CAPÍTULO 9
- ¡Potter! ¿Qué sucede? - repetía Anderson a su lado - Lumos - insistió - ¡Por un demonio!
Harry fue consciente de su entorno, escuchando otras voces imitando al jefe de aurores, tratando de disipar la oscuridad. Respiraba con dificultad y la varita temblaba en su mano. No pensó mucho lo siguiente, sólo apuntó la varita al techo y dejó que la magia que sentía correr por él hiciera el resto. Una luz del tono similar al fuego se extendió por el lugar, tan fuerte y cegadora que varios gritaron por el daño producido a la vista, seguramente. Fueron apenas unos segundos, lo suficiente para contrarrestar la oscuridad, pero les tomó al menos un minuto recuperarse de la intensidad. Harry parpadeó varias veces, aunque no sintió daño. El lugar volvía a estar iluminado por la luz del atardecer que se filtraba por los amplios ventanales de un costado y las velas levitando en el techo. Miró alrededor, todavía agitado. Descubrió que no sólo había explotado la fuente, también estaba destruida la pared de la sala de entrenamiento más próxima y se extendía más allá porque había piedras por todo ese pasillo y polvo de la construcción. Por los dos pasillos que estaban libres del polvo gris se asomaban algunos aurores y otros miembros del Departamento. Se percató que aquellos que venían del pasillo detrás de él tenían algunas heridas superficiales, cortes y raspones y sintió un pinchazo en el estómago cuando reconoció a Ginny al fondo, con la misma presentación que el resto. A diferencia de la gente alrededor que cuchicheaban entre ellos y miraban con asombro, ella mantuvo los ojos en los de Harry, tranquila, segura, casi sin parpadear.
- Griseo vultus - Talbott llegó a su lado, señalando con la cabeza a las diez personas, aproximadamente, con los ojos nublados. Los ojos grises funcionaban como espías, haciendo una "transmisión" directa a la persona indicada, y en este caso Harry sabía perfectamente quién era - ¿Te dijo algo? - señaló a la mujer inconsciente junto a ellos.
- No mucho - levantó la vista hacia su compañero para que pudiera verlo con claridad. Al principio Talbott se mostró sorprendido.
- Imperio - susurró, reconociendo los efectos del hechizo en los ojos de Harry. Aunque la persona que realiza el maleficio haya sido abatida, como en ese caso, la víctima permanecía con la mirada nublada y con un aletargamiento que se desvanece con el paso de los minutos - ¿Estás bien? - Harry asintió y desvió la mirada. Se conocían desde hacía años, así que Talbott sabía que Harry tenía resistencia al maleficio, comprobándolo en varias ocasiones.
- Obscuro - Anderson pareció reaccionar y una venda negra cubrió los ojos grises de las personas en los pasillos para bloquearlas - ¿Qué rayos acaba de ocurrir? - se dirigió a Harry.
- Sabemos lo mismo, Anderson - se limitó a responder - Hablaremos de esto más a fondo después - miró a los demás alrededor - Desháganse de esto - señaló al polvo en el suelo, tan fino como problemático. Normalmente no delegaba esa responsabilidad, incluso al jefe de aurores, pero tenía otros asuntos de los qué ocuparse y sabía que no significaba ningún riesgo - Y que todos reciban atención de San Mungo, también los que se vieron dañados por esa explosión, aparentemente fue una común, pero no quiero sorpresas - miró ahora a Talbott y bajó la voz para que sólo él escuchara - Supervisa todo, interroga a la mujer cuando despierte y llama a Wembley para que colabore, yo me llevaré al resto a otro lado, sólo quiero ser precavido.
- Estamos en contacto - asintió el hombre.
Pasó entre sus compañeros que comenzaban a movilizarse para cumplir sus órdenes y llegó hasta Ginny. Tenía heridas superficiales y un poco de polvo, pero parecía ilesa.
- Vendrán medimagos a revisarlos, el equipo de Angelina y otros, pero que ella te vea ¿Si? - alzó su mano en dirección a su rostro, pero se contuvo.
- Estoy bien.
- Voy a Hogwarts para poner más seguridad, sólo es una precaución - se apresuró a añadir al ver que la expresión de ella cambiaba - Los niños están bien pero nunca está de más reforzar la seguridad.
- Harry - lo llamó ella, y muy a su pesar la miró a los ojos, no quería que viera el efecto del hechizo, pero no le quedó remedio ante la firmeza de su llamado. No muchos magos podían identificar cuando una persona estaba bajo el efecto del imperio, pero Ginny estaba más familiarizada que muchos aurores.
- Ya pasó, no me afecta - negó con la cabeza, tratando de ablandar su semblante para ella - También te harán preguntas y cuando termines ve a casa de Hermione, ahí las alcanzaremos Ron y yo, por favor - volvió a desviar la mirada.
- Bien - no hacía falta verla para saber que estaba preocupada - Saluda a los niños por mí.
Entre Edwards, Sanders, Williams, Stevens, Ron y Harry reforzaron los encantamientos del castillo. La profesora McGonagall, Flitwick y Slughorn los siguieron de cerca, bombardeándolos con preguntas cada tanto.
- Sólo es una precaución - insistía Harry.
También revisaron y recolocaron los detectores de tenebrismo en las entradas y algunos en lo alto, para el correo con las lechuzas. Recorrieron los límites del bosque y pusieron algunos encantamientos. Al ser fin de semana, varios alumnos estaban en los jardines y el movimiento general dentro del castillo era más calmado, por lo que el equipo de aurores fue blanco de miradas por todos lados. Hugo y Rose habían seguido a su padre desde que se lo encontraron en los jardines y Ron parecía contento y alagado de que lo vieran trabajar.
