Ella: Amor perdido
-Llegaremos tarde como no os espabiléis, chicos.
-Pero si te estamos esperando a ti; que llevas media hora dentro. ¿Por qué no sales ya? Seguro que estás guapísima te pongas lo que te pongas.
-No mientas Sirius, no se te da bien.
-No miento, es la verdad.
-Vale, vale. Tranquilos.
-No, si nosotros estamos tranquilos. (muy agudo...)
-Ya salgo; ni se os ocurra reíros porqué os mataré (amenaza tipo Anna) -la puerta de la habitación se abrió y una chica con el pelo largo de color castaño con mechas rubias salió por ella -. ¿Qué tal estoy? Quiero que seáis sinceros.
La chica llevaba un vestido de noche todo negro, zapatos de tacón, y su larga melena suelta. Llevaba una cinta, también negra en el cuello a modo de collar.
-Estás genial -Sirius siempre la piropeaba.
-Estás muy bien en serio -le dijeron Remus y James.
-Gracias chicos. Pero me voy a caer con estos tacones.
-Yo te cogeré. (je, je)
-Gracias Sirius. Por cierto, ¿No ha venido Lily contigo, James? ¿Dónde está Peter?
-Nos esperan allí. Les quedaba más cerca.
-Si, no hubieran soportado tener que esperarte.
-Ja ja. Pues vamos.
Y así los cuatro amigos salieron fuera. Sirius y la chica iban cogidos de la mano. Todos iban riendo y haciendo bromas. Sirius y ella no se soltaban. Ya que por culpa de esos tacones casi se caí antes de salir de la casa. (interesantes tacones...)
-Iríamos más rápido si no llevaras esos tacones -le dijo James.
-Si no llevara esos tacones el vestido no me quedaría tan bien.
-¿Para que te arreglas tanto? ¿Nadie te va a mirar en la fiesta? -Dijo Remus.
(-la moda, Remus, a pesar de que me estoy rompiendo los pies tengo que seguir la moda. -Pero, ¿por qué? -Pues porque es mi deber de chica, tranquilo, tu no lo entenderías...)
-Oye, vale. Gracias.
-No, es verdad. Como alguno se quede embobado durante mucho rato mirándote Sirius le mata -añadió James.
La chica soltó una carcajada y se cogió más a Sirius. Le dio un beso en la mejilla y dejo:
-Eres un celoso.
-No es verdad. ¡Lo que pasa que todos se te quedan mirando con la boca abierta y babeando!
-Lo que yo decía: celoso.
Hubo más risas entre ellos mientras Sirius le devolvía un beso a ella.
-No llegaremos a tiempo.
-¿Y por culpa de quién?
-Vale, mía.
-Si vamos por aquí atajaremos. Y podremos llegar a tiempo.
-No sé, Sirius. Me da una sensación rara.
-¡Venga! ¡Vamos! ¿Qué va a pasarte si estás con nosotros? -preguntó Sirius.
-Eso es lo malo -Dijo Remus riéndose. Y todos le imitaron.
-Vale -accedió ella al final.
Así que entraron y empezaron a atravesar un parque. Un parque que estaba oscuro, y en el cuál se distinguían sonidos de distintas lechuzas. El parque estaba como cubierto por un manto de preocupación. Cuando aún no habían llegado a la mitad del camino del parque. La chica se paró.
-¿Qué pasa? -le preguntó James muy preocupado.
-Ahora va en serio; deberíamos volver.
-¿Qué?
-Haced lo que os digo. Confiad en mi. Volvamos.
Los cuatro amigos dieron media vuelta dispuestos a irse. Pero nada mas volverse, vieron ante ellos nueve sombras. ( los nueve jinetes negros?)
-¿Qué son? -preguntó la chica en un susurro.
-Mortífagos -le contestaron los tres a la vez. (¡que no! Son jinetes negros, enpanaos!)
-¿Y que quieren? (pedir una limosna para los niños huérfanos...)
-Puede que matarnos.
-Estás de broma, ¿no? James.
-No, no lo está. Sobretodo a ti.
