalle, desde el primero hasta el último—Aunque…—Recordando el último detalle, prosigue, un poco apenado de hablar al respecto. Recapitula que, luego de que se quedase un poco más en el parque el día de ayer y se quedó dormido por el cansancio, Ichika se acercó a él y lo cuidó, haciéndole compañía para que no estuviera solo en la intemperie. Fue tan amable que incluso le prestó su regazo para que lo usase de almohada, algo de lo que le agradece mucho, pero…—¿Era necesario que me dejaras dormir en tus piernas?—Pregunta.

—¿Por qué preguntas? ¿Avergonzado?—Contrapregunta, acercándose un poco a él con simpatía.

—Uh…—En reacción, retrocede un paso, tenso—Quizá un poco.

—No tienes de qué avergonzarte, no hiciste nada malo. Yo hice que durmieras en mis piernas, como una forma extra de agradecer tu ayuda—Explica, confiada, dándole otro sorbo a su café antes de reanudar—Si llegas a cansarte, puedes acudir a mí para ayudarte de nuevo. Te prestaré mi regazo.

—¿? ¿Q-qué significa eso?

—Que puedes contar con mi ayuda cuando lo necesites, en especial con temas relacionados a mis hermanas. Soy la hermana mayor después de todo, puedo aconsejarte—Esclarece—Es más, como primera obra, préstame tu celular—Pide, extendiendo la mano izquierda.

—¿Mi celular? ¿Para qué?—Cuestiona.

—Tú solo préstamelo, quiero darte algo importante—Limita a responder.

—… Bueno—No muy informado, accede al favor, sacando del bolsillo de su camisa su teléfono celular y dándoselo a la mayor de las quintillizas. Ella lo toma, enciende su pantalla e inmediatamente escribe algo. Mientras manipula, tararea alegremente. Tarda un par de minutos en terminar.

—Toma, aquí tienes de nuevo—Devuelve el celular—Te di mi número en caso de que necesites hablar conmigo—Informa.

—¿Eh, tu número?—Sorprendido, pregunta.

—No solo el mío, también los de mis hermanas, en caso de que necesites comunicarte con ellas urgentemente—Adiciona—Solo no les vayas a decir de dónde los sacaste.

—Oh… de acuerdo—Contempla, mirando su lista de contactos, donde confirma que Ichika le registró su número y el de sus hermanas, todas con el nombre de cada quien, sólo el nombre, pero. De todas maneras, tener una forma de contactar a las quintillizas le viene muy bien, apreciando este gesto—Muchas racias—Acepta, sonriendo ligeramente.

Guarda su celular nuevamente en su bolsillo de la camisa, y después hablar de un tema esencial.

—Las tutorías comenzarán después de las cuatro de la tarde, espero que puedas colaborar con nosotros. Es muy importante que empieces a estudiar, en dos semanas serán los exámenes.

—No te preocupes por eso, Yugi. Colaboraré—Asegura—Después de haberme ayudado en el festival, es lo menos que puedo hacer por ti. Ten por seguro que contarás con mi asistencia… pero hoy no puedo.

—¿? ¿Por qué no?—Pregunta, dudoso.

—Esta tarde iré al estudio. Hablaré con el director para pedirle que me dé un tiempo libre del trabajo para centrarme en mis estudios. Así podré asistir a las tutorías con mucha frecuencia.

—Ah, ya entiendo—Comprende, valga la redundancia, comprensivo—Si es así, entonces está bien—Articula, asintiendo una vez, contento—Ve entonces. Yo le diré a Fuutarou que hoy no asistirás, justificaré tu falta.

—Te lo agradezco—Da las gracias—En ese caso, nos veremos mañana para estudiar. Tienes mi palabra—Finalizan el trato. Ichika sorbe una vez más su vaso de café—Bueno, ya me voy—Anuncia su partida, dejando de apoyarse en las paredes—Nos vemos después.

—Claro, cuídate—Despide, moviendo la mano derecha, sonriéndole.

De acuerdo al plan, Ichika se retira del lugar, dirigiéndose al estudio que mencionó, en el camino bebiendo una vez más su vaso de café. Mientras que Yugi reanuda su búsqueda de la cuarta quintilliza, y gracias a que habló con su primera hermana mayor, sabe dónde estar.

Varios minutos posteriores al fin de las clases de este día, Yugi camina por los pasillos de la preparatoria, buscando un lugar en específico: el club de baloncesto del bloque cuatro, al que Yotsuba se dirigió para ver a los miembros del club.

Anteriormente, por lo que recuerda de Nino, hubo una baja en el equipo, una de sus miembros tuvo un accidente que la dejó lisiada, impidiendo que juegue. Un evento muy desafortunado para ellas, ya que no contaban con suplentes, y el torneo escolar no está muy lejos. Entonces, luego de que Nino le dijese la problemática que sufre el equipo, e incitándola a ayudarlos con el fin de que no asista a las tutorías de Fuutarou y de Yugi para dificultarles el trabajo (claro, sin hacerle saber esa intención), Yotsuba formó parte del club, jugando baloncesto con y para ellas. Poco después de su integración, contó que los ayudaría una semana o dos.

Yugi entonces va en su búsqueda. Ya ha pasado una semana desde que la cuarta quintilliza se incorporó al club, y espera que ya se retire. Era importante, ya que si accede a ayudarlas otra semana más, perderá valioso tiempo para estudiar, y más cuando está muy atrasada en sus estudios. Va a verla en el club, donde está, y donde probablemente declararía si se quedará la segunda semana o no.

—Aquí debe ser—Opina, llegando a un salón del bloque cuatro de la preparatoria. Allá dentro de seguro debe estar Yotsuba y las demás miembros del equipo. Antes de entrar, se prepara mentalmente para saber qué decir y qué encontrará. Ya preparado, sitúa su mano en el picaporte para abrir.

—Eres asombrosa, Yotsuba—Pero antes de hacerlo, escucha a una chica hablar desde dentro del salón.

—¿?—Medio sorprendido, Yugi aleja su mano del picaporte.

—Sí, eres genial.

—Fantástica.

—Y muy hábil—Otras tres chicas también hablan.

—Juegas espectacular—Una chica más habla, sumando cinco en total. También halaga, bastante interesada.

Parece que el club tiene una plática entre sus miembros, difícil saber si es importante o no. Yugi, intrigado y cauteloso, no entra a la clase, en vez, después de escuchar que una de ellas nombró a Yotsuba, acerca su oído derecho a la puerta del salón para escuchar mejor lo que hablan del otro lado.

.

—Jeje. Gracias—La cuarta quintilliza agradece los halagos, sonriendo apenada de tanto júbilo que le dan todas las integrantes del equipo de baloncesto.

Dentro del salón, se hallan seis chicas, incluyendo a Yotsuba, todas sentadas en sillas de metal portables que forman un círculo. Llevan el uniforme deportivo para entrenamiento de la preparatoria Dómino: una camiseta y pantaloneta azul zafiro, en los costados se divisa dos líneas blancas muy delgadas y una línea roja gruesa entre ellas. Las chicas del club se ven diferentes, pero para generalizar, tienen cabello corto hasta la nuca, de colores variados del café (una claro, otra medio, y la última oscuro), a excepción de una que lo tiene rubio y otra de verde militar. La chica de cabello rubio tiene el cabello sujetado con un moño hacia atrás, la de café claro lo tiene sujeto con una diadema delgada y el resto no tienen algo para sujetarse. Y como último dato, la chica de cabello café medio lleva un yeso en su tobillo izquierdo y cerca suyo hay un par de muletas.

Todas ellas miran a Yotsuba, aprobando su rendimiento.

—Lo hicimos mucho mejor que la vez pasada, gracias a ti—La chica rubia, capitana del club, con un ligero aire de autoridad y siendo ligeramente mayor a las demás, la alaba, de buen humor.

—No fue nada. Me alegro de haberlas ayudado—Yotsuba demuestra modestia con todas ellas, feliz de serles de utilidad.

—Llegadas a este punto, quiero preguntarte algo: ¿No quieres unirte al club de manera oficial?—Propone.

—¿Eh? ¿Unirme?

.

—¿?—Escuchando, Yugi se sorprende.

—¿De verdad?—Escucha preguntar a la pelinaranja, también sorprendida.

.

—Por supuesto—La capitana asiente, bastante convencida de ser una buena idea. Las otras miembros asienten.

—Sí, Yotsuba-san. Tu integración beneficiaría mucho al equipo—Comenta la chica de cabello verde.

—Podrías reemplazarme hasta que me recupere—Indica la chica de cabello café medio con el yeso en el tobillo.

—¿Con sus habilidades? Más bien ella te reemplazaría como titular del equipo y tú te quedarías en la banca—Opina la chica de cabello café claro.

—Oye—Reclama, no feliz de ese comentario. A excepción de ella, las demás se ríen. Yotsuba también, pareciéndole gracioso.

—Pero hablando en serio, tus habilidades son magníficas—Calmándose, la capitana sigue proponiendo, endulzando cada vez más los oídos de su pasante—¿Entonces qué dices: te unes al equipo?—Ofrece, dispuesta en recibirla, y no solo ella, también las demás.

Yotsuba queda un momento en silencio, considerándolo profundamente.

.

Después de escucharlo todo, Yugi está intranquilo y muy preocupado. Es una problemática grave: si Yotsuba acepta unirse, será el fin para las tutorías en su caso.

Por lo que escuchó de las integrantes del club de baloncesto, Yotsuba es muy buena jugando ese deporte, lo suficiente para abrirle las puertas del club. Son muy nobles en ofrecerle un sitio entre sus filas, no se los negará. Sólo que existe un problema con eso, y eso es que ella necesita las tutorías.

Si decide aceptar, no será posible enseñarle. Yugi fue testigo de la cantidad de tiempo que consume ese club, ha visto que Yotsuba llega tarde a casa, incluso de noche, como una vez lo hizo. No dejaría nada de tiempo para enseñarle, su hora de llegada a la casa está fuera del horario de las tutorías, y también llega cansada.

Estaba preocupado de que la pelinaranja se quedase una semana más, pero ahora, después de escuchar que es posible que se quede hasta que los arcontes quieran, está atemorizado. Si Yugi y Fuutarou no cuentan con su asistencia, no le podrán enseñar, a lo que a su vez reprobaría los exámenes, quedándose en la escuela de verano, o en el peor de los casos, perdiendo el año. Y todo porque quiso ayudar a un club.

No lo podía permitir, quiere evitarlo, por el bien de ella y por el de Fuutarou. Antes de que sea demasiado tarde y Yotsuba diga su respuesta, Yugi toma de nuevo el picaporte de la puerta para abrirla y querer entrar.

—No. Me niego—Y… se detiene cuando Yotsuba da su respuesta, una respuesta negativa. Muy sorprendido, permanece estático, casi apoyando su frente en la puerta, escuchándola.

.

—Lo lamento, no puedo unirme—Yotsuba les explica su razón a las miembros del equipo—Yo solo quise ayudarlas un poco, hasta que estén bien—Alega—Además…—Añade algo, un poco emotiva—Hay alguien que cuenta conmigo, que necesita mi ayuda, y quiero asistirlo. Trata de ayudarme, a mí y a mis hermanas, junto con su mejor amigo. No quisiera defraudarlo cuando se esfuerza bastante, ya que él… es el ejemplo que quiero seguir—Finaliza, sonriendo, esperando que las demás chicas la comprendan.

.

Su declaratoria lo deja asombrado, quedándose allí a pensar en lo que escuchó. Ella… ¿Se refería a ellos, a él y a Fuutarou? Pareció ser así, porque mencionó que aquella persona de la que habló la ayuda, a ella y a sus hermanas, aunque no especificó si se refería a los estudios. Mencionó también que esa persona tiene un mejor amigo, sumando dos en total, y él y Fuutarou justamente son dos mejores amigos que la ayudan junto a sus hermanas. Con aquellos datos, especula que se refirió a ellos. Si está en lo correcto, Yugi entonces se siente halagado y admirado de ella. Es la primera vez que escucha a Yotsuba comportarse responsablemente, una cualidad que imaginó que carecía, pero terminó por equivocarse. Quién sabe por qué optó por ese comportamiento, pero sin duda será muy beneficioso, sobre todo para ella.

.

—Ya veo—La capitana del equipo de baloncesto entiende la situación de Yotsuba, respetando su pensamiento, aunque no ocultará que se siente desilusionada de que un elemento tan bueno como ella no sea parte de sus filas—Es una lástima que no quieras unírtenos.

—Sí, Yotsuba-san. Eres genial—La chica del yeso comenta, también decepcionada. Las otras chicas también se muestran así.

—Me vuelvo a disculpar. Agradezco mucho su oferta, de verdad que sí—Enuncia, un poco triste de entristecer a las chicas del club, pero era inevitable. Acto seguido, la pelinaranja se levanta de su asiento—Bueno, me retiro—Anuncia su partida—Buena suerte en el torneo escolar—Da sus aminos, realizando una pequeña reverencia antes de ir a la puerta.

.

Escuchándola aproximarse, rápidamente Yugi se aleja de la puerta y toma distancia del salón.

[Abrir]

La puerta del salón del club de baloncesto se abre, saliendo Yotsuba, con una sonrisa feliz y al mismo tiempo triste. Luego, cierra la puerta de espaldas.

—¿?—Su atención se dirige a su izquierda cuando ve que una persona se acerca, identificándolo al chasquido—Ah, Yugi.

—¿Oh? Ah, Yotsuba—Fingiendo encontrarla, Yugi se alegra de verla. Da un par de pasos hasta estar frente a ella—Qué bueno que te veo, justo te estaba buscando—Enuncia—Ya pasó una semana desde que ayudaste al club de baloncesto. Entonces, ¿Ahora asistirás las tutorías?—Interroga.

—Claro—Sonriendo, afirma—Ya terminé de ayudar al club de baloncesto, estoy de nuevo libre, así que podré asistir.

—Qué bueno escuchar eso—También sonríe, feliz de reafirmar esa noticia por boca de ella misma—Muy bien. Entonces, ¿Quieres que vayamos juntos a tu casa?

—Claro, está bien—Acepta la idea—Iré a cambiarme de ropa primero. Espérame en la puerta principal de la preparatoria.

—De acuerdo. Te veo allá—Ambos con un acuerdo, se despiden por el momento, tomando caminos separados.

.

3:35 pm

Faltando 25 minutos para las cuatro de la tarde, el cielo está despejado y claro, un poco opaco por ser de tarde. El sol ilumina la ciudad, sus rayos caen, brindando una suave calidez a las personas.

En la puerta principal de la preparatoria Dómino, Yugi está a la espera de una de sus estudiantes, con quien quedó para ir juntos a casa de ella para sus tutorías. El pelopincho, feliz y aliviado, mientras espera, observa el cielo claro y despejado, y a los cálidos rayos del sol. Lleva permaneciendo allí cerca de 20 minutos.

—Me alegro mucho que Yotsuba se integre—Dice para sí, pensando en ella—Estaba preocupado que no asista, las miembros del club le insistieron bastante para que se les una. Pero no lo hizo, y en vez estará con nosotros. Qué bueno—Calma.

Por un momento permanece en silencio para pensar en ella, y lo que dijo cuando la escuchó hablar en el club de baloncesto:

"Hay alguien que cuenta conmigo, que necesita mi ayuda, y quiero asistirlo. Trata de ayudarme, a mí y a mis hermanas, junto con su mejor amigo. No quisiera defraudarlo cuando se esfuerza bastante, ya que él es el ejemplo que quiero seguir"

—… ¿?—De repente, hay una cosa que le llega a la mente con esa declaración, y que ahora llama un poco su atención: Yotsuba mencionó que aquella persona a la que se refirió en el club le tiene alta estima, viéndolo como un ejemplo a seguir. Es muy bonito y sentimental, pero…—… Cuando Yotsuba dijo eso, ¿Hablaba de Fuutarou, o de mí?—Pregunta, con un gesto de ligera extrañeza y duda, situando el dedo pulgar e índice de la mano derecha en su mentón mientras mira el cielo para pensar.

Realizando una breve retrospectiva, recordando la segunda mitad de lo que escuchó en el club de baloncesto, Yugi trata de averiguar de quién estaba hablando Yotsuba: si se trata de él o de Fuutarou. Está seguro que hablaba de ambos, ya lo pensó antes, ella mencionó que "la persona cuyo ejemplo quiere seguir" la ayuda a ella y a sus hermanas en sus estudios, junto con su mejor amigo. Que él sepa, los únicos que ayudan a las Nakano con sus estudios fuera de la preparatoria son ellos. No ha notado que alguien más asista también al hotel para enseñarles a las quintillizas, y menos en circunstancias similares como las de llevar a otro alguien consigo. No se le ocurre algo que niegue ese hecho, es demasiada coincidencia como para que Yotsuba se hubiese referido a otras personas. Sin embargo, existen dudas, sobre todo con la parte en la que ella mencionó que esa persona es "su ejemplo a seguir", pareciéndole muy extraño.