- Papá - James se acercó hasta Harry, que terminaba de revisar la parte trasera del castillo y se reuniría con el resto en la entrada principal.
- James - lo saludó, más solemne que de costumbre, lo que su hijo notó de inmediato, pues normalmente le hubiera sonreído e incluso lo hubiera abrazado o al menos palmeado la espalda.
- Supimos lo que pasó en el Ministerio, qué…
- Todo está bien, sólo estamos reforzando la seguridad del castillo - continuó caminando, y James le siguió el paso.
- Eso lo hacen otros aurores, ¿por qué está tu equipo aquí? – todo mundo sabía, o al menos su familia, que si Harry aparecía en algún asunto oficial acompañado de su equipo era porque se trataba de algo serio.
- ¿Y tus hermanos? – preguntó en parte para evadir el interrogatorio y en parte porque quería saber.
- Por ahí - respondió sin detenerse a explicar, notando la evasión de Harry - ¿Qué ha pasado?
- Mamá está bien - estaba demasiado tenso para decir más - Les manda saludos - guardó la varita en el bolsillo, aproximándose a la puerta.
- ¿Qué? ¿Qué le pasó a mamá? - Harry lamentó haber dado información de más en ese momento, tenía la mente echa un lío, tal vez como efecto secundario de la maldición.
- No, nada, sólo… - pasó una mano por su frente, sobre la cicatriz, como solía hacer cuando se sentía tenso - Saluda a Al y Lily por mí, me dio gusto verte - lo miró fugazmente a modo de despedida y apresuró el paso para alcanzar al equipo que estaba con la directora, Hugo y Rose. James se quedó rezagado detrás de él, pero sentía su mirada clavada en la espalda.
- ¡Puedo manejarlo! - dijo después de unos segundos, y a través de su voz percibió que comenzaba a perder la calma.
- Hablaremos después - no se alteró y continuó caminando, lo que enojó más al chico.
- ¡Deja de ocultarme cosas! - las personas alrededor voltearon en su dirección, incluido su equipo, y Harry respiró profundo, deteniéndose, sin poder creer que para terminar el día, tocara una discusión - ¡Ya no soy un niño que debes proteger! - resignado dio media vuelta para enfrentar a James.
- Hablaremos después - repitió sin alzar la voz, pero la forma pausada en que lo dijo advirtió que no estaba en las mejores condiciones para hablar.
- ¿¡Después cuándo!? ¿¡Cuándo tenga cuarenta y consideres que ya tengo edad suficiente para decirme lo que pasa!? - Harry deseó que todo lo que pensaba se lo hubiera dicho antes, en otro lugar, en otras circunstancias.
- Después, cuando los dos estemos calmados – pero James estaba lejos de dejar las cosas así y esperar a la calma.
- ¿¡Para qué!? ¡Sólo inventarás una salida para no decirlo, como siempre! – las pecas en su rostro se perdieron un poco ante el enrojecimiento de sus mejillas.
Los curiosos alrededor habían dejado de ser discretos y miraban de padre a hijo y viceversa. La profesora McGonagall se ocupó de inmediato, poniendo orden.
– Ya es hora de que regresen a sus salas comunes, vamos, andando – algunos la obedecieron de inmediato, pero otros caminaron lo más despacio que pudieron para poder captar el mayor chisme posible.
- No te corresponde cuestionar mis acciones o decisiones, James, te corresponde acatarlas – lo miró serio, tratando de dar la discusión por terminada. Estaban a un par de metros de distancia, pero podía apreciar el rostro de su hijo a la perfección, mostrando su parecido con él cuando estaba enojado. James dio un paso hacia él.
- ¿Por qué? ¿¡Porque eres Harry Potter!? – empleó un tono nuevo en esa ocasión, entre sarcástico y reclamo.
- ¡Porque soy tu padre! - alzó la voz finalmente, imponiendo su autoridad. En muy contadas ocasiones le había hablado así, pero en ese momento era necesario - ¡Y cuando hayas visto la mitad de las cosas que yo he visto, sabrás por qué no se le pueden contar a un niño de dieciséis! - conforme hablaba se fue acercando a él hasta quedar a pocos pasos de distancia, irguiéndose en toda su altura, firme.
Aunque la expresión de su hijo no cambió, lo notó apretar los dientes y no fue difícil adivinar que sus manos estaban en puños ocultas por las amplias mangas de la túnica. Se quedaron mirando por un momento, como si ninguno de los dos estuviera dispuesto a ceder.
- Regrese a su sala común, señor Potter, escoltaré a los aurores a la salida – era una clara indicación para los dos Potter que era momento de calmarse.
- No es necesario, profesora - dijo Harry, con la vista todavía en su hijo - Conocemos la salida, gracias por todo - le dedicó un gesto con la cabeza a modo de despedida a la sería directora, dio media vuelta y caminó hacia sus compañeros con paso decidido. Todos fingieron estar atentos a otro lado menos a Harry, con excepción de Ron, que se despedía de sus hijos rápidamente - Andando.
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Aunque le hubiera gustado pasar primero a la casa de Hermione, debían regresar al Ministerio cuánto antes. En otra ocasión, Ginny y Hermione hubieran puesto el grito en el cielo, pues odiaban quedar al margen, cuando estaban acostumbradas a estar en primera línea de batalla, pero era una situación que los superaba a todos, de momento ayudaban más a la distancia, ideando la seguridad que seguirían en cuanto hubiera calma.
- ¿Qué ha dicho? - fue lo primero que dijo Harry cuando llegó al DS, acompañado por el equipo. Talbott lo esperaba en los restos de la fuente que había explotado apenas unas horas antes.