-¿A mí? Te refieres por ser...
-Por no ser sangre limpia.
-Y también a James; por ser el heredero.
Los cuatro amigos permanecieron de pie. Esperando. Sirius, Remus y James sacaron sus varitas. Uno de los mortífagos se adelantó. Y apuntó con su varita hacia la chica. Ella permaneció quieta, desafiante.
-Crucio -Un rayo salió de la varita del mortífago y se dirigió hacia ella. La chica levantó las manos y las dispuso para parar el rayo.
-¡Bloqueo! -Un escudo plateado surgió ante la chica y detuvo el maleficio. Su respiración era muy agitada. Siempre que realizaba un bloqueo se cansaba muchísimo.
-¿Estás bien? -ese era Sirius, siempre tan preocupado por ella.
-Si -su respiración seguía siendo muy dificultosa.
-Crucio.
Otro rayo salió de la varita, pero esta vez fue dirigido hacia Sirius que estaba desprevenido ayudándola.
-¡¡¡Aaaahhhh!!! -el grito de Sirius desgarró el silencio de la noche.
-¡¡¡Sirius!!!
-Crucio.
Esta vez el rayo fue a dar de lleno en ella.
-¡¡Aahh!!
-¡Waddiwasi! -Remus hizo que ella saliera del rayo.
Pero todo fue muy rápido. Con la preocupación, Remus no había previsto donde caería ella. Así, que chocó contra uno de los árboles. Y permaneció inmóvil. Un chorro de sangre le goteó por la frente.
-¡¡¡No!!!
Los tres chicos cogieron sus varitas y se dispusieron a pelear.
-¡Lacarnum inflamarae! ¡Waddiwasi! ¡Rictusempra!
-¡Fornunculos! ¡Desmaius! ¡Petrificus Totalus!
-¡Tarantallegra! ¡Reduccio! ¡Wingardium Leviosa! (joer, no saben estos chicos hechizos ni ná...)
Los mortífagos huyeron. Y Sirius se dirigió a toda velocidad a donde estaba el cuerpo de la chica.
-Aún respira -les informó Lupin después de mirarle el pulso en el cuello y en la muñeca -. Pero no durará mucho.
Sirius la cogió en brazos y se fueron corriendo hacia el hospital. Pero aún no habían llegado cuando...
-Sirius -fue un susurro muy débil. Sirius se paró y la dejó en el suelo.
-Te pondrás bien ya lo verás -las lágrimas le caían a Sirius por las mejillas. -No mientes, no se te da nada bien.
Se miraron. Ella levantó la mano y le acarició la mejilla. Sirius le cogió la mano y se la besó.
-Te quiero, Sirius.
-No me digas eso. No te despidas de mí, aún no.
-Adiós -tosió, y miró a James y a Remus que observaban con cara de estar muy preocupados -; adiós a los tres -les obsequió con lo que era un intento de una sonrisa -. Te quiero.
Sirius la volvió a coger. Seguido por James y Remus llegaron al hospital.
Allí esperaron mientras los médicos intentaban hacer algo por ella. Por fin, un médico se acercó a ellos. Y Sirius se levantó.
-¿Cómo está?
-Lo siento. Es demasiado tarde para ella. Si queréis verla, podéis.
-Ve tu, Sirius. Esperaremos aquí.
Sirius siguió al médico por un pasillo hasta llegar a una puerta blanca, la cuál daba a una inmaculada sala blanca. Allí, en medio, había una cama. Y en la cama, una chica con el pelo largo castaño y mechas rubias. Una chica muriéndose. La chica que Sirius amaba.
Sirius se acercó a la cama. Y cogió la mano que descansaba en ella. Al notar el contacto, ella abrió un poco los ojos.
-Hola -su voz no era más fuerte que un susurro.
-Hola.
-Se que no me queda mucho tiempo. Quiero que me hagas un favor. Quiero que le digas a Remus, gracias por salvarme del Cruciatus; ¿vale? ¿lo harás?
-Si.
-Gracias.
-Lo siento. Perdóname.
-¿Por qué?
