Llamaron a la puerta insistentemente durante varios segundos y se molestó
al tener que dejar el libro justo en lo más interesante. ¿A quién se le
ocurriría salir con esa tormenta a altas horas de la noche e ir a la
Mansión Malfoy?
Esperaba que no fuera algún loco asesino, un vendedor de cualquier artículo estúpido o cosas por el estilo. Pero al abrir la puerta pudo comprobar que no, no era ningún loco asesino ni un vendedor de libros... Era una joven mujer que lo observaba con sus ojos color chocolate con una amplia sonrisa tras ese flequillo rojo que le caía sobre el rostro empapado.
Era ella.
Durante unos instantes se quedó ahí parado, sin saber que hacer, apoyado en el quicio de la puerta intentando articular una palabra más o menos coherente. Luego se frotó los ojos con un rápido gesto. No, no desaparecía, era real.
-Estás mojada-, fue lo único que atinó a decir.
-Felicidades Draco-, contestó la muchacha sin borrar la sonrisa de su rostro apartándose el pelo mojado que caía sobre sus hombros también mojados.
¿Felicidades? ¿Cómo que...? ¡Otra vez! Había vuelto a olvidarlo.... Había vuelto a olvidar que era su cumpleaños. Nunca había sido nada especial para él, su madre y su antiguo "criado" eran los únicos que solían felicitarlo y su madre le mandaba cada año un delicioso pastel para recordarle que tenía un año más. Pero este año ni siquiera ellos lo habían felicitado, ¿cómo lo iba a recordar? Siempre había estado demasiado ocupado como para preocuparse por sí mismo. Él no valía la pena, no tenía tiempo para...
-Gracias.
-¿No lo recordabas, verdad?-, dijo la pelirroja abrazándose a sí misma. Esa ropa mojada empezaba a hacer efecto en su cuerpo.
-Deberías pasar-, contestó él apartándose de la puerta y cerrándola cuando la pelirroja entro en la casa. Se paró unos instantes mirando fijamente la puerta, ¿acaso había vuelto de Acapulco para felicitarlo? Sacudió la cabeza apartando ese pensamiento, seguramente había venido a despedirse.
-¿Puedes... puedes encender la chimenea, por favor?-, preguntó la joven estremeciéndose.
-Creo que... bueno, que deberías quitarte esa ropa.
-Si, tienes razón. ¿Tienes alguna camiseta o algo que pueda...?
-Eh... si, espera un momento.
Draco fue a su habitación a buscarle algo de ropa, bien podría haber ido a la de Diane... Su habitación y sus armarios aún estaban llenos de ropa inservible, pero le gustaba la idea de que ella tuviera puesta ropa suya. Que estupidez... Volvió a apartar ese pensamiento de su mente.
Apareció en el salón unos minutos después con un gran jersey de lana negra.
-No tengo...-, comenzó.
-Ya, ya sé que tus pantalones me quedarían algo grandes... No importa esto servirá, es bastante largo.
-Bueno pues, ya sabes donde esta el baño o la habitación o lo que quieras.
-Oh, me cambiaré aquí mismo si no te importa. Las habitaciones son demasiado frías, y me es imposible apartarme de la chimenea ahora.
Draco se sorprendió visiblemente. ¿Pensaba desnudarse ahí mismo? Estaba loca... Eso era demasiado para él.
-Claro que si te das la vuelta quizás pueda cambiarme...
-Eh, oh sí, si claro perdona...
Que estúpido, claro que no iba a desnudarse delante de él. Draco contrólate, deja de pensar esas tonterías.
Oyó como bajaba la cremallera de los pantalones y el ruido que producían unos pantalones bastantes estrechos y mojados al rozar su suave piel. Por Merlín, se estaba desnudando justo detrás suya... Eso era una cruel tortura, cuanto le costaba no darse la vuelta y mirar.
Ahora debía de estar quitándose la camiseta, es minúscula camiseta. Debía de estar loca llevando esa ropa en pleno invierno. Probablemente venía directamente de Acapulco.
-Draco.
No la oyó, en ese momento su mente la estaba imaginando en una actitud muy, muy comprometida.
