Bueno; ya vuelvo a estar aki! … primero Reviews!
Kat Basted: k tal?! Ya me lei tu fic,y t dejé review! Me encanto !! ^O^ stuvo super bueno ! bueno… d momento no habrá confrontación… d todas maneras s pero k t guste el capi bsazos
Cristopher Jacques: aré como k no e odio la parte d Cary … ¬¬ … ya t vale…
Vivi Salinas: Gracias ^^ spero k tb ste t guste y k vuelvas a dejar review!
Mizao-Ul-Copt y Filia-Mak: no ^^ aun no :P bsazos
segundo:
Disclaimer: todo d Rowling! Menos Cary, Vzlazka y Tom ^^
Tercero: ste capitulo va para todos aquellos que tenían preguntas sobre Cary… aunque no todas se responden.
A! lo olvidaba… ya se k s muy d bagancia pero… no pongo los comentarios d mi beta xk me canso muxo, como k tengo k subrayarlos y todo eso… xo bueno… si los kereis lo decis y en el proximo los pongo; claro k para eso ay k dejar review :P
Y ahora si: el capitulo!!!!!!!!!!
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Edema pulmonarHarry vio horrorizado como la brillante luz verde-platinada se acercaba a él como la hoja de una espada irresquebrajable. No podía cerrar los párpados, pero no le importaba, sabía que en unos segundos ya no los volvería a abrir más.
En el último momento vio como una sombra lo cogía y le daba la vuelta poniéndose de escudo entre él y el hechizo.
Sirius, Remus y Cary, habían averiguado que hechizo era el que Harry iba a recibir de pleno. Cary estudió los hechizos dirigidos en tercer curso, con su madre; sabía que la mayoría de ellos desembocaban en la muerte. No tenía tiempo para pensar. Ella era la que más cerca se encontraba. Se lanzó a la carrera. Dio las gracias de que estos hechizos fueran lentos en atrapar su objetivo –¿para que querían velocidad si normalmente la victima estaba totalmente paralizada?– y dio las gracias por no tropezar y no resbalar ahora.
Se interpuso entre el rayo y Harry y le dio la vuelta la muchacho, pasándole el brazo derecho por ambos hombros rodeándole el cuello y pegando la espalda de Harry a su cuerpo, apoyó la mano izquierda en la cadera de Harry. Y gritó cuando el hechizo la alcanzó. Gritó con todas sus fuerzas y como nunca antes lo había hecho, y sus gritos inundaron el gran comedor. El dolor que le recorría el cuerpo era un dolor indescriptiblemente frío como nunca antes había sentido. Durante los treinta segundos que el rayo se descargó sobre ella, su voz se cortó quedándose afónica. Entonces se desmayó y cayó sobre el ya desmayado Harry.
Después de eso, a Voldemort lo había envuelto una esfera de luz dorada que lo había elevado del nivel del suelo y había desaparecido junto con un Voldemort muy enfadado porqué su hechizo no había funcionado. Entonces, los pocos mortífagos que quedaban de pie, se aterrorizaron de golpe y cogieron a cuantos compañeros caídos pudieron y desaparecieron usando los trasladores que los habían traído al castillo.
El castillo volvió a sumirse en la incertidumbre del silencio. Nadie estaba seguro de si esta batalla se había acabado.
Al cabo de unos instantes, el movimiento inundó la escuela de nuevo.
–¡¡Harry!! –Ron y Hermione se lanzaron a la carrera a ver como estaba su amigo. Llegaron y apartaron con cuidado a Cary de encima de Harry.
–Ron, mira como está Cary –le ordenó su novia.
Minerva McGonagall y Poppy Pomfrey estaban ocupadas intentando despertar a Dumbledore. La profesora Hooch llevaba a un inconsciente profesor Flitwick. Los Hagrid y los demás gigantes estaban llenos de arañazos y de manchones de sangre y numerables moratones. Había un sinfín de arañas retorciéndose por el suelo.
