Mei 4:

La señorita Claes

—Primero Daera, ahora viene una representante desde Zantekia. El trabajo con las relaciones diplomáticas de la princesa Mei es increíble.

—De seguir así, Jinten será el reino con mejores alianzas en todo Tibitha. ¡Nuestros negocios podrían llegar hasta el Continente Sur! No solo eso… Jinten podría volverse el centro del mundo.

—Creo que mira esto con mucho optimismo, buen señor. Aunque me preocupa un poco que la amistad con Daera provoque problemas con Nosor.

—Eso no importa ahora, el rey de Nosor es un hombre sabio, no prestaría oídos a los reclamos de unos cuantos nobles necios. Y si el señor Hugo, el principal opositor, ya ha dejado sus rencores atrás, los demás opositores tendrán que cambiar de parecer.

—Que todos y cada uno de los dioses le escuchen. Lo que menos necesitamos son conflictos innecesarios.

—Cierto, cierto. Lo mejor por ahora es desear que la fiesta de compromiso sea un éxito.

Al parecer esos hombres no se dieron cuenta que podía escucharlos. Con solo oír sus voces pude identificarlos como miembros de la corte real; ya antes hablé con ellos y no pararon de alabar mi valentía por visitar un reino tan hermético como Daera. Ahora sé que sus palabras no son cumplidos vacíos para ganarse mi favor, sus halagos son auténticos. Sé que resultara extraño, pero me hace sentir algo de envidia de la Mei de esta realidad.

En mi mundo nunca creí hacer algo admirable. Tampoco quienes me rodeaban lo veían así. El dirigir la Academia era un trabajo que debía hacer sin importar otra cosa. No había nada destacable en cumplir con mi deber, era lo mínimo que se esperaba de mi parte y realizarlo de manera satisfactoria era todo lo que importaba. No tenía ningún mérito ante mi abuelo, la junta directiva o los profesores. Solo cumplía con mis funciones.

No puedo negar que entre las alumnas de la Academia existieran quienes siempre expresaron su admiración, pero nunca creí que sus palabras fueran sinceras. Por una parte, todas sabían quién era, conocían a mi familia y le respetaban en la misma medida que le temían. Nadie quería enemistarse con la presidenta del consejo y nieta del director. Además, estaba tan acostumbrada a no recibir ningún tipo de cumplido que cuando estos al fin llegaron, poco me importó. Eran palabras vacías. Entonces llegó Yuzu. Aunque al principio nuestra convivencia era complicada, eso nunca la detuvo. Ella luchó por mejorar nuestra convivencia y no solo eso, dio todo lo que podía por mí. Gracias a ella, comprendí que había muchas cosas más que solo cumplir con mi deber, pero también a valorar mis acciones.

En cambio, esta no es la primera vez que escucho ese tipo de comentarios sobre mi persona y mis labores en este mundo. Al principio pensé que esto se debía a mi linaje real; sin importar cuan acertado o equivocado se encuentre un gobernante, quienes le rodean buscaran contentarle a base de halagos. Es una simple estrategia para conservar el puesto o ganarse el favor real. Sin embargo, que en mi ausencia se siga hablando bien, debe ser sinónimo de una admiración autentica. Por otra parte, hay una gran diferencia entre ser una princesa y la nieta un director; existe la posibilidad de que todo sean palabras vacías para mantener las apariencias no solo ante mí, también entre los demás funcionarios. A fin de cuentas, esto no debería condicionarme. Ya sea en este mundo o en la Tierra, tengo un deber que cumplir con o sin halagos.

Por otra parte está la fiesta de compromiso. Tengo que volver a pasar por algo así y en esta ocasión ni siquiera tengo idea de quién es el hombre que el abuelo ha elegido para mí. Sé que puedo confiar en su juicio, pero hay tantas cosas que no puedo dejar de pensar. En primer lugar, ¿qué piensa Yuzu al respecto? Cuando el tema ha salido a discusión, ella permanece callada y actúa como si no le importara. En más de una ocasión intenté preguntarle sobre el asunto mientras estábamos a solas. Siempre me cambió el tema. Tal vez en este mundo es más complicado que podamos llegar a algo más que hermanastras. ¿Sería correcto aceptar el destino que nos espera? Desconozco por completo los deseos de mi otra yo y no quiero actuar de manera temeraria. Las consecuencias podrían ser negativas para todas. Si tan solo pudiera hablarlo con Yuzu a solas por un momento, podría darme una idea de cómo debo proceder, pero ella se niega a decirme algo.