-¿Draco?-, repitió la joven poniéndose frente a él esta vez.
Por Merlín... ¿Cómo podía ser tan hermosa? Su larga melena roja ya seca caía libremente por sus hombros sobre el jersey negro que resaltaba su piel blanca y que le llegaba exactamente hasta donde comenzaban sus muslos. Estaba descalza sobre la alfombra y su piel se teñía de reflejos dorados que provenían del fuego de la chimenea. ¿Sus ojos brillaban o era otro efecto de las juguetonas llamas que bailaban a su espalda?
-¿Eh? ¿Qué...? Ah, yo, eh... si, bueno siéntate.
¿Por qué demonios no podía dejar de balbucear? Definitivamente estaba dándole el aspecto de un completo idiota. ¿Y por qué demonios ella no dejaba de sonreírle de aquella forma juguetona que lo hacía enloquecer? La observó caminar hasta el sofá moviendo las caderas de una forma que solo ella sabía hacer. ¿Lo estaba haciendo aposta? Calma Draco, mantén la cabeza fría... Maldita Virginia, siempre fue tan sexy... ¡Basta!
-¿Por qué venías mojada?-, dijo aclarándose la garganta.
-Bueno, intenté aparecerme pero no recordé que la casa estaba protegida para que solo los Malfoy pudieran aparecerse... y me encontré en un lugar que no había visto en mi vida.
-Vaya... ¿dónde? Yo no controlo al lugar al que la casa manda a las personas que intentan aparecerse.
-Oh, bueno, aparecí en un oscuro callejón en el que unos borrachos me robaron las maletas. Empezó a llover y no pude coger un taxi puesto que no tenía dinero... Estaba empapada, la calle estaba vacía y las pocas personas que había creyeron que era una ladrona o algo así y no quisieron ayudarme así que tuve que venir caminando hasta aquí-, dijo todo esto sin borrar la sonrisa de su cara.
¿Por qué sonreía? Debía de haber pasado una de las peores noches de su vida y sin embargo no le daba importancia.
-¿Y la varita?
-Bueno... en un descuido me la dejé en el hotel.
-Podrías haber vuelto a por ella.
-No, antes tenía que venir aquí.
-Bueno, siento que el hechizo de la mansión te haya causado molestias-, se disculpó Draco.
-No importa... tan solo tendré que volver a comprarme todo un vestuario de ropa y demás cosas personales, pero bueno, el caso es que estoy aquí.
Draco dirigió la mirada hacia el fuego.
-Supongo que no has venido hasta aquí solo para felicitarme.
Un momento, ahora que se fijaba... si le habían robado es porque ella traía las maletas consigo. Entonces... ¿no volvería a Acapulco?
-Bueno, quería darte una sorpresa... pero veo que no te hizo mucha ilusión.
-No, solo que hace demasiado tiempo que no recordaba el día de mi cumpleaños.
-¿Algún día dejarás de preocuparte por los demás y te preocuparás por ti mismo?-, preguntó la joven sentándose más cerca de él.
-No lo sé, ese tipo de cosas no tienen importancia para mi. Yo no soy importante comparado con todo lo demás Virginia-, contestó con una sonrisa.
-Pero... pero a mi si que me importas-, susurró la pelirroja tomando una de sus manos entre las suyas. -Y a tus padres, y a Eric, y...
¿A qué se debía ese cambio? ¿No era ella la que lo había rechazada una y otra vez? ¿No era ella la que había decidido quedarse tan lejos sin dar siquiera una mínima señal de que estaba viva?
-¿A qué has venido?-, contestó Draco tajantemente apartando su mano de las de ella.
-A verte.
-¿Por qué? ¿No habías decidido quedarte allí? ¿No eras feliz estando eternamente de vacaciones? Seguramente podrías haber encontrado a un joven guapo, millonario y que no es perseguido por asesinos, podrías haberte casado, ¡como Harry!-, dijo el rubio con una mueca sarcástica.
-Sabes que no me quedé allí para buscar a un novio rico que...