- No despierta - contestó el hombre.
- ¡Pues despiértenla! - exclamó cómo lo más obvio, desesperándose porque significaba que no habían avanzado nada.
- No despierta - repitió.
- ¿Qué cara…
- Ya se ha intentado de todas las maneras y sigue inconsciente - habló Talbott.
- ¿Dónde está?
- En San Mungo, Wembley está allá, esperando noticias - explicó.
- Puede ser que en cuanto se vio superada hiciera algo para abandonar este planeta, al menos mentalmente y así no pudiéramos sacarle nada - opinó Edwards.
- Debe ser eso - apoyó Ron - Algo de sus trucos favoritos o una nueva invención de su líder, ¿No? - miró a todos, pero en específico a Harry, esperando a que él aprobara esa moción. Él permaneció callado, repasando en su mente lo que había ocurrido - ¿No? - repitió Ron, comenzando a temer por el silencio de su amigo.
Harry abrió la boca, aunque en realidad no sabía cómo explicarse, sólo que se vio interrumpido por Anderson y Watson que de inmediato comenzaron a preguntar y proponer la seguridad. Harry tuvo que atenderlos y pasar por un repaso de los hechos hasta que opinaron que las versiones eran iguales. Le reportaron que todos los afectados por el griseo vultus estaban bien y habían recuperado su voluntad hacía un par de horas pero que de todos modos los habían mandado a cada a reponerse del todo. Cuando finalmente lo soltaron pasaba la media noche, así que se salvó de una reunión más grande con los altos mandos, dejándola para horas más decentes. A altas horas de la noche, o de la madrugada mejor dicho, Ron y él partieron a la casa Granger-Weasley, dónde Hermione y Ginny los esperaban en la sala. Ginny tenía puesta un pijama de Hermione y un enorme suéter con una R al frente perteneciente a su hermano. Se había bañado y los cortes en su rostro estaban curados, seguramente desaparecería en un par de días, pero de todos modos Harry tuvo una sensación extraña en el pecho cuando la vio.
Las pusieron al tanto de lo que había ocurrido, pero Harry omitió la discusión con su hijo mayor, por supuesto, era algo de lo que debía ocuparse después.
- A primera hora me presentaré en San Mungo y veré cómo está.
- Entonces no tienen idea de quién es - se desanimó Hermione.
- Nop, otra cosa a descubrir, no sé qué tanto podamos obtener de su mente con ella inconsciente - se lamentó Ron - O qué tanto podamos investigar sobre el truco que empleó para dormir la hija de…
- No fue ella - interrumpió Harry, dispuesto a externar aquello que hubiera preferido guardar para él. Sus amigos lo miraron sin comprender, mientras que Ginny no parecía sorprendida, seguramente sabía a qué se refería, aunque nunca habían hablado de aquello - Fui yo, pero no sé qué hice.
- Bueno, se soluciona con un Priori incantato - dijo Hermione cuando terminó de procesar lo que había dicho su amigo, sacó su varita y extendió la mano para que Harry le entregara la suya. Agitó la mano, esperando, pero él no se la dio.
- No servirá - respiró profundamente y Ginny puso una mano sobre su rodilla, a modo de apoyo - No utilicé la varita.
- Wembley me dijo algo de esto, cuando murió Robins, dijo que lo sacaste del Tenebris nebula sin utilizar la varita – susurró Ron, más para él mismo, atando cabos.
- Si mis emociones son muy fuertes y siento que me superan… puedo hacerlo, y hoy ocurrió lo mismo.
- Cuando estás enojado - dedujo Hermione, enderezándose en el sillón.
- No sólo enojado - continuó Ginny - El año pasado en su cumpleaños hizo magia sin varita, estaba muy feliz - lo miró y Harry se lamentó por no haber hablado con Ginny sobre eso, él no quería darle importancia, pero seguramente ella no le había dicho nada porque esperaba que él se lo compartiera.
- Entonces emociones en general, pero no lo controlas, por lo que entiendo - Hermione parecía tan sorprendida como asustada.
- Bueno, tampoco es la gran cosa y…
- Harry, hacer magia sin varita no es cosa que pase diario, bueno, cuando somos niños hacemos magia involuntaria, pero… - comenzó ella, con el aire sabiondo que la caracterizaba - ¿Sabes cuántos magos han logrado hacer magia sin varita? Sólo los magos y brujas muy poderosos lo han logrado en la historia.
Tras otro momento de silencio, Ron habló con decisión.
- No sé por qué nos sorprendemos, si alguien estaba destinado a lograrlo, eras tú. Digo, yo sé que no has pedido nada de lo que te ha pasado que se sale de tu control, pero esto es, es… ¡Sorprendente!
- Lo es, sin duda - coincidió Hermione, pero Harry la conocía lo suficiente para saber que a continuación vendría algo que no le agradaría - Pero no puedes perder el control como hoy, Harry, que no sabes qué le hiciste a esa mujer.
- ¿Ahora soy peligroso?
- Eres poderoso - lo corrigió ella - Y debes aprender a controlar ese poder y tus emociones desde ya.
- Seguro Dumbledore sabría qué decirte - el asombro de Ron se apagó un poco.
- Tal vez puedas comenzar con intentar hacer esa magia a voluntad cuando estás calmado, sin tus emociones a tope - propuso Ginny - Con encantamientos sencillos o movimientos ligeros.
- Y mantener tu mente fría es importante, más con todo lo que está pasando - coincidió Hermione - Ahora ella sabe de lo que eres capaz - refiriéndose a Azure - Y no sabemos cómo reaccionará.
