No tengo muxo tiempo, así k contestaré rápido:
Reviews:
C.J: no lo ves? ¬¬ y xk no?
Val: eso s lo k iba a hacer… xo no se; xk s complicar muxo la historia… xo d todas maneras tienen lazos d sangre
Joyce Granger: aun no hay nada seguro n eso, tendrás k leer :P
Sabry: ola! Xa acerte miembro deberás ir a la comunidad d Potter & Cia; puedes hablar con Arwen (d: "El regreso de Lily") k s la administradora.
Dadaiiro: Ola wapisima!!!!!
Vivi Salinas: saludos a ti tb
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Sueño (1ª parte)Al día siguiente Harry se despertó cuando una almohada se estrelló contra su cara. El gran comedor se había sumido en un caos cuando los gemelos decidieron que la mejor forma de despertar a todos los alumnos era hacer una guerra de almohadas. Cuando la profesora McGonagall entró, tardó más de cinco minutos en hacerlos parar; ya que los gemelos seguían tentando a los estudiantes.
Luego, los profesores hicieron desaparecer las colchonetas y las mantas y volvieron a poner las mesas; donde al cabo de unos instantes los elfos domésticos hicieron aparecer un suculento desayuno.
–Harry, ¿Cómo te encuentras? –le preguntó su amiga Hermione.
–Bien –contestó.
–¿Seguro? Porque pareces pensativo –dijo su amigo Ron.
–Si –dijo–; es solo que… –suspiró– nada.
–¿Por qué no lo dices? –inquirió Ginny.
–Nada. Solo… –Harry no tenía ni idea de que decirles; ¿contarles lo de la carta? No; ni de coña– estoy un poco preocupado por Cary. ¿Vamos?
Harry se levantó sin esperar respuesta y se dirigió hacia la puerta que llevaba a la enfermería a paso rápido. Los otros tres le siguieron corriendo hasta alcanzarlo.
Llegaron en silencio a la enfermería. Sólo una de las camas estaba ocupada. Los cuatro adolescentes se acercaron. Y se quedaron al lado de la cama donde yacía Cary; en silencio. Estuvieron unos instantes, sin decir nada.
–Podéis hablarle –dijo una voz detrás de ellos. Era Vzlazka, que se había acercado por detrás y traía una bolsa con suero, y otra con sangre para inyectársela a Cary–. Está despierta; pero prefiere recuperar energías.
Vzlazka se situó al otro lado de la cama.
–Aparta Snuffles –le indicó ella–. Cary; venga dormilona, que tengo que ponerte esto.
–¿Más? –preguntó la chica con la voz ronca mientras empezaba a abrir sus párpados pesadamente.
–Venga, no te quejes.
Cary dejó ir un gemido de dolor cuando intentó incorporarse.
–Toma –Vzlazka le colocó un cojín detrás de la espalda para que se pudiera incorporar un poco más–. Bébete esto –Vzlazka le tendió una copa de cristal con un líquido púrpura borboteando en él.
–Arg –hizo una mueca de asco–. Estás de coña, ¿no?
–Bébetelo –la voz de Vzlazka sonó más autoritaria esta vez.
–Si mama –comentó Cary con voz burlona–; prometo llegar pronto a casa.
Vzlazka rió. –Anda, bébetelo –esta vez lo dijo con tono divertido.
Cary se bebió la copa a regañadientes. Cuando se la hubo terminado empezó a toser; soltando la copa que se estrelló en mil pedazos contra el suelo.
–Tranquila –Vzlazka la cogió un poco y le tiró el cuerpo hacia delante para que pudiera toser mejor.
–Gracias –dijo Cary cuando volvió a respirar un poco mejor.
Vzlazka colocó las dos bolsas; la de suero y la de sangre; en una barra y clavó un par de agujas en el brazo de Cary, las cuales conectó en las dos bolsitas.
–¿Me voy a tener que quedar con esas marcas en las palmas de la mano? –preguntó un poco irritada.
–No –le contestó Vzlazka después de echarle una ojeada a las dos cicatrices–. Ahora vuelvo. Y recuerda, no te muevas.
–Si mamá –contestó Cary con una sonrisa.
Vzlazka desapareció por la puerta del despacho.
–¿Qué tal? –le preguntó Harry.
Ella se encogió de hombros. –Bien; es decir, supongo que podría estar peor para haber pasado un edema.
–¿Cuándo despertaste?
–Ayer; sobre medianoche; más o menos. No estoy segura. Solo se que me puse a toser como una loca y me tuvieron que sacar de la cámara hiperbárica porqué me ahogaba.
–¿Te ahogabas? –preguntó Hermione.
Cary asintió con la cabeza.
–Pero… esas cámaras son para ayudar a respirar… quiero decir; ¿Cómo te podías ahogar?