-¿Ah no? ¿Y qué has hecho allí durante este tiempo? ¡Tres meses1 Tres meses es mucho tiempo, tres meses sin dignarte a llamar por teléfono, una simple carta, ¡algo, maldita sea!
-He hablado con mi madre. Lo sé todo-, dijo la pelirroja con la voz calmada.
Rapidamente, Draco se vino abajo. Vaya, eso era lo único que faltaba... que supiera que había estado rebajándose por ella desde que tenía 16 años. Se encontraba traicionado, humillado, abandonado... El mismo sabía que ella lo tenía en sus manos, ella podía manejarlo a su voluntad. Pensó en gritar que todo era falso, que aquello ya había sido olvidado, que ya no sentía nada por ella... Pero, ¿para qué negarlo? Era tan obvio. La tenía ahí delante, a la única persona que lo hacía sentir vulnerable. No era justo. Optó por bajar la cabeza y ocultarla entre sus brazos apoyados en sus rodillas.
Ginny lo observaba extrañada, ¿qué le pasaba? Ella no había querido que se sintiera mal, ¿qué había dicho? No había vuelto para recriminarle nada, solo había ido hasta allí para decirle que...
Se arrodilló frente a él en la mullida alfombra, le apartó las manos de la cara, pegó su frente contra la del joven y lo rodeó con sus brazos. Él tenía los ojos cerrados, no podía mirarla.
-Draco escúchame... Yo no he venido para hacer que te sientas mal, no he venido para pelear ni para reprocharte nada, al contrario de lo que piensas no he venido para humillarte. He venido para decirte que he sido la mayor estupida del mundo, que nunca me perdonaré haberte hecho sufrir. Mi madre me contó todo y yo... yo sentí la mayor alegría del mundo.
La pelirroja dejó escapar varias lágrimas que había tratado de contener desde que había entrado en la casa. Draco se sentó en la alfombra con la espalda apoyada en el sofá y la pelirroja acurrucada en su pecho. Se limitaba a acariciar su espalda, a besar su pelo mientras la pelirroja sollozaba y se aferraba a él.
-Lo siento, lo siento tanto...-.
-No importa-, contestó el con voz ronca. -Está bien, no tenemos por que pensar en el pasado. Ven aquí...
Virginia se sentó en su regazo y él la abrazó como si se le fuera la vida en ello. Enterró la cabeza en su cuello con aroma a fresa y se abandonó al llanto, a un llanto silencioso que tan solo dejaba escapar las lágrimas, un llanto que había estado aguantando desde que tenía 6 años, desde que Lucius se encargó de su educación y le prohibió terminantemente llorar.
Había pasado por cosas terribles. Soportó todos y cada uno de los maltratos a los que Lucius lo sometió, lo soportó con la cabeza bien alta, con dignidad, sin llorar a pesar del dolor que recorría su cuerpo cada vez que el maldito mortífago lo torturaba con los peores maleficios para que "Aprendas a soportar el dolor". Había asesinado, había contemplado como sus personas más queridas morían, lo había perdido todo pero jamás, jamás había derramado una sola lágrima.
Pero ya no podía soportarlo más. Por su cabeza pasaban las imágenes más dolorosas, los peores recuerdos, las peores acciones...
-Llora Draco... llora, por todo lo que has sufrido, por todo lo que te han hecho pasar en la vida. Pero piensa cariño que no estás solo, ya no... Tienes a tu hijo, a tus padres y sobre todo me tienes a mi, porque pienso dedicar el resto de mi vida a estar contigo y a hacerte feliz.
-Gracias, gracias Virginia-, susurró él mirándola con los ojos nublados por las lágrimas amargas.
La pelirroja las secó con sus besos, limpió sus mejillas con sus suaves labios y sonrió.
-Te quiero. Te quiero más que a nada Draco, ha hecho falta tiempo para darme cuenta pero ahora sé que jamás dejaré de quererte.
El joven esbozó una sonrisa sincera que le erizó los pelos de la nuca. ¿Había algo mejor que verlo sonreír?
-Así me gusta, tienes que sonre...-, pero no pudo continuar porque fue interrumpida por esos labios que la atrapaban en un sueño del que no quería despertar.