- ¿Creen que deba reportar esto? Que sí fui yo pero que no tengo idea.
- Será mejor mantenerlo entre nosotros de momento, tal vez compartirlo con tu equipo, pero nada más, conociendo las políticas del actual Ministerio, te abrirían una carpeta de investigación en lugar de enfocarse en el caso en cuestión.
- Bien - todos asintieron con el acuerdo - Ahora debemos establecer la seguridad entre nosotros, ya saben que…
- Ninguna medida de seguridad está de más - terminaron Hermione y Ginny por él. Era demasiado predecible para ellas.
Cerca de las seis de la mañana un gran bostezo de Ron indicó que se habían excedido físicamente. A pesar de ser domingo, debían regresar al DS a continuar con todo el papeleo, juntas, preguntas, prensa, etc. Tuvieron que convencer a Hermione para que se quedara en casa a establecer la seguridad con Ginny para después hacer lo mismo con la de los Potter, aunque de todos modos asistiría a su oficina porque habría todo un caos. Harry agradeció que Ginny estuviera somnolienta para que no pudiera ver la preocupación en él, aunque no cantaba victoria, lo conocía a la perfección. Ron se adelantó al Ministerio mientras Harry se dirigió a San Mungo, donde Edwards lo esperaba sin novedades, salvo que les habían entregado una bolsa con las pocas pertenencias que la mujer llevaba encima que consistía en un reloj de bolsillo dorado con rojo, su varita, unos guantes de cuero y un collar con un triángulo café colgando. Habló con algunos sanadores y todos concluyeron que lo mejor era darle tiempo a que ella despertara por su cuenta ya que nada de lo que habían hecho tuvo efecto. Se le seguirían dando los cuidados y atenciones hasta ese momento, bajo encantamientos de protección para que no tuviera visitas ajenas al DS y que ella no pudiera salir cuando despertara, "si es que lo hace", no pudo evitar pensar Harry De todos modos el personal estaba al tanto de que debían informarle en cuanto ella abriera un ojo. La versión oficial que circularía era que ella se vio acorralada e hizo algo para que no pudieran obtener nada de ella si la capturaban. El Wizengamot y el Ministro en persona lo bombardearon con preguntas, cuestionamientos y opiniones sobre su trabajo que nadie les había pedido pero que había logrado pasar por alto desde hacía mucho y se mordía la lengua cada tanto para no dar una respuesta mordaz, y como Hermione le había pedido, se mostró frío en todo momento, de lo contrario hubiera terminado inflando a mucha gente, como había ocurrido con tía Marge. Williams había cumplido con la parte que le había asignado, encargándose de la prensa cuando querían hablar con Harry, y él había dicho que Ethan sería el medio de comunicación entre ellos. Confiaba en que el carisma del joven fuera suficiente para conquistarlos.
- Sigo sin entender cuál era su propósito - compartió Edwards cuando se reunió más tarde con el equipo en una de las salas de entrenamiento – No hizo nada realmente más que hacer explotar parte del inmueble, hacer zombis a unos cuántos e intentar obligarte a matar a Anderson.
- No sabremos cuál era el objetivo hasta que despierte – se lamentó Ron – Dijiste que se desvió en cuánto te vio.
- A lo mejor el plan era otro pero tuvo que improvisar porque estabas ahí – sugirió Wembley.
- De igual manera ella sabe todo lo que pasó, lo vio a través de 11 pares de ojos que le sirvieron de espías, así que si el objetivo era otro, mandará a alguien más para que lo lleve a cabo.
- O puede intentar hacerlo en persona.
- Si hubiera querido lastimar a Harry lo hubiera hecho en otro lado.
- Creo que el objetivo era el cuartel, mientras menos aurores, menos probabilidad de atraparla.
- Pero era sábado, no está tan repleto como otros días…
Siguieron con algunas sugerencias y teorías, y cada una tenía mucho sentido, pero eran simples especulaciones. De momento sólo les quedaba el reforzamiento del lugar, añadir detectores y tratar de quitarse de encima al Wizengamot.
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Cuando finalmente llegó a su casa, colocó un detector de tenebrismo y Ginny le informó los encantamientos que había puesto con Hermione, así que no tuvo que reforzarlos. Se sentía pesado, con una culpa muy diferente a la que sintió con la muerte de Robins o Sam, pero con la misma responsabilidad. El ambiente en su casa también se sentía diferente y estuvo tentado de pedirle a Ginny que aceptara que un auror la acompañara, pero además de que ella no aceptaría, era una medida extrema. De cualquier manera, seguía sintiendo esa presión en el pecho cuando veía los cortes en su cara, recordando que ella había resultado herida sólo por haber estado en el lugar equivocado, con él. Como se esperaba, a los dos días su rostro estaba sin alguna señal de cicatriz, pero no podía evitar pensar en los posibles panoramas que pudieron haber pasado ese día y en varios de ellos, Ginny resultaba con más que sólo raspones. Recordaba esa misma sensación a los 16, después de la muerte de Dumbledore dónde había decidido terminar con ella para evitar que Voldemort la encontrara. La idea volvió a cruzar por su mente, barajando la posibilidad de que ella estaría mejor sin él, no sólo por lo ocurrido en el Ministerio, sino por las constantes amenazas a su familia desde que empezó su carrera, y todavía tenía muy grabadas las últimas palabras de Dolohov. Pero ya no tenía 16, ya no sería terminar con su novia de una relación que comenzaba, era un matrimonio, con tres hijos y muchas batallas ganadas. Sabía que si tomaba la decisión de alejar a Ginny, sería definitiva, porque ella ya no le daría otra oportunidad si es que lograba salir triunfante de todo aquello, y él tampoco estaba seguro de ser tan egoísta para pedirle una tercera oportunidad. Su mente estaba llena de todo lo ocurrido, de lo que vendría, de todas las preguntas que estaban en el aire, de lo que Hermione le había dicho, de la seguridad de Ginny, de la discusión con James… Y pasaron los días, sin noticias, sin cambios, sin poder mirar de nuevo a su esposa sin sentir el remordimiento de que ponía su vida en peligro, ni de escribirle a su hijo para aclarar las cosas, queriendo protegerlo de él mismo por más tiempo.