-Fue mi culpa.
-¿El qué?
-Que estés aquí.
-¿Por qué dices eso? No es verdad.
-Si que lo es. Yo fui quién dijo que tomásemos ese camino. Si te hubiera hecho caso y no hubiéramos ido por el parque...
-Nos hubieran atacado por el otro. Y hubiera sido mi culpa, ¿no?
-Te quiero. (cambiando de tema...)
-Yo también te quiero. No me olvides.
-No lo haré.
Se sonrieron otra vez. Ambos sabían que sería la última vez. La última vez que estarían juntos. Y no sabían que decirse. Tenían tantas cosas por decirse que no sabían por donde empezar a contarlas ni como comenzar a contarlas. (¿¡no es lo mismo?!) (no, no lo es)
-Te echaré de menos.
-Pero seguirás adelante. Seguirás sin mi.
Sirius cerró los ojos.
-Tienes a tus amigos. Y yo siempre estaré contigo.
Se volvieron a mirar. Les quedaba poco tiempo. Sirius pasó su mano por la cara de la chica, acariciándola dulcemente. Durante unos instantes, Sirius pensó que se salvaría, pero...
Ella empezó a respirar fuerte, como si fuera asmática y le faltara oxígeno para respirar. Cada vez más fuerte, hasta que su respiración se apagó débilmente.
Sirius lloró y la abrazó. La abrazó fuerte contra su pecho. Sus lágrimas resbalaban por su mejilla e iban cayendo sobre la ya pálida, cara que la chica tenía. Y la chica, por unos momentos volvió a la vida. Tosió. Un par de veces seguidas. Brevemente. Muy brevemente. Y luego, su respiración volvió a apagarse. Volvió a apagarse tal como había vuelto. (¿pero cuántas veces muere?)
No resultó. Sirius no era suficientemente poderoso para salvarla con sus lágrimas. Para usar ese tipo de magia. Para usar la magia del amor. Lo único que hizo con sus lágrimas, fue que volviera a la vida momentáneamente. Retrasó su ida unos segundos.
-Llegaremos tarde como no os espabiléis, chicos.
-Pero si te estamos esperando a ti; que llevas media hora dentro. ¿Por qué no sales ya? Seguro que estás guapísima te pongas lo que te pongas.
-No mientas Sirius, no se te da bien.
-No miento, es la verdad.
-Vale, vale. Tranquilos.
-No, si nosotros estamos tranquilos. (muy agudo...)
-Ya salgo; ni se os ocurra reíros porqué os mataré (amenaza tipo Anna) -la puerta de la habitación se abrió y una chica con el pelo largo de color castaño con mechas rubias salió por ella -. ¿Qué tal estoy? Quiero que seáis sinceros.
La chica llevaba un vestido de noche todo negro, zapatos de tacón, y su larga melena suelta. Llevaba una cinta, también negra en el cuello a modo de collar.
-Estás genial -Sirius siempre la piropeaba.
-Estás muy bien en serio -le dijeron Remus y James.
-Gracias chicos. Pero me voy a caer con estos tacones.
-Yo te cogeré. (je, je)
-Gracias Sirius. Por cierto, ¿No ha venido Lily contigo, James? ¿Dónde está Peter?
-Nos esperan allí. Les quedaba más cerca.
-Si, no hubieran soportado tener que esperarte.
-Ja ja. Pues vamos.
Y así los cuatro amigos salieron fuera. Sirius y la chica iban cogidos de la mano. Todos iban riendo y haciendo bromas. Sirius y ella no se soltaban. Ya que por culpa de esos tacones casi se caí antes de salir de la casa. (interesantes tacones...)
-Iríamos más rápido si no llevaras esos tacones -le dijo James.
-Si no llevara esos tacones el vestido no me quedaría tan bien.
-¿Para que te arreglas tanto? ¿Nadie te va a mirar en la fiesta? -Dijo Remus.
(-la moda, Remus, a pesar de que me estoy rompiendo los pies tengo que seguir la moda. -Pero, ¿por qué? -Pues porque es mi deber de chica, tranquilo, tu no lo entenderías...)