–Porqué cuando pasa cierto tiempo tus pulmones tienen demasiado oxígeno y te ahogas.
–¿El oxígeno te ahoga? Pero… ¿no respiramos oxígeno? –preguntó un extrañado Harry.
–Oxígeno puro.
–¿Qué quieres decir?
–El oxígeno puro es veneno. Te quema los pulmones.
Vzlazka volvió con un pote de crema de color pálido. Lo destapó y cogió un poco de la masa pastosa del pote; el olor, impregnó rápidamente sus manos.
–Te escocerá –le advirtió.
–Genial –se burló ella.
Vzlazka esparció cuidadosamente la pasta por toda la palma de la mano de Cary; teniendo mucho cuidado para no volver a abrir las heridas.
–Listo –dejó el pote encima de la mesita.
–Me escuecen las palmas y el brazo izquierdo –se quejó Cary.
–¿Y yo que quieres que le haga?
–Y yo que se; la enfermera eras tú.
–Muy graciosa –dijo mientras le ponía la mano en la cabeza–. Ni se te ocurra levantarte, ¿me oyes?
–¿A dónde vas?
–A hablar con Remus.
Cary sonrió ante la respuesta de Vzlazka; y cuando ésta salía, le gritó.
–¡Mucha suerte!
Vzlazka se paró, y sin girarse le contestó:
–No se de que hablas, Caroline –y se fue.
Caroline rió.
–¿De que te ríes? –preguntó Harry.
–Le gusta.
–¿Qué?
–Que le gusta.
–¿Quien y a quien? –dijo Hermione.
–La enfermera, Vzlazka; va detrás de Remus.
–¿Estás segura? –preguntó Ron.
–Claro que si. Se le nota mucho.
–¿Cuánto vas a tener que estar aquí?
–Me han dicho dos semanas –dijo con tono dramático–. ¿Lo puedes creer? ¡Por un pequeño y sin importancia edema!
–¿Pequeño y sin importancia? –dijo Hermione arqueando una ceja.
–Vale –hizo morritos–; no fue un simple y sin importancia edema pulmonar, ¿contenta?
Hermione giró los ojos al techo.
–Ei, que no soy tan desesperante.
–¿A no? –dijo Harry divertido.
Cary sonrió. –Bueno, vale… pero soy así; no lo puedo cambiar… ni tampoco me apetece cambiar.
Cary bostezó.
–¿Estás cansada? –le preguntó Hermione.
Ella asintió. Haciéndose la remolona.
–Ya volveremos mañana.
–Vale –bostezo.
–Adiós Snuffles.
Snuffles ladró en señal de despedida y volvió a posarse cerca de Cary; donde también bostezó. Cary estuvo dormida antes de que los chicos se marcharan.
–Vamos a buscar a la enfermera.
–Estoy de acuerdo, vamos a decirle que se ha dormido.
Los cuatro adolescentes se encaminaron hacia el gran comedor. Donde encontraron a todos los alumnos hablando en sus respectivas mesas. Remus estaba hablando con la enfermera rusa muy animadamente. Y el cuarteto se acercó a ellos.
–Hola –saludaron.
–¿Qué tal, chicos? –preguntó Remus.
–Bien –dijo Harry–. Por cierto, Cary acaba de dormirse.
–¿De verás? –preguntó ella– Bien, voy a ponerle otro d'exa antes de que despierte; si me piya poniéndole otro me mata.
–Nunca le gustó que la cuidaran –comentó Remus.
–Pero en cambió le encantó que cierto chico estuviera todo el tiempo mimándola.
Remus rió. –En eso, tienes razón, Vzlazka. Te acompaño; tengo que hablar con cierto tímido.
Y se fueron.
–¿Le ha llamado tímido, a tu padrino?
–Eso creo, Hermione.
–Vale; no estaba segura de haberlo entendido bien.
–Vamos a sentarnos a la mesa de Gryffindor –dijo Ginny–. Me estoy cansando de estar de pie.
Los cuatro se dirigieron a la mesa de Gryffindor y estuvieron hablando con los gemelos y con Bill y Charley.
Las clases se reemprendieron a los dos días; y los alumnos de Gryffindor no pudieron entrar a su sala común hasta al cabo de una semana. Y cuando entraron se dieron cuenta de que tenían trabajo para días; estaba todo roto y tirado por el suelo.
–Bueno; creo que habrá trabajo –comentó la cazadora del equipo de quidditch, Sidney Prescott.
–Estoy totalmente de acuerdo contigo, Sid –le dijo Ginny.
Toda la torre de Gryffindor se unió para dejar la sala común y las habitaciones en perfectas condiciones.
–Venga Ron, subamos a limpiar nuestra habitación.
Neville bajó corriendo las escaleras.
–Harry. Tus cosas son las que peor están.