¿Cuánto tiempo llevan conociéndose? Desde que hablaron por primera vez, cerca de unas dos semanas, de las cuales sólo han podido interactuar netamente… cuatro días. Ya sea con los cuatro días o las dos semanas, es muy poco tiempo como para que ella sienta mucha estima por uno de ellos, ¿Por qué lo haría en primer lugar? En el caso de Fuutarou, ¿Es porque es un estudiante súper aplicado con calificaciones de 100 puntos? O en el caso de Yugi, ¿Es porque derrotó al Campeón Nacional de Duelo de Monstruos y es un habilidoso duelista de aquel juego de cartas? Para ella posiblemente una de esas cualidades sea increíble como para darle sus respetos a la persona que obra esa acción, lo admira por eso… y si ese fuese el caso, ¿Cuál de las dos cualidades es, a quién de los dos chicos es al que se refirió?

—Me pregunto quién será—Permanece con la duda. No hay una conclusión a la que pueda llegar, no hay los datos suficientes para especificar de quién se trata. Lo que sí es un hecho es que la segunda menor de las quintillizas Nakano respeta a uno de los dos, a él o a Fuutarou, lo suficiente como para que adquiera un semblante serio y sea responsable… y en serio debe de admirarlo si alguien dichosa como ella se comportara así.

—Yugi—Hablando de ella, la segunda menor de las Nakano reaparece, llegando desde el camino exterior derecho del bloque principal de la preparatoria. Después de ir a los bastidores a cambiarse de ropa, vino a la entrada principal de la preparatoria para reunirse con Yugi, como ambos acordaron. Ella ahora viste su respectivo uniforme, portando fuera de él su singular listón verde en la cabeza.

—Yotsuba—Cuando la escucha llamarlo, regresa a verla, dejando de pensar en lo anterior para prestarle su atención, saludándola nuevamente.

—Hola de nuevo—Llega frente a él—No te hice esperar mucho, ¿Verdad? Lo lamento, tenía que darme un baño primero.

—No, para nada. Está bien—Modesta, comprendiendo perfectamente. Era lógico que hiciese algo así, ya que estuvo jugando baloncesto y por ende se ensució y sudó bastante, por lo que necesariamente tenía que asear su cuerpo y refrescarse. Ya lo intuía, pues al verla llegar, notó que su cabello ahora luce húmedo, dando a entender que estuvo en las duchas—Bueno, ahora que llegaste, es momento de ir a tu casa. ¿Lista para partir?—Pregunta.

—Seguro. Vamos—Afirma e inicia, caminando hacia la calle a las afueras de la preparatoria. Yugi la sigue del lado izquierdo.

Ambos caminan en silencio por unos momentos, cruzan una calle y caminan por la siguiente cuadra, ya apartados de la preparatoria.

—¿Y cómo te fue ayudando al club de baloncesto?—Yugi inicia una plática para pasar el tiempo.

—Muy bien—Positiva, Yotsuba responde—Mi desempeño fue tan bueno que las chicas del club quedaron admiradas de mí y me elogiaron.

—Suena genial.

—Lo fue. Incluso querían que me uniera de forma oficial.

—Vaya—Honra, fingiendo no saber. Aun así, en verdad está feliz por ella—Debiste trabajar muy duro para recibir todos esos elogios.

—No fue fácil, pero tampoco tuve problemas. Quizá no lo sepas, pero soy muy buena en los deportes.

—¿De verdad? ¿En qué deportes eres buena?

—En todos—Explana con entusiasmo—Sé jugar fútbol, béisbol, baloncesto, voleibol, natación y atletismo.

—Oh… es increíble—Yugi de verdad queda admirado, Yotsuba ha sido muy talentosa, mucho más de lo que imaginó—Debes tener una excelente condición física para ser tan hábil en tantos deportes.

—Así es, aunque no se me nota. Tú mismo puedes ver que no me veo diferente a mis hermanas—Indica, mirando su cuerpo y brazos, demostrando que no es distinto al de las demás quintillizas—Tampoco llevo mucho tiempo jugando, empecé a hacerlo en la secundaria. Inicié primero en el club de atletismo, donde entrenaba bastante hasta ser capaz de correr grandes distancias en segundos. Mi desempeño era tan bueno que llegué a ganar los primeros lugares en los campeonatos escolares. Fue entretenido. Los demás estudiantes me elogiaban mucho, algunos incluso recomendándome los demás clubes, a los que decidí unirme. Por eso es que soy tan buena en todo los deportes.

—Entiendo. De manera que ya llevas varios años entrenando. Es fascinante—Nuevamente, Yugi siente admiración por Yotsuba y por su talento en los deportes. Explicó que jugaba hasta en torneos escolares, cosa que no cualquiera puede hacer, y en varias categorías, algo espectacular. Adicional, parece que a Yotsuba le gusta mucho hacerlo, ya que lo cuenta con mucha energía—Si continúas entrenando a ese ritmo, es posible que de adulta llegues a ser una atleta profesional, compitiendo en los juegos nacionales o hasta en las olimpiadas.

—¿Tú crees? Gracias—Contenta del aliento, Yotsuba gratifica la amabilidad—De verdad me interesa querer competir en las olimpiadas, suena muy divertido. Lo malo es que ahora no puedo entrenar, debo mejorar mis calificaciones—Plantea—Quizá sea increíble en deportes, pero para los estudios… soy todo lo contrario, soy terrible. De hecho, por haberme dedicado a los deportes fue que mis notas decayeron.

—No te sientas mal, no siempre se puede ser bueno en todo—Consuela—Lo importante es que lo reconozcas, y trates de mejorar. Conozco a personas que también pasaron por algo similar a lo tuyo y se recuperaron.

—¿Ah, sí? ¿Cómo quién?

—Veamos…—Piensa en una de esas personas que mencionó—Recuerdas a Tea, ¿Verdad?

—¿Tea? Sí, la recuerdo del festival. Es tu amiga de cabello castaño, bastante bonita y muy unida a la hermana de Uesugi-san.

—Sí, ella misma—Afirma—Ella trabaja en un restaurante como mesera ya que quiere dinero para pagar una escuela de danza en América. De grande, Tea busca ser bailarina profesional.

—Genial, me alegro por ella—La pelinaranja congratula.

—En el pasado, por dedicarse demasiado a su trabajo, sus notas decayeron mucho, al punto de estar en peligro de ir a la escuela de verano en todas las asignaturas. Pero después se recuperó, volviendo a estudiar, equilibrando bien el tiempo para los estudios y su trabajo. Gracias a la ayuda que mis amigos y yo le brindamos, dejó de estar en peligro, y en su lugar se volvió la chica con las mejores calificaciones de la clase en esa época. Fue una labor complicada, pero gracias a la determinación que Tea demostraba, fue posible.

—No me imaginaba a Tea tener un problema así. Estaba mal, pero se recuperó. Es fantástico.

—Y lo mismo podría pasar contigo—Ofrece—Pienso que sí puedes mejorar tus calificaciones. Si dejas que Fuutarou y yo te ayudemos con las tutorías, te resultará más fácil incluso.

—¿Estás seguro que lo lograrán?—Pregunta—No es por desalentar, pero soy algo tonta. Creo que viste que reprobé mi examen de grado pasado. Obtuve cero en un examen de selección múltiple.

—Tienes razón. Aun así, hay que intentarlo, buscar la manera. No hay que rendirse tan fácilmente—Asegura—Cuentas con algunas ventajas. Por ejemplo, ahora que estás en una nueva preparatoria, no tienes compromisos con otros clubes, por lo que podrás dedicarte completamente a los estudios.

—Sí, es cierto—Entiende la razón—No lo había pensado. Como no estoy en ningún club, tengo bastante tiempo. Así que lo usaré todo para mejorar mi promedio y así graduarme.

—Muy bien entonces, esforcémonos para graduarnos.

—¡De acuerdo!—Yotsuba exclama en seguridad, alzando su puño derecho en señal de aliento. Ella y Yugi sonríen para ellos mismos, seguros de sí, prometiendo realizar todo lo posible para llegar a su meta. Será un camino muy largo y difícil, sin embargo, si se ayudan entre sí, lo conseguirán. Eso es un objetivo—Muchas gracias por todo tu apoyo.

—No es nada—Modesta, sonriendo—Somos amigos, es natural que te apoye.

—No, es en serio. Gracias a tus palabras, me motivé bastante—Ella asegura, con verdad—Colaboraré con ustedes para volverme igual de aplicada, así como tú o como Uesugi-san.

—Es un buen ejemplo.

—También lo creo—Comparte el pensamiento—Ya que cada uno de ustedes dos, son un gran ejemplo a seguir—Y ratifica con una sonrisa.

—¿?—La tranquilidad de Yugi se ve interrumpida por un segundo luego de escuchar a Yotsuba considerarlos como ejemplos, deteniéndose un momento—¿Un gran ejemplo a seguir?

Volviéndolo a recordad, recapitula lo que ella dijo en el club de baloncesto, la parte donde los mencionó. Con lo que ella acaba de decir, confirma que ella habló de ambos, de él y de Fuutarou. Finalmente confirmó esa parte de su discurso, y ahora que eso está resuelto, falta lo segundo más importante…

¿De cuál de nosotros estaba hablando?

La cuarta quintilliza ve como ejemplo a uno de los dos chicos. No sólo eso, también lo admira. Esa persona cuenta con ella, la ayuda con sus hermanas en los estudios, no se rinde, esforzándose bastante en su objetivo, para eso contando con la ayuda de su mejor amigo. Por esas circunstancias, Yotsuba quiere asistirlo con mucho ímpetu, deseando no defraudarlo por ser un gran ejemplo a seguir. Entonces… ¿Quién de los dos puede ser esa persona?

Siendo honesto, Yugi está intrigado con esa incógnita, quisiera encontrarle la respuesta ya, ver a quién de los dos admira la quintilliza de cabello naranja. No puede preguntárselo directamente, o ella sabrá que la estuvo escuchando en el club, enojándose o avergonzándose. Quizá lo consiga si la persuade, aunque moralmente siente que es demasiado pronto para averiguarlo. Tratará de hacerlo lo mejor posible para no verse extraño.

—Yotsuba—Yugi la nombra desde donde se detuvo anteriormente. En respuesta, la pelinaranja lo regresa a ver, deteniéndose también.

—¿Sí? ¿Ocurre algo?—Pregunta, conservando su motivación y sonrisa anterior.

—Solo por preguntar, ya que hablamos del tema… ¿A quién de nosotros considerarías como un mejor ejemplo a seguir: a Fuutarou o a mí?

—Ambos son muy buenos. Diría que los dos son un buen ejemplo a seguir—Responde con sencillez.

—No, pero… si tuvieras que elegir a uno solo de nosotros, ¿A quién sería?

—¿Sólo puedo escoger a uno?

—Así es—Contesta—Sólo es por curiosidad que te pregunto, no pasará nada a quién elijas. ¿A quién de nosotros escogerías?—Pregunta nuevamente.

—Hmm…—Ante esa pregunta, Yotsuba medita, pensando a quién elegir, expresando un ligero gesto de concentración, situando el dedo pulgar e índice de la mano izquierda en su barbilla mientras mira el suelo. La pregunta hecha por el asistente de su tutor particular le parece curiosa, aunque no considera que sea algo malo, así que formula su respuesta para decírsela, analizándolo profundamente—Es difícil decidir, ya que como dije, ambos son buenos. Pero… si dices que sólo puedo escoger a uno, en ese caso…—Regresa a ver a Yugi, sonriendo débilmente—Escogería a Uesugi-san—Selecciona.

—Oh…—Escuchando a quién eligió, Yugi se impresiona ligeramente—Y… ¿Puedo preguntar por qué lo elegirías?—Interroga una vez más.

—Es una gran persona—Cuenta—Puede que sea algo tedioso y malhumorado, pero es bastante listo, trabajador y obstinado. Además de que es un estudiante de 100, muy admirable—Añade—Considero que es un mejor ejemplo a seguir.

—… Entiendo—Escuchándola, comprende completamente, asintiendo en señal de confirmación, pensativo.

Por la forma en la que lo dijo, le pareció que Yotsuba no mintió. Respondió lo más honestamente que pudo. Eso está bien. No es que su respuesta fuese la definitiva a la inquietud, ni de forma directa o indirecta. No obstante, Yugi puede darse una ligera idea. ¿Esto quiere decir que Fuutarou es la persona que Yotsuba admira, aquella que quiere ayudarlo, no decepcionarlo, aceptar su colaboración y a sí mismo ofrecerle la suya? Acaba de mencionar varias cualidades de él, impresionada de gran parte de ellas. Entonces quizá sea posible que de él es del que estaba hablando.

¿Entonces será él?—Analiza en su cabeza. En el caso de que sí fuese Fuutarou la persona que Yotsuba admira con aspiración, aún falta responder por qué lo hace. Las cualidades que mencionó sobre él pueden ser parte de su razón, quizá le llamó su interés. También pudo influenciar que sea un estudiante de 100 puntos, y tendría mucho sentido si fuese así, porque ella, al ser una estudiante de 0, ve en él como un superior, un maestro, un veterano… alguien cuyo ejemplo quisiera aprender y seguir para mejorar sus calificaciones. Quizá eso también explicaría por qué ella lo admira si hace poco lo conoció.

Yotsuba vería en Fuutarou un modelo a seguir para aprobar la preparatoria. Tiene la oportunidad de ser guiada por él, ya que al ser su tutor particular, le enseñará todo lo que sabe, también dispuesto a compartir ese conocimiento con sus demás hermanas, a todas las cinco. Por eso quizá lo admira mucho y quiere permanecer con él. Tuvo su inconveniente con lo del club de baloncesto, perdiendo algo de tiempo, pero ahora sí se esforzaría… para él y por él.

—…—Por supuesto, no está confirmado del todo que sea así, Yugi solo piensa en eso como una suposición, una idea pasajera por querer tener una respuesta a lo que la segunda quintilliza menor dijo, nada más.

Toda esta idea llevó a Yugi pensarlo mucho, demasiado, lo suficiente para que su expresión de cuestión sea notada por Yotsuba, que al verlo, se preocupa un poco, creyendo que lo hizo sentir aislado por no haberlo escogido a él.

—Oye, pero no estés decepcionado. Tú también tienes buenas cualidades que te hacen un buen ejemplo a seguir—Le dice para animarlo.

—No me siento mal. Sólo pensaba un poco en lo que dijiste—Declara al escucharla, mirándola con calma—Me anima que veas en Fuutarou un ejemplo a seguir. Tienes razón, él a veces puede ser algo pesado, sin embargo es parte de su personalidad, lo que lo hace la gran persona que es. Te prometo que él y yo nos esforzaremos para que tú y tus hermanas se gradúen de la preparatoria—Finaliza con un determinado asentir de cabeza, prometiendo lo dicho. Yotsuba en reacción lo mira por unos segundos, para posteriormente sonreírle, bastante placentera de la oferta, también asintiendo.

Los dos jóvenes vuelven a caminar, reanudan su trayecto hacia el departamento de las Nakano. Con quince minutos restantes para que sean las cuatro de la tarde, deben acelerar el paso si quieren llegar a las tutorías a tiempo. Yugi entonces tiene una idea que le servirá tanto para ese objetivo como para entretener a la pelinaranja:

—Hey, Yotsuba. ¿Hacemos una carrera?—Al llegar al final de una cuadra y esperar que el semáforo de los peatones se coloque en verde, le propone.

—¿Una carrera?—Llama su atención.

—Sí, una carrera, aquí entre nosotros. El primero que llegue a tu casa, gana—Incita—Sé que eres muy buena en deportes, por lo que no tengo posibilidad de ganarte. Aun así quiero intentarlo. ¿Entonces qué me dices, aceptas?

—Si eso quieres, está bien. Compitamos—Accede a la petición.

Yotsuba y Yugi entonces esperan a que el semáforo peatonal cambie de color, usándolo como señal para comenzar a correr. Se ven entusiasmados de competir contra el otro, y a la vez emocionados.

—El último que llegue le invita al otro un almuerzo en la escuela—Yotsuba condiciona una recompensa en la carrera para que sea más interesante. Aunque no tenga las de ganar, Yugi asiente, también aceptando.

El semáforo está a segundos de pasar de rojo a verde, así que los dos agarran un poco de viada.

—En sus marcas, listos… ¡Fuera!—Y una vez que llegó el momento en el que cambió a verde, exclaman y corren a toda velocidad. Yugi en los primeros segundos toma la delantera, no obstante, Yotsuba lo rebasa con sencillez. Él entonces acelera el paso para alcanzarla, dispuesto a ganarle… pero más que todo, en divertirse con ella.

3:57 pm

[Freír]

Un nuevo día inician para las tutorías, uno fresco al ser el primer día de la semana. En el departamento de las Nakano, un intrigante olor recorre la cocina, el comedor y parte de la sala, un olor a comida.

Alguien está preparando algo de comer, friéndolo con aceite vegetal en un sartén calentado a través de una cocina de inducción de cuatro quemadores, ocupando el que está adelante a la derecha. Esa persona emplea bastante esfuerzo en lo que prepara, y al mismo tiempo disfruta prepararlo. Ya está cerca de terminar, sólo faltando que lo último que preparó se termine de freír. Una vez que siente que su comida ya está lo bastante frita, con una pinza de plástico retira del sartén lo que frio y lo coloca en un tazón de metal mediano en el que hay una capa de papel encerado para que absorba el aceite restante de su comida.