-Oye, vale. Gracias.
-No, es verdad. Como alguno se quede embobado durante mucho rato mirándote Sirius le mata -añadió James.
La chica soltó una carcajada y se cogió más a Sirius. Le dio un beso en la mejilla y dejo:
-Eres un celoso.
-No es verdad. ¡Lo que pasa que todos se te quedan mirando con la boca abierta y babeando!
-Lo que yo decía: celoso.
Hubo más risas entre ellos mientras Sirius le devolvía un beso a ella.
-No llegaremos a tiempo.
-¿Y por culpa de quién?
-Vale, mía.
-Si vamos por aquí atajaremos. Y podremos llegar a tiempo.
-No sé, Sirius. Me da una sensación rara.
-¡Venga! ¡Vamos! ¿Qué va a pasarte si estás con nosotros? -preguntó Sirius.
-Eso es lo malo -Dijo Remus riéndose. Y todos le imitaron.
-Vale -accedió ella al final.
Así que entraron y empezaron a atravesar un parque. Un parque que estaba oscuro, y en el cuál se distinguían sonidos de distintas lechuzas. El parque estaba como cubierto por un manto de preocupación. Cuando aún no habían llegado a la mitad del camino del parque. La chica se paró.
-¿Qué pasa? -le preguntó James muy preocupado.
-Ahora va en serio; deberíamos volver.
-¿Qué?
-Haced lo que os digo. Confiad en mi. Volvamos.
Los cuatro amigos dieron media vuelta dispuestos a irse. Pero nada mas volverse, vieron ante ellos nueve sombras. ( los nueve jinetes negros?)
-¿Qué son? -preguntó la chica en un susurro.
-Mortífagos -le contestaron los tres a la vez. (¡que no! Son jinetes negros, enpanaos!)
-¿Y que quieren? (pedir una limosna para los niños huérfanos...)
-Puede que matarnos.
-Estás de broma, ¿no? James.
-No, no lo está. Sobretodo a ti.
-¿A mí? Te refieres por ser...
-Por no ser sangre limpia.
-Y también a James; por ser el heredero.
Los cuatro amigos permanecieron de pie. Esperando. Sirius, Remus y James sacaron sus varitas. Uno de los mortífagos se adelantó. Y apuntó con su varita hacia la chica. Ella permaneció quieta, desafiante.
-Crucio -Un rayo salió de la varita del mortífago y se dirigió hacia ella. La chica levantó las manos y las dispuso para parar el rayo.
-¡Bloqueo! -Un escudo plateado surgió ante la chica y detuvo el maleficio. Su respiración era muy agitada. Siempre que realizaba un bloqueo se cansaba muchísimo.
-¿Estás bien? -ese era Sirius, siempre tan preocupado por ella.
-Si -su respiración seguía siendo muy dificultosa.
-Crucio.
Otro rayo salió de la varita, pero esta vez fue dirigido hacia Sirius que estaba desprevenido ayudándola.
-¡¡¡Aaaahhhh!!! -el grito de Sirius desgarró el silencio de la noche.
-¡¡¡Sirius!!!
-Crucio.
Esta vez el rayo fue a dar de lleno en ella.
-¡¡Aahh!!
-¡Waddiwasi! -Remus hizo que ella saliera del rayo.
Pero todo fue muy rápido. Con la preocupación, Remus no había previsto donde caería ella. Así, que chocó contra uno de los árboles. Y permaneció inmóvil. Un chorro de sangre le goteó por la frente.
-¡¡¡No!!!
Los tres chicos cogieron sus varitas y se dispusieron a pelear.
-¡Lacarnum inflamarae! ¡Waddiwasi! ¡Rictusempra!
-¡Fornunculos! ¡Desmaius! ¡Petrificus Totalus!
-¡Tarantallegra! ¡Reduccio! ¡Wingardium Leviosa! (joer, no saben estos chicos hechizos ni ná...)
Los mortífagos huyeron. Y Sirius se dirigió a toda velocidad a donde estaba el cuerpo de la chica.