Harry subió corriendo las escaleras, casi atropellando al pobre Neville que casi se cae. Ron le siguió inmediatamente.
–Maldita sea –escuchó Ron murmurar a Harry cuando llegó a su lado.
–Joder –dijo él cuando pudo ver la habitación, más concretamente las cosas de Harry.
La cama de Harry estaba partida por innumerables trozos, todo su baúl volcado y los libros desgarrados, las túnicas y la ropa estaban echas pedazos.
–Creo que esta noche duermes en la sala común.
Harry miró a Ron. –No tiene gracia.
Se adelantó y entró en la habitación.
–Mierda.
–¿Qué ocurre?
Harry le mostró una tela desilachada.
–La capa de tu padre.
–Y el mapa.
–Lo han partido por la mitad.
Harry se agachó y recogió los trozos de capa y de pergamino.
–¿Qué haces? –le preguntó su amigo Ron.
–Vamos a la enfermería a ver a Remus. Seguro que entre él y Snuffles conseguimos salvar esto.
Harry salió corriendo, y Ron le siguió.
Harry y Ron llegaron corriendo a la enfermería, resbalaron y Ron chocó contra Harry haciendo que los dos cayeran al suelo. Llevándose una buena bronca de parte de la enfermera Pomfrey.
–Remus –dijo Harry mientras le entregaba la capa y el mapa–; ¿esto tiene arreglo?
El hombre lobo lo cogió y lo examinó. –El mapa seguro la capa no estoy tan seguro… tendré que hablarlo con Snuffles.
–¿Dónde está?
–Sigue con Cary. No se ha despegado de su cama…
–Solo lo ha hecho cuando ella iba al lavabo; y se quedaba haciendo guardia fuera –añadió Vzlazka.
–Tienes razón –Remus no se esforzó en ocultar la sonrisa entre burlona y divertida que le vino a la cara–. Es un tonto… sólo hace falta que se lo diga.
–¿Algún día me lo contaréis, verdad? –exclamó Harry.
–Si… algún día –respondió Remus–. Volved a la torre de Gryffindor.
Esa noche, Harry, Ron, Hermione, Ginny y los gemelos se reunieron con Remus y Sirius en la habitación de las panteras.
–Pásame más poción de esa –le dijo Remus a Sirius.
–Toma –Sirius le alcanzó un tarro de cerámica y una cuchara–. ¿Qué tal te va con el mapa?
–Mejor de lo que creía; aun así creo que necesitaré tu ayuda. ¿Y tú con la capa?
–Ahora entiendo porqué Lily reñía a James cuando se le rompían las camisas y los pantalones… coser es muy duro –Sirius pone cara de: T_T.
Todos los presentes estallaron en carcajadas.
–¿Pero podréis arreglarlo? –preguntó Harry cuando su ataque de risa empezó a disminuir.
–Si –dijo Sirius poniéndose serio–; con un poco más de paciencia.
–Y alguien que cosa mejor que tú, Sirius –observó Moony divertido.
Todos volvieron a reír mientras Sirius se hacía el dolido.
–Eso me ha herido Remus J. Lupin, aunque no lo parezca tengo sentimientos.
Eso provocó que las carcajadas se incrementaran. A lo cual Sirius hizo pucheritos, provocando aun más carcajadas por parte de los asistentes.
Remus se enjuagó una lágrima que le salía del ojo y dijo. –OH, vamos Padffot, ya se que tienes sentimientos… sobretodo de amor.
–No ha tenido gracia –le comentó Sirius seriamente.
–Vais a tener que hablar, lo sabes, ¿verdad? No puedes evitarlo toda tu vida.
–Toda mi vida no… pero puedo ganar más tiempo.
–Eres un inmaduro.
–Lo se –le respondió Sirius con una sonrisa juguetona–. Ahora coses tú –y le lanzó la capa mientras él llamaba los dos pedazos de mapa con la varita.
–Ya te vale –se quejó el licántropo.
Estuvieron platicando durante una hora más o menos hasta que los dos adultos acabaron de arreglarlo todo.
Esa noche todos los alumnos de Gryffindor pudieron volver a dormir en sus habitaciones.
Harry y Ron estaban en la habitación mientras acababan de recoger un par de cosas cuando de repente, la puerta de la habitación se abrió y entraron: los gemelos, Bill, Charlie y Percy.
–¿Qué hacéis aquí? –preguntó Ron.
–No hay habitaciones disponibles; porqué se ve que hoy han llegado todos los componentes del antiguo grupo y claro, nosotros muy gentilmente les hemos cedido nuestras habitaciones –dijeron Fred y George con extrema solemnidad. Provocando carcajadas en Charlie y en Bill y haciendo que Percy gritara que no tenía gracia.