—¡Mei! —hablando de Yuzu… escucho su voz llamarme. Al darme la vuelta, veo que se acerca a mí con cierta prisa—. Al fin te encuentro. Katarina llegará pronto y Matsuri desapareció… um, ¿te encuentras bien?

—Sí. Solo estaba pensando en algunas cosas. ¿No deberías tener más cuidado en cómo me llamas mientras estamos en público?

—Pero no hay nadie cerca que pueda escucharme. Además, ¿qué tiene de extraño que entre hermanas nos llamemos por nuestros nombres? Estoy segura que otras casas reales lo hacen sin ningún problema.

—Sin embargo, somos hermanastras. Por eso debemos guardar más las apariencias…

—Eso no te había importado en mucho tiempo —parece preocupada por mí. Mira alrededor antes de dar un paso adelante. Ambas nos miramos fijamente—. Sabes… no quería decirlo, en este momento no necesitas más preocupaciones, pero desde hace unos días has actuado un poco diferente. ¿Segura que estás bien?

Sabía que en algún momento alguien tendría que notar eso; no puedo sustituir en su totalidad a la Mei de este mundo. Por más que seamos la misma persona, existen cosas que desconozco de esta realidad y son tan básicas. Ni hablar del comportamiento; no sé qué ha pasado ella ni si ambas reaccionamos de igual manera a las mismas situaciones. Y claro, si alguien tendría que darse cuenta, esa debía ser Yuzu. Podría aprovechar esta situación para decirle la verdad; sé que ella me creería sin importar nada, pero aún me parece peligroso revelar mi verdadera identidad.

—Es por el compromiso, ¿verdad? —ella sola responde a sus dudas. Bajo la mirada apenas lo dice.

—Sí. Comprendo que es mi deber pero —aparto la mirada de la suya. Cuando estaba en mi mundo siempre quise decirle a Yuzu que afrontaríamos muchos problemas, que me sería difícil eludir el destino elegido por mi abuelo. Nunca quise lastimarla en ese momento y aun así lo hice. No tuve el valor de anteponer mis verdaderos sentimientos a los deseos de mi familia hasta que Yuzu tomó la iniciativa. Me arrepiento de actuar de esa manera, de no ser lo suficientemente fuerte hasta que ella dio el paso definitivo. ¿Podría ocurrir algo así en esta realidad?—, no puedo evitar pensar en ti, en nuestro futuro…

—Ya hemos hablado muchas veces de esto —me interrumpe. Es algo que no esperaba de su parte. Se ha dado la vuelta para alejarse un par de pasos—. Aunque ninguna de las dos lo quiera, ya lo aceptamos. Tú misma lo dijiste… tienes un deber que cumplir.

—Yuzu… —su voz se apaga con cada palabra. Pareciera que hablar se le dificulta y estuviese a punto de llorar. Con tan poco me ha dejado claro cómo son las cosas en este mundo.

—Todo el reino depende de ti. Has entregado tu vida por Jinten y tras lo hecho por nuestro padre, la gente cuenta contigo… no podemos ser egoístas, ¿verdad? Además, como tu hermana mayor lo prometí —se lleva una mano a la cara. Aunque me dé la espalda, sé que acaba de limpiar sus lágrimas. Escucho que respira profundo y de nuevo se gira para mirarme con una sonrisa, pero esta no brilla como las que acostumbro ver en su rostro. Se lleva la mano derecha al corazón antes de seguir hablando—. Sin importar lo que pase siempre estaré a tu lado, a fin de cuentas soy la capitana de tu guardia personal y pienso servirle toda la vida, mi princesa.

