¡No lo puedo creer! Finalmente pude hacer este capítulo, lo terminé el sábado, pero no lo había podido revisar hasta el día de hoy, así que, si puedo, iré subiendo un capítulo por día hasta que lleguemos al 34 que será el final... porque sí, como ya se los había dicho el final ya está escrito... ¡oh mi corazón!

Primero que nada, como siempre agradecerles su eterna paciencia conmigo, pero a veces hay partes que me cuesta y hay otras que fluyen como el rio, lamentablemente a veces lo que fluye es lo que viene después y me quedo en el limbo para poder continuar, pero lo importante es que tarde o temprano siempre llega la inspiración.

Sé que este no es un fic común, no soy buena para el tema de alfas y omegas y hay una cosa que leí: es cierto que más que todo esto se realiza para el omegaverse, para que los hombres "omega" queden embarazados, pero hay temas un poco libres y hay cosas que definitivamente no se pueden cambiar, como un omega puede quedar embarazado/a sin importar que sea hombre o mujer, un alfa no puede quedar embarazado/a, un beta se podría decir que es lo normal, beta hombre no, beta mujer sí.

El olor de las feromonas los vuelve locos y se convierten en animales netamente sexuales, el RUT (que así se llama al celo de los alfas o por lo menos así lo leí en Encomienda de enamorados y en Dear Benjamin) es como un ciclo menstrual, pero a veces se adelante si se estimula porque al final las hormonas mandan.

El nudo (cuando el miembro del pene se agranda en el interior del receptor para dejar embarazado al otro, como cuando los perros se quedan pegados) casi no lo he hecho para mi fic, aunque sí entiendo que en ese momento hay más probabilidad que el omega quede embarazado, sin embargo, si ese omega no anda en su celo, también es menos probable que lo quede.

Cuando le hacen la marca, solo pueden sentir placer y son pertenencia del alfa que lo ha hecho, aunque eso no significa que no puedan tener relaciones con otro, pero no será nada placentero.

Me ha tocado leer mucho e investigar y por lo menos estas dizque "reglas" las he tratado de seguir, aunque al final decían: cada autor es libre de hacer lo que quiera, como que en realidad un hombre no puede quedar embarazado, pero aquí lo permitimos.

Así que gracias a:Faby Sama: siii! ahora quiero intentar limpiar el nombre, ¿viste el padrino? Al final Michael intenta hacer más "legítimo" el apellido Corleone, pero obvio, siempre tiene que hacer sus cosas turbias. Y sí, la mamá es la Higurashi que murió, Kagome sí es hija de uno de sus papás, aunque... bueno... espero que eso se termine de aclarar en los capítulos que se viene.
Ay mi amiga! Sí, ya se acerca el final, de hecho ya todo lo tengo escrito, lo que más me costaba era este capítulo 29, pero finalmente lo terminé, porque tenía que hacer el puente entre el 28 y el 30 que ya estaban escritos. Y no te preocupes, yo entiendo la tardanza, a ver si no recibes doble o triple premio, porque mañana espero subir otro.

BiitterCandy: jajajaja ya somos dos, a veces digo, ya lo voy a hacer y ese "ya" es como una semana y luego me quedo pensando ¡¿a dónde se me fueron los días?! Y gracias por tus palabras, al principio de hecho creí que a nadie le gustaría, porque ya sabes ¿no? Como dices, no es una temática con la que todos estén relacionadas y a veces en lo que cuesta entenderlo mejor prefieren dejarlo, aunque espero ir explicando todo lo que pueda.

Rodriguez Fuentes: espero que hayas seguido mejor, aunque ya pasaron 3 semanas, pero igual, te deseo lo mejor. Pues no... no creo que todo sea miel sobre hojuelas, tal vez sexo sobre cama sí... jajajajaja espero que este capi guste, porque luego ya vamos cuesta abajo solo buscando el final

Pero bueno, me dejo de dramas y empecemos.