En aquella alfombra se abandonaron a las caricias, a los susurros prohibidos, a los besos y las emociones. Olvidaron el pasado, los recuerdos, borraron de sus mentes todo aquello que podía entorpecer el placer del roce de sus cuerpos bañados en sudor y plagados de caricias imposibles.
Y así, la simple niñera logró que su estirado y millonario señor tuviera una nueva razón para vivir. El anhelo de al fin poder tener una vida feliz.
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Buenoooooo! Antes que nada, mis disculpas por la tardanza! T.T En realidad entiendo que algunos me hayais enviado ciertas amenazas para que continuara... Nah, es broma, muchas gracias por todo el apoyo que me han dado los lectores de este fic y os agradezco que hayais podido entender que no tenia mucha inspiración en este momento de mi vida.
Sigo sin saber si tengo la inspiración suficiente pero me he decidido a terminar el fic de una vez por todas, quizas este bien, quizas mal... En todo caso, creo que he expresado lo que queria expresar desde el principio.
Este capitulo es mas bien corto, al principio pensé en describir la ultima escenita pero creo que lo hubiera estropeado todo xD Mejor lo dejo a vuestra imaginación y espero que no os moleste que me haya saltado esa parte pero a ver... si yo no tengo experiencia dudo mucho que sepa explicar como es eso asi que cada se lo imagine como quiera ^0^ Por lo demas, creo que era obvio que iban a quedarse juntos porque sino me suicido yo misma ¬¬
Lo que no se es si la escena final ha quedado demasiado pastelosa Ô.o... No se, los dos llorando... Yo creo que esta bien, que Draco aunque sea un hombre tiene a derecho a llorar por todo lo que ha sufrido, mas bien, por lo que yo le he hecho sufrir xDD Creo que si mis personajes tuvieran vida propia me odiarian ^^U...
Creo que ya he comentad varias veces que quizas hubiera un epilogo... Pues si, pero creo que tendréis que volver a esperar xD Al menos hasta la semana que viene porque esta semana estoy llena de examenes U_U
Pues ahora mismo no tengo tiempo de contestar a todos los reviews, simplemente muchísimas gracias a todos de verdad ^__^
Hasta la proxima.
Esperaba que no fuera algún loco asesino, un vendedor de cualquier artículo estúpido o cosas por el estilo. Pero al abrir la puerta pudo comprobar que no, no era ningún loco asesino ni un vendedor de libros... Era una joven mujer que lo observaba con sus ojos color chocolate con una amplia sonrisa tras ese flequillo rojo que le caía sobre el rostro empapado.
Era ella.
Durante unos instantes se quedó ahí parado, sin saber que hacer, apoyado en el quicio de la puerta intentando articular una palabra más o menos coherente. Luego se frotó los ojos con un rápido gesto. No, no desaparecía, era real.
-Estás mojada-, fue lo único que atinó a decir.
-Felicidades Draco-, contestó la muchacha sin borrar la sonrisa de su rostro apartándose el pelo mojado que caía sobre sus hombros también mojados.
¿Felicidades? ¿Cómo que...? ¡Otra vez! Había vuelto a olvidarlo.... Había vuelto a olvidar que era su cumpleaños. Nunca había sido nada especial para él, su madre y su antiguo "criado" eran los únicos que solían felicitarlo y su madre le mandaba cada año un delicioso pastel para recordarle que tenía un año más. Pero este año ni siquiera ellos lo habían felicitado, ¿cómo lo iba a recordar? Siempre había estado demasiado ocupado como para preocuparse por sí mismo. Él no valía la pena, no tenía tiempo para...
-Gracias.
-¿No lo recordabas, verdad?-, dijo la pelirroja abrazándose a sí misma. Esa ropa mojada empezaba a hacer efecto en su cuerpo.
-Deberías pasar-, contestó él apartándose de la puerta y cerrándola cuando la pelirroja entro en la casa. Se paró unos instantes mirando fijamente la puerta, ¿acaso había vuelto de Acapulco para felicitarlo? Sacudió la cabeza apartando ese pensamiento, seguramente había venido a despedirse.
