DISCLAIMER: Los derechos de la trama de la película "La reina de los condenados" no me pertenecen, son propiedad de la maravillosa Anne Rice, autora de las Crónicas Vampíricas, y de la productora Warner Bros., quien llevó la historia adaptada a la pantalla grande (la cual es de por sí también como un fanfic de la trama original). Yo solo he tomado prestados a los personajes en esencia para traducir un hermoso fic ya publicado hace varios años, que encontré sobre ellos.
PARTE VII
Jesse lamentó tener que dejar atrás la confortable e improvisada manta, más supo de alguna manera que el sentimiento de incomodidad no duraría mucho porque a decir verdad la suavidad de la mano de Lestat sosteniendo su mano rivalizaba por mucho con la de la prenda para entonces olvidada, para compensarle.
Lestat comenzó así a guiarle y a ella no le importó. Encantada bien podía seguirlo hasta el final de los cielos si eso significaba estar con él. Y además no estaba pidiéndole mucho.
Al llegar al pie de la cama él la soltó y con una seña le pidió que terminara de acercarse, rompiendo la poca distancia que los separaba. Jesse, sin embargo, no se movió de inmediato y en lugar de ello por unos instantes, considerando todo irreal, quiso solo contemplarlo.
Sus ojos se encontraron de tal forma, indiferentes a todo lo demás en el mundo al empezar a avanzar el uno hacia el otro al unísono.
Jesse fue alcanzada por él incluso antes de que sus propios brazos pudieran tocarlo. Lestat la sostuvo cuando se dejó caer en medio de su abrazo y enseguida comenzó a besarla… Ya no trataba de molestarla porque la verdad era que en el proceso de torturarla se lo hacía también a sí mismo. Estaba consciente de que de haber podido respirar, ella lo habría dejado sin aliento porque besarla era lo más cercano que había tenido como vampiro a volver a sentirse vivo, y aunque no poseía en realidad esa función vital, igual sintió que algo estaba siendo drenado de su ser por su causa.
"Pero ella sí necesita respirar" se obligó a recordarse.
Por ello cuando apartó su boca de la suya y percibió que Jesse estaba respirando agitada y lucía ruborizada, permitió que recobrara el aliento antes de besarla de nuevo pero esta vez delicadamente sobre la comisura de sus labios, aunque al mismo tiempo (en un gesto autoritario muy propio suyo) aprovechó para entrelazar sus esbeltos dedos entre su cabellera. No de forma apretada o brusca para causar dolor pero lo suficiente firme para dejarle en claro como una declaratoria que ahora era suya.
Entonces teniendo cuidado de no lastimarla con su accionar, examinó su rostro por unos segundos para estar seguro de que no mostraba rastros de dolor en sus facciones. Al no encontrarlos por lo tanto, reafirmó el agarre de su cabello desde su nuca. Si le hería, ella no daba signos de ello. Sus ojos sin embargo, no abandonaban los suyos, motivo por el cual después de contemplarla por un largo momento no pudo continuar conteniendo la tentación y valiéndose del modo en que la tenía, con firmeza acercó su cabeza a la suya y sin miramientos estampó de lleno sus labios contra su boca.
Los brazos de Jesse no tardaron en posicionarse alrededor de su cuello pero antes de que ambos tuvieran tiempo de profundizar demasiado el beso, él lo interrumpió una vez más.
No obstante, se inclinó para hablarle al oído:
-Cierra los ojos- le pidió.
Jesse no sabía que esperar, qué más iba él a hacer, pero con todo confió.
-¿De nuevo?- tuvo que preguntar simulando una pequeña mueca en el rostro.
Lestat como respuesta solo sonrió mientras procedía a acariciar sus párpados, ayudándola. Le vio así obedecerle tal como quería bajo el tacto de sus dedos y una vez ella tuvo los ojos cerrados, continuó con el recorrido de sus caricias abajo por sus pestañas, hasta alcanzar su barbilla y después siguió descendiendo con sus manos por su garganta. Pasó también sus dedos por la línea de su clavícula y sintió luego su corazón latir contra su palma. Un suave ritmo tan precioso para él ahora, que le agradeció silenciosamente a Marius por los poderes inmortales que le transmitiera en el pasado, que le hacían al fin y al cabo capaz de disfrutar en toda su magnificencia y con elevado grado de apreciación de ese tipo de pequeñas cosas.
Jesse esa noche tenía su cabello suelto peinado de tal manera que la mitad caía sobre su hombro y el resto para atrás, por lo que él retiró los largos mechones para poder tener acceso a su cuello, y una vez estos le dejaron libre el camino, sus labios se posaron allí de inmediato, deleitándose con el sabor de su piel.
Ella cooperando, dejó caer para ello su cabeza enteramente hacia atrás. Para este punto se reconocía por completo vulnerable ante él, aunque aun así confiaba en que no le haría daño.
Lestat por su parte, era consciente de que no debía estar haciendo aquello. Jesse se había puesto de lleno en sus manos, confiando en él de esa forma ciega cuando a decir verdad ni él estaba seguro si podía confiar del todo en sí mismo. Sabía que debía alejarse, más el sabor de ella era tan intoxicante que no podía parar.
Jesse en tanto, comenzó a balancearse un poco por lo que enseguida él la rodeó con sus brazos.
Para ella, Lestat ahora era su completo apoyo (como un pedestal), sabiendo que de soltarla, inevitablemente caería… en todo sentido.
Él para esas alturas apenas podía sostenerse pero en lugar de dejarse caer con ella de vuelta al piso, se inclinó para depositarla en la cama, evitando en el acto que su cuerpo rebotara en el colchón con brusquedad debido a su inhumana rapidez.
Así, cuando su mano tocó el colchón se detuvo un minuto contemplándola…como si fuese una joya preciosa, admirando su frágil humanidad, adorando los fuertes latidos de su corazón al igual que el deseo por él que podía advertir con claridad dentro de sus ojos avellana… con lo que sabiéndose vencido dobló al final su codo sobre las sábanas, permitiéndose dejar caer su peso lentamente sobre ella… aceptando complacerle.
Continuará…