-Aún respira -les informó Lupin después de mirarle el pulso en el cuello y en la muñeca -. Pero no durará mucho.
Sirius la cogió en brazos y se fueron corriendo hacia el hospital. Pero aún no habían llegado cuando...
-Sirius -fue un susurro muy débil. Sirius se paró y la dejó en el suelo.
-Te pondrás bien ya lo verás -las lágrimas le caían a Sirius por las mejillas. -No mientes, no se te da nada bien.
Se miraron. Ella levantó la mano y le acarició la mejilla. Sirius le cogió la mano y se la besó.
-Te quiero, Sirius.
-No me digas eso. No te despidas de mí, aún no.
-Adiós -tosió, y miró a James y a Remus que observaban con cara de estar muy preocupados -; adiós a los tres -les obsequió con lo que era un intento de una sonrisa -. Te quiero.
Sirius la volvió a coger. Seguido por James y Remus llegaron al hospital.
Allí esperaron mientras los médicos intentaban hacer algo por ella. Por fin, un médico se acercó a ellos. Y Sirius se levantó.
-¿Cómo está?
-Lo siento. Es demasiado tarde para ella. Si queréis verla, podéis.
-Ve tu, Sirius. Esperaremos aquí.
Sirius siguió al médico por un pasillo hasta llegar a una puerta blanca, la cuál daba a una inmaculada sala blanca. Allí, en medio, había una cama. Y en la cama, una chica con el pelo largo castaño y mechas rubias. Una chica muriéndose. La chica que Sirius amaba.
Sirius se acercó a la cama. Y cogió la mano que descansaba en ella. Al notar el contacto, ella abrió un poco los ojos.
-Hola -su voz no era más fuerte que un susurro.
-Hola.
-Se que no me queda mucho tiempo. Quiero que me hagas un favor. Quiero que le digas a Remus, gracias por salvarme del Cruciatus; ¿vale? ¿lo harás?
-Si.
-Gracias.
-Lo siento. Perdóname.
-¿Por qué?
-Fue mi culpa.
-¿El qué?
-Que estés aquí.
-¿Por qué dices eso? No es verdad.
-Si que lo es. Yo fui quién dijo que tomásemos ese camino. Si te hubiera hecho caso y no hubiéramos ido por el parque...
-Nos hubieran atacado por el otro. Y hubiera sido mi culpa, ¿no?
-Te quiero. (cambiando de tema...)
-Yo también te quiero. No me olvides.
-No lo haré.
Se sonrieron otra vez. Ambos sabían que sería la última vez. La última vez que estarían juntos. Y no sabían que decirse. Tenían tantas cosas por decirse que no sabían por donde empezar a contarlas ni como comenzar a contarlas. (¿¡no es lo mismo?!) (no, no lo es)
-Te echaré de menos.
-Pero seguirás adelante. Seguirás sin mi.
Sirius cerró los ojos.
-Tienes a tus amigos. Y yo siempre estaré contigo.
Se volvieron a mirar. Les quedaba poco tiempo. Sirius pasó su mano por la cara de la chica, acariciándola dulcemente. Durante unos instantes, Sirius pensó que se salvaría, pero...
Ella empezó a respirar fuerte, como si fuera asmática y le faltara oxígeno para respirar. Cada vez más fuerte, hasta que su respiración se apagó débilmente.
Sirius lloró y la abrazó. La abrazó fuerte contra su pecho. Sus lágrimas resbalaban por su mejilla e iban cayendo sobre la ya pálida, cara que la chica tenía. Y la chica, por unos momentos volvió a la vida. Tosió. Un par de veces seguidas. Brevemente. Muy brevemente. Y luego, su respiración volvió a apagarse. Volvió a apagarse tal como había vuelto. (¿pero cuántas veces muere?)
No resultó. Sirius no era suficientemente poderoso para salvarla con sus lágrimas. Para usar ese tipo de magia. Para usar la magia del amor. Lo único que hizo con sus lágrimas, fue que volviera a la vida momentáneamente. Retrasó su ida unos segundos.