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Disclaimers:

** Inuyasha le pertenece a Rumiko Takahashi, yo solo tomo los personajes para que hagan mis perversiones.

** No continúo historias, lo que terminó y a lo que le puse FIN es FIN.

** Téngame paciencia, trabajo y tengo vida, escribo en base a la inspiración, pero sobre todo a los comentarios de ustedes, así que mientras más comentarios tengo más escribo, incluso cuando mi vida se pone patas arribas, pero si me dejan muchos comentarios, escribo como loca.

** Recuerden darle like de mi página de romancerotico en Facebook, de esa manera estarán enterados cuando subiré mis fics, si sigo viva o cualquier otra cosa que deseen saber.

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29. Ni en esta, ni en la otra

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Sesshoumaru POV

Hay un pequeño viento que le hace mover su vestido, sin enseñar su ropa interior.

Para mí, es como si la gente hubiese desaparecido y estuviésemos los dos solos, mi mano continúa en su mejilla.

—Kagome, mejor entren por favor.

Le suelto el rostro volviendo a ver a ese beta que ha tenido su cuerpo, ¿cuántas veces lo habrá besado? ¿cuántas veces se habrá dejado ir en ella? Me gustaría que desapareciera de su vida, que nunca más la volviera a ver.

Cierro uno de mis puños al punto que casi puedo sentir un hormigueo debido a la presión.

—Creo que es lo mejor —le acepta como si él fuese quien dictamina las órdenes.

Estoy a punto de reclamar cuando el beta abre la puerta de la camioneta Ford que está a la espalda de Kagome y ella me toma la mano para entrelazarla con la mía haciéndome entrar como un perro detrás de ella, pero al ver que no me muevo ni un ápice me toma el rostro y luego vuelve a ver a nuestro alrededor.

—Ban tiene razón, creo que nuestras feromonas se están saliendo de control.

Veo a varias personas a nuestro alrededor sonrojadas y sin quitarnos las miradas de lujuria, así que tengo que aceptarlo porque no creo que pudiera resistir que alguien se le tirara encima en plena calle.

Cuando entro, él cierra la puerta para luego sentarse al lado del copiloto. El chofer es un tipo enorme rubio, supongo que han conseguido a alguien local. Acomodo mi café en uno de los espacios del auto.

—Sesshoumaru... —susurra casi jadeando—... ¿podrías tranquilizarte... por... favor?

La vuelvo a ver y se encuentra con sus mejillas rojas, casi a punto de salirle sangre, su respiración agitada como si hubiese corrido un maratón, a pesar de que soy yo el que acaba de ejercitarse durante 4 millas. Su mano está tan caliente como me imagino lo está su cuerpo también.

Sin embargo, me siento incómodo con esos dos a mi alrededor.

—¿Quieres... matarme...?

Su respiración es como si no pudiera alcanzar el aire con su boca y pareciera que está ahogándose.

—Estoy... a punto de morir... asfixiada... por tus... feromonas...

Ni siquiera he notado en qué momento las he desplegado, ¿me siento amenazado por ese beta? El solo pensarlo me sienta ridículo, o quizás mi pensamiento de si ha estado con alguien más me está volviendo loco, porque tengo una sensación en mi pecho que parece estar asfixiándome, es como si una enorme plancha de concreto hubiese aterrizado adentro de mi ser aprisionándome a cada segundo y eso no me permitiera pensar o siquiera actuar.

Me toma mi rostro volteándomelo para que la vea directamente y que no me pierda en el paisaje de mi lado al ver cómo el auto toma la autopista a gran velocidad. El calor de sus manos parece que también me queman la piel.

—Te he extrañado con locura también...

La fortaleza que toma para decir de un solo golpe la frase y que no quede cortada pareciera que ha sido toda una proeza, aunque al terminarla de soltar su boca queda semiabierta, tomo con delicadeza su labio inferior y cierra los ojos para sentir mi tacto y es en este momento en que me relajo por un segundo en que sus feromonas omegas impactan contra cada uno de mis sentidos apropiándose de mi conciencia.

Es un olor dulce y salvaje a la vez, es como si me sintiera libre alrededor de ella.

Mi miembro empieza a palpitar al son de mi corazón.

