Las calles de la ciudad se llenaron de luces color neón. Aun había lugares que queríamos visitar. Pero ¿y el lugar en el que íbamos a dormir? Con tanto movimiento nos habíamos olvidado de algo que se suponía que haríamos llegando.

Le pedí a Jeff su bloc de notas y revisé la dirección que estaba apuntada en una de sus hojas.

«¿Y esto dónde queda?» le pregunté a mi equipo.

Por supuesto ambos estaban tan perdidos como yo.

Tomamos un taxi y cuando nuestro chofer nos preguntó a dónde, yo solo le di la hoja de la dirección.

«NO… PUEDE… SER» exclamamos los tres al unísono cuando vimos el nombre del hotel en el que nos íbamos a quedar.

Gran Hotel Monotoli.

Corrí hacia una cabina telefónica que había en la esquina de la cuadra y llamé a mi padre.

«Papá ¿por qué elegiste este hotel?».

«¿Verdad que te sorprendí? No te preocupes por el precio, me hicieron una oferta especial. SIN CARGO ADICIONAL».

«Papá, Monotoli parece estar aliado con mis enemigos».

«¿Crees que fue mi primera opción? El hotel de mi preferencia cambió de administración y mi segunda opción cerró de la nada. Escucha, no bajes la guardia, si tus enemigos quieren ir un paso en frente de ti, tu ve dos, estarás bien, ¿okay?».

«Okay».

«Ese es mi muchacho, nos vemos luego».

Click

Regresé con mis amigos que aún estaban contemplando el enorme hotel.

«Nos quedamos, tal vez podamos conseguir aquí la información que necesitamos. Paula, si es necesario lee la mente de cada una de las personas».

«Mi concentración no da para tanto» respondió ella.

«Por lo menos de los empleados».

Paula asienta con la cabeza.

Cruzamos las puertas del hotel fingiendo inocencia:

«Woaaa, Es el hotel mas lujoso que he visto, no puedo esperar a ver nuestra habitación».

El hotel tenía cámaras, así que ya tenían nuestras caras en video.

Paula y yo nos dirigimos a la recepción, yo conversaba con el recepcionista y Paula hacía "lo otro".

«¿Y? ¿Descubriste algo?» le pregunté a Paula.

«No, solo que nos estaban esperando».

«Pues claro, es el trabajo de un recepcionista».

Paula y yo le regalamos a Jeff una mirada sarcástica.

«Me callo».

Nos acercamos al botones y le dejamos nuestro equipaje.

En un tono dulce Paula le pregunta «¿Hace mucho que trabaja aquí?».

«Sí algo» respondió cortésmente, pero sin voltear a ver a Paula.

Paula miró hacia su chaleco. «Lindo broche».

«Gracias ―contestó manteniendo su ligero tono cortante―, es parte del uniforme».

«¿La "M" es por Monotoli?».

«El botones mira a Paula y sin decir una palabra asiente con la cabeza».

«¿Y en realidad le pertenece a Monotoli?».

«Pues claro».

En eso Paula se detiene algo espantada.

«¿Que ocurre?» le pregunté, dejando que el botones se adelantara.

«Nada, él solo está amargado, muy amargado».

Llegamos a la puerta de nuestra habitación. Paula me sugirió dejarle propina al botones. Al menos el hombre era bueno escondiendo su malhumor.

«¿Nada?» le pregunté a Paula una vez después de cerrar la puerta de la habitación.

«Nada ―me afirmó ella― Pero hay algo alterando sus mentes, no sé cómo describirlo.

«¿Cómo una interferencia?» pregunté yo.

Jeff había ido directo a una de las camas a dejar su mochila, de ahí sacó su "rastreador" y lo conectó.

«¿Qué le sucede a esta cosa?» preguntó el nerd para sí mismo.

La pantalla mostraba Glitchs.

«¿Por qué hace eso?» le pregunté.

No lo sé, ha de estar dañada» dijo observando su aparato desde diferentes ángulos.

«Jeff, mira» le dije mientras señalaba a la pantalla.

«Es una frecuencia de no-radio» dijo él.

«¿Y viene del hotel?».

«No, pero podemos rastrearla».

Hasta ahora Mousketson había sido un excelente guía y amigo de bolsillo, pasaba una gran parte del día en mochila y la otra sobre mi hombro, pero había llegado el momento de confiarle una tarea individual.

«Escucha, necesito que te escabullas por el hotel y reúnas toda la información posible mientras nosotros no estamos. ¿Crees que pueda contar contigo?».

El ratón chirrió a la vez que me saludaba con la mano en su frente.

«Bien, volvemos más tarde».


El cielo está parcialmente despejado, aun así, no se ven estrellas sobre las calles de la ciudad. El peligro podía estar a la vuelta de la esquina, así que debíamos ser cautelosos.

En cierto momento empecé a sentir que alguien nos seguía. Llegué a escuchar un sonido: "Prrrr". Parecía un ronroneo, pero mucho más siniestro, casi como el gruñido de un león, volteé por todos lados, pero no vi nada.

El corazón de Paula alcanzó a ver un hombre de mediana edad dentro de un callejón.

«Disculpe, señor ¿Qué está haciendo acostado en este lugar?» preguntó ella.

El hombre la miro directo a los ojos y en un tono de desprecio le dijo: «¿Y a ti que te importa?». Seguido de eso escupió al suelo.

«¡Oiga! Solo quería ser amable» le respondió Paula con firmeza.

El tipo era un vago, quizá el más amargado que había conocido hasta ahora, vestía una camisa blanca y unos pantalones negros. Ambos en buen estado para ser un vago tradicional.

