Lo prometido es deuda, y aquí vengo con el siguiente capítulo y lo que puedo asegurarles es que ya vamos entrando a la recta final.
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Disclaimers:
** Inuyasha le pertenece a Rumiko Takahashi, yo solo tomo los personajes para que hagan mis perversiones.
** No continúo historias, lo que terminó y a lo que le puse FIN es FIN.
** Téngame paciencia, trabajo y tengo vida, escribo en base a la inspiración, pero sobre todo a los comentarios de ustedes, así que mientras más comentarios tengo más escribo, incluso cuando mi vida se pone patas arribas, pero si me dejan muchos comentarios, escribo como loca.
** Recuerden darle like de mi página de romancerotico en Facebook, de esa manera estarán enterados cuando subiré mis fics, si sigo viva o cualquier otra cosa que deseen saber.
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30. Eres tú... maldito idiota
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Sesshoumaru POV
Abro mis ojos recobrando un poco la conciencia.
La paleta de colores del sol y el cielo que atraviesa los grandes ventanales que van justo a la piscina privada del pent-house es increíble, jamás había visto cómo éste dibujara los colores tan brillantes, aunque realmente no sé si me está anunciando el amanecer o el atardecer, tal vez por el tono amarillo será el ocaso.
De pronto siento una presencia y veo a mi izquierda encontrándome a ese beta sentado en uno de los sillones de la esquina cercano a la puerta casi enfrente de nuestra cama.
¿Por qué rayos está en nuestra habitación? ¿desde hace cuánto tiempo lo está?
Me levanto con parsimonia como si su presencia me importara un comino. Kagome está dormida boca abajo con su espalda al desnudo, cubierta por mis múltiples marcas en cada parte de su cuerpo, ¿lo ves maldito beta inútil? Es mía, no tuya, tal vez tú la tuviste un tiempo, pero ahora es mía y así será lo que nos resta de vida.
Después que yo me levanto, él lo hace también sin inmutarse ante mi desnudez.
Se acerca entregándome un bóxer y yo lo agarro vistiéndome. Me entrega una bata de alguna tela delgada (asumo que fina) y me la coloco.
Por medio de señas con su rostro y cabeza me indica que salgamos, así que con un ligero movimiento de mis ojos y cabeza acepto. Antes de salir vuelvo a verla, es tan hermosa que parece una droga divina que ha caído del cielo y ha nacido en esta tierra solo para mí.
Camino descalzo sin hacer ruido, el suelo está caliente.
Cierro la puerta a mi espalda saliendo a uno de los salones.
—¿Te gusta servir de espectador?
Mi acusación lo hace fruncir sus labios.
—No más de lo que me gusta ser el que cuide tu trasero también.
La franqueza me agrada.
—No creo que mi omega—puntualizo— te obligue a cuidarme hasta en estas situaciones.
—Siempre cuidaré a Kagome en cualquier situación, incluso en esta, a pesar de que sea absurda.
Cuando lo dice, alza un poco su rostro con arrogancia.
Expulso mis feromonas, aunque sé que podría ser inútil porque los betas no se ven tan afectados como los alfas u omegas, pero incluso veo que se balancea un poco parpadeando más de lo usual, mientras yo alzo mi pecho demostrando que él nunca podrá vencerme en ningún sentido.
—¿Qué es todo esto para ti? ¿un juego? ¿demostrar que hasta ella podría caer por ti?
Eso me hace mofar, ¿ella caer por mí? Es bueno que piense de esa manera, porque así no se da cuenta que soy yo el que ha caído rendido a sus pies.
—¿Crees que una marca es un juego? La he proclamado, ahora estamos unidos.
—¿Para qué? ¿para coger cuando estén necesitados y luego dejarse cada uno a su suerte?
Eso me ofende porque la pone en una posición menos privilegiada que a mí, así que me acerco, soy más alto que él, no mucho, quizás uno centímetros, si hubiese sido un alfa, tal vez podría haber tenido bastante poder.
—Si la has marcado como tuya, quiere decir que han forjado un lazo, pero ¿sabes lo que realmente eso significa? Es la hija de Menoumaru Myoga uno de los hombres más poderosos de Japón y no precisamente por llevarle comida a los huérfanos y tú... eres un policía —me mira con desprecio.
Lo analizo un momento y él tiene razón. Es obvio que desde que nos vimos existió y se creó una atracción que ninguno de los dos pudimos controlar, pero he regresado hasta aquí, al país que me vio nacer y al que le entregué tanto para poder pedir mi baja y así regresar con ella, deshacerme por completo de mi identidad de Jako Brick y ser más fiel a una nueva versión, ni siquiera como Sesshoumaru Taisho ya que ese nombre me recuerda a mis padres biológicos, unos que murieron a causa de su familia.
—¿Qué quieres? —lo reto.
—Sus padres, hace 3 horas, tomaron un vuelo. Estarán aquí en 7 horas.
Eso me hace trastabillar.
Me doy la media vuelta abriendo una de las puertas de vidrio para salir al balcón.
