Buenas! K tal todos?! ^^
Primero Reviews: a! antes d k se me olvide como en los otros capis: GRACIAS X DEHJAR REVIEW K YA SUPERO LOS 50!!!!!!!!!!!!! THANKS A LOT!!!!!
C.J: l k? ^^ no t e dejado tan mal… si asta pareces responsable… as leido l review d mi primita? ^^ ya t lo pasaré :P
Duende: eres dl país Vasco? *_* me encantaría poder ir algun día! Tiene k ser precioso… con respecto a lo d scribir + rápido … T_T sorry xo con los entrenos y los examenes y todo… supongo k no estaré + relajada asta julio k s cuando acabo campeonatos! ^^ stoy feliz xk este año son pronto
.:¨~Ginny Kinomoto~¨:. Gracias ^^ tu hermano? No, creo k no dejo review, s = :P dale las gracias a él tb d mi parte me alegra mucho k os gustara a ambos
Essy: Primita!!!!!!!!!!!!! k tal?! ¬¬ si… ya se k soy tonta x dejar a tu madre d enfermera XDD xo Sirius me cuida muxo!!!!! XDD con comentarios? Seguro? S k me da muxa pereza… y sabes k eres la unica k me los a pedido… ya t los pasaré :P besitos!
A: stoy creando una comu, d momento no sta muy bien (falta d tiempo… a!! k se acaben de una vez y me dejan descansar!!!!!!! T_T y encima n la Sant Jordi… si no se puede tener – suerte k yo…) bueno, la direc s sta (si no saliera y alguien kisiera exarle un vistazo k me lo diga en el review y gustosa le facilitaré la direc) :
*************************************************************************
CartasEl cuarteto se dirigió a la sala común.
–Esperad –dijo Harry–, si se lo vamos a contar a Ginny todo, mejor que nos sentemos en el pasillo… algo me dice que la sala común tiene más movimiento que la enfermería.
El cuarteto se sentó en las escaleras. Y entre los tres empezaron a relatar todo lo ocurrido des de que habían salido de Hogwarts.
–No es por ser desto, pero… –empezó Hermione– ¿de verdad pensaba que todo le saldría bien sin plan?
–¿Sigues con eso? –le preguntaron Harry y Ron al mismo tiempo.
–¡Por supuesto! –respondió ella.
–Eres increíble –le reprendió Harry.
–¿Por qué?
–¿Qué más da que no tuviera plan? ¿Crees que en el plan se habría especificado lo que había que hacer si Voldemort me echaba una maldición dirigida? ¡Me ha salvado la vida, Hermione! Soy yo, y no ella quien debería estar muriéndome.
–Eso no lo digas ni en broma –le atajó Ginny.
–No es broma, Gin –dijo Harry, su voz cargada de dolor, y de culpa– ¿Cuánta gente más tendrá que morir por intentar protegerme? ¿Qué ocurre? ¿Es mi vida más importante que todas aquellas que mueren por salvarme? –y tras una pausa añadió– Yo creo que no.
Ginny se tiró sobre el pecho de Harry y le abrazó fuertemente.
–Si te ocurriera algo me moriría –susurró.
Estuvieron un rato en silencio.
–Será mejor que volvamos a la sala común, sólo para mirar que tal está todo.
–Tienes razón, Ron. Vamos.
Los cuatro se levantaron y volvieron a encaminarse en dirección a la sala común.
–¿Cuál era la contraseña? –preguntó Hermione, un poco antes de girar el último recodo.
–La verdad, con todo lo ocurrido…
–Espejo roto, ¿no? –se aventuró Ginny.
–Creo que …
Pero Harry no pudo acabar la frase. Si en tercer curso ya les había parecido excesivo lo que Sirius Black había hecho a la dama gorda en un arrebato de ira cuando ésta e había negado la entrada, lo que habían hecho esta vez los mortífagos no tenían palabra adecuada para describirlo.
El lienzo del retrato estaba rajado por innumerables sitios, había jirones de tela por el suelo, y se podían ver partes del marco quemadas, con los contornos negros, la ceniza y el hollín salidos de la combustión habían manchado las paredes.
–Bien –empezó Ron.
–Sí, bien –dijo Harry–… creo que nadie podrá entrar en la sala común esta noche.
Los cuatro adolescentes dieron la vuelta encaminando sus pasos hacia la enfermería.
–Me pregunto si la dama gorda se encontrará bien –comentó Ginny.
–Seguro que sí –le respondió Harry–; habrá hecho lo mismo que en tercero cuando la atacó Sirius, huyó de su retrato y se refugió en otro.