- Pero el jefe nos puede poner un ejemplo – escuchó la voz lejana de Edwards – Jefe, ¡jefe! - Harry parpadeó varias veces, regresando a tierra. Edwards y alrededor de 8 aurores recién egresados de la Academia lo miraban atentos – Podrías poner la muestra de un encantamiento desilusionador cuando hay aparatos mágicos que los dificultan.
- Claro, sí.
Había pasado tiempo desde la última vez que se había sentido tan distraído. Logró terminar el entrenamiento con los nuevos sin más contratiempo y se dirigió a su oficina, seguido de cerca por Edwards.
- ¿Qué pasa contigo, eh? – lo interrogó ella, cerrando la puerta.
- Hay una bruja causando terror ahí afuera, Edwards, no tengo que ponerte al tanto – cruzó los brazos y se recargó en su escritorio, mirándola de frente.
- El humor no es lo tuyo, sabes – ella también se cruzó de brazos – Sé que todo esto es una mierda, y que avanzamos tan rápido como un gusarajo, pero no puedes llevar esa carga tú sólo, sabes que estamos contigo.
- Lo sé, no es sólo eso – normalmente el trato con ella era más profesional, pero también se habían vuelto cercanos inevitablemente, después de tantas experiencias juntos.
- Escúpelo entonces – alzó una ceja, esperando.
Harry dudó un momento, no sabía si ella era la persona indicada para hablar del asunto, pero sabía que no podía hacerlo con Ron o Hermione porque se opondrían de inmediato. Edwards era de confianza, la más leal y valiente del equipo, y su compañera desde el día uno.
– Pongo a mi familia en riesgo en cada paso que doy – comenzó por fin, calmado – Y sé que no es vida para ellos, Ginny estuvo en medio de todo el otro día y… no quiero que vuelva a ocurrir.
– Por lo que sabemos fue algo al azar, sabes que ella no era el objetivo – intervino.
- Lo sé, pero, eso no quiere decir que no corra peligro de nuevo mientras esté a mi lado.
- Y entonces – lo incitó a continuar, siguiendo el hilo de la conversación.
- Me he planteado la posibilidad de… de alejarla de mí definitivamente.
La mujer se quedó estática, como si se hubiera perdido de algo en sus palabras. Después parpadeó rápidamente, saliendo de sus propios pensamientos. Respiró profundamente y continuó.
- Déjame ver si entendí - Edwards lo detuvo con las palmas abiertas hacía él, como marcando el alto - Te estás planteando la idea de dejar a Ginny después de años de matrimonio para protegerla de algún daño colateral que pueda causar toda esta persecución de Vecto - hizo una pausa para analizar la reacción de Harry, y cuando él asintió con la cabeza, Edwards soltó una risotada.
- Caray jefe, hacía muchos años que no decías una tontería de semejante nivel - Harry la miró mal porque estaba tomando a la ligera un asunto muy serio para él.
- ¡Esto es serio!
- Pero claro que lo es, ¿Cuándo fue tu último chequeo en San Mungo? - lo miró para detectar si de repente le había salido un brazo extra.
- No sé por qué pensé que podía hablar esto contigo - se dispuso a salir de su oficina.
- ¿Es que en serio no escuchas lo que dices? - la expresión risueña de Edwards se esfumó, cambiando a su usual aspecto serio y frío - Supongamos que te separas de ella, es más, se divorcian para que todo el mundo se entere y ya no tengas lazos con ella, ¿Y tus hijos? ¿Te vas a divorciar de ellos también?
- Ellos están seguros de momento en Hogwarts y…
- Si, me imagino que estarán tan seguros en Hogwarts como lo estuviste tú ahí. Y una cosa es que te separes y otra que Ginny te deje de importar, y todo el mundo te conoce taaaan bien que saben que harías todo por la madre de tus hijos. Tu plan es tan malo que me dio hambre…
- ¡Es que no puedo permitir que algo llegara a pasarles!
- Si algo les va a pasar, pasará estés o no con ellos, así que mejor concentra el plan en la búsqueda de Vector y no en futuros imaginarios dónde arruinas tu vida.
- ¡No espero que lo entiendas! Después de todo no tienes esposo e hijos por los qué preocuparte… - en cuanto lo dijo se arrepintió de inmediato y por un segundo pensó que su compañera le lanzaría un maleficio o algo peor, pero Edwards no pareció afectada, más bien motivada.
- ¡Ya lo has dicho, no tengo una familia como tú porque esa fue MI decisión hace muchos años y estoy feliz con mi trabajo con todo lo que implica! - era la primera vez en todos esos años que lo miraba con esa furia de querer estrangularlo - ¡Así como fue TU decisión casarte y formar una familia sabiendo lo que conlleva ser Harry Potter y auror! ¡Ahora no te pongas en el papel del maldito héroe por querer salvar a todo el mundo porque sólo conseguirás destruir lo más valioso que tienes! - hizo una pausa dónde los dos se limitaron a verse - ¡Y a todo esto no es mi puto problema, jódete la vida si eso te hace sentir en paz! ¡Y ni creo que te resulte difícil, que seguramente con la actitud que tienes un día de éstos Ginny te manda a la mierda! - salió disparada del lugar, dejando a un Harry aturdido por sus palabras.