-¿Puedes... puedes encender la chimenea, por favor?-, preguntó la joven estremeciéndose.
-Creo que... bueno, que deberías quitarte esa ropa.
-Si, tienes razón. ¿Tienes alguna camiseta o algo que pueda...?
-Eh... si, espera un momento.
Draco fue a su habitación a buscarle algo de ropa, bien podría haber ido a la de Diane... Su habitación y sus armarios aún estaban llenos de ropa inservible, pero le gustaba la idea de que ella tuviera puesta ropa suya. Que estupidez... Volvió a apartar ese pensamiento de su mente.
Apareció en el salón unos minutos después con un gran jersey de lana negra.
-No tengo...-, comenzó.
-Ya, ya sé que tus pantalones me quedarían algo grandes... No importa esto servirá, es bastante largo.
-Bueno pues, ya sabes donde esta el baño o la habitación o lo que quieras.
-Oh, me cambiaré aquí mismo si no te importa. Las habitaciones son demasiado frías, y me es imposible apartarme de la chimenea ahora.
Draco se sorprendió visiblemente. ¿Pensaba desnudarse ahí mismo? Estaba loca... Eso era demasiado para él.
-Claro que si te das la vuelta quizás pueda cambiarme...
-Eh, oh sí, si claro perdona...
Que estúpido, claro que no iba a desnudarse delante de él. Draco contrólate, deja de pensar esas tonterías.
Oyó como bajaba la cremallera de los pantalones y el ruido que producían unos pantalones bastantes estrechos y mojados al rozar su suave piel. Por Merlín, se estaba desnudando justo detrás suya... Eso era una cruel tortura, cuanto le costaba no darse la vuelta y mirar.
Ahora debía de estar quitándose la camiseta, es minúscula camiseta. Debía de estar loca llevando esa ropa en pleno invierno. Probablemente venía directamente de Acapulco.
-Draco.
No la oyó, en ese momento su mente la estaba imaginando en una actitud muy, muy comprometida.
-¿Draco?-, repitió la joven poniéndose frente a él esta vez.
Por Merlín... ¿Cómo podía ser tan hermosa? Su larga melena roja ya seca caía libremente por sus hombros sobre el jersey negro que resaltaba su piel blanca y que le llegaba exactamente hasta donde comenzaban sus muslos. Estaba descalza sobre la alfombra y su piel se teñía de reflejos dorados que provenían del fuego de la chimenea. ¿Sus ojos brillaban o era otro efecto de las juguetonas llamas que bailaban a su espalda?
-¿Eh? ¿Qué...? Ah, yo, eh... si, bueno siéntate.
¿Por qué demonios no podía dejar de balbucear? Definitivamente estaba dándole el aspecto de un completo idiota. ¿Y por qué demonios ella no dejaba de sonreírle de aquella forma juguetona que lo hacía enloquecer? La observó caminar hasta el sofá moviendo las caderas de una forma que solo ella sabía hacer. ¿Lo estaba haciendo aposta? Calma Draco, mantén la cabeza fría... Maldita Virginia, siempre fue tan sexy... ¡Basta!
-¿Por qué venías mojada?-, dijo aclarándose la garganta.
-Bueno, intenté aparecerme pero no recordé que la casa estaba protegida para que solo los Malfoy pudieran aparecerse... y me encontré en un lugar que no había visto en mi vida.
-Vaya... ¿dónde? Yo no controlo al lugar al que la casa manda a las personas que intentan aparecerse.
-Oh, bueno, aparecí en un oscuro callejón en el que unos borrachos me robaron las maletas. Empezó a llover y no pude coger un taxi puesto que no tenía dinero... Estaba empapada, la calle estaba vacía y las pocas personas que había creyeron que era una ladrona o algo así y no quisieron ayudarme así que tuve que venir caminando hasta aquí-, dijo todo esto sin borrar la sonrisa de su cara.
¿Por qué sonreía? Debía de haber pasado una de las peores noches de su vida y sin embargo no le daba importancia.
-¿Y la varita?
-Bueno... en un descuido me la dejé en el hotel.
-Podrías haber vuelto a por ella.
-No, antes tenía que venir aquí.