–Esperemos que haya podido huir de los mortífagos.
–Esperémoslo, Hermione.
Los chicos llegaron de nuevo a la enfermería y buscaron a Remus. El cual se encontraba hablando con la chica que había atendido a Cary, y con el padre de Cary.
–Hola –saludaron los cuatro adolescentes cuando se acercaron al trío de adultos.
–¿Qué tal, chicos? Creí que irías a la torre de Gryffindor.
–Ese es el problema, Remus –dijo Harry.
–¿Problema? –Remus frunció el ceño– ¿A qué te refieres?
–Que no se puede entrar. El cuadro está que da pena y no hay ni rastro de la dama gorda.
–Genial –murmuró Remus sarcásticamente.
–¿Qué haremos, entonces? –preguntó Hermione.
–Supongo que esta noche os quedaréis todos a dormir en el gran comedor… en realidad creo que viviréis en el gran comedor hasta que nos aseguremos que la escuela está limpia.
–Bien –murmuró Harry–. Cero en intimidad.
–¿Ha habido algún muerto? –preguntó Hermione preocupada.
–Por desgracia sí, chicos.
–¿Quiénes?
–Algunos alumnos, Harry. Parece ser que aquel chico de Rawenclav no fue al único que pillaron.
–Habría que entrar a las salas comunes haber si hay heridos –comentó Harry.
–Sí; los profesores se están encargando de eso –Remus suspiró y se frotó la frente con la mano derecha.
–¿Qué tal está Cary? –preguntó Harry quien acababa de echar una mirada a la cama donde se encontraba la cámara hiperbárica.
A Remus, a la chica y al hombre se les oscurecieron las facciones por culpa de la tristeza.
–Es pronto para decirlo –comentó el hombre.
–Hasta mañana por la mañana no me arriesgaré a prometer nada… pero tengo ganas de que despierte –comentó la chica.
–No creo que te reconozca si es lo que estás pensando –dejó ir Remus.
–¿Cómo que no? –preguntó Vzlazka.
–No recuerda nada de su pasado.
–¿Ni siquiera recordará a Tom? –preguntó la chica incrédulamente.
–Se podría intentar.
–En casos de amnesia lo que se necesita es una emoción fuerte –dijo Tom.
–¿Cómo cual? –preguntó Vzlazka.
–Un antiguo amor no estaría nada mal –dejó ir Tom.
Remus sonrió. –No creo que acceda. Es decir, aun no… es demasiado pronto para él.
–¿En serio? –preguntó Tom enarcando una ceja– ¿Des de cuando es tímido?
–Aunque no lo pareciera con ella lo era –declaró Remus.
–¿De veras? –preguntó Vzlazka.
–Sí.
–¿De quien habláis? –se metió Harry– ¿Sabes qué, Remus? Empiezo a estar harto de cada año la gente nos esconda cosas y tengamos que perder un montón de meses en averiguarlas antes de que alguien se digne a decirnos algo del tema.
–Wow –se escuchó a Ron– ¿sabéis? Estoy de acuerdo con Harry.
–¿Y bien? –preguntó Vzlazka a Remus enarcando una ceja.
–Bueno, cada año desde que Harry entró han pasado cosas y claro… la mejor manera de proteger a los chicos.
–Sobretodo hijos de merodeadores –apuntó Vlazka.
–Sobretodo esos –admitió Remus con una sonrisa–; es que no se enteren.
–Pero se enteran igual.
–¿Cómo no voy a enterarme si cada curso intentan matarme? –se indignó Harry.
–Vale, vale; tranquilo…
–¿Pensáis decirlo o tendremos que averiguarlo? –preguntó Harry cruzándose de brazos.
Remus le mantuvo la mirada seriamente. Finalmente bajo la vista y mientras se fregaba los ojos dijo.
–Hablábamos de Cary. Vzlazka cree que para que recupere la memoria iría bien un choque emocional.
–¿Y quién no se quiere dejar ver? –inquirió Harry.
Remus suspiró internamente: "esto va a ser difícil".
–Tu padrino –declaró al fin.
–A ver si lo he entendido –empezó Harry–. Cary es ella.
–¿Ella? –preguntó Vzlazka confusa.
–Le explicamos lo que ocurrió hace 18 años pero no le dijimos cómo se llamaba.
–Ah –asintieron Ton y Vzlazka.
–Es ella, ¿verdad?
–Sí.
–Entonces… ¿Por qué no quiere dejarse ver? –dejó ir exasperado.
–Timidez –pronunció Tom.
–Vergüenza –dijo Vzlazka.