—¿? ¿Qué haces, Miku?—Viendo cómo ella está de un lado a otro utilizando la cocina, Fuutarou, presente en el hotel para su trabajo, pregunta con ligera duda, acercándose a ella, de pie desde el otro lado del mesón.

—Preparo un bocadillo—Responde con neutralidad.

—¿Qué preparas?

—Croquetas.

—Hmm—Entiende—¿Y ya terminaste?

—Ya. Sólo falta que el aceite termine de absorberse—Estipula, terminando de limpiar el mesón—¿Quieres una?—Ofrece.

—¿De verdad? Si no es mucha molestia, sí, me gustaría—Acepta, un poco sorprendido de la amabilidad que Miku le demuestra.

—Bien. Te daré a probar una en cuanto lleguen los demás—Condiciona.

—No han de tardar, ya casi son las cuatro—Mira la hora en su celular de tapa—Por cierto, ¿Ustedes no almuerzan aquí después de clases? Pregunto porque no las he visto cocinar o tener algo preparado para comer.

—Sí sabíamos almorzar aquí. Antes, nosotras preparábamos algo y nos reuníamos a comer. Lo que sucede es que ahora que ustedes vienen, decidimos almorzar afuera.

—¿Y eso como por qué?

—Principalmente porque no nos sentimos cómodas con ustedes aquí, en especial Nino e Itsuki, que no les agradan—Menciona.

—Hmm, de manera que es por eso—Fuutarou comprende—¿Tú también te sientes incómoda con nosotros?

—Antes sí pude haberme sentido insegura con ustedes, pero después de conocerlos mejor, no mucho.

—Bueno, eso es reconfortante—Alivia, contento de ya no ser un problema para la quintilliza del medio—¿Y qué me dices en el caso de Yotsuba y de Miku?

—No hablo por ellas. Sin embargo, por lo que he visto, también dejaron de serles un problema.

—Qué alivio—Relaja, un poco más contento que antes.

[Abrir]

Fuutarou y Miku dejan de hablar cuando su atención se dirige al pasillo de la sala hacia la puerta, escuchando que ésta acaba de abrirse rápido, y sienten cómo dos personas entran.

—¡Gané!—Desde allá escuchan la voz de Yotsuba, celebrando. Su identidad es confirmada segundos después, ingresando a la sala—Ah, hola Miku y Uesugi-san—Muy energética, saluda al alcanzarlos a ver juntos en la cocina.

—Hola Yotsuba.

—Hola—Los dos saludan.

—Uff, uff…. *Jadeo*—Detrás de ella llega alguien también, y a diferencia de ella, muy cansado, apenas manteniéndose de pie.

—Yugi—Fuutarou reacciona con sorpresa al verlo en ese estado. Por precaución, va hacia él para ayudarlo si lo necesita.

—Fuu-tarou—Acuclillado, mirándolo con el ojo izquierdo porque está muy fatigado para abrir ambos, dice su nombre como manera de saludarlo.

—¿Qué te pasó?

—Ejeje… perdí—Contesta, tomándoselo con gracia.

—¿Perdiste?

—Sí. No fui rival para Yotsuba.

—¿Eh?—Queda confundido, no entendiéndolo.

.

Como era de esperarse, la cuarta quintilliza ganó, y por mucho. De hecho, le resultó tan fácil que, a pesar de que corrió una larga distancia en muy poco tiempo, no se cansó. Está igual de fresca que una col recién cosechada, ni siquiera sudó. Si le dijesen que la carrera es de ida y vuelta, hubiera vuelto al lugar donde empezó, sin quejarse. Se la ve con energía de sobra. Mientras que por otra parte, Yugi casi se desmaya por la falta de aire. Tratar de seguirle el ritmo a Yotsuba fue un gran error de su parte, ella corría tan rápido que si él se detenía por un segundo, la perdía de vista (y no, no es una exageración), sin embargo trató de alcanzarla como parte de la competencia. Por eso mismo llegó en ese estado: exhausto, débil, con la cara un tanto brillosa del sudor y colorada del esfuerzo empleado. Es una lástima que no pudo ganar pese a todo su esfuerzo.

Después de esperar un momento a que Yugi recobre el aire, todos están reunidos en la cocina, conversando. Yotsuba y Yugi les contaron a Fuutarou y a Miku de la carrera que tuvieron entre ambos para llegar hasta aquí.

—Hmm, de manera que eso ocurrió—Ahora entendiéndolo, Fuutarou comenta.

—Fui rápido, pero Yotsuba lo fue mucho más—Yugi declara después de beber un vaso con agua para hidratarse.

—Sí. Desde antes, Yotsuba ha sido muy veloz. Cualquiera que compitiera con ella en correr, quedaba en un estado similar al tuyo—Alega la quintilliza del medio mientras retira sus bocadillos del tazón con el papel encerado y los sitúa en una bandeja metálica.

—No creo dejarlos así a todos—Sonriendo con pena, la mencionada discierne ese hecho—Pero sí, soy muy rápida—Asegura sobre sí misma—Bueno, Yugi, como gané la carrera, me invitarás un almuerzo un día de estos—Mira al pelopincho, recordándole lo que acordaron.

—Por supuesto, lo haré—Promete sin problemas.

—Bien, bien. Ahora que estamos la mayoría, iniciemos con las tutorías—Levantándose del asiento del mesón donde estaba para conversar con el resto, propone, luego de que todo está esclarecido—Hasta que Ichika llegue, podemos ver algunos temas—Formula.

—Oh, ya que mencionaste a Ichika, tengo que decirte algo sobre ella—Yugi comenta—Me encontré con ella después de clases, me dijo que hoy no asistirá. Tiene que hablar con el estudio donde trabaja para pedir permiso para faltar y así asistir más seguido.

—¿Eso te dijo? Bueno, en ese caso, hoy no la tomaremos en cuenta—Comprende—Tampoco contaremos con Itsuki y Nino, no quieren estudiar con nosotros, se encerraron en sus habitaciones. Aun así estará bien si estamos nosotros cuatro. Entonces empecemos.

—Sí.

—Muy bien—Yugi y Yotsuba consientan su participación.

—De acuerdo—Miku también colaborará—Pero antes, ¿No quieren probar lo que preparé?—Pregunta, extendiendo hacia los demás la bandeja donde está los bocadillos que hizo.

—¿?

—¿En serio? ¿Qué cocinaste?—Escuchándola, Yugi queda intrigado, mientras que Yotsuba mira la bandeja y pregunta.

—Croquetas, rellenas de queso.

La croqueta es un platillo conformado por una capa de masa gruesa y crujiente de color dorado, con un relleno interno de ingredientes a elección, y frita en abundante aceite. Generalmente son saladas, tienen forma ovalada y se sirven calientes como entremés o guarnición, aunque también hay algunas que sirven como dulces y se sirven como postre. No es un platillo tradicional en la comunidad nipona, pero se los puede preparar, Miku es un buen ejemplo. Preparó varias, usando todo su conocimiento, habilidad y esfuerzo. Claro que… al faltarle mucha habilidad, las croquetas tienen una que otra imperfección, a penas visible…

—¿No son piedras?—Dudosa de mirar el aspecto de las croquetas de Miku al verse completamente diferentes a las tradicionales que conoce, la cuarta quintilliza pregunta.

Pues sí, similar al caso del omurice, el platillo de Miku no se ve bien. Sí lucen como croquetas, conservan la forma ovalada característica. Lo que tienen su aspecto que hace que los demás arqueen una ceja, es su color. En lugar de ser doradas, son negras, como el hollín. Su cubierta fue completamente quemada por el aceite hirviendo. Verlas así, uno a simple vista pensara que son rocas, o trozos de carbón, obsidiana, o algún mineral de color negro, para nada comestibles.

—Quizá las freí demasiado, pero sé que saben bien—Miku es consciente de que sus croquetas no se ven apetitosas por estar quemadas, no obstante, está confiada de que su sabor es placentero para el paladar humano. Mirando tanto a Miku como a sus croquetas, Yotsuba, Fuutarou y Yugi no están seguros en si darle la razón o no, la apariencia no mismo los convence mucho—Pruébenlas—La quintilliza del medio brinda a los tres, acercando hacia ellos la bandeja con las tres croquetas que preparó.

—Está bien—Su hermana acepta, con algunas dudas. Toma una de las croquetas con un par de palillos.

—Gracias.

—Muchas gracias—Seguido de ella, Fuutarou y Yugi también toman una, con la mano.

—¿Alguien quiere salsa?—Miku ofrece.

—Me gustaría un poco—Yugi le pide. Ella entonces le entrega una botella de plástico con salsa de tomate.

Una vez que Yotsuba, Fuutarou y Yugi están listos para comer, los tres, al mismo tiempo, le dan un mordisco a sus croquetas, degustándolas y analizando su sabor.

—Vaya, sí son croquetas—Yotsuba queda admirada cuando probó la suya y gustó que sí era una croqueta, y no un mineral.

—¿Qué les parecen?—Sintiéndose nerviosa, Miku les pregunta la opinión de su platillo.

—Hmm, pues… están muy buenas—Fuutarou es el primero en comentar.

—¿Eh? ¿Qué pasa, no la probaste bien?—Oyéndolo, Yotsuba lo cuestiona con extrañeza—No están buenas—Alega en cambio.

—Qué quisquillosa eres con la comida, Yotsuba, si saben bien.

—No soy quisquillosa, lo digo porque en serio no saben bien, ¿O es que no estamos probando las mismas croquetas?

—Claro que sí, ¿No estás viendo? Por eso digo que saben bien.

—No, no lo están. ¿Qué no tienes sentido del gusto?

—¿Y tú no un poco de humildad?—Fuutarou y Yotsuba empiezan a discutir, criticándose. Ambos tienen buenas posturas: Fuutarou considera que cualquier cosa que le dan está bien, en el caso de la comida no importando el sabor, siempre que sea comestible, sana y que tenga valor nutricional. Y Yotsuba estima que es importante ser objetivo, en el caso de la comida expresar el sabor de lo degustado para indicarle a quien lo hizo si sabe rico.

Al momento de cada quien proveer su ideología, genera un conflicto, una discusión entre los dos jóvenes, bastante intensa que dejan de tomar en cuenta a los demás. Miku está a la espera de sus opiniones, sin embargo al ver que discuten, coloca una expresión angustiada.

Pero… ¿Saben bien, o no?—Pregunta, también confundida, sin saber por parte de ellos si lo que preparó mismo sabe bien o mal.

Llegada a este punto, su última esperanza es Yugi, quien le falta dar su opinión. En realidad es la opinión que más espera al ser una persona sincera y que ahora admira.

—¿Qué me dices, Yugi?—Le pregunta directamente.

—Mmm…—Para articular su respuesta, primero ingiere parte de la croqueta que tiene en la boca. Una vez que lo hace, la regresa a ver—Está demasiado dura, casi no la puedo masticar—Empieza describiendo—La cubierta quemada opaca mucho el sabor del relleno, no es posible disfrutarlo si se prueban ambos al mismo tiempo. En cuanto al relleno de queso, está chicloso, te faltó cocinarlo mas tiempo.

—…—La respuesta de Yugi fue honesta y directa, quizá demasiada, porque hace sentir mal a Miku. Escuchar de él que sus croquetas son malas, enumerando cada fallo, la decepciona. Las hizo con tanto esfuerzo para que al final su creación no sea gustosa—¿Entonces no están buenas?

—Bueno… no del todo—Añade—Aunque esté dura y quemada, la cobertura sabe bien. Y probando el relleno de queso aparte e ignorando su textura chiclosa, también está bueno, el punto de sal está perfecto. Lo que trato de decir es que tus croquetas están bien, pero pueden ser mejor.

—Lo entiendo—Asiente, tomando en cuenta todo—Para la próxima trataré de hacerlo bien—Acuerda—Si no te molesta, quisiera que me ayudaras a probar. Tu opinión es muy detallada, me servirá de mucho para mejorar.

—Si eso piensas, claro, te ayudaré lo mejor que pueda—Acepta, bastante dispuesto.

Acordando, Miku va a las despensas a lado de la cocina y saca de allí varios ingredientes, como harina, queso, huevos, leche y maicena. Deja todo eso en el mesón y después toma de la cocina algunos utensilios de cocina

—¿Eh, ehh? ¿Lo vas a hacer ahora?—Yugi le pregunta, sorprendido cuando la ve prepararse para cocinar. Ella asiente nuevamente en respuesta—Pero ahora mismo tenemos las tutorías, ¿No?

—Solo será por un momento, aprovechando que sobraron algunos ingredientes. Prepararé algunas croquetas más hasta que Yotsuba y Fuutarou terminen de discutir—Alega.

—¿No te demorarás?

—Ya tengo todo listo, no te preocupes.

—Está bien—Cede, aún dudoso. No cuestionando más, está a la espera de que Miku haga sus croquetas para ayudarla a degustarlas y decirle si saben mejor o no. Sentado al otro lado del mesón, la observa delante suyo, mezclando los ingredientes que trajo en un tazón. Entre tanto, él termina de comer su croqueta, degustándola con un poco de salsa de tomate. Mientras come, observa cómo ella en verdad se dispuso a preparar más croquetas. Verla por unos segundos mezclar y mezclar los ingredientes, le intriga, porque nota que emplea bastante concentración y esfuerzo en su labor, tratando de que salga bien a pesar de que carece de habilidad.

—¿Te gusta cocinar?—Pregunta por curiosidad ante su observación.

—… Me interesa—Declara, antes deteniéndose un par de segundos para pensar—Comúnmente no suelo cocinar, de eso se encargan mis hermanas, mayormente Nino—Menciona—Ella es la que mejor cocina, suele preparar la comida para todas, tiene buena sazón. Tú probaste uno de sus platos, ¿No? Sabes a lo que me refiero.

—Es cierto—Afirma, recordando aquel día donde Miku y Nino compitieron, donde él comió un pancake hecho por la segunda que supo muy delicioso. Entiende de lo que habla.

—No me importaba mucho saber cocinar, ni siquiera para alimentarme a mí misma. Si quería algo de comer, simplemente iba afuera a algún restaurante, o compraba algo en una tienda. Ese era mi pensamiento, hasta ese día en el que competí contra Nino.

—¿Qué ocurrió?

—Primero… yo para nada esperaba enfrentarme a ella en una competencia de comida. Sabía que en algo así no tenía posibilidades de ganar porque no sabía cocinar, y ella sí, y era toda una experta. ¿Cómo podría vencerla si existía una enorme diferencia en nuestras habilidades? En el primer momento, no quería aceptar su desafío, pero por querer defender mi honor, accedí. Entonces ahí tú probaste mi comida, una comida a la que por primera vez dediqué mucho esfuerzo para tratar de igualar a la de Nino. Siendo honesta, no estaba convencida de que lo que hice al menos fuese comestible, pero dijiste que supo delicioso—Recuerda, con bastante aprecio—Entonces pensé en… aprender a cocinar, para también hacer comida deliciosa, para mí, para mis hermanas, para mi familia, para mis amigos y para aquellas personas especiales para mí. Quiero que queden fascinados con lo que prepare.

—Es maravilloso—Escuchando todo su pensamiento, Yugi queda admirado, deslumbrado y contento por ella—Es un buen objetivo. Si practicas constantemente con esa dedicación, algún día aprenderás a cocinar bien, lo presiento. Es posible que, hasta ese momento, tardes mucho tiempo, algunas recetas no podrás realizarlas al primer intento. Pero no te preocupes, es normal que suceda. Sólo no te des por vencida. En este momento estás en el primer escalón.

—Gracias, te lo agradezco—Feliz de sí y del apoyo que recibe, retribuye—[Suspiro] Listo, ya terminé—Informa, presentándole a Yugi unas nuevas croquetas.

Como parte de su pasión, Miku ha puesto en práctica lo aprendido, volviendo a preparar croquetas. Mientras hablaba, preparó una masa con la harina, queso y el resto de ingredientes, condimentándola además con sal, pimienta, nuez en polvo y aceite de oliva. Cuando la masa ya estaba bien mezclada, formó con ella tres grandes trozos ovalados, que después frio con bastante aceite en la sartén. Cuando sintió que estaban listas, se las dio a Yugi para que las pruebe.

—¿Qué te parecen?—Miku pregunta por la apariencia.

—Pues…—Yugi piensa qué responder, vacilante, ya que, comparando las nuevas croquetas con las anteriores, no cambió nada.

Estas nuevas croquetas también fueron fritas demasiado tiempo, al punto de también ser negras en su superficie. Pensaba que en esta ocasión Miku corregiría ese fallo, que es el mas notorio, pero no lo hizo. Bueno, no pasa nada pero, aun le falta práctica, la superficie de las croquetas puede ser pasable. Más bien, lo importante en ellas es su sabor, ver si saben mejor que las anteriores.

Entonces Yugi, no respondiendo la pregunta, toma mejor una croqueta y le da un mordisco para probarla. Toma su tiempo para analizar su sabor.

—Hmm… siguen duras—Comenta mientras mastica. Ingiere—El sabor a quemado sigue sobreponiéndose ante el queso. Y el relleno está un poco grasoso, creo que le pusiste demasiado aceite—Termina de analizar—Fuera de eso, está bien.