Bajo otras circunstancias su actuar me resultaría tierno, pero no en esta ocasión. Me duele verla y escucharla mientras oculta sus verdaderos sentimientos bajo esa expresión de servicio. Aunque nuestras emociones son correspondidas, este escenario es distinto. Ni siquiera estoy segura de como los habitantes de Tibitha ven las relaciones entre las personas del mismo sexo. Y pensar que estuve por hacerle algo así a Yuzu en la Tierra… ¿o es peor nuestro destino en este mundo? Yo intenté alejarme, para mentirme sobre mi decisión y que fuera más fácil no tener a Yuzu a mi lado; en cambio, aquí permanecemos cerca aunque sabemos que nunca podrá ser lo que queremos. ¿Y cuáles serán los deseos de mi otra yo, la perteneciente a este mundo?

Sin pensarlo más me acerco hacia Yuzu para abrazarle. Estoy segura que ella haría esto de encontrarse en mi lugar. Siento como al rodearla con mis brazos se agita sorprendida por el repentino gesto.

—Es verdad, hay muchas cosas que tomar en cuenta pero —me separo un poco de ella, apenas lo suficiente para mirarle a los ojos—, si hubiera una manera de evitarlo…

—¿Có-cómo? —apenas hice mi propuesta, Yuzu rompe con mi abrazo y da un paso atrás. Su rostro más que sorprendido, parece asustado—. Mei… ¿qué estás diciendo? No podemos… ya lo hablamos muchas veces y es… es imposible.

—Ahí están —a lo lejos, la voz de Taniguchi termina con la tensión que provoqué.

Ella junto a Matsuri y la joven Nomura se acercan a nosotras. Por alguna razón, Matsuri parece muy contenta, hasta altanera podría decirlo por su manera de caminar. En su rostro se distingue una expresión de satisfacción que solo he visto en su contraparte de la Tierra cuando alguno de sus planes resulta. A medida que le tengo más cerca, puedo notar la posible razón. En su pecho, a un lado de la insignia que la acredita como parte de mi guardia personal, veo una nueva. Es reluciente, tanto que pareciera brillar con una luz propia; su diseño y colores asemejan a una llama sobre un escudo. No la había visto antes.

—Solo hablábamos de los últimos detalles sobre la llegada de Katarina, ¿cierto? —Yuzu respondió de inmediato. Solo afirmé con la cabeza.

—No falta mucho para la hora prevista —agregó Taniguchi—. Nosotras al fin encontramos a esta niña.

—¡Por fin! ¿Y en dónde estabas? —Yuzu le pregunta con una voz molesta. Me causa gracia que en ambos mundos se comporten igual.

—Atendía un asunto muy importante con su majestad —contestó en un desplante de altanería. No puedo asegurar si lo ha hecho con mala intención o solo está bromeando con nosotras. Entonces llevó su mano a la nueva insignia en su ropa—. Están ante la embajadora extraordinaria de Daera en Jinten. Estaré en representación de su excelencia, la reina Flammina, durante la fiesta de compromiso. Será mejor que me traten bien —remató sus palabras dirigiendo esa amenaza a Taniguchi, que le miraba con fastidio.

—¡¿Qué?! ¿En serio hizo eso? —estalló Yuzu en una grito de asombro.

—Al final si cumplió su amenaza —escuché a Nomura—. Aunque no entiendo, ella es amiga de su alteza Mei. ¿Por qué ausentarse de su fiesta de compromiso?

—Todas sabemos que la reina Flammina siempre ha estado en contra de dicho matrimonio, aunque no sabemos sus motivos —dice Taniguchi. En ese momento pude notar como Matsuri nos miraba a mí y a Yuzu.

—¡Oh! Tal vez… tal vez… ella quería que algún noble de Daera se casara con su alteza —se apresura a comentar Nomura. Me parece escuchar un ruido extraño en Yuzu, como si se hubiese atragantado.

—Nene… ese tipo de ideas son muy… incomodas —le respondió Yuzu. Matsuri estaba a punto de reírse.