La he extrañado con locura, el pensar que nunca más nos volveríamos a ver era como desatar la peor batalla campal en toda la historia.

—¿Tus padres?

Su respiración es agitada, su pecho sube y baja en un delicioso vaivén, como si éste estuviese invitándome a degustarlo, su piel se ve tersa, ya no tiene ningún moretón, sin embargo, en su ceja todavía se divisa la cicatriz que le ha quedado y en la espalda, mi marca, que más bien pareciera un fino tatuaje.

Ella niega ante mi pregunta encogiéndose de hombros.

—También podría hablarte de los negocios de la familia, de cómo ha quedado la mesa ante la pérdida del maldito de Naraku o quién sustituirá a la rata traidora de Setsuna... pero ¿realmente quieres hablar de eso?

Se muerde su labio inferior y de repente un rayo traidor se cuela por el vidrio principal iluminándola y casi podría jurar que sus feromonas están a su alrededor como pequeñas estrellas brillantes en color rosa y verde.

Parpadeo y aspiro su aroma.

Se acerca a mí casi poniéndose de rodillas y niego mirando a sus dos guardaespaldas que están sentados en la parte delantera del auto a escasos centímetros de nosotros.

—No les hagas caso. Mikael no habla japonés y Ban es una tumba.

—¿Tú hablas inglés? —hace una mueca como si no importara.

—También italiano y solo un poco de español —eso me sorprende—. ¿Qué? ¿Creías que solo era una cara bonita?

Se sienta a horcajadas sobre mi regazo dándole la espalda a ellos dos casi sacándome una cabeza de diferencia por la posición, rozando su ropa interior con mi pants, ¡maldita tela, no sabía que era tan delgada! Porque puedo sentir como su húmedo sexo se pega con el mío y mi olfato se está volviendo loco.

—Kagome... —se pega a mi oreja para rozar su aliento con mi piel, frotando delicadamente su nariz con mi cuello para luego volver a levantar su cabeza y pegar sus labios a mi oído.

—He estado 3 semanas sin ti y hubo un punto en el que sentí que moriría.

—¿Has tenido tu celo?

—No —me muerde el lóbulo. Mi corazón está a punto de explotar.

Me siento tan caliente que parezco lava pura, si no salimos de aquí, dentro de poco ambos derretiremos los asientos de cuero.

—¿A dónde nos dirigimos?

—Al Montage Beverly Hills.

A unos 5 minutos, ¿podré resistir? Mi cuerpo está reaccionando al de ella, mi cabeza está a punto de explotar. Mi respiración es lenta, lobuna y febril.

—Quiero tus manos sobre mi cuerpo, quiero... —se acerca a mi oído para susurrármelo y que nadie más pueda escucharla— que te hagas cargo de mi excitación, que me toques —me agarra mi mano para contonear su figura— y que me hagas correrme una y otra vez con tu pene adentro de mí.

Su voz está cargada de ansiedad, sigue siendo tan dominante como la recuerdo, nadie ha podido doblegar a esta omega a quien todos sobreestimaron a cada instante.

Podría sacarme mi pene que ya está casi y totalmente endurecido, correrle un poco su ropa interior y penetrarla sin pudor. Bajarle esos tirantes y comerme esas pequeñas y perfectas tetas degustando sus pezones que ya están tan erectos como yo, pero permitir que estos malditos vean algo de lo que no tienen que ver me parece tan surreal como creer que estoy aquí con la hija de quien podría ser el peor enemigo de mi familia.

Sus ojos azules son un mar de perdición y estoy totalmente ahogado en ellos.

Mueve sus caderas estimulando mi verga, aunque no necesita hacer mucho ya que casi al instante pareciera que podré atravesar el pants y llegar hasta su vagina y ese olor que está desprendiendo, ¡rayos! Es tan hipnotizante, podría tumbarla en el asiento del auto boca arriba, abrir sus piernas y devorármela sin importar que tengamos espectadores.

Pero me contengo, no sé cómo, pero lo hago. Es una fortuna que a los pocos minutos el auto se estaciona dejándonos en la entrada del hotel.