—…—Casi como la anterior vez, Miku toma en cuenta cada detalle que Yugi le dice, recordando para no volverlo a hacer. En esta ocasión no se entristece, sino mas bien, se incordia, ganando determinación para volverlo a intentar—Bien, lo entiendo. Empezaré de nuevo entonces—Anuncia, volviendo a colocar harina, queso, huevos, leche y maicena en un tazón.

—¿¡Eh!? ¿¡V-vas a hacer más, ahora!?—Atónito, pregunta.

—Así es—Determinada, asiente—Dije que aprendería a cocinar, y eso haré.

—P-p-pero…

—Seguiré preparando croquetas hasta que sepan perfectas—Dictamina, mezclando intensamente los ingredientes en el tazón hasta generar una nueva masa, partirla en varios trozos ovalados y freírlos con aceite, creando nuevas croquetas en tiempo record. Dicho sea de paso, estas nuevas croquetas también se ven igual de quemadas que las anteriores—Come—Ordena a quien se ofreció en ayudarla a degustar.

Divisando otro grupo de croquetas, Yugi piensa en negativo. Como es él quien las comerá y no se detendrá hasta que sepan mejor bajo el estándar de Miku, está muy preocupado de cómo vaya a concluir esto. Este primer escalón resultó ser muy difícil de superar… y él será el más perjudicado.

4:52 pm

—Eres molestosa.

—Y tú un pesado.

Casi una hora transcurrió y Fuutarou y Yotsuba siguen discutiendo, ahora agraviándose al ya no ocurrírseles más argumentos de sus ideales. Ninguno de ellos desiste, quieren que el otro admita que cometió un error al momento de degustar. Están tan decididos a eso que olvidaron por completo el tiempo, la razón por la que están presentes aquí y a quienes los rodean.

—No me importa ser un pesado, ni me ofende. No es la primera vez que me lo dicen, ni tampoco será la ultima—Fuutarou declara—Mejor dejémoslo hasta aquí. Por estar discutiendo, perdimos mucho tiempo. Hay que estudiar—Ordena—Yotsuba, Miku, vamos a la sala—Convoca a sus estudiantes—Yugi, mientras tanto ayúdame con… ¡!—Planteó llamar también a su mejor amigo, regresando a mirarlo, y cuando lo hizo, lo ve… casi muerto.

Permaneciendo sentado, apoyando la cabeza en el mesón, Yugi tiene las cuencas de sus ojos blancas, medio inconsciente, y con sangre y espuma en la boca, aunque en realidad se trata de salsa de tomate y queso derretido. Al frente de él está Miku con expresión confundida y preocupante, sosteniendo en sus manos una bandeja con un montón de croquetas quemadas que ella hizo. A lado de Yugi también hay un par de croquetas del mismo tipo, una de ellas mordida.

—¡Yugi, Yugi!—Aterrado, su mejor amigo trata de ayudarlo, acercándose a él y sosteniéndolo para verlo fijamente. Habla con él para comprobar si está vivo—¿Qué te pasó, estás bien? ¿Puedes escucharme? Dime algo.

—Uh… uh… cof, cof…—Por fortuna, el pelopincho demuestra señales de vida, tosiendo—F… f… F-fuu… tarou—Logra hablar, entrecortado—Y-yo… yo…

—¿Sí, sí?—Escucha atentamente. Costándole todas sus fuerzas, Yugi declara… tomándoselo bien:

—Perdí otra vez—Terminando su argumento, se desmaya. Fuutarou no tiene mas opción que mirarlo angustiado… y extrañado.

—¡Yugiii!—Cómicamente preocupada, Yotsuba grita.

.

—¿Cómo estás del estómago?

—Duele—Recostado, Yugi pesadamente responde la interrogante de Fuutarou, quien permanece a su lado por si necesita ayuda.

—Resiste, por favor. Miku ya fue a comprarte una medicina—Cerca, Yotsuba le pide, informando.

De manera que durante esa hora mientras Fuutarou y Yotsuba discutían, Yugi ayudaba a Miku a probar sus croquetas, juzgando su sabor. Ella estaba tan obstinada en preparar croquetas perfectas el día de hoy que las hizo en cantidad. Cada vez que Yugi terminase de comer una croqueta y dijera su sabor, ella al instante preparaba un nuevo grupo, y así seguiría hasta que tuviese una reseña aprobatoria. El problema surgió justo por ese motivo: como no sabe cocinar, el camino a la perfección era demasiado lento y complejo, teniendo que experimentar una, y otra, y otra vez, terminando por preparar muchísimas croquetas, que Yugi, al intentar comer todas, le produjo una severa llenura, y posteriormente una indigestión, colapsando.

En un pequeño espacio despejado que hay entre la sala y el balcón del departamento, Fuutarou, Miku y Yotsuba situaron a Yugi ahí para que repose en el suelo, acostándolo en una sábana amarilla. Ahí él podría descansar hasta que su malestar pase. Además, después de ayudar a reposar a Yugi, Miku, responsable de lo sucedido, salió afuera a toda prisa a comprar una medicina que sirva contra la indigestión.

Varios minutos pasaron, en los que Yugi permaneció en el suelo sin moverse, ni siquiera un poco. Está en posición firme, con las piernas juntas, los brazos apegados a su cuerpo, la espalda recta y la mirada hacia el techo. Quedarse quieto ahí lo ayuda a no sentir tanto dolor en el estómago. Eso no quiere decir que no podía moverse completamente, sí puede, aunque movimientos poco bruscos, como doblar las rodillas, extender los brazos y menear la cabeza a los lados. Lo importante es que no mueva su torso. Mentalmente está bien, así que puede permitirse hablar, comunicándose con quienes están con él.

—No pensé que me daría de comer hasta reventar—Dice para sí, escuchado por todos.

Fue muy amable en ayudar a Miku en aprender a cocinar, probando su comida para informarle en qué debe mejorar. Luego de escuchar su misión, como amigos, quiso ayudarla en ello. No esperaba que ella fuese a dedicarle demasiado esfuerzo, cocinando tan rápido como lo haría una fábrica. El sabor de las croquetas no fue lo que lo dejó en ese estado, sino la enorme cantidad que ingirió. Miku preparaba las croquetas en grupos de tres, cada una del tamaño de la palma de una mano adulta, y las servía tan rápido como las terminaba de freír para hacer más después de que Yugi probara una y dijera qué le pareció. Podría decirse que ella preparaba croquetas más rápido que lo que él las comía. Y así fue transcurriendo, una y otra vez, hasta que el estómago de Yugi estaba tan lleno que no pudo más, causando su fuerte indigestión.

—Se suponía que hoy debía ser un día de estudios más. Qué inesperado suceso—Fuutarou continúa demostrando preocupación por la salud de su amigo de la infancia, sin embargo, no evita sentirse un poco frustrado de que las tutorías se posterguen nuevamente.

—Lo siento—Siendo lo menos que puede hacer por el momento, Yugi le ofrece una disculpa.

—No pasa nada, no es tu culpa—Corresponde—Toda la culpa la tiene Yotsuba—Acusa.

—¿Qué? ¿Y por qué yo?—Ofendida, reclama.

—¡No dejabas de quejarte!—Exclama—A mí sí me gustaban las croquetas de Miku, ¿Qué te costaba decirle lo mismo?

—No podía decirle eso, no mismo me gustaba su aspecto. Y aunque lo hubiese intentado, Miku lo iba a notar, no sabía qué decirle. Soy muy mala mintiendo—Explica.

—¿Por qué no le dijiste entonces que te gustaba su sabor en lugar de su apariencia? Eso hubiera servido—Sugiere.

—¿? ¿Que me gustaba su sabor?—Sorprendida de ese argumento, Yotsuba queda deslumbrada. Es un buen comentario que puede usar para el arte de la mentira, simple pero efectivo. Las puntas de su listón se vuelven más rectas como adición a su maravilla—Es cierto, era una buena idea. Lo recordaré—Asegura, verdaderamente tomándolo en cuenta para alguna futura ocasión—De verdad resultaste ser un buen tutor, Uesugi-san—Elogia

—¿De verdad? Gracias… ¡Oye, no! ¡Eso no es lo que vine a enseñar!—Vocifera, molesto, si se supone que está aquí para enseñar temas académicos, no para persuadir. Su reacción provoca que Yugi carcajee, no mucho, porque resultó que reír también le hace doler el estómago.

—Ay…—Queja con un ligero gesto de dolor, cerrando los ojos.

La discusión finaliza llegados a ese punto, no porque ya no hay más argumentos, sino porque dos personas aparecen cerca de ellos.

—¿Qué pasa?—Pregunta una de las personas.

Desde donde está, porque no es como si tuviera otra opción, Yugi abre los ojos y mira a quienes vinieron: se trata de Itsuki, la menor de las quintillizas, vistiendo un suéter de color semejante al de la avena y una falda larga naranja con un patrón de rombos rojos. Y cerca de ella está Nino, en cambio llevando una camisa rosa opaca con ligeras rayas verticales negras, con una falda mediana color café oscura y pantimedias verdes oscuro.

—¿Viniste a tomar una siesta? ¿O es que acaso alguien se me adelantó y te drogó?—Después de que Itsuki preguntara, Nino hace lo mismo. Ambas lo ven con muy poco interés, por la duda de por qué el pelopincho está acostado.

—Hum… no. Nada de eso—Responde a las preguntas, indiferente… e incierto con la segunda pregunta de la pelirrosa—Sólo me siento un poco mal—Añade para contextualizar.

—Eso me da igual—La segunda mayor ya no demuestra interés, pasando a un lado de él—Ven, Itsuki. Vámonos antes de que se acabe la hora del almuerzo—Indica. Itsuki aprueba, también pasando a un lado de Yugi para acompañar a su segunda hermana mayor e irse del departamento.

—Oigan, no, esperen. Las tutorías—Antes de alejarse de ellos, Fuutarou las llama.

—¿? ¿Escuchaste algo, Itsuki?

—No, nada. Debió ser tu imaginación.

—Sí, es posible. A veces dejo que mi imaginación altere mi alrededor.

Claramente desapegada a ellos, Nino finge no escuchar, menospreciante como acostumbra ser con él y Yugi. E Itsuki también aplica ese comportamiento, siguiéndole el juego a su hermana, ignorando.

—Oigan…—Fuutarou otra vez vuelve a llamarlas, pero ellas dejaron de escucharlo—¡Rayos!—Ahora molesto, incordia en su cabeza.

—¿Qué haremos? Tenemos que hacer que se queden—Yugi pregunta, primero mirando a Nino y a Itsuki alejarse, y luego mirando a su mejor amigo, preocupado.

—Hmm, déjame pensar, déjame pensar…—Tenso, trata de buscar la manera, meditando en su mente—… Ugh, maldición—Pero no tiene nada.

Si Nino e Itsuki vuelven a irse, una vez más perderán las tutorías. Es necesario que se queden a estudiar, aunque sea un poco, para que algo mismo aprendan y lo usen para aprobar el año. Es consciente de que lo odian, y para nada colaborarán con él, eso quedó muy claro en los primeros días. Sin embargo, como parte de su trabajo, debe hacerlas cambiar en razón.

Fuutarou nuevamente piensa en una forma de que ellas se queden. No tiene nada que le sea útil, el problema es muy complejo, y las circunstancias actuales no son nada favorables. Él no puede insistirles que se queden, y Yugi tampoco, porque también lo odian y ahora mismo está enfermo. Quizá puedan detenerlas si un tercero los ayuda, pero tendría que ser alguien adepta a ellas… a una de sus demás hermanas, quizá. En ese caso, sólo hay una persona que puede ayudarlos.

—¡Yotsuba!—Teniendo una ligera idea, Fuutarou llama a la pelinaranja.

—¿Sí? ¿Qué ocurre?—Atenta, le pregunta.

—Queremos que Nino e Itsuki se queden a estudiar. Detenlas—Pide.

—¿Uh, detenerlas?—Vuelve a preguntar, ahora intranquila—¿Pero cómo hago eso?

—No lo sé. Pero queremos que lo hagas.

—A ti sí te escucharán, eres la única que puede hacerlo—Yugi también pide—Ayúdanos, por favor.

—Si es necesario, miente, pero detenlas—Fuutarou también suplica.

—…—La quintilliza del listón duda, no teniendo idea de cómo realizar esa labor.

Que ambos chicos le pidan que les ayude con éste problema es hasta un poco abusivo de su parte. Encontrar la solución a la problemática es lioso, y más si no tiene idea de cómo empezar. Sin embargo ver a los dos chicos depositar sus esperanzas en ella, hace que lo considere bastante. Mira que en verdad cuentan con ella para la labor, que es la única capaz de lograr lo que ellos, por más esfuerzo que hagan, ellos no pueden. No quisiera defraudarlos si ese es el caso, acudirá a sus llamados, y hará lo mejor que puede.

—Muy bien—Acepta, muy valerosa. Ayudará a los chicos a que Nino e Itsuki se queden para estudiar. ¿Cómo? Sigue sin saber. Pensando rápido, se le ocurre utilizar lo sugerido por Fuutarou: mentir.

Enardecida, la cuarta quintilliza camina hacia sus desobedientes hermanas.

—¡Chicas, esperen!—Entonces Yotsuba lleva a cabo su labor, deteniendo con sus palabras a sus dos hermanas antes de que vayan al pasillo hacia la puerta exterior del departamento. Ellas, que hablaban sobre a dónde ir a almorzar, la regresan a ver—No se vayan. Necesitamos su ayuda.

—¿Nuestra ayuda?—Itsuki es la encargada de preguntar. Antes de proseguir, Yotsuba señala a ambos chicos con el dedo índice de su mano izquierda, específicamente a Yugi.

—Como acaban ven, Yugi está enfermo, se siente mal.

—Sí, creo que lo escuché decir algo similar. ¿Y?—La segunda mayor pregunta, desinteresada.

—Debemos cuidar de él—Solicita.

—¿Uh? ¿"Cuidar" dices?—Expresa fastidio, no a gusta de la idea, ni ella ni Itsuki. Ambas miran con molestia la petición.

Yotsuba…—Escuchando lo que habla, Yugi está preocupado por cómo la quintilliza auxiliante está llevando la situación. Fuutarou también siente lo mismo. Mirando las reacciones de la pelirroja y la pelirrosa, el intento de detenerlas parece está fracasando. No es posible que alguno de ellos haga algo, no en su estado actual, por lo que dejan que Yotsuba continúe, aunque la esté pasando mal, pero no puede ponerse peor, ¿Verdad?

—Sí, cuidar. Necesita toda la atención posible, de verdad se siente muy, muy mal—Señala.

—Si se siente muy mal como dices, entonces que vaya al hospital—Itsuki apela.

—¡N-no, no puede!—Yotsuba rechaza la idea nerviosamente, alzando la voz demasiado—E-es que… Yugi no puede irse, tiene que permanecer quieto, ya que si se mueve de donde está… ¡Morirá!—Advierte.

¿¡Qué!?—Antes de que la pareja de hermanas reaccionara, la pareja de chicos lo hacen primero, pasmados—¿Si me muevo, Moriré?

¿Qué clase de enfermedad es esa?—Yugi y Fuutarou preguntan, uno confundido y el otro crédulo—Yotsuba… tenías razón: eres mala mintiendo—Piensa luego de que ella disimuladamente voltease hacia ellos con cara tensa y ojos nerviosos para guiñarles el ojo izquierdo.

—¿De qué hablas?—La menor de ellas pregunta, inquieta de ese comentario alarmante—¿Qué quieres decir con que Yugi morirá?

—Da el caso de que Yugi padece una enfermedad desconocida muy peligrosa, que puede matarlo si se mueve—Explica, tratando de no sonar nerviosa para verse creíble y seria—En ocasiones, esa enfermedad aparece y recorre su cuerpo, y cada vez que Yugi haga algún movimiento, la enfermedad dañará sus órganos hasta matarlo. La única cura que puede detener esa enfermedad es que él permanezca inmóvil hasta que desaparezca—Asegura.

—¿Uh? Qué ridiculez, es lo más loco que he escuchado. No existe una enfermedad así—Por el contrario, Nino no está nada convencida, y después de lo explicado, mucho menos—De seguro dices eso para ayudarlos a que nos quedemos.

—N-no. Estoy diciendo la verdad—La pelinaranja insiste—Yugi está en grave peligro.

Paradójicamente, Yotsuba es tan buena mintiendo como Miku cocinando. Apenas inició y sus hermanas ya dudan demasiado. La tarea de hacerlas quedar en el departamento fue demasiado para ella, en especial si lo intenta mintiendo. Sin la inteligencia y la persuasión necesaria, sólo dice cosas por decir, sin credibilidad. (Pero que no haya quejas, ella desde antes anticipó que es muy mala mintiendo). No obstante, los chicos no pueden enojarse, ella les está haciendo un favor en ayudarlos, intentando todo lo que puede. Es más, ella hace más que los dos juntos. Así que en vez de decepcionarse, es mejor que busquen la forma de asistir.

—Si Yotsuba sigue mintiendo así de mal, Nino e Itsuki terminarán por enojarse y se irán—Hablando en voz baja, Yugi plantea.

—Llegados a este punto, no tenemos más opción que ayudarla—Fuutarou propone—Habrá que seguirle la corriente, Yugi: tienes que fingir tener una enfermedad mortal—Indica.