–Es capaz de echarse a llorar –sentenció Remus.
–¿Llorar? –preguntaron todos a Remus.
–Sí.
Harry dirigió una mirada a Snuffles quien seguía echado en el suelo sin moverse un milímetro de la cama de Cary.
–Bueno –dijo Remus–, voy al gran comedor, será mejor que me acompañéis chicos, ya nos veremos Vzlazka, Tom.
Diciendo esto Remus se dio la vuelta y se llevó a los cuatro jóvenes de ahí.
–¿Nos vais a explicar el resto a nosotros? –dijo Ron.
Harry miró a Remus.
–No –dijo Remus–. Eso es asunto de Sirius; Harry tampoco lo hubiera sabido si Sirius no hubiera querido.
–Está bien –asintió Hermione antes de que su novio pudiera protestar.
–Dios –murmuró Hermione cuando entraron en el gran comedor–. Está que da pena.
–Hay que empezar a quitar cadáveres –dijo Remus.
–Conmigo no contéis –dijo Ron con un hilo de voz.
Todos le miraron.
–¡Ah! Vale –dijo Ginny–. Arañas.
–Ginny quédate aquí con Ron.
–Está bien, Harry.
Harry, Hermione y Remus se dirigieron hacia Dumbledore quien estaba coordinando la limpieza del gran comedor.
–Hay que sacar a las arañas que hay muertas –dijo Dumbledore–. Y hay que encontrar a los heridos o cadáveres que pueda haber.
Al cabo de unas horas; las arañas más grandes habían cargado a las miles de arañas más pequeñas a ellas y las habían sacado del castillo en dirección al bosque prohibido.
Había habido relativamente pocas bajas. Cuatro ravenclaws, seis huffelpuffs, tres slytherins y dos gryffindors. Un Gryffindor era un chico de segundo curso… el otro era Dennys, el hermano de Colin Creevey.
Esa misma tarde las familias de las víctimas llegaron para llevarse los cadáveres de sus hijos; los hermanos de las víctimas se fueron con sus familias para unos cuantos días.
Esa noche, durante la cena, el gran comedor estuvo inusitablemente callado, y las banderas volvieron a ondear negras. Todos en el gran comedor estaban muy nerviosos. Cuando se acabó de cenar los profesores corrieron las mesas e hicieron aparecer colchones y mantas. Apagaron las luces. Algunos profesores se quedaron vigilando el gran comedor. Otros fueron a verificar que, realmente no había nadie más en el castillo, de paso que buscaban a la dama gorda; pues el señor Filch ya había empezado a trabajar en la reconstrucción del lienzo.
Esa noche, Harry Potter se levantó con un terrible dolor de cicatriz; estaba sudando, con los ojos desenfocados, buscó a tientas y se puso las gafas. Todo el mundo dormía, lo que venía a significar que no había gritado… por suerte.
El sueño se había vuelto confuso. Pero recordaba una cosa con aterradora claridad; unos ojos rojos como la sangre que le miraban, y una voz escalofriante diciéndole que si se unía podía evitar otra tragedia sobre los que le rodeaban.
Tenía el cuerpo empapado de un sudor frío. El corazón le latía apresuradamente. ¿Era lo que le había parecido? ¿Un mensaje de Voldemort? ¿Significaba eso que ahora, Voldemort podía controlar sus sueños?
Necesitaba refrescar sus ideas. Sin hacer ruido se levantó y salió del gran comedor. Se dirigía a los lavabos más próximos que había. No había la posibilidad de que se encontrara con alguno de los fantasmas porqué hasta ellos encontraban en el Gran Comedor.
Cuando ya estaba cerca; oyó cómo le llamaban.
–¿Harry?
Se giró.
–Ah. Hola Bill.
–¿Qué haces a estas horas despierto?
–Necesitaba lavarme al cara e ir al baño.
–Es peligroso ir solo por los pasillos aún.
–Lo siento.
–Te esperaré aquí y volveremos juntos, ¿de acuerdo?
–Claro –dijo Harry mientras entraba en el lavabo.
El lavabo estaba tenuemente iluminado. Se escuchaba el goteo del agua en uno de los servicios. Harry se acercó a los grifos y abrió uno. Sintiendo como el agua salía y caía libremente; y sintiendo como si los problemas y las preocupaciones se fueran con ella. Cogió un poco de agua usando las dos manos y se mojó la cara. Eso le refrescó y le quitó la somnolencia de encima; parecía que podía pensar con más claridad. Parecía tener las ideas más claras.
Apoyó las manos en los lados del lavamanos y se dedicó a escudriñar su reflejo en el espejo.