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Entró a su habitación y como cada noche, se sentía pesado y débil, aunque al mismo tiempo había dejado una gran carga en el DS después de hablar con Edwards, o mejor dicho, escuchar una cuántas verdades por parte de Edwards. A diferencia de las noches anteriores en que había llegado tan tarde, Ginny estaba despierta leyendo el diario de la mañana en la cama, recargada en una torre de almohadas.
- No tenías que esperarme despierta - no era el saludo que le hubiera gustado dar, y seguramente no era lo que ella quería escuchar, pero no cambió su postura.
- Lo sé - se limitó a decir, dando vuelta a la página.
Harry dudó un momento entre salir de ahí y refugiarse en el estudio o continuar como si nada. Sus pies se adelantaron y abrió el cajón para sacar su ropa de dormir, quitándose su ropa de calle en silencio.
- Tengo un par de confesiones que hacerte - dijo finalmente cuando terminó con su labor, sentía que había traicionado de cierta forma la confianza de ella al haber pensado una forma de apartarla. Ginny levantó la vista del periódico.
- Lo imaginaba - dobló el papel en sus manos y lo puso en el mueble de junto.
- Siempre sospecho que sabes legeremancia - se sentó en la orilla de la cama para mirarla de frente.
- Eres un pésimo oclumántico sin duda – Harry sonrió – Pero eres un libro abierto y conozco tan bien esa mente retorcida que tienes que noto de inmediato el cambio en tu comportamiento. Anda, dime.
- Pues… - respiró profundo - Digamos que volvió a cruzar por mi mente la idea de… de mantenerte a salvo tomando una medida extrema… pero sé que no es la solución - se apresuró a añadir al ver que Ginny desviaba la mirada, molesta - Y lamento haberlo pensado siquiera, de verdad, es sólo que… temo por ustedes.
Ginny volvió a mirarlo y se mordió el labio inferior, pensando en sus siguientes palabras.
- Cuando terminé mi primer año en Hogwarts – comenzó calmada, acomodándose mejor sobre las almohadas – Me volví muy insegura, muy miedosa y sentía que todo el mundo me juzgaba con la mirada por lo ocurrido con todo lo de la Cámara Secreta aunque ni siquiera sabía si los demás estaban al tanto - la miró con atención - Y digamos que todo mi segundo año me envolví en mi burbuja ignorando a los demás - sabía que Ginny había sido muy retraída en sus primeros años, y suponía que todo el asunto del diario lo había complicado más - Por otra parte, Harry Potter se volvió mi héroe – una pequeña sonrisa asomó en sus labios – Lo conocía por los libros, pero me imaginaba que era alguien grandioso, y me había rescatado de Riddle ¡wow!, la parte fantasiosa de la Ginny de 11 años no podía ser más feliz. En mi imaginación, mi héroe siempre aparecía en el momento justo para rescatarme – hizo una breve pausa, como si estuviera perdida en esos recuerdos – Pero entonces entré a tercero y para mi desgracia la gente comenzó a notar mi existencia, y no siempre para bien. Un día unos chicos de Slytherin de quinto me comenzaron a molestar en un pasillo, nada del otro mundo, lo de siempre, sobre mi familia, la traición a la sangre y eso, pero yo estaba aterrada porque no sabía cómo salir de eso. Me habían quitado mis libros y habían roto mi mochila, pero entonces Harry Potter apareció a lo lejos. Caminaba por el pasillo hacia nosotros y yo me sentí aliviada porque mi salvador llegaría a defenderme – soltó una risa con un toque de burla – Y claro que pasó de largo. Ni siquiera volteó a ver por qué se reían esos chicos y no tenía que hacerlo en realidad – se apresuró a añadir al ver que Harry iba a hablar – Estaba por enfrentarse a la primera prueba del Torneo y se había peleado con mi hermano, era evidente que tenía muchas cosas más importantes en qué ocuparse que en "salvar" de nuevo a la hermanita de su mejor amigo – no había reclamo ni dolor en su voz, sólo estaba muy metida en el relato – Después de la sorpresa que me causó que ni siquiera hubiera volteado, en un par de segundos comprendí que no necesitaba ser rescatada ni salvada o lo que sea que mi yo de 13 se imaginaba. Yo era Ginny Weasley, la séptima hija después de varias generaciones y no iba a permitir que pasaran sobre mí nunca más. Y justo unos días antes había leído sobre el hechizo mocomurciélago y modestia aparte, la verdad es que me salió precioso para ser la primera vez que lo hacía – hinchó el pecho con orgullo evidente – Sobra decir que esa fue la última vez que alguien quiso pasarse de listo conmigo, al menos sin saber que no saldría ileso. Así es como empecé a forjar mi carácter. Sólo que Harry Potter dejó de ser mi héroe - suspiró - Pero entonces conocí a un chico lindo de preciosos ojos verdes que tenía una extraña habilidad para meterse en problemas, y aunque estaba en ese momento dónde se sentía incomprendido, que todos lo apartaban, era algo fastidioso la verdad y tuvimos nuestras diferencias, pero también era muy leal con sus amigos, valiente, luchaba por lo justo, un gran mago y un gran maestro y en el verano del 96 conocí su lado divertido, despreocupado e incluso bromista, y obtuve algo que me pareció lo más valioso de él, su amistad - la conocía bastante para saber de qué iba todo aquel relato, y sintió lástima por el Harry que había salido de esa habitación por la mañana, dispuesto a dejar su vida atrás por querer proteger a la mujer frente a él que una vez más lograba desarmarlo y hacerlo sentir vergüenza de sí mismo, no en un mal sentido, sólo lo ponía en su lugar - Me conquistó la verdad, era un chico único - volvió a sonreír - Y por capricho de la vida, supongo, él también se fijó en mí y… llevamos 20 años juntos y tenemos tres hijos maravillosos.