—¿Una enfermedad mortal? Bueno, tienes razón, hay que apoyar a Yotsuba—Accede—Entonces lo intentaré, ¿Pero cómo lo hago, cómo puedo fingir una enfermedad así?

—Hmm…—Fuutarou medita una vez más. Para fingir que Yugi está en grave peligro, tienen que realizar algo convincente en relación a una enfermedad peligrosa. El dolor de estómago de Yugi es real, pero no es convincente para que parezca causar la muerte por movimiento. Quizá tengan mejor oportunidad si finge otro síntoma, como una tos, un estornudo o dolor de garganta, que deben exagerar bastante para que suene peligroso.

Pensando y pensando, Fuutarou mira de reojo a sus alrededores, buscando algo que le dé una idea de cómo Yugi pueda fingir estar al borde del descanso eterno.

—¿?—Muy cerca de donde están, en el suelo, encuentra un objeto.

—Ya deja de mentir, Yotsuba. Tu plan no funciona—Convencida de sí, Nino ya no le presta atención—No le hagas caso, Itsuki. Salgamos de aquí—Llama a su tercera hermana menor. Itsuki por un momento sí se preocupó un poco de lo de la enfermedad, pero haciéndole caso a su hermana de cabello rosa oscuro, piensa que ella tiene razón: una enfermedad que mate por moverse es absurdo.

—Ya voy—Entonces también deja de prestar atención. Ambas hermanas planean retirarse, hasta que…

—¡Cof, cof!

—¿¡Qué estás haciendo!? ¡No te muevas!—Su partida se ve interrumpida cuando escuchan a Yugi y a Fuutarou discutir. Ellas, en reacción de reflejo, los regresan a ver.

Yugi está tratando de sentarse, no consiguiéndolo por completo. Con una mano se apoya en el suelo mientras que con la otra cubre su nariz y boca, conteniendo su tos. Cerca, preocupado y molesto, Fuutarou trata de detenerlo.

—Vuelve a acostarte, hombre—El segundo ordena.

—No puedo quedarme acostado. Tengo que ayudarte con las tutorías—El pelopincho declara, débil y adolorido, pero dispuesto.

—¡Olvídate de eso! ¿No estás viendo? Otra vez de dio esa enfermedad. Tienes que quedarte quieto—Vuelve a reclamar, rechazándolo—Mira, por moverte comenzaste a toser sangre—Señala, tomándole la muñeca de la mano que usa para contener su tos y mostrándole que en la palma hay un líquido rojo que salió por su boca al toser.

Nino e Itsuki miran la interacción de ambos, sorprendiéndose para mal, en especial Itsuki. Como dijeron, Yugi, por moverse, comenzó a escupir sangre, se la puede ver en un charco en la palma de su mano y en su boca en forma de hilo hacia el mentón. Las reacciones de ellos son muy serias, preocupadas, dando a entender que todo lo que dijo su hermana de cabello naranja es completamente cierto: Yugi está en peligro.

—¡Yugi!—Preocupada, Itsuki va hacia los dos chicos con intención de ayudar, arrodillándose y sosteniendo al enfermo—Vuelve a acostarte—Ordena, junto a Fuutarou volviendo a reposar a Yugi en el suelo.

—Pero estoy bien…

—No, no lo estás. Acabas de escupir sangre. No te levantes—Explana.

Confabulando para transformar la mentira en verdad, Yugi y Fuutarou actúan de manera convincente. Justamente Yugi finge tener una enfermedad mortal, mostrándose débil, adolorido y cansado, además de una psicología de negación y necedad que da más credibilidad a su comportamiento de enfermo. Fuutarou hace lo suyo, asistiendo a Yugi tanto para cuidarlo como para que su falsa enfermedad sea creíble. Hace un instante se le ocurrió lo de toser sangre, para eso usando una botella de salsa de tomate que estaba cerca de ellos, que fue dejada allí después de que se acostara por primera vez a Yugi. Es más, es la misma botella de salsa que el pelopincho tenía para comer las croquetas. Luego de echarle a su amigo un poco de salsa en la mano y otro poco en la boca, manda la botella de salsa lejos para que no sea vista y su mentira descubierta, deslizándola por el suelo.

Consiguieron un buen acierto convenciendo a Itsuki, acercándose a ellos con intención de ayudarlos. En Nino fue poco efectivo, ya que, aunque expresó por unos segundos un gesto de preocupación, no parece querer asistir.

—Bueno, parece que sí existe una enfermedad que puede matar por moverse. En ese caso, sólo tiene que quedarse ahí—Es lo que la pelirrosa declara al respecto, neutral—Ya me voy—Anuncia, dándose la vuelta.

—Nino, espera—Antes de que lo haga, Yotsuba vuelve a detenerla, rogándole—No te vayas, te necesitamos.

—Sí me voy. Ya es tarde, quiero almorzar.

—Si eso es lo que quieres, puedes comer las croquetas que preparó Miku. Mira, allá están—Señala el mesón de la cocina, donde están los aperitivos que la quintilliza del medio hizo en cantidad, listos para ser consumidos. Pero…

—¿¡Llamas a ese desperdicio "croquetas"!? ¡He visto rocas más apetitosas que ese mal intento de comida! Ni hablar, no comeré eso—Agravia, desagradada de la apariencia de las croquetas, dudando mucho que realmente sean eso.

—Serás…—Yotsuba farfulla, molesta del insulto. Las croquetas de Miku quizás se ven mal, pero era innecesario decirles de esa manera, no después de que ella colocó mucho esfuerzo en prepararlas y mejorarlas. Aunque tenga ganas de reclamarle, ahora no puede, debe seguir con la mentira de la enfermedad, así que se tranquiliza y piensa qué hacer para que Nino se quede si tiene hambre—Hmm… ah, ya sé—Obtiene una idea—En ese caso, prepara algo—Sugiere.

—¿? ¿Quieres que cocine?—Su segunda hermana mayor entiende al escucharla.

—Así es. Pero no solo para nosotras, también prepárale algo a Yugi. A lo mejor una comida caliente hecha por ti lo haga sentir mejor. Eres buena cocinera, ¿No? Inténtalo—Solicita.

¿¡Comida!?—Ambos chicos entran en preocupación, mirando a la pelinaranja de reojo, tensos—Yotsuba, no, espera…

¿Tan rápido olvidaste que Yugi se enfermó por comer demasiado?—Cada quien le comenta en sus mentes.

—…—Nino piensa esa posibilidad.

La idea planteada por la quintilliza del listón verde merece reconocimiento, haría que Nino se quedase preparando algo de comer para todos, almorzando, y así no haya razón para irse. Aquí el problema surge porque Yugi sigue indigesto, no puede comer, o empeorará, y ahora sí sufriría una enfermedad mortal. Si Miku no consiguió acabar con el sistema digestivo de Yugi por medio de sus croquetas, Nino, inconscientemente, terminaría ese trabajo. Es un gran peligro.

No, no, espera un momento. No debería preocuparme—Pensándolo mejor, Yugi reconsidera, tranquilizándose—Dudo mucho que Nino quiera prepararme algo de comer, me odia. No se quedará, o si se queda a cocinar, lo hará para ella y para sus hermanas. A mí no me tomará en cuenta—Asegura, suspirando, ya calmado—Mientras eso suceda, no tengo nada qué temer.

—… Bueno. Supongo que puedo hacer eso por él. Le prepararé algo—Nino, considerándolo, acepta ayudarlo.

—¡Pfff…! ¡Cof, cof, cof!—Repentinamente, Yugi tose mucho, cubriéndose con una mano la nariz y boca para minimizar el ruido.

—Yugi.

—Yugi—Itsuki y Fuutarou reaccionan, preocupados por él.

La tos que hizo no fue por sufrir un malestar, sino que fue su reacción de sorpresa luego de escuchar a la segunda quintilliza aceptar en cocinarle algo, que aseguraba en su conciencia que no iba a ocurrir… pero sí ocurrirá. Después de tranquilizarse de la tos, Yugi mira a Nino de reojo con el ojo izquierdo cerrado.

¿A-ahora resulta que me ayudará?—Piensa con desconcierto, sin entender—¿Por qué? ¿Acaso no dijo que me odia?—Pregunta. Nino entre tanto, va a la cocina, alzando las mangas de su camisa hasta sus codos para trabajar, comprometida.

—Prepararé un arroz integral, es bueno para cuando se está enfermo, tiene un sabor ligero. No importa si le pongo huevo, ¿Verdad?—Pregunta, tomando un delantal de cocina y colocándoselo—¿Enano?

Sí, lo odia. Nino odia a Yugi, y a Fuutarou también. Su odio perdura como el frío en la Antártida. Quisiera deshacerse de él, que se vaya, y la deje en paz con sus hermanas que las ama con todo su corazón… y por eso mismo no lo desampara por completo en esta ocasión. Cada que tiene la oportunidad, ella se demuestra intolerante y asertiva con él para demostrarle el descontento que le tiene, por eso lo ignora, por eso lo calumnia, por eso lo menosprecia y por eso falta de respeto. Sin embargo, eso no quiere decir que le desea la muerte.

—Enano.

Sólo quiere que no venga a trabajar más para ellas, no que se muera. Sería demasiado, hasta ella tiene corazón para ese tipo de cosas. Esto va más allá de un odio, se trata de preservar la vida. Mira que Yugi sufre una enfermedad extraña y desconocida, pero letal, que lo hace escupir sangre, que lo lastima cada vez que se mueve, necesitando toda la ayuda disponible para que mejore. No merece morir, quizá tenga algunos defectos que no le gustan de él, pero generalmente es gentil, sensible y comprensivo, una buena persona. Ayuda a las personas, ¿O acaso ya olvidó quién fue el que reunió a las cinco quintillizas después de que no pudieran ver los fuegos artificiales? Claro que no: fue él, lo sabe perfectamente. Si no las hubiese ayudado, todas iban a estar tristes y/o enojadas y no celebraban nada.

Bajo esas circunstancias, prepararle una comida sería algo que puede hacer como forma de agradecimiento a esa ayuda y para que sane lo más pronto que pueda.

—Oye, enano.

En su cabeza, Yugi sigue sin teorizar del por qué la ayuda de Nino si su relación es muy baja, la más baja que tiene con las cinco quintillizas. Le importa más eso que su indigestión, que las tutorías, y que Nino lo esté llamando una y otra vez. En una de éstas, al ignorarla llamarlo, Nino pierde la paciencia.

—¡Enano!—Con voz fuerte para que le haga caso, Nino llama una vez mas a Yugi.

—¿¡!? Uh, ¿S-sí...?—Éste reacciona alerta, dejando de pensar y prestándole atención.

—¿¡Que si no te importa que le ponga un huevo a tu arroz!?—Vuelve a preguntarle, mostrando un huevo de gallina blanco para quedar clara con su sugerencia.

—Uh, um… n-no, no me importa. Estoy bien. Gracias—Agradece, aceptando. La quintilliza de cabello rosa oscuro se dispone a cocinar entonces, calentando una pequeña olla con agua y sacando algunos ingredientes de la alacena. Mientras cocina, no será tomada en cuenta en el grupo.

Sea como sea, la situación ya está planteada. Yugi ahora debe pensar en cómo hacer para no empeorar su salud con la comida de Nino, asunto complicado, porque no puede decirle que no cocine, si ella, por buena voluntad, quiere hacerlo, quiere ayudarlo. Deberá pensar en otra opción.

—No sabía que estuvieras tan enfermo, Yugi. Parecías tan sano—Queriendo averiguar más de lo que el pelopincho padece, Itsuki comenta. El trastorno le parece alarmante por cómo lastima, pero extraño por cómo actúa—Háblame un poco de esa enfermedad tuya. ¿Cómo se llama?—Pregunta.

—¿C-como se llama?—Escuchándola, Yugi se pone inquieto, sin saber qué decir. Al margen, Fuutarou y Yotsuba también lucen preocupados, queriendo ayudar, pero imposible de proceder si la conversación es sólo entre los dos. En esta parte, es turno de que Yugi hable para que la mentira siga de pie.

Él trata de pensar en una respuesta, algún nombre de una enfermedad que conozca que pueda servirle como coartada. No obstante, de las enfermedades más comunes que ha escuchado hablar, ninguna le son de utilidad, ninguna de ellas tienen como síntoma acabar con el sujeto si realiza algún movimiento. ¿Qué enfermedad puede matar por moverse?

—Uh… um… no sé—Murmura.

—¿? ¿No sabes el nombre de tu enfermedad?—Itsuki pregunta muy extrañada al escucharlo.

—¡Ah… n-no! ¡Sí sé! Es sólo que… bueno… en realidad… no me acuerdo—Alega—Es una enfermedad desconocida, hace poco acabaron de diagnosticármela. Su nombre es muy largo y complicado, no lo recuerdo bien.

—Hm… eso es raro—Limita a comentar, pero no cuestiona, creyéndole—¿Tomas alguna medicación?—Hace otra pregunta entonces.

—No. No es necesario. Como Yotsuba dijo, tengo que permanecer sin moverme por un tiempo hasta que el malestar pase. Suele llevar algunas horas que mi sistema lo elimine y deje de sentirme mal.

—¿En serio, así nada más? ¿No tomas algo para controlarla, ni una pastilla, ni un jarabe? ¿Sólo te quedas quieto y ya?

—… Sí—Afirma con simpleza, y nervios.

—… De verdad que es muy raro—La pelirroja vuelve a limitarse a decir—Bueno, si hay algo que pueda hacer para ayudarte, puedes decírmelo—Ofrece.

—Gracias por tu ayuda, de verdad lo aprecio—Toma en cuenta su asistencia, sonriendo—Bueno, quisiera que…

Este sería el momento para decirle: "no creo que necesite algo, estaré bien", como parte de su amabilidad. Sino que aquí necesita pedirle algo sí o sí, o ella se irá al ver que su presencia no es necesaria si está todo bajo control. ¿Qué podría pedirle que haga?

Mientras balbucea, de reojo mira a su mejor amigo, a ver si él tiene algo en mente que pueda decir. Fuutarou recepta la mirada, pero tampoco se le ocurre algo. Ahora él mira de reojo a la cuarta quintilliza, a ver si ella tal vez piensa en algo que pueda ser de ayuda. Yotsuba nota la mirada, pensando alguna estrategia. Tarda unos segundos.

—Itsuki, hay algo en lo que puedes ayudar—Plantea, hablando para Itsuki—¿Qué tal si sostienes la mano de Yugi?

—¿¡!?

—¿¡!?—Al chasquido de oír semejante sugerencia, Itsuki se impresiona, y cerca Yugi y Fuutarou también.

—¿Q-q-que sostenga su mano, dices?—Su hermana menor pregunta, todavía desconcertada, y con muchísima razón.

—Sí, así es. Si tomas su mano, lo harás sentir mejor. Con nosotras funcionaba, ¿No?—Yotsuba persiste—¿Recuerdas que mamá solía tomarnos la mano cuando estábamos en cama enfermas? Decía que era un hechizo mágico sanador—Afirma con bastante seguridad—Si haces lo mismo con Yugi, seguramente lo curarás.

—¿Estás loca? ¡Claro que no, no haré eso!—Niega rotundamente, nerviosa y avergonzada—¡Lo de sostener la mano sólo era un invento de mamá para tranquilizarnos!

—No era un invento. Cada vez que sostenía nuestras manos, nos curaba a los pocos minutos, ¿No? A ti te consta—Alega, perseverando más—Por favor, inténtalo. Hazlo por Yugi, que está en peligro.

—¡No!—Vuelve a rechazar, más avergonzada.

Por la expresión de angustia de Itsuki, lo dicho por Yotsuba debe ser verídico. En realidad su madre sanaba cualquier enfermedad con sostener la mano. Ellas y las demás fueron testigos de tal hazaña, y quedó grabada en sus mentes, apreciándolo mucho.

Claro que, científicamente hablando, algo así es blasfemo. No es posible que una enfermedad se cure con sostener una mano, por más que uno quiera insistir. Si la señora Nakano "curaba" a las quintillizas, sólo lo hacía psicológicamente. Cuando sus hijas estaban enfermas, ella les sostenía la mano en son de acompañarlas. Su dulce tacto emanaba cariño, serenidad y fortaleza, que las cinco sentían con mucho placer, olvidándose del los malestares que en ese momento sufrían. De ahí surge lo del hechizo de sostener la mano para curar una enfermedad. De niñas sí lo creían, pero ahora de grandes, son conscientes de lo que realmente pasaba. Yotsuba sabe que en realidad lo de sostener la mano no funciona así, pero, tanto para mantenerla ocupada y que no se vaya como porque no tuvo otra idea, insiste para que su hermana menor ayude.

Inequívocamente, Itsuki desiste de la idea. Además de la parte en que también sabe que ese hechizo es falso, no quiere hacerlo por vergüenza. Una cosa es que una madre sostenga la mano de sus hijas, y otra es que una chica sostenga la mano de un chico. Son casos completamente diferentes. Una madre tranquilamente puede tomar la mano de sus hijas porque se tienen mucho cariño, son familia. Por otra parte, una chica como Itsuki que tome la mano de un chico como Yugi… el entorno puede ser inconveniente. Que un chico y una chica para nada relacionados se tomen de la mano, está interpretado como cosa de parejas, de novios. Aunque sea durante unos segundos y en un lugar privado, es bochornoso concebirlo. Quizá la menor de las quintillizas, por comprometerse a ayudar a combatir una enfermedad mortal, pudo hacer una excepción con cualquier otro chico. Pero como se trata de Yugi, alguien que le desagrada, su decisión es firme, aunque se vea nerviosa.

