— Y por lo mismo dejé de trabajar para él. Despreciaba mi trabajo.—
— Me alegro tanto Kotori-chan. Los hombres son unos patanes en toda la palabra.—
Las dos amigas cercanas mantenían una agradable charla en la mesa que habían reservado con tiempo de anticipo. Estaban tan sumergidas que no se dieron cuenta del silencio en el que la doctora y escritora mantenía. Aunque Umi no paraba de mirar a la modista, verla hablar y expresar le fascinaba en toda la palabra posible.
— ¿Acaso de gusta Minami?.— Maki aprovechó que su querida esposa les ignoraba por hablar de moda. Al estar frente a la peliazul le era más fácil susurrarle.
— ¿M-m-minami?... ¿Gustarme?..— Con disimulo le vió otra vez. Su cara se volvió a un color rojo deslumbrante.
— Eso responde mi pregunta...— La doctora levantó una ceja de la impresión por la reacción de la contraria.— Humm... ¿A qué edad tuviste tu etapa?... Lo siento por hablar mucho, Nico-chan me pidió ser amistosa.
— ¿Eso es ser amistosa?.— Preguntó Umi con sarcasmo y en forma de burla.
— ¡Hago lo que puedo! No es mi culpa que no me agrade socializar... Aunque tengo una esposa que es todo lo contrario a mí..— Rascó su mejilla resignada, pero sus orbes violetas rodaron a la dirección de su pelinegra. Verla hablar tan animadamente le hacia feliz.
— Jajaja.. Te pareces mucho a Eli.— Comentó entre risas la peliazul.
— ¿Eli? ... Oh cierto. Ya me acordé. ¿Siempre está contigo, no?.—
— Somos muy unidas.— Agregó la escritora con alegría.— Tuve mi etapa a los 20. ¿Y tú?.
— A los 18. Aun me sorprende que la mayoría de Futanaris lo tengan a los 20...— La pelirroja se quedó pensativa antes de dar otro bocado a su aperitivo.
— Escuché que cuando es a temprana edad se hace mucho más complicado sobrellevarlo.— Umi sintió interés en querer seguir la plática. En ese instante un mesero se acercó a la mesa para servir vino a las copas.
— El simple echo de ser una futanari ya lo hace difícil. Siempre ha sido así.— La escritora sonrió con cansancio. La doctora Nishikino se dió cuenta de la mirada tan penetrante mesero que tenía el mesero sobre la peliazul. Casi como una mueca de asco y desagrado.
— ¿Qué tanto miras? Parece que te causamos repulsión.— Maki se salió de sus casillas al ver que el tipo no paraba con su incómodo contacto visual.
— Y sí así lo es. ¿Qué?.— El jóven recogió la botella con rudeza. Lo último fue audible para que la idol volteara en ese momento.
— ¿Qué demonios con tu horrible actitud?.— Nico se cabreó e intentó levantarse, pero su querida esposa la detuvo posando su mano en una de sus piernas.
— Pienso que ese tipo de personas... Son desagradables.— Se expresó con desinterés.
— Tú eres el desagradable aquí. Tu actitud te hace ver como un patético patán sin respeto — Kotori se mantuvo en silencio pero es que ni si quiera ella podía mantener la calma por mucho tiempo.
-Tsk..— El jóven sonrió con arrogancia.
— Descarado...— Susurró en voz baja la escritora.
— ¡Llama a tu gerente! Haré que te despidan por ser un idiota.— Finalizó aquél conflicto la mayor de todas.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
— Perdón. Nico-chan siempre le ha molestado esos comentarios. Aunque yo esté acostumbrada.—
Maki caminaba a lado de la escritora para dirigirse al estacionamiento. Sus coches hicieron un pequeño ruido causante del control que tenian por la alarma.
— Es entendible que la persona que te ama responda por ti.— Opinó Umi.
Las dos mujeres siguieron hablando por un par de minutos. Despues de ello visualizaron al dúo de amigas que caminaban con orgullo y victoria.
— ¡Ja! El estúpido no sabía quienes éramos y ahora que lo sabe. ¡Esta despedido!.— Nico hizo una pose llena de victoria. Kotori llegaba a unos pasos detrás de ella y con una sonrisa entusiasmada.