—Disculpen, pero si su majestad Flammina se rehúsa a asistir, me temo que no podemos obligarla —a estas alturas me veo en la necesidad de interrumpirles. Si así lo presentí, lo más seguro es que la Mei de este realidad actuara en este momento. Además, las cosas ya se tornaban incomodas para Yuzu y para mí—. Ella tendrá sus razones y si no quiere compartirlas, no podemos obligarle.

—Lo sentimos, su alteza —se apresuran a responder con una reverencia. No puedo negar que también me da curiosidad saber el motivo que aquella reina tiene para oponerse a un matrimonio que ni siquiera le involucra.

—Solo eviten hablar de más sobre nuestra aliada y amiga —por un momento me siento de vuelta a la Academia—. Matsuri, felicidades por el nombramiento.

—Muchas gracias, princesa. Supongo que todo el tiempo que llevo viviendo aquí le hizo pensar que soy la mejor opción.

—Solo espero que con este nuevo cargo no se te suban los humos a la cabeza —le dice Yuzu a manera de regaño.

—Por supuesto que no. Solo es un título provisional —nos dice con toda calma, pero la Matsuri que conozco no se detendría ahí; aunque fuera por un momento, buscaría sacar provecho de su nuevo nombramiento—. Aunque tal vez, si el palacio me permitiera el beneficio de pedir algunos platillos especiales al cocinero real…

—¡Matsuri! —le reprime Yuzu.

—Mientras sea en la medida de lo razonable, no hay problema alguno —le respondo. Tal vez me apresuré en creer que algo sería distinto, pero en verdad me alivia saber que entre ambos mundos existen estas similitudes. Me hacen sentir más segura.

—Este… disculpe su alteza —me llama Nomura—, pero no falta mucho para la llegada de la señorita Claes.

—Oh… es cierto.

—Con todo esto nos olvidamos que Katarina está por llegar —comenta Yuzu en un intento por sonar seria. Se aclara la garganta y tras llevarse ambas manos a la cintura, da la orden para partir—. ¡Muy bien! Vamos a nuestros puestos, Katarina Claes no solo es una amiga personal de nuestra princesa, también es la representante de una nación potencialmente aliada. Debemos hacerla sentir bienvenida.

Durante las últimas semanas, hemos recibido a bastantes invitados de todas partes de Tibitha. Estudiar sobre la geografía de este mundo fue un acierto. Tras la llegada de Hugo, llegaron otro par de diplomáticos de Nosor; de Tarquia, nuestro país vecino, vinieron cuatro representantes: uno de ellos era el príncipe heredero y el resto nobles de las provincias que colindan con Jinten. Tudoria es representado por su embajadora que llegó acompañada por un par de altos rango militares y un elfo que se identificó como representante del Gran Bosque. Astorus hizo lo propio también enviando a una de sus princesas en representación de la familia real y, lo más llamativo, al subdirector de la Academia Magna Luna. Leí que era una institución muy importante en este mundo, que es vista como la escuela de magos y hechiceros más prestigioso y su influencia es tan grande que de esta siempre son nombrados los magos que formaran parte de la corte real en cada nación de Tibitha. Incluso se encuentra en una isla que goza de cierta autonomía. También están un par de representantes de la familia imperial de Bonsai, que es una nación conformada por varias islas entre los continentes norte y sur. Por ultimo está Matsuri, recién nombrada embajadora. El resto de los huéspedes lo componen nobles y gobernadores de las distintas provincias de Jinten, así como funcionarios de gobierno, militares y religiosos de alto rango.

Por todo lo anterior, la visita de Katarina Claes resalta de las demás, incluso más que Matsuri. Los países antes mencionados se encuentran en Lilium, el mismo continente; sin embargo, ella proviene de un reino llamado Inoria en Zantekia, el Continente Sur. Es la representante del lugar más alejado a Jinten y hasta donde he investigado, las relaciones diplomáticas entre ambos continentes son escazas. Por eso todos ven como algo sorprendente su visita. A mí solo me queda una gran duda. Si ambos continentes apenas tienen contacto, ¿cómo pude conocer a Katarina?