Mirándolas, Yugi ve que Itsuki se siente muy incómoda de la idea que Yotsuba planteó y empeña a que lo haga. No quiere que la primera se vea forzada a realizar algo que no desea hacer, aunque sirva para que se quede.

—Yotsuba, ya es suficiente—Regresándola a ver, Yugi interpela—No insistas más con eso. Si Itsuki no quiere hacerlo, no la fuerces en… ¡Ghowh…!—Tratando de hablar, de repente siente un intenso malestar en el estómago, contrayéndose de dolor. Coloca un gesto de resistencia al dolor, cerrando los ojos y apretando los dientes, respirando agitadamente.

—Yugi—Fuutarou inmediatamente lo atiende.

—¿Estás bien?—Yotsuba también hace lo mismo, preguntando.

—S-sí… estoy bien—Responde, entrecortado al estar adolorido. Cuando logró resistir el dolor, vuelve a abrir los ojos y respira más tranquilo—Fue un repentino dolor en mi estómago. Pero ya pasó—Declara, terminando sus palabras con un suspiro de calma.

Por un momento dejando a un lado la mentira, la indigestión del pelopincho persiste. Ahora mismo acaba de sufrir una punzada en el estómago que lo hizo doler bastante. Trata de soportarlo lo mejor que puede para no preocupar a quienes lo rodean. Fuutarou y Yotsuba, conociendo el nivel de dolor, guardan la calma, pendientes por si acaso pase algo más. En Itsuki resulta distinto, pues, engañada, cree que ese dolor se debió a la enfermedad que ocasiona la muerte si se mueve, preocupándose mucho por él. Su vida en serio peligra, quién sabe si sobrevive en la próxima dolencia.

Piensa además que Yugi debe estar asustado. Se muestra tranquilo mientras está ahí acostado, pero seguramente tiene miedo de enfrentar constantemente a la muerte con esa enfermedad en su cuerpo. No vendría mal que alguien esté con él y lo tranquilice, que le diga que todo estará bien. Tiene cerca a su mejor amigo, pero sería mejor alguien más apropiado para hablarle con sentimiento, como una chica, una… como ella.

Se siente extraña de ocurrírsele esa idea tan desquiciada, idea que surgió por Yotsuba y un recuerdo de su madre. Recuerda un momento esa escena, una en la que fue partícipe por un día ella haber estado enferma. Rememora con mucha nostalgia cómo su mamá permaneció con ella, a su lado, sosteniendo su mano mientras ella estaba en cama, transfiriéndole calma, fuerza, bienestar y felicidad, curándola. Se sintió muy bien, fue un sentimiento único y maravilloso, que tristemente no volverá a repetirse.

Un sentimiento así de nostálgico podría compartirlo con alguien que lo necesita mucho.

—Si te ayuda a sentirte mejor, yo…—Nerviosa, insegura y avergonzada, dice para Yugi, mirándose las manos con las que planea hacer algo.

Contemplando tal comportamiento, Yugi siente que ella considera mejor el asunto de sostenerle la mano. Itsuki titubea mucho por seguirle pareciendo inapropiado y desagradable, pero parece está dispuesta.

Conforme pasan los segundos, Itsuki acerca lentamente sus manos a la mano izquierda de Yugi, para tomarla. Él la queda viendo con impresión. Yotsuba y Fuutarou contemplan tal evento, expectantes en que tome su mano. Más segundos pasan, e Itsuki continúa cada vez más acercando sus manos, más, más y más, y…

—¡Hmmmh… n-no… no puedo hacerlo!—La quintilliza menor aplica la retirada, avergonzada y desagradada por igual, alejando sus manos y cerrándolas. El resto del grupo mira esto con lástima, pero comprensibles. Itsuki en verdad intentó tomar la mano de Yugi, por un momento sí quiso, realizando un enorme esfuerzo. Lamentablemente, su resentimiento probó de nuevo superar su empatía. Ella de verdad le disgusta Yugi.

—… No hay problema. De todas maneras, no me sentiría bien si te hiciera pasar por algo que no quieras hacer—Comprendiéndola, Yugi enuncia, calmo—Estaré bien si continúo sin moverme.

—De verdad que eres valiente—Calmándose, Itsuki comenta—Te enfrentas a una enfermedad que te puede matar y permaneces tranquilo. La forma en la que tomas las cosas es tan admirable.

—Gracias—Responde al halago.

—Dime si puedo ayudar con algo más. De preferencia: que no tenga que tocar tus manos—Ofrece nuevamente, esta vez colocando una condición.

—Creo tener algo en mente—Piensa—¿Podrías prestarme una almohada? Así me sentiría más cómodo—Pide.

—Eso sí puedo hacer—Accede con mucha disposición—Iré a traerte una—Notifica, levantándose del suelo, dirigiéndose a las gradas hacia las habitaciones de arriba para traer lo solicitado.

—… Uff—Con Itsuki lejos por un momento, Yugi y los demás cerca de él se tranquilizan—Qué cansado—El pelopincho comenta, con voz baja, para que no sea escuchado por Nino o por Itsuki.

—Muy bien hecho, Yugi. Lograste mantener la mentira—Arrodillándose hacia él por la derecha, Yotsuba felicita sus esfuerzos, también hablando con voz baja.

—No me siento bien, aunque no estoy seguro si es por mi dolor de estómago o por mentir—Farfulla, usando su antebrazo para cubrirse los ojos y meditar—¿Cuánto tiempo más tendremos que seguir así?

—Creo que eso dependerá de ti. Eres el enfermo, después de todo—Fuutarou responde, hablando en voz baja igualmente.

—Lo bueno es que conseguimos que Nino e Itsuki se queden—Yotsuba mira el lado bueno en todo este dilema.

—También lo creo… ¿Pero ahora qué sigue?—Cuestiona—No veo forma de enseñarles si Yugi sigue mal del estómago—Alega.

—No—Yugi niega, con voz seria, dejando de cubrirse los ojos—Olvídate de mí, tienes que continuar las tutorías—Señala, observando el reloj del departamento de las Nakano, que indican las 5:30 de la tarde—Debimos empezar hace hora y media, perdimos demasiado tiempo. Sólo queda una hora más, debes usarla para demostrar que estudiar con nosotros es práctico. Recuerda el plan—Hace mención a lo que hablaron después de clases.

—Sí, es verdad—Da la razón—Ahora que tenemos un poco de su atención, si estudiamos y demostramos que aprender bajo nuestra guía es efectivo, Nino e Itsuki querrán unírsenos, mayormente Itsuki—Rebobina—Muy bien, eso haré entonces.

—Eso es—Felicita.

—Bien, Yotsuba, necesitaré tu ayuda otra vez—Levantándose a recoger su maleta cerca de la mesa amplia de la sala, Fuutarou solicita—Estudiemos juntos para que Itsuki quiera también estudiar.

—Entendido, ayudaré—Acepta, dispuesta, también levantándose y tomando su maleta.

Juntos con un buen fin, Fuutarou y Yotsuba dan inicio a las tutorías, tomando sus útiles escolares y acomodando la mesa amplia para usarla como lugar de estudio. En menos de un minuto, con todo listo, el ambiente en la sala parece al de una sesión de clases, profesor y estudiante mirándose de frente. Cerca suyo, Yugi se siente feliz por ellos. Sin poder hacer algo para ayudarlos, vuelve a mirar al techo, reposando para seguir fingiendo estar enfermo de gravedad.

Otro minuto después, Itsuki regresa a la sala, con una almohada en sus manos, una de color azul oscuro con cuadrados azules claros. Baja por las gradas y vuelve a reunirse con los demás en la sala.

—Encontré esta—Indica, ofreciendo—¿Servirá?

—Sí, claro. Está muy bien—Yugi aprueba. Itsuki se siente satisfecha de poder ayudarlo sin hostigamientos. Antes de hacer algo más, su atención se centra en Fuutarou y en Yotsuba cuando los ve en la sala, ocupando la mesa amplia, y con varios libros, cuadernos y demás útiles escolares frente a ellos.

—¿Uh? ¿Y ustedes qué hacen?—Les pregunta, ahora extrañada.

—Mientras esperamos a que Yugi se recupere, Yotsuba y yo estudiaremos un poco—Fuutarou responde neutro, tranquilo, como si nada pasara—¿Quieres unirte?

—No hablas en serio, ¿Verdad?—Disputa, poco agradada—Estás viendo a tu mejor amigo tendido en el suelo con una enfermedad mortal, ¿Y tú te pones a estudiar?

—Oye, tranquilízate—Regresa a verla, también disputando—Tampoco hay cómo hacer mucho por Yugi. Él solo tiene que permanecer quieto—Esclarece con razón—En el caso de que necesite algo, iré inmediatamente a atenderlo, estamos cerca—Indica, señalando a Yugi, que no está a más de dos metros de distancia—Te lo preguntaré de nuevo: ¿Quieres estudiar con nosotros?—Nuevamente pregunta.

—Ven, Itsuki. Será entretenido—Yotsuba ayuda con incitarla.

—¡No!—Rechaza tajantemente—No te he perdonado lo que me hiciste. Me rehúso a dejar que me enseñes—Dictamina con mucha seriedad. Enojada también, planea retirarse.

—Itsuki, espera—También partícipe, Yugi la llama y detiene.

—¿Qué quieres?—Regresa a verlo y le pregunta, con voz malhumorada. Si no fuese porque él está enfermo, no le hubiera hecho caso.

—¿Tal vez puedas quedarte conmigo?—Pregunta—Quisiera que me acompañes, para que en caso de que me ocurra algo, me ayudes.

—Uesugi acabó de decir que te ayudará si te sientes mal, ¿Por qué quieres que te acompañe?—Cuestiona.

—No quiero estar solo—Cuenta—Sólo un momento, por favor. Cof, cof. Necesito nuevamente tu ayuda—Suplica. Para darle mejor toque a su ruego, finge toser, en señal de que su enfermedad continúa presente.

—… [Suspiro] Bueno, me quedaré—Invadida por la culpa de dejarlo desamparado, soporta a regañadientes—Sólo unos minutos, pero—Señala, sentándose de rodillas a la izquierda de Yugi. Agradecido, sonríe ligeramente.

Trabajando en equipo, el trío consigue que Itsuki permanezca en el lugar. Para que ella quiera participar en las tutorías, Fuutarou necesitará hablar de un tema que puede interesarle. No tarda mucho en elegir uno, ya que alcanza a ver, entre sus cosas, una hoja de una lección escrita.

—Bien, Yotsuba, empecemos a estudiar. La clase de hoy será de historia—Dialoga—Hoy mi clase tuvo una lección sobre el periodo Heian. Podemos usar esas preguntas para estudiar—Muestra su hoja—Ten, puedes mira mi lección.

—Muy bien—Consiente, a la vez que toma la hoja de la lección de su tutor. Mira esa hoja por unos segundos, examinando que contiene 20 preguntas, y todas fueron contestadas correctamente. Cada pregunta equivalió entre 2, 4 y 8 puntos, y la suma de todos los aciertos da como resultado 100, calificación que Fuutarou obtuvo limpiamente en su lección—Vaya, Uesugi-san. Obtuviste 100 puntos—Elogia, muy impresionada—Debió parecerte muy fácil. ¿Cómo lo hiciste?

—No fue gran cosa, en realidad. Sólo estudié como suelo hacer—Modesta.

—La lección tampoco estuvo muy difícil, aunque sí tuvo algunas preguntas complejas—Uniéndose, Yugi platica también—Yo por ejemplo, me equivoqué en cuatro preguntas y saqué 84 puntos.

—Pero 84 puntos sigue siendo bueno—Yotsuba también lo honra—Yo quisiera tener calificaciones de 84, o mejor aun, de 100. ¿Qué tipo de técnica de estudio usas, Uesugi-san? ¿Crees poder enseñármela?

—Claro que sí, puedo enseñarte. Si asistes a mis tutorías todos los días, en cuestión de tiempo te volverás más aplicada y estarás preparada para cualquier examen.

Usar la lección escrita de historia para incentivar a Itsuki a unirse, fue un golpe crítico. Fuutarou recordó también que Yugi le contó que a ella no le fue nada bien en esa lección. No conocen la calificación, pero por aquella reacción que hizo en clases, seguramente estaba lejos de llegar a los 40 puntos. Muy por el contrario, él obtuvo un puntaje perfecto: 100 puntos, mostrándose como una persona brillante. Si combina ambas cosas, puede incitar a Itsuki para que se una al grupo de estudio. Escuchándolo cerca, ella contempla cómo Fuutarou pudo algo que ella no, y con un excelente resultado. La diferencia entre sus notas es enorme, o para ir al punto, el resultado es notorio: uno aprobó y la otra reprobó. Su profesor particular tiene un conocimiento tan amplio que le brinda resolver los exámenes con puntaje alto o máximo, y él está ofreciendo ese conocimiento a quienes estén dispuestos a cooperar en sus clases.

Si Itsuki de verdad desea aprobar el próximo examen de grado, lo más recomendable para ella es ser partícipe en esas actividades, asistir a las tutorías y estudiar tanto con Fuutarou como con Yugi. Puede seguirlos odiando, eso no le van a pedir que deje de hacerlo, pero sí que se deje ayudar. Parece muy poco probable que lo haga, porque, a pesar de ser consciente de sus fallos y ser testigo del número 100 en la hoja de la lección de historia de Fuutarou, en vez de interesarse, se enoja mucho.

—Ya basta—Alza la voz, levantándose—Ya me tienes cansada, tratando de parecer inteligente y sabio cuando eres un desconsiderado—Agravia.

—¿Cómo dices?—Pregunta, no agradado de ese adjetivo. El ambiente se vuelve pesado con Itsuki y Fuutarou mirándose con molestia, y Yotsuba y Yugi desconcertados al mirarlos discutir.

—¿Piensas que por ser un estudiante de 100 eres amable? No seas hipócrita, si eres todo menos amable.

—I-Itsuki…—Yotsuba trata de hablarle para detenerla. No funciona.

—Cuando te conocí, desde el primer momento que hablamos fuiste grosero. En ese momento demostraste ser quien realmente eres, y ahora vienes aquí fingiendo ser compasivo por tu situación económica. Deja eso, que no te funcionará—Reta—Y tú, Yotsuba, no seas aduladora. Deja de pensar que Uesugi es genial por tener buenas calificaciones, cualquiera puede hacerlo—Alega.

—¿Ah, sí? ¿Cualquiera puede?—Fuutarou pregunta, serio para contraatacar la actitud asertiva de Itsuki—Entonces no te importará enseñarnos tu lección de historia, ¿No?—La reta—¿Cuánto sacaste?

—Eso no tiene importancia ahora.

—Claro que sí. Si quieres criticarme de esa manera, debes tener una buena calificación, o como mínimo, debiste aprobar—Esclarece—Así que adelante, enséñala. Estamos esperando—Desafía.

—Yo… yo no…—Itsuki continúa recelosa, sin embargo, ante esa petición, se siente inquieta, no haciendo nada al respecto. Fuutarou entonces confirma por completo que ella no aprobó.

—No lo hiciste, ¿Verdad? Reprobaste. No entiendo por qué me siento sorprendido, era tan evidente, no estudiabas—Burla—¿Cuánto fue esta vez: 8, 14, otra vez 19?—Refuta en referencia a su anterior lección—Quizá sí sea desconsiderado, y me porte amable por el dinero, pero no estoy en peligro de perder el año, a diferencia de ti, ¿O por qué crees que me contrataron?. Antes de criticar, primero critícate a ti misma, ¿Quieres?

—¡…!—Queda tensa, en jaque, pero se mantiene intolerante y molesta—¡Tú…!

Nadie del trio entiende cómo las cosas llegaron a esto. Ellos querían que Itsuki se interesase en las tutorías, que viese los beneficios, que comprenda lo útil que puede ser estudiar en grupo y con alguien de excelentes calificaciones asesorándola. A base de una mala suerte, terminaron creando un efecto adverso.

El desagrado de Itsuki aumentó más, su interés por las tutorías se redujo a gran medida. Era como si hubiese descubierto el plan de Fuutarou de incitarla a unirse a las tutorías, demostrando que está capacitado para ayudarla en lo que necesite, pero en lugar de pensar ese objetivo, sintió que todo lo dicho fue para desprestigiarla, para sacarle en cara que ella es incompetente con los estudios, y que no conseguirá nada por su cuenta, y lo dijo de manera… agraciadamente amable hablando con su cuarta hermana mayor, como una forma burlesca de decirlo. Esto la enojó mucho, perdiendo la paciencia, reclamándole de su falsa bondad. En respuesta al ataque moral, Fuutarou contrarresta sus palabras, ahora sí echándole en cara que es una incompetente en los estudios. Nunca pensó que terminaría discutiendo con Itsuki, ella criticándolo de su actitud, viéndose forzado a también criticarla.

—Por favor, cálmense…—Temeroso, Yugi trata de cortar el conflicto. No tiene más opción que levantarse, exponiendo la mentira. Era necesario, porque si no hacía algo, ¿Quién lo hará?