— ¿De verdad?.— Maki y Umi levantaron las cejas con asombro.
— El gerente despidió a ese chico.— Respondió la peligris de dulces ojos.
Acabando con unas risas y el bello atardecer que no esperaba para caer la noche en poco tiempo. El grupo de chicas decidieron dividir sus caminos en ese mismo lugar.
— ¿Te llevamos Kotori-chan?.—
— Y-yo.. Yo puedo llevarla.— La escritora le respondió a la Idol.
— ¿De verdad?.— Dijo Nico con incredulidad.
— ¡Umi-chan me llevará, no se preocupen!.— Kotori tomó del brazo con un suave agarre. Notando que la más alta comenzó a ponerse nerviosa por el acercamiento.
— Bueno. Entonces, nos vemos. Hoy fue un día muy pesado para la gran Nico. Me urge un buen baño y siesta.— Se despidió de ellas con su típico saludo animado.— Despídete Maki-chan.
— A-ah.. Un gusto haber pasado tiempo con ustedes..— Maki hizo el intentó por despedirse con amabilidad. Recibió por respuesta unas risitas, terminó por ponerse roja y subir a su automóvil con un ceño fruncido. Al notar que se marchaban, la modista se deshizo del agarre que tenía con Umi.
— ¿A dónde me llevarás ahora?.— Preguntó con curiosidad.
— ¿Quieres pasar tiempo conmigo, Kotori?.— Volteó a mirarla. En ese mismo instante un suabe brisa movía con lentitud sus cabelleras. Y el ambiente se sentía tan fresco como para quedarse ahí a observar el cielo estrellado.
— He esperado por hacerlo.— Sonrió asintiendo.
— Muy bien. Te llevaré a donde me gustaría estar contigo.— Le ofreció a subirse al coche.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
— ¿Te gusta venir aquí de noche?.—
— Cuando necesito inspiración para escribir algo.. O simplemente quiero estar sola.— Umi se sentó en la arena blanca del mar. Las olas podían acariciar sus pies pero sólo les llegaba una brisa, querían estar ahí por un buen rato. Y no pensaban en retractarse. Conversaron de diferentes cosas que al final no terminaban por acabar, ya que entraban en un tema y seguían hasta conocerse cada vez más. Temas en general; laborales, amorosos o familiares. Contando anécdotas que dejaron escapar con risas casi silenciosas. Minami terminó por recargarse en el hombro de la peliazul mientras disfrutaba de un momento único.
— E-entonces... ¿No tienes a alguien amorosamente?.—
— Hace unos días tuvimos sexo. ¿Qué te hace pensar que podría tener a alguien?.— Atacó con diversión la modista.
— A-ahm... Es que eres muy hermosa para estar sola...— Umi rascó con nervios su mejilla, la modista se separó un poco para tener una plática cómoda.
— Tú eres hermosa también. Debes de tener a mujeres detrás de tí, todo el tiempo.— Hizo un puchero ligeramente molesta.
— Creo que.. Jamás alguien me había tenido por completo como lo haces tú.. — Confesó y giró su rostro con vergüenza.
— Mouh... Umi-chan está siendo muy mala conmigo.—
— ¿P-por qué?.— Regresó su mirada con preocupación al escuchar aquellas palabras.
— Estoy comenzando a enamorarme de tí... Eso es peligroso.— Tomó del rostro para brindarle un pequeño beso en su mejilla. Umi atragantó fuertemente. Su corazón regresó a latir intensamente, sentir la tranquila respiración de la modista le provocaba ligeros temblores y agitaciones.
— ¿Por qué es peligroso?.— Acabó con sus dudas al hacer contacto visual.
— Por que por lo general... Todas terminan destrozandome el corazón.—
— Yo podría ser la excepción.— Terminó por decir y abalancearse sobre la peligris con un beso tan intenso, que se dejó caer en la suavidad de la arena para recibir en sus brazos a una hambrienta escritora por el más mínimo contacto intimo.
