Hasta Hogwarts

Al cabo de dos días le dieron el alta a Ron.

-Bueno; supongo que nos veremos para comprar los libros, ¿no?

-Claro, podemos quedar el 31, a las once de la mañana en el Caldero Chorreante; ¿vale?

-Allí estaré.

-Y yo.

Se volvieron a separar. Y Harry se fue seguido de Sirius (con forma de perro) y acompañado por Lupin. Se dirigieron hacia Privet Drive.

Al llegar, Lupin entró con ellos y estuvieron hablando durante un rato. Comentando lo que había pasado con Ron.

-¿qué hiciste, Harry? -le preguntó Remus al fin.

-No lo se -hizo una pausa -.Estaba llorando, me acerqué a él, le susurré al oído; y me fui. Al volverme vi que movía la mano y regresé a su lado.

-¿Nada más?

-Nada.

-¿Dijiste que estabas llorando? -ese fue Sirius.

-Sí.

-¿Y las lágrimas? ¿Tocaron a Ron?

-No lo sé. Puede que sí. ¿Por qué?

Remus y Sirius se miraron, como esperando a que los dos pensaran lo mismo. Sirius tomó la palabra.

-Crees lo mismo que yo, ¿verdad amigo?

-Si, pero me cuesta creerlo. Sirius, tú lo sabes. has de querer mucho a la persona que se está muriendo. Y no basta con sólo eso. Has de tener mucho poder. Muchísimo. Tu no lo tuviste. ¿Recuerdas?

-Si, lo sé. Pero, ¿Qué otra explicación tienes?

-La verdad es que ninguna.

Harry no sabía de que estaban hablando, así que decidió intervenir en la conversa para ver si alguno de los dos, para variar, le hacía caso, y le contaba algo.

-¡Eh! -ese era Harry -¿De qué habláis? ¿Qué es eso de que las lágrimas curan? Sirius, Remus; que alguien conteste.

-La magia del amor y la amistad. (Ohhh.... snif, snif)

-Si, Sirius tiene razón. Por muy raro y por muy, chorra, que te suene; las lágrimas de magos muy poderosos pueden curar si de verdad lo quieren con toda el alma y con todo el corazón.

-¿Qué has querido decir cuando le has dicho a Sirius que el no tuvo suficiente poder para hacerlo?

-Dios -Sirius se llevó las manos a la cabeza y hundió la cara con ellas en el brazo del sofá. Harry le miró y no supo ni que cara poner ni que decir de la reacción de su padrino. Remus le miró.

-¿Sirius? -era Remus, que tampoco tenía muy claro si contarlo o no contarlo.

(¡Ahhhhhhhhh! ¡Siiiiiiiiiirius! ¡no te deprimas, por fa! - Anna, ya puedes ir ahora mismo a consolarlo, y si de paso está por ahí un guapo hombre lobo llamado Remus Lupin...)

-Díselo -Sirius parecía a punto de llorar, y su voz salió entrecortada -, algún día se iba a enterar de todas formas. Y supongo, que es mejor que se lo contemos nosotros.

-¿Estás seguro, Sirius? ¿Crees que...?

-¡Pues claro! ¿Cuánto ha pasado? ¿Más de quince años?

-Dieciocho.

-Pues va siendo hora de que volvamos a hablar de ella, ¿no crees? Lo único que he hecho ha sido pensar en ella, a veces la recordaba más claramente que otras. Pero sólo pensaba. Nunca lo decía en voz alta.

-Lo siento.

-No fue tu culpa. Fue la mía; fui yo quién dije de coger ese camino, no la escuché. Tu intentaste salvarla; como había practicado muchas otras veces. ¿Quién se imaginaba que en ese momento no prestaba atención a ninguno de nosotros?

-Tampoco fue tu culpa. Y ella te lo dijo.

Harry no se estaba enterando de nada. Por tanto, decidió volver a intervenir.

-¿Quién es ella? ¿De que habláis?