—… Deberían llevarse mejor.

—¿?—En la efervescencia de la pelea, alguien se manifiesta, con voz seria. Quienes discuten y quien trató de levantarse y se detuvo, dirigen sus vistas a quien habló: Yotsuba—Jamás he visto que ustedes se lleven bien, ni una sola vez. Siempre pasan peleando. ¿No se sienten mal de sólo pasar discutiendo?—Interroga a Fuutarou y a Itsuki. Ellos, sorprendidos de esa actitud tan sensata e imperturbable que la quintilliza de cabello naranja y listón demuestra contra ellos para criticarlos por igual—Uesugi-san, eres aplicado, sin embargo, eres muy desatento—Inicia su crítica, con su tutor—Quizá sea ya tu manera de actuar, pero tienes que ser apático con las demás personas, sé respetuoso. No te enojes con tanta facilidad, o terminarás por caerle mal al resto.

—…—Fuutarou permanece en silencio, cabizbajo y decepcionado de sí, no replicando a lo dicho, aunque quisiese. No tiene nada para hablar.

—E Itsuki—Yotsuba ahora se dirige a su hermana menor—Puede que Uesugi-san finja ser amable, pero lo hace para llevarnos mejor. Somos importantes para él. En lugar de siempre discernirlo, deberías darle una oportunidad. Estudia con nosotros, Itsuki—Ordena—Dejemos que Uesugi-san y Yugi nos enseñe a partir de ahora y así graduarnos. No puedo garantizarlo, pero si estamos todos juntos, no sólo estudiaremos mejor, también será divertido.

—…—También, Itsuki no dice nada. Baja la mirada, angustiada, tampoco replicando aunque quisiese hacerlo. No tiene nada que decir.

En un acto increíble de determinación, diciendo lo que pensó, Yotsuba cortó esta pelea difícil de detener, sólo usando sus palabras. No solo eso, también adoctrinó a Fuutarou y a Itsuki para que piensen de sus errores. De verdad que fue muy efectivo, nadie esperaba que la segunda menor de las quintillizas, conocida por siempre verse alegre, llevase a la reflexión de manera tan sobria como lo acabó de hacer. Era irónico, y muy excepcional.

—Lo… lo intentaré.

—Lo pensaré—Reflexionando sobre sus actos, Fuutarou e Itsuki comprometen, no del todo convencidos. Con la crítica de alguien dichosa como Yotsuba, tratarían de cumplirlo.

—Muy bien—Confirma, volviendo a estar relajada y contenta—¡Esforcémonos todos juntos!—Exclama en determinación, sonriendo con los ojos cerrados.

—…—Da el caso de que Yotsuba no sólo hizo que Fuutarou e Itsuki reflexionen, también lo hizo con Yugi indirectamente, él quedó completamente asombrado de su postura sensata.

Con su expresión, consistencia de sus palabras y tono de voz, todo lo dicho fue sumamente cierto. Yugi quedó deslumbrado de aquella verdad, dicha con mucha valentía, energía, prudencia y sensatez, al son de la situación. Ni siquiera él, con sus tantos años de amabilidad, podría haber echo lo mismo que la pelinaranja. Su expresión de la verdad es superior a cualquier otra que haya visto en la ficción o en la vida real.

También es… un poco curioso: Yotsuba es muy mala para persuadir, mintiendo mal, con inconsistencias, contradicciones y demás. Pero para ser sincera, pura, decir la verdad usando su cabeza y corazón… es espléndida. Dos caras de la moneda muy diferentes entre ellas.

—Listo—Finalizando el asunto, aparece la segunda quintilliza, Nino. Luego de un arduo trabajo cocinando, finalizó su misión, demostrando sus resultados.

—¿Ya terminaste?—Regresándola a ver, su segunda hermana menor le pregunta.

—Así es. Hice un poco de carne salteada—Cuenta con neutralidad, satisfecha—Además, también terminé de preparar el arroz integral—Expone—Llevando en sus manos una bandeja redonda café muy oscuro, y en ella un pequeño plato hondo blanco con arroz integral recién cocinado en su interior, arroz que preparó para ayudar Yugi. Con relación a eso, camina hacia él para dárselo—Aquí tienes, enano. Espero que te mejores para…

[Deslizar]

—¡Ah… ahhh!—Yendo hacia él, Nino indicó, pero en el trayecto, pisa algo que la hace resbalar.

Hablando sobre el tropezón, fue involuntariamente perpetrado. Algún cabeza de nabo dejó una botella de salsa de tomate en el suelo, más o menos entre el espacio donde están todos reunidos y las gradas a las habitaciones superior, interceptado con el pasaje hacia el comedor y cocina del departamento. La botella estaba abandonada, echada, y Nino, caminando despreocupadamente, no la vio en su camino y terminó por pisarla. La botella, al ser de consistencia blanda por ser de plástico, después de que gran parte de su contenido fuese derramado en el suelo al ser pisada, se desliza del suelo, haciendo resbalar a la quintilliza hacia adelante. Nino trató de reincorporarse mientras caía, pero no pudo, y en su lugar, arroja hacia adelante la bandeja de sus manos junto con el arroz integral caliente que preparó.

En cámara lenta, quienes vieron esto, apenas si tuvieron tiempo para reaccionar. Fuutarou y Yotsuba miran la caía de Nino con alerta. Itsuki es quien mejor reacciona, queriendo detener a Nino de caer contra el suelo sujetándola del brazo izquierdo. Y por último, Yugi mira con desdén el plato de arroz volando, ya que, calculando su trayectoria, se da cuenta que caerá hacia él, en su cara.

La cámara lenta sigue presente mientras cada quien resuelve su expresión y/o acción, resolviéndose cuando ya todo se resuelve.

*Splash*

—¡Aaaahhhhh!—Adolorido al primer segundo del contacto del arroz en su mejilla izquierda, Yugi se coloca de pie de golpe, gritando—¡Quema, quema!—Trata de reducir el dolor que siente, limpiándose el arroz para posteriormente sujetar y cubrir su mejilla con ambas manos.

—¡Yugi!—Fuutarou y Yotsuba exclaman con pavor, preocupados de él. El primero de ellos va a su ayuda, moviendo su mano como abanico para darle aire frío a la mejilla—Espera, tranquilízate. Te ayudaré—Dice para que guarde la calma y poder asistirlo con más facilidad.

Entre tanto, Nino, con ayuda de Itsuki, volvió a colocarse de pie para mirar cómo su comida caliente cayó en la cara de a quien trató de ayudar.

—L-lo siento mucho—Mirándolo con preocupación por quemarlo, ofrece disculpas—¿Te encuentras bien? ¿?—Preguntar. No obstante, algo en la reacción de Yugi llama mucho su atención, algo… incongruente—O-oye… te mueves como si nada—Comenta desconcertada. Cerca suyo, cuando su segunda hermana mayor informa, Itsuki también mira con impresión el hecho. Se supone que Yugi estaba en peligro, cualquier movimiento que hiciera, por más ligero que fuese, le causaba mucho daño. Por tratar de sentarse lo hizo escupir sangre, así que levantarse y moverse tan agitadamente, era garantía de que moriría a los pocos segundos.

No pasó nada, Yugi ya lleva varios segundos de pie y moviéndose de la quemazón y ni siquiera tose. Algo extraño está ocurriendo aquí.

—¿?—La extrañeza no termina allí, no, ya que la menor de las quintillizas, mira que, a sus pies, hay una sustancia líquida roja—¿Sangre?—Teoriza primero por el efecto de la memoria de corto plazo (por recordar a Yugi toser sangre), pero al ver con más detalle el lugar, nota que ese líquido rojo proviene de una botella de salsa de tomate—No. Es salsa…—Por la intensidad del color, por un momento pensó que se trataba de sangre, se parecen mucho en consistencia y color. Alguien tranquilamente podía usarla para fingir un sangrado—¡!—Ese dato, sumado al hecho de que Yugi se levantó y nada le pasó, lleva a ella y a su hermana a pensar que…

Los chicos terminan de tratar la quemadura. A Yugi le quedó una pequeña marca de ardor en su mejilla izquierda, pero no era nada grave, ya pasó. Todo entonces parece estar bien… hasta que… recuerdan que acaba de suceder algo que no tenía que pasar, y peor aun cuando alcanzaron a escuchar decir a Nino que Yugi se movía como si nada.

—Ugh. V-v-vaya… Yugi. Y-ya te curaste. Qué bueno—Tratando de persuadir, Fuutarou declara en voz alta, dándole unas palmadas de felicitación en los brazos. Pero, al estar muy nervioso sus palabras no sonaron nada convincentes, sin credibilidad, dejando más clara la mentira. Por su parte, Yugi no dice nada, mirando en vez la expresión nerviosa de Fuutarou. Con verlo sabe que acabaron de liarla, que su mentira fue revelada, que acaban de ser descubiertos. Los dos chicos lentamente dirigen sus miradas a Itsuki y a Nino:

Ambas hermanas están cabreadísimas. Tienen gestos que demuestran estar extremadamente furiosas con los chicos. Itsuki realiza un puchero en adición, mientras que Nino cruje los dientes. Todo este tiempo fueron engañadas, preocupándose por nada, y sirviendo con mucha atención a alguien que resultó nunca estar en peligro de morir. Es razonable su enojo, acaban de ser víctimas de una vil mentira.

La menor de ellas sí sentía que había algo raro en todo esto: el pelopincho demostró nervios, no conocía el nombre de su enfermedad, no tomaba algún medicamento, insistía en estar inmóvil, su mejor amigo daba sus tutorías mientras él yacía ahí y la hizo permanecer a su lado para incitarla de unirse a ellos. Pequeños indicios con los que podía sospechar de que algo extraño ocurría. Sin embargo, por ofrecer el beneficio de la duda, ignoró todo eso para ayudarlos. Nino también se compadeció de él. A pesar de que le cae muy mal, hizo su esfuerzo por ayudarlo, empleando su tiempo y habilidad en la cocina para prepararle una comida acogedora para que mejore. Lo ayudó a su manera para que no le ocurra algo grave. Pensaba también que Yugi no muriese, que sobreviva, no merecía abandonar el mundo tan pronto. Un pensamiento que cambió por completo, ya que, furiosa, cambió de parecer.

Con el par de hermanas furiosas, el par de chicos temerosos y Yotsuba entre ellos tensa, cubriéndose la boca en señal de un peligro inminente, el ambiente se rompe por completo:

—¡LÁR-GUENSE DE AQUÍ!—Con voz del terror, Nino grita ferozmente.

Aterrados, Fuutarou y Yugi salen del departamento a toda marcha. Como a Yugi aun le duele el estómago, Fuutarou lo ayuda a correr, llevándolo desde el hombro derecho. Salen en menos de cinco segundos, detrás suyo cayéndoles una lluvia de objetos varios que son lanzados por Nino e Itsuki para sacarlos de su hogar a la fuerza y de paso causarles daño por lo que hicieron.

La lluvia de objetos sigue incluso cuando ambos chicos ya salieron del departamento, rumbo al ascensor para salir del hotel.

6:11 pm

El día se tornó anaranjado al llegar el atardecer. No hay mucha gente rondando por las calles, ni autos. Todo está tranquilo.

Logrando escapar, Yugi y Fuutarou permanecen juntos para organizarse. Están en una pequeña plaza, donde hay un pequeño monumento de piedra con el busto de un hombre, muchos arbustos decorativos y un par de bancas. La indigestión de Yugi continúa presente, aunque ya no es tan severa como antes gracias al reposo en el departamento de las Nakano. Para terminar de aliviarse, usa una de las bancas para acostarse y seguir reposando. De pie, cerca suyo, Fuutarou lo acompaña.

—Creo que… lo dejaremos hasta aquí por hoy.

—No creo que tengamos otra opción—Ambos, muy decepcionados de lo ocurrido en casa de las quintillizas, hablan.

—¿Ya estás mejor del estómago?

—Aun duele, pero ya no tanto como antes. Creo que en media hora más ya me aliviaré por completo.

—¿Y la quemadura en la cara?

—Lo mismo.

—Hm—Fuutarou comprende—[Suspiro] Ahora sí que la hicimos, ¿No? Nino e Itsuki en verdad estaba molestas con nosotros. No creo que nos perdonen con facilidad—Intuye, angustiado.

—¿Qué haremos entonces?—Pregunta.

—Lo mejor sería no ir al departamento de las Nakano por un tiempo, hasta que todo se calme allá. Quizá un par de días, o una semana.

—¿? ¿No iremos en todo ese tiempo?—Vuelve a preguntar, en esta ocasión preocupado—¿Qué pasará con las tutorías?

—Las haremos en algún otro lado, no pasa nada. Puede ser en la biblioteca de la escuela, en un puesto de comida, o en cualquier otro lugar. Lo importante es continuar—Plantea—Espero que sigamos contando con Miku, Ichika y Yotsuba.

—Ya veo—También comprende. Siguiendo decepcionado, Yugi suspira profundamente—Lo lamento tanto, Fuutarou—Ofrece disculpas con mucho pesar—Si no me hubiese enfermado, nada de esto pasaba. No debí ayudar a Miku en probar su comida. Todo es mi culpa.

—No, no. Nada de lo que ocurrió por tu culpa, no te angusties—Modesta—No estuvo mal que la ayudases, ayudar es parte de ti. Mas bien, lo que estuvo mal fue engañar a Nino y a Itsuki para que se queden—Esclarece—En resumidas cuentas, esto nos pasó por mentir, debimos ser sinceros. Era probable que ambas se hubiesen ido, pero era mejor eso que engañarlas y hacerlas sentir mal.

—Lo que me preocupa es que su odio hacia nosotros se haya intensificado tanto que jamás quieran colaborarán con nosotros.

—También es posible. En realidad, no me gustaría pensar eso, me preocupa demasiado, pero no queda más que esperar. No sacamos nada aquí lamentándonos, ¿Verdad?

—No. Es cierto—Asiente—Hay que disculparnos con ellas—Comenta.

Los humores de ambos chicos mejoraron ahora que son conscientes del daño que hicieron, reconociendo que estuvo mal, y que deben ofrecer mil y un disculpas a cambio. Será muy complicada la última parte con los aires de Itsuki y Nino de hoy, deberán esperar unos días a que esos aires bajen y así puedan pedirles perdón, sin mencionar si ellas dos resultasen ser rencorosas y no los terminen disculpando nunca.

El tiempo y las acciones dirán si los chicos merecen ser absueltos de sus pecados.

—Cambiando el tema, ¿Qué haremos para recuperar nuestros útiles?—Fuutarou cuestiona—No pudimos tomarlos antes de que nos echaran del departamneto, dejamos todo allá. ¿Cómo le hacemos?

—Hmm… podríamos pedírselo a Miku—Propone—La buscamos, le contamos lo que pasó y le pedimos su ayuda para que traiga nuestras cosas.

—Es un buen plan—Aprueba—Si no me equivoco, todavía no regresó a casa después de comprar la medicina para tu estómago. Hay que buscarla antes de que entre—Analiza.

—Muy bien—Yugi afirma, dispuesto a ayudar. Trata de levantarse para ponerse en marcha.

—No, no. Espera—Fuutarou lo detiene al verlo—Yo buscaré a Miku. Tú quédate aquí y sigue acostado para que te cures.

—¿Estás seguro? Si vamos los dos, cubriremos más terreno y la encontraremos antes de que entre al hotel.

—Seguro que sí, pero tu salud es más importante que una mochila y una maleta. Quédate. Como dije, yo me haré cargo.

—… Bueno, está bien—Accede a quedarse. No le parece correcto dejar a Fuutarou solo con la búsqueda, pero si el mismo insiste, por amistad y confianza, aceptará a permanecer recostado en la banca.

—Ya regreso. Me llamas si te pasa algo.

—Lo mismo te digo. Buena suerte.

Dicho y hecho, ambos se separan, Fuutarou retirándose del parque a paso moderado y Yugi permaneciendo a la espera. Al estar solo, suspira para relajarse, mirando el cielo anaranjado arriba suyo.

— Estoy cansado. ¿Qué día ha sido este?—Murmura—Quizá es porque estuve mucho tiempo acostado, si no hice nada—Toma una pausa para cerrar los ojos, descansando por unos minutos. La angustia de ver que lo que se suponía que sería una sesión de estudios entre compañeros de escuela, terminó en una pugna, lo preocupa bastante. Está preocupado por Fuutarou, que sigue sin lograr convencerlas de unirse a ellos para enseñarles y cumplir su trabajo. También lo está por Yotsuba, por los problemas que le ocasionó con la mentira.

Con ver la manera en la que Itsuki y Nino los echaron, pasarán días para que se tranquilicen, y semanas para que los perdonen, tal vez más. Le preocupa que esa pugna se vuelva interna entre las Nakano, específicamente hablando, que las segunda y quinta quintilliza estén enojadas con la cuarta también, por ayudarlos. Él no se perdonaría si eso llegase a ocurrir, fragmentar una familia. Tiene la esperanza de que no sucederá, las tres son hermanas, muy unidas. Sus lazos posiblemente eliminen el rencor y terminen por perdonarse.

Yotsuba… ¿Cómo estarás?—Pregunta por ella.