- Ginny…
- Siempre supe que el Harry Potter héroe era parte de mi Harry Potter y que siempre sería así, eso lo hacía más especial - se enderezó en la cama, apoyando los codos en la sábana para acercarse más a él - Pero también sé, que no puedes proteger a todo mundo, y que ni nuestros hijos ni yo necesitamos que Harry Potter sea nuestro héroe, yo quiero a mi esposo, y los niños a su padre, así que no te apartes por querer mantenerme a salvo, ya lo hiciste una vez y pretendías hacerlo de nuevo antes de casarnos - la firmeza en su voz le indicó que no había lugar a réplica - Pero ya no tenemos dieciséis ni veinte, Harry – el asintió, arrepentido – Estamos juntos, pase lo que pase.
- Siempre – logró decir cuando sostuvo su mirada, olvidando la vergüenza de haber pensado en un absurdo plan.
Ginny se incorporó en la cama, sobre sus rodillas, y se acercó a él, rodeando su cuello con los brazos. Harry la abrazó también, hundiendo la nariz en su cabello, aspirando su presencia. Amándola.
- Perdóname por pensarlo.
- No, ganarás tu perdón con tus acciones – se separaron y ella atrapó sus mejillas con las manos – No te apartes, no intentes manejar todo tú sólo y no me mientas – verde y castaño se miraron con firmeza.
- Lo prometo.
- Bien – le dio un corto beso en los labios y se sentó de nuevo en la cama – Sé que te pesa que haya estado presente ese día, pero era algo que no se podía controlar, y agradezco haber estado ahí para comprobar no sólo que estabas bien, sino ver el mago tan fuerte en que te has convertido.
- Y peligroso según Hermione.
- No dijo eso.
- Lo sé, sólo… que no puedo evitar pensar que tal vez si lo sea, han pasado dos semanas y ella no despierta todavía y…
- Pero lo hará, no te atormentes por eso y mejor entrena como te dijo Hermione – él asintió. Había hecho un par de intentos esa mañana antes del entrenamiento con los nuevos, pero no había resultado en nada, tal vez porque no estaba realmente concentrado - ¿Y de qué se trata la otra confesión? Dijiste que tenías un par.
- Discutí con James – soltó otra cosa que lo perseguía y que debió decirle desde el día uno.
- ¿Qué ocurrió? – ella cambió su expresión, si había algo que la inquietaba era que hubiera algún tipo de problema dentro de su familia. Harry le contó en resumidas cuentas lo que había pasado cuando su equipo y él habían acudido a reforzar los encantamientos protectores – Tú mismo me lo dijiste cuando lo encontré con Sue, ya no es un niño pequeño, claro que tiene dudas y quiere saber la realidad, no las verdades a medias que solíamos decirle.
- No quiero que conozca la oscuridad, ni siquiera a través de mis palabras – Ginny lo miró con cariño, comprendiendo.
- Yo creo que debe escucharte, para que sepa afrontarla si una vez se le presenta, no siempre vas a poder protegerlo, Harry – tomó su mano, apretándola – Hay salida a Hogsmeade el siguiente fin de semana, por si te interesa – sabía que era una clara invitación a que arreglara las cosas con su hijo en persona.
- Me interesa – le sonrió – Y creo que ya va siendo el momento de que hablemos con los niños, contarles todo, sin filtros, aunque Lils tiene trece y no…
- Harry – lo interrumpió, acariciando su frente, sobre su cicatriz – Ya no son niños.
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El pueblo de Hogsmeade siempre le había parecido un lugar relajante, incluso cuando estaba en sus días más ajetreados, le recordaba los momentos en su adolescencia cuando se sentía libre de la escuela, de las responsabilidades, de los exámenes o los profesores. Volver siempre le traía recuerdos. Esperó recargado en uno de los locales más cercanos al camino a Hogwarts. Varios estudiantes pasaban frente a él, pero iban tan emocionados por la salida que no le prestaban atención y tuvo que medio ocultarse cuando Horace Slughorn pasó acompañado del bajo profesor Flitwick. No es que no quisiera saludar a sus antiguos maestros, pero iba con otros planes ese día y sabía que Slughorn lo acapararía de más. Reconoció a Lily a la distancia, platicando con Val mientras se acercaban al pueblo. Incluso de lejos percibía la chispa que la caracterizaba y la sonrisa siempre presente en su rostro. El cabello lo tenía recogido en una complicada trenza que le había enseñado a hacer su mamá, lo que resaltaba con la mal acomodada capa que traía encima.
- Pero si lo mezclas con extracto de geranios con colmillos, obtienes algo aún mejor – decía su hija cuando pasó a su lado. Levantó la vista fugazmente hacia él y continuó caminando - ¿Papá? – retrocedió sobre sus pasos para verlo mejor.
- Hola Lils – le sonrió – Val, ¿cómo estás?
- Buenos días, señor Potter – contestó ella, ruborizándose hasta la raíz del cabello.
- ¡Papá! – dijo con más entusiasmo y lo abrazó con efusividad. Su hija era la más expresiva de los tres, aunque sentía que era un poquito más específicamente con él, pero tal vez era su impresión, así como sentía que James o Al eran más efusivos con su madre - ¿Qué haces aquí? ¿Vienes a poner seguridad aquí también? – lo miró con algo de susto.