Uno de los chicos intenta abrirnos la puerta, pero es interceptado por el beta que con su entrecejo fruncido y su cara con ese gesto que refleja que le duele el culo, lo aleja como si con eso le insinuara que nadie más que él puede abrirle la puerta a su Ama.

Kagome se ha acomodado a mi lado, salgo primero ofreciéndole mi mano para ayudarla a bajarse, nuestras mirada se cruzan y el ambiente se calienta.

Camina delante de mí para guiar mis pasos, ¿cuándo en mi puta vida podría haberme imaginado seguir a una omega? Ni en esta, ni en la otra.

Buen día señorita —la saluda cordialmente en inglés el alfa que está detrás del mostrador.

Buen día —la sonrisa que le brinda es gentil, su voz es tan suave que parece que las notas han salido como nubes para que uno pueda dormir sobre ellas.

El tipo sale casi corriendo para detener su paso.

¿Todo en orden en su pent-house? —ella asiente diligentemente—. ¿Algo más que podamos hacer por usted?

Todo en orden —salgo a su paso para interponerme entre los dos y responderle con voz autoritaria, tal vez de esa manera deje de ser tan "servicial".

La sangre me está hirviendo e incluso veo cómo él arruga el rostro, traga con dificultad y sacude su cabeza ante la exposición de mis feromonas, ella me agarra la mano y su beta se pone alerta.

Que nadie nos moleste, bajo ningún concepto. Gracias —ni siquiera espera una respuesta de parte de él que se queda con la boca abierta ante la orden que le ha dictaminado y no tiene otro remedio más que asentir a la espalda de ella.

¿Lo ves alfa inútil? No podrías servirle para nada.

El beta nos llama el elevador el cual abre sus puertas y entramos primero, ¿por qué no se queda allí? ¿por qué siempre tiene que estar pegado a Kagome? Me gustaría separarlo a puñetazos.

—¡Rayos! —niega gruñendo el beta—. Sabía que los alfas son posesivos y celosos, pero nunca imaginé que ese sentimiento tendría que ir por encima de lo que sus omegas sientan, ¡¿no ves que Kagome está a punto de desmayarse, idiota?!

La vuelvo a ver y efectivamente está sudando, jadeando y deteniéndose en una de las esquinas para evitar caer.

Me acerco a ella tomándola entre mis brazos. Acuna su cabeza en mi hombro probablemente como si estuviese descansando.

—Ya... no puedo... más... —asegura y sus palabras casi salen arrastradas.

—Ya llegaremos —le doy un beso en su frente y el olor de sus feromonas me empieza a afectar.

La vista se me empieza a nublar, aunque la fuerza se me incrementa.

El beta nos permite pasar primero y con su llave electrónica abre la puerta del pent-house. Atravesamos el pasillo, en donde hay cuatro puertas, tomamos la primera a mano derecha. Llegamos a un salón en donde hay un piano y atravesamos otro con alfombra, muebles y cortinas blancas. El techo es enorme y luego entiendo porqué, ya que cuando atravesamos el salón blanco llegamos a otra estancia y luego a unas gradas, es una habitación de dos pisos y ahora es más claro del porqué es un pent-house.

El techo es de vidrio y la luz se cuela a la perfección iluminando cada espacio con sus tonalidades amarillas y que estoy seguro cambiará a medida el día avance. Deben de ser casi las 9 am.

—Para lo que haremos, no te necesitamos —sentencio con voz enérgica instándolo a que no suba detrás de nosotros.

—¿Kagome?

Ni siquiera puede hablar debido al jadeo incesante, ¡maldita sea! Su olor me está matando.

—¿Crees que le haré algo malo? —me burlo—. Es más fácil que tú, un beta común, la traicione antes de que yo lo haga. Quédate o atente a las consecuencias de que un alfa dominante te mate a puñetazos.

Hay un bufido gutural en su pecho, como si estuviese intentando marcar su territorio, aunque realmente no puede hacerlo, pero no nos sigue.

Subir las gradas me parece una hazaña, porque estoy a punto de caer en mi celo provocado por sus feromonas.