–¡Quiero que llevéis a los heridos a la enfermería rápido! ¡Id a buscar a los alumnos mayores, necesitaremos muchas manos! –gritó la enfermera Pomfrey para hacerse oír por todo el gran comedor.
Remus Lupin, con la túnica desgarrada y un corte profundo en la mejilla derecha, se acercó corriendo a los jóvenes seguido por Snuffles, el cual llevaba el hocico manchado de sangre.
–Ron, Hermione –dijo el licántropo–; id a la sala y traed a todo aquel que pueda ayudar y que no se desmaye por la sangre, ¿de acuerdo? La contraseña es Kiara.
–¿Pero? ¿Y ellos? –preguntó Ron.
–Nos ocuparemos de ellos, tranquilos; pero ya habéis oído a Poppy, necesitamos todas las manos disponibles. Minerva ha ido a enviar una lechuza al ministerio pidiendo ayuda; y Hagrid va a enviar una a tu familia Ron, pidiéndole que vengan. Supongo que no tardarán en llegar, todos ellos.
–Bien.
Los tres se levantaron y Ron y Hermione se fueron corriendo a la sala.
–¿Necesitas ayuda, Lupin? –Severus Snape se había acercado por detrás.
–Si, coge a Cary, Severus; hay que llevar a este par a la enfermería.
Severus obedeció y cogió a Cary del suelo; Remus cargó a Harry en sus brazos y se dirigieron a la enfermería con Snuffles pisándoles los talones. Cuando llegaron a la enfermería todo era agitación. Gente yendo y viniendo de aquí para allá bajo las órdenes de Poppy; la cual parecía estresadísima.
Madam Pomfrey no paraba de dar instrucciones a todo el mundo. Se acercó un momento a Remus y a Severus y les indicó que tumbaran a los jóvenes en un par de camas. Los adultos obedecieron dejando a Harry y a Cary en un par de camas alejadas del resto.
Cuando Poppy se acercó llegaron Ron y Hermione acompañados de muchos alumnos de sexto y séptimo curso dispuesto a ayudar en todo cuanto pudieran.
–Bien, Ron y Hermione; será mejor que vayáis a Hogsmeade a ver si ha pasado algo; de paso podéis avisar a tus hermanos, Ron –le dijo Remus.
–No hará falta –se oyó que alguien gritaba des de la puerta.
–Fred, George, ¿Qué hacéis aquí?
–Escuchamos que hubo jaleo; tranquilos nadie atacó Hogsmeade; y ya hemos avisado a mamá, vendrá en seguida con Bill, Charlie y Percy; supongo que papá llegará en un momento.
–Bien –dijo la enfermera Pomfrey acercándose a ellos de nuevo–; necesito todas las manos disponibles; quiero que hagáis torniquetes y cortéis hemorragias y demás… cuando acabéis de curar sería conveniente ir al gran comedor para que los mortífagos caídos no escaparan… también deberías ir a retirar los cadáveres y todo eso –se volvió hacia Remus y le dijo–. Quiero que tú y Severus os quedéis aquí ayudándome con este par –y señaló a Cary y a Harry que seguían tumbados en sus respectivas camas.
–Entendido –le contestó Remus asintiendo.
Madam Pomfrey se acercó a Harry y empezó a examinarlo.
–Severus –le gritó–, quiero que controles el pulso de Cary, mientras; si notas algo raro me avisas.
Severus obedeció y tomó la muñeca de la chica.
Madam Pomfrey siguió examinando a Harry durante algunos minutos.
–Está extremadamente exhausto pero se recuperará; salvo eso no tiene nada más.
–Que alivio.
–Pero hay algo que me inquieta.
–¿Qué?
–No ha hecho nada para cansarse de una forma tan extrema.
La cara de Remus mostró la sorpresa del momento. Pero entonces miró a Cary y sonrió.