Un beso que con paso de los minutos comenzó a subir de tono. No era un beso cualquiera. Era un beso lleno de deseo y desesperación, a tal punto que Kotori dejaba salir pequeños gemidos por cada unión de labios. Umi cayó en cuenta de la zona pública en la que estaban, así que detuvo el juego de besos de un sólo golpe, asustando a la peligris por el acto tan brusco.
— ¿Qué sucede?...— Articuló con dificultad una desaliñada Kotori.
— Hagámoslo en mí auto..— Dijo con una voz ronca y un sonrojo que podía iluminar con la luz de la luna...
.
Con sumo cuidado se pusieron de pie y sacudieron sus ropas para no manchar los asientos. El coche estaba estacionado en una área poco concurrida y que fácilmente podría pasar desapercibido aunque hubiese ruido. Umi pensó en ello antes de tener a Kotori en los asientos traseros, haciéndola suya mientras que la menciónada ponía las piernas alrededor de las caderas de su casi-amante.
— U-un.. P-poco.. Más fuerte.. Umi-chan.— Gimió a la par que hacía presión en los hombros de la escritora por cada empujón que daba, chocando las pieles sin piedad alguna. Cada que Umi entraba y salía,sentía todo recorrer desde su espalda baja hasta sus piernas.
— S-si..— Exhaló con un aire caliente, el poco espacio y las ventanas ligeramente abiertas. Les provocaba sudar más rápido y sentir una adrenalina increíble. Umi podía sentir el climax tan cerca por las succiones alrededor de su miembro. Ella se encontraba desnuda de su torso, tenía los pantalones hasta sus rodillas. No pudo terminar de quitárselos por el momento desesperado. Por otra parte Kotori había subido su vestido por encima de sus caderas, y los tirantes de su vestimenta parecían estar abajo. Mostrando sus voluptuosos pechos que por cada empujón se movían a la par de los de Umi. Estaban tan cerca. La modista no notó cuando bajó sus manos a los brazos de la escritora, enterrando y rastrillando sus antebrazos por los movimientos tan descontrolados que daba Umi.
A tal punto que sus gemidos sonaban fuertes, al borde de un grito lleno de placer, se aferró a Umi.
— E-estoy.. Ahm... Ah.. Apunto de acabar..— Dijo al ser penetrada con otro tipo de intensidad que ni ella misma podía imaginar.
— También yo.. Kotori..— Suspiró la peliazul observando el rostro de la contraria. Unas expresiones que creyó que jamás podía provocarlas de nuevo, una cara que sólo ella era dueña. Como si de una pintura se tratase, se sentía tan orgullosa que con agilidad subió una de las piernas de Kotori para darse más libertad de entrar y salir.
— Mhg...— Ambas gimieron al llegar y finalizar un encuentro tan acalorado.
Umi con suavidad sacó su miembro que parecía estar flácido. Intentó relajar su respiración y la manera que subía y bajaba su abdomen por el acto físico. Subió su mirada y Kotori dirigió una de sus manos hasta su entrada, tomó un poco del resto de Umi y lo lamió con un dedo. Con toda la intención de provocar a la escritora, lo cual le dió los resultados que esperaba.
— Hazte cargo de mí...— Exigió con un gruñido y atrapando los labios de Kotori. La peligris aceptó gustosa y comenzó a abrir sus piernas otra vez rodeándo su cuello, dándole pase a otra ocasión más. Una de tantas que tendrían en esa fresca madrugada.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Umi se tiró a su sofá al llegar a su apartamento, no tomó en cuenta el tipo de horario que trabajaba Kotori. Así que a las 7 de la mañana dejó a la modista en su morada para que pudiera descansar al menos unas horas y dormir plácidamente. Ya que estando en el auto, le era complicado. La escritora se sentía tensa de su parte baja y sus piernas, por el intenso acto físico que llegó al nivel de pedirle un descanso.
— ¿Qué se supone qué somos ahora..?— Abrazó una de sus almohadas con fuerza. Pensar en esa mujer le era un paraíso del que jamás quería salir. Le era imposible, era como ponerla a aprueba de ello. La peligris se aseguró de tener su contacto en el teléfono de Umi para que se frecuentaran con esa intención. El cual miraba detenidamente.