-Bueno, siento que el hechizo de la mansión te haya causado molestias-, se disculpó Draco.
-No importa... tan solo tendré que volver a comprarme todo un vestuario de ropa y demás cosas personales, pero bueno, el caso es que estoy aquí.
Draco dirigió la mirada hacia el fuego.
-Supongo que no has venido hasta aquí solo para felicitarme.
Un momento, ahora que se fijaba... si le habían robado es porque ella traía las maletas consigo. Entonces... ¿no volvería a Acapulco?
-Bueno, quería darte una sorpresa... pero veo que no te hizo mucha ilusión.
-No, solo que hace demasiado tiempo que no recordaba el día de mi cumpleaños.
-¿Algún día dejarás de preocuparte por los demás y te preocuparás por ti mismo?-, preguntó la joven sentándose más cerca de él.
-No lo sé, ese tipo de cosas no tienen importancia para mi. Yo no soy importante comparado con todo lo demás Virginia-, contestó con una sonrisa.
-Pero... pero a mi si que me importas-, susurró la pelirroja tomando una de sus manos entre las suyas. -Y a tus padres, y a Eric, y...
¿A qué se debía ese cambio? ¿No era ella la que lo había rechazada una y otra vez? ¿No era ella la que había decidido quedarse tan lejos sin dar siquiera una mínima señal de que estaba viva?
-¿A qué has venido?-, contestó Draco tajantemente apartando su mano de las de ella.
-A verte.
-¿Por qué? ¿No habías decidido quedarte allí? ¿No eras feliz estando eternamente de vacaciones? Seguramente podrías haber encontrado a un joven guapo, millonario y que no es perseguido por asesinos, podrías haberte casado, ¡como Harry!-, dijo el rubio con una mueca sarcástica.
-Sabes que no me quedé allí para buscar a un novio rico que...
-¿Ah no? ¿Y qué has hecho allí durante este tiempo? ¡Tres meses1 Tres meses es mucho tiempo, tres meses sin dignarte a llamar por teléfono, una simple carta, ¡algo, maldita sea!
-He hablado con mi madre. Lo sé todo-, dijo la pelirroja con la voz calmada.
Rapidamente, Draco se vino abajo. Vaya, eso era lo único que faltaba... que supiera que había estado rebajándose por ella desde que tenía 16 años. Se encontraba traicionado, humillado, abandonado... El mismo sabía que ella lo tenía en sus manos, ella podía manejarlo a su voluntad. Pensó en gritar que todo era falso, que aquello ya había sido olvidado, que ya no sentía nada por ella... Pero, ¿para qué negarlo? Era tan obvio. La tenía ahí delante, a la única persona que lo hacía sentir vulnerable. No era justo. Optó por bajar la cabeza y ocultarla entre sus brazos apoyados en sus rodillas.
Ginny lo observaba extrañada, ¿qué le pasaba? Ella no había querido que se sintiera mal, ¿qué había dicho? No había vuelto para recriminarle nada, solo había ido hasta allí para decirle que...
Se arrodilló frente a él en la mullida alfombra, le apartó las manos de la cara, pegó su frente contra la del joven y lo rodeó con sus brazos. Él tenía los ojos cerrados, no podía mirarla.
-Draco escúchame... Yo no he venido para hacer que te sientas mal, no he venido para pelear ni para reprocharte nada, al contrario de lo que piensas no he venido para humillarte. He venido para decirte que he sido la mayor estupida del mundo, que nunca me perdonaré haberte hecho sufrir. Mi madre me contó todo y yo... yo sentí la mayor alegría del mundo.
La pelirroja dejó escapar varias lágrimas que había tratado de contener desde que había entrado en la casa. Draco se sentó en la alfombra con la espalda apoyada en el sofá y la pelirroja acurrucada en su pecho. Se limitaba a acariciar su espalda, a besar su pelo mientras la pelirroja sollozaba y se aferraba a él.
-Lo siento, lo siento tanto...-.
-No importa-, contestó el con voz ronca. -Está bien, no tenemos por que pensar en el pasado. Ven aquí...