Terminando de reflexionar, abre sus ojos para ver al cielo nuevamente. Al momento de abrirlos, capta que algo cubre su vista al cielo, la silueta gris de una persona, en la que sobresale de su cabeza un par de orejas largas, similares a las de un conejo.

—¿…?—Queda confundido de verla. Parpadea un par de veces para aclarar su vista. Sus ojos, mejor enfocados, revelan la silueta lentamente. Se trata de una persona, una chica muy bonita, de ojos azules, cabello corto hasta los hombros color naranja, en su cabeza llevando un listón verde en el que sobresalen sus extremos, vistiendo una camisa verde agua, unos pantalones azules con rayas blancas y un par de deportivos blancos—Um… ¿Uh? ¿Yotsuba?—Todas esas características lo llevan a percibir y a nombrar en la cuarta quintilliza.

—Hola de nuevo—Cuando esa persona ve como Yugi la mira, en respuesta, realiza una sonrisa, dichosa, afirmando su identidad.

—¿Q-qué estas haciendo aquí?—Pregunta sorprendido.

—Estaba buscándolos, a ti y a Uesugi-san—Contesta—Vine para darles esto—Muestra sus manos, en la izquierda sosteniendo una mochila amarilla y en la otra una maleta negra.

—Nuestras cosas—Yugi se impresiona—Justo Fuutarou acabó de ir a buscar a Miku para que nos ayude a traerlas. Muchas gracias—Gratifica, y para hacerlo de manera correcta, trata de levantarse.

—No es necesario que te levantes, Yugi. Con tus palabras son suficientes—La pelinaranja lo detiene humildemente—De nada—Corresponde, dejando las cosas de los chicos en el suelo apoyadas en la banca.

—¿Cómo sabías que estaba aquí?—Hace otra pregunta, volviendo a acostarse.

—No lo sabía en realidad—Niega—Los buscaba por el vecindario, y cerca alcancé a ver que Uesugi-san salió de este parque. Parecía que habló con alguien allí antes de irse. Entonces vine para saber de quién se trataba, resultando ser tú—Declara—¿Sigues mal del estómago y te quedaste aquí acostado?

—Si. Me sigue doliendo poco, aunque me siento lo suficientemente bien para moverme—Comenta.

La segunda menor de las quintillizas parece estar bien. Luego de lo que pasó allá, consideraba que ella ya no quería involucrarse más con ellos por el día de hoy, por eso se siente intrigado de que haya venido a buscarlos.

—¿Cómo están tus hermanas?—Pregunta por ellas para saber más.

—Ehm… no muy bien—Responde con incomodidad—Luego de echarlos, me regañaron por ayudarlos. Fueron a sus habitaciones, encerrándose, no sin antes ordenarme que rejunte todo lo que estaba tirado.

—Hmm… de manera que siguen molestas—Entiende—Era de suponerse. Todo resultó tan mal.

—Lamento eso—Hablando del tema, ella ofrece una disculpa, sonriendo un poco triste—Si se me hubiera ocurrido una mejor excusa, o si hubiese mentido mejor sobre la enfermedad, las cosas no terminaban así—Se echa la culpa a sí misma, tomando la responsabilidad, bajando la mirada—Trataré de mentir mejor la próxima vez.

—… No, Yotsuba. No deberías mentir—El enuncia, negando. Ella alza la mirada—Está bien que seas sincera y digas la verdad. Nada de esto pasaba si todos nosotros decíamos la verdad desde el principio.

—Si lo hubiéramos hecho, Itsuki y Nino se iban, ¿No?

—Seguramente. Pero era mejor eso a que en estos instantes se sientan mal—Apela—Es por eso que debemos ser sinceros. Toma por ejemplo lo que hiciste con Miku. Fuiste honesta con ella acerca de sus croquetas, hiciste bien en no mentirle. Ella aprecia mucho tu honestidad, es tu hermana después de todo—Argumenta—A veces, decir la verdad no es fácil, pero es lo más responsable que podemos hacer como seres humanos, hasta puedes ayudar. Tomemos de ejemplo nuevamente a Miku, y a mí: por decirle la verdad, ella mejoró ligeramente su habilidad para la cocina. Sus croquetas saben un poco mejor que antes, y eso es bueno, aunque para ello tuve que enfermarme.

—Ya veo—Yotsuba vuelve a quedar deslumbrada, aprendiendo algo nuevo otra vez, y bueno, que también usará en el futuro—De verdad eres una buena persona, Yugi.

—¿Piensas eso, a pesar de lo que pasó hoy?

—Claro que sí—Asegura, muy segura—Quizá tengas problemas en llevarte bien con Itsuki y Nino, pero has hecho un gran trabajo con Ichika y con Miku, y también conmigo, ¿No? Te apoyamos.

—¿"Apoyar"?—Cuestiona ese término. ¿Será cierto eso?

En retrospectiva, la primera y la tercera quintilliza no comenzaron a colaborar de la noche a la mañana, llevó su tiempo y acciones llevarse bien con ellas. Él se mantuvo competente para afrontar esos desafíos y conseguir la gracia de ambas hermanas. Ahora con ellas como amigas, lo asisten en lo que pueden: por ejemplo, apenas hoy, Ichika le dio el número de ella y de sus hermanas en caso de que lo necesite, y Miku le ofreció comida hecha por sí misma, y aunque luego le produjo una indigestión, tomó la responsabilidad y fue a comprarle un medicamento. Son acciones que ellas hacen con tal de ayudarlo.

—Creo que entiendo lo que dices. Miku me apoya luego de motivarla a estar a la par con el resto de ustedes, e Ichika lo hace a cambio por haberla ayudado en el festival de fuegos artificiales. Si eso tratas de decirme, tienes toda la razón, me apoyan. Sin embargo…—Duda—¿Tú por qué lo haces? ¿Por qué me apoyas, nos apoyas?—Adiciona a Fuutarou. Este hecho surge por algo sencillo: con Miku e Ichika pasó por ciertos eventos para ganarse su amistad, mientras que con Yotsuba apenas sí hubo contacto. ¿Cómo entonces es que ya tiene su disposición.

—¿No es obvio? Es porque eres increíble, son increíbles—Elogia—Uesugi-san y tú son tan listos, se llevan muy bien entre ustedes, tienen cosas en común, se apoyan entre sí, y son interesantes. Los admiro, y por eso mismo los quiero ayudar, son… grandes ejemplos a seguir, por así decirlo.

—¿Un ejemplo a seguir?—Vuelve a recordar ese término—Sí, lo entiendo—Capta—Recuerdo que dijiste que preferías a Fuutarou como un ejemplo a seguir.

—En realidad, prefiero a los dos. Si en ese momento escogí a Uesugi-san, fue porque dijiste que sólo podía escoger a uno—Recalca—Uesugi-san es genial por ser aplicado y trabajador, pero tú también tienes dotes que te hacen genial. También eres colaborador e inteligente. Eres sensible, maduro, paciente, interesante por tu cabello, entretenido, te preocupas por la gente y quieres ayudarla, y es posible que tengas algo más que aún no he visto—Ante los valores que la cuarta quintilliza enumera de él, Yugi queda impresionado, de cómo que ella lo ve con tanta estima cuando apenas sí se conocen. No sabe cómo reaccionar—Lo que más admiro de ti es tu sinceridad—Prosigue—Eres tan correcto y noble, enfrentas las cosas con tus propias emociones, y aunque no salga como querías, sonríes por satisfacción. Yo quisiera ser tan sincera como lo eres tú—Desea.

—Yotsuba. Pero…—Intrigado de ese argumento, él cuestiona—¿Es que no te has dado cuenta? Tú eres mucho más sincera que yo.

—¿?—La quintilliza queda extrañada.

—Liberas tus pensamientos con tanta verdad. Allá en el departamento hiciste una muestra de ese valor, conseguiste apaciguar a Fuutarou y a Itsuki. Les expresaste cómo te sentías sobre su relación y los defectos de cada quién, y los llevaste a reflexionar—Conmemora, fascinado de recordar lo genial que fue—No creo que haya podido hacer algo cercano a lo que hiciste. Eres superior a mí en ese aspecto.

—Yugi…—Ella queda elogiada con sus palabras, y que diga que es mejor que él en algo.

—Piensa de esta manera: para decir la verdad y mentir, te sucede algo similar a tu caso con los deportes y los estudios. Eres magnífica para contar la verdad, y por otro lado, eres incapaz de mentir. Por más que trates, no puedes.

—¿Eso piensas, que no puedo mentir?

—Sí—Asiente—No te sientas mal, pero. No es nada malo ser sincera, te queda muy bien—Finaliza con una sonrisa, mirando el cielo.

—…—Yotsuba permanece en silencio luego de escuchar tales declaraciones. Queda neutra, mirándolo… no muy de acuerdo a lo estipulado. Ella, melancólica, planea responderle—Yugi—Lo nombra, para llamar su atención nuevamente. Éste regresa a mirarla—En realidad… te estaba mintiendo—Comenta alegre… pero seria.

—¿?

—Yo no me junto contigo y con Uesugi-san porque me parezcan un ejemplo a seguir. Sí me parecen geniales, pero no es realmente por eso que los apoyo, es por algo más—Declara. Moviéndose, la quintilliza del listón se acerca más a él, sentándose en la banca cerca suyo, a lado de su cabeza, todo mientras lo sigue mirando seria y con una sonrisa—¿Qué crees tú que puede ser?—Pregunta.

—…—No tiene respuesta, no después de quedar perplejo de que se acercase a él y de escuchar lo que ahora la pelinaranja le cuenta, negando todo lo dicho hace unos segundos. Al igual que ella lo mira fijamente, él hace lo mismo, inentendible. La mirada de Yotsuba le da la idea de que está tomando el asunto con reserva, habla con la verdad, similar a lo que hizo con Fuutarou e Itsuki en el departamento. ¿Entonces ahora mismo habla en serio, ella desde el principio mintió? ¿No se juntaba con ellos por admiración, sino por otra razón ajena? No puede pensar en alguna posible respuesta, la noticia fue chocante de mala manera, e inesperada. La situación actual no le permite pensar de forma coherente, la tensión le quita las ideas de la mente. Se siente tan mal que a las justas logra hablar—No… no… no sé—Responde con lentitud—¿Por qué es?

—Por una razón en particular—Comparte. Simultáneamente, sujeta a Yugi de la cabeza, usa sus manos para tomarlo de ambos lados para así tener su atención completa. Cuando mira a los ojos de Yugi, y él mira los suyos, está preparada para revelar la verdad, junto con una sonrisa dulce—Es porque… me gustas, Yugi.

—…

—…

—…

—…

—… ¡…! —Procesar eso fue tan difícil que tardó demasiado en procesar.

Casi 10 segundos después de escuchar esas últimas palabras, Yugi abre más los ojos, muy, muy desconcertado, pasmado, amedrentado, y confundido, mientras que Yotsuba sigue viéndolo con añoranza y cariño.

¿Qu… qué…?—La poca coordinación que quedó en la mente de Yugi, la emplea para pensar, aunque no lo hace bien. Lo que sí funciona en cambio son sus sentidos biológicos, porque su corazón late pesadamente, sus ojos brilla y su cara se sonroja. Nunca, nunca, pero nunca se imaginó que esa sería la respuesta de la pelinaranja. De todas las hipótesis que rondaron por su mente, jamás se le hubiera ocurrido esa, ni siquiera estaba en su mente. Ella, sin vacilar, sin dudar, sin contenerse y sin nada que perder o temer, acabó de confesársele—Ella… ella… Yotsuba, ella… ¿Dijo… que le gusto?—Finalmente capta—¿Ella… dijo eso? No, pero, ella es… ella… ella es…—Pensarlo demasiado de nuevo lo des coordinó, no sabiendo qué hacer o decir, y es grave, porque ella ahora espera una respuesta.

Sus sentidos poco a poco recobran la compostura, sin embargo, no servirían mucho, ya que no tiene forma de corresponder algo así. Sigue tratando de pensar qué decirle a Yotsuba, debe de darle una respuesta, un comentario, una palabra, algo. No puede quedarse callado con una declaración tan impactante como esta… ¿Pero qué puede decirle? Nunca sintió amor por alguien que no fuese su familia biológica, no tiene mucha relación con la gente, apenas tiene amigos. Una chica que abiertamente le diga que le gusta como pareja es… algo para lo que no está preparado.

Yot… Yotsuba…—Dice el nombre de a quien llamó su atención.

A la espera de una reacción y no obtener nada salvo la sorpresa, la sonrisa melancólica y bondadosa que la cuarta quintilliza utilizó para declarar sus sentimientos y emociones… pasa a ser burlesca.

—Te-he. Mentí—Declara.

—… ¿?—Sus sentidos vuelven en sí, justo a tiempo para reaccionar a lo dicho… con confusión.

—Ajajajaja. Era una broma, y tú caíste redondito—Riéndose mucho, Yotsuba se burla, acompañando su risa con su alegría nata. Su risa es tan intensa que se ve en la necesidad de sostener su abdomen con sus brazos para contenerla, soltando a Yugi—Hubieras visto tu cara, estabas al rojo vivo de la vergüenza, todo atónito. Era para recordar, ajajajaja—Vuelve a reírse, ahora levantándose de la banca y alejándose un poco para dar y tener espacio.

—…—Inconcebible, atónito, aturdido y sin entender qué fue lo que acabó de pasar, Yugi se sienta en la banca, contemplando a Yotsuba reírse de él—… ¿Broma?—Pregunta, sentándose bien—¿E-entonces… no es cierto lo que dijiste, n-no te gusto? ¿Estabas bromeando?

—Ajajaja. Así es—Responde, terminado de reír—Decías que era incapaz de mentir, por más que tratase. Así que puse tu afirmación a prueba con una gran mentira, y por lo que pasó, sí pude.

—…—No dice nada más, sigue sin creer todo esto. Todo ese desorden en su cabeza, todo ese nerviosismo, preocupación, emociones no antes vistas y miedo… fue el producto de una broma, de una mentira que a la segunda menor de las quintillizas se le ocurrió decirle para demostrarle que sí puede persuadir.

Honestamente, viéndolo de forma emocional, fue una mentira inocente, pero desagradable. Jugó con sus sentimientos, le hizo pasar un mal rato a su cabeza, dando vueltas y vueltas, incapacitándolo de pensar, y también afectando otras de sus funciones. La mentira, por más que quiso probar un hecho, no estaba bien hacerla, y menos usando esa sensatez que la pelinaranja tiene para decir la verdad que le dio más veracidad. No obstante… no se enoja con ella.

—Al final resultaste estar equivocado, Yugi. ¿Ya ves que sí puedo mentir?—Pregunta, próspera, esperando su aprobación. Sonríe además, orgullosa de sí y de su logro.

—… S-sí. Sí que lo hiciste, mentiste. Me dejaste completamente impresionado—Afirma y cuenta. Admite, reconociendo que estaba en un error. Yotsuba en realidad puede mentir cuando se lo propone bastante, él aún no se siente bien emocionalmente, le mintió con tanta cautela que se lo creyó por completo. Por eso mismo quiere advertírselo—Pero… Yotsuba. Tú… bueno, si me permites decirlo… n-no creo que debas hacer ese tipo de bromas—Añade, recomendando hacer, preocupado por ella—Puedes llegar a afectar demasiado de forma emocional. No está bien que digas que te gusta alguien por jugar, ese tipo de mentiras son… complicadas. Puedes mentir, pero no de la forma en la que acabas de hacer—Aconseja.

—Bueno, creo que me excedí un poco, no fue correcto jugar con tus sentimientos. Pero sin embargo, caíste. Eso es lo que me importaba—Recalca, importándole más eso—Te doy mi palabra que no volveré a mentir diciendo que alguien me gusta—Promete, comportándose lo más seria posible, que no es mucho, porque, aunque jura, no desaparece su gracia. Daba lo mismo, ya es su manera de actuar.

Lo importante es que todo esto ya acabó. Yugi no negará que se sintió desmejorado con la mentira, incluso sintiéndolo más mal que su dolor de estómago. Fuera a eso, ahora es consciente de que estuvo pensando mal : Yotsuba resultó poder mentir, o al menos no mentir tan mal como imaginaba. Quizá eso signifique que ella no sea tan sincera como imaginó, simplemente que cuando toma un asunto con mucha seriedad, expresa bastante sentimiento para obrar. Eso debe ser: ella no es sincera, sino muy expresiva. Es algo alejado al tema principal, pero es estupendo. Lo recordará.

—Bueno, ya me voy—Yotsuba enuncia, sin más de qué hablar—Te veo mañana—Despide, corriendo, alejándose hasta no ser vista, y por la dirección que tomó, regresará a su casa.

Cuando se retiró, Yugi, con un poco de dificultad, se levanta de la banca, poniéndose de pie, mirando la dirección que la quintilliza tomó.

—… Hasta pronto—Aunque no lo dijo antes de que ella se fuera, Yugi, ligeramente intranquilo, también se despide, en voz baja y moviendo la mano.

Luego de despedirse, suspira para calmarse de este día tan complicado, incómodo y lleno de mentiras. Ya calmo, saca su celular del bolsillo de la camisa, lo manipula y marca un número para comunicarse con alguien. Unos segundos pasan.

—¿Fuutarou?—Nombra cuando la llamada está en línea—Ven, regresa. Ya tengo nuestras cosas.

.

.

.

15 días para el examen de grado