-. DING DONG.—
— ¿Uh.?— Se puso de pie y caminó a la puerta principal, miró rápidamente el picaporte para darse cuenta que la causante del timbrido.
— Hey. Buenos día... ¿Estás bien?.— Eli cargaba unas compras que al parecer eran comida. La rubia observó detenidamente a su amiga escritora, sus ropas estaban desordenadas y su camisa de vestir lucía arrugada. (Ni sí quiera se había cambiado desde ayer).
— ¿Lo estoy?.— Contestó desconcertada.
¿Quién responde una pregunta con otra pregunta?.—
— Acabas de hacerlo, así que no digas nada.— Umi removió uno de sus mechones, se hizo a un lado para dejar pasar a su mejor amiga.— ¿Qué te trae por acá?.
— Sólo vine a ver por que me preocupas y quería dejarte un poco de comida.— Dejó las bolsas en la barra de la cocina. Dió la vuelta para seguir la conversación.
— G-gracias..— La escritora hizo todo lo posible para mantenerse normal y al margen. Pero caminar le dolía un poco e hizo un gesto muy notorio.
— ¿Acaso tuviste sexo toda la madrugada?.— Eli olvidó todo el tacto posible.
— Am... ¿Por qué piensas eso?.— Sonrió con timidez y desvió sus orbes ambar.
— Caminas como sí te hubiesen atropellado... Y te notas muy cansada y sigues con el uniforme de la empresa, desde ayer.— Apuntó a su entrepierna y después subió la dirección a la ropa de Umi con risas.
— Ok. Ok. Tuve sexo toda la madrugada, acabo de llegar hace un par de horas. ¿Contenta?.— Tomó asiento en uno de sus bancos con dificultad.
— Vaya... Ahora sí que estás disfrutando de tu soltería eh. ¿Ahora quién fue la suertuda?.— Eli siguió con sus bromas y se recargó en la barra con sus codos, sosteníendo su cara en sus manos.
— No empieces.— Respondió a la defensiva dándole un trago a su vaso con agua.
— Bueno. Pero, dime ¿con quién?.—
— F-fue... — Atragantó.
— ¿Ajá?.— La rusa levantó una ceja ansiosa.
— Con.. Minami.— Tocó su frente con una de sus manos sin sí quiera elevar su mirada.
— Oh dios mio. Umi. — La jefa directiva cubrió su boca en shock.— ¿Qué tal? ¿Estuvo bien? ¿Ya estás saliendo con ella?- Umi fue atacada con muchísimas pregunta que no podía darse el lujo de responder por el cansancio.
— N-no hemos hablado de eso. Apenas terminamos de hacer aquello, la dejé en su casa para que descansara.— La tímida escritora comenzó a jugar con sus dedos.
— ¿Cómo terminaste con ella ayer?.— Preguntó con curiosidad la rusa.
— Fuí a hacer la entrevista a Yazawa-san, me encontré con que Minami es su diseñadora personal. Cuando acabé me invitaron a cenar junto con Maki.— Finalizó la menor.
— El que te haya incluído es un gran paso. ¿Le haz dicho algo al respecto?.— Eli tenía mucho interés, cuando se trataba de su querida amiga siempre era muy atenta.
— Aún no. Pero, siento que ambas queremos algo más que encuentros ocasionales... — Suspiró con pesadez.— No puede ser, estoy enamorada de ella.
— ¿Qué tan malo puede ser eso?. Sólo habla con ella.—
— No es tan fácil como crees.— Le dió una mirada molesta.
— Venga, ya es la 2da ocasión que lo hacen y quiero creer que te da indirectas. No pierdes nada.— La rubia fue directo a la nevera de su amiga.
— C-cierto...— Titubeó con nervios.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
— M-maki-chan... Llegarás tarde.. —
— E-espera, estoy en mi límite. Nico-chan.— Suspiró pesadamente la pelirroja.