—¡Ya viene! —exclama el guardia vigilante desde su puesto—. ¡El barco de la señorita Claes se acerca!

Hay otro factor que vuelve a esta visita tan especial. Lo habitual era que solo mi guardia y yo, acompañadas por algunas doncellas, recibiéramos a los invitados sin montar un espectáculo para ello. Ni en el puerto ni en el palacio se distinguía la presencia de algún espectador. Quizá algún empleado del palacio que cruzaba por un pasillo cercano o se daba la casualidad que algunos ciudadanos miraban hacia el puerto mientras desembarcaba alguno de los barcos extranjeros. Salvo esas situaciones, todas las bienvenidas han sido privadas, hasta hoy.

Apenas bajamos al puerto, noté que la mayoría de los invitados (tanto extranjeros como connacionales) estaban cerca. Todos miran desde el palacio hacia nuestra posición, motivados por la curiosidad de conocer a esa mujer que venía desde tan lejos. Por supuesto, no fui la única que se dio cuenta de aquel comportamiento. Yuzu incluso me dijo que aquellos curiosos se llevarían una sorpresa al ver a Katarina Claes.

Tras una espera de varios minutos, el barco volador en el que viaja la señorita Claes descendió hasta nuestro puerto. A diferencia de todos los anteriores que he visto, este es mucho más pequeño; quizá la mitad del tamaño de aquel barco en el cual desperté hace unas semanas. Sus velas carecen de cualquier escudo de armas o emblema familiar; son todas blancas al igual que la madera con la cual fue construida la nave. Lo único colorido en su vehículo son las barandillas y el mascarón de proa, ambos de color azul.

—Es tan pequeño —escucho que Nomura habla con asombro.

—En el Continente Sur es lo más habitual —responde Taniguchi—. El Imperio Rulfino es pionero en el desarrollo de los barcos voladores, por eso tienen estos modelos tan pequeños.

Al poseer dimensiones más reducidas, el barco de la señorita Claes no tuvo ninguna dificultad en su aterrizaje. Los demás navíos usaban una rampa para su desembarque, pero este no tenía tal necesidad; la cubierta quedó a la par del muelle. Un par de tripulantes se apresuraron a abrir un segmento de la barandilla como si de una puerta se tratase mientras que en cubierta se escucharon unos fuertes pasos que llegaron hasta mis oídos.

—¡Mei! ¡Cuánto tiempo sin verte! —escucho una fuerte voz que me llama desde el barco. Entonces la veo. Es una joven que debe tener mi edad o una muy cercana. Lleva un vestido azul y su cabello castaño se agita a medida que se acerca corriendo. Tras ella viene otra joven, solo que ella viste de rosa y es rubia—. ¡Te he extrañado mucho!

—¡Se-señorita Katarina, espere! —le grita su compañera.

Pero ella le ignora, solo sigue avanzando. Los tripulantes alcanzan a retirarse antes de ser arrollados por la señorita Claes, quien de un salto abandona su barco y aterriza en la madera del muelle. Por un segundo se tambalea, reincorporándose de inmediato. Este comportamiento tampoco era el típico en los demás invitados. Por más jóvenes que sean, siempre se mantuvieron serios y seguían el protocolo al pie de la letra. En cambio, ella parecía dejarse llevar por la emoción.

—Típico de Katarina —Yuzu se ríe por lo bajo y cubre su sonrisa con una mano—. Ya faltaba algo de alegría, ¿verdad, Mei?

No sé qué responderle. De todos los escenarios que pude imaginar, este no era uno posible. Hasta donde había tratado, todo se desarrolló con solemnidad y siguiendo todas las formalidades propias de la ocasión.. La única excepción fue Hugo, pero no pasó de un par de comentarios indebidos. Pero esta chica tiene un comportamiento por completo diferente; es ruidosa, enérgica y no ha mostrado ninguna pena por mostrarse así ante tanta gente.

—¡Por fin! No tienen idea de cuanto las extrañé —nos dice apenas llega ante nosotras.