Cierro los ojos aspirando el aire y sintiendo como el sol que ya se está extinguiendo le da paso a la noche, porque no es hasta en este momento que siento que probablemente son las 7 pm.
—Detective, quiero que seas sincero, por lo menos conmigo.
—Mi nombre es Sesshoumaru —me doy la media vuelta viéndolo, su rostro ya no es tan arrogante y engreído como minutos atrás, puedo ver que está realmente preocupado por la situación de ella.
—¿Cuáles son tus intenciones con ella?
Eso es lo mismo que me he preguntado y he llegado a la conclusión que solo quiero estar con ella.
—Que siempre esté a mi lado —respondo casi inocente y totalmente enamorado.
—Sabes que nuestro jefe nunca permitirá que se casen —niega mordiéndose los labios y apretando sus puños—, creo que preferirá matarte y que ella pueda seguir por ese mismo camino al cortar su lazo a entregártela para que puedan vivir felices.
Aunque yo sé, algo que nadie más sabe.
—Entonces, encontraremos la manera —la voz de Kagome nos llama la atención.
Ha salido sigilosamente por la puerta de la habitación que conecta también con el balcón, va envuelta en las sábanas de seda blanca que antes nos protegían a los dos y que ahora sirven de escudo para guardar esa preciosa piel.
Ante mis ojos, se mira como Afrodita, una diosa griega, la mayor expresión de belleza, sensualidad y amor.
Sin embargo, sus piernas ceden y casi cae al suelo, pero consigue agarrarse de una de las sillas que están alrededor de la piscina. Su beta, se acerca tomándola de sus manos para ayudarla a sentar.
Estoy a punto de caer de rodillas ante ella y preguntarle cómo se encuentra.
Kagome es una adicción para cualquiera que esté a su alrededor.
—Sesshoumaru... ¿cómo puedes tener fuerzas para expulsar tus feromonas así? —niega restregándose los ojos—. Los celos de los alfas, son aterradores, creo que nunca más te subestimaré.
Me vuelvo a ver con el beta que ahora está detrás de ella, creo que está preocupado.
—¿De qué hablaban? A parte de comportarte como si fueses mi padre Ban y preguntarle sobre "sus intenciones". Sentí que retrocedí en el tiempo, tal vez deba de buscar quien me consiga un corsé y esos vestidos que te cubrían desde la punta de los pies hasta el cuello.
Niega decepcionada.
—Tus padres tomaron uno de los aviones para venir aquí.
Kagome frunce el entrecejo volteando su rostro para volverlo a ver, pero asumo que el malestar en su cuerpo o el cuello le impide lograrlo porque hace un gesto de dolor regresando a la posición normal.
—¿Por qué? ¿Acaso no confía en mí?
—No sé cuál es el motivo de su viaje Kagome, lo único que sabemos por medio de Mokutsu es que tomaron el avión hace más de 3 horas.
—Eso quiere decir que los tendremos aquí en 7 horas, ¿qué hora es Ban?
—Las 7.30 pm.
—Arribarán alrededor de las 4. Estarán aquí en el hotel entre las 4.30 y 5, depende de cómo los traten en la Aduana —se burla—, estoy seguro de que ya se han encargado de ello.
Entrelaza sus manos en oración y me le acerco deshaciendo ese nudo, porque incluso hasta me siento celoso de que lo haga con ella misma y que no me pida mi apoyo.
—Ban tiene razón Sesshoumaru —levanta su mirada llena de preocupación—, ellos... nunca te aceptarán... papá —niega con sus ojos brillosos— es capaz de...
Me le acerco silenciando aquella sentencia que está a punto de pronunciar. Su mano que ha estado sujetando la sábana en un nudo cerca de su pecho se afloja un poco, pero soy más rápido que ella y la agarro antes de que la deje caer enseñándole su cuerpo desnudo a este beta que, aunque sé que ya lo ha visto, pero no dejaré que eso vuelva a pasar, nunca más.
—Déjame eso a mí Kagome —le hago un intento de sonrisa que me imagino que ha salido más como una mueca—, aunque sea solo esta vez déjame sacar los oropeles y la espada para comportarme como un caballero antiguo defendiendo tu honor.
—¡No es mi honor lo que me preocupa! —se levanta de un solo golpe casi gritándolo—. Eres tú... maldito idiota... —susurra y no me queda más remedio que acunarla en mi pecho para darle un beso en su cabeza aspirando su delicioso aroma.
Ella me acusa de que he soltado mis feromonas, pero ella también lo ha hecho y ahora este jodido lugar se siente como si estuviese en el paraíso.
—Gracias por preocuparte por mí Kagome —la abrazo con fuerza—, pero no tienes porqué, nuestro lazo es mucho más fuerte que cualquier cosa en el mundo.
Siento que su cuerpo empieza a temblar y la tomo entre mis brazos, aunque me cuesta un poco debido a la gran tela que arrastra, pero finalmente lo consigo. El beta, nos abre la puerta del balcón que da a la entrada de nuestra habitación.