–Tal vez lo se… debería empezar por curarle esas manos o se nos va a desangrar. Deja de refunfuñar Severus, no te has manchado con su sangre –repuso un poco divertido.
–Ya puedes soltarla, Severus –dijo Poppy mientras empezaba a examinar a Cary. La cara de Poppy se estremeció en una mueca de desconcierto.
–¿Qué ocurre? –preguntó Severus que se limpiaba la mano ensangrentada en la túnica.
–Está como congelada.
–¿Qué? –preguntaron Severus y Remus al mismo tiempo.
–Esta es una enfermedad grave, deben tratarla especialistas. La mejor está en Rusia, iré a enviarle una lechuza en seguida –y diciendo esto se fue.
–¿Qué era el hechizo que Voldemort mandó? –preguntó el profesor de pociones.
–Era un hechizo dirigido que provoca, un edema pulmonar.
–¿Dirigido? Pero no le dio a Potter –objetó Severus.
–Porque Cary se puso en medio.
–Pero los dirigidos sólo pueden afectar a una persona, a la que van dirigidos.
–Cary se encargó de eso –Remus suspiró y se frotó la sien con la yema de los dedos–. Robó la energía de Harry para suplantarlo.
Snape iba a añadir algo pero no tuvo tiempo ya que una tos provinente de la garganta de Harry les llamó la atención.
–Harry, ¿Qué tal estás?
–Bien –como ya era costumbre contestar ante semejante pregunta.
–¿De veras? –el hombrelobo le lanzó una mirada inquisidora.
–Si –respondió mientras intentaba incorporarse.
–¡Eh! –le reprendió Remus– Quieto ahí o Madam Pomfrey me matará.
–Está bien –giró la cabeza hacia un lado y observó la figura que yacía en la cama de al lado–. ¿Qué tal está?
–Bueno; Madam Pomfrey ha ido a avisar a especialistas.
–Ah.
El frufru de las túnicas de Snape distrajo a ambos.
–¿Dónde vas Severus?
–A ayudar con los mortífagos.
–Buena idea.
–Remus –la voz de Harry hizo que el licántropo dejara de vagabundear por sus pensamientos.
–Ella…
–¿Ella? ¿A quién te refieres?
–A Cary.
–¿Qué pasa con Cary?
–¿Si es ella?
El licántropo entrecerró los ojos como temiendo la pregunta.
–¿Si es ella de qué?
–Lo que me explicasteis este verano.
Snuffles pareció rugir a modo de protesta. Remus fijó su vista en el cuerpo inmóvil de Cary.
–Sí –musitó al fin.
–Se lo diréis, ¿verdad? –afirmó más que preguntó.
–No aún… esperaremos a que pase algún tiempo.
–¿Cuánto?
–Ya se verá.
Poppy entró muy atareada por la puerta de la enfermería; iba directa a Harry y Remus pero se desvió cuando la voz de Minerva la llamó.
Al cabo de unos instantes aparecieron un Dumbledore cojeando, una Minerva con el brazo derecho roto y una Poppy víctima del estrés.
–Acabo de hablar con la emperatriz rusa; es muy buena médico y sabe mucho de hechizos y maldiciones y todo eso. Estamos de suerte, está aquí, en Inglaterra.
–Sorpréndenos –dijo Remus con voz divertida– ¿Qué hace la emperatriz rusa de visita en Inglaterra?
–Adivinad. Estaba con su padre y casi les da un ataque a ambos –dijo señalando a Cary.
–Me pregunto si su padre lo llegó a superar alguna vez –murmuró Remus.
–Seguramente no, Remus; pero no le afectó tanto como a… –empezó McGonagall.
–No, no fue eso; simplemente Nat creyó que no tenía nada donde agarrarse después de eso –expuso Dumbledore– ¡Oh! ¡Harry! ¿Ya estás mejor? Minerva me ha contado la maldición que Voldemort te lanzó; me pregunto cómo no te dio –añadió con expresión mezcla de sorpresa e incredulidad.