«¡BAAH!» gritó el hombre haciéndonos correr a Jeff y a mí.

Volteamos hacia atrás y vimos que Paula seguía parada en su lugar.

Después de un pequeño silencio Paula preguntó con ternura «Solo dígame, ¿por qué no va a su casa?».

«Es qué no tengo casa ― dijo el hombre en un tono menos grosero―. No desde que Monotoli me quitó hasta lo poco que tenía».

«¡¿Monotoli le quitó su casa?!» exclamé yo.

«Me quitó todo lo que tenía: Auto, casa, y empleo».

En el vocabulario de los padres y maestros de Onett, "vago" era la persona que malgastabasu vida y pasaba su día en la calle en vez de estudiar o trabajar, alguiencomo el señor Lier o Frank, pero ellos al menos tenían una casa. ¿Como llamas a la persona que le quitan su medio de vida?

Paula saca un billete de su maletín y se lo extiende al hombre.

«No, por favor ―nos instó a la vez apretaba los dientes y nos hacía señas con la mano para que nos fuéramos―, ¡guárdate ese billete!».

De las sombras del callejón salieron dos hombres más con ropa aun en peores condiciones, su caminar era peor que el de los zombis de Threed. Mi reacción al instante de verlos fue sujetar el mango de mi bate en mi mochila.

«¿Y qué tienes para nosotros?» preguntó uno.

«¡Solo váyanse!» nos gritó el hombre de camisa blanca mientras se ponía de pie.

Corrimos de aquel lugar, esta vez los tres.

Entre jadeos volteamos hacia atrás para asegurarnos de que nadie nos estuviera persiguiendo.

«Entonces Monotoli es reamente malo» le digo a mi grupo.

«O solo está bajo la influencia de Gargas» comentó Paula.

«Como sea, hay que detenerlo».

«Este parece ser el lugar» dijo Jeff.

«Y qué es exactamente lo que estamos buscando» preguntó Paula.

Una luz nos encandila.

Aviento a Paula al piso a la vez que me tiro junto a ella.

¡CRAAASH!

Un taxi se acababa de estrellar contra la pared. ¡Justo por donde estábamos parados!

«¿Estás bien?» pregunté.

«¡¿Que ocurrió?!» exclamó Paula.

«Acaban de intentar matarnos».

Corrimos a otro lado del taxi para encontramos con Jeff. Estaba gimiendo de dolor mientras se sujetaba la rodilla.

«Creo que me fracturé el peroné».

Me arrodillé para usar PSI en Jeff.

«¿También puedes curar huesos rotos con PSI?».

«Vale la pena intentar».

«¡Oigan! ―nos llamó Paula―. No hay conductor en el taxi».

En eso, un monstruo hecho de aparatos viejos emergió desde las sombras de un callejón. Su base era una camioneta OPEL.

Desde su cabeza ―que era una lavadora― lanza un proyectil de luz que hace volar el techo del taxi.

«¡¿Ese es un cañón de fotones real?!» exclamó Jeff emocionado.

«¡Oye, quédate tranquilo! ―le digo―. Quédate aquí mientras nosotros nos encargamos».

El monstruo de chatarra se pone a cargar otro disparo, lo que nos daría oportunidad de avanzar.

Paula y yo salimos al frente, listos para atacar. Si pude enfrentarme al Frankenstein II al comienzo de mi aventura, con un poco de ayuda podía con este. Esta podía ser la batalla más grande hasta ahora…

Cae un rayo sobre la máquina. Esta se desarma completamente.

Okay, tal vez no.

Volteo hacia Paula, quien con los ojos bien abiertos me mira de reojo.

«¡No, el cañón de fotones no!» exclamó Jeff desde atrás del taxi.

Paula y yo intercambiamos miradas de sarcasmo.

Tan pronto como curé a Jeff este se puso de pie y corrió a revisar su preciado cañón de fotones.

«Vaya, no sé qué haríamos sin ti» le digo a Paula.

Prrrr. Otra vez el ronroneo siniestro.

Volteé, pero una vez más, no vi a nadie.

«¡Eres un monstruo! ―lloró Jeff― ¡lo dejaste inservible!».

«¡Oye! ¡Te salvó la vida!» le respondí indignado.

Jeff regresó a nuestro lado bastante avergonzado. «Tienes razón… Gracias Paula, no eres un monstruo, perdóname».

«No te preocupes» respondió ella en un tono tímido.

«Oye, mírame. No te sientas avergonzada de tus poderes, eres como una superheroína y esa cosa era una máquina, no rompiste el código».

Paula sonríe al suelo mientras asiente con la cabeza. «Tienes razón ―contesta mirándome a los ojos―. Gracias Ness».

Jeff levanta su Gameboy del suelo, el cual ahora tenía la pantalla estrellada. Estaba casi tan inservible como el taxi o el monstruo de aparatos.

«Oye, lo lamento» le expresó Paula a Jeff.

«No es tu culpa, se me cayó cuando el taxi me golpeó».

Mientras ellos intercambiaban palabras yo alcé la mirada al otro extremo de la calle, vi una extraña sombra. No parecía una persona, pero definitivamente podía sentir como me miraba.

A la distancia se escucha el sonido de una patrulla, parecía dirigirse al lugar del accidente.

«¿En serio vas a seguir revisando esa cosa?» le pregunta Paula a Jeff.

«Oye, me debe un aparato».

La patrulla se escuchaba más cerca, parecía dirigirse al lugar del accidente. Y con nosotros solos ahí sin una explicación creíble seríamos los principales ―y únicos― sospechosos.

«Chicos, hay que irnos».

Volví a mirar al otro extremo de la calle, la sombra ya no estaba.