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Kagome POV

Como puede, me deja caer en uno de los sillones que está en el pequeño salón antes de entrar a mi habitación.

El ambiente es pesado, denso, como si fuese una nube roja con torrentes negros que está envolviéndome y en lugar de agua me asfixia con su olor. Ni siquiera la vez anterior me sentí tan sofocada como lo estoy ahora.

Él está parado frente a mí, con ese porte tan natural e intimidante, y aunque a nadie se lo dijera se nota a leguas que es un alfa dominante, uno que con sus feromonas nos pone de rodillas a todos.

Estoy chorreando, mis jugos salen de mi sexo cayendo hasta el sillón en donde estoy sentada, pero él no hace nada, es bastante intimidante tenerlo frente a mí, con sus bufidos como si fuese un toro, sus ojos completamente dorados y las venas de sus músculos empezando a sobresalir.

—Te necesito... Sesshoumaru...

Ruego en agonía y él me vuelve a tomar de mi cintura para pararme arrancándome el pequeño hilo empapado. La tela que queda en su mano la olfatea descaradamente y eso me dispara el corazón, mis jugos se derraman por mis muslos internos, nunca había mojado como ahora, no al punto que goteo.

—Agua... necesito... bañarme... —intenta decir de manera complicada.

—Luego podrías hacer... ¡ah!

Ni siquiera termino de decir mi frase cuando me da la media vuelta para ponerme en cuatro y empezarme a penetrar. Es demasiado grande y no puedo negar que siento cómo me rasga cuando entra de un solo golpe, y eso que me encuentro tan mojada como si me hubiesen echado un balde de agua en mi sexo, completamente escurridizo y deseoso.

Sale y entra cada vez con más frecuencia aferrándose a mis caderas, yo solo puedo sujetarme a estos lujosos y elegantes sillones de tela blanca agradeciendo que la alfombra del mismo color amortigüe el peso que estamos depositando sobre mis rodillas. Hay deseo, lo siento en sus feromonas que están fuera de control casi asfixiándome y aplastándome como lo está haciendo con su cuerpo.

¡Dios! La fuerza que deposita en cada estocada es casi bestial, el mueble se mueve un poco y yo con él, sus gruñidos guturales parecen los de un lobo salvaje, pero ¿qué más puedo decir? Por lo que puedo interpretar su RUT, su ciclo de calor, ha iniciado y es la primera vez que lo aceptaré, sin inhibidores, supresores o cualquier otra droga que le pudiésemos administrar a diferencia de la vez anterior que casi caí en coma sexual, pero salieron a mi rescate.

Los sonidos obscenos de sus testículos chocando con mi trasero, el chapoteo de nuestros fluidos y nuestros gemidos todos se enredan en una sola burbuja de placer adentro de esta habitación, ¡Dios! Está por partirme en dos, me siento tan llena y casi tan perdida por el olor que está emitiendo.

Estoy endemoniadamente mojada y todo esto se está volviendo obscenamente placentero.

Hay una sensación de dolor, porque no puedo negar que si me toco el vientre pudiera sentir esa inmensa bestia que me está perforando desde adentro. Mi cuerpo está tan caliente que siento que mis huesos se derretirán por la temperatura y solo seré un charco junto con mis fluidos.

Siempre creí que podría soportar cualquier tipo relación sexual y si esta fuese dura, me encantaba más, pero nadie es como mi alfa, porque a pesar de que no es la primera vez que lo hacemos en su ciclo de calor, si es la primera en la que nos entregamos plenamente.

Se lanza sobre mí agarrando mi cintura y me vuelve a morder. Doy un pequeño grito ahogado sintiendo como mi cabeza da vueltas y no sé cómo me agarra por debajo de mis muslos y me levanta con tremenda fuerza brutal y quedo en el aire, solo con sus piernas sosteniéndome y doy un grito, ¿creí que no podría estar más adentro? ¡Dios! ¡ahora me está perforando.

Lanza un sonido, que es más un gruñido gutural y siento como su semen caliente y espeso me quema cada parte de mi interior. Este se mezcla con los míos y todo se va desparramando hasta llegar a la alfombra, porque de mi sexo quedo goteando como si fuese un chorro que ya no tuviese empaques.