—Déjenme esto a mí —los vuelvo a ver—, ¿de acuerdo?
Ambos se miran, ella asiente y luego él lo hace también.
—Ban, prepara el auto —se dirige a él cuando estamos en el umbral de la puerta—. Quiero salir a cenar con Sesshoumaru y luego... él... se irá a su casa.
Su petición es más como una despedida, una sentencia del fin de nuestra sociedad, de nuestro emparejamiento, más de no de nuestro lazo, porque estamos unidos para siempre.
El beta le hace una reverencia dejándonos solos otra vez.
En esta ocasión le hago el amor, suave, lento y con pasión. Me hundo en ella, las sábanas son nuestro lecho, la habitación la que encierra nuestros gemidos y gritos de placer y la luna que va saliendo el testigo de que nuestro amor no es solo un capricho.
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La cena es un tanto melancólica. Sin mucho qué decir.
Me dejan en el Airnbn de Lehm quien me está esperando en la sala principal justo al entrar.
—Es bueno saber que has quedado en una pieza.
En algún punto le envié un mensaje diciéndole que no me aparecería en uno o dos días.
—¿Tuviste tu celo?
—Sí.
—Ya veo.
Tiene un vaso lleno de coca cola con mucho hielo y un plato de sushi casi a terminar.
—¿Sabes? La comida japonesa siempre me gustó mucho. He postergado mi fecha de salida a Minnesota para mañana, pero me quedaré un par de días más.
—¿Crees que necesito niñera?
—Si necesito identificar algún cuerpo será más fácil si estoy aquí, si tengo que desplazarme desde allá, lo único que conseguiré será vivir en angustia.
Gruño sentándome a su lado y tomo un rollo, a pesar de que estoy lleno. Ya tiene unos palillos extras, imagino que preparado por si yo aparecía para cenar.
—¿Cuál es tu plan? —lo vuelvo a ver—. Vamos Jako, te conozco lo suficiente para saber que ya debes de tener uno en mente.
—Quiero que me enseñes tu oficio —ahora es él quien me vuelve a ver completamente confundido.
—¿Quieres entrar al negocio de la seguridad?
—Sí.
—¿Aquí?
—De ser posible.
—¿Es decir que no tengo que pedirte que heredes mi negocio, sino que lo harás por puro placer? —asiento sin decir nada—. ¡Ja! Esto si que podría ser una buena idea.
Se levanta creo que buscando el bar y yo lo hago detrás de él.
—Me casaré con ella Lehm.
Sus movimientos se detienen justo antes de abrir la puerta del bar y volteándose para verme con su rostro desencajado.
—Myoga no te lo permitirá Jako —niega acercándoseme otra vez—. No... —vuelve a negar y lo veo preocupado— ese tipo es capaz de matar a su propia hija antes que ceder a entregártela.
—No tiene que ceder a entregármela, porque ya es mía.
—¡A aceptar, a coincidir, a quedarse con el hocico cerrado! Busca el puto sinónimo que quieras, pero no dejará que estén juntos —grita lleno de preocupación.
Es casi lo mismo que el beta ha afirmado.
—No puedo... —sus ojos se llenan de tristeza y preocupación—... no puedo pasar por eso otra vez Jako... —se acerca poniéndome su mano sobre mi hombro—. Irasue... tu padre... y ahora tú... ¡no todos ustedes tienen que girar en torno a los Myoga!
Nos abrazamos y entiendo por completo su frustración.
—Hay mucha diferencia entre mis padres biológicos y yo —me separo agarrándolo por sus antebrazos, que tienen tanto músculo como los míos—, Touga quería asesinar a los Myoga, por mi parte no tengo intención de hacerles daño, además que tú me has contado su mayor secreto.
—¿Crees que podrás chantajear a Myoga y soltar la verdad sobre Naomi y ellos? —niego.
—Cualquier alfa se vuelve un idiota cuando nos enamoramos —me mofo soltándolo—, ahora puedo darme cuenta de ello. Los omegas son los que tienen todo el poder, especialmente si nos enlazamos a ellos.
—¿Estás a los pies de ella?
—Como un mendigo rogando por un pedazo de pan.
—Joder... —gruñe restregándose la frente y luego la cabeza.
—¿Nunca estuviste así por Chiquita?
Deja caer su cuerpo pegándolo a una pared.
—Como un puto perro.
Ambos nos sonreímos.
—Tengo una ventaja sobre ellos, a pesar de que sea un alfa, pero Tsubaki ama a su hija, no dejará que le pase nada y por protegerla, estoy seguro de que hará cualquier cosa.
—¿Incluso hasta ponerse de tu lado en contra de su marido?
—No estoy seguro —acepto con firmeza—, solo sé que esa es una ventaja.
No logro convencerlo de que se regrese a Minnesota porque argumenta su preocupación por mi vida, además que me dice que está cómodo aquí en Los Ángeles. Se irá a pasar unos días a San Diego y a Malibú, después de todo manejar 3 horas no es ningún problema para él.
Me jugaré el todo por el todo. Esta es nuestra única salida.