Cuando se disponía a irse, oyó un repiqueteo en la cristalera. Al cabo de un instante, una lechuza negra con los ojos plateados traspasó el cristal. Se acercó a él y le entregó un sobre. Era un sobre negro como la noche. Cuando lo tocó pudo sentir el tacto del sobre. Era de piel antigua, aterciopelada al tacto. Cuando Harry tenía el sobre en sus manos la lechuza desapareció traspasando el cristal. Harry se quedó solo; con sus pensamientos. ¿Qué significaba esto? ¿Tenía que abrirlo? En el sobre se escribieron con letras verdes brillantes:
Harry Potter.
Bueno; eso respondía su pregunta. Harry abrió el sobre negro, y sacó un trozo de pergamino, también negro.
–¿Está vacío?
Como respondiendo a su pregunta un par de puntos verdes brillaron en el pergamino y empezaron a dibujar algo.
Harry soltó a carta al suelo cuando se dio cuenta de que era lo que había dibujado en la superficie de pergamino. El pergamino permaneció levitando por el aire mientras una serpiente dibujada en él le enseñaba los colmillos.
–Potter.
Harry no podía articular palabra. Pero lo que sucedió a continuación a un le dejó más estupefacto. La serpiente se deslizó fuera del papel y cayó al suelo.
–Te traigo un mensaje de mi amo –le dijo al tiempo que le volvía a enseñar los colmillos.
–¿Qué mensaje? –Harry tenía la ligera impresión de haber adivinado de quién era el mensaje.
–Sólo tú puedes impedir que otra desgracia caiga sobre los que te rodean. Sólo tú puedes poner fin a su sufrimiento si te unes.
–¿Unirme? ¿Unirme a Voldemort? ¡¡Eso jamás!!
–Cuida tus palabras insolentes –la serpiente le sacó la lengua–. No puedes negar tus lazos de sangre.
–¿Lazos de sangre?
Harry no recibió ninguna respuesta de la serpiente. La cual lo único que hizo al acabar de decir esa frase fue comerse el pergamino que formaba el sobre y comerse el pergamino por el que ella había salido. Después se volvió a Harry de nuevo y le dijo: –Volveremos a vernos… Potter–le enseñó los dientes en actitud amenazadora y desapareció.
Harry estaba como petrificado… se sentía tan confuso… ¿Qué había querido decir con lo de lazos de sangre? Que él supiera, no tenía parientes vivos… bueno, vale, los Dursley no contaban en ese instante.
¿Por qué no podía tener un maldito curso tranquilo? Bueno, vale… eso era pedir demasiado… ¿Qué tal un solo día tranquilo y normal?
Decidió que por el momento no diría nada a nadie de lo de la extraña forma de Voldemort de comunicarse con él.
Se volvió a mojar la cara para quitarse el susto y con un poco de suerte, también los malos presentimientos que esta "carta" le había ocasionado.
Salió del lavabo y se encontró con Bill recostado en la pared mirando el techo, reflexionando; y según pudo observar Harry, lucía una estúpida sonrisa de enamorado en el rostro. Harry sonrió.
–Bill.
–¡Ah! Harry; ¿ya estás?
Harry asintió con la cabeza mientras le sonreía traviesamente. Bill que conocía ese tipo de miradas gracias a sus hermanos Fred y George, se puso en guardia.
–¿Qué se te ha pasado por la cabeza?
–¿A mi? –preguntó Harry con fingida inocencia.
Bill enarcó una ceja. –Harry; después de ver en acción a Fred y George estoy preparado para todo… o casi.
–Nada. Volvamos –dijo mientras se encaminaba por el pasillo. "no había prisa" pensó, el pasillo podía ser muy largo.
Estuvieron hablando de bastantes cosas y Bill le contó cómo le iba en Gringotts. Y de repente, mientras Bill estaba un poco distraído, Harry dejó ir la pregunta.
–¿Qué hay exactamente entre tú y la profesora Delacour?
–Es muy maja, ¿no crees? Me ha pedido que la ayude con su clase; así que daremos las clases juntos.
–Le gustas –aventuró Harry.
Bill se sonrojó un poco y sonrió. –Puede que sí: ya sabes…
–Sí, sí; ya sé… atracción Weasley.
–Eso es –le respondió Bill con una sonrisa radiante.
Llegaron al gran comedor y se despidieron; Harry volvió junto a sus amigos, y se durmió. Prácticamente olvidándose de lo ocurrido en el baño.
****************************************************************************
Dejad reviews! THANKS A LOT!!!
J.D.
Miembro de la Orden Siriusana