Se sienta conmigo todavía empalándome, dándole la espalda y siento como sus dientes se clavan en cada parte de mis hombros, de mi espalda, es como si quisiera romperme en mil pedazos y devorarme por completo, el pensamiento me da un poco de terror porque es probable que eso se vuelva verdad. Nuestros sonidos de placer se mezclan, la violencia de nuestra pasión se convierte en una sola y los dulces estremecimientos espasmódicos que se centran en mi vientre a punto de terminar es para perder la poca cordura.

Ha tomado mi clítoris al mismo tiempo que sus dientes hacen posesión de mi cuerpo y me corro estirando mis pies y apretando mis dedos, ¡demonios! Ese orgasmo lo he sentido hasta en las uñas.

¡Dios! Jamás pensé que el sexo duro, violento y pasional sería el que volara cada uno de mis sentidos pidiendo por más, aunque realmente no pido, porque él me saca agarrándome de las nalgas y acostándome fuertemente sobre uno de los sillones.

Está parado frente a mí, su cuerpo está lleno de gotas de sudor y su mano sobándose lentamente su enorme falo, esa verga que me vuelve loca, gruesa, ancha, con gotas blanquecinas saliendo de su orificio, sus músculos se ven tensos, especialmente los del cuello que parece como si en cualquier momento se reventarán.

Dobla su cuello haciéndolo tronar, toma aire pareciendo un titan y toda la faena da la impresión de que es tan natural, como si no tuviera esa enorme carne entre sus manos, pero se la suelta.

Me agarra de las caderas y se vuelve a hundir por completo, tan duro, tan febril y necesitado, penetrándome hasta lo más profundo de mi ser.

Su mano, que es tan grande, acaricia mi plano abdomen, deambula por mi ombligo y continúa comiéndome como si no existiese un mañana, como si quisiera literalmente desprender mi clítoris y llevarlo consigo.

—Ahhhh...

Escupo un largo gemido ante la extraña, dolorosa y emocionante situación, porque esa sensación en la que agarra mi pequeño botón que está tan sensible el cual estira con sus dedos es un placer que pareciera que me eleva al cielo y luego me baja de un solo golpe a la tierra golpeándome con su propia gravedad.

Se acerca a mis tetas la cual muerde atrapándome un pezón entre sus dientes, estirándolo y luego chupándolo, agarra el otro y la misma acción.

¡Dios del sexo! Este hombre es un animal y creo que me está convirtiendo en una, porque mis fluidos llenos de placer se están desparramando, como si su verga hubiese presionado algún tipo de válvula en mi interior y ahora el chorro de mi excitación estuviese abierto, me corro, grito y es como si me estuviese orinando encima de nosotros porque los fluidos no dejan de salir.

Y creo que él también, se deja ir en mi interior, aunque no estoy segura de ello porque se sale casi de inmediato cuando yo apenas estoy tratando de analizar qué acaba de pasar.

Agitada y en búsqueda de un poco aire, porque siento que mis pulmones me queman, intento moverme buscando un poco de consuelo rogando porque aunque sea un tan solo segundo me deje respirar, pero no, no hay ninguna tregua, estamos en plena batalla y es una que la están ganando sus feromonas, porque me vuelve a tomar de mis caderas acercándome más a la orilla y se mete con furia.

—Aférrate.

Quiero preguntarle a qué o a dónde, pero solo puedo tomar aire porque me levanta con tremenda fuerza que incluso mis músculos lo sienten. Sus manos aprietan mis caderas para no dejarme caer, yo siento como mis muslos se tensionan alrededor de su cuerpo cuando sin tregua ni dilación me comienza a embestir en el aire. Una y otra vez, con fuerza bestial y casi demencial.

—¡ah...! ¡uhhh...! aggg...

Mis palabras se confunden una con la otra en una auténtica locura.