— S-se va.. a arrugar.. T-tu... Bata.—
— Puedo plancharla en la oficina, eleva un poco tus caderas..—
— Mmh...—
La dulce pareja mantenía un encuentro bastante acalorada en la cocina. Nico usualmente le preparaba desayuno y algo para llevar a su esposa, pero al levantarse temprano olvidó por completo que debía hacerlo, ya que la noche anterior al llegar a casa hicieron bastante actividad física. Se puso de pie a las 6 de la mañana por estar completamente desnuda. Optó por usar su mítico delantal rosa. Para la vista de Maki, lucía demasiado bien ella. La doctora despertó después de unos minutos al ver que su pelinegra no se encontraba dándole calor, imaginó que se hayaba en su cocina. Así que comenzó a vestirse y prepararse para su turno; una camisa blanca de vestir acinturada, pantalones de vestir negros y sus tacones bajos. Se colocó su bata, tenía poco tiempo para llegar. Sólo tenían que tomar su almuerzo y despedirse de su amada.
— ¡M-maki-chan!.— Nico se exaltó al sentir una presencia detrás de ella. Maki rodeó su cintura con sus brazos y la pegó a su cuerpo.
— ¿Por qué sólo usas el delantal?.— Preguntó con voz ronca.
— N-no tuve tiempo de ponerme algo.— Respondió nerviosa, su pelirroja la tenía acorralada.
— Grave error, Nico-chan.— Le volvió a susurrar mientras que con lentitud inició un camino de pequeños besos, desde su cuello hasta su suave y tersa espalda.
— Acabamos de hacerlo anoche..— Nico hacía lo posible por no caer en las provocaciones de su esposa.
— ¿No quieres hacerlo? Entiendo sí es así.— Comenzó a introducir sus manos dentro de la prenda hasta llegar al abdomen de esta.
— E-esta bien. Puedo sentir lo dura que estás.— Dijo la más bajita con dificultad.
Y así se explicaba el echo del por qué Maki tenía a la Idol agachada y ella detrás, dejando salir su lado lujurioso lleno de deseo carnal. Tomaba de las caderas la pelinegra, sus movimientos eran cortos por la escasa movilidad que tenía al usar su uniforme. Tenía poco tiempo, sólo bajo su cremallera y sacó su miembro de 18cm, introduciendolo en la zona más íntima de Nico. Mientras tanto la mayor hacia lo posible por no perder el equilibrio, estaba agachada y mantenía sus manos en sus rodillas para elevar más su trasero al antojo de la doctora.
— Agh...— Maki golpeó ese lugar que era un punto clave para tener los gemidos más sonoros de Nico, no perdería la oportunidad de seguir haciéndolo. Así que dió sus últimos movimientos lo mas rudo posible para acabar.
— M-maki... Sé más suave..— La pelinegra se mordía los labios osra contenerse.— ¡Maki-chan!.
Al sentir la espesa corrida de Maki dentro de ella y seguía moviéndose, perdiendo el control por completo. Causando que la idol terminará por venirse también. A los minutos la doctora se separó de ella, limpió su sudor con una pañuelo que tenía en la mesa. Dirigió su vista a su esposa, quien poco a poco descendió al suelo con las palmas en el piso, regulando su agitada respiración. Maki guardó su pene dentro de su ropa interior y cerró la cremallera, hacerlo en las mañanas le venía tan bien. Tenía toda la energía del mundo y era lo mismo para Nico.
— Te amo Nico-chan.— La pelirroja se puso a su altura robándole un profundo beso, la contraria hacia todo lo posible por corresponder.
— También te amo Maki-chan.— Le correspondió sus palabras y finalizaron con una agradable sonrisa. La doctora ayudó a su esposa a pararse, Nico caminaba con las piernas temblorosas y humedas. Gracias al delantal, se cubria su zona que emanaba los restos de Maki.
— Ten un buen día.— Le deseó suerte la más bajita.
— También tú, Nico-chan.— La menor le regaló otra sonrisa y se retiró del lugar, después de un último beso. Al cerrar la puerta Nico se dejó caer al suelo.
— Dios, Maki-chan a este paso me dejará un insoportable dolor.— Nico se sentía feliz por el intenso amor que compartían. Tenía un largo día lleno de grabaciones. ¿Cómo explicaría su estado actual?. Debía inventarse algo para no levantar sospechas.
Haru~
