Al recibir la nota de su tía, Richard fue lo antes posible a Rosings, y se sorprendió muchísimo de la propuesta de su tía…
"… Esa sería una excelente solución donde todos nos veríamos beneficiados. Yo me quedaría mucho más tranquila que Anne no queda sola, tus ganas Rosings y te encargarías de cuidar a Anne."
"Tía, nunca estuve al mando de una hacienda y sinceramente no me agrada la idea." Contestó honestamente, sin agregar que dos días atrás había empezado a cortejar a la hija mayor del General Holmes.
"Por supuesto que te va a gustar ser dueño de Rosings. Además, yo misma te voy a enseñar a que seas un buen patrón."
"Pero no es lo que deseo," respiró hondo, "además hace unos días empecé a cortejar a una dama."
Lady Catherine lo miró sorprendida y frunció el ceño, "¿Quién es esa dama? ¿Qué conexiones tiene?"
"Es la hija mayor del General Holmes." Suspiró, "El General Holmes es un héroe de guerra que llegó a su puesto de General por mérito propio."
"Ummm, lo que en otras palabras estás diciendo es que ese General y su hija no tienen conexiones." Hizo una pausa y lo miró con determinación, "Puedes terminar el cortejo sin ningún problema, así que, no hay necesidad que desaproveches una oportunidad como esta por una mujer insignificante."
Richard la miró indignado, "No deseo terminar el cortejo con la Srta. Holmes, y no estoy dispuesto a que hables de ella de esa manera. Es una mujer ejemplar, que espero que sea mi esposa."
"No puedes ser tan tonto; eres el hijo de un conde, y no voy a tolerar que desprecies a mi hija por una mujer sin conexiones… Voy a hablar con tu padre para que te haga entrar en razón."
Furioso, Richard contestó, "Puedes hablar todo lo que desees con él. Desde hace más de una década que no dependo de la buena voluntad de mi padre; vivo de mi salario, y además tengo 8.000 libras ahorradas..."
La discusión entre Lady Catherine y Richard continuó por varios minutos más, incluso fue necesaria la intervención de Darcy para darla por terminada.
Richard decidió volver a la mañana siguiente a Londres, y esa misma tarde se encontró en la biblioteca con su prima y tuvo una conversación muy interesante…
"… entonces, ¿ya sabías los planes de tu madre?"
"Por supuesto que los sé. Sé muy bien que mi madre está muy enferma y probablemente se va a morir en pocos meses." Dijo con mucha tristeza, y agregó, "El gran problema de mi madre y de ustedes es que no se dan cuenta que, si bien soy de constitución frágil y enfermiza, no tengo ninguna deficiencia mental, y me doy perfectamente cuenta de todo lo que está pasando a mi alrededor. Dado que es mi vida la que se ve afectada, mi madre y ustedes deberían consultarme que es lo que deseo."
Richard asintió, "Tienes razón, ¿qué es lo que deseas?"
Anne suspiró, "No sé exactamente lo que deseo, pero si puedo decirte con propiedad que no deseo casarme contigo, ni con nadie."
"¿No deseas casarte?" Richard repitió muy sorprendido.
"Por supuesto que no. ¿Por qué querría perder mi independencia y estar bajo el poder de un hombre? Quiero ser libre de tomar mis decisiones, y de hacer lo que quiera. No tienes idea lo que ha sido crecer en esta casa, con mi madre prohibiéndome que saliera al jardín porque podía resfriarme, prohibiéndome que jugara con niñas que ella estimaba no eran dignas de jugar conmigo, no permitiendo que aprendiera a tocar el piano o incluso limitando las horas que me dejaba leer porque podía cansarme y enfermarme…"
Al día siguiente, Richard regresó solo a Londres, Darcy se quedó un par de semanas más trabajando con el administrador de Rosings.
Lord Matlock al recibir la carta de su hermana, se enojó con su hijo por rechazar una propuesta tan tentadora y por no cumplir con su deber con la familia, dado que, si Anne moría sin hijos, Rosings iba a ser heredada por un primo lejano de los De Bourgh, en lugar de los Fitzwilliam.
A pesar de la presión de su padre – e incluso insultos – Richard no cambió de idea y continuó su cortejo con la Srta. Holmes.