Ya ni siquiera sé lo que estoy haciendo porque el movimiento él lo hace por completo con sus caderas y sus manos que dirigen las mías, un excitante vaivén de sonidos obscenos y sentencias corporales cumplidas, porque me lleva al cielo, cuando se detiene siento que desciendo hasta lo más profundo del océano, sin poder respirar, boqueando como un pez intoxicado por el veneno contaminado de las corrientes que nosotros lanzamos y cuando quiero decirle que no se detenga, el baile sensual y placentero continúa golpeándome mi útero, aplastándome las entrañas.

¡Dios! ¡dios! ¡dios!

Mi cabeza da vueltas en un éxtasis sexual, en un calor interno como si fuese un volcán que no puede estallar, porque cada vez que estoy a punto de correrme se detiene y su mirada se enfoca en la mía, sus ojos resplandecen tan claros que me pareciera que mi córnea se quema ante el sol brillante que reflejan sus pupilas.

Y las embestidas comienzan otra vez, más fuertes que las anteriores.

La presión en mis muslos casi se va convirtiendo en calambres, transformándose en espirales de placer. Devora mi boca en un beso tan abrasador que siento vértigo. Me atrae más a él como si realmente quisiera que nuestros cuerpos se fusionaran en uno solo y a este paso creo que está a punto de lograrlo.

—Pu...ta... mierda... —gruñe y me agarra con más fuerza mis caderas deteniendo sus movimientos y cuando su chorro pega en mi interior me empiezo a correr junto con él.

Jadeo y siento que la piel de mis muslos se podría caer a pedazos por el roce que hemos tenido, mis caderas las siento más anchas como si las hubiese distendido presa ante la necesidad de poseerme y devorarme cada poro de mi piel.

Intento bajar mis piernas para saber que todavía hay un suelo debajo de mí, pero él solo niega haciéndome que me aferre más a su cuerpo y sin salirse de mí empieza a caminar a mi habitación.

¡Dios! ¿cómo puede seguir tan duro? Porque siento que mi vagina está a punto de estirarse más de lo que ya está, porque a pesar de todo el pronóstico que pueda tener en mi cabeza, él se está agrandando más en mi interior, ¿qué tanto más puede crecer? ¿por qué lo hace? Sin embargo, el dolor punzante y delicioso que está atacando mi cuerpo entero me dificulta para procesar cada sensación y solo soy consciente de que estamos en mi habitación porque me deja caer en la cama.

Estoy jadeando, necesito de oxígeno y unas ibuprofenos para poder continuar con el siguiente asalto, pero a duras penas soy consciente de lo que pienso cuando se deja caer sobre mí comiéndome mi sexo y enterrando dos dedos en cada orificio de mi cuerpo.

—¡Dio...! —mis palabras se cortan cuando sin previo aviso comienza a devorarme por ambos lados.

Una explosiva mezcla de lujuria y pudor se eleva por cada poro de mi ser y estoy segura de que se está convirtiendo en vapor porque me siento tan febril y casi puedo ver la espesa nube de feromonas que se cierne sobre nosotros.

Creo que no hay parte de mi que no saboree y con el que no se deleite. Me chupa el vientre, el estómago, la parte interna de mis muslos, mi corazón está en un bombeo incesante y me da la impresión que el pobre está pendiendo de un hilo delgado a punto de sufrir un ataque, pero Sesshoumaru no me da pausa.

Con sus dedos en cada uno de mis orificios y su boca devorándome el clítoris me vuelvo a correr en su cara arqueando con mi espalda con violencia por la fuerza con que los mete. Creo por un segundo de manera inocente que esto será suficiente para aplacar su furia, pero ¡qué equivocada estoy!

A pesar del dolor extremo y de la extraordinaria sensación, nuevamente lo veo totalmente empalmado hincado frente a mí, como si los últimos bestiales orgasmos no han sido nada para él, ¡¿de qué rayos está hecho este hombre?!

Pero no hay nada que pueda hacer, porque no hay nadie mejor que su omega para calmar la insaciable hambre que tiene por mí, por mi cuerpo, por mi olor.

No sé cuántas horas pasamos o incluso si me desmayo, pero cualquier cosa que tenga que pasar, lo único que sé es que adoro estar con mi alfa.