- No, estoy aquí por una misión más peligrosa – el rostro de las dos niñas palideció – Hablar con James, ¿sabes dónde está?
- No es gracioso – respiró aliviada – Pues me dijo que sí vendría, pero no lo ví al salir, debe estar con su querida Sue – dijo con un tono sarcástico.
- Ok… ¿por qué siento que no te agrada Sue?
- Ve a James como trofeo, es como su juguete personal para presumir – dijo con fastidio – Pero James dice que es mi imaginación.
Platicó con un momento con Lily y Val y después se les unió Al con Scorpius, Anne, Hugo y Rose. Pero en cuanto vislumbró a James, el pequeñe grupito se deshizo y cada quién tomó una dirección diferente para que pudiera abordarlo. Su hijo venía acompañado de una chica de cabello castaño y nariz respingada que supuso era Sue. Como presentía que James lo evitaría en cuanto lo viera, se puso justo frente a ellos.
- Buenos días – su voz salió más solemne de lo que le hubiera gustado. James pareció sorprenderse en un principio, pero después una sombra cubrió esa expresión. No respondió al saludo, pero sostuvo la mirada de Harry en todo momento – Hola, soy el papá de James – se dirigió a la chica que miró intermitente de James a él.
- Mucho gusto, señor Potter – salió de su asombro y apretó la mano que Harry le ofrecía.
- Debes ser Sue, ¿cierto? – preguntó ya que James parecía no tener intenciones de presentarlos.
- Sí – se ruborizó y Harry supuso que tal vez se debía a lo que había ocurrido en su casa en las vacaciones.
- Encantado, Sue – dijo amablemente – James, ¿podemos hablar un momento? - él miró a la chica - Será breve.
- Te busco en unos minutos - le dijo no muy seguro.
- Claro, hasta luego - se alejó con prisa y parecía aliviada.
Harry le indicó que caminara con él, pues varios alumnos ya se habían fijado en su presencia y ya se imaginaba que habían corrido rumores sobre que James y Harry Potter habían discutido en medio de un pasillo en Hogwarts.
- ¿Esperas una disculpa? – preguntó James finalmente, cuando caminaron unos cuantos metros en dirección a la casa de los gritos.
- Espero que podamos hablar – dijo con calma. Se había propuesto no salirse de sus casillas como esa noche.
- ¿Ya tienes tiempo para hacerlo? – y por lo visto James seguía molesto, cuando Harry ya lo había procesado, pero debía recordar que él era el adulto.
- Ya estoy en condiciones para hacerlo, pero si tú no, entonces sólo te tocará escucharme – James pareció debatir internamente.
- Sólo quiero que no me ocultes nada, dentro de lo posible, porque sé que hay asuntos que sólo competen al Departamento y que no se pueden compartir…
- La oscuridad ha vuelto, James – se detuvo para verlo de frente, cuando había pocos alumnos alrededor – Es muy fuerte y emplea magia a la que nunca me he enfrentado – su hijo lo miró con atención – Esa noche, en el Ministerio, tu mamá estaba conmigo, y resultó con heridas menores, pero sé que pudo ser peor, así que estaba alterado por todo, sólo quería proteger el castillo, protegerlos a ustedes. Si te he ocultado cosas de mi vida como esto, es porque no quiero que conozcas la oscuridad, ninguno de los tres – James abrió la boca para intervenir – Pero ahora entiendo que es algo que lamentablemente no puedo controlar y que no podré alejarla siempre. Prometo que hablaré con ustedes y les contaré todo, responderé sus preguntas y todo lo que quieran saber, pero también necesito que confíes en mí.
James ya era casi tan alto como él, y podían mirarse directamente a los ojos. El peso extra que llevaba en los hombros lo liberó cuando su hijo asintió con la cabeza.
- Esa noche, cuando te fuiste, la profesora McGonagall habló conmigo – dijo con calma, y su voz reflejaba que habían superado esa pequeña batalla – Me dijo que a los catorce te tocó presenciar el regreso de la oscuridad, que apenas lograste escapar y que estaba segura que en ese momento hubieras querido que alguien te protegiera como tú nos proteges ahora – Harry recordaba bien ese momento, las pesadillas al respecto le tardaron años – No puedo decir que entienda del todo lo que haces, pero sé por qué lo haces y esperaré el tiempo que necesites para hablar.
- Será pronto, lo prometo, pero también quiero que me digas siempre lo que piensas, no esperes a que todo explote – James asintió – Habla conmigo, hijo.
- Lo haré – Harry le dio unas palmadas en el hombro y el chico se permitió sonreír un poco – Tú también.
- Bien, ahora ve a buscar a tu novia – regresaron sobre sus pasos, hacia la zona más concurrida – Yo iré a despedirme de tus hermanos… - pero se distrajo al distinguir a lo lejos a Sanders, que caminaba con prisa en su dirección - ¿Qué sucede?
El hombre llegó hasta ellos, y aunque parecía algo agitado, su semblante no era alarmista, pero de todos modos Harry supo que su día sería todo menos calmado. Y por fin, la noticia que había estado deseando más por él que por el caso, había sucedido.
- Ha despertado.
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Harry es un gran mago, pero no llegamos a conocer su verdadero poder y quise abordar ese punto, sólo que no se sabe controlar y justo es lo que tiene que aprender.
Me da gusto que no sólo yo juego Hogwarts Mystery :D Penny es de mis personajes favoritos.
Gracias por leer y por sus reviews a los que se animan, me dan ánimo porque la verdad tengo pocos lectores, pero bueno, sé que no es una historia para gusto de todos :)
¡Nos leemos en el siguiente capítulo!