–Así que dormiréis con nosotros, ¿eh? –dijo Harry aun riéndose.
–Así es –dijeron los gemelos con sendas sonrisas traviesas en la cara.
–¿Qué estáis planeando?
–Fred y yo, hemos decidido que los alumnos necesitan material para luchar contra las serpientes –y le guiñó el ojo.
–¿Y eso significa? –preguntaron Ron y Harry.
–Contrabando –respondió Fred llevándose un dedo a los labios–. Sssshhhh.
Bill y Charlie ayudaron a agrandar la habitación y pusieron camas para todos.
Cada uno se tumbó en su respectiva cama y empezaron a platicar; pero Harry no escuchó nada de la plática ya que se quedó dormido nada más echarse en la cama.
Harry se despertó sobresaltado. Su respiración era muy agitada y el sudor frío de costumbre en esos casos le bañaba todo el cuerpo. Cogió sus anteojos y se los puso. Miró alrededor, todos seguían durmiendo por lo que supuso que no había gritado. Apartó las sábanas y se levantó de la cama calzando sus zapatillas. Se dirigió a la puerta, la abrió y salió al pasillo, donde bajó las escaleras hasta dirigirse a la sala común.
El fuego seguía crepitando, los elfos domésticos se habían encargado de eso personalmente, por o que la sala permanecía tibia. Arrastró un sillón hasta quedar completamente delante del fuego.
Se sentó en él y apoyó los codos en sus piernas y se sostuvo la barbilla con ambas manos. Necesitaba pensar… esa pesadilla había sido sin lugar a dudas la más escalofriante de todas.
Ésta vez Voldemort se las había ingeniado…
Primero el sitio era totalmente oscuro. No se veía nada. De repente, una antorcha se encendió tras él. Se dio la vuelta y vio que en esa dirección había un pasillo. Con su sentido de la prudencia por delante no se le ocurrió otra cosa que seguir el pasillo; lo cual era cada vez más evidente que no se trataba de otra cosa aparte de una trampa. Las antorchas se encendían delante de él, mostrándole el camino y se desvanecían tras él, dándole a entender que no había vuelta atrás.
Cuando el pasillo acabó en un recodo se dio cuenta de que había llegado a una sala circular. Se adentró un poco y entonces unas cuerdas mágicas salieron de la nada y le inmovilizaron. Un montón de antorchas se encendieron a la vez. Y Harry vio horrorizado que estaba en una especie de especie de mazmorra. Dentro de cada una de ellas, había alguien querido para él. y enfrente de todos, dos encapuchados. La voz de uno era chirriante como el acero y hacia escalofriar. Esa voz dio la orden al otro encapuchado para que procediera. El encapuchado que dio la orden se quitó la capucha y Harry vio entre horrorizado e impotente que no podía salvar a las personas que quería de las garras de Voldemort. Mientras tanto el otro encapuchado había empezado a torturar a sus amigos. Harry gritaba pidiendo que lo torturaran a él pero que dejaran a sus amigos en paz. Entonces llegó el turno del último… el que Harry más apreciaba. Sirius estaba encadenado en medio de la celda, varías heridas y cortes cubrían sus brazos y su pecho descubierto. El encapuchado apuntó su varita impasible.
Sirius levantó la cabeza y miró los ojos del encapuchado.
–No lo hagas, aun puedes escapar.
Harry estaba petrificado. ¿Qué hacía Sirius hablando con ese encapuchado que iba a torturarle?
–Por favor, no lo hagas. No te dejes dominar.
–¿Dominar? –pronunció la voz con aspereza, y Harry se horrorizó al reconocer al dueño de la voz, se paralizó cuando su cerebro lo pensó– ¿Qué no me deje dominar? Nunca me he sentido tan libre.
–¡Harry, no!
–Crucio.
Los gritos de Sirius inundaron los oídos del Harry encadenado… pero eran gritos de tristeza, de más dolor mental que físico. Harry tenía los ojos cerrados. No podía verlo. Cuando los gritos cesaron, abrió los ojos.
Voldemort y el encapuchado estaban enfrente de él. Voldemort lo miraba con esos ojos rojos que pronosticaban la muerte.
–¿Qué me dices, Harry? –pronunció la fría voz proveniente de Voldemort.
–Te odio.
Voldemort rió con ganas.
–Pronto aprenderás a no negar tus lazos.
Voldemort puso una mano en el hombro del encapuchado que seguía a su lado. El encapuchado alzó su mano para tirar para atrás la capucha. Pero Harry ya sabía quien se escondía detrás de la capucha mucho antes de que el encapuchado deslizara la capucha hacia atrás.
El encapuchado no era otro que…
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ya sabéis: REVIEWS! Abéis adivinado kien s el encapuzado? ^^
J.D.
Miembro de la Orden Siriusana
*Sin saber que pensar*