–Bueno –empezó el muchacho, Cary se interpuso.
–Pero eso no basta para detener las maldiciones dirigidas.
–Pues esta vez sí que ha bastado.
–Harry –intervino Remus–, creo que lo que ha hecho ha sido robarte energía para tener tu esencia. ¿Por donde te ha cogido?
–El hombro y el costado –dijo mientras se lo tocaba y levantaba un poco la camisa.
–¿La esencia de Harry? ¿Y para qué…? –Hermione no acabó la pregunta cuando de repente lo entendió todo– ¡¿Quería suplantar a Harry?!
–Sí –cabeceó Remus.
–Entonces ella sabía lo que le ocurriría.
–Así es Harry.
–¿Y qué tiene? –preguntó Ron.
–Edema pulmonar, Ron –contestó Remus.
–¡¿Edema pulmonar?! –exclamó Harry sorprendidísimo.
–Así es –dijo Madam Pomfrey–; no puedo hacer nada por ella hasta que no vengan los expertos.
–Que no tardarán.
–¡Ah! Harry. Eso se te curará solo; no puedo hacer nada –dijo Madam Pomfrey–. Y vosotros dos –se giró a Ron y Hermione–, id a mi despacho a por chocolate y que se lo tome. Necesita recuperar energías.
Los chicos asintieron y fueron a buscar chocolate.
–Necesitaré ayuda; y quiero que alguien vaya a esperar a Vzlazka Czekalski y a Tom Jonson a la chimenea; deben estar a punto de llegar.
–Al igual que los Weasley –añadió Harry.
–Sí, y seguramente los del ministerio llegarán pronto –dijo Dumbledore.
–¿Dijiste Vzlazka Czekalski? –preguntó Remus confuso.
–Sí.
–¿Esa no era…? –dejó la pregunta en el aire al recibir la afirmación silenciosa del director– Bien; iré a esperarlos.
Y Remus despareció por la puerta de la enfermería.
–Toma Harry –le dijo Ron a su amigo dándole una tableta de chocolate.
–¡¡Harry!! –una chica pelirroja corrió veloz y se tiró de brazos abiertos a Harry, haciendo que éste volviera a caer tendido en la cama y que empezara a toser por culpa del chocolate que se había tragado casi entero.
–¿Ginny? –consiguió articular después de toser un poco– ¿Qué tal estás?
–¡Me has tenido muy preocupada! –contestó la chica sin apartar su cara del pecho de Harry.
–Tranquila, estoy bien, no me ha pasado nada –dijo mientras le acariciaba el pelo.
–¿Seguro? –contestó ella levantando la cara y mirando directamente a los ojos esmeralda.
–Sí –contestó él mientras le besaba la frente. Ella sonrió y poco a poco aproximó sus labios a los de él para unirlos en un profundo beso.
–¿Has visto que bonito, Ron? ¿Y que romántico? –declaró Hermione provocando que tanto Harry como Ginny se pusieran más rojos que el pelo de ella. Y provocando que Ron se sobresaltara.
–¿Insinúas que YO no soy romántico? –preguntó/exclamó.
–No tanto –pero Hermione no pudo añadir más porqué Ron le estaba besando.
–¡Oh! Fíjate que bonito, Arthur. Nuestro Ron se ha hecho mayor.
–¡¿Mamá?! –exclamó/gritó Ron.
–Oh, no te cortes cariño, podéis seguir –replicó tranquilamente la señora Weasley.
–¡¡Cary!! –una mujer joven entró atropelladamente en la enfermería, seguida de otro hombre y detrás Remus– ¡¿Dónde está?!
–Está aquí –indicó Harry.
La chica y el hombre se acercaron a la cama donde yacía el cuerpo de Cary.
–No me lo puedo creer –exclamó el hombre.