Intento responderle pero ella misma me interrumpe antes de siquiera articular una sola silaba. Sin podernos resistir, Yuzu y yo terminamos atrapadas en un fuerte abrazo de nuestra amiga. Me pregunto que estarán pensando todos los nobles y demás invitados al ver esto. Lo único que tengo seguro, es que deben estar tan sorprendidos como yo. Por otra parte, su abrazo se siente firme y fuerte a pesar de sus delgados brazos. Supongo que está acostumbrada a la actividad física a diferencia de todos los demás visitantes, excepto por Hugo.

—A nosotras también nos da gusto verte de nuevo —responde Yuzu tan animada como de costumbre. Ambas mantienen el mismo tipo de expresión alegre.

—Sí… tanto tiempo sin vernos —es lo único que puedo decirle para sonar lo más normal posible. En cierto modo, me sorprende ser amiga de una joven tan alegre y entusiasta. Me atrevo a decir que parece superar a Yuzu—. Bienvenida a Jinten.

—Gracias. No saben cuánto deseaba conocer su reino.

—Señorita Katarina —finalmente su compañera se acerca a nosotras. Su voz sonaba un tanto preocupada—. Cielos… no esperaba que rompiera el protocolo de esa manera…

—Lo siento, me dejé llevar por la emoción —dijo justo lo que pensé de ella. Al fin nos suelta y con ambas manos alisa su vestido—. ¡Ah, claro! Ella es mi amiga y compañera de viajes, María Campbell.

—Es todo un honor conocerla, su alteza —agrega ella con una reverencia. Una vez recuperado el aliento y notar que el comportamiento de la señorita Claes no me ha molestado, habla con mayor tranquilidad—. Y le pido perdón por las molestias.

—No tiene que disculparse, señorita Campbell —le respondo. Dirijo la mirada a Katarina y Yuzu—. No es ninguna molestia, ya estoy acostumbrada a esa clase de arrebatos.

Por supuesto, Yuzu nota que hablaba sobre ella. La mezcla de vergüenza y molestia en su expresión me resulta tan divertida como adorable. A mis espaldas puedo escuchar como Matsuri hace lo posible por no estallar en una carcajada. Todo en esta ceremonia ha resultado atípico, y aunque hubiese preferido que se desarrollara con mayor seriedad, no me siento molesta. Sin embargo, hay algo en Katarina que me resulta llamativo. No es su personalidad tan animada, misma que contrasta con los finos rasgos de su rostro, sino algo sobre su persona que no puedo definir.

Tras charlar un poco en el puerto, decidí que era mejor adentrarnos al palacio. Las miradas indiscretas de todos los demás invitados ya se tornaban una molestia que prefiero evitar. Otra curiosidad en Katarina es que ha viajado hasta aquí sin escoltas, solo ella junto a María y la tripulación que dirigía su nave. Algo muy arriesgado. Mientras caminamos al interior del castillo, nuestros curiosos espectadores se retiran con excepción de uno. No me di cuenta del momento en que apareció, pero estaba ahí, mirándonos con atención. Hugo, sin la compañía de ningún soldado o el anciano Bernard nos observaba en silencio. Al notar que lo veo, me dirige una sonrisa y me saluda con la mano. Por educación le respondo, pero no puedo evitar sentirme incomoda al verlo.


Hola, hola! Ha pasado tiempo, pero aquí estamos. Un par de personajes nuevos se unen a la travesía además de conocer un poco más sobre el mundo de Tibitha. El nombre del Continente Sur, Zantekia, es un derivado de "zantedeschia", género de plantas a la que pertenecen los alcatraces, calas o cartuchos, depende de como se llame en tu región a esta flor.
Por su parte, se hace mención a dos nuevos países: el reino de Inoria y el Imperio Rulfino. No creo que lleguemos a visitarlos en este fic. ¿Pueden adivinar en que me he basado para estos nombres?

En fin... sé que ha pasado tiempo pero igual espero les gustara este capítulo. Procuraré hacer unos capítulos más cortos para así dar un poco más de actividad por aquí.

Nos leemos luego!