Virginia se sentó en su regazo y él la abrazó como si se le fuera la vida en ello. Enterró la cabeza en su cuello con aroma a fresa y se abandonó al llanto, a un llanto silencioso que tan solo dejaba escapar las lágrimas, un llanto que había estado aguantando desde que tenía 6 años, desde que Lucius se encargó de su educación y le prohibió terminantemente llorar.
Había pasado por cosas terribles. Soportó todos y cada uno de los maltratos a los que Lucius lo sometió, lo soportó con la cabeza bien alta, con dignidad, sin llorar a pesar del dolor que recorría su cuerpo cada vez que el maldito mortífago lo torturaba con los peores maleficios para que "Aprendas a soportar el dolor". Había asesinado, había contemplado como sus personas más queridas morían, lo había perdido todo pero jamás, jamás había derramado una sola lágrima.
Pero ya no podía soportarlo más. Por su cabeza pasaban las imágenes más dolorosas, los peores recuerdos, las peores acciones...
-Llora Draco... llora, por todo lo que has sufrido, por todo lo que te han hecho pasar en la vida. Pero piensa cariño que no estás solo, ya no... Tienes a tu hijo, a tus padres y sobre todo me tienes a mi, porque pienso dedicar el resto de mi vida a estar contigo y a hacerte feliz.
-Gracias, gracias Virginia-, susurró él mirándola con los ojos nublados por las lágrimas amargas.
La pelirroja las secó con sus besos, limpió sus mejillas con sus suaves labios y sonrió.
-Te quiero. Te quiero más que a nada Draco, ha hecho falta tiempo para darme cuenta pero ahora sé que jamás dejaré de quererte.
El joven esbozó una sonrisa sincera que le erizó los pelos de la nuca. ¿Había algo mejor que verlo sonreír?
-Así me gusta, tienes que sonre...-, pero no pudo continuar porque fue interrumpida por esos labios que la atrapaban en un sueño del que no quería despertar.
En aquella alfombra se abandonaron a las caricias, a los susurros prohibidos, a los besos y las emociones. Olvidaron el pasado, los recuerdos, borraron de sus mentes todo aquello que podía entorpecer el placer del roce de sus cuerpos bañados en sudor y plagados de caricias imposibles.
Y así, la simple niñera logró que su estirado y millonario señor tuviera una nueva razón para vivir. El anhelo de al fin poder tener una vida feliz.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: ::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Buenoooooo! Antes que nada, mis disculpas por la tardanza! T.T En realidad entiendo que algunos me hayais enviado ciertas amenazas para que continuara... Nah, es broma, muchas gracias por todo el apoyo que me han dado los lectores de este fic y os agradezco que hayais podido entender que no tenia mucha inspiración en este momento de mi vida.
Sigo sin saber si tengo la inspiración suficiente pero me he decidido a terminar el fic de una vez por todas, quizas este bien, quizas mal... En todo caso, creo que he expresado lo que queria expresar desde el principio.
Este capitulo es mas bien corto, al principio pensé en describir la ultima escenita pero creo que lo hubiera estropeado todo xD Mejor lo dejo a vuestra imaginación y espero que no os moleste que me haya saltado esa parte pero a ver... si yo no tengo experiencia dudo mucho que sepa explicar como es eso asi que cada se lo imagine como quiera ^0^ Por lo demas, creo que era obvio que iban a quedarse juntos porque sino me suicido yo misma ¬¬
Lo que no se es si la escena final ha quedado demasiado pastelosa Ô.o... No se, los dos llorando... Yo creo que esta bien, que Draco aunque sea un hombre tiene a derecho a llorar por todo lo que ha sufrido, mas bien, por lo que yo le he hecho sufrir xDD Creo que si mis personajes tuvieran vida propia me odiarian ^^U...
Creo que ya he comentad varias veces que quizas hubiera un epilogo... Pues si, pero creo que tendréis que volver a esperar xD Al menos hasta la semana que viene porque esta semana estoy llena de examenes U_U
Pues ahora mismo no tengo tiempo de contestar a todos los reviews, simplemente muchísimas gracias a todos de verdad ^__^
Hasta la proxima.