–Es Cary… ¿pero cómo? –empezó a decir la chica, pero se interrumpió bruscamente– ¡No hay tiempo! ¿Cuánto ha pasado? –preguntó mientras empezaba a comprobarle el pulso.
–Dos horas –le respondió Poppy.
–Tom –dijo la chica, dirigiéndose al hombre–, pásame el d'exa. Intentaré algo para al menos despertarla.
El hombre rebuscó en una bolsa de piel negra que habían traído y le pasó a la chica un estuche de plata. La chica lo abrió y pudieron ver lo que contenía el estuche. Contenía seis jeringuillas.
–¿Qué es eso? –preguntó Poppy.
–Se llama d'exa; lo usan los escaladores para hacer que el sistema circulatorio vuelva a funcionar normalmente durante un rato cuando están al límite vertical sufriendo edema –explicó Tom.
–¡Dios! –murmuró ella.
–¿Qué ocurre, Vzlaska? –se pronuncia… [Svlaska]
–Tiene la piel congelada; como le ponga esto le voy a destrozar el brazo.
–A ver –dijo él mientras la examinaba un poco–. Prueba por aquí –dijo mientras señalaba las heridas de sus manos, las cuales seguían abiertas.
–Buena idea –introdujo la aguja y luego fue introduciendo el líquido. Mientras lo hacía un estremecimiento recorrió el cuerpo de Cary mientras soltaba un murmullo de dolor– Vamos Cary, aguanta.
–¿Y eso funcionará? –inquirió Remus.
–Debería funcionar –respondió Tom.
–Dame otra –indicó Vzlaska.
Tom le alargó otra jeringuilla y ella sacó la que Cary tenía introducida y colocó la otra.
Inyectó el líquido y lo que siguió a continuación fue un grito espeluznante salido de la garganta de Cary al volver a bombear la sangre normalmente; el grito hizo helar a todo aquel que se encontraba en la enfermería.
–Venga, Cary; respira –Vzlaska parecía muy concentrada en el pulso de Cary–. Tom necesito los electrodos.
–¿Funcionarán aquí? –preguntó el susodicho mientras sacaba de la bolsa las placas y los parches para conectarlos al pequeño ordenador portátil mediante unos cables de colores.
–Esperémoslo –se limitó a responder.
Vzlaska abrió un poco el cuello de la camisa de Cary y pegó un par de parches los cuales fueron conectados inmediatamente por Tom a los cables de colores.
–¿A cuanto?
–A nueve cuando te diga –respondió la mujer. Volvió a comprobar el pulso de Cary y miró su respiración–. ¡Ya!
Tom le dio a los botones pero no ocurrió nada.
–¡Mierda! Hechizos antimagia, venga –ordenó una furiosa Vzlaska.
Remus sacó su varita y murmuró unas palabras; la parte donde se encontraban Cary, Tom y Vzlaska pareció centellear y durante unos instantes el aire se volvió azulado.
–Vuelve.
Tom volvió a oprimir los botones; esta vez, una descarga eléctrica sacudió el cuerpo de Cary.
Cary empezó a toser de forma descontrolada y muy fuerte.
–¡Para! –ordenó ella. Tom paró el ordenador y quitó los electrodos de un tirón.
Cary seguía tosiendo y se podía ver como la sangre proveniente de sus pulmones se derramaba fuera de su boca, manchándole los labios y la cara.
–¡¡Agua!! ¡Traed agua! –mientras Vzlaska lo ordenaba cogió a Cary y la incorporó para que no se ahogara con su propia sangre– Vamos, Cary, escúpela no te la tragues.
Tom aferró la mano izquierda de Cary mientras la chica no paraba de convulsionarse por culpa de la tos. Al cabo de unos minutos la tos empezó a menguar.
–Toma –dijo Madam Pomfrey corriendo con una jarra de agua en las manos.
Vzlaska cogió un vaso y lo llenó con el agua.
–Bebe, Cary –dijo mientras posaba el borde del vaso en los labios ensangrentados de la chica.
Cary tragó el agua y Vzlaska volvió a tumbarla en la cama.
Entonces abrió los ojos. Tosió un par de veces volviendo a escupir sangre.
Cary dirigió una mirada de incomprensión a Vzlaska y a Tom, el cual seguía sujetándole la mano. Antes de que cualquiera pudiera decirle algo a Cary, Dumbledore los interrumpió.
–Luego hablaremos; ¿Qué tal está?
–De momento fuera de peligro de muerte… pero tardará mínimo dos semanas en recuperarse.
Tom se dirigió a ella y le dijo: –Necesita oxígeno, si no se va a ahogar. Ayúdame con la cámara hiperbárica.
–Bien.
Tom sacó una especie de colchoneta de playa desinflada.
–¿Puedes hincharla rápido?
–Claro.
Vzlaska cogió la colchoneta y salió fuera del alcance del hechizo antimagia. Murmuró unas palabras y de su varita brotó un aire que infló la colchoneta.
Remus le ayudó a entrarla. Tom empujó una cama al lado de la de Cary y Remus dejó allí la colchoneta.
–¿Qué es eso? –preguntó Harry.
–Es una cámara hiperbárica –le explicó Tom–. La usan los escaladores cuando sufren de edema pulmonar; con esto –dijo mientras cogía una especie de válvula de aire– se envía oxígeno a dentro para que la respiración sea más fácil.
Con sumo cuidado, entre Vzlaska y Tom pusieron a Cary dentro y cerraron la cremallera.
–Ya está.
–¿Está curada?
–No, chico. Aún no.
Harry los miró con cara perpleja.
–¿Y entonces?
–Antes de curar sus pulmones y sus múltiples heridas y hematomas necesito que su circulación sanguínea vuelva a ser óptima y por descontado que sus pulmones y sangre no estén congelados como ahora parecen estar.
–¿Cuánto tardará? –inquirió Remus.
Vzlaska miró a Tom.
–Normalmente seis horas para un caso así… pero siendo la magia la causante… ni idea. Pero seis horas como mínimo.
–Bien… calculo que habrá que dejarla unas veinticuatro horas –concluyó Vzlaka–. Os podemos ayudar con los heridos.
El cuarteto se quedó solo de nuevo; y Harry lanzó una mirada indescifrable a la cárcel de plástico que envolvía el cuerpo de Cary.
–Harry –empezó Ginny– ¿me vais a explicar quién es ella?
Harry la miró y la atrajo contra si.
–Claro… pero más tarde, por favor.
–Está bien.
–¡Esto es increíble! –les llegó la voz de Ron.
–¿Qué ocurre? –le preguntó Harry.
–Mi hermano Bill, se ha ligado a Fleur.
Harry y ambas chicas siguieron la mirada de Ron y vieron como, ciertamente, Bill no paraba de hacer mimos a Fleur, y Fleur parecía flotar por las nubes estando con él.
Harry sonrió –Eso creo.
Ron le devolvió la mirada con la boca abierta.
–¿Me vais a contar algún día lo que ha pasado? –pidió Ginny.
–Está bien… –le dijo Harry– miremos si podemos volver a la sala común.
Diciendo esto, Harry se bajó de la cama y se apoyó en su amigo Ron para no caerse.
–Snuffles –le llamó Harry, acariciándole la cabeza–, vamos a la sala común, a ver que tal están los Gryffindors que han regresado a ella; ¿te vienes?
Snuffles hizo un movimiento negativo con la cabeza y señaló la cama donde Cary seguía dentro de la cámara hiperbárica.
–Está bien –y con los labios, para que sólo su padrino pudiera entenderle añadió–. Ya hablaremos.
El cuarteto se fue en dirección a la sala común de Gryffindor, y Snuffles se acercó más a la cama de Cary.
Bsazos,
J.D.
Miembro de la Orden Siriusana
